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La Suprema Corte de Justicia dominicana (1966), decidió que los jueces son
soberanos para verificar si el crédito alegado está justificado en principio.
La Urgencia y el peligro.
El mismo artículo 48 del Código antes aludido, en su párrafo segundo, establece
que el crédito se considerará en peligro y por tanto habrá urgencia, siempre que se
aporten elementos de pruebas que permitan suponer o temer la insolvencia
inminente del deudor, lo cual se hará constar en el auto que dicte el juez, así como
la suma por la cual se autoriza el embargo y el plazo en el que el acreedor deberá
demandar ante el juez competente la validez o sobre el fondo del embargo, todo a
pena de nulidad.
Tavárez Hijo (1989), refiere que La Suprema Corte de Justicia, en varias decisiones
de 1973, 1978, 1979, 1985, 1992, ha expresado que la urgencia y el peligro son
nociones dejadas a la soberana apreciación de los jueces del fondo. Aunque es
incuestionable estos deben motivar suficientemente decisión y apreciar aunque sea
de oficio la existencia de estas condiciones.
Pérez (2004) apunta que cuando el acreedor está provisto de un título ejecutorio,
sólo deberá demandar sobre la validez. En cambio, si no está provisto de dicho
título deberá demandar en validez y al fondo del embargo.
El autor previamente indicado refiere que el plazo dentro del cual debe demandarse
en validez o al fondo debe observarse rigurosamente, porque de lo contrario el
embargo sería nulo.
El embargo retentivo.
De acuerdo con Herveaux (2003) el Embargo Retentivo, es un procedimiento mixto,
mediante el cual un acreedor prohíbe a un tercero, que es deudor, liberarse ya sea
de sumas de dinero, como de los bienes muebles corporales que pertenezcan a
aquél en contra de quien se aplica el embargo, y demanda ante los tribunales
correspondientes ordenando el pago de su crédito con las sumas de dinero retenida
o sobre el precio de esos muebles.
Germán (2002) refiere que para algunos autores este embargo es un procedimiento
puramente ejecutorio, pues el acreedor persigue obtener el pago del crédito;
pudiendo este pago provenir de la venta forzada de los bienes del deudor o la
entrega de sumas de dinero que poseen los terceros embargados pertenecientes al
persiguiente pero, si así fuese, el embargante debiera poseer el título ejecutorio, y
no es así, ya que la existencia de un título ejecutorio no es requisito para iniciar el
procedimiento, el cual se podrá incoar con la simple autorización del juez
competente para embargar retentivamente.
Esta inscripción provisional, sólo producirá sus efectos por tres años; pero podrá
renovarse por igual tiempo indefinidamente, mediante la presentación del auto que
autorizó la primera inscripción.
Dentro del plazo de dos meses de la fecha en que la sentencia sobre el fondo haya
adquirido autoridad de cosa juzgada, el acreedor deberá convertir la inscripción
provisional en inscripción definitiva, la cual producirá sus efectos retroactivamente a
contar de la fecha de la primera inscripción y se hará sin costo.
La acción oblicua.
La acción oblicua, está consagrada en el artículo 1166 del Código Civil, según el
cual los acreedores pueden ejercitar los derechos y acciones correspondientes a su
deudor, con excepción de aquellos exclusivamente peculiares a las personas.
Esta acción permite al acreedor ejercer contra los terceros que son deudores de su
deudor, ejercitar a nombre de su deudor las acciones que este no ha tenido el
cuidado de ejercer.
La acción pauliana.
Con la acción pauliana, se pretende proteger al acreedor, no ya contra la
negligencia de su deudor, sino contra el fraude de su deudor, que ha cedido su
patrimonio a terceros con la finalidad de burlar el crédito de su acreedor. En efecto,
el artículo 1167 del Código Civil, prevé que los acreedores pueden también
impugnar, en su propio nombre, los actos ejecutados por su deudor, en fraude de
sus derechos. O sea que en esta acción el acreedor actúa no en nombre de su
deudor, como ocurre con la acción oblicua, si no en su propio nombre.
No queda el cesionario con acción respecto a los terceros, sino por la notificación de
la transferencia hecha al deudor. Sin embargo, puede también quedar habilitado el
cesionario por la aceptación de la transferencia hecha por el deudor en un acto
auténtico.