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A las 9 de la mañana del 16 de agosto de 1945, la noticia de la derrota final del imperialismo
japonés fue anunciada a lo largo y a lo ancho de los países de Indochina. Al día siguiente, el
alto mando japonés anunciaba que estaba entregando la administración civil a los pueblos
nativos.
Varias horas después, estas noticias se habían esparcido a lo largo y a lo ancho de Vietnam.
Desde el norte al sur, desde la ciudad al campo, desde las fábricas a las calles, de una familia a
otra, surgió una tormenta social que amenazaba con derrumbarlo todo y destruirlo todo.
Hombres y mujeres de todas las edades, más allá de su credo político, se lanzaron a las calles
en olas crecientes, lanzando gritos de odio entremezclados con alegría; juntos juraron luchar
hasta la última gota de su sangre por la liberación completa de su país.
El 19 de agosto, los trabajadores del distrito Ban Co de Saigón fueron los primeros en ponerse
en acción y establecer el primer comité popular en el sur. Algunos salían a las calles con rifles
que habían robado a los japoneses y escondido durante meses. Otros portaban pistolas de
orígenes dudosos y variados.
Aquellos que no tenían armas de fuego, llevaban dagas o lanzas de bambú. Con sus gorros
azules con estrellas rojas sobre sus cabezas y sus armas sobre los hombros, formaban
destacamentos armados, marchando juntos a través de las calles, en grupos de 50, 100 o 200.
Desfilaban en formación militar, cantando el himno revolucionario, después gritando con una
voz que perforaba el cielo: "¡Mejor la muerte que la esclavitud! ¡Defendamos el poder del
pueblo!"
A partir del 19 de agosto, la noticia de que había levantamientos campesinos en las provincias
se difundió en la capital. Las movilizaciones armadas y los actos terroristas golpearon con
terror mortal a la burguesía y los feudalistas.
Muchos dignatarios y funcionarios fueron arrestados por los campesinos, y un número de ellos
fueron fusilados en el lugar. Mientras miembros de la policía rural eran ahogados por las
masas revolucionarias, los antiguos funcionarios de los gobiernos francés y japonés, que
habían sido declarados todos enemigos del pueblo, vieron como todas sus posesiones eran
incendiadas. En el curso de unos pocos días en
Long Xuyen, una provincia enteramente rural, 200 dignatarios y policías rurales fueron
apuñalados hasta morir. Desde mediados de agosto, los campesinos revolucionarios en
Vietnam central comenzaron a expulsar a los mandarines de la monarquía imperialista, y se
apoderaron del control de los órganos del gobierno local mediante la fuerza armada. Durante
el mismo período, destacamentos armados adecuadamente equipados de campesinos
lanzaban ataques sorpresivos sobre los puestos militares japoneses, capturando armas y
municiones.
A partir de la segunda semana de agosto, los hacendados de Vietnam del norte sufrieron el
mismo destino que sus hermanos del sur. Un cierto número de aldeas, graneros, residencias y
tierras fueron confiscadas "arbitrariamente" en beneficio de los Comités Populares. Grandes
hacendados y ex funcionarios fueron llevados ante tribunales populares, donde eran juzgados
públicamente por los aldeanos. Varios cientos de antiguos servidores fieles a Francia y al alto
mando japonés fueron decapitados en unos pocos días.
Los partidos reaccionarios y el FUN
Enfrentados con la situación revolucionaria que estaba en pleno ascenso por todo el país, los
líderes de los partidos feudalistas y de la burguesía conocidos como Cao-daistas y Hoa Hao-
istas o nacionalistas fueron incapaces de encontrar alguna fuerza ni a la derecha ni a la
izquierda que pudiera salvar a su país de lo que, opinaban, era la espada amenazante de la
revolución.
El día después de alcanzar este acuerdo político, este bloque burgués-feudalista publicó una
declaración conjunta llamando a la gente a tomar parte en una manifestación organizada bajo
la dirección de este frente, las 6 de la mañana del 21 de agosto en la plaza Norodom de Saigón,
para celebrar la independencia nacional. ¿Quiénes eran estos partidos políticos?
