Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
1.- LOS AUSTRIAS DEL SIGLO XVII. GOBIERNO DE VALIDOS Y
CONFLICTOS INTERNOS.
La novedad de los denominados Austrias menores, Felipe III, Felipe IV y Carlos II,
fue que los monarcas delegaron las cuestiones de gobierno en manos de un hombre
de confianza, el privado o valido, con el que el rey solía mantener una estrecha
relación de amistad. Aunque carecía de cargo oficial, en la práctica actuaba como
un auténtico primer ministro.
La privanza o el valimiento se convirtió en un rasgo permanente de la
monarquía a lo largo del siglo XVII, aunque no fue exclusiva de España. Los validos
más destacados fueron el Duque de Lerma (Francisco Gómez de Sandoval y Rojas),
con Felipe III, y el Conde-Duque de Olivares (Gaspar de Guzmán), con Felipe IV. De
carácter y trayectoria muy diferentes; si el Duque de Lerma estuvo más preocupado
en aumentar su fortuna familiar, el Conde-Duque de Olivares, gran estadista, mostró
gran interés por la solución de los males de la Monarquía. En cualquier caso, la
práctica del valimiento contribuyó al desprestigio y la decadencia de la monarquía
hispánica en el siglo XVII, en el que los Austrias menores ofrecieron una imagen de
debilidad y desinterés por los asuntos de Estado que contrastaba con el protagonismo
y la dedicación de sus predecesores, los Austrias mayores (Carlos I y Felipe II).
2
■ En política interior el hecho más destacado fue la expulsión definitiva de los
moriscos, decretada primero en Valencia en 1609 y al año siguiente en Aragón y
Castilla. Las razones de tal medida pudieron ser el rechazo de la población cristiana a
los moriscos y el temor a que éstos propiciaran una invasión de sus correligionarios, los
turcos, que representaban una amenaza real en el Mediterráneo.
Se calcula que 300.000 personas (4% de la población
española de la época) fueron obligadas a abandonar
sus residencias y embarcaron a la fuerza hacia el norte
de África y el Mediterráneo.
Esta sangría supuso, en los territorios de Aragón y
Valencia, una importante pérdida cuantitativa y
cualitativa de una población de artesanos y campesinos
dedicados a una agricultura de regadío intensiva.
Aunque estas zonas fueron repobladas por cristianos
viejos de Castilla y Murcia, nunca llegaron a alcanzar el
grado de desarrollo anterior “Retrato ecuestre del duque de
Lerma”, por Pedro Pablo Rubens,
Esta medida, de fácil acogida entre la población,
1603. Museo del Prado. Madrid.
culminaba en el plano étnico y religioso la política de
intolerancia religiosa iniciada por los Reyes Católicos.
b) Felipe IV (1621-1665)
En 1621 murió Felipe III y le sucedió su hijo Felipe IV,
durante cuyo reinado se produjo la gran crisis del
poderío español. El nuevo favorito ,Gaspar de Guzmán y
Pimentel, Conde Duque de Olivares (1587-1645) , hombre
inteligente, trabajador y enérgico intentó llevar a cabo
una serie de reformas exteriores e interiores que le
enfrentaron a la nobleza, al clero y a los territorios de la
3
siguiendo el modelo de Castilla para el ejercicio del poder absoluto del monarca.1
Felipe IV debía convertirse en rey de “España” si quería afianzar su poder. Para
lograr esta unión, Olivares propuso tres vías posibles: fomentar los matrimonios entre
naturales de distintos reinos, negociar en cada territorio la modificación de sus leyes
con la presencia disuasoria del ejército y fomentar una rebelión popular, que
justificaría una intervención militar para sofocarla.
Sin embargo, este ambicioso proyecto político no se intentó siquiera, ya que era
demasiado arriesgado en un contexto de guerra y amenaza exterior.
1En el párrafo clave del documento Olivares le decía al rey que «el negocio más importante de su Monarquía» era
«reducir estos reinos de que se compone España al estilo y leyes de Castilla, sin ninguna diferencia, que si Vuestra
Majestad lo alcanza será el Príncipe más poderoso del mundo».
4
• Olivares trató de poner en marcha, a través de la Junta Grande de Reformación, un
ambicioso plan de reformas administrativas y económicas, entre las que
destacaron las siguientes propuestas: reducción de oficios y empleos cortesanos,
protección de actividades artesanales y del comercio, medidas para aumentar la
población a través de exenciones fiscales, o implantación de un nuevo impuesto
sobre la sal, entre otras.
Todas las medidas institucionales, fiscales y políticas propuestas por Olivares se
encontraron con una fuerte y heterogénea oposición en la sociedad española.
- Los miembros de la alta nobleza se quejaban del escaso protagonismo que les
concedía el autoritarismo del valido.
