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(Lit. Italiana) Novelle12

de Matteo Bandello

Bandello, Matteo, Novelle. Edizione di Elisabetta Menetti. Milán, BUR, 2011

Traducción del italiano de Nora Sforza para la Cátedra de Literatura Italiana, Facultad de
Filosofía y Letras, UBA. Notas de Elisabetta Menetti, Giuseppe Guido Ferrero y de la
traductora.

La primera parte de las novelle de Bandello

Bandello a los sinceros y humanos lectores

Hace ya muchos años, comencé a escribir algunas novelle, empujado por las
órdenes de la siempre amarga y honrada memoria de la señora Hipólita Sforza, consorte del
muy humano señor Alejandro Bentivoglio3, que Dios tenga en su gloria. Y mientras ella
vivió, se las presenté todas a ella, aunque dediqué algunas [novelle] a otros. Sin embargo,
no siendo el mundo digno de ver a un espíritu tan elevado y glorioso, nuestro Señor Dios lo
retiró al Cielo, dándole una muerte temprana. Por lo que, luego de su muerte, se me ocurrió,
como a la cambiante rueda4 suele suceder que, siendo girada por una mano fuerte, aunque
se quite esa mano, la rueda sigue girando por un tiempo, en virtud de ese primer
movimiento. De esta forma, luego de la muerte de la nombrada muy noble señora, mi
ánimo, que siempre deseó obedecerle, no cesó de embaucar a mi débil mano, para que yo
perserverase en escribir o ésta o aquella novella, según se me ofrecía la ocasión, de manera
que escribí muchas. Ahora, siendo que algunos amigos míos desean verlas, habiendo visto
ya muchas, todos los días me exhortan a mostrarlas.5 Muchas de ellas las he consagrado a
Vulcano;6 aquellas que han sabido sustraerse de las llamas, al no haber conservado yo
ningún orden7, las he puesto juntas y he hecho tres partes, según me vinieron a las manos,
para dividirlas en tres libros con el fin de reunirlas en volúmenes lo más pequeños que sea
posible.8 No invito ni fuerzo a nadie a leerlas, pero ruego a todos aquellos a los que les

1
Hemos decidido mantener el término novella, por ser mucho más preciso que cuento. Por otra parte,
las novelle aquí traducidas se enmarcan claramente en la idea de “cuentos enmarcados en una serie de
historias”, al tiempo que mantienen su raíz etimológica de “noticia breve”, “nueva”. [NdT]
3
Alessandro Bentivoglio (1474-1532), hijo de Juan II, señor de Bolonia, fue expulsado en 1506 y
luego vivió en Milán, al servicio de los Sforza, salvo por un breve paréntesis entre 1511 y 1512, en el que
regresó a Bolonia.
4
La rueda del destino de los hombres. [NdT]
5
Bandello habla aquí de la necesidad de publicarlos. En este sentido, cfr. la situación vivida por
Castiglione antes de publicar su Libro del Cortesano. [NdT]
6
Vale decir, los he quemado.
7
Bandello se refiere aquí al desorden de la colección y, por lo tanto, a la falta de un orden temático
interno, señalando una primera y fundamental diferencia estructural en relación con el arquetipo
decameroniano.
8
Bandello se refiere a las tres primeras partes divididas en tres volúmenes, de la edición de Lucca
(Busdrago, 1554), a la que pertenece esta primera parte. La preocupación del autor también está relacionada

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placerá leerlas que lo hagan con el mismo ánimo con el que las he escrito: afirmo con
certeza que las he escrito para que sean de provecho y deleiten a los demás.9 Ahora bien, si
yo he satisfecho vuestro benévolo y sincero juicio, confío en vosotros. No quiero decir,
como dijo el gentil y muy elocuente Boccaccio, que estas novelle mías han sido escritas en
florentino, porque a todas luces diría una mentira, pues no soy ni florentino, ni toscano ni
lombardo.10 Y si bien no tengo estilo,11 cosa que confieso, me he asegurado de escribir esas
novelle, creyendo que la historia y esta suerte de novelle12 puedan deleitar en cualquier
lengua en la que estén escritas. Que estéis bien.

I, 4

BANDELLO A LA ILUSTRÍSIMA Y EXCELENTÍSIMA SEÑORA ISABEL D’ESTE


MARQUESA DE MANTUA13

Señora, luego del piadoso caso de la muerte de la condesa de Cellant14, me he


recordado muchas veces aquello que vos me dijísteis no hace mucho en vuestra magnífica
morada en Diporto15, cuando ella aún estaba casada en primeras nupcias con nuestro señor
Hermes Visconti -que Dios lo tenga en gloria-16 a propósito de los celos que él sentía por
ella y por lo que, en Milán, era muy desaprobado. Él no permitía que la condesa fuese a
ningún lado, salvo a la casa de la señora Ippolita Sforza y Bentivoglia, donde generalmente

