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Sufrimiento Psicosocial Barcala
Sufrimiento Psicosocial Barcala
SALUD MENTAL.
En agosto del 2010 a partir de la firma del decreto Nª 647 se transferían las
competencias relativas a la atención de los niños, niñas y adolescentes con
problemáticas de salud mental y discapacidad que vivían en hogares de alojamiento
de la órbita de la Dirección de Niñez del Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) a la Dirección de Salud Mental del Ministerio
de Salud.
Junto a estas competencias se trasladaban también los convenios suscriptos por dicho
Ministerio con instituciones privadas de salud mental y discapacidad donde se
alojaban los niños, niñas y adolescentes; y se direccionaban los créditos
correspondientes a partidas presupuestarias desde el sector público a efectores
privados, pagando una suma considerable por cada uno de ellos.ii
La resolución comprendía los cuidados de los niños con mayor vulnerabilidad psíquica
y social de la Ciudad, dado que además de que transitoriamente no podían vivir en su
ámbito familiar, padecían de intenso sufrimiento psíquico.
Este traspaso constituyó un acontecimiento que marcó un punto de viraje en
términos de modalidades de intervención respecto a los problemas de salud mental
infantil en la Ciudad de Buenos Aires. Junto con la suscripción de un nuevo convenio
con una clínica de internación psiquiátrica privadaiii, por primera vez la Dirección de
Salud Mental de esta Ciudad tercerizaba su responsabilidad - hasta ese momento a
cargo de instituciones estatalesiv -, abriendo de este modo, las puertas a dispositivos
de mercantilización en el ámbito sanitario y social.
Esta medida se tomó en ausencia de un plan de salud mental de la ciudadv que
incluyera la comprensión, el diseño e implementación de abordajes de la
complejidad de estas nuevas problemáticas infantiles que desbordaban las
clasificaciones psiquiátricas clásicas.
Naturalizaba que niños y niñas menores de 18 años con sufrimiento psíquico, privados
temporariamente de cuidados parentales, vivieran permanentemente en instituciones
que se iban configurando así en “instituciones totales” (Goffman, 1998). Es decir,
lugares de residencia donde un gran número de niños desarrollan todos los aspectos
de su vida en el mismo espacio y bajo la misma autoridad, con un limitado contacto
con el exterior. Lugares en donde reciben “tratamiento” y son medicados, y en muchas
ocasiones ni siquiera asisten a la escuela, ni se les permite salidas o visitas,
perdiendo así - cada vez más- su autonomía personal. Lugares que no cuentan con
dispositivos de externación y fortalecimiento familiar en su propuesta institucional, lo
que implica la vulneración de leyes como las mencionadas N°114 y N°26061 que
entienden que el alojamiento debe ser un recurso subsidiario, excepcional y
transitorio, y que recurrir a una forma convivencial alternativa al grupo familiar del
niño debe constituir siempre una medida excepcional, y en ningún caso puede
consistir en privación de la libertad.
De este modo, el pasaje de estas instituciones del ámbito de Desarrollo Social al
ámbito de Salud contribuyó a acentuar una transformación en la modalidad de
cuidados establecida en los hogares de niños, niñas y adolescentes en los últimos
años que iba estigmatizando y medicalizando el sufrimiento de mismos. La misma
consistió en dividir a los hogares en convivenciales, terapéuticos y de atención
especializada sostenida en función de la definición de la población a la que se
dirigían. A medida que los mismos “se especializaban”, se complejizaban los equipos
técnicos dentro de la institución incluyendo obligatoriamente a un psiquiatra, al mismo
tiempo que aumentaban la cápita por niño.
Las instituciones transferidas al área de salud, denominadas hogares de atención
especializadas, lejos de desarrollar modalidades de intervención que promovieran la
atención personalizada, el respeto de los aspectos socioculturales, la inclusión en
espacios educativos, de salud, recreación y capacitación inherentes al proceso de
constitución subjetiva de cada niño, niña y adolescente, se iban convirtiendo en
instituciones de internación psiquiátrica, concentrando características semejantes a
aquellas. Estaban destinados a niños, niñas y adolescentes que presentaran cuadros
psicopatológicos, definición que fundamentó el traslado al ámbito de salud mental. La
fragilidad psíquica producto de traumatismos sociales severos terminó así explicada y
diagnosticada en términos psicopatológicos.
A partir de esta nueva categorización, se fomentaban los diagnósticos y etiquetas
psiquiátricas y se iniciaba un circuito de deriva institucional de los niños ,niñas y
adolescentes con intenso sufrimiento psicosocial a hogares cada vez más
especializados. Incrementando el estigma del diagnóstico, si un niño o niña era
transitoriamente internado en el Hospital Tobar García no podía volver a ser alojados
en un hogar convivencial y solo podían acceder a hogares especializados de la
Dirección de Salud Mental.
