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lio Núñez Portuondo un joven candida- Toda invitación debe contener algún bre rechaza esa identidad consigo

esa identidad consigo mis-


to a representante a la Cámara. Se Ila- ingrediente seductor que posibilite la mo, siendo esto lo que lo caracteriza y,
ma Ulises Carbó.¡Vota por él! T i en e obtención de su propósito. En el pre- por lo tanto, lo diferencia de las cosas.
música adentro”. De este libro, como sente caso, la sola alusión a la ética re- A la identidad del orden de las cosas el
de su autor, sí se puede decir sin ser vi- sulta seductora, pues ésta se nos pre- hombre opone la diferencia que consti-
sible que tiene música adentro. Lee, senta en el mundo de hoy ataviada a la tuye su esencia, aunque en ésta vaya
lector. O mejor, oye. antigua, con ropajes infantiles, envuelta inscrita también la necesidad de identi-
en cierto halo de pureza. La invitación a ficarse; necesidad que nunca queda sa-
la ética proviene de Fernando Savater, tisfecha del todo, con lo cual alienta el
conocido dirimidor de las contradiccio- dinamismo de la vida que lleva al hom-
Fernando Savater nes y los desatinos del poder. A quienes bre a recorrer incesantemente un mun-
hayan frecuentado la lectura de sus do de identidades al cual sucumbe y
obras y estén más o menos al corriente vence constantemente, sin detenerse a
de sus opiniones, poco ha de sorpren- saborear la victoria, pues entonces per-
INVITACIÓN A LA derles que finalmente haya venido a dar manecería preso de la identidad de la
ÉTIC A en el estudio de la ética. Descartadas cosa subyugada previamente. La subje-
las ideologías, las doctrinas, los siste- tividad es acción y se nutre de la liber-
mas, rostros del Dios moderno que su- tad. Mantenerse inexpugnable a los in-
cedió al medieval, ¿dónde fundar un tentos de fijar una identidad equivale a
discurso de rebelión, de afirmación de renunciar al estatuto de cosa.
por Ignacio de Llorens la libertad como el que sostiene Sava- Frente al cogito ergo sum, el sujeto
ter? En el hombre, no por lo que es sino ético opone el volo ergo sum, y en este
por lo que puede llegar a ser: en las ac- sentido Savater se adscribe a la co-
ciones que desarrolle, en el movimiento rriente de pensamiento en la que se ha-
que otorgue a la vida, todo lo cual cae llan Schopenhauer, Nietzsche, Stirner.
dentro del dominio de la ética. “Llamo Kierkegaard.. El querer precede al ser,
» Ed Anagrama, Barcelona, 1982 174 pp y lo que el querer quiere es ser, lo cual
ética -advierte el autor en el prólogo
de su obra-, a la convicción revolucio- es querer ser más, dirá Nietzsche; que-
“Ninguna mano nos dirige, ningún naria y a la vez tradicionalmente huma- rer una vida expansiva, dirá Guyau; de-
ojo vela por nosotros, el timón está sear más-vida, dirá Simmel. La vida es
na de que no todo vale por igual. de que
roto hace mucho tiempo, o, más bien insaciable e impone su decurso. El que-
hay razones para preferir un tipo de ac-
no lo ha habido nunca, está por ha- rer se quiere a sí mismo a través de los
tuación a otros, de que esas razones
cer, es una gran tarea y es nuestra objetos que desea: por eso no se satis-
surgen precisamente de un núcleo no
tarea.” trascendente sino inmanente al hombre face más que queriendo. Del trato del
y situado más allá’ del ámbito que la yo con el mundo de las cosas puede ve-
J.M. Guyau pura razón cubre; llamo bien a lo que el nirle a éste su fosilización. No obstante
hombre realmente quiere, no a lo que tiene también la posibilidad de obede-
El prosaico devenir del mundo ha des- simplemente debe o puede hacer, y pienso cer el mandato volitivo que se halla in-
terrado del angosto ámbito de lo decre- que lo quiere porque es el cami- no de la serto en su ser y transgredir siempre lo
tado como real, normal y sabio aquellos mayor fuerza y del triunfo de la libertad. No dado como posible. Empero, inmerso
dominios del saber humano que no se quisiera que de este libro el lector sacara entre las cosas. no puede distinguirse
prestaban de buen grado al manejo cuatro o cinco dogmas, ni tampoco un de éstas en su mero deseo de no identi-
que, con fines políticos, pragmáticos e código, sino auténtico aliento; porque la ficarse con ellas; necesita que se le re-
interesados, convenía al poder. El pri- ética se ocupa de lo que alienta al conozca, y este reconocimiento sólo
mado de la ideología y de los sucedá- hombre y en el hombre”. puede provenir de otro yo, que a su vez
neos ideológicos ha impuesto su domi- Así, la pregunta básica a la que la ética exigirá ser reconocido. En esta acción
nio, y aquello que no ha sido capaz de debe intentar dar respuesta no es ¿qué recíproca de reconocimiento se funda
engullir lo ha relegado al olvido y al des- puedo o qué debo hacer?, sino ¿qué la comunidad ética: “una comunidad
crédito. Así ha sucedido con la ética. Lo quiero hacer? pues esta última nos re- de sujetos de la que ningún objeto infi-
que para los griegos de antaño debía mite de lleno a la libertad. nito quede por principio excluido, en la
regir la política es hoy objeto de curiosi- A la propuesta ética de Savater Ile- que se pacten relaciones de auténtica y
dad, una asignatura perdida en la zara- gamos a través de un artero recorrido explícita reciprocidad, y donde a nadie
banda educacional. Sostener opiniones por aquello en lo que se funda, lo que la le sea menoscabada ni velada la reali-
políticas basadas en argumentaciones constituye y, finalmente, lo que la supe- dad de lo posible” (p. 30).