con el formato editorial en que era necesario recoger todas sus novelle, que divide en tres ágiles libros: 59
novelle en la primera parte, 59 en la segunda parte y 68 en la tercera parte. La cuarta parte será publicada
póstuma en 1573 (Lyon, Marsilii)
9
Se trata de una fórmula (la narración útil y placentera) cuya intertextualidad posee aquí una evidente
función proléptica, vale decir anticipatoria: Giovanni Boccaccio, citado inmediatamente después, primero es
evocado mediante sus palabras, las cuales representan los fundamentos teóricos del narrar (Decameron,
Proemio, 14), retomados, como es sabido, del Arte poética de Horacio.
10
Bandello marca aquí la segunda diferencia en relación con el arquetipo decameroniano y en relación
con la norma lingüística toscana, aconsejada por Pietro Bembo en las Prosas de la lengua vernácula (Prose
della volgar lingua). Por otra parte, reivindica la lengua “lombarda”, vale decir septentrional, como la nueva
lengua a ser utilizada para la narración “moderna” de novelle.
11
Bandello confiesa modestamente no tener estilo, pero se trata de una cita del architexto y de una
reanudación del “estilo muy humilde y sumiso” (umilissimo e dimesso) del mismo Boccaccio (Decameron,
Introducción, 3).
12
Respectivamente istoria y novelle en el original. Se trata de los dos términos clave del proceso de
transformación del género de la novella promovida por el autor, que coloca la propia experiencia narrativa en
la confluencia de la verdad histórica y de la ficción narrativa.
13
Isabel d’Este (1474-1539). Hija de Hércules I, duque de Ferrara y esposa de Francesco I, marqués de
Mantua. Humanista y protectora de literatos y artista, Bandello tuvo la ocasión de encontrarla muchas veces
en el transcurso de su vida, especialmente entre los años 1516 y 1518, en Mantua.
14
Se trata de Bianca Maria di Challant (1501-1526). Piamontesa de origen humilde (era hija de un
“plebeyo” como precisa el narrador, llamado Giacomo Scappardone), se casó en primeras nupcias con Ermes
Visconti y, al quedar viuda, con Renato di Challant. Acusada por el homicidio del conde Ardizzino Valperga
fue decapitada el 20 de octubre de 1526 en el castillo Sforzesco de Milán. Siglos después, partiendo de la base
del personaje bandelliano -también mediado por la relaboración del teatro isabelino- el drama de la condesa di
Challant será representado en el Teatro Carignano de Turín (14 de octubre de 1891) por Eleonora Duse
(Giuseppe Giacosa, La Signora di Challant. Drama en cinco actos).
15
Magnífico palacio de la familia Estense, situado al norte de Mantua.
16
El filo sforzesco Hermes Visconti será decapitado en Milán, el 22 de octubre de 1519 sospechado de
traición al Estado.

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yo la veía y hablaba con ella. Recuerdo que, siendo ella una muchachita siempre bien
dispuesta -como lo son las jóvenes- a ir a las fiestas con esa libertad con las que van las
mujeres milanesas, le rogó a la señora Ippolita que obtuviese de su marido el permiso para
poder ir a cierto lugar, especialmente porque había sido invitada. Por cierto, la señora
Ippolita cumplió el encargo un día en el que me encontraba conversando junto con ella y el
señor Hermes. Escuchó el señor Hermes el pedido que se le hacía y luego, sonriendo, así le
respondió: “Yo, mi señora, no me protegeré de Bandello, sabiendo que él es mi servidor y
amigo. Me perdonareis si no dejo ir a mi mujer donde desea y si no le doy tanta libertad
como se acostumbra en Milán, pues yo conozco el trote y el andar de mi potranca y no me
parece dejarle las riendas en el cuello. Y os ruego que no me hableis más del asunto. Pues si
siempre puede venir a esta casa, de día o de noche, en tanto que vos esteis, no quiero, en
cambio, que vaya a otro lado.” Luego de que él se fuera, la señora Ippolita y yo discutimos
los motivos de tales palabras, mas no supimos comprenderlos. Ahora, el fin que ella ha
tenido y la vida que ha llevado adelante luego de la muerte del señor Hermes, ha
desilusionado a todos aquellos que pensaban que su marido era celoso. Mas el sabio señor
sabía muy bien lo que hacía y, como suele decirse, conocía el paño.17 Y en verdad fue el
señor Hermes un joven muy prudente y sabio, quien mientras vivió la refrenaba de tal
forma que ella era considerada una de las mujeres honestas y virtuosas de Milán. Pero me
parece que, en este punto, él se engañaba muchísimo pues siendo, como es sabido, uno de
los primeros caballeros de esta ciudad, muy noble y riquísimo, debía tomar como mujer a
una mujer noble y bien nacida, noblemente criada en una casa noble, y no tomar a una que
no se le equiparaba en nobleza, atraído solamente por su enorme riqueza, fruto de la
usura.18 Quien quiere crear razas de caballos, busca yeguas generosas, provenientes de
yeguas buenas y nobles. Del mismo modo, aquellos que se deleitan cazando, sólo quieren
perros de buena raza, independientemente de cual sea y que sirvan para cazar pájaros o
fieras, y, diligentemente, buscan saber cuál fue el padre y cuál la madre; y si por ventura,
una de sus perras es servida por un perro miserable, arrojan al agua a toda su cría. ¿Qué diré
yo? Si el hombre quiere comprar tela o zapatos, quiere que sean de buena lana y de buen
cuero. Hoy, al tomar esposa, no se busca otra cosa más que el dinero. Y, sin embargo,
debería pensarse más en esto y saber de forma más precisa quién fue el padre y quién la
madre que todo el resto. No voy a nombrar a uno de los primeros feudatarios de Lombardía
quién, por obtener el favor del duque Galeazzo19, tomó como esposa a una hija de un
capitán suyo que estaba loca de atar. Y así sucedió que todos los hijos que tuvo, aún si
fueron grandes señores y ricos, eran todos locos y cometieron solemnes locuras, las cuales
tal vez fueron el motivo de la ruina de esa estirpe. Mientras se razonaba acerca de este
tema, el señor Antonio Sabino20, hombre de buenas letras y de mucha experiencia,
gobernador de los condes Bolognini, hijos del conde Matteo Attendolo y de la señora
Agnese da Correggio, señores de Sant’Angelo21, habló por largo rato sobre esta cuestión,

