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La Crisis de la Desigualdad

Panamá ha sido uno de los países que más ha crecido del mundo en las últimas décadas. En medio de las
enormes protestas actuales, el gobierno anunció con orgullo que Panamá ya se consideraba como un país de
renta alta. Sin embargo, ello no esconde una enorme desigualdad, la tercera más importante del continente.
El 10 % más rico obtiene el 37,3 % del ingreso nacional, es decir casi 13 veces más que el 40 % más pobre.
La masa salarial en la producción de riqueza ha disminuido de 50 % del PIB a menos de 30 % en 20 años. Sin
embargo, las diferencias de patrimonio son aún más agudas. En 2013, 115 multimillonarios sumaban 16 000
millones de dólares.
La pandemia ha empeorado esta situación de desigualdad. EL 49,5 % de las personas declaran que sus ingresos
disminuyeron durante la pandemia (datos de la encuesta CIEPS de Ciudadanía y Derechos, 2021) y la mayoría
de las personas que han encontrado un empleo en los últimos meses lo han hecho en el sector informal.
Agregado a eso, la situación inflacionista actual pone en especial dificultad a quienes tienen apenas lo justo para
sobrevivir. Además, estudios previos han demostrado que en Panamá, los deciles más pobres están impactados
por una inflación mayor, en razón del lugar central que tienen los alimentos en su presupuesto, el cual es
también el rubro más sujeto a la inflación.
Panamá, además no es un país que ignore su desigualdad. Según datos del Latinobarómetro, el 75,3 % las
panameñas y los panameños declara que la repartición de ingresos es “injusta” o “muy injusta” y el 82,7 %
considera que el país está gobernado por “unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio”.

La Crisis de Representatividad y de Confianza

Existen graves problemas de confianza en las instituciones panameñas. La Asamblea Nacional suma 84,2 % de
desconfianza, el gobierno 77,2 %, el poder judicial 75,9 % y los partidos políticos 87,5 %. Sin embargo, no solo
las instituciones públicas enfrentan este problema. La confianza interpersonal es prácticamente inexistente
(74.2 % piensan que la gente “nunca o pocas veces es confiable”). Con la pandemia, todas las instituciones
tanto públicas como privadas han perdido la confianza de la ciudadanía. Ello explica en cierta medida la
dificultad de coordinación que ha podido existir entre los distintos grupos movilizados.
Vale la pena decir una palabra sobre la Iglesia Católica, a la que el presidente del país, Laurentino Cortizo,
invitó como mediadora en el conflicto actual. La institución religiosa es, efectivamente, como el mandatario
subrayó, la que goza de mayor confianza en la población (70,6 % dice confiar en ella). Sin embargo, este
fotograma oculta la película completa: entre el inicio de los años 1990, cuando la Iglesia Católica mediaba en
todos los pactos y diálogos en los que se diseñó el proyecto económico y político del país, y la actualidad, la
Iglesia Católica ha perdido 20 puntos porcentuales de confianza.
Por un lado, existen hoy sectores de la sociedad que abogan por una mayor separación entre la Iglesia y el
Estado, y, por otro lado, las personas que tienen menor acceso a bienes y servicios, con quienes el Estado está
buscando dialogar con la mediación de la Iglesia, son precisamente los que dicen tener menos confianza en la
Iglesia.
Ello explica el fracaso del diálogo convocado por el presidente Laurentino Cortizo con la mediación de la
Iglesia, lo que nos lleva a la tercera crisis.

La Crisis de los Sistemas de Negociación Colectiva

Desde la transición a la democracia, Panamá se ha caracterizado por multiplicar los diálogos, mesas y pactos
para sentar las bases políticas y económicas del país. Estos mecanismos reflejaban una cultura política que
valora el consenso, pero también instituciones democráticas muy débiles que no lograban canalizar estas
conversaciones. Se han caracterizado por colocar el sector privado en el centro de las políticas, y buscar el
crecimiento económico gracias a las clásicas recetas liberales de los años 1990.
Sin embargo, estos mecanismos han logrado convencer cada vez menos a la población de su utilidad. En 2021,
los trabajadores organizados se levantaron de la mesa de diálogo dedicada a la caja del seguro social. El pacto
del bicentenario, una plataforma en línea que agrupaba propuestas ciudadanas, no logró convencer de su
utilidad y las mesas de negociación actuales no han encontrado más éxito. La crisis de confianza que
mencionamos anteriormente no es ajena a esta situación, como tampoco lo está la sensación de los grupos
movilizados de un diálogo de “yo con yo”, donde están en contubernio poderes políticos y poderes económicos,
y donde los sectores populares están invitados para avalar decisiones que ya fueron tomadas sin ellos.

