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Historia del arte español

Tema 1. El arte prehistórico:


Respecto a la cronología en la que se ubica el arte prehistórico, encontramos los
siguientes periodos: Paleolítico Medio (125.000 a.C. – 40.000/35.000 a.C.), Paleolítico
Superior (35.000 a.C. – 8.500 a.C.), Epipaleolítico y Mesolítico (8.500 a.C. – 5.500
a.C.), Neolítico (5.500 a.C. – 2.500 a.C.) y Edad de los metales (2.500 a.C. – 1.800
a.C.). Una de las características que está presente en la prehistoria y la cual,
probablemente, influyó en el arte de estos siglos, se trata del pensamiento mágico y
religioso. Durante el paleolítico, encontramos representaciones de animales muy
naturalistas, algunos signos y muy pocas figuras humanas. Casi nunca encontramos
presencia de escenas. Observamos una evolución a lo largo del paleolítico en el ámbito
artístico. Por otro lado, en el epipaleolítico y el mesolítico, encontramos figuras con
animales y humanos que están relativamente sintetizadas. Por último, en el neolítico y
en la Edad de los metales, encontramos gran variedad de signos y esquematización en
cuanto a las figuras.
Se han llevado a cabo una serie de teorías, acerca del arte prehistórico, que tratan de dar
una explicación sobre cuál era la intención de estas representaciones artísticas. Una de
estas teorías se conformó en la 2ª mitad del siglo XIX, explicándonos que el arte de
estos siglos carece de significado (“arte por el arte”). Sin embargo, desde el año 1930
hasta el 1990 otra teoría, especuló que este arte podía tener un significado religioso,
partiendo de la publicación, en 1903, de un artículo llamado “L’art et mágie á props des
peintures et des gravures de l’âge du renne”. También se sostuvo que este arte podía
estar relacionado con la fecundidad y con la magia, el totemismo (el culto a los
ancestros), el chamanismo (los santuarios) o el dualismo de la naturaleza. Por último, la
teoría que se ha sostenido desde 1990 hasta la actualidad tiene múltiples
significados, algunos relacionados con el simbolismo. En la actualidad se evita
profundizar en la búsqueda de significados respecto a este periodo artístico.
1. El arte Paleolítico: respecto al arte que encontramos en las fases más tempranas de
la prehistoria, centrándonos en España, se han encontrado múltiples yacimientos en la
península ibérica (entre otras zonas) con variedad de estilos en las cuevas. Dentro de
este periodo cobra una gran importancia el arte mueble, ya que son piezas que podían
ser transportadas y eran realizadas con materiales naturales que había en el entorno. En
cuanto a los rasgos que encontramos en las pinturas rupestres pertenecientes a este
periodo, podemos nombrar los siguientes: perdurabilidad, preparación del soporte,
pigmentos naturales, técnicas variadas, representaciones de animales, signos
tectiformes, volumen, profundidad, aprovechamiento de la irregularidad de la
superficie, naturalismo, ausencia de escenas y acompañamiento de pinturas con
grabados. Por otro lado, entre las técnicas variadas que se solían utilizar, encontramos
los pinceles, el soplado pictórico y el tamponado, el uso de las manos, etc. Los colores
que más se solían utilizar eran el rojo, el marrón, el ocre, el negro y el blanco. En cuanto
a las representaciones, las figuras aparecen individualizadas, desordenada y, en
ocasiones, superpuestas. Por su parte, la temática más recurrente en el paleolítico eran
los animales: bisontes, caballos, cabras, etc. Se representaban especies de gran tamaño,
adaptándose la composición de las figuras a la forma del soporte o saliente. Existen
múltiples ejemplos de cuevas paleolíticas en el norte del país: Cantabria, País vasco, etc.
OBRA DEL ARTE PALEOLÍTICO. BASTÓN PERFORADO DE MANDO: una obra
referente al arte mueble se trata del Bastón perforado de mando, que se encuentra en la
cueva del Pendo (Cantabria). Se creó durante el Paleolítico Superior (Magdaleniense) y
está realizada en hasta de ciervo (hueso). Recuerda a la cabeza de un animal. Contiene
un tramo redondo en la parte más saliente. En esta obra, encontramos algunos animales
grabados y nos proporciona cierta sensación de profundidad. Tiene un gran toque
naturalista y, en ella, hay signos grabados en forma de cruz. Entre sus posibles
interpretaciones, se dice que podría servir para enderezar las puntas de las flechas o
podría representar un cierto orden social. También podría tener algún significado
religioso. Se trata de una pieza que presenta una interesante decoración. Los animales
que aparecen con más frecuencia en este tipo de piezas son el caballo, el pez, el ciervo y
el reno. En esta obra en particular, observamos que hay una cabeza de cierva, una
cabeza de caballo (debajo de la anterior) y unos signos abstractos que parecen formar
una “x”. // Otro ejemplo de este tipo de arte se encuentra en Gandía (Valencia) y se trata
de las placas de la cueva del Parpalló. En ella se hallaron 6.000 placas de caliza
decoradas, ya que eran un elemento decorativo. Se estima que podían servir para
aprender a dibujar. Son sencillas y contienen animales grabados. En ellas, se aprecia el
naturalismo.
OBRA DEL ARTE PALEOLÍTICO. LA CUEVA DE ALTAMIRA (Santillana del Mar):
La cueva de Altamira se trata de una cavidad natural situada en la roca en la que se
conserva uno de los ciclos prehistóricos más importantes de la historia. Se encuentra en
Santillana del Mar (Cantabria) y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la
Unesco. Fue hallada en el año 1868 por Modesto Cubillas y su existencia fue
comunicada a Marcelino Sanz de Sautuola, quien fue un naturalista, prehistoriador
español y el descubridor científico de esta cueva. Los grabados y pinturas que
encontramos en la cueva pertenecen, principalmente, a los periodos Solutrense y
Magdaleniense. Hay otros que pertenecen al Gravetiense e incluso al comienzo del
Auriñaciense. Todos estos periodos pertenecen al Paleolítico Superior. Una de las salas
de esta cueva es conocida como “la gran sala de los polícromos”. En ella, los motivos
pintados que encontramos son representaciones de animales, siendo, los bisontes, los
más habituales. También encontramos ciervos, caballos, cabras, signos tectiformes
(representados en los animales), etc., al igual que algunos rostros. Los bisontes están
pintados en negro y en marrón rojizo, usándose el color natural del soporte. El negro se
usó para definir el contorno y el pelo. También se usó en los ojos, las patas y la parte
interior del vientre. El cuerpo de estos bisontes es robusto y sus patas están estilizadas.
Encontramos en ellos detalles naturalistas y presentan una graduación en las
tonalidades, lo cual se empleó para aportar volumen. Sus ojos son saltones. También se
usaron los salientes del techo para dar volumen a algunas figuras, las cuales están
dispuestas en diferentes direcciones. Un ejemplo de esta sala se trata de un bisonte que
aparece tumbado y recogido, cuya postura representa la anatomía del animal. Su
composición es cerrada, la cual se rompe por el cuerno y el ojo.
OBRA. LA GRAN CIERVA DE ALTAMIRA: una obra importante que se encuentra en
la cueva de Altamira (Paleolítico Superior), la cual es la figura más grande de la cueva.
La obra se trata de una representación prehistórica que presenta un claro ejemplo del
arte rupestre, en el que se emplean las paredes de una cueva como soporte pictórico.
Representa a una cierva en actitud de carrera. La figura presenta una policromía en la
que se utilizan tonos tierra y el rojo para otorgarle color. Se deja el negro para realizar
las líneas que delimitan el contorno del dibujo. Su interior está relleno de color. Por otra
parte, hay caballos pintados en la cueva que dan sensación de movimiento. Son
monocromáticos. Igualmente, encontramos signos tectiformes en color negro. Muchas
de las representaciones que se encuentran en esta cueva comporten el mismo formato.
OBRA. LA CUEVA DE LA PILETA: otro ejemplo de estas cuevas prehistóricas se trata
de La cueva de la Pileta, situada en la localidad de Benaoján (Málaga). Fue hallada en
1905 por José Bullón Lovato. Fue estudiada e investigada. Se trata de una cueva muy
amplia, la cual alberga una capacidad de 2.000 metros. Contiene dos galerías: una alta y
una baja. En ella encontramos representaciones de animales y signos. Sabemos que fue
usada durante periodos más tardíos que el Paleolítico, ya que, en ella, encontramos arte
esquemático. Probablemente fue utilizada como refugio de cazadores y pescadores.
Aparecen representaciones de animales terrestres y marinos, ya que encontramos peces,
siendo conocida una de sus salas como “la sala del pez”. Aparecen caballos y otros
animales que contienen únicamente la silueta. También aparecen líneas paralelas en el
interior de algunas de estas figuras. En ciertas ocasiones, se representa solo la cabeza
con el fin de simplificar. Esto representa el retrato, la fuerza y el intelecto de estos
animales. De nuevo, encontramos naturalismo. Un ejemplo se trata de una obra llamada
“El pez de la Pileta”, cuyos trazos están representados en color negro. Podemos
distinguir las diferentes partes del animal. Por otra parte, aparecen signos en toda la
cueva; algunos de ellos son estéticos, paralelos o se representan con manchas de color.
También aparecen signos con pinceladas curvas. Otra sala de esta cueva se conoce como
“La sala de la tortuga”, en la que encontramos un signo circular que recuerda a este
animal.
2. El arte neolítico: para poder comprender el arte presente en este periodo, tenemos
que entender, brevemente, el contexto en el que se realizó. En este periodo tuvo lugar un
cambio climático, lo cual implicó un cambio de vida. Subió la temperatura, creándose
fauna nueva y más lugares de habitación. Además de las cuevas, la población empezó a
establecerse en abrigos rocosos. Hubo un cambio en la mentalidad de los seres
humanos, dándose un mayor desarrollo mental. Todo el entorno natural cambió,
volviéndose, la vida, más sedentaria. Se crearon las primeras ciudades y poblaciones.
Había más capacidad de abstracción, de análisis y de síntesis, al igual que mayores
creencias religiosas. Posiblemente, se crearon algunos santuarios.
En cuanto a los cambios artísticos, encontramos emplazamientos nuevos para las obras,
como, por ejemplo, los abrigos rocosos. Algunos de estos lugares están elevados y
tienen un acceso difícil. Comenzaron a representarse nuevos temas y, en cuanto a los
animales, ya no encontramos bisontes. El arte se simplificó, omitiéndose el detalle. Se
trata de un arte más especializado y estilizado, el cual no presenta graduación en cuanto
a la tonalidad (tinta plana). No se buscaba volumen. Comenzaron a aparecer escenas de
la vida cotidiana y figuras humanas. También se representaban interacciones.
Actualmente, respecto al arte rupestre levantino, existen más de 100 abrigos en los que
hay pinturas de gran expresividad, estando, la mayoría de ellas, en el arco mediterráneo.
También hay en otras zonas como Toledo, Cuenca, etc. Un ejemplo de estos abrigos
rocosos se trata del abrigo de la Roca de los Moros (Mérida), el cual fue hallado en
1908 por Ramón Huguet. Su uso cronológico es amplio, ya que en él encontramos
ejemplares pictóricos levantinos, pertenecientes al neolítico, y encontramos arte
perteneciente a la Edad de los Metales.
En estas obras, se ha encontrado escritura ibérica y escritura latina, la cual era común
cuando se trata de ofrendas. La religiosidad se mantuvo hasta la época romana. Algunas
de las primeras pinturas que se realizaron en la cueva fueron representaciones de toros,
grabados en tinta plana y con tono rojizo. También están presentes otros conjuntos de
animales, los cuales presentan la idea del movimiento. En una de estas obras
encontramos algunas figuras femeninas, representadas en pareja y realizadas, en tinta
plana, con tonos ocres, rojizos, negros y marrones. Hay una figura masculina que
permanece en el centro, la cual es más simple. Se especula que podría representar el
ámbito sexual, al igual que la fertilidad mediante una danza.
OBRA. EL HOMBRE DE BICORP: otro ejemplo importante, en lo referente a estas
cuevas, se trata de La Cueva de la araña, la cual se encuentra en Bicorp (Valencia).
Entre sus motivos pictóricos, podemos observar variedad. Las figuras están realizadas
con tinta plana y los colores son rojizos. Una de sus pinturas más importantes se trata de
“El hombre de Bicorp”. Se trata de una representación pictórica realizada durante el
Neolítico. Representa a una figura (que parece femenina) realizando una tarea habitual
que se hacía en aquellos tiempos: recolectar miel. Decidieron utilizar un agujero que
había en la cueva para representar la colmena. Hay abejas rodeando a la figura que está
recogiendo la miel y observamos que hay lianas dibujadas (la intención es usarlas para
alcanzar la colmena). También se representa un cesto. Esta obra se encuadra en el
neolítico y posee un gran carácter narrativo, muestra del mayor desarrolló mental que
experimentó el ser humano en este periodo prehistórico. Por otro lado, la pintura
presenta un menor naturalismo y las líneas están hechas con un solo color; el rojo. Por
último, otro ejemplo de las cuevas de esta época se trata de la Cueva de la Vieja, la cual
se encuentra en Alpera (Albacete). Las figuras que encontramos pintadas en ella son
sencillas, fácilmente reconocibles. Se tratan de figuras humanas más simples. Hay
pequeñas escenas que otorgan sensación de movimiento. Una de estas figuras porta un
arco y una flecha. Las figuras parecen pintadas mediante distintas técnicas y por
diferentes personas. También aparecen representadas especies de pequeño tamaño, lo
cual es una característica propia del arte del neolítico.
OBRA. DOLMEN DE MENGA, DE VIERA Y DEL ROMERAL: un movimiento
artístico que apareció en el neolítico, como consecuencia del cambio climático y el
cambio de vida que hubo, se trata de la aparición de LA ARQUITECTURA. También
apareció como consecuencia del origen de las primeras poblaciones humanas. A modo
de tumbas, una de las construcciones que se hacían eran los dólmenes, que son un claro
ejemplo de la arquitectura megalítica. Su función era funeraria y contenían un corredor
que llegaba hasta el fondo, donde se encontraba la cámara funeraria. Este pasillo
representaba una transición entre el mundo de los vivos y el de los muertos, puesto que
debías “pasar al otro lado”. Los dólmenes se construían con ortostatos; grandes piedras
que se colocaban de forma vertical y se clavaban en una zanja. Sobre ellos, se colocaba
una cobija; una gran piedra que se colocaba de forma horizontal. Estos dólmenes
servían como entrada, pero se recubrían con tierras, haciendo un túmulo. Los dólmenes
eran tumbas colectivas, en las cuales no se enterraban los cuerpos, sino que quedaban
depositados en ellas con su ajuar. Los cuerpos eran depositados en la cámara e, incluso,
en el pasillo. Tuvieron un uso prolongado en el tiempo y fueron construcciones
artificiales. Tres ejemplos de ellos son el domen de Menga, de Viera y del Romeral.
En cuanto al dolmen de Menga, se trata del dolmen más antiguo de los tres. Es un
monumento megalítico situado en la ciudad de Antequera (Málaga, Andalucía) y forma
parte del “sitio de los dólmenes de Antequera”. Se encuentra en el recinto primero, al
lado del dolmen de Viera, y está en la zona monumental denominada “Campo de los
Túmulos”. Pertenece al periodo prehistórico del Neolítico. En cuanto al material, está
formado por ortostatos y por una cobija que sirven para enmarcar la puerta de entrada,
haciendo una especie de atrio. Se trata de un dolmen cubierto, el cual contiene un
corredor, en su interior, que es recto. Sin embargo, en cierto momento, realiza una forma
curva que llega hasta la cámara funeraria. En su interior, el centro cuenta con tres pilares
que parecen tener únicamente función estética, ya que no parecen tener función
estructural. Este rasgo llama la atención, puesto que la búsqueda de la estética no era
común en este periodo. Los ortostatos están inclinados, ligeramente, hasta el centro con
el fin de dar estabilidad.
En algunas de sus losas encontramos signos grabados, teniendo, algunos de ellos,
formas identificables (como una estrella, una figura humana, etc.). Este tipo de
arquitectura es arquitrabada. Dentro contiene una gran cámara funeraria de 6m de
anchura y 3’5m de anchura. En ella encontramos la presencia de un pozo estrecho y
profundo. Por otro lado, encontramos, en el primer ortostato del corredor, una serie de
grabados antropomorfos en forma de estrella y de cruz. La estructura del dolmen se
cubre con un túmulo de 50m de diámetro (como el dolmen de Viera).
Respecto al dolmen de Viera, también se trata de un monumento megalítico que, al igual
que el de Menga, se encuentra en Antequera (Málaga) y en la zona monumental llamada
“Campo de los túmulos”. Respecto a su estructura, encontramos similitudes respecto al
dolmen de Menga; se trata de un sepulcro de corredor, construido con ortostatos y
cobijas, que se orienta hacia el amanecer del sol. Posee una cámara cuadrada al final del
corredor. Algunos ortostatos del tramo norte exterior de su corredor aparecen decorados
por oquedades o “cazoletas”, típicas del arte esquemático. En el interior aparecen restos
de pintura rojiza y óxido. Su estructura se cubre con un túmulo de 50m de diámetro,
igual que el dolmen de Menga. Sin embargo, en contraste con este dolmen, cambia su
distribución espacial. Toda la construcción está realizada en piedra. Contiene un
corredor que era más largo en su origen, pero el cual se ha acortado, con el tiempo,
debido a la desaparición de algunas de sus piedras. En este dolmen, se usaron ortostatos,
una cobija y se cubrió con tierra a modo de túmulo. Lo único que le queda original es la
entrada, ya que el resto fue restaurado. En su interior, encontramos una piedra que hace
de escalón. El espacio es estrecho, pero la estructura es limpia. Para pasar a la cámara,
hay un hueco en el cual es necesario agacharse. Encontramos algunos huecos más y
grabados. No hay curvatura para pasar a la cámara funeraria.
Por último, el dolmen del Romeral se trata de un dolmen que refleja la evolución
arquitectónica de la época. Es, también, un monumento megalítico que fue construido
durante el neolítico y se encuentra en Antequera (Sitio de los dólmenes de Antequera).
Se encuentra a dos kilómetros de los dólmenes de Menga y de Viera. Contiene dos
cámaras circulares y sus cubiertas hacen una cúpula a la cual le falta curvatura, la cual
se trata de una de las falsas cúpulas más antiguas de la humanidad. El sistema
constructivo que utilizaron es llamado “escalonado”, pero no quisieron rematarlo y, con
el fin de simplificar, utilizaron una cobija para hacer el remate. Las dos cámaras que
tiene el dolmen están por medio de un pasillo. Respecto al material, la construcción está
hecha en piedra. Los ortostatos no son muy grandes, ya que, para esta obra, se utilizaron
piedras más pequeñas. En la entrada a la cámara funeraria, se utilizó doble dintel y
doble jamba. El espacio de la cámara principal es pequeño y fue construido en
mampostería, rematada con una gran losa. La técnica que se empleó fue la
aproximación de hiladas. Respecto a la cámara secundaria, contiene una losa grande, en
el suelo, que era el lugar donde se dejaban los ajuares. Está construida con el mismo
método que se empleó para la cámara principal, poseyendo su misma forma y
materiales.
3. El arte en la Edad de los metales: durante este periodo prehistórico, se realizaron
figuras que perdieron la referencia naturalista. Encontramos ejemplos de este arte en
toda la península. Observamos figuras esquemáticas, respecto a las cuales, algunas de
ellas se repiten. Los motivos más comunes eran las figuras antropomorfas (masculinas,
femeninas, aisladas o en escenas), los ídolos (destacando los triangulares y los
ocultados), las figuras peine, las arborescentes (que recuerdan a arbustos o a árboles),
las halteriformes (que recuerdan a las pesas de halterofilia), las figuras zoomorfas, los
signos y los símbolos, y objetos como barcas, carros, etc. Un ejemplo de estos signos
son las rayas y los soles.
Uno de los lugares en los que podemos encontrar arte de esta época, se trata de “El
abrigo de Peña escrita”, ubicándose en Fuencaliente (Ciudad Real). Las pinturas se
encontraron en 1783 (siglo XVIII) y quien la encontró fue Fernando López de Cárdenas.
Este hombre se encontraba en una misión científica encargada, por el Conde de
Floridablanca, para catalogar el entorno rural de la zona. Se hallaron hasta doce zonas
pintadas, pero algunos de los motivos representados han desaparecido. Fernando López
de Cárdenas escribió un pequeño libro para documentar los motivos que vio,
recreándolos. Actualmente, el lugar se encuentra vallado y cerrado. Dentro de él,
encontramos motivos individualizados y trabajados por distintas manos; soles, figuras
arborescentes, pinturas antropomorfas, etc. Algunas figuras son indistinguibles y se han
dicho que algunas pueden ser mujeres pariendo (“las parideras”). También encontramos
ciervos pequeños, figuras peine, algún toro, etc. Encontramos, también, motivos
pintados en las zonas más profundas y salientes del abrigo. Algunas de estas zonas son
de difícil acceso y no se sabe si la localización podía tener algún significado. Quizá, este
significado pueda tener relación con el sol.
