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Abril
2014.
Friedrich Nietzsche
Si de Filosofía se trata, ya sea en el primer párrafo de un libro o en una primer clase, con
frecuencia lo que esperamos encontrar es una definición que despeje la pregunta inicial ¿qué es la
Filosofía?. Tal definición se convierte en respuesta unívoca, aclaratoria, a partir de la cual nos
instalamos cómodamente en un saber al que nos acercamos como meros espectadores.
A pocos pasos de esta búsqueda nos damos cuenta que ella es estéril, porque no hay una
única respuesta, no tendremos nunca a la mano “la” definición de Filosofía, sino tantas
aproximaciones y conceptualizaciones como filósofos y sistemas a lo largo de su historia. La
filosofía se ha presentado de distintas maneras, con distinto alcance y funciones según épocas y
autores. En este sentido, hay más bien “Filosofías” que “Filosofía”.
Plantear interrogantes sobre la Filosofía y esbozar su campo es ya un ejercicio filosófico,
aunque particular, reflexión y búsqueda constante que manifiesta su actitud dialógica, en un
espacio de tensión y articulación permanentes con saberes, disciplinas y prácticas. Cuando la
pregunta por la Filosofía se construye en torno a la búsqueda de qué es ella, ya está orientada su
respuesta. Establecer, sin lugar a sospechas, aquello que ella es, marca límites bien definidos que
no pueden traspasarse.
Dos supuestos anidan la búsqueda así planteada; uno de ellos es que existe una sola
definición y que da cuenta de un conjunto de conocimientos ya elaborados y establecidos. Desde
esta perspectiva enseñar filosofía es un mero transmitir información, colección de respuestas
verdaderas que están a disposición ante distintas preguntas y, aprender Filosofía es memorizar y
repetir lo ya pensado por otros. Entendemos que la Filosofía, en tanto actividad, se indisciplina,
resiste a ser una colección de respuestas intemporales sino que es invitación permanente a pensar
nuestro tiempo.
Otro supuesto es que la Filosofía tiene un espacio autónomo, incomunicable y exclusivo.
En realidad transita por los límites, recorre fisuras, teje relaciones, diseña puentes entre territorios
que pertenecen a la ciencia, al arte y a la poesía, acercándose y tomando distancia de ellos.
Separaciones porosas, afinidades y rechazos íntimos. Esta situación no va en desmedro de ella,
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Ana María Sardisco, Itinerarios en Filosofía. Laborde Editor. Rosario. Abril
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muy por el contrario la hace imprescindible en un momento de crisis de saberes disciplinares que
ya no pueden negarse a la riqueza y complejidad de los ámbitos inter y transdisciplinarios.
Nos proponemos deslizar los interrogantes desde el “qué es” hacia la problemática de su
caracterización, delinear sus rasgos en tanto actividad, mostrar aquello que ella puede hacer por
nosotros. Problematizar es ir construyendo un mapa en donde señalar dificultades, dudas, posibles
respuestas sometidas a revisión, indagar en su propia historia. La Filosofía tiene su historia, a la
que también podemos problematizar, por ejemplo cuando nos preguntarnos por su nacimiento. Es
decir buscamos las condiciones que hicieron posible que en un espacio y en un tiempo
determinado, con rasgos de continuidad y de ruptura respecto de la racionalidad mítica, pero de
ninguna manera milagrosamente, los griegos inventaran la palabra philosophia.
La Filosofía tiene su propia historia, aunque no se equipara con ella. Podemos acceder a la
historia de la filosofía sin filosofar, pero para desplegar el ejercicio argumentativo del filosofar no
podemos desconocer su anclaje histórico. Aquello que los “maestros” en Filosofía han dicho no
envejece con el tiempo, los escritos de Platón, Aristóteles o Kant ( sólo por nombrar algunos) son
actuales en tanto nos brindan herramientas para que nosotros pensemos nuestro propio tiempo y
sus demandas. No son maestros porque nos han dicho “la verdad” sino porque nos muestran el
camino que ellos recorrieron para configurar sus verdades. (no hay “una” verdad, sino más bien
programas heterogéneos de verdades).