17
Conosceva il trotto de la sua chinea, en el original. La chinea es un caballo de silla de andar muy
libre. Las imágenes relacionadas con la doma de caballos por parte del varón son recurrentes en la cuentística
renacentista, así como en la tradición de la canción profana del mismo período. [NdT]
18
Como Bandello explica también en la parte proemial, el padre de Bianca María era un conocido
usurero.
19
Se trata de Galeazzo Maria Sforza (1444-1476), duque de Milán entre 1466 y 1476. Fue asesinado a
puñaladas en una conjura organizada por los nobles milaneses al mando de Giovanni Andrea Lampugnani.
20
Literato de Ímola, amigo de Bandello.
21
Se trata de la noble familia milanesa Attendolo-Bolognini, que poseía el condado de Sant’Angelo

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enumerando, para beneplácito de quienes lo escuchaban, todo aquello que se debe buscar
en una joven en edad de matrimonio y concluyendo con fuertes razones que la última cosa
debe ser la dote. Habiendo llegado al caso de la señora Bianca Maria le rogué que, para mi
bien, me narrase la historia de sus muy infelices amores y de su muerte, dado que ésta había
acaecido en la Romagna. Por lo que él, siempre dispuesto a obedecer a sus amigos en todo
todo aquello que puede, inmediatamente respondió a mi pedido. Por lo que, habiéndola
escrito para ponerla con mis otras novelle, para que pasado el tiempo pueda ser leída con
aquellos, he querido anteponer vuestro nombre y a vos regalarla. Y así, muy ilustre señora,
os la envío, suplicándoos muy humildemente no os desdeñéis si uso vuestro valeroso y
virtuoso nombre para una cosa de tan poco valor. Si no os desagradará, tal vez nuestro muy
gentil señor Mario22 podrá leérosla. Que Nuestro Señor os conserve.23

Novella IV

La condesa de Cellant hace asesinar al conde de Masino24 y a ella le es cortada la cabeza

Vosotros, señores míos, debéis saber que esta señora Bianca Maria de quien se ha
hablado -digo señora por respeto a los dos maridos que tuvo- fue de baja alcurnia y de no
muy estimado linaje; su padre fue Giacomo Scappardone, hombre plebeyo en Casal di
Monferrato. Este Giacomo se puso a prestar públicamente con usura todo aquello que había
acumulado en dinero, con tan grandes intereses que, habiendo comenzado a ejercer este
oficio desde joven, se volvió tan rico que compró muchas posesiones y así prestando y
gastando poco adquirió un enorme patrimonio. Tuvo por esposa a una joven griega, venida
desde Grecia con la madre del marqués Guglielmo25, quien fuera padre de la duquesa de
Mantua. La esposa de Giacomo era una mujer bellísima y muy agradable, pero tenía mucha
diferencia de edad con el marido, pues él era ya viejo y ella no llegaba a los veinte años.
Tuvieron una sola hija, que fue esta Bianca Maria de la cual he comenzado a hablar. Murió
el padre y esta hija muy pequeña quedó bajo el cuidado de la madre griega, con bienes
seguros por más de cien mil ducados. La hijita era muy bella, y tan vivaz y agraciada que
más no se podía pedir. Cuando llegó a los quince, dieciséis años, el señor Hermes Visconti,
hijo de ese venerable patricio, el señor Battista, la tomó por esposa y con muy solemne
pompa, grandísimos triunfos y fiestas, la condujo a Milán. Antes de que ella llegase, el
señor Francesco, hermano mayor del señor Hermes, le envió una soberbia carroza,

Lodigiano.
22
Se trata de Mario Equicola (Alvito, cerca de Mantua, 1470 - Mantua, 1525), autor del famoso tratado
Della natura d’amore.
23
Bandello coloca la narración de la novella poco después de la decapitación de Bianca Maria di
Challant, acaecida en 1526. Sin embargo, en el juego de la verosimilitud epistolar permanece irresuelto el
dato biográfico referido a Mario Equicola, fallecido en 1525 y que aquí se da todavía por vivo. La noticia
había tenido una notable difusión en las crónicas de la época, entre las cuales aparece también una versión de
Antonio Grumello (publicada en 1856).
24
Ardizzino Valperga, conde de Masino, de noble familia piamontesa. Murió asesinado en 1524, junto
con su hermano Carlo, probablemente por mandato de la condesa de Challant.
25
Se trata de Guglielmo IX Paleólogo (1486-1518), marqués del Monferrato.