El partido Cao-dai: en realidad era nada más que una organización religiosa semi-política,
basada en una colección heterogénea de ideas místicas. Su propósito esencialmente era asistir
al gobierno francés en masacrar a los campesinos revolucionarios que seguían al movimiento
comunista en Cochinchina en el período de 1930 a 1941.
La segunda secta religiosa, el partido Hoa Hao, que agrupaba a más de un millón de
campesinos pobres y medianos, jugó un rol no menos importante, al respaldar al ejercito
japonés. El Hoa-Haoismo se diferenciaba del Cao-daísmo en que buscaba unir políticamente a
los trabajadores urbanos y a los proletariados rurales, pero sobre las bases de un rechazo total
de la lucha de clases. Lo qué tienen en común el anterior y el último de los partidos es que
ambos son instrumentos al servicio del imperialismo extranjero, y ambos se opusieron
violentamente a la revolución social.
Desde 1939 hasta 1944 ninguna voz comunista revolucionaria se escuchó entre las masas.
Cientos de militantes de los dos partidos (el grupo La Lutte y la LCI) que lucharon bajo la
bandera de la Cuarta Internacional, habían sido deportados, enviados al exilio o encarcelados,
y muchos habían desaparecido en las prisiones y campos de concentración. Pero hacia finales
de 1944 el movimiento trotskista volvió a estar activo nuevamente. Primero la LCI,
reconstituida en Saigón en agosto de 1944, agrupaba a unas pocas decenas de militantes,
entre ellos cinco miembros fundadores del movimiento trotskista que habían participado
activamente en la lucha revolucionaria durante al menos 12 años. A esta cantidad se
agregaron unos pocos camaradas experimentados mandados por la sección del norte.
Después del golpe japonés del 9 de marzo de 1945, la LCI no perdió tiempo en publicar un
manifiesto convocando a las masas revolucionarias de Saigón a prepararse políticamente para
una revolución en un futuro muy cercano: "La inminente derrota del imperialismo japonés
empujará al pueblo indochino por el camino de la liberación nacional. Los burgueses y
feudalistas, que actualmente son los cobardes sirvientes del alto mando japonés, se pondrán
asimismo al servicio de los estados imperialistas aliados.
"Los stalinistas de la Tercera Internacional ya han abandonado a la clase trabajadora con el fin
de dar apoyo miserablemente a los imperialistas "democráticos". Han traicionado a los
campesinos y han dejado de mencionar la cuestión agraria. Si hoy marchan con los capitalistas
extranjeros, entonces en el próximo período ayudarán a las clases explotadoras nativas a
aniquilar al pueblo revolucionario. "¡Trabajadores y campesinos! ¡Reagrúpense bajo la bandera
del partido de la Cuarta Internacional!" (Manifiesto del 24 de marzo de 1945) A las 6 de la
mañana del 21 de agosto más de 300.000 hombres y mujeres, agrupados en columnas, se
agolparon en el Boulevard Norodom de Saigón. Banderas y pancartas florecían por encima de
este mar humano.
Los campesinos Cao-daistas y Hoa Hao-istas formaban una columna de 10.000 personas, con la
bandera de la monarquía a su cabeza. En oposición a los partidos nacionalistas reaccionarios,
la LCI desplegaba resueltamente su gran bandera de la Cuarta Internacional, de tres metros de
largo y dos metros de ancho.
Ellos se abrazaban unos con otros con alegría entre medio de la multitud, y competían por el
derecho de llevar esta pancarta o aquella bandera. Los trabajadores llegaban en oleadas,
saludándose unos a otros con el saludo del puño apretado, y se declaraban listos para pelear
con su partido de vanguardia. En pocas horas, los trabajadores que se reunieron bajo la
dirección de unas pocas decenas de trotskistas se contaban en más de 30.000.
Aterrorizada por la violencia de las masas revolucionarias, la burguesía solo podía apretar sus
dientes: estaban paralizados políticamente, y obligados a dejar el terreno libre para las
actividades de los trotskistas. Mientras las masas marchaban por las calles, los militantes de la
LCI planteaban incansablemente sus políticas en asambleas al aire libre.
