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2º BACHILLERATO IES BEATRIZ GALINDO Profesor: Javier de Dios

EL MODERNISMO

1. DEFINICIÓN Y CONTEXTO
El calificativo modernista tuvo una aplicación muy amplia a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Así eran
llamados todos aquellos artistas que mantenían una actitud rebelde e inconformista hacia la sociedad burguesa y la
estética dominante (es decir, el Realismo). Desde esta perspectiva amplia se puede hablar de Modernismo en
arquitectura, pintura, escultura y artes decorativas, tanto en España como en el resto de Europa (sobre todo en Austria y
Francia). La actitud de repulsa hacia las convenciones que caracterizó al Modernismo alcanzó incluso a la filosofía, las
creencias religiosas y las ideologías políticas.
Pero si nos ceñimos a la literatura y al ámbito español, el Modernismo fue un movimiento literario que se
desarrolló entre 1885 y 1915. Se caracteriza porque llevó a cabo una renovación de los temas y técnicas literarios, sobre
todo en poesía. Surgió primero en Hispanoamérica y fue Rubén Darío, su principal impulsor, quien lo dio a conocer en
España. Junto a esta influencia hispanoamericana hay que señalar además la de dos grandes movimientos poéticos
franceses: el Parnasianismo y el Simbolismo. A estas dos corrientes debe el Modernismo español algunas de sus más
claras características, como la preocupación por la musicalidad del verso y el empleo de símbolos.
Así pues, la renovación poética modernista busca su inspiración en la poesía hispanoamericana y francesa de
aquel momento. Por eso, en general, rechaza tomar como modelo a los poetas tradicionales españoles, a excepción de
uno de ellos: Gustavo Adolfo Bécquer. De este autor rescatan el componente sentimental e íntimo, habitual en muchos
poemas modernistas.

2. TEMAS
Los temas que con frecuencia encontramos en los poemas modernistas son los siguientes:

o El malestar romántico. Rubén Darío escribió: “Yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer”. El
modernista se siente fuera de lugar en la sociedad que le rodea, como ya les había ocurrido a los románticos.
Eso provoca una sensación de malestar, desarraigo y soledad que se deja ver en muchos poemas y que lleva al
poeta a desear un mundo más armónico y una vida más plena y perfecta.
o El escapismo. Como consecuencia de lo anterior, los modernistas no hablan en sus obras del mundo que les
rodea, al que consideran vulgar y falto de belleza y de sensibilidad. Prefieren “escaparse”, situar los poemas en
lugares exóticos (India, China, palacios aristocráticos... ) o en épocas pasadas (la Edad Media, el
Renacimiento, el Siglo XVIII). El escapismo se observa también en la presencia de temas
hispanoamericanos, (mediante los que se recoge el pasado y los mitos de las culturas anteriores al
Descubrimiento) y en la importancia que cobran las alusiones a la mitología grecorromana (Leda y el cisne,
el centauro, las ninfas...).
o El cosmopolitismo. Esta característica también se relaciona con el malestar y la necesidad de evasión.
Rechazan aquellos temas que están ligados a la realidad inmediata de su ciudad o su país y prefieren reflejar
ambientes mundanos, más atractivos y aristocráticos. Incluyen en sus poemas referencias a toda la cultura
europea. El modernista se considera “ciudadano del mundo”. Este cosmopolitismo se observa claramente en la
preferencia por París, que en aquellos momentos era la capital cultural y artística de Europa y un símbolo de
refinamiento y grandeza para las naciones occidentales.
o Lo hispánico. Aunque pueda parecer una contradicción respecto a lo dicho anteriormente acerca del
cosmopolitismo, a medida que se desarrolla el movimiento se observa un mayor interés por la búsqueda de las
raíces culturales propias. La explicación de ese interés por lo hispánico hay que buscarla en dos motivos: a) el
ya mencionado sentimiento de desarraigo; y b) la necesidad de las culturas hispánicas de reafirmarse ante el
poderío creciente de Estados Unidos, que se perfilaba como una potencia de influencia cada vez mayor en
Hispanoamérica1.
o El amor y el erotismo. Se combinan en el modernismo el amor idealizado (imposible y melancólico, heredado
del Romanticismo) y el amor erótico, puramente sensual. Este último suele expresarse por medio de personajes
mitológicos y responde a esa actitud rebelde del modernista que le conduce a tratar temas que en su época se
consideraban inmorales. Por otra parte, el amor resulta un tema perfecto para desarrollar uno de los rasgos de
estilo predominantes del Modernismo: la exaltación de la sensualidad.