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completamente tallada y cubierta de oro, con una cubierta de brocato labrado, todo
recortado y con hermosos bordados y adornos esparcidos aquí y allá. Dicha carroza era
guiada por cuatro corceles blancos como el armiño, los cuales también eran de valor
inestimable. En esta carroza entró triunfalmente en Milán la señora Bianca Maria y vivió
con el señor Hermes alrededor de seis años. Luego de la muerte del señor Hermes, ella se
retiró a Casale Monferrato y allí, encontrándose rica y libre, comenzó a vivir muy
alegremente y a tener amoríos con éste y con aquél. Muchos la deseaban y la pedían por
esposa, especialmente el señor Gismondo Gonzaga26, hijo del señor Giovanni y el conde de
Cellant, barón de Saboya27, quien tenía sus propiedades en el valle de Aosta28, donde poseía
muchos castillos que le daban mucha renta. La marquesa de Monferrato, para complacer al
yerno, señor de Mantua, hacía cualquier cosa para entregarla al señor Gisismondo, y el
matrimonio casi se concluye. Pero el conde de Cellant supo tan bien conquistarla y contarle
sus desdichas que se casaron en secreto y también consumaron el matrimonio. La marquesa
de Casale, aunque se disgustó mucho por esto y estuvo por hacerle una broma de mal gusto
a la señora Bianca Maria, disimuló no obstante su desdén y, por respeto al conde, no hizo
nada más. Se publicó, pues, el matrimonio y las bodas se realizaron con mal augurio, según
lo que siguió después. Y pareció cierto el proverbio que generalmente se dice entre
nosotros, que quien se toma por amor, se deja por rabia, pues no había pasado mucho
tiempo desde que estaban juntos, cuando comenzó entre ellos la más feroz discordia del
mundo, de manera que, fuese cual fuese la razón, ella huyó furtivamente de su esposo y se
retiró a Pavía, donde condujo una casa acaudalada, llevando adelante una vida demasiado
libre y poco honesta. En esos días, Ardizzino Valperga, conde de Masino, se encontraba al
servicio del emperador, junto con su hermano, el señor Carlo. Y encontrándose Ardizzino
por casualidad en Pavía y viéndola, se enamoró y todo el día estaba en la casa, sirviéndole y
usando todas sus artes para lograr su objetivo. Y aunque era un poco rengo de un pie, de
todas formas era un joven muy bello e inteligente, por lo que, en pocos días logró
conquistar a la mujer y durante más de un año pasó el mejor tiempo del mundo con ella, de
manera tan abierta que no sólo en la ciudad de Pavía, sino también por toda la zona se
hablaba públicamente del asunto. Sucedió que el señor Roberto Sanseverino, conde de
Gaiazzo29, joven valiente y gentilísimo, llegó a Pavía y la señora Bianca Maria le puso los
ojos encima, juzgándolo mejor y más gallardo demoledor que su amante, de quien
seguramente ya se había saciado, decidió procurárselo como nuevo amante. Así comenzó a
mirar mal al señor Ardizzino y a no darle darle más oportunidades de que se encontrara con
ella, lo que hizo que ambos llegaran a decirse feas palabras. La joven, más confiada de lo
que era conveniente y sin pensar en lo que había hecho, comenzó a decirle groserías, no
sólo llamándolo rengo cojo, sino diciéndole muchas otras palabras injuriosas. Él, que mal
soportaba las ofensas, no pudiendo dar freno a su cólera, repetidas veces la llamó puta
descarada, prostituta y villana, de manera tal que donde había habido tanto amor, nació de
una parte y de otra, un terrible odio. El señor Ardizzino se fue de Pavía y en cada lugar
donde se hablaba de la señora Bianca María, él repetía todos esos injuriosos dichos que
pudieran decirse de una mujer de un prostíbulo. Ella, a quien muchas veces le narraban las
26
Gismondo Gonzaga (1499-1530), condottiero de Carlos V. Su padre, como explica el narrador, era
Giovanni Gonzaga (1474-1526)
27
Se trata de Renato, conde de Challant (1502-1565), al servicio de los Saboya.
28
En efecto, los Challant eran de origen valdostana.
29
Roberto Ambrogio Sanseverino, hijo de Gianfrancesco, tercer conde de Gaiazzo. Se casó con la
hermana del cardenal Innocenzo Cybo. [NdT]

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cosas terribles que el antiguo amante decía de ella, así hizo con el conde de Gaiazzo, y se
dio a él. Y pensando que había logrado seducirlo de tal manera que podría disponer de él
como quisiese, un día, entregada a los placeres del amor mientras el conde mostraba
consumirse por ella, le pidió que por favor hiciese asesinar al señor Ardizzino, quien no
hacía otra cosa que hablar mal de ella. Al escuchar esta respuesta, el conde se asombró
muchísimo. Sin embargo, le dijo que no sólo haría esto, sino que, para servirla, hubiese
hecho cualquier cosa y que siempre estaba listo para servirla. Por otra parte, conociendo la
malicia de la mujer y el hecho de que el señor Ardizzino era una persona muy noble, amén
de ser amigo suyo, con quien jamás había tenido un disgusto, decidió que no quería dañarlo
y más aún pareciéndole que era más bien el señor Ardizzino quien habría tenido buenos
argumentos para sentirse ofendido con él, pues, aún sin haberse dado cuenta, había sido
poseído por la pasión amorosa de la señora Bianca Maria. El conde esperaba, pues, pasar
hermosos momentos con la mencionada mujer, y así lo hizo durante algunos meses. Pero
ella, al ver que el conde no había atacado ni buscado la forma de asesinar al señor
Ardizzino, quien había estado dos o tres veces en Pavía, sino más bien lo había halagado y
había comido algunas veces con él, decidió alejarse del conde. Ahora bien, cualquiera fuese
la razón, comenzó a fingirse enferma y a no dejarse ver por el conde, encotrando una vez
una excusa y otra vez otra, y sobre todo que su marido, monseñor de Challant le había
enviado emisarios para que se reconciliara con él y que ella se encontraba de buen talante
para regresar con el marido. Por este motivo le rogaba que no quisiera acercarse a ella, para
que aquellos que venían a Pavía, enviados por el marido, pudiesen hablar bien de ella. El
conde de Gaiazzo, creyese o no este relato, por lo menos demostró creerlo y sin que
mediasen más palabras se retiró y se alejó de esta empresa amorosa. Y para no tener
ocasión de regresar, partío de Pavía y se fue a Milán. La señora Bianca Maria, viendo que
el conde había partido y recordando que era más libre con el señor Ardizzino que mucho la
amaba, volvió a cambiar el odio en amor o quizás, para mejor decir, volvió a cambiar sus
deseos. Y pensando para sí, habiendo decidido regresar al primer juego amoroso con el ya
nombrado señor Ardizzino, tuvo la ocasión de hacerle hablar y de excusarse con él,
haciéndole entender que era completamente suya y que así pensaba serlo por siempre, si él
no había perdido su amor por ella, rogándole que él quisiese hacer lo mismo y disponerse a
entregarse completamente a ella, tanto como ella ya había decidido de ser eternamente
suya. Las cosas se hicieron de tal forma que el señor Ardizzino regresó al ruedo y retomó
una vez más la posesión de los bienes amorosos de la señora Bianca Maria y
contínuamente, de día y de noche, permanecía con ella. Estuvieron juntos muchísimos días,
cuando la mujer tuvo en su ánimo la idea de hacer asesinar al conde de Gaiazzo.30 Y quien
le hubiese preguntado la razón, dudo mucho que habría sabido encontrar alguna, si no que,
como mujer de poco cerebro y a quien cualquier enorme maldad le parecía nada, habría
aducido sus desordenados y muy deshonestos deseos, por los cuales condujo a aquél, a ella
misma y a otros, sin la mínima sombra de razón, no digo guiada, sino furiosamente
empujada, a un final infeliz, así como escuchándome oiréis. Ensimismada, pues, en esta
divagación, considerando que no podía vivir alegremente si el conde de Gaiazzo
permanecía vivo y sin saber qué otra solución buscar, si no era la de incitar al señor
Ardizzino para que fuese el asesino, una noche, encontrándose con él en la cama, mientras
bromeaban amorosamente juntos, le dijo: -“señor mío, hace ya muchos días que tenía en mi
corazón la necesidad de pediros un favor y quisiera que no me lo neguéis”. -“Estoy listo”-

