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07/11/2023
in Ciudadanía
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Opinión y Firmas
| Archivo Cambio16
Primera pregunta:
“¿Está usted de acuerdo en rechazar, por todos los medios, conforme a
derecho, la línea impuesta fraudulentamente por el Laudo Arbitral de París
de 1899, que pretende despojarnos de nuestra Guayana Esequiba?”
Está pregunta es inútil porque la Constitución declara la
integridad territorial de Venezuela (artículo 1). Por otra
parte, la respuesta requiere conocer el contenido del
Laudo Arbitral de París de 1899 y su antecedente, que fue
el Tratado de Washington de 1897, así como lo ocurrido
con anterioridad.
Segunda pregunta:
“¿Apoya usted el Acuerdo de Ginebra de 1966 como el único instrumento
jurídico válido para alcanzar una solución práctica y satisfactoria para
Venezuela y Guyana, en torno a la controversia sobre el territorio de la
Guayana Esequiba?”
La respuesta es obvia: todos los venezolanos estamos de
acuerdo en que la solución de la disputa es la aplicación
del Acuerdo de Ginebra, suscrito el 17 de febrero de 1966,
que refiere a la solución amistosa. Es un tratado y tenemos
que respetarlo, más allá de lo que se responda.
Tercera pregunta
“¿Está usted de acuerdo con la posición histórica de Venezuela de no
reconocer la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia para resolver
la controversia territorial sobre la Guayana Esequiba?”
Esta pregunta es inútil, porque ya la Corte Internacional de
Justicia declaró que tiene competencia para decidir la
causa, basada en el Acuerdo de Ginebra y por el fracaso de
los sucesivos oficiantes designados por el secretario
general de las Naciones Unidas. Su decisión será
vinculante desde el punto de vista del derecho
internacional, aunque Venezuela no se defienda. Sería una
imprudencia dejar de defendernos.
Cuarta pregunta:
“¿Está usted de acuerdo en oponerse, por todos los medios, conforme a
derecho, a la pretensión de Guyana de disponer unilateralmente de un mar
pendiente por delimitar, de manera ilegal y en violación del derecho
internacional?”.
Respuesta obvia. Por eso es necesario solicitar medidas
provisionales en relación con las concesiones que ha
otorgado Guyana en la zona por delimitar. Estas
concesiones constituyen un abuso por parte de Guyana
porque se trata de un área en discusión. En este aspecto
estamos arrastrando las imprudencias de las dos últimas
décadas.
Aquí hay que recordar que el 20 de febrero del 2004, el
presidente Hugo Chávez afirmó en Georgetown: “el
gobierno venezolano no será obstáculo para cualquier
proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito
sea beneficiar a sus habitantes”. Estas declaraciones
causaron “honda preocupación en sectores de la
población, particularmente entre los intelectuales
cercanos al ámbito diplomático y de relaciones
internacionales”, como lo señala el historiador Manuel
Donís Ríos en su obra titulada Venezuela y sus espacios marítimos en
el Atlántico ayer y hoy (Caracas, Abediciones, 2020, p. 35). Pero
hay algo más que no puede pasar inadvertido: a partir de
esa fecha, Guyana “radicalizó su posición” (p. 36) con las
consecuencias que hoy conocemos.
Quinta pregunta:
“¿Está usted de acuerdo con la creación del estado Guayana Esequiba y que
se desarrolle un plan acelerado para la atención integral a [sic] la población
actual y futura de ese territorio, que incluya entre otros el otorgamiento de
la ciudadanía y cédula de identidad venezolana, conforme al Acuerdo de
Ginebra y el Derecho Internacional, incorporando [sic] en consecuencia
dicho estado en [sic] el mapa del territorio venezolano?”
Esta pregunta está mal formulada y se presta a distintas
interpretaciones. La pregunta se puede entender como una
amenaza de agresión, lo que debilita la posición
venezolana ante la comunidad internacional.
Indefensión e irreflexión
Sobre estas medidas, la CIJ convocó las audiencias orales
para el 14 de noviembre de 2023. A este respecto estamos
ante una encrucijada: asistir a la audiencia significa
contradecir la pregunta Nº 3 de la consulta. Si no se asiste,
se favorece a Guyana y Venezuela quedaría en indefensión
por decisión propia. Esta razón adicional demuestra que el
referéndum consultivo no es producto de una serena
reflexión ni parece que se hayan ponderado sus
consecuencias.
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