Otro ejemplo son las pinturas que encontramos en el Congosto de Olvena, Huesca.
Además de otras representaciones, hay una figura tirando de un carro, lo cual representa
su carácter narrativo. Se representan labores diarias. Por otro lado, un ejemplo más se
trata del abrigo de “Los órganos”, que se encuentra en Santa Elena (Jaén). Estas pinturas
son conocidas como “las sacerdotisas”. Tienen algunas particularidades, como su
carácter descriptivo y detallado. El cuerpo está hecho en forma de triángulo y recuerda a
una falda. En la cabeza, parece que encontramos un tocado o un gorro. También
encontramos un ejemplo de estos abrigos rocosos en Cueva de la Laja Alta, Jimena de la
Frontera (Cádiz). En esta cueva encontramos representaciones de barcos, que son
sencillos y lineales. Estas representaciones conforman un documento histórico, puesto
que nos dejan ver que había barcos en aquella época. Por otro lado, mencionando de
nuevo el megalitismo, encontramos grandes muestras en nuestro país; concretamente,
en Las islas Baleares (sobre todo en Mallorca y Menorca). Tenían varios usos:
habitacional, funerario, religioso, etc. Tres ejemplos de este megalitismo son El Talayot,
Naveta y Taulas.
En el caso de La Naveta, se trata de una tumba monumental de carácter colectivo. Se
encuentra en Menorca (islas Baleares) y fue construida durante la Edad del Bronce final.
El monumento tiene un doble uso; habitacional y funerario. Respecto a su forma, es
similar a una barca bocabajo, con la popa en su fachada trapezoidal y su proa sobre el
ábside. Respecto a la fachada, sus muros laterales y el ábside se basan en sucesivas
capas horizontales de piedra caliza. El formato de la construcción es alargado y sus
muros exteriores tienen forma de talud. Su techumbre es adintelada y, en su parte
interior, encontramos piezas de mayor tamaño. Estas piedras empequeñecen conforme
la tumba gana altura, lo cual recuerda a las pirámides truncadas. Esta tumba albergó, en
su interior, al menos a 100 individuos y, en ella, se depositaron algunos objetos (pulseas
de bronce, botones de hueso y cerámica, etc.). Por otra parte, El Talayot se trata de una
construcción turriforme y prehistórica que se encuentra en las islas Gimnesias (es decir,
Mallorca y Menorca). Esta obra dio nombre a una de las etapas más estudiadas de la
prehistoria balear: la cultura talayótica. Se trata de una torre circular de vigilancia
construida con grandes piedras, siendo la parte de arriba más ancha. Posee una única
entrada y la torre mantiene sujeto un suelo intermedio por el que subía gracias a una
escalera (la cual se podía poner y quitar). Su techumbre no está fija y en ella
encontramos elementos vegetales. También contiene un espacio reservado para la
ventilación. Por último, en el caso de las taulas, se tratan de construcciones megalíticas
que solo podemos encontrar en Menorca. Se trata de construcciones compuestas por
espacios de tipo religioso.
Estos espacios son complejos, ya que consisten en recintos cerrados por una muralla y
los cuales tienen una fachada ligeramente curvada. Son espacios semicirculares. En el
centro de ellos, se colocaba una estructura realizada por dos piedras que hacían forma
de “T”. La taula principal se colocaba en el centro del recinto y, alrededor, se colocaban
taulas más pequeñas cuya intención parecía ser orientar la dirección. Algunas veces,
estas construcciones necesitaban un apoyo y era necesario colocar un tercer elemento.
Tema 2. El arte íbero:
El arte de esta época transcurrió durante un periodo prerromano; desde el siglo V.I a.C.,
hasta el siglo II d.C. Gracias a la presencia de los romanos en nuestras regiones, se han
determinado las zonas de la península ibérica. De acuerdo con la época, la población
estaba dividida entre la Hispania prerromana y los celas, cuya diferencia principal se
basó en el desarrollo cultural que experimentaron por separado. Por otro lado, hubo
diferencias a nivel económico, ya que los celtas se dedicaron, esencialmente, al
comercio y los íberos, además de ello, se dedicaron a la agricultura y a la ganadería.
También se han encontrado diferencias artísticas, entre ambas culturas, puesto que la
parte más oriental y el sur eran las zonas más desarrolladas. Esto se debe a que estas
áreas eran próximas al mar Mediterráneo, el cual era el vehículo que conectaba las
culturas del entorno. Así pues, estas regiones experimentaron la apertura a otros
pueblos, junto a su influencia artística. Aparte de esto, la población residía,
principalmente, en el “oppidum” (la ciudad). Eran ciudades desarrolladas, ubicadas en
zonas elevadas y estratégicas a nivel militar y comercial. Estas ciudades estaban
amuralladas y protegidas. En su interior poseían un urbanismo desarrollado; en él,
encontramos zonas de vivienda, talleres artesanales, etc. Las ciudades eran un reflejo de
la jerarquía residente en la sociedad íbera. Un ejemplo de estas ciudades lo encontramos
en El cerro de las cabezas, Valdepeñas (Ciudad Real).
En cuanto al arte presente en este periodo, encontramos, sobre todo, elementos
escultóricos. La cultura íbera, a diferencia de otras culturas, contó con elementos
plásticos de gran calidad. Había, en nuestra sociedad, un gran desprecio de este arte a
principios del siglo XX, pero la situación cambió a partir de 1950. Se descubrió que este
arte era de uso práctico y estaba muy vinculado a la vida cotidiana; encontramos
utensilios que se usaban a diario, al igual que una gran abundancia de elementos
religiosos (esculturas de damas, jinetes, etc.). Por su parte, los artistas de esta época se
movían entre los diferentes núcleos de población, realizando obras que mostraban la
influencia de las culturas del Mediterráneo oriental. También encontramos un gran uso
de la cerámica, la cual, en múltiples ocasiones, aparecía pintada. Ésta se usaba para
tareas diarias, como comer y cocinar. Encontramos ollas, cuencos, vajillas y una gran
variedad de utensilios. Entre ellos, había piezas de gran tamaño que se destinaban al
almacenaje residente en el interior de las casas. Respecto a la decoración de estas
piezas, encontramos tres grupos; el primero consistía en pinturas basadas en motivos
geométricos, las cuales jugaban con la monocromía (usando tonos negros, rojizos…). El
segundo grupo se basaba en decoraciones sencillas, las cuales incluían representaciones
de animales como peces, toros o animales mitológicos. El tercer grupo se componía por
piezas excepcionales y levantinas: animales, motivos vegetales, geométricos, figuras
humanas, etc. Un ejemplo de estas figuras eran las representaciones de soldados.
Encontramos un ejemplo de este último grupo en un vaso de Azaila presente en la
localidad “Hoya de Santa Ana”, Albacete. También encontramos estampillas realizadas
en relieve, las cuales se realizaban cuando el barro estaba fresco. Algunas de estas
piezas contienen pequeños textos, pero resultan imposibles de traducir. Este arte se
centra, sobre todo, en la escultura, la cual se organizó en diferentes clases.
Para ella se usaron dos tipos de materiales: la piedra (el material más abundante) y el
bronce. Había varios tipos de esculturas: funeraria, religiosa (realizada mediante votos
en piedra), monumental y exvotos en bronce. La influencia de estas esculturas está
presente en obras clásicas, como La dama de Auxerre (la cual es una koré griega). Estas
esculturas eran pesadas, carentes de movimiento, monolíticas y de carácter vertical.
También encontramos influencia de las divinidades fenicias, cuyas representaciones
poseían carácter frontal. Su cara solía ser ancha, sus ojos alargados y su ropa no solía
caer de forma natural, si no que caía haciendo un zigzag. Esta influencia también se
encuentra en la forma de trabajar las joyas. Por otra parte, encontramos la influencia de
algunas figuras mitológicas, como las esfinges o los leones hititas.
Respecto a la escultura funeraria, encontramos hoyos, cistas, túmulos (con o sin
cámaras), sepulcros terriformes y pilares estela. Las necrópolis representaban la
jerarquía social de las ciudades, por lo que había distintas opciones al llevar a cabo el
enterramiento. Se usaba la cerámica y un ejemplo de ello son las vasijas, que servían
como ajuar y se empleaban para recoger los restos del difunto tras la incineración.
Encontramos enterramientos vistosos y monumentales. Por su parte, en cuanto a los
túmulos, el enterramiento era bajo tierra y se colocaba, sobre ellos, un montículo de
sillar, el cual hacía forma de pirámide. Algunos de estos montículos se coronaban con
esculturas. Otros contenían una cámara interior. Por otro lado, en cuanto a los pilares
estela, consistían en un pilar coronado con una escultura (animales mitológicos
vigilantes, jinetes, etc.). Las construcciones turriformes, sin embargo, consistían en
enterramientos, en forma de torre, que eran decorados y coronados en la superficie. Se
sospecha que el cuerpo podía enterrarse en el interior de la torre. Un ejemplo de estos
enterramientos se trata del sepulcro turriforme de Pozo Moro, Chinchilla.
OBRA. LA DAMA DE ELCHE: se trata de una obra escultórica que se realizó, en
piedra caliza tallada, entre los siglos IV y V a.C. Se trata de un busto que representa a
una dama ricamente ataviada, mostrándola solo de pecho para arriba. Se estima que
podría estar vinculada a un túmulo. Fue hallada en el año 1887, estaba en el Louvre y se
devolvió a España en 1941, dejándose en el Museo del Prado. Pasó a formar parte del
Museo Arqueológico Nacional de España en 1971, el cual se encuentra en Madrid.
Pertenece al arte íbero. La escultura fue hallada en una cista de Piedra, pero éste no era
el lugar original, puesto que la escondieron allí.
Anteriormente, presentaba una policromía, encontrando colores como el azul, el rojo, el
dorado, etc. Hay una zona en la que reside algo de color actualmente: la boca. La base
de la escultura está dañada y es posible que fuera una figura de cuerpo entero, sedente,
la cual fue cortada. Quizá el corte esté relacionado con el hecho de que fue transportada.
Esta obra presenta una función funeraria, ya que, por la parte de atrás, presenta un
agujero. La intención era usarla como urna cineraria para guardar las cenizas de un
difunto. Tal vez represente a una persona real (la difunta, algún familiar, etc.), quien
presenta los elementos decorativos propios de una mujer de la época. También es
posible que represente a alguna divinidad. La obra fue pensada para verse de frente,
pegada a una pared. En cuanto a los detalles, observamos que porta una cofia en la
cabeza, siendo, una diadema, el soporte de los rodetes. Éstos son los elementos
circulares que le enmarcan la cara, de los cuales cuelgan unos pendientes o ánforas.
Estas ánforas las encontramos, por igual, en los collares que le cuelgan del cuello.
También porta una toga y un manto en cuanto a la ropa. La diadema y los rodetes
aparecen decorados con botones de altorrelieve. Se hace un intento de captar la pesadez
de la ropa, lo cual se observa en su caída. Su expresión es serena, su nariz no es muy
ancha y es puntiaguda, mostrando el eje del rostro. Sus ojos son alargados, orientales.
En su interior estuvo rellena con pasta vítrea.
En cuanto a las emociones que transmite, observamos que no hay temor a la muerte. Su
mentón es saliente y hay ausencia total de movimiento, aunque la figura es expresiva.
Es posible que, en las partes doradas de su decoración, se utilizase oro de verdad.
OBRA: LA DAMA DE BAZA: se trata de una obra escultórica, perteneciente a la
cultura ibérica, que fue creada durante el siglo IV a.C. Está realizada en piedra arenisca
policromada. Actualmente, se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional, Madrid. //
Fue hallada en la necrópolis de Basti, actual Baza (Granada), en 1971. Se encontró,
intacta, en el interior de un túmulo que contenía una cámara funeraria. Este túmulo era
cuadrado y tenía un anexo en forma de “L”. En el momento del hallazgo, la obra estaba
sentada y pegada a la pared junto con su ajuar, que también estaba intacto. Se trata de
una escultura de bulto redondo que representa a una mujer sedente, pensada para verse
de frente. La policromía está conservada y encontramos diversos colores: rosa para la
cara, negro para el pelo, toques de azul, gris, blanco, etc. El pilar que la sostiene es un
trono alado, decorado con bandas horizontales. En las patas de este, encontramos garras
de león.
Respecto a la ropa, la figura va vestida tal como lo hacían las mujeres de su época. Porta
un manto, una túnica y una cenefa de color rojo. Fijándonos en los detalles decorativos,
encontramos flecos, grandes pendientes que cuelgan de sus orejas y, en el cuello, lleva
grandes collares en forma ánfora o gargantilla. También vemos, en la figura, dos rodetes
(uno a cada lado de la cara) nacidos de su propio pelo. Estos rodetes le enmarcan el
rostro. Su rostro es ovalado y serio. Sus cejas son marcadas y están pintadas en negro.
Sus ojos son pequeños y mantiene una mirada reflexiva. En su boca, encontramos un
pequeño toque de carmín rojo. De su pelo le sale un pequeño flequillo. Tiene carácter
monolítico y observamos, en la obra, ausencia total de movimiento. El único elemento
en el que observamos cierta movilidad se trata del manto, cuya caída va haciendo
pliegues. La figura trasmite pesadez y serenidad. // En cuanto a su posición, mantiene su
mano derecha abierta sobre su rodilla, pero su mano izquierda permanece cerrada. Lleva
unos cuantos anillos y observamos que, en la mano izquierda, porta un pájaro (un
pichón grisáceo), lo cual es símbolo de fertilidad. Quizá simbolice el paso del alma
hacia el “más allá”. Por otro lado, la figura posee un uso práctico y funerario, ya que, en
la parte izquierda del trono, reside un hueco pensado para guardar las cenizas del
difunto. Esta escultura se trata de una urna cineraria y parte del ajuar que se encontró
fue llevado, adrede, para que formase parte de esta urna. En él se encontraron elementos
militares (puñales, broches de cinturón o fíbulas, etc.). Cuando aparecían estos
elementos, se entendía que el difunto era un soldado, pero, en este caso, la tumba
pertenecía a una mujer. Quizá la intención de esta obra fuera representar una mujer
matriarca de forma heroica, pero también pudo representar a una divinidad femenina;
una diosa protectora.
OBRA. GUERRERO DE LOS VILLARES: dentro de la provincia de Albacete, hay una
necrópolis que es conocida como “La necrópolis de los villares de Hoya Gonzalo”. Las
excavaciones comenzaron en 1983 y se encontraron 40 túmulos junto con 106 hoyos
simples. Posiblemente, había esculturas colocadas sobre algunas de estas tumbas. En
relación con esto, la obra “El caballero de Los Villares” o “El Jinete de Los Villares” se
trata de una obra escultórica datada en el siglo V a.C., perteneciente al arte íbero. Fue
hallado en el yacimiento arqueológico de Los Villares; una necrópolis ibérica. Fue
encontrada en la tuba número 18, sobrepuesta al túmulo número 31 con cerámica de
fayenza. Actualmente está situado en la provincia de Albacete, Castilla-La Mancha
(España). // Se trata de una escultura ecuestre, de bulto redondo, fabricada en piedra
arenisca. En ella, encontramos detalles grabados en medio y altorrelieve. La escultura se
encontró destrozada, lo cual pudo ser hecho adrede, ya que se sospecha que el jinete
pudo ser una persona destacada. Tal vez intentaron borrar su memoria.
En el proceso de restauración se incluyeron ciertas novedades, siendo, las partes
originales, las partes más oscuras de la obra. En la base del túmulo donde se encontró
los únicos restos fueron las patas del caballo. La obra se encontraba partida y dividida
en varios trozos, midiendo, el conjunto entero, 1’65 metros de altura. Representa a un
joven caballero subido a lomos de un caballo. La persona representada poseía un estatus
social alto, tratándose, probablemente, del difunto. Esta obra está vinculada con la
escultura arcaica griega, ya que recuerda a un kurós. La escultura es rígida, hecha para
verse de frente. El pelo está realizado en relieve, encontrándose, en él, algunas
incisiones. Los mechones caen y en la frente parece que hay rizos. Los ojos son
almendrados y orientales. Su sonrisa está forzada y su nariz es desproporcionada. Lleva
una túnica corta, propia de los soldados íberos. Llega hasta la mitad del muslo. Se ciñe
al pecho gracias a un cinturón ancho y por medio de unas tiras que se cruzan sobre él.
Respecto a la posición, el jinete sujeta las riendas y está sentado a horcajadas sobre el
caballo, calzado con sandalias. En cuanto a los detalles, el caballo está adornado con
elementos de cierta distinción o estatus social, siendo un ejemplo la silla de montar. Esta
silla es propia del mundo ibérico, lo cual es visible por la forma que tiene y por el hecho
de estar ceñida con una cinta decorada (posiblemente con volutas). El jinete Mantiene
una postura muy rígida, formando un cuadrado; es lógico que ocurra esto puesto que las
patas están realizadas, en relieve, sobre dos pilares que sostienen el peso de la escultura.
No hay naturalismo en el cuerpo del caballo por este mismo motivo, ya que debía
sostener al jinete. Sin embargo, en la cabeza del caballo sí encontramos naturalismo.
Esto es visible en los dientes, el hocico, las orejas, los ojos y la forma en la que baja el
cuello. Hay un evidente contraste entre estas dos partes de la escultura (cabeza y
cuerpo). Además de lo mencionado, la cabeza del caballo está sujeta a las riendas y
lleva discos que parecen estar decorados con flores. Podría ser un retrato o una imagen
alegórica.
OBRA. JINETE A CABALLO DE LOS VILLARES: esta obra escultórica íbera
pertenece a la necrópolis conocida como “La necrópolis de los Villares de Hoya
Gonzalo”, situada en la provincia de Albacete. Está datada en el siglo V a.C., y
pertenece al túmulo número veinte. No se trata de una escultura y se halló el ajuar
vinculado a ella. Está hecha con piedra arenisca y está realizada en bulto redondo. // Se
ha perdido todo el jinete, siendo visible únicamente el caballo. Podemos observar que
portaba una túnica corta (llegaba hasta la mitad del muslo), la cual era propia de los
soldados del mundo íbero. También observamos en el pie que llevaba unas sandalias
atadas al tobillo. No observamos nada de naturalismo en el caballo, puesto que sus patas
están realizadas sobre dos pilares. Dejaron un tercer pilar, intermedio, para soportar el
peso del jinete. El rostro del animal se representa a base de líneas y, en la parte de atrás
de la escultura, vemos que se cayó cierta parte de la estatua. Ésta fue cubierta por la
tierra del suelo y fue apisonada por un arado, por lo cual está bastante dañada. La obra
fue pensada para verse desde cualquier ángulo, pero, ahora, solo se ve bien desde uno.
En su tumba fue encontrado un conjunto de cerámica de origen ático (griego), lo cual
corresponde al ajuar. Encontramos diferentes piezas: platos, jarras, copas, etc., lo cual
permitió llevar a cabo la datación en el año 410 a.C. Las piezas estaban rotas y fueron
pegadas. Por otra parte, podemos afirmar que esta clase de vajilla solía utilizase a la
hora de celebrar un banquete funerario, en conmemoración de la vida que tuvo la
persona fallecida. Son piezas importadas y caras, lo cual refleja un alto estatus social.
Este ajuar es muy rico, por lo que es posible que el difunto tuviera una posición social
alta. Las piezas se encuentran pintadas o grabadas, representando diferentes escenas.

OBRA. SEPULCRO TURRIFORMA DE POZO MORO: respecto al ámbito de los


sepulcros íberos, uno importante se reara del “Sepulcro turriforme de Pozo Moro”,
Chinchilla. Se trata de un monumento funerario datado hacia finales del siglo VI a.C.
Actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional, Madrid. Se trata del
monumento turriforme mejor conservado de los que hubo en la península ibérica.
También es el que más se ha estudiado y el que mejor se ha reconstruido. Se estima que
puedo haber llegado a alcanzar los 10 metros de altura, sobresaliendo, por tanto, de la
necrópolis, lo cual es un signo de estatus social. Está construido en piedra arenisca
(sillería isódoma) y el conjunto se completó con altos y bajorrelieves, mostrando
distintas escenas. El monumento, en su base, mide 3’65 de ancho y recrea la versión
original; estructuralmente, la obra posee un basamento de tres escalones con sillares,
representando los tres mundos (cielo, tierra e infierno), un relieve en las cuatro esquinas,
un nuevo basamento, un segundo cuerpo, una fila de leones y termina en pirámide,
simbolizando la ascensión corporal hacia el “más allá”. La torre se encontró caída, por
lo cual, lo que hoy se observa es una reconstrucción. La torre debió pertenecer a un
comerciante de alto cargo y fue edificada donde se incineró el difunto. En cuanto a él,
fue encontrado un ajuar con piezas metálicas (monedas y piezas de tradición griega)
junto con otros utensilios (ollas, jarras, etc.). Se encontró un “kylix” (cáliz perteneciente
a la cerámica griega clásica) que, también, formaba parte del ajuar.