30
Roberto Sanseverino. Véase nota anterior.

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respondió el amante- “para hacer todo lo que me pidais, por más que la cosa que pedís sea
difícil, a condición de que esté a mi alcance el poder llevarla a término.” -“Decidme” -
agregó entonces ella- ¿el conde de Gaiazzo es vuestro amigo?” –“Por cierto”- dijo entonces
él- creo que es mi buen amigo, por eso lo amo como a un hermano y sé que él me ama y
que donde pudiese haría cualquier cosa por mí, así como yo la haría por él. Mas, ¿por qué
me preguntáis esto?” -“Os lo diré” -respondió la mujer: y amorosamente, besándolo más de
seis veces, agregó: “Vida mía, vos estáis muy engañado, pues yo tengo la firme opinión que
no tenéis peor enemigo en el mundo que él. Y escuchad cómo lo sé, para que no penséis
que se trata de una cosa imaginaria. Cuando él estaba conmigo, nos pusimos a hablar de
vos, y entonces él me juró que no estaría contento si no hacía clavaros un puñal envenenado
en el pecho y que esperaba, en breve, haceros algo luego de lo cual ya no seguríais vivo. Y
me dijo muchas otras cosas horribles de vos; pero no quiso revelarme jamás la razón que lo
movía a pensar así aunque yo la buscase muy afectuosamente. Sin embargo, a pesar de que
yo estaba furiosa con vos, no hice otra cosa que rogarle que no llevara adelante esta
empresa. Pero él me respondía furiosamente que estaba decidido a hacerlo y que yo le
hablase de otra cosa. Por lo que cuidáos de él y permaneced en guardia, poniendo atención
en vuestras cosas. Mas, si vos me creyeses, os aconsejaría bien, de manera tal que no
tendríais temor de él ni de sus bravuconadas. Yo me anticiparía y aquello que él busca
haceros a vos, lo haría a él. Vos podéis muy bien vencerlo y seréis siempre elogiado y
tenido en gran consideración. Creedme, que si vos no empezáis antes, él no dormirá, pero
un día en que vos no esteis atento, él os hará asesinar. Seguid mi consejo, hacedlo asesinar
apenas podáis, porqué, amén de que haréis lo que corresponde a vuestro deber de
caballero, al asegurar vuestra vida que debe ser muy querida, también a mí hareis uno de
los regalos más grandes que puedan hacérseme en estos días. Y si no queréis hacerlo por
vos mismo, hacedlo por mi amor, porque si me regaláseis una ciudad, no sería un don tan
querido como el de ver muerto a ese tartamudo.Por lo que, si me amais como creo, quitaréis
del mundo a este soberbio y arrogante, que no respeta ni a Dios ni a los hombres.” La mujer
habría podido convencer al señor Ardizzino de que esta historia era cierta, si no hubiese
mostrado este sentimiento de desprecio, por lo que él juzgó que la mujer se había movido
por el particular odio que tenía hacia el conde y no por su causa, y tuvo por cierto que el
conde jamás lo hubiese hecho objeto de tal tratamiento. No obstante, demostró haber
apreciado mucho semejante aviso y se lo agradeció muchísimo, prometiéndole que
atendería su sabio consejo. Pero él no pensaba llevarlo adelante; es más, tenía la idea de ir a
Milán y hablar de estas cuestiones con el conde, como hizo; por lo que, encontrándose en
Milán y llegada la oportunidad, se puso conversar con el conde, y le contó con precisión
todo aquello que había sido dicho por la mujer. El conde se hizo la señal de la cruz y lleno
de estupor dijo: -“¡Ah! ¡Qué puta desfachatada! Si no fuese porque el deber de un caballero
no puede ser mancharse las manos en la sangre de una mujer, sobretodo de una mujer
despreciable como es ésta, le sacaría la lengua por detrás de la nuca, pero antes quisiera que
ella me confesara cuántas veces me suplicó con los brazos en cruz que yo os hiciese
asesinar.”- Y así, mientras cada uno descubría los defectos de la malvada mujer, conocieron
su maldad. Así contaron todo lo malo que pudiese decirse de una mujer malvada y
deshonesta y en público y en privado narraban las canalladas de aquélla, transformándola
en la comidilla del pueblo. Oyendo lo que estos señores decían de ella y aunque fingiese no
darle importancia, rabiaba llena de desdén y no pensaba en otra cosa que no fuese vengarse