Cada propuesta filosófica se construye con las categorías y los marcos de pensamiento de
su época, y al mismo tiempo los trasciende, los vuelve inteligibles. Actualidad e inactualidad de la
filosofía que deja al descubierto la relación tensional que tiene con el tiempo. La categoría de
progreso, propia de una metodología positivista, no es adecuada para pensar las filosofías.
“Dado que renacen y vuelven a florecer con cada estación, no existe en las
filosofías ningún progreso lineal, sino tan sólo una continua metamorfosis.
Tampoco representan la existencia de verdades eternas; son precisamente, tanto
actuales como inactuales, están dentro y fuera del tiempo…Las ideas de los
grandes filósofos transponen, en efecto, los contextos de los que han surgido y a
los individuos que las han expresado. La historia de la filosofía constituye por eso
un recurso, una especie de caja de caudales del que extraer dinero líquido, para
invertir prudentemente en nuevos proyectos, en sugerencias para pensar el
propio tiempo, pero no en modelos o formulas bellas y listas para usar”1
Desde esta perspectiva nuestra tarea de filosofar nos hace sumar interrogantes más que
coleccionar verdades, nos pone frente a la necesidad de repensar su enseñanza, diseñar
itinerarios a recorrer que favorezcan la deliberación, la reflexión personal y creativa. Nuevos
1
Bodei, Remo, La chispa y el fuego, Buenos Aires, Nueva Visión, 2006, pág.47
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Ana María Sardisco, Itinerarios en Filosofía. Laborde Editor. Rosario. Abril
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modos de concebir a la Filosofía se despliegan en nuevas concepciones acerca de su enseñanza y
búsqueda de estrategias para introducirnos en su problemática.
A partir de Sócrates la filosofía nos invita a la reflexión crítica sobre problemas, experiencias,
marcos personales de pensamiento, convicciones, normas y conceptos. Sócrates propone un
ejercicio de interrogaciones que no descansa en verdades reveladas sino que lleva a estar en
permanente búsqueda. Interroga a sus conciudadanos, dejando al descubierto la ignorancia, y por
ello se compara con un tábano que fastidia e irrita a quienes presumen de saber.
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actividad filosófica se nutra del encuentro y diálogo con textos filosóficos, con su lectura, análisis y
puesta en consideración. Tendríamos que tener en cuenta que es posible diferenciar una lectura
filosófica de textos filosóficos, de una lectura no filosófica de textos filosóficos. Como así también
es posible una lectura filosófica de textos no filosóficos. El encuentro con textos filosóficos tiene por
fin recrear en los lectores de hoy, los actos de entendimiento del autor histórico y de la audiencia
histórica del texto que se interpreta, pero esto no puede separarse de otro proceso por el cual
produzco como lector actos de entendimiento que van más allá. En otros términos podríamos
hablar de reconstrucción histórica y reconstrucción racional, entendiendo por la primera a
aquella actividad que consiste en hacer una descripción de las concepciones sostenidas por los
filósofos en sus propios términos ubicándolos en su contexto y la reconstrucción racional alude al
encuentro con los filósofos del pasado como si fueran nuestros contemporáneos, describirlos
desde nuestras propias concepciones filosóficas. Una reconstrucción histórica independientemente
de una reconstrucción racional resulta imposible.3 Es imposible plantear una reconstrucción
histórica en sus propios términos. Reconstruimos (o construimos) el pasado desde nuestras
categorías, nuestro lenguaje y nuestras preocupaciones presentes. Una reconstrucción histórica
“objetiva”, “pura” está destinada al fracaso.
33
Para este tema puede consultarse el artículo de María Isabel Santa Cruz Filosofía o historia de la Filosofía:
una falsa disyuntiva en El filosofar hoy, Cabanchik y otros, Editorial Biblos.
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inmediata e instrumental. Pero el martillo pierde su utilidad si lo que pretendo es pelar una
manzana.
Entonces la filosofía es útil o inútil?, es inútil si pretendo con ella, por ejemplo, cortar una
soga y al mismo tiempo despliega su utilidad si de lo que se trata es de fundamentar y legitimar lo
que hacemos, lo que pensamos, los actos de deliberación y elección que atraviesan nuestra
existencia.
