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OBRA. BUSTO FÁLICO: esta obra se trata de una escultura íbera vinculada al
yacimiento arqueológico “Cerrillo Blanco”, situado en Porcuna, Jaén. Es una escultura
de bulto redondo realizada en piedra caliza blanca. Su cronología corresponde al siglo V
a.C. La obra representa una alegoría al origen de la estirpe humana. Le falta la cabeza,
por lo que observamos solo su torso desnudo y sus genitales. Su mano derecha, aunque
le falte el brazo, se encuentra sujetando su aparato reproductor masculino. Nos transmite
la idea de la fertilidad; el inicio de la familia a la que está dedicada el monumento. En
ella, no hallamos restos de policromía. Otra obra perteneciente a este conjunto
escultórico se trata de “El origen de la estirpe”. Son los antepasados de la familia; el
hombre y la mujer que la originaron. No tienen cabeza y la anatomía de la mujer se
marca de forma sutil. En segundo lugar, tenemos otra obra llamada “El guerrero de
doble armadura”.
OBRA. GUERRERO DE LA DOBLE ARMADURA: se trata de una obra escultórica
vinculada a la cultura íbera. Pertenece al yacimiento arqueológico de Cerrillo Blanco,
situado en Porcuna, Jaén. Está realizada en piedra calcarenita y su datación corresponde
al siglo V a.C. Actualmente, se encuentra en el museo íbero de Jaén. Esta figura lleva
puesta una especie de “círculo” por la parte de adelante y de atrás, el cual representa una
armadura. También lleva puestos un cinturón y un brazalete. La obra representa una
escena de acción y observamos que el caballero tiene, a sus pies, a un enemigo vencido.
Destaca la heroicidad y es notable la mejora del estudio anatómico. // Otra obra que
pertenece a este conjunto escultórico se denomina “La educación del joven soldado”.
También es una obra escultórica ibera que pertenece al yacimiento de Cerrillo Blanco en
Jaén. Su material es piedra caliza blanca y data del siglo V a.C. Se trata de un
altorrelieve que contiene tres figuras en diferentes planos. Al fondo, vemos que hay
tallado un perro. Sobre él, está un cazador y, con él, mantiene una liebre que acaba de
cazar. El perro y el cazador están dirigidos a la derecha, manteniendo, el cazador, la
pierna izquierda adelantada y la derecha flexionada. El perro se encuentra en la misma
postura, manteniendo la cabeza hacia el frente. Este perro se trata de un mastín que le
acompaña en la tarea de la caza. Respecto a la ropa, la túnica se ciñe al cazador gracias
a un cinturón. A este altorrelieve le faltan las cabezas.
En este conjunto, además de las obras mencionadas, encontramos a dos jóvenes
luchando, un grifo mitológico y algunas estatuas de animales como toros o felinos.
Además, también encontramos un águila y una divinidad. Por otro lado, la última parte
de este tema se completa por los exvotos de bronce; una de las partes más conocidas del
mundo íbero. Se trata de piezas hechas, en bronce, mediante la técnica de la cera
perdida. Estas piezas se comercializaban y había mucha variedad entre ellas: eran
figuras humanas, grandes y pequeñas, de hombres y de mujeres. También encontramos
mucha variedad respecto a los detalles y formatos, algunos más complejos y otros más
sencillos. Probablemente, estas figuras estaban vinculadas ala fertilidad. En este sentido,
uno de los conjuntos más destacados respecto a los exvotos en bronce lo encontramos
en el Santuario de Despeñaperros. También los encontramos en el Collado de los
Jardines y en Castellar de Santisteban. Encontramos estas tres zonas en Jaén, donde
yace un repertorio de cientos y cientos de figuras. Los exvotos de bronce fueron
realizados con la idea de dar gracias, ya que representaban una ofrenda hacia uno o
varios dioses y solían depositare en santuarios o lugares de culto. Se obsequiaba en
cumplimiento de una promesa, ya fuera en gratitud o devoción. Su origen tiene lugar en
civilizaciones egipcias y mesopotámicas. Una obra destacada dentro de estos exvotos
de bronce se trata del “Toro de Azila”, actualmente depositado en el Museo
Arqueológico Nacional de Madrid y fue encontrado en un templo a la entrada del
poblado de Azila (provincia de Teruel). Se data en el siglo II a.C. Su material se trata del
bronce y se realizó mediante la técnica de la fundición.