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profundamente. Llegó luego a Milán y fue a la casa de la señora Daria Boeta, donde se
quedó. Por esos días se encontraba en Milán don Pietro di Cardona31, siciliano, quien
dirigía la compañía de don Artale, su hermano legítimo, pues él era hijo bastardo del conde
de Colissisano, quien murió en la batalla de Bicocca.32 Este tal don Pedro tenía tan sólo
veintidos años, era de rostro moreno pero bien proporcionado de cuerpo y tenía aspecto
melancólico; un día, al ver a la señora Bianca María, se enamoró terriblemente de ella.
Ésta, conociéndolo y considerando que era un pichón tierno y, por lo tanto, un instrumento
apto para llevar a cabo aquello que ella tanto deseaba, se presentaba ante él muy feliz y lo
seducía cuanto más podía, para poder enredarlo y deslumbrarlo mejor. Él, que nunca antes
había amado a una mujer de rango, creyendo que se trataba de una de las mujeres
principales de Milán, se consumía miserablemente por ella. Finalmente, una noche, ella lo
hizo ir a dormir a su casa, lo recibió con muy amorosas bienvenidas y, demostrándose
profundamente alterada por el amor de él, le hizo tantas caricias y le demostró tanta ternura
cuando yacieron juntos, que él se sentía el amante más feliz del mundo y, sin pensar en otra
cosa que no fuese en ella, así se le rendía a sus pies, por lo que ella no mucho después de
comenzar a pensar en ciertas cosas, pidió graciosamente al joven que asesinara al conde de
Gaiazzo y al señor Ardizzino. Don Pietro, que no veía por otros ojos sino por los de la
mujer, generosamente prometió hacerlo y la cosa no se prolongó más. Por lo que,
encontrándose en Milán el señor Ardizzino, consideró comenzar por él, ya que el conde de
Gaiazzo no se encontraba allí y, haciéndolo seguir por medio de espías, supo que una noche
cenaría fuera de su casa. Como en invierno se cena tarde, tomó a veinticinco de sus
hombres de armas, armados hasta los dientes y esperó el regreso del señor Ardizzino.
Debéis saber que se trataba de una arcada ubicada sobre un sendero desde la que se accede
por la izquierda desde la zona de las Meravegli hacia el paseo de San Giacomo.33 Sabiendo
que el señor Ardizzino habría pasado por allí, se emboscó con su gente en una casita
cercana y, habiendo sabido gracias al espía que el señor Ardizzino iba con el señor Carlo,
su hermano, dispuso a sus hombres de manera que los encerraron bajo la arcada y los
pusieron en el medio. Allí comenzó la lucha. Mas, ¿qué podían hacer dos jóvenes con ocho
o nueve servidores armados únicamente con espadas, frente a tantos hombres, todos
armados y con picas en las manos? La refriega fue breve, porque los dos desafortunados
hermanos fueron asesinados, junto con casi todos los servidores. El duque de Borbón34, que
por entonces había huído de Francia y se encontraba en Milán en representación del
emperador, esa misma noche rodeó a don Pietro y lo hizo encarcelar; éste confesó haber
llevado a cabo el asesinato por mandato de su señora Bianca María. Ella, al saber que don
Pietro estaba preso y a pesar de haber tenido tiempo para poder huir, no sé porqué motivo,

31
De él se recuerda que murió en la batalla naval de Capo d’Orso, el 28 de abril de 1528.
32
Se trata de la batalla combatida en Bicocca, al norte de Milán (hoy uno de los barrios de la ciudad),
en la que Próspero Colonna, capitán general de las milicias imperiales, derrotó a los Franceses de Odet de
Lautrec, el 27 de abril de 1522. La batalla tuvo una importacia capital para el futuro de las guerras modernas,
dado el papel que en ella tuvieron las armas de fuego portátiles, especialmente los arcabuces utilizados por los
españoles, frente al uso tradicional de las picas y de la caballería pesada. Actualmente la antigua localidad de
extramuros se ha transformado en uno de los barrios de la ciudad de Milán. [NdT]
33
Se trata de la calle Meravigli, cercana al Castillo Sforzesco.
34
Carlos III de Borbón, hijo de Gilberto (1490-1527), primero combatió al servicio de los reyes
franceses, pero en los años decisivos de la guerra entre Francisco I y Carlos V luchó para el ejército imperial:
en 1526 ocupó el castillo Sforzesco, transformándose en gobernador de la ciudad por cuenta de Carlos V, al
regreso de Francesco II Sforza. Murió durante el saqueo de Roma. Luego de él, Girolamo Morrone fue
nombrado gobernador.