Qué puede hacer por nosotros la Filosofía? Y nosotros por ella? Estamos en una situación
paradojal, por un lado se escuchan voces que la descalifican y por otro se va en búsqueda de ella
reclamando respuestas fijas, estables y por lo tanto tranquilizadoras. Ni anunciando su muerte, ni
haciendo de ella un dogma encontremos la oportunidad del encuentro fecundo con la actividad de
filosofar que, en tanto ejercicio de pensamiento crítico, adquiere su fuerza como formadora de
ciudadanía.
Pero antes de acercarnos a la dimensión política de la Filosofía y su relación con los
Derechos Humanos, parece oportuno señalar que la visión que la Filosofía tuvo de sí fue variando
históricamente. Muchas son las definiciones que sobre ella se han elaborado (tantas como filósofos
y sistemas), no podríamos aquí mencionarlas a todas y sólo tendría valor de inventario; nos parece
mejor bosquejar dos modos de hacer Filosofía que, en términos generales, las contienen.
4
Bodei, Remo, La chispa y el fuego, Buenos Aires, Nueva Visión, 2006, pág 38
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En cuanto al primero, si pasamos revista a las pretensiones que tuvo la filosofía durante
muchos siglos, aunque haya atravesado el curso de una serie de experiencias culturales
heterogéneas, se ha presentado como un saber totalizador, desinteresado, autónomo, universal,
organizador del mundo y del conocimiento. Saber absoluto, especulativo y legislador en clara
posición de superioridad con respecto a las ciencias particulares, que por abarcar una parte de la
realidad, por su interés prácticos y su relación con lo empírico debían estarle subordinadas.
La filosofía así entendida pretendió expresar la legalidad natural del pensamiento y, al
mismo tiempo, la legalidad intrínseca a la naturaleza y al universo, resultado de una denodada y
violenta aspiración a un orden absoluto y definitivo de seguridad. No sólo se disciplinan los
fenómenos y los saberes sino también la conducta moral y social, acorde a un rígido sistema de
normas sin límites ni excepciones.
Se fue imponiendo un modo de racionalidad, que llamaremos clásica, con características y
títulos de una estructura natural y necesaria, sin límites, que es fundamento de toda posibilidad
cognitiva y de toda posibilidad lógica, y que cuenta con un régimen lingüístico elevado, abstracto y
sublime. Racionalidad abstracta, apriorística y necesaria, disciplinamiento que no reconoce
fronteras, que no es sólo de tipo cognitivo sino que cubre toda la actividad humana. “Es solamente
con esquemas racionales abstractos, rígidos y no relacionados, por otra parte, que el estilo de
pensamiento clásico podía erigir su superorden y su superlenguaje privilegiados, en los cuales
disciplinar todo evento y toda forma de experiencia.”5
Por otro lado se va construyendo otro modo de hacer filosofía, un punto de vista
contemporáneo, que se presenta despojado de pretensiones cognitivas absolutas, que instala la
crisis de un paradigma de racionalidad que se declara insuficiente y que posibilitará la revisión
crítica de conceptos y supuestos.
5
Gargani, Aldo, Crisis de la Razón,México, Siglo XXI, 1983, pág.9
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está viva allí en donde se intente modificarla. El pensamiento contemporáneo, instalando la
sospecha, nos invita a ello marcando un aspecto fundamental de la cultura de nuestro tiempo, el
"eclipse de la razón".
Tampoco le parece oportuna la imagen de los hombres como peces en una red, o en todo
caso en dicha red los hombres serían acróbatas, la red se vuelve trapecio, instrumento, maraña de
caminos que se pueden recorrer; más aún, la existencia consiste quizá precisamente en este
movimiento a lo largo de las mallas de la red, entendida como retículo de conexiones. No existe
una liberación más allá de las apariencias, en un pretendido dominio del ser auténtico; existe, en
cambio, libertad como movilidad entre las apariencias, las cuales, no obstante, como enseña
Nietzsche, ya no se llaman así: ahora que "el mundo verdadero se ha vuelto fábula", no existe ya
ningún ser verdadero que las degrade a mentira y falsedad.