éticas es, cuando no se recurre a ello ra a la vez que le lanza el reto que la Savater analiza las diferentes formas
para hacer demagogia, harto ridículo. A mantiene siempre alerta e inquieta. Se en que puede establecerse este recono-
los criterios de “bien”, “felicidad”, “mo- inicia el libro con la reflexión sobre la cimiento intersubjetivo y descarta la
ralidad”. han sucedido los de “coyun- acción humana puesta en situación de que comporta la relación con el absolu-
tura”, “relación de fuerza”, “desestabi- lucha contra aquello con lo que limita: to, y la que desemboca en la entroniza-
lización”, etc. De ahí que recibir en la un mundo en cuyo ámbito natural no es ción de la violencia institucionalizada
actualidad una invitación a la ética re- posible reconocerse porque es justa- (Hegel); opta por la relación en la cual
sulte deliciosamente pasado de moda, mente su contrario. Las cosas son idén- yo “le concedo ‘al otro’ aquellas facul-
ticas a sí mismas, mientras que el hom- tades autodeterminantes que quiero a
candorosamente subversivo.
mi vez para mí, como vía por la que evi- la identidad perfecta, que a su vez ex- trágica de Savater desemboca en un
tar la identidad cosificadora. El recono- cluye y niega la tensión del querer que proyecto libertario. La democracia es el
cimiento en el otro nace de un egoísmo es propiamente lo que constituye al yo. único ámbito político susceptible de
plenamente lúcido y consecuente” (p. Al tiempo que se tiende a la perfección, conferir a los hombres un tratamiento
39) Esta relación se basa en la acepta- crece el peligro de la cosificación, ame- ético de recíprocos reconocimientos en
ción de la comunicación como media- naza que de realizarse convertiría al yo un plano de igualdad y basado en la co-
ción entre los sujetos, comunicación en cosa, es decir, lo aboliría. “En esto municación sin que el discurso de nadie
que habrá de realizarse en condiciones consiste propiamente la raíz trágica de goce de preeminencias. La forma que
de igualdad. Mientras la violencia “se lo humano, la ética que parte de lo trá- adquiera la convivencia ética es impre-
ejerce contra lo otro del otro (...) el len- gico, como la propuesta de esta Invita- visible, pero por lo menos -y ese es
guaje descubre lo mismo del otro” (p. ción, no puede esperar ni prometer nin- uno de los méritos de la Invitación de
37) De todo ello colige Savater que la guna reconciliación definitiva -sea en Savater- sabemos que la instrumenta-
expresión de la auténtica relación ética este mundo o en otro- que salve al lización de los hombres por uno, la ins-
no es el horno homini lupus de Hobbes. hombre, rescatándolo del conflicto que trumentación de uno por uno mismo, la
ni el horno homini deus de Spinoza, le constituye”. (p.20). institucionalización de la violencia son
sino el horno homini horno. Esta ética trágica, al fundar una co- medios antiéticos que proponen una
A este hombre ético le corresponde munidad sobre la base del reconoci- política antidemocrática basada en la
fundar los valores morales. La ética no miento ético de los otros en la institu- cosificación de los seres humanos y en
está en el inicio de la vida sino que es cionalización no de la violencia sino de la la instauración de un poder unívoco y
una conquista, un ideal, y por lo tanto comunicación, deviene libertaria. totalizante. La ética se nos revela, pues,
se adquiere, se sitúa en el ámbito de la “Mantener una relación ética con los otros como una opción “comprometida”: en
imaginación simbólica, lo cual no signi- es estar siempre dispuestos a su elección va unida la fundación de
fica que excluya la racionalidad. La ima- concederles la palabra y a poner en pa- una comunidad libre en la que la violen-
ginación, al ser llevada a la acción por la labras lo que exigimos de ellos, lo que les cia y las distintas formas de muerte
ética, va afirmando lo posible dentro de ofrecemos o lo que les reprocha- mos” (p. queden excluidas. Todo ello en virtud
una perspectiva abierta que permite re- 36). El bien es de carácter so- cial y surge de un acto ético fundador que reside en
huir la identificación cosificadora. So- en la relación con los otros, luego la cada uno de nosotros, y es nuestra gran
bre esta base se despliega la razón mo- comunidad debe posibilitarlos y tender a tarea.
