Está en la página 1de 7

La sentencia de La Haya de 1986 y una verdadera cultura de

Paz

Stephen Sefton, 25 de junio 2023

Hace 37 años, el 27 de junio 1986 la Corte Internacional de


Justicia condenó Estados Unidos por motivo de la sangrienta
guerra terrorista del presidente Ronald Reagan contra el pueblo
de Nicaragua.
Hablando de la sentencia en 2019, nuestro Comandante Daniel
observó: “Falló la Corte a favor del Pueblo de Nicaragua, y eso
no lo podemos olvidar, Herman@s nicaragüenses, eso debemos
tenerlo presente siempre, que la Justicia ha estado de nuestra
parte y la Justicia sigue estando de parte del Pueblo
nicaragüense, de parte de las Familias nicaragüenses.”

Desde el momento de su emisión, la sentencia de la Corte


Internacional de Justicia ha tenido una importancia preeminente
en el derecho internacional. El Dr Carlos Argüello,
representante de Nicaragua en La Haya, comentó en una
entrevista hace cinco años esta semana,” si usted va a cualquier
Universidad en Estados Unidos, en Europa, en Asia, en cualquier
lado, y la Universidad habla del Derecho Internacional Público,
y uno de los textos principales es precisamente esta Sentencia.
Así que es un asunto histórico desde todo sentido de la palabra.”

El compañero Dan Kovalik, destacado especialista


estadounidense en el derecho internacional, comenta que : “Esa
decisión de la CIJ se considera una de las más importantes del
derecho internacional porque enunció los siguientes principios
del derecho internacional consuetudinario que los juristas aún
aplican en la actualidad: 1. que la guerra de agresión es ilegal; 2.
que el derecho de una nación a la autodefensa solo se
desencadena por un ataque armado real; 3. que no hay derecho
a la intervención ideológica o humanitaria; y 4. que un Estado
no puede legalmente apoyar insurrecciones armadas contra otro
Estado soberano.”

Aunque los veredictos de la Corte son vinculantes para los


estados miembros de la ONU, Estados Unidos nunca acató la
sentencia en su contra. Todavía queda pendiente saldar la
indemnización ordenado por la Corte, que fue de US$17 mil
millones en aquel momento. Aunque es cierto que, después de la
sentencia, el Congreso estadounidense no quiso aprobar más
financiamiento para la guerra contra Nicaragua, el gobierno del
presidente Reagan rechazó la sentencia tajantemente. De
manera encubierta, seguía promoviendo su brutal, asesina
guerra terrorista contra el pueblo nicaragüense, incluso por
medio del financiamiento criminal, ligado al narcotráfico,
expuesto durante el escándalo Iran-Contra.

Las secuelas de la sentencia del 27 de junio 1986 demostraron la


absoluta mala fe de la clase gobernante de Estados Unidos, su
descarado rechazo del los principios fundamentales del derecho
internacional y su violación de las normas fundacionales de la
ONU de que es un estado miembro. De hecho, la decisión de la
Corte a favor de Nicaragua vindicó la estrategia diplomática-
jurídica del gobierno del presidente Comandante Daniel,
ejecutado de manera decisiva y brillante por nuestro Canciller
de la Dignidad, el Padre Miguel d'Escoto Brockmann y su
equipo. La sentencia de la Corte se emitió en momentos cruciales
del desarrollo de los procesos regionales por la Paz en Nicaragua
y la región centroamericana.

Forzó a los países de la región reconocer la buena fe y autoridad


moral de una Nicaragua comprometida con la Paz regional. En
el caso de Honduras y Costa Rica, sus gobiernos no pudieron
negar su complicidad en la monstruosa agresión criminal de los
Estados Unidos contra Nicaragua. Un gran obstáculo al proceso
de Paz en Centroamérica promovido por el grupo de Contadora
había sido que el gobierno del presidente Reagan no quería
reconocer la legitimidad del gobierno electo del Frente
Sandinista y su presidente Comandante Daniel. La emisión de la
sentencia de la Corte Internacional de Justicia facilitó una
vigorosa ofensiva diplomática nicaragüense para eliminar ese
obstáculo.

Se logró una importante resolución en la Asamblea General de


las Naciones Unidas que exigió a Estados Unidos cumplir con la
decisión de la Corte. La condena de la Corte también permitió a
los principales gobiernos europeos cuestionar de manera abierta
la criminal política estadounidense contra Nicaragua. El nuevo
contexto, resultado de la sentencia de la Corte, facilitó un
reconocimiento completo y firme a nivel internacional de la
justicia de la defensa de la soberanía nacional de parte de
Nicaragua.