3. ESTILO

El estilo modernista propuso una serie de técnicas creadoras que contrastaron con la poesía que se había hecho
hasta el momento.

1
España sufrió en la década de 1890 cuatro guerras. Una de ellas en Melilla (1893). Dos, con inicio en 1895 y
provocadas por los deseos de emancipación de las colonias que permanecían bajo gobierno español, llevaron a la
pérdida de Cuba y Filipinas, que consiguieron la independencia. La tercera, también relacionada con la cuestión
colonial, se libró contra Estados Unidos, país que iba acrecentando cada vez más su papel de gran potencia militar y
económica. La pérdida de Cuba y Filipinas y la guerra con EEUU tuvieron lugar en 1898.
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El ideal de estilo modernista puede resumirse en una palabra: esteticismo. Para los modernistas, la poesía se
define como una actividad destinada a la creación de belleza, sin que sea necesario que tenga ninguna otra utilidad
(siguen el ideal parnasiano de “el arte por el arte”). Se alejan de la concepción burguesa que ve la utilidad de la poesía
en la transmisión de valores morales o del simple sentimentalismo. Ahora bien, ¿cómo consiguen crear ese mundo bello
y refinado? ¿Qué medios utilizan para crear una poesía novedosa que logre su ideal estético?
La respuesta a estas preguntas se concreta en una serie de técnicas (algunas de ellas tomadas de otros
movimientos poéticos como el Parnasianismo y el Simbolismo franceses) que emplean para conseguir determinados
efectos en el lector. Esos efectos y técnicas son los siguientes:

• Sensorialidad. Destacan lo que tiene que ver con las sensaciones: el color y las formas, el olor, el
tacto... El Modernismo fue “una literatura de los sentidos”, como dijo Pedro Salinas. Los poemas
modernistas están plagados de referencias a los cinco sentidos. Esto se manifiesta especialmente en el
empleo de las siguientes técnicas:
➢ Predominio de adjetivos ornamentales (epítetos) cuya finalidad es la creación de belleza y la
exaltación sensorial: rojos labios y nevados dientes; manchadas pieles de pantera; diosa, blanca,
rosa y rubia hermana; jarras de porcelana china; la negra águila enorme; el fino angora blanco.
➢ Empleo de la sinestesia. Es un tipo especial de adjetivación. Consiste en asociar a un sustantivo
una cualidad que habitualmente no le corresponde. Se consigue así un efecto de sorpresa que
potencia la expresividad y en muchos casos la fuerza sensorial: verso azul; esperanza olorosa;
blanco horror; invernales horas; mirar risueño; divino jazmín; dulce sueño.
➢ Empleo de sustantivos relacionados con el color, el sonido y en general con los sentidos: amor
lleno de púrpuras y oros; la voz robusta de las trompas de oro; entre los sollozos de los
violoncelos; sus aromas deleitan a las rosas y los nardos; un soplo de las mágicas fragancias.
• Exotismo. Ya se ha comentado el interés modernista por la evasión hacia otras épocas y lugares
distintos a los que les rodean. Esta característica se manifiesta especialmente en:
➢ El enriquecimiento léxico. Se emplean palabras cultas, palabras que remiten a otros lugares del
mundo, voces exóticas... En definitiva, palabras que se alejan del uso cotidiano de la lengua y que,
por el contrario, están plagadas de significados y evocaciones culturales: unicornio, dromedarios,
pavanas, ebúrneo cisne, Venus, Pan, el tigre de Bengala, ninfas...
• Musicalidad. La poesía es música. Ya los parnasianos franceses habían insistido en la dimensión
musical del poema, preocupación que los modernistas hacen suya. Leídos en voz alta, los poemas modernistas
constituyen auténticas melodías gracias al empleo de los siguientes recursos que, mediante la repetición, crean el
ritmo:
➢ Aliteraciones. Consiste en la repetición de sonidos dentro de un mismo verso: con el ala aleve del
leve abanico; está mudo el teclado de su clave sonoro; Sé mi reina de Saba, mi tesoro; con sus
sutiles filtros la invade un dulce sueño.
➢ Enriquecimiento métrico. Los modernistas amplían el tipo de versos y estrofas recurriendo tanto
a versos de la tradición española que habían dejado de emplearse, como a las nuevas formas que
habían puesto de moda los poetas franceses. Entre los primeros, destaca la recuperación del
alejandrino (14 sílabas); entre las novedades procedentes de Francia, el empleo del dodecasílabo
(6+6) y del eneasílabo (9 sílabas).
Por supuesto, también continúan empleando los versos de uso más tradicional (endecasílabos, octosílabos...).
Entre las estrofas, destacan las innovaciones que introducen el soneto: soneto de versos alejandrinos; con versos de
medida desigual; variación de las rimas tradicionales del soneto...

