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BATALLA DE AYACUCHO

Los sucesos del año 1824


Tregua en Buenos Aires y motín en el Callao

Sublevación del Callao


El historiador Rufino Blanco Fombona dice que "Todavía en 1824 Bernardino Rivadavia pacta con
los españoles, estorbando así la campaña de Ayacucho":21 El 4 de julio de 1823, Buenos Aires
concluyó una tregua con los comisionados españoles (Convención Preliminar de Paz) que le
obligaba a mandar negociadores a los demás gobiernos sudamericanos para que pueda tener
efecto la misma.22 Se estipulaba que las hostilidades cesarían 60 días después de su ratificación y
subsistiría durante un año y medio, mientras se negociaría un tratado definitivo de paz y amistad.
Con este motivo se reunieron en la ciudad de Salta Juan Gregorio de Las Heras con el brigadier
Baldomero Espartero, sin alcanzar acuerdo alguno. Entre otras medidas tomadas por el virrey para
contener su inminente rebelión, el 10 de enero de 1824 se le ordenó a Olañeta:

Advierto a V.E. que no debe disponer ninguna expedición en dirección alguna sobre las provincias
de abajo sin expresa orden mía pues además de que en Salta están reunidos para tratar de
negociar, el General Las Heras por parte del Gobierno de Buenos Aires y el Brigadier Espartero por
la de este superior Gobierno (...)23

Rivadavia creía que el proyecto establecería la paz y paralizó el esfuerzo de las autoridades de
Salta sobre el Alto Perú, negó auxilios y retiró los puestos avanzados,24 dañando la causa del Perú.

Al respecto, el historiador y militar de origen irlandés Daniel Florencio O'Leary opinó que con esa
tregua "Buenos Aires se ha retirado implícitamente de la contienda",25 y que "el Gobierno de
Buenos Aires pacta con los españoles, con perjuicio de la causa americana".26

El 1 de enero de 1824 Bolívar cayó gravemente enfermo en Pativilca. En esas fechas llegó a Lima
Félix de Álzaga, ministro plenipotenciario de las Provincias Unidas del Río de la Plata para solicitar
al Perú su adhesión a la tregua y que fue rechazada por el Congreso Peruano. Pero asimismo desde
el 4 de febrero de 1824 se sublevó el acuartelamiento del Callao compuesto por el total de la
infantería argentina de la Expedición Libertadora, junto con algunos chilenos, peruanos y
colombianos: cerca de 2000 hombres, que además se pasaron a los realistas,27 enarbolando el
pabellón español y entregaron las fortalezas del Callao. El regimiento de granaderos a caballo de
los Andes también se amotinó en Lurín el 14 de febrero, dos escuadrones se dirigieron al Callao
para unirse a sublevados, pero al saber que se habían pasado a los realistas, un centenar de ellos
con los jefes del regimiento se dirigieron a Lima para unirse a Bolívar. El cuerpo fue luego
reorganizado por el general Mariano Necochea por orden de Simón Bolívar..

Ante tales sucesos,28 el ministro de Colombia, Joaquín Mosquera, «temiendo la ruina de nuestro
ejército» preguntó:«¿Y qué piensa Ud. hacer ahora?», a lo que Bolívar, con tono decidido, le
respondió:

¡Triunfar!

Simón Bolívar, Pativilca, 1824.


El Sitio de El Callao prolongó la guerra hasta 1826, además inmediatamente desembocó en la
ocupación de Lima por Canterac, y se afirma que en mayo de 1824 con una acción militar contra
Bolívar "habrían dado el último golpe a la independencia de esta parte de América".29

