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Para comenzar debemos saber La teoría del estado de bienestar Keynesiano inicia su

análisis de la situación económica a partir del desempleo, mientras las teorías anteriores

basan su análisis en una economía en máximo proceso de producción, denominada

economía del pleno empleo: la teoría clásica muestra el desempleo como una situación

voluntaria.

Honduras posee múltiples fortalezas con el potencial para un crecimiento más rápido y una

mayor prosperidad compartida, con su ubicación estratégica, una creciente base industrial,

esfuerzos continuos para diversificar sus exportaciones y una población joven y en

crecimiento.

En años recientes, Honduras había registrado las segundas tasas de crecimiento económico

más altas de Centroamérica, superadas solo por las de Panamá. El crecimiento del PIB del

país alcanzó el 4,8% en 2017, el 3,7% en 2018 y el 2,7% en 2019, por encima del promedio

en Centroamérica y muy por encima del promedio en América Latina y el Caribe (ALC).

Sin embargo, el país enfrenta altos niveles de pobreza y desigualdad. Estimaciones

internacionales para el último año disponible (2019), antes del doble impacto de la

pandemia COVID-19 y los huracanes Eta e Iota, mostraron que el 14,8% de la población

hondureña vivía con menos de 1,90 dólares por día. Además, casi la mitad de la población

(4,8 millones de personas) vivía con menos de 5,50 dólares al día, la segunda tasa de

pobreza más alta de ALC después de Haití. Otro tercio de la población era casi pobre y

vulnerable a volver a caer en la pobreza, mientras que el tamaño de la clase media de

Honduras (18%) se encontraba entre los más pequeños de la región (en comparación con

una clase media promedio del 41%).


Honduras registra además altos niveles de violencia con más de 38 homicidios por cada

100.000 habitantes (2018). Sin embargo, esta tasa ha disminuido en los últimos años, desde

un pico de 83 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2011.

Para minimizar el impacto negativo en la actividad económica y el bienestar social, el

Gobierno adoptó estrictas medidas de contención, autorizó financiamiento por US$2.500

millones (10% del PIB) y priorizó los servicios de salud y asistencia, incluido el apoyo a las

necesidades básicas de hogares pobres, así como a las empresas. Un marco

macroeconómico prudente ayudó a contener las vulnerabilidades, impulsadas por el

programa con el FMI.

Aun así, la pandemia de la COVID-19 afectó significativamente la economía de Honduras.

Se espera que el PIB del país se haya contraído un 9% en 2020 debido a la pandemia y al

impacto sin precedentes de dos huracanes sucesivos. Alrededor del 45% de los hogares,

según encuestas del Banco Mundial, reportaron pérdidas de ingresos en agosto, que

probablemente se deterioraron aún más con los huracanes de noviembre. Las proyecciones

sugieren que la proporción de personas que viven por debajo de la línea de pobreza de 5,50

dólares al día podría aumentar al 55,4 por ciento en 2020, lo que resultaría en más de

700.000 nuevos pobres, mientras que la desigualdad aumenta ligeramente.

Se espera que la economía de Honduras se recupere en 2021 a un crecimiento del 4,5%, en

medio de la reactivación de la actividad económica interna y la recuperación de la inversión

y la demanda externa. No obstante, persisten los riesgos y los desafíos. Una recesión

mundial más profunda en medio de una pandemia prolongada podría debilitar la

recuperación económica y seguir amenazando la salud y el bienestar de la población.


Continuar el enfoque para impulsar la competitividad en el desarrollo económico rural,

invertir en capital humano y fortalecer la protección social en Honduras también puede

mejorar los resultados sociales y apoyar la recuperación al fomentar más oportunidades

laborales y económicas entre los más vulnerables del país. Las reformas institucionales

sobre temas clave, como la mejora de la sostenibilidad del sector eléctrico, así como la

gobernanza y el clima empresarial, también pueden contribuir a seguir desarrollando un

marco para el crecimiento inclusivo en Honduras.

La cantidad de empleo disponible En los últimos cinco años, la tasa de desempleo en

Honduras se ha mantenido relativamente estable (5.7% en el año 2019), con la pandemia

del COVID-19 se prevé un aumento significativo en la cantidad de personas desempleadas.