Respecto a la torre y a la escultura, lo que se haya “in situ” son pilares sueltos. En la
primera versión de la obra, se planteó realizarse con una base escalonada, un primer
cuerpo ancho (donde irían los leones), una zona de cornisas y un segundo cuerpo
rematado con alguna figura piramidal, aunque esto último no está demostrado. Pudo
pensarse en un remate plano coronado con la figura de algún animal. En cuanto al
cuerpo de la torre, éste es de planta cuadrada. Los primeros leones que vemos son
grandes, voluminosas y están realizados en altorrelieve. Estas piezas están unidas a la
torre mediante grapas metálicas. Llama la atención la boca abierta de las fieras,
mostrando los colmillos en actitud defensiva. Estos colmillos están desproporcionados,
dado que son muy grandes. Los leones no son naturalistas y nos recuerdan a los leones
hititas. En relación con esto, en la parte más alta de la escultura, aparecen leones más
pequeños. Junto a ellos, aparecen otros relieves que, probablemente, proceden de la
parte superior de la obra; entre ellos, encontramos a un animal acuático y a un centauro.
El conjunto contaba con un conjunto de relieves, completado con una serie de escenas.
Al ser los relieves bastante planos, estas escenas son difíciles de entender. Se sostiene la
hipótesis de que, quizá, pretendiesen formar un ciclo ordenado. El programa
iconográfico de estas escenas representa el ciclo del difunto: sacrificio, heroización,
inmortalidad y unión sagrada con la divinidad. También encontramos escenas de
divinidades y animales protectores, las cuales forman parte de un banquete ritual. Las
escenas no son naturalistas. Por otra parte, los relieves no son policromados. Una de
estas escenas se denomina “La conquista del árbol de la fecundidad”, puesto que se
representa le salen ramas de un árbol a la espalda de una de sus figuras. En las ramas
encontramos pájaros y una de las interpretaciones que se han realizado trata del difunto
llevándose el árbol al más allá. En esta escena, también encontramos dos figuras
(puestas una frente a la otra) que parecen querer pinchar la rama usando un rastrillo.
Otra escena que encontramos en el extremo de uno de uno de los sillares representa a un
soldado íbero. Lleva una túnica corta que le llega hasta las rodillas, algo propio de la
época. La interpretación que se ha hecho es que se trata de una imagen heroizada del
difunto. Aparte de estas escenas, encontramos una que representa una unión sagrada con
una divinidad (“Hieros Gamos”).
Se han perdido las cabezas de las figuras, pero el cuerpo y los genitales del difunto
aparecen semidesnudos. La divinidad es femenina y aparece tapada con un manto, del
que solo saca el brazo. Se representa una dicotomía entre la vida y la muerte. Las
figuras son planas. Otra escena que encontramos en estos sillares representa a una
divinidad femenina, cuya intención es simbolizar la fecundidad. Aparece sentada de
frente, con un ala horizontal que captan la atención del espectador (la otra ala se ha
perdido). La figura es frontal y las alas se construyeron siguiendo el método del
escalamiento. Representan protección, lo cual es un guiño a la cultura egipcia. Una
escena más de este ciclo pictórico representa a dos jabalís unidos por la cabeza. Se
observa uno de los colmillos. En la escena aparecen, también, figuras híbridas humanas,
cuya mitad del cuerpo se convierte en serpiente. Éstas están luchando contra los jabalís,
los cuales tienen carácter protector.
OBRA. RELIEVES DE OSUNA: la obra se trata de un conjunto escultórico
perteneciente al arte íbero. Está datado entre los siglos III y II a.C. Actualmente se
encuentran en el Museo Arqueológico Nacional, ubicado en Madrid. Estas esculturas
fueron halladas (1903) en la necrópolis de Urso, más conocida como “las cuevas de
Osuna”, que componen uno de los enclaves arqueológicos más importantes de la
Hispania romana. Pertenecen al conjunto “A” del yacimiento arqueológico de Osuna y
están realizadas en altorrelieve, piedra caliza. Encontramos cuatro sillares, tres de ellos
en esquina. Se hallaron, también, restos del conjunto funerario “B” que estaba destinado
a algún héroe. El sillar más conocido es el de la derecha (se cree que pudo formar parte
de una torre). La escultura representa a una “auletris”; una figura femenina tocando una
doble flauta. El nombre proviene del término “aulós”; un instrumento utilizado en la
Antigua Grecia. Se encuentra celebrando una procesión para despedir a un difunto,
amenizando la muerte con su música. La figura tiene una forma redondeada. Se trata de
una niña que aparece de perfil, la cual no lleva velo. Suponemos que no es adulta por
este motivo, ya que las mujeres adultas de la época solían cubrirse la cabeza en eventos
funerarios. Viste una túnica que llega hasta los tobillos. En cuanto a los detalles,
observamos que lleva varias joyas, siendo, una de ellas, un pendiente que porta en el
lóbulo de la oreja. También lleva un torques (un collar) en el cuello, un brazalete en el
antebrazo y un cinturón ancho que se ciñe a la cintura. Éste se encuentra justo debajo,
ajustándose gracias a una placa y a un broche decorados. En dicha decoración, vemos
volutas y líneas que realizan formas. Se sospecha que, debido a su indumentaria, podría
pertenecer a un rango social alto. Respecto a su pelo, observamos que lo lleva recogido
en la parte de atrás de la cabeza, sujeto con una trenza. Este recogido forma un moño
complejo. En la parte delantera, sin embargo, porta un flequillo que le tapa la frente por
completo. Nos da la sensación de que está en actitud de avance, consiguiéndose, este
efecto, gracias a los pliegues del vestido y a una serie de incisiones verticales. Se trata
de una figura desproporcionada; sus brazos son cortos y su cabeza, demasiado grande en
relación con su cuerpo. Sus mangas se pliegan al encoger los brazos para tocar el
instrumento.
Otro sillar interesante, perteneciente a este conjunto, representa a dos mujeres adultas de
perfil, realizadas en relieve y piedra blanca. Llevan velo, el cual se solían colocar las
mujeres adultas, en la cabeza, durante los eventos funerarios. Se encuentran en actitud
de avance, lo cual es observable en sus pies (que sobresalen de la túnica). Van portando
vasijas, lo cual podría representar una ofrenda. En ellas no se observa policromía. //
Además de los sillares mencionados, encontramos dos sillares que reflejan un carácter
guerrero. La pieza que vamos a mencionar quizá no forme parte del mismo monumento
escultórico; esta pieza representa a un jinete a caballo, lo cual es símbolo de estatus
social en el mundo íbero. Encontramos, en el caballo, un carácter naturalista, puesto que
está en movimiento, trotando.
Se busca la idea del naturalismo, lo cual es visible, además de en el movimiento, en la
anatomía de las patas del animal y la cabeza. Este caballo va bien ataviado, lo cual es
notable en las riendas y en los elementos que lo decoran. El jinete está
desproporcionado; el tamaño de su cabeza es demasiado grande para su cuerpo y sus
brazos son cortos. En cuanto a su posición, aparece de perfil. En el pelo, vemos que le
realizaron incisiones para darle un toque realista. Se encuentra llevando las riendas del
caballo y, anteriormente, sujetaba una espada. Podría representar al difunto, pero no se
sabe con certeza. Otras interpretaciones sostienen que podría tratarse de un amigo del
difunto o de la familia. Está realizado en alto o mediorrelieve. El material sigue siendo
piedra blanca. Una figura más, que pertenece a este conjunto, se trata de un guerrero que
nos da la espalda. En esta imagen, se encuentran representados los elementos que se
utilizaban en la guerra durante esa época. Encontramos una espada ligeramente
redondeada y un escudo.
OBRA. LA BICHA DE BALAZOTE: se trata de una obra escultórica perteneciente a la
cultura íbera, encontrada en Balazote (provincia de Albacete). Está construida en piedra
caliza y está datada entre los siglos IV y V a.C. Actualmente, se encuentra en el Museo
Arqueológico Nacional de España (Madrid). Tiene un carácter apotropaico o protector.
Posiblemente, esté relacionada esta obra con la mitología griega, representando a
Aqueleo y simbolizando la riqueza y a la fertilidad. De acuerdo con el mundo clásico,
Aqueleo era un río hijo de Océano y Tetis, dos criaturas conectadas con el mar. Esta
hipótesis es sostenida por Teresa Chapa, quien es arqueóloga y catedrática de
prehistoria. Probablemente, estaría en una necrópolis vinculada a la aparición de la obra.
Es una escultura de bulto redondo. Al verla por detrás, se sabe que formaba parte de un
sillar, pero éste le fue arrancado. No sabemos, con exactitud, qué representa. Se
considera una figura híbrida, con cuerpo de toro y cara humana. Tiene una función
funeraria, defensiva, protectora y vigilante. No tiene actitud violenta, pero impone
respeto por su carácter fantástico. Era un hecho habitual colocar esta clase esculturas
sobre la superficie de algunas tumbas, ya que solían tener partes naturalistas y otras
ausentes de naturalismo. En la obra, encontramos naturalismo en el cuerpo; está sentado
y cayendo sobre sí mismo. Sus patas están bien definidas, concordando con la anatomía
de un toro; por ellas, podemos identificar este animal. Sin embargo, en la parte superior,
encontramos una ausencia total de naturalismo. Tiene rostro humano y bigote. La boca
es pequeña y se encuentra forzando una sonrisa. Los ojos son alargados y orientales.
También posee orejas de toro y cuernos incipientes. La cabeza presenta un carácter
arcaico, encontrando cierta geometrización en los ojos y en la boca. También tiene un
carácter hierático; no vemos movimiento. Se sospecha que la obra pudo formar parte de
un sepulcro turriforme.
OBRA. LAS ESFINGES GEMELAS DE EL SALOBRAL: “Las esfinges gemelas de El
Salobral” son una pareja de esculturas íberas halladas en 1901, de forma accidental, en
la pedanía albaceteña de El Salobral. Están datadas en el siglo V a.C., y, actualmente, se
encuentran en el Museo Arqueológico Nacional. // Actualmente, vemos una sola
esfinge, pero existe una gemela conservada en el Museo Saint-Germain-en-Laye, que se
encuentra en Francia. En su momento, ambas estaban juntas, formando parte de un
sepulcro turriforme. Se realizaron en piedra caliza. En cuanto a la esfinge que
observamos en esta obra, representa a un animal mitológico que tiene cuerpo de león y
un ala que parece una pluma. Se trata de una figura elegante, femenina y sutil, pero está
mutilada porque le falta la cabeza. La superficie del cuerpo es lisa, homogénea. Antes
poseía un tono rojizo, puesto que se han hallado restos de pintura. Por otro lado, es
posible que el sepulcro al que pertenecía tuviera la función de guardar las cenizas del
difunto. Estas esfinges estarían a las puertas del sepulcro, con su carácter protector y
vigilante. Impone respeto gracias a su carácter fantástico.
OBRA. PILAR-ESTELA DEL MONFORTE: respecto a la escultura íbera, los pilares-
estela constituyen un tipo de tumba que posee un carácter vertical y ascensional. Se
decoraban con figuras para destacar. Este es el caso de una obra denominada “Pilar-
estela del Monforte del Cid”, ubicada en Alicante. Está construida en piedra blanca y
data del siglo V a.C. En cuanto a la estructura de estas construcciones, en la parte de
abajo se solía realizar el enterramiento y encima se solía colocar el pilar. En este caso,
es un pilar de planta cuadrada, cuya base es escalonada. Tiene una moldura saliente, que
nos recuerda a la arquitectura egipcia. En la parte superior del pilar, vemos colocada la
figura de un animal. Posiblemente, se trate de un toro. Representa la tumba de un
personaje destacado.
OBRA. ESTELA DE LOS JINETES DE COIMBRA DEL BARRANCO ANCHO: estas
obras constituyen un conjunto escultórico de carácter funerario, pertenecientes a la
cultura íbera. Están datadas en el siglo IV a.C., y pertenecen al complejo ibérico de
Coimbra del Barranco Ancho. Éste incluye un poblado, un santuario, tres necrópolis y
se encuentra en el término municipal de Jumilla (Región de Murcia, España). El
material de estas obras escultóricas, realizadas en relieve, se trata de la piedra caliza. En
este conjunto encontramos un total de cuatro caras, trabajadas en altorrelieve. Entre las
escenas representadas, tres representan la misma idea y hay una diferente. Una de estas
caras se encuentra dañada, pero su intención era representar un jinete a caballo, al igual
que las otras dos escenas que lo representan. Observamos que hay un marco rodeando a
las figuras y un fondo. Encontramos una completa adaptación al marco, el cual es
bastante estrecho, lo cual limita el tamaño de las figuras. Éstas, en todas las escenas,
están puestas de perfil. Lo que vemos en las tres primeras escenas es una representación
de un jinete o un caballero. En cuanto a los detalles, vemos que sujetan las riendas del
caballo, llevan un aro en la cabeza y hay una evidente desproporción; la cabeza es
grande en relación con el cuerpo y las piernas son demasiado cortas. En cuanto a la
escena que es diferente, observamos que hay dos figuras; una más grande, sedente, y
una más pequeña, que se mantiene de pie. La figura más grande se encuentra sentada en
un trono cuyas patas tienen forma de tijera. Esta figura de mayor tamaño se encuentra
tocándole la cabeza a la figura pequeña, lo cual puede tener varios significados; podría
tratarse de un difunto pidiéndole protección a una divinidad o podría tratarse de un
familiar despidiéndose de un ser querido suyo. Respecto al pilar-estela al que
pertenecen, el capitel está dañado, pero observamos algunos detalles; en el relieve se iba
a hacer la figura de un hombre tumbado. Por encima, se hallaron los restos del toro que
coronaba la escultura. Tenía un carácter defensivo y daba altura a la escultura.
OBRA. LEÓN DE BIENSERVIDA, ALBACETE: se trata de una obra escultórica
perteneciente a la cultura íbera, la cual fue creada a finales del siglo VI a.C. Fue hallada,
de forma accidental, en 1893, en un paraje llamado “Huerta Bayonas” y se encuentra en
Villarrodrigo (Jaén). Fue trasladada a la población albaceteña de Bienservida, de la cual
recibe el nombre. La obra fue realizada en piedra caliza. Posee una iconografía
particular. Su intención es representar al difunto mediane un animal que tiene forma de
arco. Lo trabajado, respecto a este animal, es el rostro, lo cual es visible en la boca, los
ojos, etc. En cuanto a la boca, la mantiene abierta y enseña sus colmillos. Entre las patas
delanteras, vemos que porta la cabeza de un hombre, el cual, probablemente, se trate de
Hermes; un personaje perteneciente a la mitología clásica. A pesar de esta simbología,
lo que representa esta figura se trata del rostro del difunto, es decir, un retrato suyo. La
función del león es defensiva y guía, lo cual es notable en su carácter apotropaico.
También tiene la intención de guiar al difunto hacia el más allá. La obra se encuentra
inacabada, dado que el león tiene un hueco en el centro.
Por último, debemos indicar que hay un contraste entre las dos figuras (la cabeza
humana y el león), puesto que la cabeza simboliza a un ser mitológico y, el león, a un
animal real. Además de esta obra y en relación con los yacimientos arqueológicos
albaceteños, debemos mencionar el Cerro de los Santos, situado en Montealegre del
Castillo. Se trata del yacimiento arqueológico íbero más importante de este país, lo cual
es notable tanto por su cantidad de obras encontradas como por su calidad. Podemos
datarlo entre el siglo IV a.C., y el siglo IV d.C. En este yacimiento fue hallado un
Obelisco en 1939, donde se encontraron esculturas de exvoto en piedra. Marca esta zona
como hito y el lugar se conocía desde el siglo XIV a.C. En él, encontramos un santuario
y restos de algunos de sus muros. Se han encontrado exvotos traídos por personas que
iban al santuario. Los primeros hallazgos se realizaron en 1860, los cuales se
depositaron en el museo de Yecla. No tenemos datos científicos exactos sobre estos
descubrimientos, pero sabemos que todas las esculturas encontradas se hicieron en
piedra caliza blanca. Representan figuras humanas en diferentes tamaños y sexos, por lo
que encontramos hombres y mujeres. También se hallaron algunas parejas y diferentes
rangos sociales. Además de estas figuras, se hallaron cabezas y figuras pequeñas de
algunos animales. Sin embargo, no sabemos si son retratos o representaciones con otro
significado.
OBRA. LA DAMA OFERENTE: se trata de la obra íbera más conocida del conjunto
escultórico encontrado en el Cerro de los Santos; un yacimiento arqueológico situado en
la provincia de Albacete. Está realizada en piedra caliza y su datación se sitúa desde el
siglo I.V., hasta la época romana. En el mismo yacimiento donde se encontraba esta
escultura, se encontró un número elevado de exvotos, en piedra, que representaban a
hombres y mujeres de distintos tamaños. Actualmente, la escultura se sitúa en el Museo
Arqueológico Nacional de Madrid. La pieza mide 1’20 metros de altura. Se trata de una
figura pétrea, vertical y trabajada sobre una base cuadrada. Representa a una dama en
actitud de ofrenda. Es una escultura de bulto redondo, pero está hecha verse de frente,
dado que su parte trasera es lisa. Respecto a la vestimenta, se trata de una mujer
perteneciente a un rango social elevado. Está ricamente ataviada y porta tres túnicas
superpuestas; la inferior, de pliegues finos, enmarca los pies calzados y roza el suelo.
Encima de ésta, porta otra túnica fina con bordados sobre el pecho. Por último, la túnica
superior consiste en un manto cuyos bordes caen sobre las manos, resaltando la ofrenda.
Encima de la cabeza lleva un manto, que cae en zigzag, sujeto por una diadema que
lleva en el pelo. Esta diadema está adornada con líneas onduladas y motivos vegetales.
De ella cuelgan prendedores en forma de flor e ínfulas. Su flequillo está trabajado y le
tapa la frente, acabando en tirabuzones que le enmarcan el rostro, juntos con un par de
rodetes. Respecto a la cara, el arco de las cejas y la nariz están muy marcados,
recordándonos a una escultura arcaica griega. No hay movimiento. Podemos ver que
porta un conjunto de joyas que incluye tres collares y cinco anillos que lleva en las
manos. Es una escultura votiva. No sabemos si tuvo policromía.
Otro ejemplo de estas esculturas votivas se trata de una obra llamada “Conjunto de los
esposos”, cuyas figuras representan la forma de vestir de la época. Son figuras
pequeñas, que miden 0’70 metros cada una. Fueron realizadas para ser vistas de frente y
fueron realizadas en piedra. En el caso del hombre, parece que intentaron realizar un
retrato. // Además de este yacimiento arqueológico, encontramos otro yacimiento cuyas
obras aparecieron en Cerrillo Blanco, Porcuna (Jaén), excavado desde 1975. En él,
encontramos restos de un posible monumento dedicado a la exaltación de un héroe o
una familia. También se encontraron figuras realizadas en piedra caliza muy blanca,
vinculadas a una necrópolis. Hay mucha variedad escultórica.

OBRA. BUSTO FÁLICO: esta obra se trata de una escultura íbera vinculada al
yacimiento arqueológico “Cerrillo Blanco”, situado en Porcuna, Jaén. Es una escultura
de bulto redondo realizada en piedra caliza blanca. Su cronología corresponde al siglo V
a.C. La obra representa una alegoría al origen de la estirpe humana. Le falta la cabeza,
por lo que observamos solo su torso desnudo y sus genitales. Su mano derecha, aunque
le falte el brazo, se encuentra sujetando su aparato reproductor masculino. Nos transmite
la idea de la fertilidad; el inicio de la familia a la que está dedicada el monumento. En
ella, no hallamos restos de policromía. Otra obra perteneciente a este conjunto
escultórico se trata de “El origen de la estirpe”. Son los antepasados de la familia; el
hombre y la mujer que la originaron. No tienen cabeza y la anatomía de la mujer se
marca de forma sutil. En segundo lugar, tenemos otra obra llamada “El guerrero de
doble armadura”.
OBRA. GUERRERO DE LA DOBLE ARMADURA: se trata de una obra escultórica
vinculada a la cultura íbera. Pertenece al yacimiento arqueológico de Cerrillo Blanco,
situado en Porcuna, Jaén. Está realizada en piedra calcarenita y su datación corresponde
al siglo V a.C. Actualmente, se encuentra en el museo íbero de Jaén. Esta figura lleva
puesta una especie de “círculo” por la parte de adelante y de atrás, el cual representa una
armadura. También lleva puestos un cinturón y un brazalete. La obra representa una
escena de acción y observamos que el caballero tiene, a sus pies, a un enemigo vencido.
Destaca la heroicidad y es notable la mejora del estudio anatómico. // Otra obra que
pertenece a este conjunto escultórico se denomina “La educación del joven soldado”.
También es una obra escultórica ibera que pertenece al yacimiento de Cerrillo Blanco en
Jaén. Su material es piedra caliza blanca y data del siglo V a.C. Se trata de un
altorrelieve que contiene tres figuras en diferentes planos. Al fondo, vemos que hay
tallado un perro. Sobre él, está un cazador y, con él, mantiene una liebre que acaba de
cazar. El perro y el cazador están dirigidos a la derecha, manteniendo, el cazador, la
pierna izquierda adelantada y la derecha flexionada. El perro se encuentra en la misma
postura, manteniendo la cabeza hacia el frente. Este perro se trata de un mastín que le
acompaña en la tarea de la caza. Respecto a la ropa, la túnica se ciñe al cazador gracias
a un cinturón. A este altorrelieve le faltan las cabezas.