Retirada de Bolívar y la rebelión de Olañeta

Rebelión de Olañeta

Una semana después del motín del Callao, Bolívar ordenó abandonar Lima, y desde Huaraz, se
pone en marcha una retirada general del ejército de Colombia en dirección hacia el norte
peruano,30 enviando órdenes a sus tropas para reagruparse en Huamachuco (en la sierra) y
Trujillo (en la costa). Ordenó que el repliegue general se hiciera devastando el territorio peruano,
talando los campos, secuestrando el ganado, y bajo una política general de Tierra quemada,
destruyendo cualquier recurso de los pueblos peruanos para que no pudiera servir de sustento al
Ejército Real del Perú. Lo que Tomás de Heres había venido a llamar “guerra a la colombiana”. A
los departamentos libres del Perú, además de la contribución sangre, se les exigió el dinero hasta
pagar el sueldo íntegro del ejército colombiano.31 Respecto a la marina peruana, Bolívar desde
Trujillo daba órdenes al jefe de la escuadra republicana Martín Guise, de echar a pique los buques
patriotas del Callao que no pudieran abandonarlo, entre ellos se perdió la fragata Venganza o
Guayas, y además ordenó cambiar por colombianos a los capitanes de los buques peruanos
Limeña y Macedonia que se encontraban en el puerto de Guayaquil.32

Bolívar sabía que la división de Canterac se hallaba asentada en Jauja, aparcada a la espera de la
llegada de la división de Jerónimo Valdés. Y que reunidas iniciarían la ofensiva en la sierra, lo que
obligaría a Bolívar a prolongar la retirada, y esto produciría la desaparición del ejército de
Colombia en el Perú, y haría peligrar el sur de Colombia hasta la región de Pasto, favorable todavía
a la monarquía española en campaña de Pasto.33 Bolívar se puso en contacto con sus generales en
Quito y con su vicepresidente en Colombia, advirtiéndoles de la irremediable pérdida del Perú. Se
puso en ejecución el plan de retirada,34 con Bolívar en Trujillo y con el ejército colombiano en
retirada general hacía el norte, cuando felizmente Bolívar recibió la noticia de la Rebelión de
Olañeta.

El mapa estratégico había cambiado decisivamente a favor de Bolívar. Sorpresivamente, al


comenzar el año 1824, todo el ejército realista del Alto Perú se sublevó junto al caudillo
absolutista español Pedro Antonio Olañeta contra el Virrey del Perú, tras saberse que en España
había caído el gobierno Constitucional. Efectivamente, el monarca Fernando VII de España y sus
partidarios absolutistas, recuperaban el gobierno apoyados por 132 000 soldados franceses del
ejército de la Santa Alianza, que ocuparán España hasta el año 1828. Rafael del Riego moría
ahorcado el 7 de noviembre de 1823 y los propulsores del movimiento liberal fueron ajusticiados,
marginados o exiliados de España. El 1 de octubre de 1823 el monarca decretaba la abolición de
todo lo aprobado durante los tres años de gobierno constitucional, lo que suspendía
provisionalmente el nombramiento de La Serna como Virrey del Perú. El alcance de la purga
absolutista de España sobre los constitucionales de Virreinato del Perú parecía infalible.
José de la Serna, último virrey del Perú (1821-1824).

Olañeta pone en rebelión el Alto Perú, expulsa a los jefes españoles leales al virrey y deja a las
fuerzas leales del virreinato peruano sin el apoyo del ejército realista altoperuano.35 El virrey La
Serna cambió sus planes de bajar a la costa para batir a Bolívar, y por el contrario, mandó a
Gerónimo Valdés tomar la dirección opuesta, al sur, con una fuerza de 5000 veteranos para cruzar
el río Desaguadero y dirigirlo a Potosí, contra su antiguo subordinado Olañeta, lo que se llevó a
cabo el 22 de enero de 1824. Las Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú del
oficial peninsular Andrés García Camba (1846) detallan el trastorno que los sucesos del Alto Perú
produjeron en los cálculos defensivos del virrey. Valdés tras una prolongada campaña militar
altoperuana, donde se suceden las batallas de Tarabuquillo, Sala, Cotagaita, y finalmente la Lava el
día 17 de agosto de 1824, da noticia de esta Guerra doméstica en el que ambas fuerzas realistas,
del Virreinato del Perú (liberales) y de las provincias del Alto Perú (absolutistas), se diezmaron
mutuamente, perdiendo jefes y tropas veteranas que serían irreemplazables.

