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BOLÍVAR Y LA CONSOLIDACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

Simón Bolívar, llamado el "Libertador de América", fue un militar y político venezolano, libertó
definitivamente a los países de América del Sur al dirigir las fuerzas patriotas encargadas de derrotar al
ejército realista de la corona española.

El Libertador

Simón Bolívar, fue el libertador de cinco repúblicas de América del Sur, nació en Caracas (1783), su
educación fue confiada a Simón Rodríguez, quien le inculcó las ideas liberales de Jean-Jacques
Rousseau y las enciclopedias.

Al retirarse don José de San Martín del Perú, Bolívar decidió arribar a Perú para continuar con la guerra
de la Independencia, el congreso peruano solicitó con urgencia la presencia de Bolívar quien desembarcó
en el puerto del Callao el 1 de setiembre de 1823 y cuyo recibimiento fue apoteósico.

Desempeñaba la presidencia del Perú, en Lima José Bernardo de Tagle y Portocarrero (Marqués de
Torre Tagle) y en Trujillo se había constituido otro gobierno bajo la presidencia de don José Mariano de la
Riva Agüero y Sánchez Boquete.

Bolívar se instaló en Pativilca, afectado de una enfermedad, estableció su cuartel general y empezó a
organizar su campaña final, el congreso le concedió el 2 de setiembre de 1823 la suprema autoridad con
poderes militares y políticos hasta la terminación de la guerra.

En esas circunstancias un grave peligro se cernía sobre la capital, Bolívar desde Pativilca ordena que el
General Valdivieso, Comandante de los Castillos del Callao, hombre de confianza de Torre Tagle, sea
cambiado por el General Rudecindo Alvarado, en tales circunstancias se produjo una sublevación en los
Castillos del Real Felipe por los Sargentos Oliva y Moyano el 4 de febrero de 1824.

Esta situación originó que el Congreso el 10 de febrero de 1824 le otorgara la Dictadura a Bolívar,
cesando en la presidencia el Mariscal Torre Tagle.

Del 29 de febrero al 18 de marzo de 1824, las fuerzas realistas toman por segunda vez la ciudad de Lima
con el general Realista Ramírez, Torre Tagle se entrega prisionero y muere encerrado en el Callao
enfermo de escorbuto. Entonces Bolívar ordenó la desocupación de Lima y la marcha hacia Chancay y
Huacho para librarse de la furia realista.

Las fuerzas patrióticas evacuadas oportunamente de Lima por Necochea, facilitaron la ocupación por los
realistas de Ramírez, hasta el 18 de marzo en que abandonaron la Capital para dirigirse a la sierra,
quedando los Castillos en poder de los españoles bajo el mando del sanguinario Rodil, hasta enero de
1826.

BATALLAS DE LA INDEPENDENCIA:

BATALLA DE JUNÍN:

La Batalla de Junín se libró el 6 de agosto de 1824, en las pampas cercanas al lago Junín, en la cordillera
central peruana. Fue el penúltimo enfrentamiento armado entre el Ejército patriota y el realista, por la
independencia de América del Sur.
Tras la declaración de independencia de Perú en 1821, el Ejército español permanecía
pernoctando en los alrededores del lago Junín, por lo que los patriotas marcharon hacia allí para
librar al territorio del dominio imperial. Bolívar aprovechó que sus enemigos estaban divididos para
emprender el ataque. Los jinetes del Ejército español atacaron a la vanguardia de los patriotas con
golpes de sables y los llaneros venezolanos respondieron con sus lanzas. Al anochecer, el general
de Canterac se retiró ante la posibilidad de intensificar la pelea en la difícil llanura. La batalla no duró
más de una hora por lo que la victoria obtenida por los patriotas fue relativamente rápida y la mayor parte
de ambas milicias no tuvo que intervenir en el combate.

BATALLA DE AYACUCHO:

La batalla de Ayacucho fue uno de los últimos grandes conflictos bélicos entre independentistas de la
región del Alto Perú y los españoles. Esta se llevó a cabo el 1824, en Perú, y significó el fin de la
dominación española sobre América del Sur. Se libró el día 9 de diciembre de 1824, en la localidad
de Pampa de Quinua, provincia de Huamanga en Ayacucho, Perú, entre el ejército libertador y los
realistas españoles. El plan inicial realista era el de rodear mediante una pinza a las tropas rebeldes
con un movimiento de la división del general Jerónimo Valdés a la espalda de las mismas y
simultáneamente atacar frontalmente con el resto del ejército descendiendo del cerro Condorcunca
hacia la Pampa de Quinua, exceptuando los batallones Gerona y Fernando VII. Estos quedaron en
reserva para utilizarlos posteriormente en donde hiciese falta. La posición en lo alto del Cerro les
daba una situación óptima, si bien sus movimientos eran más visibles a los independentistas.

SALIDA DE BOLÍVAR DEL PERÚ

En Perú, el régimen dictatorial de Bolívar se volvió impopular, porque ejerció represión y dispuso el
destierro de algunos intelectuales y patriotas como Javier de Luna Pizarro y Mariano Necochea, así como
el encarcelamiento del almirante Martín Guisse y los hermanos Ignacio y Francisco Javier Mariátegui. El 4
de septiembre de 1826, Bolívar se embarca en el bergantín "Congreso" con dirección a Colombia dejando
en el Perú un "Consejo de Gobierno" cuya misión era lograr la vigencia de la Constitución Vitalicia. Bolívar
no regresaría más al Perú. Al iniciarse 1827, el Cabildo de Lima abolió la Constitución, restableciendo la
de 1823.

CONSOLIDACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

Con la llegada de Simón Bolívar a Lima el 1 de setiembre de 1822 se dio un nuevo ciclo de batallas y
negociaciones en la medida que la correlación de fuerzas había cambiado una vez más y que se debían
establecer nuevas alianzas con las elites. Bolívar sólo aceptó el cargo militar que le fue ofrecido, más no
el político, por lo cual y nominalmente el presidente del Perú seguía siendo Torre Tagle.

La situación de Riva Agüero en Trujillo seguía sin resolverse. Tenía bajo su mando las tropas lideradas
por Guise y Santa Cruz, y además consiguió el apoyo de los líderes guerrilleros de la zona al anunciar
que su guerra era en contra del nuevo dominio extranjero. Sus aspiraciones eran las de la elite criolla que
buscó un punto medio de restauración monárquica, así que entabló relaciones con La Serna, ofreciéndole
un pacto y el mismo sistema de gobierno que le ofreció San Martín, una monarquía constitucional.
Finalmente, Riva Agüero fue traicionado por sus propios hombres y desterrado hacia Panamá el 25 de
noviembre de 1822, mientras que sus generales se unían a las tropas bolivarianas.
Mientras tanto, Bolívar decidió que a causa de la anarquía política no era posible defender la capital y
decidió partir a Trujillo para iniciar el ataque final a los realistas. Las tropas fidelistas ocuparon
nuevamente Lima desde febrero hasta diciembre de 1824, desatando una vez más una crisis política que
esta vez incluyó la deserción del propio presidente de la república, Torre Tagle, al bando realista. El
liderazgo patriota en Lima desapareció, la aristocracia recibió una vez más con los brazos abiertos a los
españoles y Bolívar monopolizó todos los poderes, con lo cual el destino de la independencia del Perú
quedaba enteramente en sus manos.

La primera acción del venezolano fue nombrar a José Faustino Sánchez Carrión como jefe de gobierno y
reunir a sus fuerzas, las cuales llegaron a conformar un ejército de diez mil hombres. Sumado al ejército
bolivariano se encontraban las guerrillas del centro que fueron asignadas al general Miller. En su intento
de ingresar al valle del Mantaro, el ejército unido se encontró en las pampas de Junín con las tropas
acantonadas de Canterac, librándose batalla el 6 de agosto de 1824. Lo que en un principio pareció una
derrota militar bolivariana devino en victoria gracias a la intervención del escuadrón peruano Húsares del
Perú, guerrilleros convertidos en fuerzas regulares liderados por Isidoro Suárez. Esta victoria hizo que las
tropas realistas se acantonaran en el sur andino, último bastión fidelista en el Perú.

Bolívar dejó el mando de la tropa a Sucre y se dirigió a Lima para reconquistarla. Allí, el pánico ante la
llegada del libertador se apoderó de los criollos y fidelistas, que se acantonaron en el fuerte Real Felipe
del Callao, incluyendo el ex presidente Torre Tagle, quien luego moriría en dichas instalaciones. El sitio al
Real Felipe por parte de Bolívar se inició el 7 de diciembre. Por otra parte el virrey La Serna se vio
estratégicamente obligado a dar batalla, para lo cual reclutó un ejército de españoles, criollos, mestizos y
castas, liderado por el general realista Valdés. Luego de unos movimientos tácticos, los dos ejércitos se
encontraron el 9 de diciembre de 1824 en la pampa de Ayacucho. El ataque de las caballerías realistas
fue frenado por las tropas patriotas en diversas ocasiones, dando la oportunidad de ataque a los
generales Córdova y Miller. El confuso repliegue realista fue el corolario de la batalla.

El virrey La Serna, presente en la batalla, fue herido y tomado prisionero, mientras que los realistas
desertaban en masa. Canterac, en un último intento, trató de retirar sus tropas hacia el Alto Perú, pero el
desorden hizo imposible tal tentativa. La capitulación de Ayacucho, sin embargo, fue excesivamente
condescendiente a los realistas, que parecían antes vencedores que vencidos.

La pacificación del territorio continuó en el Alto Perú, mientras que en Arequipa la elite criolla nombraba a
un nuevo virrey, curioso dato que revela una vez más la compleja situación social de la nueva república.
Finalmente, la pacificación del altiplano vino de la mano de Sucre y Gamarra, mientras que el 25 de
marzo la asamblea de Chuquisaca convocada por Sucre constituyó un país independiente con el nombre
de Bolivia, separando definitivamente al Perú de dicho territorio.

El último bastión realista fue el Callao. El sitio al Real Felipe fue duro, así como la resistencia española en
su interior, liderada por José Ramón Rodil, quien tenía bajo su cargo a 6000 realistas. El hambre, la sed y
la peste se sucedieron, así como los intentos de amotinamiento que fueron aplacados violentamente por
los realistas. El sitio se prolongó por más de un año, y recién el 8 de enero de 1826 Rodil aceptó
negociar. La capitulación fue tan concesiva como la de Ayacucho, y la mayoría de los funcionarios y
militares realistas se quedó en el país. De los 6000 refugiados sólo sobrevivieron 2400, en su mayoría
civiles, miembros de las elites criollas.

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