La incidencia heterogénea del desempleo entre distintos grupos poblacionales es una

característica importante a tener en cuenta, pues el impacto en este indicador, como lo

demostró la crisis económica mundial del 2008-09, tenderá a ser diferenciado y se ensañará

con aquellas personas en condición más vulnerable. En el año 2019, la tasa de desempleo

de las mujeres (8.1%) sobrepasó en 4pp la tasa de desempleo de los hombres (4.2%),

brecha que en los últimos años ha crecido de manera importante. Los jóvenes (15 a 24

años) por su parte, registraron una tasa de desempleo del 11.3% frente a una tasa de 4.1%

para los de 25 años y más. Al igual que en el caso de hombres y mujeres, la brecha en el

desempleo entre jóvenes y adultos se ha venido ampliando de manera consistente y se

espera que se profundice aún más con la crisis generada por la pandemia. Frente a una

contracción económica, son las personas jóvenes, quienes enfrentarán más dificultades para

encontrar un empleo
Estados como el hondureño, son muestra clara de la teoría del Estado de Bienestar. El

artículo 328 de la Constitución de la República, deja sentada las bases de la política

económica hondureña al indicar que el sistema económico se fundamenta en la Justicia

Social en la Distribución de las Riquezas, i.e. Justicia Distributiva. Continua la misma

Carta Magna, en su artículo 331 garantizando las libertades económicas de los hondureños

(ahorro, consumo, empresa, contratación, etc.), pero sin perder de vista la base primigenia.

Esta noción, la Justicia Distributiva, ha informado los distintos elementos económicos del

país, permitiendo controles estatales que, en Estados Liberales, no se encuentran, tal como

el control de los precios de la canasta básica, el control del combustible, monopolio

público, entre otros.

En esencia la idea de la Justicia Distributiva no es nociva o perniciosa. La intención es

permitir que la intervención gubernamental drene cierto porcentaje de la rentabilidad del

país hacia el sector menos favorecido por el mismo. Permitir que los recursos lleguen a la

base poblacional, tiene muchos beneficios: movimiento en la economía, consumo, mejora

la calidad de vida, favorece la reinversión, entre otros. El principal problema con esta teoría

Keynesiana, es que los países latinoamericanos que lo han aplicado, no lo han hecho con la

transparencia y gobierno adecuado, permitiendo que ciertos programas de intervención

estatal, en lugar de promover la mejora en la calidad de vida, sirvan como fuente de

manipulación de las finanzas públicas y del patrimonio colectivo, o como una forma de

hacer campaña política. Estos fiascos y fracasos, son los que los conservadores duramente

critican, tanto en las económicas liberales como en aquellas social-demócratas, ya que

generan mucho gasto público sin ninguna mejora en la calidad media de la población.
Por esta razón, los mecanismos de intervención estatal han de utilizarse discrecionalmente

y de la manera menos frecuente posible, como un leve factor de interacción económica,

teniendo en mente que el abuso, y en muchas ocasiones simplemente su uso, puede generar

un fuerte impacto en el sano administrar de la cosa pública, y en aquellas fuentes de las que

el estado se sirve para liquidar su presupuesto, e.g. los impuestos, tasas y contribuciones

parafiscales. Es deber del gobierno, facilitar la mejora de la calidad de vida y bienestar

social, pero nunca a costa de la sana economía, ergo, la justicia distributiva debe aplicarse

solamente cuando al gobierno se le ha generado la confianza suficiente de sus funcionarios,

quienes deben demostrar honestidad y probidad.

Finalmente, es importante recordar que en la medida que el pueblo hondureño sea

consciente de su participación en la economía, se aleje de la mentalidad mezquina que le ha

caracterizado, siente las bases de un cuestionamiento de altura, fiscalización de

pormenorizada y la urgencia de auditar a su gobierno, estos también generaran la confianza

necesaria para realizar los proyectos de distribución económica necesarios y apropiados, sin

abusar de los mismos.

La causa del alto nivel de desempleo en Honduras es la deficiente demanda agregada, que

afecta el crecimiento económico del país y conduce a un proceso deflacionario. Para

resolver este problema y generar ingreso para amplios sectores de la población, se requiere

que el PIB real crezca entre el 6% y 8% anual en forma sostenible, estable y equitativa, por

un periodo de diez años consecutivos.