4. LOS AUTORES
Como ya se ha comentado, Ruben Darío es el principal autor modernista. Fue quien introdujo la nueva estética
en España.
Si nos centramos sólo en la literatura española, se ha dicho que el Modernismo español se diferencia del
hispanoamericano en una mayor presencia de lo íntimo. Hay que destacar, como poetas modernistas importantes en
nuestro país, a Manuel Machado, Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina.
Igualmente, dos grandes poetas del siglo XX comenzaron siguiendo las líneas del Modernismo de corte intimista,
aunque luego evolucionaron hacia otro tipo de poesía. Se trata de Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado.
Por otra parte, aunque el Modernismo dio sus frutos esencialmente en el ámbito de la poesía, hay que hablar de
prosa modernista de excelente calidad en el caso de las Sonatas, cuatro novelas de Ramón del Valle-Inclán en las que se
narran las aventuras amorosas de un donjuán maduro: el Marqués de Bradomín.
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LA GENERACIÓN DEL 98

1. DEFINICIÓN Y CONTEXTO

La Generación del 98 toma su nombre de los acontecimientos políticos que afectaron a España en esa fecha y de
la actitud que los autores que la componen adoptaron ante ellos. En aquel año, España perdió sus últimas colonias. El
esfuerzo económico y humano que supuso la guerra agravó aún más las circunstancias en que se hallaba nuestro país, ya
bastante oprimido por la necesidad de reformas políticas, económicas y sociales. España se encontraba muy alejada de
otras naciones de nuestro entorno europeo, como Inglaterra o Francia, en lo referente a desarrollo económico e
industrial, reformas políticas y educación. La nuestra seguía siendo una nación eminentemente agrícola, con una
educación elitista en manos de la Iglesia, un sistema político que poco contribuía a modernizar el país y estaba basado
en la alternancia de partidos y el caciquismo2 y, en general, con una sociedad poco o nada implicada en la necesidad de
regenerar la vida española para estar a la altura de la modernidad.
La derrota del 98, unida al panorama expuesto, motivó que se hablara de desastre nacional e hizo reaccionar a un
buen número de intelectuales que alzaron sus voces críticas contra la situación. Entre ellos se encontraban un grupo de
jóvenes: Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, José Martínez Ruiz “Azorín” y Pío Baroja. Estos son los autores de
la Generación del 98. Por coincidencia de fechas y actitudes, después se ha incluido en el grupo a Valle-Inclán y
Antonio Machado.

2. TEMAS: EL TEMA DE ESPAÑA

Más allá de diferencias individuales, en las obras de estos autores aparece un tema común: la preocupación por
España. El interés por analizar y comprender las características de España como nación e intentar aportar ideas que
sirvieran para regenerarla se muestra como una constante en los textos de la Generación. El objetivo es definir en qué
consiste ser español, saber cuál es la esencia de nuestro carácter colectivo. Aunque en cada autor se plasma con matices
propios, existen una serie de cuestiones comunes a partir de las que llevan a cabo su análisis. :
o La historia de la vida cotidiana del pueblo, lo que Unamuno llamó la intrahistoria. La idea base es que
para comprender el carácter español hay que indagar en las particularidades de la gente del pueblo, en
sus ideas y costumbres.
o La tradición literaria. Se estudian y recuperan autores y textos medievales (el Poema del Cid, Gonzalo
de Berceo, Jorge Manrique), renacentistas (Fray Luis de León, Garcilaso) y barrocos (Góngora,
Quevedo y, como símbolo máximo del carácter hispano, el Quijote). También prestan atención a autores
que anteriormente escribieron de forma crítica contra el atraso y las malas costumbres españolas. Este es
el caso de Larra, el autor romántico. Precisamente es en un homenaje a este autor lo que constituye el
primer acto colectivo de los autores del 98 que da inicio a su andadura como grupo generacional.
o El paisaje. Aunque recorrieron y describieron en sus obras paisajes de toda la geografía española, su
mirada se centra en Castilla. En general, el paisaje castellano, sobrio y austero, se ve como una
metáfora del carácter español. Azorín escribió “el paisaje castellano somos nosotros; el paisaje es
nuestro espíritu, sus melancolías, sus placeres, sus anhelos”. Esto implica una valoración subjetiva del
paisaje, mayor en algunos autores como Azorín o Machado, más objetiva en otros como Baroja. Pero en
todos se considera esa observación del entorno bien como búsqueda de la esencia de España, bien como
punto de partida para el enfoque crítico.
Respecto al punto de vista desde el que se aborda el tema de España, no sólo pueden encontrarse diferencias entre
autores. También va cambiando la perspectiva con la evolución personal de cada uno de ellos.
En un principio puede hablarse de una mirada crítica, más radical y dirigida a los problemas concretos del país. Es
el caso de Unamuno, Azorín y Maeztu. Con el paso del tiempo, esa mirada se va tornando más lírica y subjetiva, se
centra más en cuestiones abstractas y preocupaciones personales del autor.
En Antonio Machado y Valle-Inclán encontramos la evolución contraria: parten de la subjetividad y el intimismo
(con una estética modernista) para, con el paso de los años, ir radicalizando sus enfoques hacia una valoración muy
crítica de la realidad.