“Nuestra existencia nos es dada en el conjunto de los mensajes que en el lenguaje y en las
diversas formas simbólicas, la humanidad nos transmite. La filosofía, creo, debe enseñarnos a
movernos en la maraña de estos mensajes, haciéndonos vivir cada mensaje singular, y cada singular
experiencia, en su indisoluble vínculo con todos los otros...la filosofía es un ejercicio de mortalidad"6.
Por su parte, el filósofo español Fernando Savater en ocasión de una charla a estudiantes
de Filosofía sobre el tema ¿Qué es la Filosofía?, hizo referencia a un antiguo cantar de la literatura
germana que narra la historia de un dragón, que custodia durante siglos un inmenso tesoro, al que
un paladín dará muerte para arrebatárselo. Mientras el dragón espera al héroe que ha de matarle
se humaniza y baja de vez en cuando a la cueva para comprobar que está intacto, le asalta la
sospecha de que el tesoro haya sido robado y que su vigilancia pueda ser inútil.
6
Vattimo, Gianni, Más allá del sujeto, Barcelona, Paidós, 1989, pág. 10
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interpretación privilegiada, de un discurso al que se reducen los otros y que nunca admiten que
toda la verdad es fragmentaria.
Estos distintos autores marcan algunas de las perspectivas que nos ofrecen la posibilidad
de repensar a la filosofía, planteos contemporáneos que trabajan sobre los límites de la razón,
abiertos al encuentro con otras áreas. Por ejemplo el filósofo francés Lyotard , desde una
perspectiva ligada al psicoanálisis nos propone deslizar el interrogante hacia otro: ¿por qué
filosofar?. De este modo colocamos el acento sobre la discontinuidad de la filosofía consigo misma,
ya que podría estar ausente. Relación del acto del filosofar con el deseo. En Filosofía hay philein,
amar, estar enamorado, desear. El deseo es movimiento que va de algo hacia lo otro, lo que falta,
pero que está presente en quien desea en forma de ausencia. A la pregunta ¿por qué filosofar?
podemos responder con otra: ¿por qué desear? ¿por qué siempre buscar lo otro?, a falta de
respuesta mejor respondemos que filosofamos porque queremos, porque así lo queremos y
deseamos.
7
Ricoeur, Paul, Hermenéutica y psicoanálisis, Buenos Aires, Edic.La Aurora 1975, pág. 59
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Freud se separa de la filosofía, aunque algunos libros son casi filosóficos (por ej. “El
malestar en la cultura”), quiere fundar una ciencia nueva y para ello no duda en rechazar
emparentarla con la psicología, la medicina y especialmente con la filosofía ya que para él no se
opone a la ciencia, trabaja con sus mismos métodos, pero se diferencia de ella porque se aferra a
la ilusión de dar una visión del universo sin lagunas y con coherencia. Freud utiliza de vez en
cuando referencias al eros platónico, al imperativo kantiano, al “eterno retorno” de Nietzsche. El
psicoanálisis precisa de la filosofía aunque la rechace como acceso a la verdad. Es posible una
lectura de Freud desde la filosofía y a la filosofía desde Freud.
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Ana María Sardisco, Itinerarios en Filosofía. Laborde Editor. Rosario. Abril
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La construcción de nuevas subjetividades que aportan los maestros de la sospecha, Marx,
Nietzsche y Freud ha configurado una especie de plataforma de despegue para el trabajo filosófico.
