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“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los
padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el
resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las
cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros
pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”.
“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído,
no sea que nos deslicemos”.
La gente que no escucha lo que Dios está hablando en este tiempo se va a deslizar, caer,
golpear. Tiene que llegar un momento en el que los creyentes entiendan que ya su
problema no es estar luchando con el pecado, sino que hay una gran salvación por la
que tienen que luchar.
Dios envió a Juan el Bautista para ir preparando el terreno de alguien que no va a venir
a hablar de quien es él.
Para tu ver la manifestación de Dios tienes que estar bautizado en Espíritu Santo y
fuego. En el nuevo testamento, el perdón de los pecados no es precisamente el tema
principal, el proclamarlo como una consecuencia o como producto de algo mucho más
fundamental, el cual tiene que venir primero. Antes que Dios perdone tu pecado, algo
más fundamental tiene que venir a ti primero.
Creer en las buenas nuevas del reino de Dios, y entonces por el arrepentimiento, tú
entras al Reino. Una vez que entras al Reino por el arrepentimiento genuino la
consecuencia que te viene es el perdón. No hay perdón de pecado si no hay
arrepentimiento genuino, y no solo esto, sino que tu arrepentimiento genuino tiene que
estar dentro de la dimensión del Reino, si esto no sucede, entonces es un perdón
religioso.
1. Porque tiene que tener un testimonio de organización, esto significa que para
depender cien por ciento de Dios y poder controlar tu impaciencia, tienes que
con tiempo organizar lo que vas a hacer y lo que vas a querer.
Una vez que estés arrepentido necesitas ser investido por alguien y ese alguien se llama
el Espíritu Santo, este te dará un mejor discernimiento, entendimiento al razonamiento.
Cuando el Espíritu Santo viene sobre ti, tras un verdadero arrepentimiento entenderás lo
equivocado que estabas de vivir tu vida independiente.
Tu lucha no es contra carne ni sangre dice la Palabra, tu lucha la tendrás que pelear con
ese espíritu que es la raíz del pecado, es el espíritu egoísta, de independencia, es un
espíritu demoníaco y tú nunca podrás luchar con tu propia fuerza, por eso ese espíritu de
independencia que te lleva a esa situación en la que vives, cuando la luchas tu mismo te
gana Satanás, por esa razón necesitas al Espíritu Santo para luchar ese espíritu.
Mientras luchas con tu propia fuerza, Satanás tiene autoridad sobre tu carne, por eso
necesitas el bautismo del Espíritu Santo, solamente Él te da la fortaleza para vencer esos
espíritus de pecado y principalmente de independencia, si no tienes al Espíritu Santo no
tendrás fuerzas para luchar, te vas a cansar y satanás te va a vencer.
Jesús es tan inteligente y tan sabio que dijo “me voy, pero os dejo al consolador” y el
consolador no es que te consuele cuando estás llorando, sino que tengas esperanza de
que estás ganado con Él.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado
conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos
del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.
Cada vez que dejas el hombre viejo Dios te revela un hombre nuevo, las experiencias
del hombre nuevo no son comparadas con las experiencias del hombre viejo, porque las
experiencias del hombre viejo siempre traen destrucción y las experiencias del hombre
nuevo siempre traen bendición y no solamente tú eres bendecido, sino también todos los
que amas.
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo
que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí”.
Cuando vas a la cruz estás crucificando la carne, mueres a ti para que Cristo te
reemplace. No es con tu fuerza que vas a conseguir las bendiciones, no es con tu fuerza
que recibirás los cambios ni que te amen, no vas a conseguir nada, tu centro debe ser
Dios y cada vez que gires en Él, la bendición vendrá a ti por sí sola.
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y
me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está.
Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré
gratuitamente de la fuente del agua de la vida”.
Tener sed significa nunca saciarte con lo que tienes ni con lo que haces, por eso el Señor
dice en estos versículos que Él es esa agua de vida que te va a quitar la sed que tienes de
ese pecado, la sed de ser como eres, de hacer lo que estás haciendo, eso es sed, cuando
tienes un pecado que no puedes salir de él, que tienes que beber de ese pecado todo el
tiempo, Cristo te dice “Yo soy el agua de vida que te quita esa sed”.
Mientras más profundo entras en el pecado, mas sed te da, pero el Señor da esa agua de
vida gratuitamente y la está hablando desde los profetas del antiguo testamento y la está
hablando en el nuevo testamento a través de Su hijo en estos últimos tiempos.
“El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los
cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los
idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y
azufre, que es la muerte segunda”.
Dios te dará todo y serás Su hijo pero tienes que vencerte a ti mismo, tus deseos,
debilidades, orgullo, vanagloria. Si tú vences lo que hay en ti, tu yo, heredarás un buen
matrimonio, buenos hijos, tus finanzas, no en cantidad, sino disfrute de la herencia, pero
los cobardes son aquellos que no se quieren enfrentar a sí mismo.
El hombre sabe las cosas por medio de su propio entendimiento, pero las cosas de Dios
es por medio del Espíritu Santo.