En este conjunto, además de las obras mencionadas, encontramos a dos jóvenes
luchando, un grifo mitológico y algunas estatuas de animales como toros o felinos.
Además, también encontramos un águila y una divinidad. Por otro lado, la última parte
de este tema se completa por los exvotos de bronce; una de las partes más conocidas del
mundo íbero. Se trata de piezas hechas, en bronce, mediante la técnica de la cera
perdida. Estas piezas se comercializaban y había mucha variedad entre ellas: eran
figuras humanas, grandes y pequeñas, de hombres y de mujeres. También encontramos
mucha variedad respecto a los detalles y formatos, algunos más complejos y otros más
sencillos. Probablemente, estas figuras estaban vinculadas ala fertilidad. En este sentido,
uno de los conjuntos más destacados respecto a los exvotos en bronce lo encontramos
en el Santuario de Despeñaperros. También los encontramos en el Collado de los
Jardines y en Castellar de Santisteban. Encontramos estas tres zonas en Jaén, donde
yace un repertorio de cientos y cientos de figuras. Los exvotos de bronce fueron
realizados con la idea de dar gracias, ya que representaban una ofrenda hacia uno o
varios dioses y solían depositare en santuarios o lugares de culto. Se obsequiaba en
cumplimiento de una promesa, ya fuera en gratitud o devoción. Su origen tiene lugar en
civilizaciones egipcias y mesopotámicas. Una obra destacada dentro de estos exvotos
de bronce se trata del “Toro de Azila”, actualmente depositado en el Museo
Arqueológico Nacional de Madrid y fue encontrado en un templo a la entrada del
poblado de Azila (provincia de Teruel). Se data en el siglo II a.C. Su material se trata del
bronce y se realizó mediante la técnica de la fundición.
Representa a un toro en actitud de arranque y de amenaza, por lo que parece que se
dispone a atacar. Lleva grabada una flor en la zona central de la frente. Fue realizado en
bronce y es posible que estuviese colocado sobre una base cuyo material pudo tratarse
de la madera. Se ha propuesto esta hipótesis debido a que, debajo de las pezuñas, tiene
espigones con la función de ser incrustados en un pedestal. Es una escultura de bulto
redondo. En cuanto a los detalles, los pliegues del cuello se encuentran marcados
mediante profundas incisiones y, tanto las fosas nasales como los pliegues de los ojos,
se encuentran muy marcados. Sobre el lomo tiene una pieza, similar a la de un yugo, en
forma de “U”, que presenta una perforación en cada extremo. Este toro simboliza la
fecundidad de la naturaleza, algo necesario para la supervivencia de un pueblo.
Tema 3. El arte romano en Hispania:
La conquista de la península ibérica fue fundamental para los romanos desde el punto de
vista político y económico, ya que fue una conquista de origen estratégico. Era una
oportunidad para abastecerse gracias a la riqueza agrícola de la península. Al llegar, se
encontraron con una serie de pueblos autóctonos e indígenas que se habían establecido
en estas regiones, siendo, los asentamientos, ciudades celtíberas. Estas ciudades fueron
mantenidas por los romanos, adaptando a la población y generando nuevos
asentamientos. Puesto que fueron ciudades generadas por el Imperio Romano, Roma fue
la gran referencia en esta conquista. Llevaron a cabo el abastecimiento de estas ciudades
y, para ello, realizaron construcciones de todo tipo: desde necesidades esenciales, como
el alcantarillado, hasta centros lúdicos como el teatro. También llevaron a cabo la
formación de redes viarias para conectar las ciudades y favorecer el transporte entre las
mismas. Igualmente, construyeron calzadas para mantener esta conexión. Algunas de las
vías principales que había eran la vía Augusta y la vía de la plata.
En cuanto al urbanismo y a la arquitectura, en primer lugar, debemos explicar que la
arquitectura comprendía varios tipos: religiosa, lúdica, conmemorativa y funeraria. En
este sentido arquitectónico, las ciudades formadas por el imperio romano en la
Península Ibérica, como ya hemos mencionado, eran ciudades preexistentes que se
fueron adaptando. Las ciudades de nueva planta adquirieron sus características a imagen
y semejanza de Roma. Eran, también, llamadas “urbs quadrata” y eran regidas por el
Cardo y el Decumano. Estas ciudades eran lugares amurallados con desarrollo
octogonal o en retícula, organizadas en manzanas conformadas por ínsulas y por las
“domus” o casas urbanas. El foro era el centro neurálgico de la ciudad ya que, allí, se
localizaban los edificios religiosos (templos) y los edificios vinculados a la vida civil,
como la basílica, que se utilizaba como lugar de la administración de la justicia y para
transacciones comerciales. En ocasiones, existían dos tipos de foros: municipales y
provinciales, según el rango de la ciudad. La ciudad era completaba con arquitectura
lúdica, correspondiente a edificios como circos, teatros, anfiteatros, termas, palestras,
etc. En cuanto a la arquitectura conmemorativa, encontramos arcos y obras de
ingeniería, como acueductos, puentes, faros, cloacas, etc. Por otro lado, en cuanto a las
artes plásticas hispanorromanas, encontramos dos tendencias diferentes: una era
oficial, de corte culto y con claras influencias helenísticas. La otra era provinciana, de
carácter popular y relajado. Debemos recalcar que, en el arte romano, siguen quedando
rasgos del mundo celtibérico. Respecto a la primera tendencia, encontramos retratos
oficiales, los cuales eran idealizados. En cambio, respecto a la segunda, encontramos
retratos populares cuyos rasgos eran realistas.

OBRA. TEATRO DE MERIDA: se trata de una obra arquitectónica (arquitectura


lúdica) construida hacia el año 16. Sabemos que su construcción fue promovida por
agripa gracias a una inscripción. Había determinados teatros que contaban con espacios
más amplios y colocaban, detrás de la escena, una zona ajardinada. En el entorno de ese
jardín se podía comer, beber, pasear y, además, había un espacio dedicado al culto
imperial. Este es el caso de este teatro. Respecto a la obra, tenemos el teatro en sí y el
peristilo. El edificio se construyó prácticamente a la vez que el anfiteatro y se concebía
como un gran conjunto monumental. Se conservó a las afueras de la ciudad. Ambos
están en una zona con pequeñas elevaciones, lo cual provocó que hubiera partes
excavadas en la roca y que otras estuvieran levantadas. El hecho de que apareciera fuera
de la ciudad era algo común. Cuando se encontraron los restos, no se sabía muy bien lo
que era. El lugar estaba lleno de tierra y vegetación, por lo que lo que la vista era
limitada.
Se creó una leyenda llamada “la leyenda de las siete sillas” porque sobresalían siete
montículos que eran el resto del hormigón correspondiente a la zona más alta de la
cávea. Se decía que esas sillas fueron utilizadas por los siete reyes para decidir el
gobierno de la ciudad. Como la obra tiene un semicírculo, en el siglo XVIII la cerraron
e hicieron una plaza de toros. A principios del siglo XX empezó a estudiarse y cavarse.
A la vez que se excavaba se reconstruía o se restauraba. La parte dedicada a las
representaciones cumple con el formato semicircular y tiene el frente de escena con las
valvas correspondientes. Como hay un cierto desnivel, la fachada del exterior no era
muy alta. El edificio se construyó con hormigón, granito trabajado en los sillares y
luego, en determinadas zonas del interior y en la parte de la scena, encontramos mármol
blanco. La fachada exterior es bastante cerrada. En ella, se encontraba el muro con una
serie de arcos de medio punto que daban acceso a las cáveas. En la bóveda se muestra
un conocimiento del corte de la piedra, ya que se cortó para que encajase de forma
perfecta. En la parte de las cáveas queda la parte de la orchestra, que está repuesta, pero
todavía tiene el mármol original. En la parte de la cávea inferior, tenemos un pasillo
intermedio y se conserva la parte de la superior. La cávea está compuesta de fibra de
vidrio. Al fondo encontramos la scena e, “in situ”, se encuentra el basamento. Todo lo
demás se ha reconstruido. Lo que se hizo a partir de 1916 fue proceder a un sistema de
reconstrucción que consistía en volver a colocar lo que se había caído. En diferentes
fases se hizo la reconstrucción del frente de escena. Las columnas son, en su mayoría,
originales. También encontramos el podio y el primer cuerpo, con columnas de cuerpo
liso, basa y capitel corintio. Entre esas columnas se encontraron figuras de togados y
representaciones de dioses, pero eran copias porque las originales están en el museo.
Por encima tienen el mismo formato de podio, columnas etc. La cornisa es muy saliente
y esto se acentúa por la propia planta. A parte de eso, a nivel de detalles, había relieves
con elementos vegetales (flores, pétalos, rosas, etc.). El peristilo está compuesto por un
pórtico con tres lados y, en el centro, está la zona ajardinada. Por otro lado, en el eje
principal del edificio, se encuentra el eje que divide el jardín y, al fondo, nos
encontramos con “el aula regia”; una sala con un altar dedicado al culto al imperio
(emperador Augusto). En ese lugar se encontró la cabeza de Augusto de lado. La parte
de la vegetación intenta recuperar la imagen original. Por otra parte, entre los restos de
la construcción, encontramos elementos que sustentaban fustes de columnas y capiteles.
Eran columnas hechas de mármol y su orden era dórico-toscano.
OBRA: TEATRO DE SEGOBRIGA (CUENCA): respecto a Segóbriga, se trata de una
ciudad pequeña, pero es monumental. Data del siglo I. Tenía una situación económica
importante, no solo por el propio entorno que está rodeado del río, sino porque, en las
ciudades, había una mina de un material que se llamaba “lapis specularis”; una piedra
de yeso. Ese tipo de piedra, si se cortaba fino, era lo que se utilizaba para las ventanas.
Su hallazgo ha sido documentado. Regresando a Segóbriga, se trata de una ciudad
amurallada, con el cardo y las calles secundarias. En ella encontramos varios conjuntos
de termas, el templo, un foro con basílica, el teatro etc. El teatro y el anfiteatro se
hicieron fuera de la ciudad, aprovechando una elevación, por lo que ambos tienen la
parte sur asentada y sin trabajar la roca. El teatro es pequeño, pero posee una planta
semicircular (aunque achatada porque detrás está la muralla). Lo que hicieron para no
cortar el paso fue un pasaje abovedado por debajo. Cuenta con las partes habituales de
estas construcciones; las cáveas, la orchestra y la zona de la scena, con entrantes y
salientes. También posee las escaleras para subir al pulpito, la valva regia (semicircular)
y el espacio de atrás, que era una especie de pasillo donde se cambiaban los actores.
Luego, coincidiendo con el eje, está otra instancia que, probablemente, consistía en un
pequeño templo dedicado al culto imperial. Del teatro se conserva prácticamente todo lo
que son las cáveas. En la parte del pasillo se colocaron contrafuertes para sujetar la
estructura. Queda la huella de por dónde iba la escena y quedan algunas columnas “in
situ”, encorchadas, que tienen acanaladuras desarrolladas de forma vertical. El capitel
está dañado, pero se sabe que era corintio. De la misma manera, se conservan algunas
esculturas que se hallaron entre los restos. Se considera que estaban insertas. Por otro
lado, el conjunto de togados de Segóbriga es impresionantes. Da la sensación de que se
puede tocar la tela, como si estuviesen mojadas. También apareció la representación de
la diosa Roma, vinculada a esa aula. Se conservan en el mismo yacimiento.
OBRA: EL ANFITEATRO DE MERIDA: se trata de una de las construcciones
fundamentales de esta ciudad y una de las novedades de las tipologías introducidas en
esa época, basada en la unión de dos teatros que dan una forma ovalada. Cuando
hablamos de estructura es prácticamente la misma. Suelen tener fachada, al igual que
arcos superpuestos, y lo que hace distinto a este lugar es la arena. Según la ciudad,
cuando era grande, el anfiteatro contaba con un espacio subterráneo que era donde se
guardaban los animales, los gladiadores, elementos de decoración, etc. En él, se hacían
cazas de animales o luchas de gladiadores. Gracias a las inscripciones de su interior,
sabemos que éste data del año 8 a.C. Su finalidad era dotar un conjunto de arquitectura
lúdica a Augusta emérita. Tras su abandono, la estructura se ocultó con la tierra, dejando
la parte de la suma cávea al descubierto. El expolio de la cávea es posterior al siglo
XVI. Podrían haberse celebrado batallas navales por la profundidad del foso. También
porque el anfiteatro conectaba con el acueducto, pero esto se descartó. En cuanto a la
estructura, vemos que es elíptica. Su diseño es el habitual y se compone de las cáveas
separadas en tres, junto con la arena y la fosa. Esta cávea tenía una capacidad de 14.000
personas. Por su parte, en la ima cávea podemos observar las restauraciones que se
realizaron. Hay 16 puertas en torno al anfiteatro y la principal se encuentra en el
extremo occidental. Hay dos, al noroeste, que están cegadas por la muralla. Sobre las
primeras gradas hay dos tribunas; la del oeste era la de las autoridades y en la parte del
Este está destruida; era la que se dedicaba a la persona que financiaba los juegos. Desde
esa tribuna se accedía a la arena. En el frente se encuentran las inscripciones de la
inauguración del teatro. Algunos restos suponen la existencia de otros dos palcos.
Encontramos un alto podio que separa la arena de la cávea y estaba cubierto con
mármol, rematado con una cornisa. En cuanto a los materiales, encontramos una cierta
diversidad: hormigón, granito, ladrillo, etc. No se utilizaron materiales de alta calidad.
Dentro de lo que es la arena, existen dos galerías por la que se accedía a ella y había
unas estancias que pudieron utilizarse para los gladiadores, albergar bestias o para
lugares de culto. Se observan inscripciones en la parte sur. En cuanto a las pinturas, se
encontraron, en 1979, cuatro paneles pictóricos que se usaron en una tumba y, debido a
la temática de caza, se vinculó a la decoración del anfiteatro.
Podemos observar la calidad pictórica de los paneles porque se aprecian las texturas en
la piel de la leona, las telas del gladiador y, sobre todo, en la manga metálica que
utilizaban para protegerse del animal. Gracias a estas representaciones sabemos cuál era
la vestimenta de los gladiadores: una túnica blanca corta, ceñida con el cinturón, unos
pantalones rosados cortos y las botas.
OBRA: EL ANFITEATRO DE TARRACO: esta obra escultórica se plasmó en un lugar
particular y se construyó al lado de la Vía Augusta. Se construyó en un lugar donde,
previamente, hubo una necrópolis que fue desmontada para construir este edificio. Se
piensa que antes del anfiteatro se utilizaría el propio foro de la ciudad como lugar donde
se llevaban a cabo los juegos de gladiadores. Probablemente, data del siglo II d.C., y
tenía capacidad para 15.000 personas. Era un recinto con planta ovalada, que contaba
con una zona de cáveas estructurada en tres partes. Contaba con la parte central, que era
la arena; ésta conserva la fosa original donde estaban los animales. Tenía, además, tres
puertas de entrada. Desde el punto de vista constructivo, se aprovechó el terreno de la
zona y se labró la parte más baja de las cáveas sobre la roca que había. La mitad de ese
óvalo se excavó en la roca del lugar. En cuanto al graderío, el hecho de que esté
arruinado permite ver los materiales que se utilizaron. Aparte de la roca, se utilizó el
hormigón romano para hacer la estructura interior, recubierta de sillería. Hay zonas del
edificio donde se utilizó la mampostería. Esta piedra es irregular y no presenta el
acabado tan cuidado como las otras. Por lo que respecta a la fosa, tiene forma de cruz,
está excavada y a la vista. Sobre la arena se construyeron dos iglesias de cruz latina. En
cuanto a la puerta, vemos que es de medio punto. Mas adelante tenemos, sobre el eje
más largo, una de las entradas principales, muy monumental. Por otro lado, en este
anfiteatro se encontró un elemento interesante; aparecieron restos de una pintura y lo
que vemos son tres figuras, pero la central se cree que, por los elementos que presenta,
sería la diosa Némesis; la diosa protectora a la que se encomendaban los gladiadores.
Ese espacio fue una pequeña capilla.
ANFITEATRO DE ITALICA: Itálica pertenece a la provincia de Sevilla. Esta obra fue
un anfiteatro del siglo II d.C., incluso mayor que el de Tarraco (podría albergar hasta
25.000 personas). Hay un valle, en forma de V, donde está el anfiteatro, aprovechándose
la piedra natural. Por ahí circula el agua de manera natural y, para no tener problemas,
en el edificio se construyó una recanalización de esas aguas mediante un sistema de
cañerías. Una vez conseguido eso, se construyó el edificio y se aprovecharon los
desniveles naturales. Encontramos dos alturas diferentes con una gran fachada
monumental, jugando a superponer diferentes galerías. En planta, el edificio cumple con
las características naturales, es elíptico y solo queda el escalonamiento de la baja y
media cávea porque la superior está perdida (lo que vemos son los pasillos que iban por
el interior). Hay placas de piedra, sillares (sobre todo en la entrada) y lo más llamativo
es la arena, que conserva su fosa de cruz. En este caso es un espacio que está dividido
por ocho pilares del ladrillo que se usó para recubrir las paredes de la fosa. La función
de estos pilares era sujetar lo que habría sido el suelo de la arena. En el eje largo, se
conservan las salidas donde habría dos puertas que unirían el exterior con la arena. La
puerta triunfal era por donde salía el gladiador victorioso mientras que, el fallecido,
salía por la otra puerta. En cuanto a la tipología de la arquitectura conmemorativa, lo
que destaca, sobre todo, son los arcos. Los arcos del triunfo son los que están en Roma
y, en las provincias, se habla de arcos conmemorativos con el fin de recordar algún
hecho importante. Tenemos tres ejemplos que nos muestras las distintas variedades que
nos podemos encontrar. Estos arcos tienen mucho simbolismo en cuanto a la forma. Se
componen de una esfera y un rectángulo que representan lo terrenal y lo celestial. Al
pasar por debajo, un hombre mortal pasaba a ser celestial, convirtiéndose en una
divinidad.
OBRA: ARCO DE BARA (TARRACO): el arco de Bará se trata de un arco
conmemorativo que data del siglo I a.C. Fue construido sobre la Vía Augusta. Lo que se
conserva en buen estado está compuesto por un formato sencillo: un arco, de un solo
vano, estructurado en torno a un podio donde se introdujeron sillares de gran tamaño. El
cuerpo principal está decorado con pilastras, fustes acanalados y con capiteles de orden
corintio. En el centro está el arco; un gran arco, de medio punto, donde se marcan el
capitel y la moldura. Arriba tenemos el arquitrabe con el friso (reconstruido) y la
cornisa. En la inscripción se conserva que fue encargado por parte de Lucio Licino. La
utilidad de este arco está muy clara, pero se plantea la posibilidad de que fuera el límite
del término municipal de Tarraco, aunque no se descarta que se conmemore un
momento especial.
OBRA: ARCO DE MEDINACELI (SORIA): un ejemplo de arco triple es este. La
piedra que se utilizó era más blanca y se ha perdido, por lo que se desconoce la datación
exacta. La elección del lugar es llamativa; está en una zona elevada y eso hace pensar
que quizá se eligió porque permitía que se pudiese ver desde cualquier sitio, aludiendo a
que el imperio estaba siempre presente. Estructuralmente tiene tres vanos; el central es
más alto y los dos laterales más pequeños, jugando con el arco de medio punto. En el
segundo cuerpo vemos, al completo, el arco central, que tiene una moldura en el arco.
En los laterales quedan restos de lo que habían sido relieves, cuya intención era
representar los templetes. El segundo cuerpo, en las esquinas, contaba con la inclusión
de columnas del mismo orden que aparece en los templetes. En la parte superior hay un
gran ático en forma de cornisa, un espacio corrido y otra cornisa que era donde estaba la
inscripción.
OBRA: ARCO DE CAPARRA (CACERES): a finales del primer siglo de esta era se
levantó el Arco de Cáparra, que alcanzó los 13 metros en su origen. Casi cuadrado, es el
único ejemplo de arco de cuatro caras que sobrevive en España. Este tipo de
edificaciones se conocen como tetrapylum. Gracias a una inscripción se conoce quién lo
encargó. Fue Marcus Fidius Macer y lo hizo siguiendo el legado de sus progenitores,
Fidius Macer y Bolosea, que también aparecen nombrados. Es el monumento mejor
conservado de la ciudad romana de Cáparra. Sin embargo, hasta finales del siglo XVIII
había sobrevivido otro, correspondiente a una de las puertas. Por desgracia, unos
vecinos de Guijo de Granadilla lo desmantelaron, buscando usar sus piedras para
edificar un pequeño templo. Su figura marca el paisaje que le rodea. En uno de sus
lados hay dos pedestales, que en su momento dieron sustento a sus esculturas. Se cree
que, seguramente, estuvieron relacionadas con Marcus Fidius Macer. Como soporte,
encontramos cuatro pilares que aguantan cuatro arcos de medio punto y cada pilar está
asentado sobre un basamento rematado por una cornisa. Bajo el arco discurre la vía de
la plata (una calzada romana).