Representa a un toro en actitud de arranque y de amenaza, por lo que parece que se
dispone a atacar. Lleva grabada una flor en la zona central de la frente. Fue realizado en
bronce y es posible que estuviese colocado sobre una base cuyo material pudo tratarse
de la madera. Se ha propuesto esta hipótesis debido a que, debajo de las pezuñas, tiene
espigones con la función de ser incrustados en un pedestal. Es una escultura de bulto
redondo. En cuanto a los detalles, los pliegues del cuello se encuentran marcados
mediante profundas incisiones y, tanto las fosas nasales como los pliegues de los ojos,
se encuentran muy marcados. Sobre el lomo tiene una pieza, similar a la de un yugo, en
forma de “U”, que presenta una perforación en cada extremo. Este toro simboliza la
fecundidad de la naturaleza, algo necesario para la supervivencia de un pueblo.
Tema 3. El arte romano en Hispania:
La conquista de la península ibérica fue fundamental para los romanos desde el punto de
vista político y económico, ya que fue una conquista de origen estratégico. Era una
oportunidad para abastecerse gracias a la riqueza agrícola de la península. Al llegar, se
encontraron con una serie de pueblos autóctonos e indígenas que se habían establecido
en estas regiones, siendo, los asentamientos, ciudades celtíberas. Estas ciudades fueron
mantenidas por los romanos, adaptando a la población y generando nuevos
asentamientos. Puesto que fueron ciudades generadas por el Imperio Romano, Roma fue
la gran referencia en esta conquista. Llevaron a cabo el abastecimiento de estas ciudades
y, para ello, realizaron construcciones de todo tipo: desde necesidades esenciales, como
el alcantarillado, hasta centros lúdicos como el teatro. También llevaron a cabo la
formación de redes viarias para conectar las ciudades y favorecer el transporte entre las
mismas. Igualmente, construyeron calzadas para mantener esta conexión. Algunas de las
vías principales que había eran la vía Augusta y la vía de la plata.
En cuanto al urbanismo y a la arquitectura, en primer lugar, debemos explicar que la
arquitectura comprendía varios tipos: religiosa, lúdica, conmemorativa y funeraria. En
este sentido arquitectónico, las ciudades formadas por el imperio romano en la
Península Ibérica, como ya hemos mencionado, eran ciudades preexistentes que se
fueron adaptando. Las ciudades de nueva planta adquirieron sus características a imagen
y semejanza de Roma. Eran, también, llamadas “urbs quadrata” y eran regidas por el
Cardo y el Decumano. Estas ciudades eran lugares amurallados con desarrollo
octogonal o en retícula, organizadas en manzanas conformadas por ínsulas y por las
“domus” o casas urbanas. El foro era el centro neurálgico de la ciudad ya que, allí, se
localizaban los edificios religiosos (templos) y los edificios vinculados a la vida civil,
como la basílica, que se utilizaba como lugar de la administración de la justicia y para
transacciones comerciales. En ocasiones, existían dos tipos de foros: municipales y
provinciales, según el rango de la ciudad. La ciudad era completaba con arquitectura
lúdica, correspondiente a edificios como circos, teatros, anfiteatros, termas, palestras,
etc. En cuanto a la arquitectura conmemorativa, encontramos arcos y obras de
ingeniería, como acueductos, puentes, faros, cloacas, etc. Por otro lado, en cuanto a las
artes plásticas hispanorromanas, encontramos dos tendencias diferentes: una era
oficial, de corte culto y con claras influencias helenísticas. La otra era provinciana, de
carácter popular y relajado. Debemos recalcar que, en el arte romano, siguen quedando
rasgos del mundo celtibérico. Respecto a la primera tendencia, encontramos retratos
oficiales, los cuales eran idealizados. En cambio, respecto a la segunda, encontramos
retratos populares cuyos rasgos eran realistas.