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En el texto que se nos expone para analizar en esta ocasión se tratan el tema de los

nacionalismos, así como la nación española (en cierta medida) siente fascinación por
defender el estado español como su signo de identidad, otras comunidades como el
nacionalismo catalán no se separan mucho del significado que estos tienen.

Principalmente debemos entender que las naciones son simbólicas, realmente son algo
construido mediante el desarrollo de la sociedad en la que se generan. Cuando hablamos
de naciones también debemos tener en cuenta la evolución que estas mismas pueden
llegar a tener, siendo fruto del paso del tiempo los deseos sociales y políticos que estas
reclaman. No son fronteras físicas sino de pensamiento por lo tanto su definición y
concepción son más complejas al ser un constructo social. El idealismo que desarrollan
estos pensamientos puede llegar a ser nocivo en una sociedad globalizada como en la que
nos encontramos.

El idealismo social y político sobre aquello que muchos defienden como “el bien o el mal”
puede llevar consigo consecuencias extremas entre los pueblos o naciones que estos
fanáticos defienden. Podemos llegar a preguntarnos entonces si realmente la defensa de
algo inexistente y por tanto producto de la imposición de pensamientos de las élites (que
llegan a adoctrinar a la población mediante la imposición de pensamientos autoritarios y
de superioridad al respecto de los demás pueblos, naciones o simplemente aquellos que
no siguen la senda marcada) puede tener cabida en un mundo con la historia que en siglos
antes hemos vivido, siendo estos relatos los mayores genocidios jamás conocidos fruto
de un pensamiento tan radical.

Se realiza entonces una comparación con las religiones. Las altas esferas pueden crear
ideales en las mentes de los individuos para utilizarlo como delito de odio hacia otras
comunidades, y realmente es eso, la creencia en algo que no es real y que simplemente
nos envuelve en su espiral enfermiza sobre que el mundo exterior es la gran mentira y los
que siguen el camino correcto son aquellos que conocen la verdad.

Podemos dictaminar entonces que pensamientos e ideales tan marcados por ideologías
separatistas solo llegan a la exclusión, la discriminación al individuo que pensamos que
es diferente a nosotros, extremismo político, etc. Siendo estos movimientos la cuna de
una sociedad enfermiza donde no se acoge al diferente sino que se le separa y juzga. Estos
comportamientos también producen rechazo en relación a la cooperación internacional, y
esto solo se da en el caso de que hermanen con naciones de pensamiento parecido o que
sean iguales de fanáticos que ellos.

Por ello, y como se comenta en el texto la Unión Europea realmente puede llegar a
interpretarse como una unión ficticia entre países que solo comparten un continente ya
que geográficamente los pueblos europeos no comparten ideologías. Por ejemplo: Polonia
a es uno de los países europeos con mayor sentimiento europeo pero no comparten los
valores que tenemos en España. Por lo tanto aún estando dentro del amparo de la UE es
complejo hermanar a pueblos de opiniones tan diversas.

En el caso de Cataluña y España pienso que es exactamente igual. Los catalanes se sienten
como nación desde hace años, no ha sido un producto de la sociedad actual. Los españoles
que sienten la nación son igual de fanáticos y de idealizadores de un sentimiento que es
abstracto y creado para la adoctrinar a las masas.
Podemos observar de manera clara como entre los nacionalismos que habitan en nuestro
país hay un objetivo común, en este caso, enfrentarse al pueblo español pues no creen
sentirse representados con el pensamiento colectivo. Estas naciones piensan que España
es un lastre del que quieren despegarse para poder avanzar como pueblo independiente.
Llegados a este punto pienso que el sentimiento es algo que debe unirnos como pueblo
no dividirnos. Realmente no sabemos si económica, social o políticamente el
independentismo es viable ya que como comenta el texto Europa no permitiría que esto
fuera posible y probablemente los haría retroceder, incrementando así el odio hacia otro
pueblo.

En una sociedad tan individualista donde el objetivo es el bienestar propio es muy


complicado no sentir odio hacia otros y eso aumenta con la presión social que se ejerce
al sujeto para poder dominarlo.

El ser humano es egoísta y avaricioso por naturaleza por lo que siempre quiere optar a
más. Por ello no es complicado explicar el sentimiento de invasión hacia otros pueblos.
En la historia hemos podido apreciarlo en múltiples ocasiones. El hombre necesita sentir
poder sobre otros y ejercer dominación frente a los más frágiles. Por ello nosotros mismos
somos el germen de esta sociedad, la que no aprende de sus errores.

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