Otro tipo de arquitectura romana trata de la doméstica, consistente en Domus y
Villas. Las domus eran viviendas unifamiliares y estaban en el interior de las ciudades.
Las villas eran, también, viviendas unifamiliares, pero más grandes y se situaban fuera
de las ciudades, con un carácter más rural. En cuanto a las villas, a nivel arqueológico
hay muchos ejemplos; uno es la villa de Materno, que está en el parque arqueológico de
Carranque, en Toledo. Al lado de la domus está la almazara, que era el lugar donde se
llevaba la aceituna. Después, encontramos otro lugar que no se sabe cuál que es, pero en
él se ha encontrado materiales ricos. En esta villa vivía un señor llamado “Materno” y
esto se sabe porque se han visto algunas inscripciones que lo constatan. Es una
construcción que data del siglo IV a.C. Según algunos estudios, Materno era un nombre
habitual en la época, pero teniendo en cuenta la vivienda, se apuesta que debió ser una
figura importante. Quizá fuera cercano a una familia imperial, pero no se sabe.
La villa se estructura siguiendo el formato habitual de estas viviendas, en torno a un
jardín donde se solía generar un pasillo que lo circundan y, en torno a ese patio, se
generaban las estancias. Las hay más cuidadas y hay otras que se destinaban a
almacenes o espacios para desarrollar tareas diarias. Contaba con una puerta de entrada
que contenía un gran pórtico y estaba flanqueada por dos torreones cuadrados. Una vez
que se atravesaba, se llegaba a un vestíbulo con un mosaico circular. Había estancias
más llamativas, como el comedor, porque solía destacar en planta. Otra estancia era el
“cubiculum principal”, es decir, el dormitorio principal y había otras salas decoradas en
el suelo, destacando una fuente. Constructivamente no queda nada. Hay zonas donde ha
quedado a la vista el hipocastum (el sistema de calefacción). Desde el punto de vista
decorativo, los mosaicos son llamativos y la inmensa mayoría tienen decoración de
detalles geométricos. Tienen un gran colorido. Después se nos presentan otras salas
donde hay escenas figurales.
OBRA. MOSAICO DE OCEANO EN LA FONTANA: se trata de un mosaico en el que
hay círculos que juegan con semicírculos. Hay elementos vegetales y esvásticas, que
eran un símbolo que representaba el carácter del eterno movimiento. Está en una fuente
porque el agua fluye, lo cual va en consonancia con la esvástica. El color que predomina
es el azul, pero también hay otros colores, como el rojo y el amarillo. En la parte
semicircular se representa la figura de un hombre barbado. Tiene patas, antenas y dos
pinzas en la cabeza. Va acompañado de peces, conchas y animales mitológicos llamados
“hipocampos”. La barba y el pelo están trabajados de forma que parecen agua.
OBRA. MOSAICO DEL OECUS (MOSAICO DE LAS METAMORFOSIS): respecto
al lugar donde se encontró este mosaico, el “oecus” solía ser una gran sala, ubicada en
estas villas romanas, que solía situarse entre el “atrium” y un peristilo con vistas a un
jardín. Solía hacer pareja con el “tablinum”. En esta villa, el mosaico posee la forma de
un cuadrado, pero a su vez lleva un círculo encima. Allí, además de encontrar unos
trenzados laboriosos y llamativos, se juega con formas que dan profundidad y sensación
de laberinto. Está inspirada en la Ilíada y, concretamente, en la escena donde la esclava
Briseida es devuelta a Aquiles. En el Triclinium se encuentra representado el mosaico de
la muerte de Adonis. También se representan a dos perros que podían pertenecer a la
casa, llamados Titus y Leander. Aparte, otro mosaico que destaca, en esta villa, está
dentro del Cubiculum principal. En el centro tenemos la figura de una mujer que no se
sabe quién es, pero se baraja que fuera una diosa (como Venus) o que fuera el retrato de
la mujer de la casa. En los cuadrados de las esquinas tenemos a la diosa Diana, a Atenea
y a la derecha está Hércules. Se completa con cuatro escenas que se organizan en
lunetos. Son escenas que están relacionadas con aspectos más íntimos. Uno de ellos es
el rapto de Píramo y Tisbe. Tienen carácter decorativo y se nota que la persona que
diseñó este programa tenía un nivel cultural bastante alto. Se recoge el momento en el
que las figuras principales, al verse en el bosque, son sorprendidos por una leona que se
queda jugando con un trozo de la ropa de Tisbe. // Entre las tipologías arquitectónicas,
otra rama que encontramos es la arquitectura funeraria. Era una parte fundamental
para los romanos. Los romanos tenían la costumbre de incinerar el cuerpo del difunto al
fallecer, pero, en ciertas ocasiones, lo enterraban. Las necrópolis estaban preparadas
para este tipo de rituales y contaban con estancias para ello. Eran lugares bonitos y
agradables. Estaban fuera de la ciudad y, generalmente, en el entorno de las calzadas.
Podían tener forma de torre, templo o columbario. Para las clases menos pudientes
había otro tipo de tumbas: las estelas.
OBRA: LA TORRE DE LOS ESCIPIONES (TARRACO): se trata de una construcción
arquitectónica perteneciente a la arquitectura funeraria. Tiene carácter simbólico puesto
que nos aporta la idea de la ascensión, uniendo la esfera terrenal y la divina. Se llama
así en honor a una familia conocida como “Los Escipiones”, pero no se sabe si existió.
Está en una necrópolis cerca de la vía augusta y data del siglo I. Desde el punto de vista
de los materiales, encontramos piedra, sillar, hormigón, etc. La estructura se conforma
de un basamento más ancho. La torre, en una de sus caras, conserva los relieves de dos
personas. Son dos figuras que están en un pedestal y ambas tienen la misma pose; las
piernas y los brazos cruzados, apoyando una mano sobre la barbilla. Llevan una
vestimenta que es larga hasta la rodilla. Se dice que eran dos hermanos, pero los
estudios revelaron que representan al dios Atris, procede de Turquía. Era el dios
protector que estaba vinculado a la vida, a la muerte y a la resurrección. En ese cuerpo
se encuentran esos dos relieves y luego se remata con una montura, que sirve de base
para el cuerpo siguiente. Se ha conservado en parte, ya que nos falta el remate. En esta
parte, supuestamente se habrían alojado las cenizas con las urnas de los difuntos. En una
de las caras, que se conserva bien, nos encontramos con un detalle; un arco que da la
sensación de haber labradas dos columnas. En el interior, hay dos figuras que sería la
representación de las personas que estaban enterradas ahí. Se desconoce la forma del
remate.
OBRA. TEMPLO FUNERARIO DE FABARA: este templo funerario se encuentra en
Zaragoza. Se trata de una construcción especial porque trasladó la arquitectura religiosa
al campo de la muerte. Fue construido en piedra y en sillar. Nos faltaría la escalera de
entrada, la cual se repuso, pero conserva la estructura en un pedestal. Tiene un podio
con su moldura y, a partir de ahí vemos, en la escultura, un frente clásico, con cuatro
columnas de orden toscano. Luego se nos presenta la sala principal cuyos muros son
lisos. Hay solo una puerta de entrada y todo se remata con el entablamento canónico. El
friso conserva la decoración escultórica en relieve y en su frente quedan las huellas de
las letras, en bronce, que estaban colocadas allí, con la inscripción de quien estaba
enterrado. El frontón que nos habla de un tejado a dos aguas. Interiormente tiene dos
zonas: la sala principal, que es donde se accede por la puerta y que serviría para el
depósito de ofrendas, y una cripta subterránea con altura baja, rematada con una bóveda.
Esa parte subterránea era la que se utiliza para el depositar al difunto. Perteneció a un tal
Aemili Lupi. En cuanto a la decoración, vemos relieves donde se nos representan dos
águilas que están sujetando, con sus picos, guirnaldas de frutos y de flores. La guirnalda
es la representación de la riqueza y la abundancia etc. Esto contrasta con la muerte y las
águilas que vuelan al cielo.
OBRA. MAUSOLEO DE LOS VOCONIOS (MERIDA): se trata de una construcción
arquitectónica perteneciente a la tipología funeraria. Su estructura es sencilla y consiste
en una construcción de planta rectangular, con muros gruesos. Está hecha en
mampostería y se utilizó el sillar para rematar las esquinas y para la puerta de entrada.
La mampostería no estaba a la vista y estaría cubierto de una capa de yeso. Se trata de
una construcción abierta; no tiene techo con un remate de seis antenas. Sobre la puerta
de entrada hay una inscripción que nos muestra una estructura de tiras de cuero, con
decoraciones que constan de dos collares y brazaletes de serpiente. Hay una inscripción
que nos da todos los nombres de las personas que se enterraron en su interior. Era una
familia de cuatro ya que, en las tres paredes libres, se hicieron tres hornacinas
cuadrangulares, donde se colocaron las cenizas. En la principal estaba la de los padres y,
en los lados, estaba la del hermano y la hermana. Cada hornacina tenía su retrato. Los
cuatro iban vestidos de blanco, representando a personas con estatus social. Otro tipo de
arte que encontramos en Hispania se trata de las obras de ingeniería. Eran una mezcla
entre la ingeniería y la arquitectura. Son construcciones que sirvieron como
infraestructura para mejorar el desarrollo del imperio. Contaban con todos los servicios
imaginables. Había que mejorar las comunicaciones, por lo que se hicieron carreteras,
fachadas, etc. Eran fundamentales los puentes porque había que salvar los diferentes
accidentes geográficos y facilitar la entrada a las ciudades.
OBRA. PUENTE DE ALCANTARA: se trata de una de las obras más llamativas y
monumentales encuadradas dentro de las obras de ingeniería romana. Fue construido a
principios del siglo II d.C., por el arquitecto romano Cayo Iulio Lacer. Su intención era
salvar el cauce del río Tajo. El nombre que posee en la actualidad tiene su origen en el
nombre que le dieron los árabes: al-Qantarat, que significa ‘el Puente’, dando nociones
de la admiración que expresaron ante una obra levantada muchos siglos atrás. Ha vivido
destrucciones parciales debido a diferentes guerras. Fue construido para permitir el paso
de un sitio a otro. Consta de seis ojos y arcos que salvan una distancia de más de 200
metros. Se sostienen sobre cinco pilares y dos estribos.
Solo uno de los arcos mantiene todos sus pilares sobre el lecho del río y disminuyen de
tamaño según se alejan del centro del cauce. Los dos arcos centrales tienen una anchura
de casi 30 metros y la altura es impresionante; unos 48 meros en sus arcos
centrales. Parece, a simple vista, un puente desproporcionado, pero su diseño estaba
bien pensado. Tiene las dimensiones necesarias para permitir el paso de un gran caudal
de agua durante las crecidas del río Tajo. El material es la piedra y el sillar de granito
almohadillado. Sobre los pilares nos encontramos arcos de medio punto que dan soporte
a la calzada. Los dos arcos centrales son monumentales, con 48 metros de altura, y su
ancho supera los 27 metros. Los ingenieros construyeron tajamares en la base de los
pilares, con el objetivo de desviar el agua hacia los ojos y evitar la presión sobre los
pilares. Encontramos un equilibrio entre las líneas verticales, horizontales y las curvas
de los arcos. Se empleó la unión del sistema de arquitrabado y abovedado. Esta unión
de dintel y arco creó las enjutas que, en este caso, no muestran decoración. En el centro
del puente, sobre el pilar central, se eleva un Arco de Triunfo de unos 13 metros de
altura. Aunque ha sido modificado en varias ocasiones, conserva algunas inscripciones,
como la fecha de construcción y una dedicatoria al emperador Trajano. En uno de los
extremos del puente se sitúa un templete romano, en cuyo dintel se lee una inscripción
con el nombre del arquitecto, Cayo Julio Lacer, y la leyenda: durará tanto cuanto el
mundo dure.
OBRA. ACUEDUCTO DE SEGOVIA: se trata de una obra de ingeniería romana
encuadrada en la arquitectura. Esta clase de estructuras permitían canalizar el agua hacia
la población. El arranque de estas obras es bastante sencillo, que solía ir por el interior
y, cada cierta distancia, se colocaban depósitos donde pasaba el agua. Junto con la
arena, se filtraba. Su datación está considerada en el siglo II, según una excavación y un
estudio de los materiales. Este acueducto se ubica en Segovia, pero se inició a 18 km de
ella, en el río Frío. Dio comienzo con una canalización pequeña y pasaba por dos
depósitos de filtración. La primera parte consiste en arcos de medio punto, donde, por
encima, discurre la canalización por dónde iba el agua. Durante la cuarta parte, que es la
más monumental, la altura de los arcos es mayor. Pasamos de una arquería sencilla a
una parte sumamente monumental, donde nos encontramos con una arquería doble.
Termina en la muralla de la ciudad. Desde el punto de vista constructivo, vemos que
está hecho de sillares de granito gris. También tiene hormigón, que se recubrió con una
capa de mortero para que se sellase y fuese impermeable. La canalización de la parte
superior podía ir techada para evitar la evaporación del agua y la suciedad, pero, en este
caso, no era así. En la parte de las arquerías, el granito está trabajados de una forma
isodoma. Buscando una forma similar, hay un cierto almohadillamiento y está unido con
grapas. Todas las piedras se cortaron para que encajasen. El resultado son grandes
pilares, de planta rectangular, que soportan arcos de medio punto y que sustentan otros.
La zona más alta del acueducto tiene una base similar al ático de un arco del triunfo,
donde estaba la inscripción de trajano.

OBRA. TORRE DE HERCULES: se trata de una obra arquitectónica perteneciente a las


obras de ingeniería romana. Para hacer esta construcción, inventaron un sistema que
mejoró la navegación hacia los puertos, por medio de faros que hacían de guía. La torre
de Hércules data del siglo II y consiste en un faro romano. En la base de la construcción
se conserva una piedra con una inscripción, ya que estaba consagrado a Marte. Nos da
el nombre del arquitecto que lo hizo. El origen del faro era una torre encuadrada que, al
exterior, tenía una serie de vanos y ventanas dobles. Estos estaban en cada una de las
caras y en cada altura, junto con arcos de medio punto. Tenía una moldura que daba la
sensación de ir ascendiendo y, en la parte de arriba, había un remate. En esta parte
estaba la linterna (consistente en una hoguera en aquel momento). Interiormente estaba
distribuida en tres alturas y, en cada una, había tres habitaciones. Alrededor estaba la
escalera, que permitía subir hasta la parte alta. Tanto las salas como las habitaciones y la
escalera estaban rematadas con bóvedas de medio cañón. Lo que ha desaparecido es el
lugar por donde discurría la escalera, de tal forma que la línea es la fachada exterior.
Ahora el interior simula la fachada. Se hizo una reconstrucción en 1981, pero de no
respetó la obra original. No se conserva la zona de la linterna.
En el arte hispánico, una de las ramas que tenemos que mencionar es la ESCULTURA,
basada en retratos privados o domésticos. Los romanos eran expertos en retratos, pero
había dos tipos; los privados y los públicos. Los privados eran más naturalistas, ya que
representaban mejor las características de los individuos. Los públicos eran idealizados.
Consistían en retratos funerarios que se encargaban para retratar a los familiares
fallecidos. La intención era ponerlos en las casas para considerarlos los protectores del
hogar. Se colocaban en un pedestal. Aunque los retratos fueran idealizados, siempre se
buscaba que representasen a la persona fallecida, coincidiendo con su aspecto físico. Por
su parte, Mérida es una ciudad donde han aparecido numerosos retratos, y en el museo
nacional de arte romano hay varios. Uno de ellos se denomina “El retrato del panadero”,
y otro es “El retrato de la gitanilla”. Ambos son del siglo I, tallados en mármol blanco,
que era el que más se utilizaba. El panadero no se sabe quién es exactamente. Se trata de
un hombre de mediana edad y se nos transmite la sensación de que su torso está
desnudo. Su cara es ancha, tiene orejas grandes y una nariz puntiaguda. También tiene
una pequeña verruga o lunar en la barbilla. Los ojos no se solían tallar, pero miran al
frente y se marcan las arrugas en la frente. El pelo se trabajó bastante bien y se juega
con las incisiones. Se busca representar a la persona de forma natural. En el caso del
retrato de La gitanilla, se llama así por el pelo, ya que el flequillo recuerda a las
folclóricas. Es una niña y se ve, en la base, que se ha perdido el pedestal de madera. Es
un rostro limpio; su cara es suave y sus son ojos grandes y expresivos. Su oreja lleva
agujeros, lo que demuestra que llevaba pendientes. Se buscaba esto cuando se encargaba
un retrato doméstico.
OBRA. AUGUSTO VELADO: El Augusto velado se trata de una obra escultórica que
representa un retrato masculino. Su datación se ubica en el siglo I d.C. Se trata del
emperador Augusto, mostrándose al mundo romano como “Pontifex Maximus”.
Presenta la cabeza velada por el vuelo de una toga, lo cual era propio del tocado de los
pontífices cuando ofrecían el sacrificio. El “Pontificex Maximus” era la cabeza religiosa
del estado Romano, siendo el sacerdote máximo del colegio de Pontífices y teniendo,
por tanto, autoridad política y religiosa. La obra fue hallada en el “Aula Sacra” del
peristilo del Teatro de Mérida. En origen, iría insertado en un cuerpo togado que no fue
hallado en las excavaciones. Es notable que se trata de un retrato idealizado. Fue
realizado en mármol de Carrara y era considerado un símbolo del poder del imperio.

OBRA. VENUS DE ITALICA: se trata de una obra escultórica perteneciente a la


escultura religiosa. Su conjunto fue encontrado en algunas ciudades de Itálica y se cree
que formaron parte de un conjunto decorativo de la ciudad. Se representa a Venus,
Mercurio y a Diana. Las tres se datan del siglo II y se hicieron con mármol blanco. Son
esculturas de bulto redondo y representan a tres dioses, por lo que se cree que estarían
en el interior del templo. Se encuentran descontextualizados. La primera escultura es, la
Venus, la cual es la única que se representa desnuda y representa el momento en el que
está saliendo del mar. Da la sensación de que tiene un animal marino. Aparece
representada desnuda, mostrando un cuerpo basado en la proporción y en la
idealización. Hay determinados detalles que dan un toque de sensualidad. Aunque ha
perdido la cabeza, nos quedan restos del pelo. Este se distribuía en los hombros y tenía
un carácter ondulado (lo cual era símbolo sensual). Se pensó para ser vista de frente,
porque la parte posterior de la mitad del cuerpo está tapada por un manto que lleva en
sus manos.
La parte del manto salía hacia la derecha, dando la sensación de movimiento. Tiene un
elemento curioso porque, sobre el brazo izquierdo, lleva una hoja que se llama
“colocasia”. Es una planta que tiene una forma de corazón y era una planta típica de
Oriente. No se sabe si es alguna importación. También se encontró un dios mercurio.
Se considera el mensajero de los dioses y se trata de una figura de bulto redondo que
parece haber servido de referencia el Apolo de Belvedere de Leocanes. Lleva la clámide
recogida en la parte superior del pecho y en el brazo. Aunque quedan pocos restos, se
dice que en el brazo izquierdo llevaría al dios Baco en pequeño. Se conserva bastante
bien, representa el cuerpo desnudo completamente idealizado, con un magnífico estudio
anatómico. Se remarca la verticalidad corporal con el brazo derecho, pero el izquierdo
la rompe. La clámide juega con los entrantes y salientes para marcar la plasticidad.
Aunque va desnudo, lleva dos elementos que permiten identificarlo; uno es el de las
sandalias, donde lleva unas alas. Esto es porque Mercurio se representa así o con las
alas en la cabeza, y, además, junto con el pie derecho, aunque está dañada lleva una lira.
Este conjunto se completa con la figura de Diana de Itálica, conservada mejor porque
solo le faltan los brazos. De bulto redondo, es la diosa vinculada a la naturaleza.
Aparece más recatada y lo que representa es un carácter fuerte y guerrero. El rostro es
idealizado, no se puede hablar de un retrato individual. El pelo lo tiene recogido a
diferencia de la Venus y con la particularidad de contar con el símbolo de la diadema de
la media luna. Aparece vestida con una túnica corta, atada a la cintura. Da la sensación
de que llevaba una pequeña capa posterior recogida. Al ser una túnica corta, da la
sensación de que vemos los remates de la prenda. Las botas están muy detalladas y lleva
la piel de una cabra sobre el soporte.