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se quedó. Luego de escuchar la confesión de don Pietro, el duque de Borbón envió a
prender a la mujer, la cual como una necia hizo llevar consigo un cofre donde había quince
mil escudos de oro, esperando lograr con sus artes, hacer salir a don Pietro de la prisión. El
duque sintió piedad de don Pietro y lo hizo huir de la cárcel. Pero la desgraciada joven,
habiendo confirmado ella misma la confesión del amante, fue condenada a que le cortaran
la cabeza. Escuchada esta sentencia y desconociendo que don Pietro había escapado por la
vía más corta, no podía disponerse a morir. Finalmente, siendo conducida a la fortificación
de la plaza del castillo hacia la plaza, y al ver el cadalso, llorando, comenzó a desesperarse
y a rogar que, si querían que muriese contenta, la dejasen ver a su don Pietro; pero sus
ruegos no fueron escuchados. Así, la mísera fue decapitada. Y tuvo este fin como
consecuencia de sus deseos desenfrenados. Y quien quiera ver su rostro retratado del vivo,
vaya a la iglesia del Monasterio mayor35, y allí adentro la verá pintada.

35
Se refiere al fresco de Bernardino Luini, el cual, según la leyenda, se inspiró en la condesa de
Challant para representar la decapitación de Santa Catalina de Alejandría, en una capilla del Monasterio
Mayor, situado en la actual avenida Magenta, en Milán.

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I, 11

BANDELLO AL SEÑOR VICENZO ATTELLANO

En estos días, conversávamos aquí acerca del doctor messer Bernardino Busto. Éste,
habiendo encontrado una noche a su mujer en la cama con su amante, que rápidamente
escapó, echó a la mujer en ese mismo instante, cubierta tan sólo por una camisa, a pesar
de que la nieve estuviese alta. Diversos fueron los juicios de aquellos que hablaron del
asunto, como distintos son los afectos de los hombres. Vos, si bien os recordáis, dijisteis
que jamás habíais tenido mujer y que tampoco teníais ganas de tomar una ahora, teniendo
tres encantadores sobrinos, hijos de vuestro hermano, los cuales teneis y amais como si
fuesen hijos propios. Y que, sin embargo, si alguna vez tuviéseis la intención de casaros y
por desgracia tuviéseis que tomar el camino de Corneto36, que no os avergonzaríais ni ella
ni vos, sino que tomaríais la cosa con paciencia,37 como hacen los sabios que no quieren
entrar en boca de la gente. Muchos elogiaron esta opinión y, partiendo de ella se dijeron
muchas y muy variadas cosas. Se habló también de un cierto barón del reino de Francia
quien, habiendo estado ausente de su tierra por algún tiempo, al regresar a casa, llevó
consigo a un hijito bastardo que había tenido con una dama y, al encontrar repentinamente
a su mujer en la cama, luego de cuatro o cinco días en los que no había podido hacer
esconder al hijito, dijo, besando a su mujer: -Esposa mía, me habéis hecho los cuernos y yo
también los he hecho a vos. Ya no se hable más del pasado. Lo que se hizo, hecho está y en
el futuro esperemos hacer buena letra.- Se rió mucho de este barón y se dijo que había
comido mucho azafrán38. Se habló también de un gentilhombre de Mantua el cual, al
descubrir que su mujer estaba en la cama con el amante, cerró la puerta de manera tal que
no se la pudiese abrir, sabiendo que la ventana tenía una reja, y, sin más, se fue a San
Sebastián para hablar con el señor Francesco Gonzaga, marqués de Mantua, a quien pidió
permiso para matar juntos al adúltero que se encontraba con su mujer y también a ella.
Entonces el marqués, furiosamente le dijo: -Cabrón cornudo, si osas tocarle un pelo a tu
mujer o a el que está con ella, te haré colgar. Bien te juro que si los hubieses matado en el
mismo momento en que los encontrásteis juntos, te habría perdonado. Vete y déjalo partir
libremente-. Y así estaba quien decía una cosa y quien, otra. Finalmente, el excelente
doctor messer Francesco Midolla, senador del parlamento de Milán y vuestro cuñado,
hombre de singular doctrina y de mucha experiencia, dijo: -Señores míos, si me escucháis
os narraré cuán prudentemente se comportó un senador de París en un caso similar-; y
entonces narró un caso memorable, el cual os regalo reducido por mí mismo dentro de mis
novelle. Que estéis bien.

36
Juego de palabras de Bandello. Quiere decir “en caso de hallarse en una situación similar”. Corneto
es el antiguo nombre de Tarquinia, en la provincia de Viterbo, en el Lacio. [NdT].
37
Pigliare la lepre col carro, en el original. [NdT].
38
Se decía que el azafrán era un potente afrodisíaco. [NdT].

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Novella XI
Un senador, habiendo encontrado a su mujer en adulterio, hace que el adúltero huya y
salva su honor junto con el de su mujer