ral que debe custodiar el recorrido que él. La ética no es conjugable con la
la acción humana va realizando asae- política, la noción de tiempo que cada una
teada por la incertidumbre, la cosifica- de ellas alberga las distancia. La política
ción, e impelida por la voluntad, que de- se nutre, como la religión, del “saqueo
viene moral. del futuro” (p. 98). mien- tras que la ética José Luis Rivas
Una vez examinado el ámbito en el vive en el presente, para el presente, la
que se inserta la razón moral y justipre- decisión no es pos- tergable; de ello se
ciados sus valores, nos queda todavía desprende la dife- rencia en torno a la
conocer las lindes que la circundan. La manera en que cada una de ellas concibe la TIERRA NATIVA
última parte del libro está dedicada a relación entre fi- nes y medios. Mientras
aquello que escapa al dominio ético: el “la política vive de la dosificación de los
humor, el amor, lo sagrado y la muerte. medios” (p. 98). la ética basa su empeño en
siendo estas páginas de gran lucidez y la ne- gación de las distinciones entre los
belleza. Un epílogo cierra la obra; se fi- nes y los medios. Para la ética sólo exis-
trata de una respuesta a Sade. el nega- ten fines que se realizan en el presente;
dor por antonomasia de la ética, siendo luego, la única forma política posible
por Daniel Sada
así que “cualquier invitación a la ética para una comunidad ética es la demo-
debe concluir dándole respuesta” (p. cracia, ya que ésta pretende “la aboli-
157) ción efectiva de las desigualdades de » F.C.E., México, 1982, 67 pp
La óptica que subyace al enfoque poder, la supresión de los “especialis- Uno de los aspectos que más sorpren-
que Savater da a la problemática ética tas” en mandar y la puesta en común den del poema Tierra Nativa de José
es una concepción trágica de la vida. En de la gestión de los asuntos comunita- Luis Rivas es su elasticidad verbal. Se
efecto, lo trágico entendido a la manera rios, la organización de abajo a arriba trata de un lenguaje cuyo objeto es de-
de Schopenhauer, para quien, a dife- de la sociedad, la elección de todos los sentrañar una exuberancia, rescatar
rencia de Hegel, ciertos conflictos entre cargos y la eligibilidad para ellos de to- ciertas voces anónimas para luego con-
principios distintos eran insolubles y dos los ciudadanos, la revocabilidad no densarlas en un monólogo vibrante. ca-
como tales debían ser asumidos, des- excesivamente dilatada de los manda- paz de contener un sinnúmero de me-
prendiéndose de ello el carácter trágico tos, la permanente transparencia de la tros clásicos y al mismo tiempo tomar-
de la vida humana. Para Nietzsche lo administración. Puede decirse que este se libertades. Hay un aspecto exterior
trágico es fruto de la alianza entre lo programa equivale en buena medida a de los seres y de las cosas que va co-
apolíneo y lo dionisiaco. lo cual conde- la disolución del Estado”. (p. 100). brando forma al calor de una exalta-
na a la vida a la tensión que emana de De antiguo sabemos ya que toda ción: diálogos, personajes efímeros, pe-
dicha relación, En la ética propuesta por propuesta ética comporta ineludible-
queñas canciones aisladas que rema-
Savater lo trágico proviene de la nece- mente una proposición política. La ética tan, a manera de entresijos líricos, el
4 4 sidad que experimenta el yo de buscar

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