OBRA. ESTELA DE LUTATIA LUPATA: se trata de una escultura funeraria y se
encuentra ubicada en Mérida. Era un hecho habitual que las personas que no podían
pagarse una tumba monumental optaran por encargar estelas. Eran piezas verticales que
se colocaban sobre el lugar donde estaban las cenizas y contaban con los elementos
fundamentales: la inscripción con los datos de la persona y una especie de retrato que se
les colocaba. En este caso, es una estela que se remata con un arco rebajado y las orejas,
que serían una especie de acróteras. El arco tiene una acanaladura interior y descansa
sobre dos columnas. El retrato se trabaja en un altorrelieve y en mármol blanco. Vemos
un busto de una niña joven. Hay cierta desproporción, sobre todo en las manos y en los
brazos. Su rostro nos transmite serenidad, girando la cabeza a modo de saludo. Nos mira
con unos ojos no muy trabajados y aparece sonriendo. Está tocando un instrumento de
cuerda considerado una especie de laúd. Todos estos detalles casan con la descripción
que se nos da, porque esta obra se ubica en la tumba de Lutatia Lupata, que murió con
16 años y era alumna de música. Probablemente su profesora fuese quien encargase la
estela.
Tema 4: el arte musulmán de Al-Ándalus
El arte musulmán, también conocido como “arte islámico”, es el conjunto de
manifestaciones artísticas que se dieron en las diferentes áreas religiosas del islam. Este
arte fue creado durante el tiempo en el que la Península Ibérica estuvo bajo dominio
musulmán, formando un arte rico, diverso y único en cuanto a estilos y técnicas. Dentro
de los distintos focos regionales, debemos destacar Al-Ándalus; el territorio peninsular
conquistado por los musulmanes en el año 711 y que llegó a su fin en 1492, tras la
conquista católica del reino nazarí de Granada. Por otro lado, los diferentes periodos
que se encuadran en este arte son: el periodo cordobés o califal (siglos VIII-XI), el
periodo de los reinos de taifas (siglo XI), el periodo almorávide (siglo XII), el periodo
almohade (siglo XII-XIII) y el periodo del reino nazarí de Granada (siglos XIV-XV).
-Características generales: respecto a las características generales que encontramos en
este arte, debemos mencionar las siguientes: en primer lugar, debemos mencionar la
asimilación de tradiciones procedentes de pueblos conquistados, encontrando, en este
aspecto, elementos como arcos de herradura visigodos, columnas y arcos de medio
punto romanos, cúpulas y mosaicos bizantinos, arcos lobulados y apuntados orientales,
etc. Los mosaicos, en concreto, fueron tomados como referencia y eran representados en
lugares especiales, siendo traídos de Bizancio. En segundo lugar, debemos destacar que
el arte islámico se trata de un arte muy influenciado por la religión, destacando la
mezquita en sus diferentes tipologías. También tomaron protagonismo otro tipo de
construcciones, como los edificios civiles. Un ejemplo de estas edificaciones son los
grandes palacios. En tercer lugar, debemos explicar que la arquitectura es el arte que
más destaca, resaltando su importancia respecto a las demás. Por este motivo, la pintura
y la escultura están al servicio de la arquitectura, destacando, en la decoración, la
azulejería.
Por otro lado, cabe resaltar que en la arquitectura se utilizaron, mayoritariamente,
materiales pobres (ladrillo, adobe, madera y yeso) y, en ocasiones, reutilizados. Estos
eran enmascarados con la decoración (yeserías, pinturas, azulejería, etc.). Los edificios
solían ser de poca altura y predominan, en ellos, las líneas horizontales. También es
fundamental, en estas construcciones, la presencia del agua y de la vegetación. Su
importancia reside en el hecho de que el arte musulmán fue creado para apelar a los
sentidos, ya fuera la vista, el oído, el tacto, etc. Con esta vegetación y el agua, se
producen sensaciones corporales que apelan a todos los sentidos de nuestro cuerpo. Por
último, un elemento que tenía, también, mucha importancia era la decoración, la cual
solía hacerse con motivos geométricos, vegetales, figurativos y calígrafos.
Particularmente, la decoración realizada con elementos vegetales se denomina
ataurique, para la cual, en el mundo islámico, se hizo una reinterpretación del capitel
corintio romano. Su forma se adaptó, haciéndose una prolongación del fuste y
recubriéndose con decoración vegetal. Esta clase de decoración no es naturalista, si no
que está geometrizada.
Adentrándonos en el ámbito de los periodos, el primero, como se ha mencionado
previamente, es el arte cordobés. Dentro de él, encontramos diferentes etapas y la
primera es el emirato dependiente de Damasco (siglo VIII). En esta etapa, encontramos
la aparición de una figura muy importante: Abderramán I. Su familia poseía el control
de Damasco, del cual dependía Córdoba y Abderramán pertenecía a la dinastía Omeya.
Sin embargo, había una dinastía contraria que se hizo con el poder de Damasco,
arrebatándoselo a los Omeyas; esta era la dinastía Abasí, los cuales asesinaron a la
familia de la dinastía anterior. Abderramán I consiguió huir de esta matanza, llegando
hasta la zona del norte de África. En ese momento, comenzó a buscar apoyos para
autoproclamarse como el nuevo gobernante, al margen de Damasco.
Al llegar a la península, inauguró una etapa diferente: el Emirato independiente (siglos
VIII-X). Abderramán I se estableció como Emir y fue un periodo fructífero desde el
punto de vista artístico, puesto él propuso la construcción de la mezquita de Córdoba.
Su proyecto fue continuado por sus descendientes. Después, llegó otra etapa: el Califato
independiente (siglos X-XI), estableciéndose Abderramán III como príncipe de los
creyentes. A lo largo de estas etapas, vamos viendo cambios artísticos y algunos de
hechos se encuadran en la construcción de la Mezquita de Córdoba. Se trata de una
Mezquita Aljama, es decir, era la mezquita principal de la población islámica, utilizada
para el día del rezo sagrado (normalmente eran los viernes). Otro tipo de mezquitas eran
las madrazas, orientadas hacia el estudio del Corán.
Sobre la mezquita de Córdoba tenemos información, pero hay datos que no están claros.
Se sabe que, en un momento dado, el gobernador de la ciudad decidió comprar parte de
un monasterio visigodo que estaba en el centro de la ciudad. Se dice que la mitad del
monasterio era para los musulmanes y la otra mitad para los cristianos, aunque no se
sabe hasta qué punto fue, esto, real. En cuanto a la mezquita, se tiró abajo esta
construcción visigoda y sus materiales fueron reutilizados. Estos materiales eran
romanos antes de ser visigodos, por lo que ya habían sido reutilizados previamente. Se
decidió empezar a levantar un gran edificio que seguía el formato típico de una
mezquita, conformada por una gran sala de oración: el Haram, un espacio diáfano y
amplio. Esta zona solía estar abierta, pero, también, conformada por “un gran bosque de
columnas” respecto al que se ha querido estudiar la representación simbólica. Las
columnas parecen corresponderse con la idea de las “palmeras” y esta es la impresión
que generan en múltiples ocasiones.
Otra parte fundamental de las mezquitas, que se encuentra en la entrada, es el patio
(“Sahn”). En él se llevan a cabo los rituales previos antes de entrar a orar, como lavarse
las manos, los pies, la cara y el enjuague bucal. Esto se hace porque los creyentes del
islam deben entrar limpios y purificados, por lo que la presencia del agua en este patio
es fundamental. También, en la mezquita, nos encontramos con un elemento muy
importante en la estructura: el alminar. Se trata de una torre desde la que se llama a la
oración y la persona encargada de llevar a cabo esta función es el muecín.
Adentrándonos más en la mezquita y observando el interior del Haram, nos
encontramos con una serie de zonas; uno de los espacios privilegiados que se ubican
aquí, es la Macsura, la cual se reserva para figuras de alto nivel político y social. Es una
zona acotada que permite que estas figuras acudan al rezo separadas del resto de la
gente, lo cual se trata de una medida de protección para que no sean atacados. Esta zona
acotada suele estar cerrada por algún tipo de verja y, en el caso de la mezquita de
Córdoba, se trata de un espacio emblemático. Sin embargo, la parte más importante del
haram es la quibla, es decir, el muro que se orienta hacia la Meca. En la mezquita de
Córdoba, está en la zona del sur. Dentro del muro de la quibla, un elemento fundamental
es el mihrab: una pequeña habitación, de nicho u hornacina, en la que se suele situar el
Imán, quien es la persona que dirige la oración. Todos estos elementos se encuentran
situados en la Mezquita de Córdoba, que responde muy bien al rasgo de la
horizontalidad y es una construcción muy visible en el exterior. No tiene mucha altura y
se remata con las almenas. Nos da ciertos elementos estéticos que se concentran en cada
una de las puertas del recinto. Todo esto va en consonancia en con los colores y los
elementos decorativos. Por su parte, la mezquita de Córdoba no se trata de una mezquita
convencional, si no que es una mezquita catedral. Se tata de una mezquita sin culto
islámico, ya que el culto que tiene es cristiano, pero es una mezquita estéticamente.
Actualmente, el edificio mantiene buena parte de la estructura de una mezquita, pero se
construyó dentro una catedral en la parte central (siglo XVI). Esta parte cristiana solo
puede verse desde lo alto, ya que desde abajo no se observa.
Según la leyenda, la construcción de la catedral fue promovida por Carlos V, pero él se
quejó al saber que se había tirado abajo parte de la mezquita original. Antes de hacerse
la catedral del siglo XVI, se hizo una catedral más pequeña, cuya tipología era gótica y
esta es la razón de que encontremos arcos góticos. También encontramos una parte
renacentista y el motivo es que este edificio no fue creado de golpe, si no que fue
cobrando forma, a lo largo del tiempo, según las indicaciones de diferentes monarcas y
califas. Un condicionante, para esto, fue el crecimiento de la población.
-Fases de la mezquita:
1. La primera fase de la mezquita se conoce como la “Mezquita de Abderramán I” (siglo
VIII). En esta fase se estableció el formato del edificio, conservado en las fases
posteriores. Se basaba, entonces, en una estructura de planta cuadrangular y el edificio
era mucho más pequeño. Se reservaron, para hacerla, algunos elementos visigodos y
romanos. La mitad del espacio correspondía al Haram y este espacio estaba dividido en
11 naves, separadas por arcos y columnas. Al fondo del Haram estaba el muro de la
quibla; quedan restos de este muro, el cual se abrió para alargar estas primitivas 11
naves. La otra mitad del recinto era ocupado por el Sahn del cual, actualmente, solo se
conserva uno de sus muros de cierre. Sus otros muros acabaron desapareciendo debido a
las ampliaciones de este patio. Conocemos el trazado del patio porque se documentó
gracias a una serie de excavaciones arqueológicas. También se documentó que, en uno
de esos muros, quedan los restos de la torre Alminar; era una torre cuadrangular situada
en el muro norte.
Por otra parte, se realizaron columnas para soportar una serie de arquerías, que son las
que conforman la separación de las naves. Los capiteles de esta fase no eran uniformes,
si no que eran columnas reutilizadas (tanto romanas como visigodas). Igualmente, se
reutilizaron los capiteles y vemos mármol de distintos tonos: rosa, gris, verdoso,
azulado, etc. La mayoría de los fustes son lisos, pero algunos están decorados con
acanaladuras. En el caso de los capiteles, la mayoría son corintios o compuestos, pero
no son iguales, ya que se tuvieron que adaptar para que tuviesen la misma altura. Para
conseguir esto, se colocó un pilar por encima de la columna. Sobre estos pilares se
revistieron los arcos en dos alturas: los inferiores adaptaron el formato del arco de
herradura, mientras que los superiores adaptaron el del arco de medio punto. Los
materiales utilizados fueron sencillos y austeros, introduciéndose elementos estéticos
(como el ladrillo) para realizar las dovelas. Estas dovelas están hechas con ladrillo o con
piedra y en ellas encontramos una bicromía, ya que algunas son rojas y otras blancas.
Los pilares superiores poseen una decoración sutil, conformada por el modillón o los
modillones de rollos. Por encima se colocó una techumbre plana, de madera y
originalmente estuvo decorada, pero, en la actualidad, solo se conserva el recuerdo del
formato de las vigas.
OBRA. LA PUERTA DE SAN ESTEBAN: respecto al exterior de la mezquita, de la
planta original solo se conserva parte del muro que cierra la zona del Haram en su parte
occidental. En esta parte, aparece la parte más antigua de la mezquita, la cual se utilizó
como referencia para hacer el resto de las puertas. Se trata de “La Puerta de San
Esteban” o “La puerta de los Visires”. Está muy dañada y le faltan algunas partes, pero
podemos analizar su modelo; se trata de una puerta adintelada y lo que destaca es que,
en la parte superior, tiene un segundo cuerpo en el que se colocó un arco de herradura,
cuyo formato siguen los arcos del interior. El arco tiene relieves de ataurique o
decoración vegetal y se juega con la bicromía, utilizándose ladrillo y piedra. En el
interior del arco vemos un espacio vacío que, probablemente, tuvo decoración. El
interior del arco conserva una banda con una inscripción en la que se hace referencia a
que fue una puerta construida en el año de Abderramán I, pero que fue restaurada en el
siglo IX.
Esta parte del arco tiene otra moldura rectangular que hace la función de enmarcar y la
denominamos “alfiz”, un elemento habitual en la arquitectura islámica. Por encima, lo
que tenemos son elementos que nos dan a entender algunos hechos; en el segundo
cuerpo de la puerta quedan restos de lo que fueron pequeños arcos ciegos, en forma de
herradura, y en la parte inferior de los mismos había una serie de paneles con
decoración ataurique. Para proteger la puerta se hizo una especie de tejado, sustentado
sobre modillones, que servía para resguardar de la lluvia o la caída del agua. Los
laterales también estuvieron decorados y quedan algunos restos de sillares decorados en
ataurique. Además, quedan vanos originales que daban comunicación con el exterior. La
puerta se sitúa en la parte más antigua de la aljama y sufrió una remodelación en época
de Muhammad I.
Tras el crecimiento de la población, se hizo necesaria una ampliación de la mezquita,
llevada a cabo en tiempos de Abderramán segundo. Esta ampliación marcó la segunda
fase de la mezquita. Se tiró el muro de quibla (orientado hacia el sur) y se añadieron 8
tramos más para alargar las naves que ya existían- Se cerró y se generó un nuevo muro
de quibla, del que quedan restos. Se hizo un nuevo Mihrab en el centro y se continuó
con el formato original de la mezquita. Querían dar unidad sin que se notasen cambios,
por lo que las columnas y capiteles siguieron siendo reutilizados, manteniéndose el
mismo sistema constructivo. La única diferencia, en este sentido, se marcó en la parte
baja de los pilares: perdieron los rodillos y se hizo una decoración diferente (“pecho de
paloma”). Antes de llegar a la 3ª ampliación, hubo intervenciones después de
Abderramán II, por ejemplo, la de Muhammad I: restauró la puerta de San Esteban y
generó la primera Macsura en la parte central, convirtiéndola en una zona acotada con
verjas de madera. En tiempos de otro gobernando (Al-Mundir) se generó una zona
llamada “la cámara del tesoro”. Dado que, en esta mezquita, hubo elementos de gran
importancia histórica y simbólica para el islam (reliquias importantes), este espacio
sirvió para guardar estos elementos. Un tiempo después, en época del monarca Abd
Allah, se realizó el primitivo Sabbat: una especie de pasillo o túnel que conectaba el
palacio del Emir (en frente de la mezquita) con la mezquita. Así, el Emir cruzaba la
calle metiéndose en la mezquita y entraba a la macsura sin mezclarse con otras
personas.
Una intervención más fue la que se realizó en tiempos de Abderramán III, ya que se
hizo otra ampliación y la planta adquirió un formato más alargado y rectangular. Se
generó un espacio homogéneo y desaparecieron los cerramientos originales que se
realizaron en épocas de Abderramán I. En esta época se le dotó al patio de la forma que
tiene actualmente. Se le colocaron unos pórticos circundantes, construidos con pilares.
Cada cierto tramo encontramos arcos triples, sustentados con capiteles decorados. Se
retomó el modelo de las columnas clásicas o corintias, pero adaptadas a la decoración
del islam. Recuerdan a los capiteles corintios. Sobre los arcos encontramos alfices. Por
otra parte, cuando se tiró abajo el patio primitivo de Abderramán I, se tiró, también, el
antiguo alminar. El nuevo se hizo pegado al muro norte y contiene el formato antiguo,
basado en una torre cuadrada. Sin embargo, este alminar se encuentra “vestido” de
cristiano. Lo que ocurre es que, en el siglo XVI, se hizo la catedral y se recubrió el
antiguo alminar con decoración de ese siglo, añadiéndole un cuerpo superior. Por ello,
pasó a ser un campanario cristiano. Conocemos el antiguo alminar gracias a los restos
que quedan en la torre, la cual estaba conformada por dos cuerpos y el segundo era un
pabellón pequeño. El alminar tenía una única puerta que no daba al exterior de la
mezquita y estaba retomando el formato de la puerta de San Esteban. En las cuatro caras
contiene vanos variados. Las caras orientadas hacia el sur y norte poseen vanos dobles
de diferentes alturas, jugando con los arcos bícromos. Por su parte, en las caras
orientadas hacia el este y oeste se colocaron vanos dobles y triples.
Vemos una decoración de arcos ciegos en todas las caras, rematada con almenas
escalonadas. El segundo cuerpo estaba abierto porque, desde ahí, se llamaba a la
oración. Contiene una cúpula (la cual era dorada) y hay un remate; algo propio de las
mezquitas islámicas. Esto se denomina “yamur” y está compuesto por un “pincho” con
3 bolas doradas. El interior tiene escaleras para subir a la parte de arriba. Se observan
algunos muros y vanos originales.
La población siguió creciendo, por lo que, en tiempos de Al-Hakam II, se realizó la
penúltima ampliación, con mayor interés decorativo. Se amplió la sara de oración del
Haram y se siguieron alargando las primitivas 11 naves: se realizaron nuevos muros de
cerramiento y nuevas puertas que copian el formato original. Se usaron materiales
específicos para esta construcción y se hicieron nuevas columnas de mármol que juegan
con 2 colores: rosáceo y azulado. Se colocaron capiteles corintios pasados por una
geometrización, en cuya parte inferior encontramos modillones, pero tienen una forma
distinta. Se siguen empleando arcos de herradura bicromos. Por otro lado, se emplearon
elementos decorativos más ricos, pero con un toque diferente. Se creó una nueva
macsura (la anterior desapareció) y corresponde a las 3 naves centrales en los últimos
tramos. Es una macsura diferenciada en planta y en alzada, por lo que es más especial
que las anteriores arquitectónicamente. Está separada del resto del espacio mediante una
serie de columnas, pero en ese espacio, en vez de utilizar por encima pilares, se
utilizaron columnillas. Entre ellas no nos encontramos los arcos bícromos, si no arcos
lobulados cuya superficie está decorada con relieves hechos en yeserías y detalles
vegetales. Por encima, lo que vemos es un 2º cuerpo compuesto por arcos
entrecruzados. Todo ello se cubre, de nuevo, con decoración de yesería esculpida, la
cual parece un encaje. Desde el interior vemos otro muro cuyo cerramiento es
simbólico, ya que encontramos arcos de diferentes estilos que, de nuevo, se van
entrecruzando. Además de este sistema de cerramiento simbólico, había una verja para
cerrar. Se emblematizó ese espacio, pero, actualmente, al entrar en la macsura
observamos que las techumbres de ese espacio son diferentes a las del resto de la
mezquita. Al inicio de la macsura vemos tres cupulas de formato califal (cúpulas
geometrizadas) y el uso de unos arcos entrecruzados que dejan espacios vacíos entre
ellos. Algunos son cuadrangulares (como el central, en el que se coloca un pequeño
copulín) y otros son triangulares. Se decoraron con yeso y pintura. Destaca la cúpula
que esta delante del Mihrab, ya que es completamente distinta. Es una cúpula
formalmente califal típica, pero está recubierta de un mosaico de oro.
La decoración es conjunta con la del Mihrab. En el interior de la macsura hay una
techumbre original de madera que conserva su decoración pictórica y este espacio es
una pequeña joya dentro de la mezquita. Al fondo se construyó un nuevo muro de
quibla con el mihrab (éste consiste en una pequeña habitación de planta poligonal). Está
abierto a la mezquita y tiene un arco de herradura. Se reutilizaron las columnas del
antiguo Mihrab y en el arco de herradura encontramos develas. Vemos decoración
vegetal, como las hojas. El color es azulado, verdoso y rojo. También hay detalles
epigráficos en la banda hecha por el alfiz, que enmarca el mihrab. Tenemos detalles de
yeserías y otros que están hechos en mediorrelieve. Por su parte, el mihrab es una
habitación pequeña que contiene un zócalo de mármol y un cuerpo decorado también
con yeserías, donde se van produciendo arcos lobulados. Dentro encontramos una
cúpula decorada con una concha dirigida hacia el exterior. Por otra parte, en ese muro
de quibla, además del mihrab aparecen otras estancias.
Hay un muro doble que hace la función de un pasillo y, a lo largo del mismo, es donde
aparecen las estancias antes mencionadas, usadas como cámara del tesoro (la antigua
desapareció). Son cinco estancias, unidas entre sí, a las que se accede por una puerta que
se encuentra al otro lado del mihrab. El Sabbat desapareció, por lo que se rehízo en esta
época de Al-Hakam II. Ahora, respecto al Sabbat, quedan sus restos marcados en el
suelo porque actualmente no existe. Estos restos indican la zona por la que pasaba el
Sabbat.