Este reconocimiento fue de suma importancia a nivel regional,


entre los ocho gobiernos del proceso Contadora, Colombia,
México, Panamá y Venezuela, apoyados por Argentina, Brasil,
Perú y Uruguay, además de los gobiernos centroamericanos. Y
esto facilitó la firma por los cinco presidentes centroamericanos
en agosto 1987 de los acuerdos de Esquipulas II, lo cual en su
turno hizo posible el avance hacia la Paz, paso por paso, en
Nicaragua, El Salvador y finalmente en Guatemala. Sin la
sentencia de la Corte Internacional de la Justicia del 27 de junio
1986, es dudoso si habría sido posible concretar los acuerdos de
Esquipulas II para poder abrir nuevos espacios de encuentro y
entendimiento en la región.

El grotesco incumplimiento de parte de Estados Unidos de la


sentencia de la Corte, aparte de ser un repugnante desafío al
derecho internacional, resaltó la incapacidad del sistema de las
Naciones Unidas de cumplir con los principios de su propia
Carta. El primer artículo de la Carta estipula que el propósito
de la ONU es “Mantener la paz y la seguridad internacionales, y
con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y
eliminar amenazas a la Paz”. Pero aun con la condena de la
Corte, órgano supremo del sistema del derecho internacional,
complementado por una resolución de la Asamblea General de la
ONU exigiendo que Estados Unidos acata la sentencia, el
gobierno de Ronald Reagan simplemente actuó de una manera
que profundizó su rechazo del veredicto.

Esta absurda contradicción moral e institucional de la ONU


subyace prácticamente todas las crisis internacionales que se han
desarrollado desde ese momento. Estados Unidos se burla del
derecho internacional apelando al espurio invento de “una orden
basada en reglas” reveladas exclusivamente a Estados Unidos y
sus aliados. Cuando Estados Unidos y sus aliados no pueden
manipular el sistema de la ONU para lograr sus objetivos
imperialistas, sencillamente lo ignoran. Desde el bombardeo de
Serbia en 1999 y la guerra contra Irak en 2003, hasta la
destrucción de Libia, y el golpe de estado en Costa Marfil en
2011, o la ocupación continua del territorio de Siria y el robo de
su petróleo y trigo o el cínico apoyo a Ucrania para masacrar a
su población rusoparlante durante más de ocho años, Estados
Unidos y sus aliados en efecto han quitado la razón de ser de las
Naciones Unidas.

En medio del fallido intento de golpe de 2018, en el entonces


aniversario de la sentencia del 27 de junio 1986, el Dr. Carlos
Argüello comentó “Tal vez ahora están usando el término
“encubierto” un poco más literalmente y están haciendo las
cosas de otra manera; pero francamente es triste porque, es
decir, lo que pareciera que ya era una cuestión, una página del
Pasado, se está abriendo de nuevo... Esto que está sucediendo es
una violación del Derecho Internacional, de los Derechos de
Nicaragua”. Aun así, por haber defendido su soberanía y
dignidad nacional, es Nicaragua que ha quedado acusado, de la
manera más perversa, en el sistema de las Naciones Unidas.

La experiencia de Nicaragua después la sentencia de la Corte


Internacional de Justicia permite concluir claramente que un
elemento clave para la resolución de conflictos regionales es
eliminar de esos proceso regionales el riesgo de contagio de parte
de la cultura imperialista y militarista de Estados Unidos y sus
aliados. Estados Unidos quiso sabotear los acuerdos de
Esquipulas de la misma manera que hizo sobre Ucrania en
relación a los Acuerdos de Minsk de 2014 y 2015 o el Plan de
Acción Integral Conjunto con Irán sobre el desarrollo de su
programa nuclear. De igual manera, los gobiernos de la OTAN
presionaron a Ucrania a rechazar el acuerdo de paz con Rusia
acordado en marzo 2022. Estas repetidas violaciones de sus
obligaciones y compromisos internacionales confirman una y
otra vez la necesidad de una reforma radical de las Naciones
Unidas para hacer cumplir su mandato original y promover de
manera genuina una verdadera cultura de la Paz.

Siendo presidente de la Asamblea General de las Naciones


Unidas, el Padre Miguel d'Escoto notó en 2009, “El egoísmo y la
codicia no se pueden corregir. Deben ser reemplazados por la
solidaridad, que obviamente implica un cambio radical. Si lo que
realmente queremos es una Paz estable y duradera, debe quedar
absolutamente claro que debemos ir más allá de los controles y
correcciones del modelo existente para crear algo que se esfuerce
hacia un nuevo paradigma de convivencia social.”
Y como nuestro Presidente Comandante Daniel ha insistido “...lo
hemos venido repitiendo desde hace años. Naciones Unidas tiene
que ser totalmente remodelada, reconvertida, refundada… Tiene
que refundarse, así lo decía el Padre D´Escoto cuando fue
Presidente de la Asamblea de Naciones Unidas. Tiene que ser
refundada y llevó la Bandera de Nicaragua allá, planteando la
refundación de Naciones Unidas, la refundación de todos los
instrumentos de Naciones Unidas, la refundación de esos
instrumentos también regionales que están totalmente
desacreditados, decrépitos y desgastados.”

También podría gustarte