Por su parte, los campesinos, que marchaban separadamente detrás de los líderes
reaccionarios, escuchaban atentamente nuestros discursos sobre el problema nacional y de los
campesinos.
Desatendiendo la disciplina política impuesta por sus partidos, aplaudían con entusiasmo cada
vez que la bandera de la Cuarta Internacional pasaba delante de ellos. Inspirados por las
consignas de los trotskistas, los trabajadores y campesinos se miraban los unos a los otros
como amigos.(...)
Durante la guerra, los stalinistas indochinos se habían convertido en dóciles sirvientes de los
imperialistas aliados. El 23 de agosto, el líder de los stalinistas vietnamitas del sur, Tran Van
Giau, famoso sobre todo por su anti-trotskismo, admitió cínicamente en el manifiesto del
frente del Vietminh del cual él era secretario general: "durante cinco años hemos peleado al
lado de los aliados democráticos..." En efecto, después de la derrota del imperialismo japonés,
el Vietminh (el partido stalinista encubierto) le ganó la delantera a los partidos nacionalistas
burgueses en tanto autoridad aprobada por los imperialistas aliados. Por su parte, sin
embargo, las masas revolucionarias vieron en el partido stalinista una fuerza capaz de dirigirlos
por el camino de la revolución anti-imperialista. Bajo estas condiciones históricas, el partido
stalinista ascendió espontáneamente sobre el conflicto social y así estableció una dictadura
bonapartista.(...)
El 25 de agosto a las 5 de la mañana todos los puestos gubernamentales fueron ocupados por
los líderes del frente del Vietminh sin el conocimiento del pueblo. La transferencia del poder
fue llevada a cabo sigilosamente, a espaldas de toda la población. El Vietminh tomó el poder
con las clases dominantes y con el respaldo del aparato del estado en su conjunto. A pesar de
todo, 24 horas después de la ascensión al poder del Vietminh, Tran Van Giau declaró
cínicamente que la "revolución" llevada a cabo por su partido era verdaderamente
"democrática" y que no había habido "ningún derramamiento de sangre" (sic). Esto no era más
que una mentira: ésta no fue en modo alguno una revolución, sino un golpe de estado llevado
a cabo con el apoyo de todas las clases explotadoras y a espaldas de las masas revolucionarias.
La LCI había marchado con las masas en la manifestación del 21 de agosto organizada por el
Frente Nacional burgués. Era imposible para la LCI no tomar parte en la manifestación del 25
de agosto, aún cuando ésta había sido organizada por el Vietminh, quienes desde el momento
en que llegaron al poder, trataron de medir la profundidad de la probable oposición moral y
política de las masas revolucionarias. Todas las clases sociales participaron en esta enorme
manifestación. La cantidad de manifestantes que llegaron desde todos los rincones del oeste
de Nam Bo ascendía a más de un millón. Comparada con la primer manifestación, el carácter
político de la segunda se expresaba con mucha mayor claridad y mucha mayor profundidad.
Debe haber habido tanto como 30 organizaciones políticas de tendencias distintas que
participaron con todas sus fuerzas. De éstas el Vietminh stalinista y los comunistas de la Cuarta
Internacional eran los más significativos. La lucha de clases había alcanzado tal magnitud que
incluso la policía, el fiel instrumento del estado burgués, estaba dividida en dos campos
políticos antagónicos. El primero, dirigido por los dos ex jefes de la policía japonesa, Huynh
Van Phuong y Ho Vinh Ky, marchaba bajo la bandera de la Cuarta Internacional; se llamaban a
sí mismos "policía de asalto". El segundo campo, más numeroso, influenciado por los
stalinistas, se congregaba bajo la bandera del Vietminh.