La ciudad continuó creciendo y se realizó una mayor ampliación en época de Almanzor.
Ampliaron el edificio hacia un lado que no se había tenido en cuenta, ya que todas las
ampliaciones se habían realizado hacia el sur. Ya que querían hacer una ampliación muy
grande, seguir orientándola hacia ese lado era imposible debido al río Guadalquivir; es
una zona cuyo terreno es inestable, por lo que se hizo una ampliación hacia la zona
oeste. Trataron de replicar la parte correspondiente del edificio, ampliándose el patio y
añadiéndose la parte correspondiente al Haram, con 8 naves nuevas. Al hacer esa
ampliación quedaron testigos del muro de cierre, dando muestra de las diferentes fases
de la mezquina. Encontramos restos de vanos, hornacinas y pinturas originales. La
ampliación siguió con el mismo formato estético y constructivo que tiene el resto de la
mezquita: mismo tipo de columna, capitel, superposición de los arcos, etc., y se remató
todo con una cubierta plana de madera. El problema es que el mihrab quedó descentrado
y pensaron en tirarlo abajo, pero debido a su riqueza decorativa, decidieron mantenerlo.
Se cerró con un muro sencillo. Por su parte, una de las puertas de época de Almanzor se
encuentra en uno de los nuevos muros laterales. Esta puerta contiene una distribución
tripartita y un vano en medio (como en las puertas de las épocas anteriores). Por otro
lado, la mezquita, en 1236, pasó a convertirse en IGLESIA, finalizándose el culto
musulmán e iniciándose el cristiano. No se hicieron grandes cambios estructurales y la
primera alteración cristiana importante se realizó en 1371, ya que se creó la capilla real,
a los pies de la macsura antigua. Le añadieron a la capilla una nave gótica a finales del
siglo XV y se utilizó durante bastante tiempo, pero, en 1523, se finalizó la catedral
renacentista que vemos en la actualidad. Se destruyó el corazón del edificio islámico
original para generar esta planta de cruz latina, remodelando el aspecto interior del
alminar y haciéndolo funcionar como campanario. Muchas naves externas han
cambiado porque, en ellas, se han construido ciertas capillas.
La segunda fase en la que se encuadra el arte fueron los Reinos de Taifas. En este
periodo tuvo lugar una fragmentación del poder y políticamente hubo un cambio, pero
no se manifestó en el arte. Se mantuvo la unidad artística junto con las tradiciones
anteriores. Continuaron los modelos cordobeses en el ámbito estético y constructivo.
Encontramos, sin embargo, algunas novedades: se eliminó el bizantinismo, es decir, los
mármoles y los mosaicos. Los materiales cambiaron y comenzó a hacerse un mayor uso
del ladrillo, por encima de la piedra. Esto hizo que el arte de este periodo estuviese
decorado, pero de una forma sencilla. Las mezquitas mantuvieron el modelo de Córdoba
y cobró una gran importancia la arquitectura palatina. Al exterior se mostraba una
imagen exquisita. Dos ejemplos son El palacio de la Aljafería (Zaragoza) y Los baños
del Nogal (Granada).
*OBRA. EL PALACIO DE LA ALJAFERIA: se trata de una obra arquitectónica
perteneciente al arte islámico. Su datación se ubica en el siglo XI, en el periodo de los
reinos de Taifas. Se trata de un palacio de recreo fortificado y fue utilizado por la
dinastía de los hudíes. Su aspecto exterior es sobrio y, aunque los materiales son pobres
(ladrillo, adobe, etc.), se enmascaran con una rica decoración de yeserías.
Su construcción fue impulsada por un monarca conocido como “Ya-far” y el palacio, en
origen, era conocido como “Qars al-Ya’ fariyya”. Su recinto lleva utilizándose desde el
momento de su creación hasta la actualidad. Hay partes que han desaparecido, pero hay
otras que se conservan. Durante la Reconquista el palacio se convirtió en alcázar
cristiano y, en el siglo XIV, se convirtió al estilo mudéjar con Pedro I. En el siglo XV se
le realizaron algunos cambios con los Reyes Católicos y, en el siglo XVI, con Felipe II
se fortificó y se le añadió el foso. Los cambios importantes se le realizaron en el siglo
XX, durante los años sesenta y setenta. Encontramos restauraciones características
gracias a Francisco Iñiguez Almech y Ángel Peropadre. Además, se estableció como
sede de las cortes de Aragón. Durante el siglo XI, la obra se trataba del conjunto de un
gran palacio que estaba retomando el modelo palatino de la dinastía omeya. Este estilo
se constituía por palacios distinguidos, interiormente, en tres partes: una muralla con
torreones, una sola puerta de entrada y, en su interior, una distribución espacial basada
en tres zonas. La parte central era la más noble y en ella se colocaba el palacio. También
contenían, estos palacios, un patio principal en torno al cual se establecían las estancias.
Este palacio contenía una alberca en uno de sus lados, además de contener vegetación y
diferentes pórticos. Uno de ellos daba acceso al trono. Los espacios laterales estaban
cubiertos por estancias de otro tipo y dedicadas al servicio, por ejemplo, las cocinas.
Respecto a la muralla, nos encontramos con una construcción realizada en piedra y
ladrillo. En ella hay elementos artísticos, como los grandes arcos que se observan. Sin
embargo, varios de los torreones de esta construcción son de los años setenta, ya que
algunos fueron reconstruidos y otros se perdieron. En esta zona de la muralla es donde
se encuentra la única puerta de entrada, que contiene un arco de herradura y una galería
ciega con arquillos. Todos los torreones son circulares o semicirculares a excepción de
uno que se encuentra al norte: la torre del trovador. Es la torre mas antigua y su formato
es diferente, ya que es más alta y robusta que las demás. Es de planta rectangular y
servía como lugar de vigilancia. Las ventanas son posteriores, pues lo único que
contenía para ver eran vanos estrechos y altos desde los que se podía lanzar flechas.
Interiormente nos encontramos con dos alturas y se conserva pare de la estructura
original. En cuanto al patio, actualmente se trata de “el Patio de Santa Isabel” y contiene
algunos elementos de época mudéjar. También contiene elementos originales que se
conservan de este periodo. Conserva la alberca original, aunque no tiene agua. Se
encuentra delante de un pórtico articulado sobre unos pilares a los que fueron adosadas
unas columnas islámicas, pero su capitel contiene decoración vegetal. Nos encontramos
con un juego de distintos arcos que se entrecruzan, ya que algunos son lobulados y otros
de medio punto. El remate se realiza mediante pequeños arquillos, a modo de imagen de
presentación. Entre los materiales, nos encontramos con el yeso esculpido y el pilar se
realiza mediante mármol, piedra y yeso. Su acabado es rico y es, en la zona norte, donde
conservamos la mayoría de los elementos de esta época. Tiene añadidos posteriores,
entre los que se encuentra un pórtico adintelado.
Al lado del salón del trono, hemos de mencionar que el monarca tenía un oratorio
personal y privado, donde iba a rezar. Estaba en la zona orientada hacia el este. El
pórtico que antecede al salón del trono antes mencionado se encuentra actualmente
cubierto, pero dista mucho del original (que no contenía las fachadas). Se trata de una
arquitectura esbelta y cuidada, donde nos encontramos columnas que poseen un carácter
rico pero islamizado. Esto lo sabemos porque el capitel es corintio, pero su fuste es muy
estilizado.
Por encima nos encontramos con arcos apuntados, los cuales poseen lóbulos que juegan
con una curva continua, dando un aspecto decorativo. También se observa un conjunto
de yeserías donde se combinan múltiples colores. Después tenemos la entrada: un gran
pórtico que da acceso al salón del trono. La puerta se conforma por cuatro vanos y
cuatro arcos apuntados sujetados por columnas dobles. Por encima vemos una
decoración de sebka, realizada mediante el cruce de los elementos constructivos de los
arcos.
En el salón del trono queda parte de la decoración original, consistente en un gran friso
que recorría toda la estancia. Replica algunos elementos arquitectónicos que ya hemos
mencionado, pero adaptándolos al formato de pequeños relieves. Encontramos
elementos de decoración vegetal también. Al lado del salón encontramos el espacio del
oratorio, que posee una planta octogonal. Cuenta con un espacio que sobresale de la
planta: el mihrab, orientado a la meca. En la entrada del oratorio hay una puerta que
cumple con la función de engrandecer el espacio, para lo cual utiliza la yesería que
enmarca el vano y la puerta, un alfiz y unas galerías con arquillos ciegos. Toda la
superficie está cubierta por decoraciones de yeserías vegetales. Hay un arco de
herradura que tiene un formato distinto, denominado “arco de lambrequines” (el
arranque del arco tiene una moldura en forma de “s”, en lugar de ser recto o limpio). Al
pasar por la puerta, lo que vemos es un espacio alterado y dañado. Los huecos, a
excepción del zócalo, estaban recubierto con yeserías y decorado. Sin embargo, este
espacio recupera algunos elementos presentes en la mezquita de Córdoba, como el
nicho del Mihrab. Se abre con un arco de herradura, donde se juega a decorar el frente.
La distribución es poligonal, con una cúpula que lo cubre. En el exterior hay una serie
de columnas adosadas y, de ellas, salen arcos mixtilíneos (donde se mezclan diferentes
tipos de líneas). En ellos se conserva algo de la decoración original de las yeserías,
como la caligrafía o elementos vegetales. La parte superior se perdió durante la
ampliación, en época de los Reyes Católicos. En esa época la cúpula se desmontó
porque decidieron crear una sala en el cuerpo superior. Más tarde decidieron recuperar
la parte original del espacio. Se colocó una cúpula, pero es fruto de una reconstrucción
del siglo XX.
OBRA. LOS BAÑOS DEL NOGAL: esta obra se trata de un baño árabe construido
durante la taifa zirí, con el Rey Badis ben Habus o el Rey Abd Allah (no se sabe
exactamente cuál hizo el encargo). Los baños datan del siglo XI y se sitúan en el
corazón de Granada. La tradición de los baños, en el mundo islámico, se toma del
mundo romano; estos baños islámicos no servían solo para el aseo, si no que se
consideraban un lugar de reunión. La estructura de estos baños toma, como referencia,
el modelo romano: un sistema que contenía una zona con vestuario. Las salas de estos
baños se dividen, principalmente, en tres espacios, además del vestuario
correspondiente a cada sala. Estas salas son la sala fría, la sala templada y la sala
caliente. En el mundo romano, estas salas recibían los nombres “frigidarium”,
“tepydarium” y “caldarium”, Para controlar las diferentes temperaturas, establecieron
una estructura subterránea, compuesta por una serie de canalizaciones, por donde
pasaba el agua caliente o el aire. Conforme las salas se separaban de la zona de la
caldera, la temperatura iba bajando. Por su parte, la fachada de estos baños se encuentra
entre dos edificios, aunque, desde fuera, no se nota.
La primera zona corresponde a un patio donde hay una especie de “garita” utilizada por
el guardia para sentarse. Se encuentra al lado de la puerta de entrada. A continuación,
nos encontramos con la primera zona; una sala pequeña donde se sitúa el vestuario. Hay
una puerta que se atraviesa para acceder a los distintos espacios.
En este momento nos encontramos con la sala fría, que se trata de una sala alargada. Se
encuentra cubierta por una gran bóveda y, en los laterales de este espacio, nos
encontramos con arcos dobles, de herradura, que constituyen un espacio abierto (tal vez
fueran usados para sentarse). El material se trata del ladrillo recubierto de yeso pintado,
normalmente de blanco o de zócalo rojo. Quedan restos de este recubrimiento, pero la
mayoría se ha perdido, permaneciendo solo el ladrillo. En la bóveda vemos algunas
aperturas, las cuales son claraboyas que tienen forma estrellada o poligonal. Se
utilizaban ara ventilar, iluminar y permitían la salida del vapor. Avanzando, accedemos a
la sala templada, la cual (en este caso) es un espacio rectangular y no tan alargado como
el anterior. Es la sala más y arquitectónicamente más llamativa. Está rodeada por un
pórtico que envuelve al espacio central. Este pórtico está generado por el uso de una
serie de columnas y capiteles (algunos de ellos reutilizados). Volviendo a la sala nos
encontramos, de nuevo, con “los muros desnudos” (es decir, sin cobertura de yeso).
Vemos que el espacio posee arcos de medio punto. La cubierta central se constituye por
una gran bóveda cuadrangular con claraboyas en forma de estrella y contiene un vano
cuadrangular. Por otra parte, en el siglo XVI, en esta sala fue creada una gran pila donde
las mujeres iban a lavar la ropa. Era una especie de “piscina” central donde se ubicaba
el agua y, alrededor, estaban dispuestas las tablas de piedra que se usaban para lavar y
secar la ropa. Vemos capiteles con decoración vegetal. Pasando por otra puerta que
contiene un arco de medio punto, accedemos a la sala caliente, cuyo nombre en árabe es
“Bayt al-sajun”. Posee el mismo formato que la sala fría. Encontramos restos de la
caldera, que contenía un espacio subterráneo. En los lados había pequeñas piscinas en
las que te podías bañar. Las partes más dañadas de esta sala son las que están cerca de la
caldera.
La tercera etapa que encontramos en el arte islámico es el arte almorávide o
almohade. En este arte encontramos una influencia procedente del norte de África, ya
que empezaron a llegar poblaciones procedentes de esta zona. A) arte almorávide: el
gobernante musulmán de esta época fue Yusuf Ibn Tasufín. Nos encontramos con una
época austera en cuanto a la decoración, hasta que, con Ali Ibn Yusuf, la decoración
cobró más importancia. No nos quedan demasiadas muestras artísticas de este periodo,
además de las fortificaciones (aunque algunos castillos antiguos no se encuentran muy
bien conservados). Respecto a las características estéticas, hay una continuación en
referencia al periodo anterior (Los Reinos de Taifas). Arquitectónicamente cobra más
importancia el pilar que la columna, ya que es más austero que la misma. La columna
pasó a usarse en zonas específicas y reservadas. Encontramos un gran uso del ladrillo
como elemento constructivo, recubierto con yeserías o decoración ataurique. También
encontramos el uso de cupulas califales y una gran variedad de arcos (de herradura,
túmido, lambrequines, etc.). En cuanto a la mezquita, ésta continúa con los modelos
anteriores. B) arte almohade: este arte procede del Alto Atlas y su jefe fue Muhammad
Ibn Tumart. Su continuador fue Abd Al Mumin. Se trata de un arte muy austero,
tendente a eliminar la decoración. Encontramos pilares con columnas adosadas, arcos
túmidos y de lambrequines, y un uso de la sebka. Las mezquitas son sencillas en cuanto
a su decoración. La arquitectura militar es muy sobresaliente, en la que vemos una
influencia bizantina y omeya. Los materiales más utilizados son la argamasa y la piedra.
OBRA. CASTILLEJO DE MONTEAGUDO (MURCIA): esta obra se trata de un
palacio fortaleza, conocido, en las fuentes, como “Quasr Ibn Sad. Fue obra del
gobernante Muhammad Ibn Mardanis y fue construido en el siglo XII.
Su estructura es peculiar, puesto que se trata de una construcción situada en una
elevación. Hubo que trabajar los alrededores para ubicar el castillo, el cual trata de
mostrar elementos ya vistos y representados, de mejor forma, en el arte nazarí. La
construcción era un espacio rectangular, articulado en base a un gran patio de crucero,
conformado por dos pasillos que se cruzaban. Dejaron, como resultado, 4 parterres que
contenían vegetación. Coincidiendo con los lados cortos, se colocaron dos albercas. Por
su parte, en la zona de paseo, la vegetación fue empleada para apelar a los sentidos junto
al agua, que, presente en las albercas, se escuchaba fluir. Alrededor nos encontramos
con los espacios de habitación; se tratan de estancias sucedidas una detrás otra, que
constituían una especie de pasillo. Había un espacio central al que se añadieron tres
alcobas. Las zonas habitacionales se encontraban en los ángulos. En el exterior vemos
que hay una zona de entrantes y salientes, rodeada por torreones puestos muy juntos. El
espacio estaba antecedido por un muro, puesto delante de la entrada principal. Estaba a
un nivel inferior del castillo, en la parte del cerro que era más susceptible a ser atacada.
El problema es que la obra se realizó en argamasa y tapial. De la parte del patio no
queda casi nada, ya que se utilizó como una balsa de riego. De las estancias
encontramos algunos restos, sobre todo elementos decorativos, pero también están muy
dañados. La estructura, probablemente, alcanzó bastante altura. Por otra parte, para
hallar ejemplos del arte almohade de nuestro país debemos irnos a SEVILLA. De los
elementos que se conservan de esta época, nos centraremos en los elementos religiosos.
OBRA. LA GIRALDA DE SEVILLA: “la giralda de Sevilla” se trata del nombre que
recibió la torre campanario de la catedral de Santa María de la Sede de Sevilla. La parte
inferior de la torre corresponde al alminar de la antigua mezquita de la ciudad. La parte
superior, sin embargo, se trata de una construcción sobrepuesta en el siglo XVI, en
época cristiana, para albergar las campanas. En su cúspide se encuentra la estatua de
bronce que representa el triunfo de la fe cristiana: el Giraldillo, que tiene función de
veleta. La torre mide unos 97’5 m., de altura y está construida en ladrillo,
principalmente. Esta torre campanario ha sufrido múltiples cambios a lo largo de la
historia, fruto de los autores que han trabajado en ella y, sobre todo, por su utilización
como símbolo de dos religiones diferentes. La Giralda se inició en un periodo de
dominación almohade, durante el siglo XII. Su arquitecto fue Ahmed Ben Basso y fue
pensada para que formara parte de la nueva mezquita que se iba a levantar en la ciudad,
sustituyendo a la anterior. A finales del siglo XII se coronó la torre, la cual contenía 4
esferas doradas y mandadas a colocar por el emir Abu Yaacub al-Mansur. Con la
Reconquista de Fernando III (siglo III), el templo y el alminar se consagraron al culto
cristiano. Más tarde, en el siglo XIV, un terremoto provocó que las cuatro esferas
doradas que remataban la giralda se derrumbaron, coronándose el cuerpo de forma
austera y con una cruz latina. En el siglo XVI, con la Catedral de Sevilla erigida, se
acometió la obra que cambió el aspecto y la concepción de la torre: el cuerpo de Hernán
Ruiz II, elevando la torre hasta los 95 metros.
Como ya hemos mencionado, la Giralda pasó por diferentes épocas constructivas que
han determinado su aspecto actual. La torre que vemos hoy en día consta de un cuerpo
principal, de planta cuadrada, que llega hasta la altura del campanario. El único añadido
de este cuerpo fueron las balconadas, correspondientes al siglo XVI. En este cuerpo
predomina la visión del ladrillo, apenas interrumpido, en la mitad inferior, por la
apertura de vanos que vemos en cada uno de los pisos. En la parte superior apreciamos
una decoración hecha a base de paños de sebka, los cuales van entrelazándose y
uniéndose. En los cuerpos superiores, trabajados por Hernán Ruiz II, es donde nos
encontramos una mayor carga decorativa de estilo renacentista. Observamos un cuerpo
de campanas que prosigue con la estructura cuadrada que le llega desde la base del
alminar. La decoración podemos verla en los arcos u óculos que se conjugan con los
últimos resquicios del arte islámico que vemos en la torre: unos capiteles de
ascendencia califal. El cuerpo se corona por una terraza de azucenas que recibe su
nombre por los cuatro jarrones que se ubican en las esquinas. Justo encima encontramos
un pequeño cuerpo: el del reloj, que sirve como basamento para el cuerpo de estrellas
que vemos a continuación. Destaca por sus arcos de medio punto y las inscripciones en
latín ubicadas en los frisos de éstos. Vemos cuatro columnas dóricas de ladrillo en las
esquinas, las cuales anteceden a las formas circulares que vemos en otro cuerpo: el de
las carambolas. Recibe su nombre por los remates que lo coronan. Vemos pilastras
adosadas con capiteles jónicos, que contribuyen a dar una mayor sensación de
movimiento. Con estos datos llegamos al último cuerpo, el cual también es circular y
está rematado con una esfera, que sirve como base para la escultura que remata el
conjunto: el Giraldillo, cuya apariencia corresponde a una diosa romana. Además de su
función como veleta se ha convertido en un icono de la ciudad. La figura fue diseñada
por Luis de Vargas y fue fundida en el siglo XVI.