2
Por caciquismo se entiende la concentración del poder en una misma persona –el cacique- que suele poseer grandes
extensiones de tierras (latifundios) y otros recursos económicos. Esto le permite acumular en sus manos el poder
político de la zona. Se trata de una organización antidemocrática que fomenta la corrupción y no tiene en cuenta el bien
común a la hora de tomar decisiones que afectan a la colectividad. Este sistema se veía implícitamente apoyado desde el
gobierno, que tenía en los caciques buenos aliados encargados de mantener el orden social a cambio de privilegios
económicos, aunque con ello se perpetuara el atraso, se permitiera la injusticia y se impidiera la institución de las
reformas cada vez más necesarias.
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Baroja, por su parte, mantuvo la postura crítica inicial, dura y directa, a lo largo de toda su obra.
3. ESTILO
Al igual que los modernistas, los autores del 98 llevaron a cabo una renovación de las técnicas literarias. Como
aquellos, rechazaron la estética realista. Se opusieron a una forma de escribir excesivamente retórica, en la que
predominara una forma artificiosa y recargada sobre las ideas que se querían transmitir. Puede decirse que el principal
rasgo de estilo de la Generación del 98 es dar más importancia a las ideas: lo fundamental es tener algo que decir para, a
partir de ahí, elaborar la forma (pero nunca al contrario).
Según lo anterior, los rasgos de estilo de la Generación del 98 son los siguientes:
➢ Antirretoricismo y cuidado del estilo. Más allá de las diferencias individuales, existe una voluntad de
no recargar lo escrito con figuras retóricas y otros artificios literarios. Pero esto no quiere decir, ni
mucho menos, que escriban de un modo coloquial o no le den importancia a la forma. Cuidan
muchísimo el estilo, pero en un sentido contrario al Modernismo: se busca la sobriedad, transmitir el
máximo de ideas con las palabras justas y apropiadas.
➢ En este sentido, tienden a utilizar el léxico tradicional. Buscan, recuperan y emplean los términos que
pertenecen a la lengua del pueblo y los que aparecen en los clásicos. Hay un intento de revitalizar el
idioma mediante esa recuperación del caudal léxico que, o bien se ha ido olvidando, o bien no ha sido
recogido habitualmente por la literatura.
➢ El subjetivismo. Frente al Realismo, que pretendía reproducir la realidad, los autores de la Generación
del 98 están más interesados en dar su visión de esa realidad española. De ahí que las descripciones sean
inseparables de las sensaciones, emociones y valoraciones que provoca lo descrito en la persona del
autor. Con otras palabras, la realidad en muchos casos se traslada a la obra desde un punto de vista
lírico y personal.
➢ El ensayo es el género predominante. Un ensayo es una obra escrita en primera persona en la que el
autor –y no un personaje- ofrece su visión acerca de uno o varios temas. En el ensayo el autor habla
directamente al lector. Se trata de un género muy libre, en el que pueden incluirse pensamientos
personales, citas a otros autores, reflexiones culturales, análisis de mayor o menor objetividad...
También se cultiva la novela, con innovaciones en las técnicas narrativas que la distinguen claramente
de la novela realista (en el caso, por ejemplo, de Unamuno).
4. LOS AUTORES
Al hablar de Generación del 98 solemos incluir en ella a Miguel de Unamuno, José Martínez Ruiz “Azorín”,
Ramiro de Maeztu, Pío Baroja, Antonio Machado y Ramón María del Valle-Inclán.
• Miguel de Unamuno (1864-1936) cultivó todos los géneros y plasmó en sus obras sus más hondas
preocupaciones existenciales, es decir, sus dudas y contradicciones acerca de la vida, el conflicto entre
la fe y la razón las creencias acerca de la personalidad humana y la posibilidad de la inmortalidad. Esta
preocupación por encontrar el sentido de la existencia conduce a que sus obras giren en torno a temas
filosóficos y reflexiones abstractas, sin descuidar por ello el componente artístico y literario. Así ocurre
en sus novelas, que rechazan la recreación del paisaje y los ambientes propia del Realismo para
centrarse en los diálogos, más apropiados para la expresión de la duda y los conflictos. Buen ejemplo de
ello son San Manuel Bueno, Mártir, La tía Tula, o Niebla. A esta particular concepción de la novela la
denominó nivola (precisamente para distinguirlas del enfoque realista habitual). La preocupación
existencial (es decir, la búsqueda de respuestas al porqué y para qué de nuestra existencia) es también el
eje de ensayos como Del sentimiento trágico de la vida, si bien otros se centran en el tema de España
(por ejemplo, Vida de Don Quijote y Sancho o En torno al casticismo).
• Ramiro de Maeztu (1874-1936) mostró su crítica a la situación española, de forma dura e implacable,
cercana a ideas revolucionarias, en ensayos de juventud como Hacia otra España. Su evolución
personal le lleva de ese ímpetu inicial hacia una actitud más tradicionalista y conservadora en su
madurez. Esta última es la perspectiva que se observa en el ensayo Defensa de la Hispanidad. También
se interesó por la búsqueda de los valores propios de lo español en Don Quijote, Don Juan y La
Celestina, un ensayo en el que analiza estos tres personajes de la literatura clásica.
• Pío Baroja (1872-1956) muestra en sus obras una postura ante la vida a la vez honesta y pesimista, un
enfoque desde el que fustiga la crueldad humana y trata con ternura a los desvalidos. Su pesimismo
existencial (la vida carece de sentido) entronca con la filosofía de Schopenhauer y el irracionalismo de
finales del XIX y comienzos del XX. Baroja se definió además como escéptico en religión y anarquista
en política. La esperanza la deposita en la acción para lograr una sociedad mejor, opuesta a la sociedad
aburguesada y gris. De ahí que en sus obras defienda al hombre de acción frente al hombre abúlico, que
sería el que “se deja vivir” sin tomar decisiones, el conformista.
El estilo literario de Baroja se caracteriza por:
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o El antirretoricismo noventayochista: estilo claro, preciso y rápido.