La solución de este problema está en el Modelo Keynesiano, estimulando la demanda

agregada, a través de política económica expansiva, bajando impuestos y tasas de interés,

aumentando el gasto público en inversión y devaluando el Lempira. Sin embargo, el

contexto económico actual de la economía hondureña hace que, aunque se tengan los

instrumentos, no puedan ser aplicados, porque primero hay que resolver los grandes

desequilibrios macroeconómicos causados por el exagerado gasto público corriente y la

corrupción.

Actualmente, y con el acompañamiento del FMI, se está aplicando una política económica

contractiva de corte neoliberal, basada en políticas que estimulan la oferta agregada en vez

de la demanda. Lo paradójico es que las políticas contractivas que se están adoptando en

vez de reducir el desempleo, lo están aumentando, con lo cual se agrava el problema. Pero,

el gran dilema de la política económica hondureña, es que, en el corto plazo, no hay otra

opción. Tan pronto como se logrará estabilizar la economía, se podría aplicar el Modelo

Keynesiano basado en políticas expansivas, que sí favorecerían una disminución en el

desempleo.
Honduras entre la libertad económica y la justicia distributiva – Nociones y Conceptos Generales.

Con la Revolución Francesa, y los ideales filosóficos de sus pensadores, se inicia la era

moderna de la historia humana, y como un hito trascendental de esta etapa surge la noción

del Estado de Derecho, garante de la libertad, igualdad y fraternidad. La teoría es sencilla,

en esencia, el gobierno debe sujetarse a la ley, y la ley es la voluntad del soberano, el

pueblo, en su cabildo o asamblea legislativa. Esta noción básica y rudimentaria, ahora,

sigue siendo tan vigente y necesaria para los pueblos civilizados. Nadie puede estar por

encima de la Ley, y el gobierno constituido debe garantizar la ejecución constante de la

misma.

La teoría del Estado moderno de Derecho, además, potencializa la libertad humana, pues no

solamente regula y limita la facultad del gobernante (sujetándolo a la ley), sino que

garantiza que esa libertad no se verá limitada sino por aquellos casos que sean de beneficio

a la colectividad, y bajo parámetros específicos y controlados. Este primigenio estado de

derecho es conocido como el Estado Liberal, pues se enfocaba en la necesidad de garantizar

al individuo su libertad, y dejarlo así a su suerte. De todos es conocidos que los pensadores

liberales empleaban comúnmente el proloquio “Deja hacer, deja pasar”, como formula para

mediar las facultades gubernativas.

Los Estados Liberales, orientan sus esfuerzos en garantizar la libertad personal,

empresarial, patrimonial, contractual, y en general, cualquier tipo de libertad, sin interferir

en el destino de sus ciudadanos. Los gobiernos en los estados liberales suelen ser pequeños
y de poco gasto corriente, el control es mínimo y la necesidad de personal (en los países

poco burocráticos) resulta superflua. El problema con tal pensamiento es que, garantizar la

posibilidad de ser libres, y su consumación, no suelen ir de la mano. Con la llegada los

gobiernos de izquierda al poder, a inicios del siglo XX, los pueblos concluyeron en la

necesidad de intervención estatal, especialmente en el área económica. Influenciados por el

pensamiento Keynesiano, los nuevos gobiernos de izquierda, crearon económicas

controladas, con severa carga tributaria, y favorecieron el florecimiento de la empresa

estatal. Esta nueva orientación, obedece a la exclusiva idea que, si el gobierno genera

ganancias, y recauda mayor ingreso fiscal, puede invertir en programas de desarrollo social,

acercando la frontera de las clases económicas. Aunque en esencia tal pensamiento es

benévolo, la práctica acarreo a algunos de los desastres económicos más grandes del siglo

pasado, siendo imposible la subsistencia de tales economías.

Es en virtud de tales acontecimientos, tanto el fracaso de los Estados Liberales absolutos y

los Estados Totalitarios – Keynesianos, que surge una nueva propuesta, el Estado de

Bienestar. Si bien el estado de bienestar en su esencia y naturaleza es un estado liberal,

orienta ciertas políticas económicas a la intervención social y destina recursos a reducir la

franja económica de sus ciudadanos, tanto en la recaudación fiscal, como en aquellas

ayudas parafiscales que sean necesarias.