La cantidad de trabajadores que marchaban con la LCI quedó reducida a 2.000 en esta ocasión,
en contraposición a los 30.000 del día 21, lo cual no era fortuito, ya que esta vez la mayoría de
los trabajadores se sentían obligados a marchar con sus sindicatos. A pesar de su debilidad
numérica, la LCI todavía constituía una fuerza política a tener en cuenta en la manifestación. La
potencia de sus consignas claras y verdaderamente revolucionarias atraían a sus filas a los
mejores elementos de la clase trabajadora. Cientos y miles de trabajadores y campesinos
constante y ruidosamente aclamaban las consignas "¡La tierra para los campesinos! ¡Las
fábricas para los trabajadores!"
Enfrentados con la posición tomada por los militantes de la LCI, los líderes stalinistas solo
podían apretar sus dientes, y no tenían ni idea de qué hacer frente a la agitación creciente de
las masas revolucionarias.
La contrarrevolución stalinista
Al día siguiente que este lÍder del stalinismo vietnamita había hecho esta declaración, toda la
prensa stalinista atacaba enconadamente a los trotskistas, acusándolos de tratar de crear
problemas y provocar malestar social. Día tras día, el Dr. Phan Ngoc Thach, un lugarteniente de
Tran Van Giau, junto a un puñado de lacayos burócratas del gobierno stalinista, insistían
constantemente al pueblo, a través de la prensa y la radio, que la independencia nacional de
Vietnam era solo cuestión de entrar en negociaciones diplomáticas con la Comisión de los
Aliados imperialistas.
"Aquellos", dijo Tran Van Giau el 1° de septiembre, "que inciten al pueblo tomar las armas
serán considerados saboteadores y provocadores, enemigos de la independencia nacional.
Nuestra libertad democrática será concedida y garantizada por los Aliados democráticos."(...)
(...)El 4 de septiembre el Comité Central de la LCI hizo un llamado urgente al pueblo para la
defensa revolucionaria de la independencia nacional. En particular, decía en claros términos
bolcheviques lo siguiente:
"Pero con este fin, estamos facultados para reiterar otra vez que mantendremos estrictamente
la independencia total de nuestro partido respecto al gobierno y a todos los otros partidos,
porque es de esta independencia política que depende toda la existencia de un partido que se
llama a sí mismo bolchevique-leninista." (declaración de la LCI del 4 de septiembre).
Los Comites Populares y la masacre de los militantes trotskistas
Más de 150 comités populares fueron establecidos en el sur de Vietnam (Nam Bo) en el curso
de tres semanas bajo la influencia de la LCI. Cien de ellos en Saigón-Cholón estaban
compuestos principalmente por la clase trabajadora. Un Comité Central provisorio, el
organismo más alto de los Comités Populares, constituído al principio por nueve miembros y
después por quince, había sido formado después del 21 de agosto, y su oficina central
independiente estaba protegida por trabajadores armados. Así era el sitio en que los
delegados populares de tendencias políticas distintas venían a discutir y a estudiar los
problemas de la revolución.
2. Los Comités Populares son la expresión más concreta de la alianza de las clases
revolucionarias. Ellos proclaman, por lo tanto, la necesidad de agrupar al proletariado y al
campesinado bajo la dirección de los Comités Populares.
3. Con relación al gobierno burgués y a todos los partidos políticos, los Comités Populares
mantendrán la completa independencia política.
4. Los Comités Populares reconocen sólo al Comité Central, elegido sobre el principio del
centralismo democrático, como su organismo más alto.
5. Los Comités Populares reconocen que sólo ellos son las bases reales del poder del pueblo
revolucionario. Su autoridad máxima será la asamblea nacional de delegados de todos los
Comités Populares, que tendrá lugar en Saigón en un futuro cercano.
(Resolución de la asamblea de los delegados populares del distrito [el nombre del lugar es
ilegible en el original]
La LCI lideraba a las masas revolucionarias a través de los Comités Populares. Fue gracias a
éstos que logró, en gran medida, politizar a los estratos más avanzados de las masas
revolucionarias.
Por primera vez en la historia de la revolución indochina, la LCI, a pesar de su debilidad
numérica, llevó a cabo una gran tarea histórica, es decir, la creación de Comités Populares o
soviets.