o Predominio de la frase corta y el párrafo breve. Visión analítica e impresionista.
o Tono amargo, dureza en el tratamiento de los temas, algo consecuente con su visión de la vida.
o Dominio del diálogo: los personajes nos ofrecen su visión de la vida mediante la conversación,
en una contienda con otro interlocutor que defiende sus ideas con igual fuerza y convicción. El
habla es realista, más cercana a la oralidad que a lo literario.
o Dominio de la descripción: gran fuerza descriptiva y habilidad para evocar una atmósfera física
que logra mediante una cuidada selección de los elementos que forman la descripción (trazos
que producen la impresión de realidad).
o La estructura de sus novelas posee una forma episódica: dan la impresión de cierto desorden,
de que los acontecimientos se suceden con el mismo aire casual con que suceden en la vida. De
este modo, Baroja pretendía reflejar de un modo más fiel la vida, huyendo de las estructuras
bien armadas y organizadas de la novela realista. Creía que lo más importante era la
naturalidad y espontaneidad a la hora de escribir.
Entre su producción literaria hay que destacar las distintas trilogías:
- Tierra Vasca formada por La casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz y Zalacaín el aventurero. Esta
última es un ejemplo de la novel de acción de Baroja.
- La lucha por la vida: La busca, Mala hierba y Aurora Roja.
- La raza: A ella pertenecen El árbol de la ciencia, La dama errante y La ciudad de la niebla.
Además escribió cuentos, novelas cortas, libros de viajes, biografías, ensayos...
Resultan también destacables sus memorias, tituladas Desde la última vuelta del camino, siete volúmenes que
constituyen un importante testimonio de la personalidad del autor y un excepcional panorama de toda una época.

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