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El primer capítulo del trabajo aborda la evolución de la teoría del comercio internacional.
Se mencionan teorías influyentes y conexiones entre ellas, pero no se pretende abarcar
todas las corrientes. Se citan autores como Shone, Jones, Helpman y Krugman, y se
mencionan manuales y libros sobre economía internacional.
Se plantean cuatro grandes grupos de preguntas que la teoría del comercio busca
responder: A) Causas y naturaleza del comercio. B) Evolución de los precios
internacionales. C) Efectos del comercio en las economías nacionales. D) Papel de la
política económica en el comercio internacional.
En los siglos XVI, XVII y principios del XVIII surgieron las primeras ideas sobre el
comercio internacional, que más tarde se conocieron como mercantilismo. Aunque no
formaron una doctrina coherente, los mercantilistas coincidieron en centrar sus teorías en
el comercio exterior. John Hales, Thomas Mun y David Hume son figuras destacadas de
esta corriente.
Los mercantilistas no exploraron las causas del comercio internacional, sino que se
enfocaron en las ventajas que podía brindar a una economía nacional. Su doctrina del
superávit comercial sostenía que un país se beneficiaría si el valor de lo que exportaba
superaba lo que importaba. Esta idea promovería la entrada de metales preciosos y, por
ende, el enriquecimiento del país. Proponían que el Estado interviniera para lograr un
superávit, restringiendo importaciones y promoviendo exportaciones.
Sin embargo, críticos posteriores argumentaron que esta perspectiva tenía fallas.
Equiparar riqueza con metales preciosos era un error, y la visión de que el comercio solo
beneficiaba a unos perjudicando a otros no era adecuada. Aunque algunos defendieron el
superávit como estimulante del crecimiento económico, esta idea también fue
cuestionada. En resumen, el mercantilismo influyó en las ideas tempranas sobre comercio
internacional, pero enfrentó críticas debido a sus limitaciones y concepciones
simplificadas.
En este contexto, Adam Smith publicó en 1776 su obra "Investigación sobre la naturaleza
y causas de la riqueza de las naciones", que presentaba ideas contrarias al mercantilismo.
Smith introdujo consideraciones sobre el bienestar individual y cómo este se relaciona
con el beneficio nacional. A diferencia de los mercantilistas, él vinculó los intereses del
Estado con el bienestar de la sociedad en su conjunto, no solo de la monarquía.
El principio clave de Smith fue la división del trabajo, que aumenta la productividad y la
riqueza. Argumentó que la especialización y el intercambio podrían reducir costos y
generar economías de escala. Aunque los beneficios estaban limitados por el tamaño del
mercado, propuso la liberalización del comercio internacional para ampliarlo y fomentar
una intensa división internacional del trabajo. Esta idea amplió los mercados nacionales
y permitió que los excedentes nacionales se valoraran en el extranjero.
Bajo estas premisas, Smith sugirió que cada nación debía producir lo que fuera más
eficiente, en línea con las prácticas eficientes de una economía doméstica. Esto condujo
a su "teoría de la ventaja absoluta", donde un país exportaría bienes en los que tuviera
ventaja de costos, basada en un menor costo laboral en ese país. Smith promovió el libre
comercio ya que permitía importar bienes más baratos en lugar de producirlos localmente,
lo que no solo beneficiaría al país, sino también a la eficiencia mundial.
En resumen, Adam Smith y la escuela clásica desafiaron las ideas mercantilistas. Smith
conectó el comercio internacional con el bienestar individual y propuso el libre comercio
para aprovechar las ventajas comparativas de los países. Su enfoque contrastó con las
restricciones proteccionistas propuestas por los mercantilistas, y promovió una visión en
la que todas las economías podrían beneficiarse simultáneamente del libre comercio.
Ricardo también señaló que las diferencias en la productividad laboral entre países son la
causa subyacente del comercio internacional. Su análisis superó el enfoque de Smith al
considerar cómo las diferencias en la productividad determinan los flujos internacionales
de bienes.
En la segunda mitad del siglo XIX, Karl Marx desafió la teoría clásica y reinterpretó el
fenómeno del comercio internacional. Marx destacó que el capitalismo y el mercado
mundial están estrechamente interconectados, ya que el desarrollo del capitalismo
necesita de un mercado global cada vez más amplio. Marx argumentó que el comercio
mundial liberaba la producción de los sistemas feudales y estimulaba la formación de
mercados internos al eliminar obstáculos internos al comercio.
Marx también analizó la relación real de intercambio y argumentó que podría acentuar
las asimetrías ya existentes en el comercio mundial. Posteriormente, los economistas
Prebisch y Singer criticaron el enfoque clásico y neoclásico sobre los precios relativos
internacionales. Su hipótesis Prebisch-Singer sugiere que el comercio internacional
favorece más a los países desarrollados que a los subdesarrollados. La especialización de
los países desarrollados en productos manufacturados y la de los países subdesarrollados
en productos primarios resulta en una relación de intercambio desigual, lo que limita el
crecimiento de las economías atrasadas.