OBRA. LA TORRE DEL ORO: se trata de una obra arquitectónica perteneciente al arte
islámico. Se encuentra ubicada en Sevilla y fue construida en el siglo XIII por orden del
gobernador Abu I-Ula. Se cree que pudo formar parte de un conjunto defensivo
amurallado. Está compuesta por tres partes: un primer cuerpo perteneciente al arte
almohade, un segundo cuerpo que, probablemente, fue mandado construir por Pedro I el
Cruel (siglo XIV) y un cuerpo superior construido tras un terremoto ocurrido en el siglo
XVIII. Su forma arquitectónica se basa en una planta dodecagonal, que compone los
dos primeros cuerpos. La torre fue construida mediante una serie de sillares de piedra,
que se encuentran en el cuerpo inferior, y el uso del ladrillo, el cual encontramos en los
dos cuerpos superiores. El cuerpo inferior es el que forma este prisma previamente
mencionado, el cual se corona mediante una galería de almenas y merlones de remate
piramidal. Este cuerpo inferior se divide en tres pisos cubiertos con bóvedas de arista y
los sillares de piedra que lo construyen están unidos con mortero de argamasa. Al
exterior, bajo las almenas, se ubican tres molduras paralelas; entre las dos inferiores se
dispone un friso que posee una serie de parejas de arcos túmidos. Estos arcos alojan
unas ventanas cegadas que se enmarcan por otros arcos de medio punto. Por otra parte,
originalmente la obra disponía de escasas ventanas, que son las saeteras que aparecen en
cada uno de sus lados y a diferentes alturas.
En el caso del segundo cuerpo, su prisma dodecagonal vuelve a rematarse con almenas
y merlones semejantes a los del cuerpo inferior. En este caso, todo el cuerpo está hecho
de ladrillo. El exterior se encuentra decorado por una sucesión de arcos ciegos que se
alternan entre ellos. En primer lugar, nos encontramos parejas de arcos túmidos; a
continuación, la decoración continúa con arcos lobulados enmarcados por otros de
herradura. Todos ellos se cierran mediante alfices cuyas albanegas se decoran con
cerámica y van sostenidos sobre columnillas esbeltas. En el lado de la torre en el que se
abre la puerta de acceso a este cuerpo figura, sobre un arco de herradura, un tablero con
decoración de sebka. Tradicionalmente se ha considerado que este cuerpo pertenece al
arte almohade. Sin embargo, tras la última restauración se apunta la posibilidad de que
sea obra mudéjar del siglo XIV.
Por último, el tercer cuerpo de la torre es de planta circular y está constituido por una
linterna cilíndrica que contiene una serie de óculos de forma oval. Está rematada por
una cúpula semicircular que se cubre con azulejos dorados. Este cuerpo no es obra
musulmana y fue añadido a la torre en 1760.
La cuarta etapa artística presente en el mundo musulmán se trata del Arte Nazarí de
Granada. Granada se trata del único reino que sobrevivió tras el periodo almohade y
estuvo vigente entre 1232 y 1492. En el siglo XIII tuvo su etapa de formación, en el
siglo XIV tuvo su etapa de máximo esplendor y, en el siglo XV, comenzó su etapa de
estancamiento artístico y cultural. Desde el punto de vista artístico nos encontramos con
un rechazo hacia la austeridad (al contrario que el periodo anterior), sobre todo en los
interiores. Los exteriores siguieron siendo limpios y austeros (debido a la intimidad del
mundo musulmán). Encontramos un gran interés por los interiores mientras que los
muros exteriores son desnudos. Se usaban materiales pobres, pero se jugaba con ellos
para generar una gran decoración: arrimaderos de azulejerías y yeserías, motivos
vegetales, geométricos y epigráficos, etc. También encontramos lacerías o lazos
entrecruzados. Encontramos una gran variedad en cuanto a las cubiertas, que podían ser
de madera o abovedadas. También estuvieron presentes las cúpulas mocárabes. Vemos
yeserías en los techos, pórticos y la parte alta de los muros. Hay presencia
arquitectónica militar con doble amurallamiento y torres. Respecto a la arquitectura
palaciega, encontramos una importancia respecto a la columna, y hay variedad de arcos.
Los muros están muy decorados. La tipología se basa en patios porticados cruciformes o
sencillos. En esta etapa es MUY IMPORTANTE LA ARQUITECTURA PALATINA,
refiriéndonos a los palacios nazaríes. Un elemento que se repite mucho en esta
arquitectura palatina es la columna nazarí: un tipo de columna que no se usó hasta ese
momento. Esta columna bebe del clasicismo (basas, fuste, etc.)., sin embargo, contiene
un fuste muy alargado, fino y estilizado. En la parte superior, los capiteles se convierten
en diferentes anillos que decoran el fuste. En la parte superior, en cambio, se juega con
los elementos cúbicos. Se realiza una reinterpretación de la decoración vegetal y
podemos encontrar incluso referencias jónicas. Esta columna aporta elegancia y finura,
manteniendo su función estructural. Había arcos de todo tipo: de medio punto, de
herradura, lobulados, etc.
OBRA. LA ALHAMBRA DE GRANADA (pagina 12).
Arte nazarí en nuestro país. La Alhambra de Granada: el término “Alhambra”
significa “La fortaleza roja” y este conjunto de edificios fue llamado así por el color
rojizo de sus muros exteriores, realizados con piedra (mampostería) y ladrillo rojo, cuyo
tono se observa con mayor o menor intensidad dependiendo de la luz y las horas del día.
El conjunto de “La alhambra” se estableció en un punto estratégico y militar,
conformando una ciudad. No es solamente un palacio, si no que es una ciudad amplia y
amurallada, la cual tiene, en su interior, elementos propios de una ciudad de su tiempo.
Está asentada sobre una elevación: el cerro de La Sabika. Se trata de un terreno
irregular, por lo que hubo que adaptar el edificio para establecerlo allí. Encontramos una
irregularidad en sus murallas y está jalonada por torres o torreones vigilantes, de
diferentes formatos, que protegen la ciudad. En esas torres hay puertas de acceso y de
salida. Las puertas se caracterizan por poseer un recorrido interior y una estructura;
dicho recorrido se hace mediante muchos giros, lo cual era conveniente en caso de
ataque (dificultándose el acceso a las puertas de entrada o de salida). En la parte
occidental se encuentra la zona militar de La Alhambra: la alcazaba, desde las que se
tienen buenas vistas del entorno.
Su formato es similar a la proa de un barco. Se trata de la parte más fortificada, donde
vivían los militares que defendían la ciudad. Por otro lado, gran parte de la alhambra
está ocupada por la Medina, que era el pueblo donde vivía la población. Por esta razón
vemos elementos como casas, calles, baños y restos de otras mezquitas. En la parte
norte de la ciudad se encuentra el palacio donde vivían los diferentes monarcas, pero
estos palacios nazaríes son solo una parte de la ciudad y se fueron construyendo
progresivamente. El conjunto completo de la Alhambra incluye otra zona que es
bastante conocida: el Generalife, que se encuentra, frente a La Alhambra, en un cerro
llamado “El cerro del Sol”. Se trata de una almunia, es decir, una huerta de recreo,
donde se colocaron las casas de campo de los monarcas. En el Generalife encontramos
otro palacio muy pequeño, que sigue el modelo nazarí. Con todos estos elementos, se
constituye el conjunto de La Alhambra y el Generalife: un lugar muy vivo que,
actualmente, se encuentra en uso.
La Alhambra, por su parte, estuvo abandonada durante algún tiempo (siglos XVII,
XVIII, XIX, etc.) y los edificios se reutilizaron como viviendas particulares. Adaptaron
los palacios rompiendo, parcialmente, sus elementos de origen. Tuvo lugar una
revalorización, a partir del siglo XIX, gracias a la presencia del romanticismo, por lo
que La Alhambra comenzó a recuperarse. Algunos monarcas de nuestro país adaptaron
algunas estancias y un ejemplo es el palacio de Carlos V. Respecto a la evolución del
recinto, la Alhambra fue creada durante los siglos XIV y XIV, pero había algunas
construcciones previas antes de su realización. En el siglo XI había una alcazaba
primitiva que estaba adosada a un castillo preexistente para defender el barrio judío. En
el siglo XII este castillo fue destruido y, en el siglo XIII, se inició el conjunto que
conocemos actualmente, en el cual trabajaron diferentes monarcas. Muhammad I creó la
nueva alcazaba y Muhammad II, el primitivo Generalife. Más tarde, en el siglo XIV,
Muhammad III creó el Partal (el palacio más antiguo) e Ismail I continuó creando el
Generalife y construyó el Mexuar (otro palacio). Yufuf hizo la Torre de Comares y la
puerta de la Justicia. Muhammad V realizó el palacio de Comares y el palacio de los
Leones, a la vez que reformó el Menxuar. El siglo XV, sin embargo, fue un periodo de
decadencia, con Muhammad VII y Yufuf III. No se realizaron grandes cambios y se
avecinaba el final del reino, manteniéndose lo que ya existía. Respecto a la alcazaba de
la Alhambra, se trata de un recinto puramente militar, situado al oeste del cerro. Como
ya se ha mencionado, tiene una forma triangular que nos recuerda a la proa de un barco.
Cuenta con un doble amurallamiento (un muro exterior y otro interior, con una zona de
paso entre ambos muros) ya que era la zona más protegida. A lo largo del muro interior
se fueron generando diferentes torres en formato rectangular, pero se diferencian en
alturas y otros elementos.
Por esta parte del conjunto nos encontramos con una construcción arquitectónica
importante: LA TORRE DE LA VELA. Esta obra, situada en La Alhambra de Granada,
se trata de la torre más destacada del conjunto. Es una fortaleza inexpugnable que se
eleva sobre la muralla defensiva de la Alhambra y, con el paso de los siglos, se ha
convertido en un símbolo de la ciudad. Forma parte del escudo de la capital granadina
desde el siglo XIX. El monarca que ordenó levantarla fue Muhammad I durante el siglo
XIII, siendo una de las primeras construcciones de la Alhambra. Sus espacios interiores
se fueron ampliando en las plantas superiores con el fin de aligerar el peso del edificio y
asegurar su estabilidad. Sin embargo, ha perdido algunas almenas de su parte interior,
que se cayeron por culpa de unos seísmos. Algunas de ellas se ven al pie de la torre,
antes de acceder al interior.
La planta más simbólica de la torre es la que está en la parte más alta. Cuenta con
diferentes banderas (llevadas por los Reyes Católicos) y una campana. Por otra parte, en
referencia al interior del barrio de la alcazaba, éste se encuentra organizado mediante
una calle central y a los lados estaban las diferentes casas de los militares. Vemos
distintos niveles arqueológicos en el barrio, además de observarse algunos restos
originales o sistemas de desagüe. En la parte norte se ubica una de las puertas más
conocidas de la Alhambra: la Puerta de las armas (s., XIII), que conectaba la Alhambra
con Granada. Para salir de ella hay que girar y cuenta con algunos elementos estéticos,
como el arco de la puerta (que está bien conservado) y el alfiz. Tiene restos de cerámica
vidriada en color turquesa. En el interior se conserva una cúpula gallonada (similar,
aparentemente, a una naranja partida por la mitad) y se simulan, en yeso, pintado los
ladrillos.
Si iniciamos el recorrido de la Alhambra en la zona norte, pegándonos a la parte de la
muralla, nos encontramos con EL PALACIO DEL MEXUAR: su nombre procede la
palabra “Maswar”: el lugar donde se reunía el consejo de ministros (la Sura). Este
palacio es uno de los tres componentes del conjunto de los Palacios nazaríes de la
Alhambra. Fue utilizado durante mucho tiempo y, de todos los palacios, es el que menos
elementos originales conserva, dado que es el más antiguo. Sufrió muchos cambios,
sobre todo en época cristiana. Es complicado saber cómo fue su aspecto originario. El
conjunto estaba conformado por una serie de jardines y una pequeña mezquita. Se
realizaron en una zona dispuesta en distintos niveles arqueológicos y, partiendo de ella,
se realizó el patio principal: el patio de Machuca. El arquitecto de este patio fue Pedro
Machuca, quien también construyó el palacio de Carlos V mientras se alojaba en el
Mexuar. El patio se conforma en un espacio rectangular que antes estaba cerrado, al
completo, arquitectónicamente. Se conserva el cerramiento de la zona norte: un gran
pórtico que da lugar a unas vistas llamativas. El pórtico es sencillo, alto y cuenta con el
uso de diferentes arcos, junto con el uso de la columna nazarí. Conserva parte de la
decoración de yeserías. Sin embargo, se ha perdido el cerramiento y éste se simula
mediante el empleo de la vegetación. El patio también posee una alberca, que no está
claro si es original o si forma parte de una reforma del siglo XVI.
Además de este, otro espacio característico del Mexuar se trata de “La Sala del
Mexuar”: un salón utilizado como la sala de reunión de los ministros. Esta sala tuvo
mucho uso y fue reformada durante la época de los Reyes Católicos. Con Carlos V
cambió la fisionomía de la sala, ya que se le añadió una galería que actúa como segundo
piso. Este espacio se adaptó para que sirviese como una capilla privada y se destruyó
cierta parte de las techumbres. Era un espacio grande, abierto, rectangular, que contaba
con cuatro columnas en formato nazarí y con capiteles que aún conservan la decoración
pictórica original. Las columnas sustentaban, en su origen, la estructura de la
techumbre. En los apoyos encontramos unos elementos característicos: las ménsulas
sobre las que recaían las vigas que soportaban el techo. Contienen una decoración de
yesería con motivos mocárabes. En la puerta que coincide con el lado norte del Mexuar
existía un oratorio privado, o pequeña mezquita, construida para que orase el monarca y
estaba orientada a la meca. También cabe mencionar que esta sala es rectangular
alargada. Contiene un mihrab y el lado norte se encuentra abierto con ventanales dobles
que dan a Granada. En el siglo XVI la sala se usó como polvorín para guardar munición,
por lo que voló por los aires. La sala actual vemos una reconstrucción de 1917,
constituyendo un “falso histórico”.
OBRA. PALACIO DE COMARES: esta obra arquitectónica se trata de una edificación
construida por el sultán Yusuf en el siglo XIIV; fue uno de los reyes nazaríes más
ilustres. La obra se ubica en la zona residencial y privada de los palacios, aunque, en su
interior, se celebraban también actos oficiales. Para acceder a este palacio debemos
pasar por el Patio del cuarto dorado, en el que encontramos la presencia del agua
gracias a una pequeña fuente ubicada en el suelo. Se trata de un espacio abierto que
establece una conexión entre los edificios y el entorno que nos rodea. El patio, por su
parte, está cubierto por una decoración de yesería que fue adoptando un tono dorado con
el tiempo. Uno de los lados más vistosos del patio se encuentra en la zona sur, ya que,
allí, encontramos elementos característicos que se repiten respecto a la decoración:
geometría, yesería, dos marcos que rodean las puertas adinteladas que dan acceso al
Patio de los arrayanes, etc. Los muros, en particular, contienen elementos vegetales y
epigráficos. Por otro lado, hemos de tener en cuenta que la Alhambra fue utilizada como
vivienda, por lo que la facha de este patio cambió de aspecto (probablemente existieron
vanos en su parte superior). El hombre que llevó a cabo la restauración se trata del
arquitecto adornista Antonio Combreras, que recreó unas pequeñas ventanas dobles
tomando como referencia a un vano central. Justo en frente, (en la parte norte)
encontramos un pequeño pórtico caracterizado por tener un numero impar de arcos,
respecto a los cuales, el del centro es el más alto. En este pórtico se encuentra el uso la
columna nazarí y encontramos, también, una decoración con sebka. Este pórtico
antecede la entrada hacia un salón que fue muy utilizado en su momento; sus vanos
intentan emblematizarse con nuevas yeserías. Esta idea de pórtico la vemos también en
el palacio Comares, por ejemplo.
Al salir por la puerta accedemos al patio de Comares, también conocido como “Patio de
los arrayanes”, aludiendo a los setos que rodean el espacio que contiene el agua. Este el
conjunto representa el mayor patio que tiene la Alhambra, ubicándose en un gran
espacio rectangular alargado. En medio tiene una gran alberca, rodeada por los
mencionados arrayanes. Es notable la importancia del agua, puesto que llama la
atención en esta zona. El rumor del agua se escucha, una vez dentro del patio, y se une
con la función estética al reflejarse la imagen arquitectónica en el agua. Esto ocurre, del
mismo modo, en el palacio del Partal. Con el sonido y el reflejo del agua se apela a los
sentidos, mientras que nos llega el olor de las flores y las plantas. El entorno del patio se
dispone en cuatro lados: en los más largos la arquitectura es sencilla, ya que vemos
muros donde hay vanos contados. Las zonas laterales eran las que se usaban para el
servicio y, decorativamente, solo se remarcan las partes superiores de las puertas o las
ventanas dobles remarcando los vanos (se usan columnillas entre otros elementos). En
otro lado se encuentra el pórtico Sur, destinado a dependencias para el príncipe. Al
atravesar una de esas puertas accedemos al Palacio de Carlos V: cuando se tomó la
decisión de construirlo, se tiraron abajo las estancias que eran de uso privado del
príncipe heredero, por lo que observamos un estilo artístico muy distinto al anterior
cuando entramos al palacio. De esa zona queda el pórtico bajo, ya que el segundo piso
es posterior y se conserva la parte inferior. Este pórtico está conformado por siete arcos
de medio punto, menos el central que es de herradura. Observamos el uso de columna y
la decoración de yesería. En la parte del interior, pegado al muro, se conservan algunos
de los zócalos de azulejería, pero esta azulejería esta cambiada. También se conserva
algo de yesería sobre esos zócalos. En la parte norte, esas partes sí que están
conservadas. En esta estancia encontramos una puerta especial, ya que tiene un arco de
forma apuntada hecho de mocárabes.
Al pasar por lo que se aprecia es La torre de Comares: por fuera la torre no llama
especialmente la atención, pero, en su interior, alberga el salón del trono. Antes de llegar
a él se accede a un espacio intermedio, llamado “La sala de la barca”. Se trata de una
sala muy alargada que contiene un gran pasillo (una especie de vestíbulo). Tiene dos
alcobas separadas por arcos de mocárabes. Fue llamada de esta forma por dos teorías:
una razón puede ser el tipo de cubierta que tiene (una bóveda que da la sensación de ser
una barca puesta boca abajo), pero también es posible que fuese llamada así por una
palabra árabe (“baraca”) que significa “suerte”. No conocemos, con seguridad, el origen
del nombre. En la parte inferior de la sala nos encontramos una serie de azulejos que
decoran los fustes de unas pilastras adosadas a las paredes. Todas las paredes, o muros,
estaban cubiertos con yeserías. Quedan restos y algunos de ellos son mocárabes. La
cubierta se compone por una gran bóveda, hecha de madera, donde se representan
formas geométricas similares a estrellas o a flores. Sin embargo, en el siglo XIX esta
parte se incendió, aunque se conserva la estructura arquitectónica. Se perdió casi toda la
cubierta, pero algunos restos se recogieron. Después se volvió a montar y fue
reconstruida en el siglo XX (1965).
Al pasar la sala de la barca accedemos al salón de Comares, también conocido como
“el salón del trono”. Se trata de un espacio cuadrado que contiene 9 alcobas; son una
especie de anexos que sirven como balcones y dan acceso al exterior. En la sala que está
en el centro, al fondo, coincidiendo con el eje de la entrada, se colocó el trono. El suelo
está cambiado y las paredes contienen los mismos elementos que ya hemos visto:
zócalos de azulejería, azulejería en los fustes de las columnas, etc. Desde zócalo hasta la
parte superior, todos los muros están cubiertos con yeserías. En ellas encontramos
decoración con sebka, elementos vegetales, una banda epigráfica, rosetas o estrellas, etc.
Las cuatro paredes están cubiertas por igual. Encontramos restos de pintura, aunque está
apagado el color. La techumbre está ataurejada a través de 8017 piezas que representan
los siete cielos islámicos que el fiel debe atravesar, tras su muerte hasta alcanzar el
paraíso. Este paraíso se representa mediante el cupulín central. Es una techumbre
aboveda, de madera policromada, que está asentada sobre esta gran moldura de
mocárabes hecha de madera. Su estructura ataujerada toma forma mediante el uso de
enjambres, sin utilizar clavos para hacerla. Este conjunto posee un gran valor simbólico.
Vemos bandas donde se observan diferentes estrellas o flores. Contiene una gran carga
decorativa e integra la influencia de la laceria, entrelazando las distintas figuras.
Volviendo al plano, al lado del patio de los arrayanes (o de comares) hay un espacio que
está de camino hacia el patio de los leones: son los “baños de comares” (“Hammam”).
Eran los baños reales de la alhambra, cuyo uso lo tenían solo los monarcas. Contiene los
espacios propios de las termas romanas: en primer lugar, está el vestuario y, al lado de
esta sala, está la sala de reposo que contiene dos alturas. Contiene alcobas en sus
laterales. En su segundo cuerpo posee unas cuentas estancias, que son habitaciones
abalconadas y éstas conforman la vivienda del guardián de los baños. Uno de estos
espacios es conocido como “sala de las camas”. Además, este cuerpo posee un espacio
central con una pequeña fuente en el medio, pero la decoración de la sala data del siglo
XIX. Observamos elementos tradicionales, como azulejería, yesería y otros motivos
decorativos. Llama la atención su intenso colorido, debido a la restauración del ya
mencionado Antonio Contreras. Una imagen muy bonita, pero debe analizarse con
cautela puesto que no es la imagen original. Al lado de la sala de las camas se encuentra
la sala fría; la más pequeña de todo el conjunto. (16).

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