Una vez que la cuestión de la lucha armada contra la invasión imperialista había sido planteada
anteriormente a comienzos de septiembre, los Comités Populares de-sempeñaron un papel
extremadamente importante en llevar a cabo los preparativos materiales y políticos. Cientos
de miembros de comités llegaron al Comité central con propuestas muy valiosas, sobre las
cuales la burguesía gobernante y los dirigentes militares nunca averiguaron nada.
Los trabajadores del distrito de Ban Co y Phu Nhuan propusieron en la conferencia del 4 de
septiembre expropiar todas las empresas imperialistas y convertirlas en fábricas de guerra.
Otros sugerían que podrían convertir el edificio del Banco de Indochina en una fortaleza que
fuera muy resistente al bombardeo de los barcos enemigos en los puertos. Muchas propuestas
revolucionarias muy importantes fueron planteadas y estudiadas.
El movimiento del Comité Popular presentaba una amenaza creciente al gobierno stalinista, el
cual era también blanco de las críticas constantes de los partidos burgueses que lo acusaban
de impotencia en los asuntos internos, es decir, en reprimir a las masas revolucionarias.
El 7 de septiembre Tran Van Giau dió la orden de desarmar a todas las organizaciones no-
gubernamentales. El decreto declaraba: "Aquellos que llaman al pueblo a armarse y sobre
todo a pelear contra los Aliados imperialistas serán considerados provocadores y
saboteadores."
Nos comportamos como verdaderos militantes revolucionarios. Aceptamos ser arrestados por
la policía sin resistencia violenta, aunque los superábamos en número y todos estábamos bien
armados. Nos quitaron nuestras ametralladoras y revólveres, y saquearon nuestra sede
central, destruyendo muebles, desgarrando nuestras banderas, robando las máquinas de
escribir y quemando todos nuestros periódicos. Esta fue una derrota para el trotskismo en un
doble sentido: el exterminio físico de la vanguardia del proletariado revolucionario y la entrega
del pueblo de Indochina al imperialismo "democrático".
Considerando cumplida esta operación, Tran Van Giau, con el consentimiento del gobierno del
norte, ordenó la aniquilación sistemática de todos los elementos trotskistas en el país. Tran
Van Thach, Ta Thu Thau, Phan Van Hum y docenas de otros militantes revolucionarios fueron
asesinados en circunstancias que, hasta hoy, no han sido esclarecidas adecuadamente. Los dos
ex jefes de la policía japonesa, los cómplices de Tran Van Giau en llevar a cabo el golpe de
estado del Vietminh, también fueron asesinados, habiendo sido acusados de trotskistas.
En razón de su simpatía hacia el trotskismo, la doctora Ho Vinh Ky, una ex miembro del
gobierno, fue fusilada junto con los líderes del grupo La Lutte por uno de los agentes de Tran
Van Giau. Nuestros tres camaradas más fieles, Le Ngoc, miembro del Comité Central, Nguyen
Van Ky, obrero metalúrgico y dirigente sindical, y Nguyen Huong, un joven trotskista y luchador
de las milicias obreras, fueron asesinados por el jefe de la policía stalinista en julio de 1946.
Lu Sanh Hanh
[1] Traducción inédita al español del inglés, tomada de Revolutionary History volumen 3, N° 2,
otoño de 1990. El artículo original Quelques etapes de la revolution au Nam-Bo du Vietnam,
apareció en Quatrième International, septiembre/octubre de 1947. Una traducción completa
apareció en Workers Press, 10 y 17 de enero de 1987, y fue reimpresa en Vietnam and
Trotskyism, un folleto de la Liga Comunista, Australia, 1987. Hemos extraído algunos párrafos
que considerábamos no esenciales a los fines de abreviar el artículo. El autor, escribiendo bajo
el seudónimo de "Lucien", fue uno de los miembros dirigentes de la Liga Comunista
Internacional.
[**] Estas eran organizaciones formadas bajo el amparo japonés que agrupaba jóvenes
estudiantes e intelectuales anti-franceses.