El valor de los autores citados radica en que nos permiten poner en acción el ejercicio de la
sospecha, el análisis crítico, la tarea de de-construir el andamiaje conceptual que “la razón” ha
desplegado de modo omnipotente y dogmático. Mostrar sus fallas, sus olvidos, sus quiebres y
también las fisuras nos permite hoy cuestionar el ejercicio de una concepción filosófica que ha
querido sostenerse por fuera de la historia. Estos pensadores desenmascaran la conciencia, la
destronan, el paradigma de la conciencia se desvanece. Esta radicalizada tarea de sospecha que
a la vez sigue y rechaza la cartesiana es la que sintetiza Paul Ricoeur cuando afirma que:
Si nos remontamos a su intención común encontramos allí la decisión de considerar en primer lugar la
conciencia en su conjunto como conciencia “falsa”. Por ahí retoman, cada uno en un registro diferente,
el problema de la duda cartesiana, para llevarlo al corazón mismo de la fortaleza cartesiana. El filósofo
formado en la escuela de Descartes sabe que las cosas son dudosas, que no son tales como
aparecen; pero no duda de que la conciencia sea tal como se aparece a sí misma: en ella, sentido y
conciencia del sentido coinciden; desde Marx, Nietzsche y Freud, lo dudamos. Después de la duda
sobre las cosas, entramos en la duda sobre la conciencia.8
Desde los griegos hasta nuestros días, de Platón a Nietzsche, de Foucault a Jean-Luc
Nancy, el cuerpo, el poder y el lenguaje, han ocupado un lugar importante en las consideraciones
filosóficas, aunque de distinta manera y bajo distintas miradas según el contexto histórico. Dichas
problemáticas, presentes hoy en la filosofía, instalan un nuevo horizonte crítico de la concepción
metafísica tradicional, totalizadora y logocéntrica que se consolidó en la historia de la filosofía con
significativos “olvidos”: “olvido del ser”, “olvido del lenguaje”, “olvido del cuerpo”.
La crítica a la filosofía tradicional del sujeto moderno que adquiere los diversos aspectos
del giro lingüístico, el giro pragmático, el giro hermenéutico, convergen en señalar los límites de la
razón declarando su crisis, al mismo tiempo que la crisis de fundamentación que anula toda
posibilidad de conocimiento absoluto.
8
Ricoeur,Paul, Freud: una interpretación de la cultura, México, Siglo XXI, 1970, pág. 33
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Ana María Sardisco, Itinerarios en Filosofía. Laborde Editor. Rosario. Abril
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Considerar al yo como conciencia, al cuerpo como res extensa, a los placeres como
alejados del bien, a la verdad como adecuación, y al lenguaje como mero instrumento, fueron las
cuestiones que desde la filosofía tradicional se constituyeron como obstáculos, y desde los
planteos filosóficos contemporáneos se intentarán salvar.
El pensamiento contemporáneo nos invita a pensar sin certezas, pensar desde los límites
de la razón, pensar situado en un aquí y ahora, con múltiples condicionamientos que lejos de
proclamar que la filosofía ha muerto la encuentran viva si en vez de refugiarse en un discurso
totalizador y absolutamente verdadero, se “humaniza” frente a las demandas de una sociedad que
cada vez más necesita espacios de reflexión crítica.
Los cambios en los modelos de interpretación que Freud, Marx y Nietzsche proponen han
posibilitado nuevos desarrollos cuestionando el dogmatismo y el ejercicio totalizador de la verdad.
Lenguaje, discurso, cuerpo y poder y sus implicancias y relaciones constituyen un planteo
alternativo a la modernidad, las apropiaciones y reformulaciones realizadas por Heidegger,
Foucault, Derrida, Nancy y Agamben, entre otros, permiten mostrar la importancia de dichas
problemáticas.
No hay duda que una característica específica del pensamiento filosófico del siglo XX es la
extraordinaria atención que se dedica a la cuestión del lenguaje. El “giro lingüístico” en filosofía se
produce en tanto el lenguaje deja de ser entendido como un mero medio de expresión, algo
intermedio entre la realidad y el yo, y se convierte en un posibilitador de crear tanto el yo como la
realidad. Llegamos a la centralidad del lenguaje ya que hay filosofía porque hay lenguaje. Del giro
lingüístico en adelante las teorías científicas o los discursos metafísicos no descubren la realidad
sino que la crean, y desde esta perspectiva el pensamiento contemporáneo abre nuevas
interrogaciones.
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Ana María Sardisco, Itinerarios en Filosofía. Laborde Editor. Rosario. Abril
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y que a partir de aquí será necesario repensar muchas categorías de nuestra tradición filosófica. La
vida excede los límites del sujeto individual. Agamben sostiene que el concepto de vida que nos
indican Foucault y Deleuze es la herencia a la filosofía que viene.