Profundizando esta tendencia, en el año 2012 se creó una institución pública para
recibir solo niños y niñas externados en el Hospital Tobar García con una propuesta
poco clara desde una perspectiva de derechos y salud mental comunitaria. Al mismo
tiempo se desarticulaba el PAC (Programa de Atención Comunitaria a niños, niñas y
vi
adolescentes) , un programa que desde el año 2006 se venía desarrollando
brindando cuidados integrales territorializados y cuya propuesta constituyó un aporte
a la construcción de procesos des/institucionalizadores basados en el derecho a la
atención integral de los niños, niñas y adolescentes con problemáticas graves en el
campo de la salud mental.
Se instalaba de este modo un modelo de intervención que contribuía a reforzar y
consolidar los procesos de medicalización que se venían desarrollando desde
décadas anteriores.
Este cuadro muestra lógicas diferentes respecto al modo de comprender las políticas
y prácticas referentes a los cuidados en salud mental. Coloca en tensión una
perspectiva de derechos vs. lógicas que llevan a la centralización en la atención
hospitalaria acompañado por la desjerarquización del primer nivel de atención, la
focalización, el avance de las privatizaciones y el desmantelamiento de lo público
(restricción presupuestaria y el desfinanciamiento progresivo de los servicios de
salud); y la Protección Integral de los Derechos del Niño que implica escuchar a un
niño vs. una mirada centrada en un modelo médico-hegemónico psiquiátrico, que
anula la subjetividad y refuerza el avance de la medicalización cómo respuesta al
sufrimiento.
En el escenario actual se abren entonces como interrogantes: ¿ Cuál será la política
en Salud Mental que se dará la Ciudad de Buenos Aires respecto a la creciente
demanda y complejidad de las problemáticas de los niños, niñas y adolescentes con
sufrimiento psicosocial? ¿Cuál será el grado de la adecuación de las Políticas de
Salud Mental a la legislación nacional y de la Ciudad vigentes, y en qué medida
contribuirán a frenar la tendencia a la medicalización del sufrimiento en la niñez?
Discusión
La escasez de una racionalidad organizativa en términos sanitarios, la ausencia de
planificación de políticas específicas de niñez que garanticen los cuidados de atención
de los niños, niñas y adolescentes, la inexistente asignación de recursos, la
fragmentación, las escasas ofertas definidas por preocupaciones personales o
colectivas de profesionales sensibles al sufrimiento humano, fueron las características
principales del sistema de salud mental de la Ciudad de Buenos Aires en las últimas
décadas.
No hubo un progreso de las políticas de reforma que favorecieran la provisión de
servicios territorializados e integrales destinados a la promoción, asistencia e
inclusión social ni que estimularan el protagonismo de los niños, niñas y familias en la
construcción de un proyecto subjetivante.
Si las décadas anteriores se caracterizaron por la omisión de políticas en salud mental
en la niñez, esta década se inicia con políticas que pueden profundizar un modelo que
favorezca su estigmatización, exclusión y encierro, colaborando así a profundizar una
tendencia hacia la medicalización de la infancia con mayor nivel de vulnerabilidad en
la Ciudad. De allí la importancia de una gestión de gobierno que implemente políticas
de salud mental apropiadas, y del compromiso ético de los actores sociales
intervinientes.
Representa un desafío evitar el sometimiento a discursos hegemónicos que
naturalizan la internación psiquiátrica como único recurso para niños, niñas y
adolescentes con sufrimiento psicosocial, y que cierran las posibilidades de acciones
creativas, de prácticas que promuevan itinerarios por espacios comunitarios que
invitan a la inclusión y a la socialización, y que garantizan el derecho a la salud como
uno de los derechos esenciales en la construcción de una ciudadanía plena.
Es necesario favorecer entonces, la reflexión crítica y producir articulaciones teóricas
y prácticas rigurosas que permitan la construcción colectiva de dispositivos
subjetivantes evitando la precarización del pensamiento que se ajuste solo a proponer
la oferta existente. Al mismo tiempo que evitar prácticas que colaboren con el
proceso de la anulación de la subjetividad de niños , niñas y jóvenes cuyo
padecimiento es producto de traumatismos graves donde la fragilización de lazos
familiares, las violencias, el maltrato, el abuso, entre otros acontecimientos, impactan
de manera significativa en sus procesos de constitución psíquica. La internación
prolongada en el hospital psiquiátrico de niños, niñas y adolescentes con alta médica
por no contar con un medio familiar donde vivir y la ausencia de soluciones al
respecto, perpetúa la institucionalización, favoreciendo su desaparición de la escena
social, ya que al no tener interés particular para el mercado son considerados
superfluos, innecesarios, residuos humanos (Bauman, 2007).
Generar prácticas que recompongan lo colectivo y valoren el factor intersubjetivo en la
construcción de la subjetividad, es posible a partir de un modelo de salud mental
comunitaria que desde un enfoque “psicoanálitico contextualizado” (Dueñas, 2013)
permita por esta vía crear condiciones que promuevan el deseo y el derecho a soñar
un futuro posible.