La Crisis de Honradez

El país también enfrenta una profunda crisis de probidad. Dos expresidentes están siendo procesados en el caso
Odebrecht.
Durante la pandemia, el ministerio público abrió procesos por no menos de 18 casos de corrupción relacionados
con la gestión de la pandemia, estalló un escándalo relacionado con graves abusos en el sistema de protección
de la infancia, renunciaron una serie de altos funcionarios sin mediar ninguna explicación a la ciudadanía, las
planillas gubernamentales fueron sistemáticamente cuestionadas por responder a intereses clientelares, etc.
El BID estima el mal gasto del sistema público en un 3,8 % del PIB, sobre todo relacionado con compras
públicas.
Sin embargo, la crisis de honradez no solo está relacionada con el sector público. En septiembre de 2021, la
Unión Europea decidió mantener a Panamá en la lista negra de los países que “no cooperan en materia fiscal”.
Según el director general de ingresos, la evasión fiscal representan otro 4 % del PIB.
Se calcula que en 10 años fueron evadidos al fisco cerca de 35 mil millones de dólares, teniendo en cuenta solo
el impuesto sobre las personas jurídicas. Esta crisis de probidad en el sector público y privado, sumado a una
política liberal de disminución paulatina de la tasa de imposición, ha llevado a la quinta crisis, la de los recursos
públicos.

La Crisis de Recursos Públicos

Además de la corrupción y de la evasión fiscal, la elusión fiscal (maniobras legales para pagar menos o no pagar
impuestos) y las políticas de exenciones de impuestos también han contribuido a disminuir las capacidades
estatales para ejecutar políticas públicas. Las exenciones de impuestos sobre todo tipo de bienes y actividades
como construcciones nuevas, transferencias de acciones, yates, etc. son muestra de ello.
En 2020, la tasa de recaudación era apenas de 13,7 % del PIB (contra 22,9 % en promedio en América Latina),
habiendo disminuido más de 3,5 puntos desde inicios de la década de 1990. El crecimiento económico solía
compensar esta disminución paulatina, pero la actual crisis económica ha hecho retroceder la recaudación
impositiva de casi 5 años.
En este contexto, se aprobó en junio una ley otorgando créditos fiscales a proyectos turísticos de lujo por más de
400 millones de dólares, lo que ha generado un fuerte descontento en la opinión pública y en el sector del
turismo. La derogación de esta ley forma parte de las peticiones de uno de los principales sindicatos
actualmente movilizados en el país.
La situación es compleja y, teniendo en cuenta sus limitaciones presupuestarias, el Gobierno tiene poco margen
de maniobra para negociar con los que protestan. Hasta el momento, las negociaciones se han centrado sobre un
subsidio a la gasolina, que sería pagado con recortes al funcionamiento estatal, en particular con un recorte del
10 % del funcionariado. Sin embargo, parece que parte de las organizaciones están buscando reformas más
estructurales que puedan dar respuestas de mayor alcance a las cinco crisis que hemos descrito.
Introducción

Crisis económica es la fase de un ciclo económico en la que se da un período de escasez en la


producción, comercialización o consumo de productos y servicios.1 Se caracteriza por sus efectos negativos,
siendo «recesión» el movimiento cíclico descendente, contracción cuando la actividad cae por debajo del nivel
mínimo del ciclo anterior y depresión un caso extremo por su duración o efectos, que se producen por
situaciones de inestabilidad cíclica.
En esta investigación vamos a poder ver algunas de las crisis económicas que se está viviendo en Panamá.
Conclusión

Las crisis económicas tienen efectos nefastos para muchas personas, por lo que nunca son deseables. Sin
embargo, pueden constituir oportunidades para reflexionar sobre nuestros modelos, valores y maneras de actuar,
tanto para las personas como para las organizaciones y los estados. En este sentido, la actual crisis global
provoca muchas incertidumbres, pero también puede llevar a cambios necesarios si los estados, sus líderes y
ciudadanos aprovechen la oportunidad.
Anexo
MINISTERIO DE EDUCACIÓN
C. E. B. G. ASCANIO VILLALAZ PAZ

Nombre
Josan Hidalgo

Grado
8-A

Materia
Cívica

Profesora
Yadira Rodríguez

Tema
Las 5 Crisis Económicas

Fecha 21-11-2023

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