Entendemos el filosofar como una actividad que nos compromete no sólo académicamente
sino también moral y políticamente. La actividad de pensar es siempre, por sí misma, un transitar
desde la heteronomía a la autonomía. Pero la filosofía procede por argumentación y ésta siempre
implica al otro. Sin el “otro” no hay argumentación. Co- filosofar, filosofar con otro, instalar el
diálogo, el debate, como dispositivos que rompen con el pensamiento único, con todo tipo de
solipsismos, autoritarismos y dogmatismos. El mismo nacimiento de la Filosofía como hija de la
Polis estuvo signada por la reflexión, la argumentación, la confrontación y el debate; hizo del
lenguaje su instrumento político por excelencia y desplegó su actividad formadora de ciudadanía
en el “ágora”.
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Ana María Sardisco, Itinerarios en Filosofía. Laborde Editor. Rosario. Abril
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otros países latinoamericanos. El filosofar latinoamericano adquiere un peculiar modo de ejercicio
si consideramos los procesos históricos de colonialismo e imperialismo. La filosofía
latinoamericana es ejercer el pensamiento crítico situado, histórico, desde una realidad que debe
ser transformada y se asume como filosofía de la liberación.
9
-Sanchez Vázquez, Etica y política, México, Fondo de Cultura Económica, 2007, pág. 38
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Esta nueva concepción de ciudadanía toma distancia de aquella que se entendía como
algo dado por poseer nacionalidad y derechos, se concibe en tanto su ejercicio pleno se construye
y forma parte de una comunidad en que se garantiza el ejercicio real y efectivo de los Derechos
Humanos, sin exclusión ni social, ni económica, ni cultural.
Una de las características de las sociedades en que vivimos es el número cada vez mayor
de situaciones conflictivas en distintos niveles y modalidades, manifestaciones de violencia física,
psicológica y simbólica, que llegan muchas veces a naturalizarse.
En nuestra cotidianeidad nos encontramos con personas de las cuales nos diferencian
hábitos, costumbres, creencias, opiniones, concepciones políticas, etc. La conflictividad aparece
en tanto creamos que nuestros modos de ver el mundo se sostienen en valores que deben
universalizarse.
La pluralidad cultural y moral son rasgos del mundo contemporáneo y el conflicto aparece
cuando creemos que nuestra mirada cultural es la única o la mejor. Esta concepción etnocéntrica
se manifiesta en muchísimos actos de prejuicio y desprecio hacia otras culturas. Hay acuerdos en
hacer visibles los conflictos, denunciarlos, cuestionarlos. Pero las diferencias aparecen al momento
de plantear las posibles soluciones y modos de resolución. De ahí la necesidad de argumentar, dar
razones, buscar acuerdos y legitimaciones poniendo de manifiesto el pensamiento crítico. La ética
es el espacio filosófico de reflexión crítica en donde plantear y resolver dilemas éticos que
atraviesan todas las actividades humanas.
En este marco adquiere vital importancia la reflexión sobre un tipo particular de derechos,
los humanos, hacer explícita su fundamentación filosófica que en tanto está anudada al
interrogante acerca de la existencia o no de una “naturaleza humana”, ofrece distintas
perspectivas, como así también sus alcances e implicancias. Distintas concepciones filosófico-
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Ana María Sardisco, Itinerarios en Filosofía. Laborde Editor. Rosario. Abril
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políticas han colaborado en la fundamentación de los Derechos Humanos. Vamos a delinear
algunas de estas ideas que abonaron el proceso de su reconocimiento y enunciación.
La corriente anglosajona de las declaraciones de derechos se inicia con la Carta Magna
Inglesa, en el año 1215, para dar protección a la nobleza ante las arbitrariedades del rey. Ya en el
mundo moderno se agrega la corriente francesa, y de este modo ambas corrientes, en el marco
del occidente capitalista, aportan declaraciones fundamentales de la estructura política y jurídica
de la sociedad. La más relevante es la Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano
(Francia 1789) que proclamó los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, en su
condición de tal (no limitados a los franceses). Son derechos naturales e imprescindibles del
hombre: la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión. Las burguesías
triunfantes en los procesos revolucionarios en Norteamérica y en Francia, configuran un nuevo
orden en base a sus intereses y necesidades. El conflicto aparece cuando se advierte la distancia
entre la igualdad que se proclama (ciudadanía) y la desigualdad real entre los hombres (sociedad
civil).