Señores míos, no hace mucho, estando yo en París, hubo un consejero o senador del
parlamento, primero entre muchos que existen en Francia; éste, siendo ya un hombre
entrado en años, tenía como esposa a una joven bella, también francesa, a la cual amaba
muchísimo. Ella, que era fresca y pelirroja y que veía al marido débil e incapaz de regar su
jardín muy seguido39, y que casi todas las mañanas se levantaba antes del alba, a esa hora
en la que ella habría querido jugar en sus brazos y mandar al infierno al mismísimo diablo,
se encontraba de muy mala gana, viéndose perder su juventud sin placer. Así, queriendo
ocuparse de sus asuntos de la mejor manera y del modo más secreto que fuese posible,
pensó que lograría su propósito si encontraba a una persona que le agradase; por lo que,
siendo que monseñor, su marido, se iba muy temprano al parlamento y regresaba a casa
tarde, en ese lapso habría tenido el desahogo de satisfacer sus deseos. Habiendo
considerado esto para sí, permaneció en la puerta y en la ventana para ver quién andaba por
allí y para elegir a aquél que le hubiese parecido más adaptado a su propósito. Y todo el día
veía pasar a muchos y casi ninguno satisfacía su apetito, hasta que un día pasó delante uno,
de entre los veintiseis y los veintiocho años. Éste le hizo cortesmente una reverencia con la
gorra y, sin detenerse, continuó su camino para hacer lo que debía, mientras a ella le gustó
mucho no bien lo vió. Él era lombardo, y pasaba por ahí cuatro o seis veces al día, o más o
menos según las tareas que tenía entre manos. Esto fue observado por la mujer y luego de
tres o cuatro días de haberlo visto pasar y gustándole cada vez más, comenzó a hacerle
mohínes y a demostrarle que valoraba mucho el honor que él le hacía. Por lo que el joven,
habiéndose dado cuenta de los que había sucedido, pensó que tal vez no hubiese estado del
todo mal ponerse al servicio de la mujer. Y mientras esto pensaba y pasaba otra vez frente a
ella, como solía hacerlo, ella le dijo: -Señor mío, ¿adónde vais tan de prisa?- y se sonrrojó
completamente. El lombardo se detuvo y, conociendo muy bien la lengua francesa, le
respondió con una reverencia y dijo: -Señora, voy por ciertos asuntos míos hasta el puente
de Nuestra Señora; pero si hay algo en lo que yo pueda ayudaros y que os dignéis pedirme,
me encontraréis siempre listo para obedeceros, dado que desde hace ya algún tiempo que
deseo ser vuestro servidor.- Y al ver relampaguear los ojos de la mujer, comenzó a acelerar
la conversación y a decirle que ya habían pasado varios meses desde que se había
enamorado perdidamente de ella, pero que, siendo extranjero, nunca había osado
manifestarle su ferviente amor. En síntesis, siendo que la mujer tenía más deseos que él,
resolvió que la mañana siguiente él estuviese en esa calle, y apenas monseñor saliera para ir
al parlamento, que él entrase en la casa y fuese derecho a una habitación determinada, la
cual le mostró. El lombardo cumplió todo y se encontró en la cama con ella yacendo con
ella del modo como jamás lo había hecho el marido, la dejó muy contenta, tanto que en tres
horas alcanzó cinco postas sin cambiar de caballo40. La cuestión es que el lombardo,
habiendo encontrado un terreno fértil y suave y la mujer, a un trabajador que estaba siempre
fresco y robusto, se unieron con el gran placer de saber lo bien que trabajaban la tierra, y
así, juntos, durante muchos meses, se familiarizaron a que también, algunas veces, desde el

39
Vale decir sin capacidad para poder mantener relaciones asiduas con ella. [NdT]
40
Alusión obscena. [NdT].

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mediodía, él iba a cavar un poco la tierra.41 Pero una vez, estando juntos y siendo que el
lombardo se entretenía disolutamente con la mujer, fueron escuchados por alguien de la
casa, quien, sospechando lo que era, se quedó al acecho y vio al joven salir de la habitación.
Así, sin perder a la patrona de vista, se dio cuenta de que generalmente por la mañana,
apenas el señor salía de la casa, el amigo entraba, por lo que advirtió a otro que servía de
secretario al marido y una mañana en la que el lombardo se encontraba en la habitación, fue
a hablar con el patrón a quien reveló todo, habiendo dejado al secretario custodiando todo.
Al regresar el señor a la casa, hizo cerrar la puerta y quiso que los dos permanecieran abajo,
armados con alabardas, para que, si el joven se escapaba de las manos, que ellos lo
asesinaran. Luego, habiéndose quitado la toga, tomó una espada, fue hasta la habitación y
golpeó, llamando a la mujer la cual, encontrándose como se encontraba, se sintió
desfallecer. Sin embargo, abrío la puerta, la cual el marido cerró rápidamente. El lombardo
estaba sin armas y ya se había puesto las calzas y la chaqueta, cuando monseñor le dijo: -
No sé quién eres, pero si no quieres morir, toma tus vestidos y salta rápidamente desde esta
ventana.- Esto, al joven le pareció un milagro y, tomando el sayo y la capa, saltó al patio de
un vecino y así tuvo la fortuna favorable de no haber sido visto por nadie. El señor doctor
cerró luego la ventana y llamó a los dos espias que estaban abajo, luego de haber hecho
regresar a la mujer a la cama. Apenas ellos estuvieron en la habitación les dijo: -¿Dónde
está aquél que me habíais dicho que yacía con mi mujer? Sois unos haraganes y bribones,
queriendo deshonrar a una mujer de bien. Vosotros estábais verdaderamente borrachos, sois
unos villanos. Idos, porque por esta vez os perdono, pero en el futuro abrid bien los ojos.-
Aquellos bajaron que parecían endemoniados y no sabían qué decir. El marido, luego de
haber reprendido severamente a la mujer, para que no volviese a caer en este error, regresó
al senado. Pero la mujer, sin poder olvidar a su amante, encontró otro modo para
permanecer más secretamente con él. Ahora bien, ¿no os parece, señores míos, que este
consejero se aconsejó mejor que lo que se aconsejó42 messer Bernardino Busto o el insulso
mantuano? Por cierto, si él sabía aconsejar bien a los otros, en este caso tan peligroso él se
aconsejó muy bien a sí mismo, salvando su propio honor y el de su mujer.

41
Vangare la terra, en el original, vale decir, cavar la tierra y, por tanto, copular. Todo el párrafo tiene
una clara alusión obscena. [NdT].
42
“...che questo consigliero meglio si consigliasse che non si consegliò...”, en el original. Hemos
intentado mantener el juego de palabras y de sonidos buscado por Bandello, de allí la repetición. [NdT].

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