Bolívar mientras tanto aumentaba y reforzaba su ejército con nuevos regimientos llegados de la
Gran Colombia. En marzo de 1824 desembarcaron en Trujillo tropas frescas al mando del general
de brigada José María Córdova, cuya acción habría de decidir la batalla de Ayacucho, y por lo que
sería ascendido a general de división en el mismo campo de batalla; se trataba de más refuerzos
proveniente de Guayaquil, con él llegan dos nuevos batallones veteranos de Colombia, y a estas
tropas flamantes las manda inmediatamente a reforzar al ejército del general Sucre en la sierra.36
Y así, en permanente comunicación con Olañeta, con el que se carteaba Bolívar, aprovechó el
desmontaje del aparato defensivo realista para "movernos en todo el mes de mayo contra Jauja",
y destruir por separado a la división de José de Canterac, aislado en Junín el 6 de agosto de 1824.
Dio comienzo entonces una incesante persecución con la consecuente deserción y pase de 2700
soldados realistas, que seguidamente engrosaban las filas independientes. Finalmente el 7 de
octubre de 1824, con sus tropas a las puertas del Cuzco, Bolívar entregó al general Sucre el mando
del nuevo frente de batalla, que recorría el curso del río Apurímac, mientras se retiró a Lima,
según refiere el mismo Bolívar, para tomar de la capital más empréstitos para sostener la guerra
en el Perú, y recibir una nueva división colombiana de 4000 hombres despachada por Francisco de
Paula Santander que no llegaría sino después de Ayacucho.37

La Campaña de Ayacucho
Antonio José de Sucre en la batalla de Ayacucho (Museo Nacional de Arqueología, Antropología e
Historia del Perú).

La destrucción en Junín del ejército de Canterac obligó al virrey La Serna a llamar desde Potosí a
Jerónimo Valdés, quien acudió a marchas forzadas con sus soldados. Reunidos los generales
realistas, y a pesar de las muestras de sincera adhesión del Cusco, el virrey descartó un asalto
directo por la falta de instrucción de sus milicias, aumentadas mediante reclutas masivas de
campesinos unas semanas antes. Por el contrario sus tropas cruzaron el río Apurimac e intentaron
cortar la retaguardia de Sucre a través de maniobras de marchas y contramarchas, que se
sucedieron desde el Cusco hasta el encuentro en Ayacucho, a lo largo de la cordillera andina. De
esta forma, los realistas buscaron un golpe de mano que obtuvieron el 3 de diciembre en la batalla
de Corpahuaico o Matará, donde a costa de tan solo 30 hombres ocasionaron al ejército libertador
más de 500 bajas y la pérdida de buena parte del parque y la artillería. Pero Sucre y su estado
mayor lograron mantener la cohesión de la tropa e impidieron al virrey explotar ese éxito local.
Aún a costa de sensibles pérdidas en hombres y material Sucre mantuvo al Ejército Unido en
repliegue ordenado, y siempre situado en posiciones aseguradas, de difícil acceso, como el campo
de Quinua.

Otro libro de memorias, In the service of the Republic of Peru del general Guillermo Miller, ofrece
la visión de los independentistas. Además del talento de Bolívar y el de Sucre, el Ejército Unido se
nutrió de buena parte de la experiencia militar del siglo: el batallón Rifles del ejército de Colombia,
se encontraba compuesto de tropas mercenarias europeas, que en su mayoría eran voluntarios
británicos. Esta unidad sufrió considerables bajas en Corpahuaico. También se encontraban entre
sus filas veteranos de la Independencia española, norteamericana, y Guerras de Independencia
Hispanoamericana hasta casos como el mayor de origen alemán Carlos Sowersby, veterano de la
batalla de Borodino contra Napoleón Bonaparte en Rusia.

Los realistas habían consumido sus recursos en una guerra de movimientos sin haber logrado
cortar las líneas del ejército libertador. Por la extrema dureza de las condiciones de una campaña
en la cordillera andina, ambos ejércitos quedaron con el número de sus tropas seriamente
reducidas por enfermedad y deserción, que afectó en el mismo grado a los independientes, y que
igualmente se focalizó en milicias carentes de instrucción militar o la recluta formada de
prisioneros enemigos. Los jefes realistas se habían posicionado en las alturas del cerro
Condorcunca (en quechua: cuello de cóndor), una buena posición defensiva pero que no podían
sostener dado que en menos de cinco días se verían obligados a retirarse por la hambruna de la
tropa, lo que equivalía a la dispersión de su ejército, mientras los republicanos esperaban la
llegada de más divisiones colombianas; motivo por el cual los realistas se vieron impulsados a
tomar una decisión desesperada: la batalla de Ayacucho daba comienzo.

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