Las Limitantes del Modelo Keynesiano para Resolver el Alto

Desempleo en Honduras.
Dadas las características recesivas de la economía mundial, manifestadas a través de un

bajo

y lento crecimiento económico, por deficiencias de demanda agregada con tendencia a la

I. Serrano Tobías / 1nnovare Vol. 5, Núm. 2 (2016) 88-111

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deflación (con excepción de algunos países) debido a la caída en el precio de petróleo a

niveles de $45-$509

por barril, se puede concluir también que este es el caso de Honduras.

La economía hondureña muestra un lento y bajo crecimiento del 3.6% anual, al 31 de

diciembre de 2015, que al compararlo con la tasa de crecimiento poblacional del 2.0%

anual

(según el último censo de población del INE) prácticamente deja nada para el desarrollo.

En concreto, lo que se tiene en Honduras es un lento crecimiento que impacta fuertemente

en un aumento de la tasa de desempleo, acompañado de una tendencia clara a la deflación,

al situarse la tasa de inflación a diciembre de 2015 en 2.4% (Véase Figura 3). La causa de

estos dos fenómenos es la deficiencia en la demanda agregada.

Bajo este panorama, la política keynesiana sí tiene vigencia para resolver los problemas del

alto desempleo en el país, a través del estímulo a la demanda agregada.


El Gobierno de Honduras aumentó su previsión de crecimiento económico entre 8 % y 9 %

para 2021 debido al incremento de las exportaciones, y de entre 3,2 % y 5,2 % para 2022,

informó este lunes el presidente del Banco Central (BCH), Wilfredo Cerrato.

El crecimiento económico será superior al de la primera revisión del Programa Monetario

(PM), cuando el BCH mantuvo la previsión de crecimiento de entre 3,2 % y 5,2 % para

2021 y 2022, indicó el alto funcionario en rueda de prensa.

La coyuntura del país muestra "una mayor recuperación económica" en relación a la

revisión presentada en julio pasado, por lo que se prevé que "el crecimiento económico para

2021 se ubique entre 8 % a 9 %", añadió.

Este comportamiento está influenciado por el "incremento de las exportaciones debido al

fortalecimiento de la demanda de los principales socios comerciales, aunado al mayor gasto

del sector privado (consumo e inversión) por el aumento en el ingreso de los hogares y

empresas", señaló el BCH en un comunicado.

Lo anterior, añadió, es consecuencia del "mayor flujo de remesas familiares respecto al

esperado, la recuperación parcial de los empleos formales, el avance en el proceso de

vacunación, así como por la adaptación de las actividades económicas a las medidas

sanitarias".

La institución apuntó que los pronósticos de corto y mediano plazo de la inflación indican

una "trayectoria levemente superior" a la prevista en julio pasado, pero se mantendrá en un

4 %.
En materia de exportaciones, el Banco Central prevé que cerrará este año con un aumento

del 29,7 %, superior al 23,3 % pronosticado en julio pasado, mientras para 2022 espera que

disminuyan al 6,4 %, por encima del 3,5 % previsto.

En cuanto a las importaciones, el BCH espera cerrar 2021 con un alza del 39 %, frente al 35

% previsto anteriormente, y aumentó su estimación para 2022 al pasar de un 2,6 % a un 6

%.

El Banco Central espera recibir al cierre del año en curso alrededor de 7.151,3 millones de

dólares y el próximo año 7.723,2 millones de dólares por concepto de las remesas que

envían los hondureños que viven en el exterior, principalmente Estados Unidos, donde

residen poco más de un millón de hondureños de manera legal e ilegal.

En 2021 y 2022, el BCH pronostica que las reservas internacionales netas cubran el

equivalente a 7,5 meses de importaciones en ambos años.

La autoridad monetaria ha mantenido "un impulso monetario, orientado a proveer

suficiente liquidez al sistema financiero con el propósito de apoyar el canal del crédito, sin

poner en riesgo su objetivo principal de mantener una inflación baja y estable", señaló el

BCH. EFE.

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