Arad y Hirsch (1981) intentaron reconciliar la teoría de Linder con el modelo H-O al
introducir el concepto de costos de transferencia internacional, que se refiere a las
diferencias de costos entre vender en el extranjero y vender en el mercado interno. Estos
costos disminuirían cuando las similitudes en la demanda entre países son mayores, lo
que explicaría por qué el comercio entre países con patrones de demanda similares, como
países ricos, tiende a ser más intenso.
La teoría del retardo en la imitación, también conocida como teoría del retardo
tecnológico, propuesta por Posner y complementada por Hufbauer en la década de 1960,
se basa en las diferencias tecnológicas entre países como explicación para el comercio
internacional. A diferencia del modelo H-O, esta teoría considera que los bienes y
procesos productivos no surgen simultáneamente en todos los países debido a las
diferencias en el desarrollo tecnológico.
Según esta teoría, los países con ventajas tecnológicas producirán bienes más intensivos
en investigación y desarrollo, mientras que importarán bienes menos avanzados
tecnológicamente de otros países. Estas ventajas tecnológicas otorgan a las empresas o
países una posición de monopolio temporal, lo que les permite vender a precios más bajos
y obtener ganancias extraordinarias. El comercio surge debido al retraso en la difusión de
la tecnología, ya que mientras la innovación no se difunde, se mantienen las ventajas
comparativas.
En la fase de nacimiento, el producto es desarrollado en un país con alta renta per cápita
y altos costes laborales, debido a la proximidad al mercado y a la necesidad de adaptación
a las demandas de los consumidores. A medida que la tecnología se difunde y la demanda
crece, la producción del producto se expande a países de desarrollo intermedio o alto, con
costos laborales más bajos, durante la fase de madurez. En la fase de estandarización, el
producto se vuelve más común y se produce en masa en economías menos desarrolladas
para exportarlo a países desarrollados.
Aunque la teoría del ciclo del producto explica flujos comerciales y justifica el comercio
intraindustrial, no es aplicable para explicar la producción estandarizada a nivel mundial
por empresas multinacionales. En resumen, esta teoría destaca cómo las ventajas
comparativas cambian con el tiempo debido a las innovaciones y la difusión tecnológica
en distintas fases del ciclo del producto.
Vanek (1968) propuso una extensión del modelo H-O conocida como modelo Heckscher-
Ohlin-Vanek (H-O-V) para abordar esta complejidad. En este enfoque, el análisis se
centra en los servicios factoriales incorporados en los bienes comerciados. Un país
exportará los servicios de los factores que son relativamente abundantes en su economía
y, a su vez, importará los servicios de los factores relativamente escasos.
Johnson (1971) propuso una explicación amplia del comercio internacional al combinar
ideas de Linder y Vernon y superar las simplificaciones del modelo Heckscher-Ohlin (H-
O). Amplió los conceptos de trabajo y capital, incluyendo factores como recursos
naturales, conocimiento y diferencias culturales. Consideró costos de transporte,
información y proteccionismo. Introdujo el fenómeno de transferencia de producción,
donde la innovación se propaga y reduce ventajas comparativas iniciales. Propuso un
concepto amplio de capital, abarcando capital humano e intelectual. Aunque buscó
reconciliar teorías, sus ideas desafiaron hipótesis del modelo H-O, al destacar el
monopolio de la innovación, concentración geográfica y efectos de diferencias salariales
en el comercio.
La diferenciación de productos lleva a las empresas a crear bienes únicos para mantener
cierto monopolio y satisfacer preferencias de los consumidores. Sin embargo, la
diferenciación compite con las economías de escala y limita la producción diversificada.
Dentro de las teorías de bienes diferenciados, hay dos enfoques: uno trata productos con
diferencias horizontales y otro se enfoca en diferencias verticales.
1. "Gusto por la variedad": Autores como Barker, Dixit y Stiglitz sostienen que los
consumidores buscan una mayor variedad de productos, lo que lleva a la
existencia de comercio intraindustrial. Las empresas limitan sus ofertas para
obtener economías de escala, pero el comercio incrementa la variedad y beneficia
a los consumidores.
2. "Variedad favorita": Lancaster propone que los consumidores tienen preferencias
asimétricas por distintas variedades de un producto. Cada consumidor tiene una
variedad preferida y elige entre las disponibles según la relación entre el precio y
la proximidad a su favorita. El comercio aumenta las opciones disponibles y
mejora el bienestar de los consumidores.
Ambos modelos explican cómo el comercio intraindustrial de bienes diferenciados puede
aumentar el bienestar al incrementar la variedad de productos disponibles para los
consumidores.
Los bienes diferenciados verticalmente tienen las mismas características, pero difieren en
calidad u otras dimensiones. Esto crea sustitutos cercanos, pero no perfectos. Ejemplo:
camisas con diferentes tejidos o características de moda. La teoría sugiere que a medida
que un producto avanza en su ciclo de vida, se desarrollan diferencias de calidad, lo que
lleva a que los países desarrollados produzcan variedades de alta calidad y los no
desarrollados, de baja calidad.
La nueva escuela del comercio internacional no reemplaza a la teoría neoclásica, sino que
la complementa, considerando la competencia imperfecta y la diferenciación de
productos como elementos importantes en la explicación de los patrones comerciales.