5
repulsa de campesinos y grupos populares urbanos. Esta rebelión se extendió
a la ciudad de Barcelona donde el día de la festividad del Corpus Christi
(Corpus de Sang), fue asesinado el virrey. En el fondo se trataba de una
revuelta anticentralista, que empujó a los catalanes a entregarse a manos del
rey francés, Luis XIII, al que nombraron conde de Barcelona. Sin embargo, la
crisis económica y la opresión francesa, provocaron el agotamiento de los
catalanes, que se rindieron en 1652 a las tropas de don Juan José de Austria,
hijo bastardo de Felipe IV, con la condición de que respetaran sus antiguos
fueros.
- Portugal (1640-1668). Las medidas políticas llevadas a cabo por la Monarquía
Hispánica como el proyecto de Unión de Armas, el aumento de la presión
fiscal y la falta de actuación ante los ataques de ingleses y holandeses en las
colonias, generaron un movimiento anticastellano e independentista por
parte de la nobleza, clero y burguesía portuguesa. Las Cortes portuguesas
aprovecharon la crisis catalana para nombrar rey al duque de Braganza con
el nombre de Juan IV y los adversarios de España, Francia e Inglaterra, se
apresuraron a darles apoyo. Así, después de ochenta años de rey común,
Portugal se separó definitivamente del resto de los reinos peninsulares. Sin
embargo, el reconocimiento oficial de la independencia portuguesa no se
produjo hasta 1668, con la firma del Tratado de Lisboa.
Todas estos movimientos, de uno u otro signo, demuestran hasta qué grado de
descomposición estaba conduciendo el enfoque de la política de Olivares. Su
impopularidad fue en aumento y en 1643 Felipe IV lo apartó de la política. Murió dos
años más tarde, desencantado por el fracaso de sus proyectos.
Con la caída de Olivares sus planes de reforma fueron derrotados, pero no destruidos,
y resurgieron en las décadas siguientes. Sin embargo, no fue hasta la llegada de los
Borbones, a partir de 1700, cuando los ministros se atrevieron a realizar reformas tan
radicales como las planteadas por el Conde Duque.
c) Carlos II (1665-1700)
Cuando Felipe IV murió dejó como único heredero a Carlos II,
un débil niño de cuatro años de edad. En su testamento
dispuso que su viuda, Mariana de Austria, gobernara con la
ayuda de un consejo de regencia formado por tres magnates
castellanos y tres aragoneses. La reina prescindió pronto de
este consejo y depositó su confianza en el jesuita austriaco
● Felipe III abandonó la política belicista del siglo anterior, favorecido por dos
circunstancias:
- La muerte de Isabel I de Inglaterra, que posibilitó la firma de la paz con este país al
año siguiente (1604).
- La ruina financiera de la Corona, que, ante la incapacidad de costear los gastos
militares, obligó a firmar con Holanda la tregua de los doce años (1609-1621).
El cese de las guerras posibilitó la recuperación de la economía española y la Hacienda Real,
pero fue una oportunidad desaprovechada para una paz permanente por la prodigalidad
del rey y la corrupción de su valido. Además, curiosamente, este paréntesis bélico no fue bien
entendido por un pueblo al que las grandes campañas militares de épocas anteriores había
generado un sentimiento de identidad propia, orgullo y arrogancia colectivos.
7
● Felipe IV dio un giro político respecto a la actuación de su padre. Se apoyó
en el principio de la reputación, es decir, la recuperación de la política de prestigio
de Felipe II y la consolidación de territorios en Europa. Su consecuencia inmediata fue
reanudación de la guerra con Holanda por medio de la participación en la Guerra de
los Treinta años (1618-1648),
Cada nación en litigio se alineó en uno de los dos grandes bandos en lucha:
- Las potencias rivales, lideradas por Francia, que a pesar de ser una monarquía
católica no tuvo escrúpulos en aliarse con protestantes alemanes y holandeses.
Propugnaban una Europa dividida en unos estados soberanos independientes
entre sí.
España entró en guerra en 1621, cuando finalizó la Tregua de los Doce Años. Los PPBB
del norte, apoyados por Francia, Dinamarca y Suecia encontraron la oportunidad de
enfrentarse a la monarquía hispánica, apoyada por el Imperio. A pesar victorias
iniciales como Breda ( 1625), la contienda demostró el agotamiento económico y
militar de la Corona española, agudizado por las crisis internas de 1640. El principio del
fin fue la derrota de los tercios viejos de Castilla en Rocroi, en 1643. Cinco años
después, en 1648 se ponía fin a la guerra con la Paz de Westfalia, que reconocía la
independencia de las Provincias Unidas del Norte.
8
España continuó la guerra en solitario contra Francia hasta la Paz de los
Pirineos en 1659, en la que se cedió Rosellón, Cerdaña y Artois a Francia. Además, por
este tratado se estableció el enlace del rey de Francia, Luis XIV, con la hija de Felipe
IV, María Teresa, cláusula que a finales del siglo fue el argumento para que un francés
ciñera la Corona hispana: Felipe de Anjou.