Se suman cada vez más los reclamos de derechos económicos, sociales y culturales que
tomaran forma con la Declaración Universal de los derechos Humanos propiciada por la ONU en
1948, al finalizar la segunda Guerra Mundial. En su resolución 217 A (III) del 10 de diciembre de
1948, la Asamblea General, reunida en París, aprobó la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
Los artículos de la declaración son 30 y está repartidos en 4 grupos de disposiciones: los
derechos individuales, los del individuo como miembro de las colectividades; las libertades públicas
y los derechos políticos, económicos y sociales. Los derechos Humanos se presentan al principio
como una aspiración ética, sin contar por entonces con un respaldo político. Cuando se incorporan
a diversas constituciones (primero la de EEUU, luego Francia y más tarde las repúblicas
latinoamericanas) los derechos humanos se tornan jurídicamente exigibles.
Al primer grupo de derechos se los denomina primera generación de derechos humanos.
Una segunda generación son los llamados derechos sociales, económicos y culturales (derechos a
la educación, a la salud, a un salario digno) Estos derechos humanos suponen un estado social,
mientras que los primeros son producto de un estado liberal. Una tercera generación son los
llamados derechos de los pueblos en el marco de los procesos de descolonización (derecho a la
autodeterminación de los pueblos, derecho al goce del patrimonio cultural de la propia comunidad y
de la humanidad, derechos de la mujer y del niño, derecho a un medio ambiente sano)
El filósofo italiano Norberto Bobbio sostiene que la afirmación de los derechos humanos
deriva de un cambio radical de perspectiva, característico de la formación del Estado moderno, en
la representación de la relación política, es decir, en la relación Estado-ciudadano o soberano-
subdito: relación que es observada cada vez más desde el punto de vista de los derechos de los
ciudadanos y no de los subditos, antes que desde el punto de vista de los poderes del soberano,
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Ana María Sardisco, Itinerarios en Filosofía. Laborde Editor. Rosario. Abril
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en correspondencia con la visión individualista de la sociedad, según la cual para comprender la
sociedad es necesario partir de la base, es decir, de los individuos que la componen, en oposición
a la tradicional concepción orgánica, según la cual la sociedad como todo está antes que los
individuos.
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Ana María Sardisco, Itinerarios en Filosofía. Laborde Editor. Rosario. Abril
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concepción actual prefiere hablar de Derechos Humanos como concepto histórico. Dicha
historicidad se presenta como nueva concepción frente a la inmutabilidad dogmática de los viejos
iusnaturalismos. No encontramos nunca un universal desnudo, lo encontramos siempre con el
ropaje de una cultura local. Es un universal pretendido, situado. Los derechos humanos están en
constante proceso de creación, se enriquecen con los cambios históricos, son situados histórica y
culturalmente.
Constituyen la dimensión ético-jurídica fundamental, deben ser respetados sin excepción,
están ligados a la dignidad de las personas, son irrenunciables e inalienables, no pueden ser objeto
de contratos ni de transacciones comerciales. Constituyen un mínimo ético imprescindible común a
toda la humanidad, aunque su interpretación pueda variar desde distintas perspectivas culturales.
La búsqueda de la fundamentación, y la observancia de los Derechos Humanos no puede
olvidar la existencia de la diversidad y pluralidad cultural, es decir un rasgo de las sociedades
contemporáneas: el multiculturalismo.
Si hemos decidido transitar un itinerario en la actividad de filosofar no podremos hacerlo
como espectadores, necesariamente nos implica, nos compromete política y moralmente, no
podemos ser los mismos después de ejercerla, sobre todo por su dimensión de formadora de
ciudadanía en un irrestricto compromiso con el pleno ejercicio de los Derechos Humanos.
BIBLIOGRAFIA
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Ana María Sardisco, Itinerarios en Filosofía. Laborde Editor. Rosario. Abril
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