Partiendo de este potente marco teórico y en el contexto actual de la Ciudad de
Buenos Aires, resulta un compromiso ineludible para los actores sociales
comprometidos desde una perspectiva de derechos sensibilizar respecto a los modos
de sufrimiento contemporáneo en la niñez y adolescencia, y generar iniciativas que
articulen las luchas contra la medicalización e institucionalización psiquiátrica, ya que
ambas constituyen trayectos de la misma lucha contra la mercantilización de la
vida.
i
Este trabajo forma parte del Proyecto de investigación subsidiado por UBACyT
(2011-2014). “Los procesos de atención en salud mental en la niñez desde la
perspectiva de derechos: estudio de las jurisdicciones ciudad de Buenos Aires,
provincia de Tierra del Fuego, y provincia de Jujuy” con sede en la Facultad de
Psicología.
ii
A la vez se facultaba a la Dirección de Salud Mental a celebrar nuevos convenios con
este tipo de instituciones.
iii
Institución cuestionada por los organismos de Protección de Derechos del Niño de la
Ciudad.
iv
Hospital Tobar García, Hospitales Generales, Pediátricos y Especializados, Centros
de Salud Mental N°1 y N°3, Centros de Salud y Acción Comunitaria (CESAC).
v
La Ciudad de Buenos Aires contó con un plan de Salud Mental que comprendió los
años 2002-2006.
vi
El PAC constituía un dispositivo de cuidados integrales para niños, niñas,
adolescentes con sufrimiento psíquico y/o en situación de vulnerabilidad social que
desde una perspectiva de Salud Mental Comunitaria articulaba la dimensión clínica de
las intervenciones en un marco institucional, tejiendo una red en el territorio que
favoreciera el proceso de subjetivación de cada uno de ellos. Formado por un equipo
interdisciplinario (psicólogos, médicos pediatras y psiquiatras infantojuveniles,
psicoanalistas, psicopedagogos, trabajadores sociales, abogados) brindaba atención
territorializada, intersectorial y psicoterapéutica singular para cada niño, favoreciendo
su inclusión social.
vii
No habían aumentado el número de recursos humanos, no contaban con equipos
interdisciplinarios ni condiciones edilicias apropiadas y no habían recibido capacitación
para el abordaje de problemáticas complejas. Los niños “ graves” eran derivados al
Hospital neuorpsiquiátrico Tobar García o al Hospital de Día La Cigarra del Centro de
Salud Mental N°1.
viii
Estos niños y niñas eran nominados de modos diferentes según el marco teórico, la
ideología y las concepciones acerca de ellos: fallas en la constitución subjetiva,
patologías tempranas, psicosis infantil, autismo, trastornos generalizados del
desarrollo, patologías tempranas, niños en situación de crisis, trastornos graves del
desarrollo, niños con sufrimiento psicosocial, entre otras.
ix
Todos estos dispositivos, intentaron superar modalidades tradicionales, en especial
la tendencia hospitalocéntrica en el sistema sanitario. Estuvieron escasamente
financiados desde el comienzo, y aunque se habían organizado en Red eran
políticamente débiles y resultaron muy vulnerables a los cambios en las directivas
políticas. A partir del año 2011 la Red y algunos programas dejaron de funcionar.
Estos dispositivos fueron el Programa Cuidar Cuidando en el Zoológico de la Ciudad ,
el Hospital de Día La Cigarra , el Programa de integración sociolaboral para
adolescentes (Empresas Sociales), el Programa de Rehabilitación Comunicacional, el
Hospital de Día del Hospital Tobar García, el equipo de Patologías Tempranas del
Centro de Salud Mental N°3 , el Programa de Atención Domiciliaria Programada en
Salud Mental (ADOPI), el Dispositivo de pacientes con trastornos severos del
desarrollo (áreas 0- 5 y de 6-9) del Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez”, el
Programa psico-educativo terapéutico zooterapia ocn perros, y el Programa de
Atención Comunitaria a niños, niñas y adolescentes con trastornos mentales severos,
junto con algunos profesionales de otros hospitales, y de los CESAC.
Bibliografía
Barcala, A (2010). Tesis de Doctorado. Estado, infancia y salud mental: impacto de
las legislaciones en las políticas y en las prácticas de los actores sociales estatales en
la década del 90. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires.
Bauman, Z (2007) Vidas desperdiciadas la modernidad y sus parias. Buenos Aires:
Paidos.
Bleichmar, S. (2002). Dolor País. Buenos Aires: Libros del zorzal.
Goffman, E. (1998). Internados. Buenos Aires: Amorrortu. (Versión original 1961).
Dueñas, G ( 2012) Tesis de Doctorado en piscología. Universidad de Salvador.
Lechner N. (1997). "Tres formas de Coordinación social. Un esquema." Revista de la
CEPAL N° 61, 81-87.
Moyses, M ( 2011) Medicalizacao de criancas e adolescentes. Casapsi livaria e
Editora Ltda. Sao Paulo, Brasil.