Carlos II continuó orientando sus esfuerzos hacia la todopoderosa Francia, con la que
se mantuvieron tres guerras que acabaron con la firma de otras tantas paces. La Paz
de Aquisgrán (1668) supuso la cesión de Lille a Francia; la Paz de Nimega (1678) la
cesión del Franco Condado y la Paz de Ryswick (1697), la división de la Isla de la
Española en dos zonas: española y francesa, y la recuperación de algunas plazas
fuertes en Flandes y Cataluña, por el deseo de Luis XIV de atraerse el favor del rey
hacia su nieto Felipe de Anjou.
9
a. Crisis demográfica.
Durante esta centuria se produjo un descenso notable de la población, que pasó
de 8 millones en 1600 a 7 millones en 1700. Las causas fueron:
1.- Grandes epidemias (1597-1602, 1647-1652 y 1676-85), agudizadas por la
desnutrición y las malas condiciones higiénicas.
2.- Las dificultades económicas, que incidieron en el descenso demográfico a
causa de la emigración, escasez de matrimonios y el aumento del número de
clérigos, atraídos a la vida religiosa como medio de subsistencia.
3.- La expulsión de los moriscos en 1609.
4.- Las guerras constantes, que provocaron un aumento de mortalidad entre los
jóvenes
b. Crisis económica.
Los factores de la crisis económica fueron:
1.- El endeudamiento de la Corona. En el terreno fiscal el esfuerzo bélico para el
mantenimiento del imperio dejó a la Hacienda Real en una situación de
endeudamiento. El Estado se declaró seis veces en bancarrota. Sorprendió en
concreto la de 1611 por tratarse de un periodo de cese de guerras, lo que hizo
pensar en las corruptelas del Duque de Lerma. Para hacer frente a esta
caótica situación Olivares trató de emprender reformas profundas como el
proyecto de red de erarios y la Unión de Armas .
Ante el fracaso de éstas buscó nuevas fuentes de ingresos. En primer lugar, y
ante la disminución de la cantidad de plata de las minas americanas, llevó a
cabo alteraciones monetarias, como la acuñación de monedas de vellón, la
reducción de su contenido metálico o el aumento de su valor legal. Todo ello
produjo una inflación galopante que desorganizó la economía del país.
A ello se unió el aumento de los impuestos tradicionales como la alcabala y los
millones, la creación de nuevos impuestos como el papel sellado o nuevos
estancos, como la sal, la venta de cargos públicos y títulos nobiliarios, o la
conversión de tierras de realengo en nuevos señoríos para su venta, etc.
10
de ganado y se produjo el desplazamiento de la lana castellana de los
mercados europeos.
11
• El clero, por el contrario, gozó de un progreso material, moral e intelectual
gracias al Concilio de Trento. Así se produjo la intensificación de la presencia del
clero en la vida cotidiana de una sociedad imbuida de una profunda
religiosidad, a través del clero regular, las órdenes mendicantes y de los jesuitas
(éstos se ocuparon de la educación de los grupos sociales dirigentes).
12
Desde el punto de vista iconológico diríamos que representa una concepción
eminentemente teatral: en este sentido es el arte del artificio y de las apariencias, de
la ostentación y la grandilocuencia, de la recreación del escenario natural y de la
búsqueda del dramatismo y el dolor. Podríamos decir que
todos estos rasgos reflejan la propia realidad del
momento, no en vano fue Calderón de la Barca,
coetáneo del Barroco, quien definió el mundo como un
teatro. Citando otra de sus obras, “La Vida es Sueño,
realmente la vida era sueño en la España de Felipe IV,
mejor dicho en el Madrid de Felipe IV. El rey responsable
de la decadencia fue un gran monarca en la protección
del arte y la cultura. Y en esta ciudad escribieron poesía
Góngora y Quevedo, Cervantes escribió la obra cumbre
de la literatura española “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote
“Retrato de Miguel de Cervantes”, atribuido de la Mancha”, mientras que Lope de Vega, el Fénix de los
a Juan de Jáuregui (c. 1600). Real Academia
de la Historia. Madrid.
Ingenios, desarrollaba la llamada comedia nacional.
■ En arquitectura destacaron Juan Gómez de Mora (Plaza
Mayor de Madrid), Churriguera (Plaza Mayor de Salamanca) y Fernando Casas
(Fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago de Compostela.). En las iglesias y
palacios se abusó a conciencia de la ornamentación, dorados, escayolas o mármoles
de colores.
13
sentimiento en el espectador. En Castilla se desarrolló una escuela que acentuó los
rasgos expresivos y dramáticos de las imágenes para despertar la compasión.
Gregorio Fernández fue el escultor más importante, desarrollando tipos iconográficos
como el Cristo Yacente o la Piedad. La escuela andaluza está representada por
Martínez Montañés y Alonso Cano.
“Cristo yacente” (1627), de Gregorio Fernández, conservado en el Museo Nacional de Escultura, Valladolid.
“La rendición de Breda o Las lanzas”. Diego de Velázquez, 1634. Óleo sobre lienzo, 307 cm
× 367 cm. Museo del Prado, Madrid.
14