A quien mostrar fidelidad?

En 1808, en Buenos Aires, llegó la Real Cédula que ordenaba reconocer a Fernando VII como rey de España,
luego de la abdicación de Carlos IV debido al motín de Aranjuez. Sin embargo, las noticias tardaban en llegar
a América. La ceremonia de juramento a Fernando VII estaba programada para el 12 de agosto, pero se
suspendió debido a que se recibieron impresos desde Cádiz en los que Carlos IV protestaba por su
abdicación y anunciaba su regreso al trono.

El 13 de agosto, llegó al Río de la Plata el marqués Sassenay, enviado por Napoleón, con el objetivo de
informar sobre el estado de España, el cambio de dinastía y observar las reacciones de los rioplatenses. En
Buenos Aires circulaba la proclama del Supremo Consejo de Castilla, que aceptaba las abdicaciones como
legítimas y promovía el reconocimiento de la nueva dinastía, amenazando con castigar a quienes rompieran
la alianza entre España y Francia.

La llegada del emisario napoleónico generaba inquietud, pero Liniers, junto al Cabildo y la Audiencia,
examinaron los papeles de Sassenay que mostraban las abdicaciones, la elección del rey José Bonaparte y la
convocatoria a un congreso en Bayona.

En ese período de incertidumbre, las noticias se difundían a través de rumores en diferentes lugares. El 21
de agosto se celebró el juramento de fidelidad a Fernando VII, y semanas después se anunció la declaración
de guerra a Francia y un acuerdo de paz con Inglaterra mediante un bando publicado en Buenos Aires. Sin
embargo, este cambio de alianzas no trajo tranquilidad al Río de la Plata.

Liniers y el Cabildo de Buenos Aires estaban en conflicto por el control de las milicias. Además, Liniers
enfrentaba acusaciones de connivencia con portugueses e ingleses para declarar la independencia de la
metrópoli española debido a su nacionalidad francesa, y el gobernador de Montevideo lo acusaba de ser pro
francés. La llegada de Sassenay, enviado de Napoleón, empeoró su situación.

El gobernador interino de Montevideo, Francisco Javier de Elío, tenía rivalidad constante con Liniers y lo
acusó de conducta "sospechosa" e "infidencia" ante la Audiencia y el Cabildo de Buenos Aires, pidiendo su
destitución. El Virrey intentó reemplazar a Elío enviando a un capitán de navío, pero el gobernador se
resistió a acatar la orden.

Se convocó a un cabildo abierto, una reunión de vecinos en casos de emergencia, en la que se estableció una
junta subalterna a la de Sevilla, imitando a las juntas de España. La Banda Oriental logró autonomía absoluta
respecto a Buenos Aires, buscando legitimidad propia, aunque reconocía a la Junta de Sevilla.

El frustrado intento juntista del cabildo de Buenos Aires

En 1809, en Buenos Aires, el alcalde Martín Alzaga lideraba el Cabildo. Se produjo un enfrentamiento entre
el Cabildo, encabezado por Alzaga, y el Virrey, en la Plaza Mayor. En medio de la agitación, se convocó a un
cabildo abierto que formó una junta que respondia al rey Fernando VII contra el Virrey Liniers. Tras varios
enfrentamientos, los responsables fueron detenidos y desterrados. Se eliminó el poder de convocatoria del
Cabildo y se disolvió el movimiento juntista. En otras provincias, se eligieron representantes, pero Buenos
Aires no lo hizo debido a la tensión entre el Cabildo y el Virrey. Juan Martín Pueyrredón, héroe de la guerra
contra los británicos, fue enviado a España, pero terminó en Brasil después de ser acusado de ser
revolucionario y sedicioso.

El último Virrey: El virrey Cisneros

En 1809, Cisneros fue designado como virrey del Río de la Plata por la Junta Central gubernativa. Su misión
era pacificar las discordias en la capital y mantener la autoridad virreinal. A pesar de llegar a la Banda
Oriental, fue reconocido como el nuevo virrey del Virreinato del Río de la Plata.

Cisneros intentó implementar medidas pacíficas, como suspender juicios y devolver armas a ciertos
batallones disueltos. También formó un comité de vigilancia contra propaganda subversiva. Sin embargo,
surgieron tensiones y descontento, ya que se desconocía la situación en España y se temía que estuviera en
manos francesas.

En medio de esta crisis, Cisneros depuso al presidente del alto tribunal y formó una junta que asumió todos
los poderes en nombre del rey Fernando VII. Intentó controlar las noticias y evitar que la población supiera
sobre la situación en España, pero esto resultó imposible. El 18 de mayo de 1810, redactó una carta en la
que informaba sobre los sucesos, pero insistía en mantener el orden establecido.

La Revolución de Mayo ->25 de mayo de 1810

Varios próceres se reunieron en casas particulares de Buenos Aires para discutir los siguientes pasos.
Presionaron al virrey Cisneros para convocar un cabildo abierto y decidir quién asumiría el poder en
ausencia del rey Fernando VII. Cisneros finalmente aceptó y se convocó al cabildo abierto el 22 de mayo de
1810.

A partir de ese momento, Buenos Aires se convirtió en un centro de cambios significativos en el Virreinato
del Río de la Plata. Las autoridades locales estaban más enfocadas en disputas internas que en gobernar el
territorio.

La formación de juntas americanas y la convocatoria a cortes en España redefinieron la crisis iniciada en

1808. En mayo de 1810, se formó la Primera Junta de gobierno provisional en Buenos Aires. El virrey
Cisneros fue destronado en el cabildo abierto y la junta quedó conformada por 9 miembros.

Este movimiento generó una guerra entre los defensores y detractores del nuevo orden y condujo a la
declaración de independencia en 1816. La junta buscó ampliar su representación e integrar otras ciudades
del Virreinato, reduciendo el poder de las instituciones coloniales.

La junta asumió atribuciones de gobierno que tenía el vierrey, hacienda y guerra, pero estuvo limitada por la
Audiencia Real y el Cabildo de la capital. Algunos miembros de la junta se mostraron reacios a compartir el
poder con el Ayuntamiento de la ciudad. La Junta de Buenos Aires debió ser cuidadosa en cuanto a la
legalidad hispánica, mientras se consideraba un movimiento revolucionario por sus opositores.