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UNPAZ 2017
“La tensión entre hacer y conocer, entre práctica y teoría constituye un capítulo central en la historia de la
construcción de trabajo social como campo disciplinar y es –considerando además que se trata de una
historia “reciente”- un núcleo a continuar problematizando en la formación académica y profesional”.
Castro Susana
Al poner la mirada en los registros de lxs estudiantes, podemos comenzar a reflexionar, sobre
algunas características propias del proceso de aprendizaje-enseñanza. Prioritariamente, revisar
como son construidos esos registros a partir del trabajo con los datos, la información, las
problemáticas, los elementos que vienen del campo de intervención profesional.
En este sentido, me surge la necesidad profunda de poner sobre la mesa, y compartir, algunas
aproximaciones conceptuales e instrumentales, que aporten herramientas al proceso de
construcción del registro como género discursivo y académico.
Por tal motivo, propongo el desarrollo de estos ejes, a fin de reflexionar sobre el sentido, el
horizonte y los componentes específicos que se presentan en los registros en el trayecto de la
práctica pre- profesional.
El registro es una construcción realizada por un sujeto individual o grupal, con el objetivo de
conocer, describir, analizar, interrogar, problematizar, hacer visible, una escena de la práctica de
intervención, dimensiones del escenario social, y/o aspectos relevantes de la experiencia vivida.
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Es por ello, que consideramos al registro como la herramienta clave, para trabajar las
experiencias/ percepciones vividas en el campo institucional/ grupal, en el proceso de
conocimiento y aprendizaje de las prácticas pre-profesionales del colectivo de estudiantes.
El proceso de registrar/nos nos lleva por los caminos de la escucha atenta, la mirada profunda y la
palabra (en el territorio del discurso y la escritura). Nos invita a trascender las primeras
impresiones en el encuentro con el Otro, a dar cauce a lo observado, a jerarquizar, organizar la
información, a partir de la construcción de un relato. El primer hito del relato, se fundará en la
decisión de ¿Qué queremos contar?, pregunta que actuará de hilo conductor.
Por lo tanto, no es una azarosa, caótica y desordenada sumatoria de hechos, elementos, actores;
es una posibilidad de conocimiento “el registro constituye un elemento central en la racionalidad
instrumental y operativa de la disciplina que bajo modalidades diversas se articulan con las
urgencias socio-históricas de intervención en lo social, a la vez que opera en el campo de la
construcción de “verdades”, esto es, “sujetos de conocimiento.” (Carballeda, 2002. Citado en
Castro, 2011: 2)
“Escribir exige poner en relación lo que uno ya sabe con lo que demanda la actual situación de
escritura, y que esta puesta en relación no resulta fácil porque implica construir un nexo entre el
conocimiento viejo y lo nuevo. Este nexo no está dado ni en el estudiante ni en su contexto actual
de escritura sino que demanda a quien escribe una elaboración personal.” (Carlino , 2012: 24).
El acto de escribir conlleva una tarea de elaboración personal, donde nuestras mediaciones serán
claves. Es por ello, que lxs estudiantes tienen un gran desafío: trascender sus primeras
apreciaciones, preconceptos, y buscar posibilidades de comprensión en las relaciones, significados
y dinámicas que se despliegan en los registros.
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El primer momento: La observación y la descripción
Lo primero que vamos a definir es el objetivo del registro: ¿Qué nos motiva a escribir? ¿Qué
queremos transmitir? ¿Para que escribimos? ¿Queremos reflexionar, indagar, comprender,
cuestionar?
Ampliamos la mirada sobre las tensiones encontradas, buscamos categorías conceptuales que nos
permitan abordar algún aspecto de lo relatado, creciendo en el proceso de conceptualización.
Luego, comenzamos el proceso de análisis: ¿Como leemos, definimos, los fenómenos que se
encuentran en juego en la escena a trabajar? Para este fin, buscamos autores, categorías
conceptuales, material académico, que nos permita seguir integrando abordajes teóricos,
argumentando. Ese, es el propósito primordial de este momento, poner en tensión el
conocimiento que viene del campo, y hacerlo dialogar con la teoría, para seguir construyendo
conocimiento a partir de la experiencia de la práctica.
Para este momento, tenemos claro nuestro objetivo, la escena, las preguntas, las tensiones, las
articulaciones conceptuales y también ciertas posibilidades de explicación y comprensión de las
situaciones y fenómenos a trabajar. Por eso, en esta etapa, lo que nos convoca es la escritura
como técnica y arte para comunicar.
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¿Utilizamos pertinentemente las reglas gramaticales (puntuación, ortografía, conectores,
adverbios)?
¿Cumplimos con los requisitos de la escritura académica (citado APA, lenguaje académico
–no coloquial-, formato de presentación)?
En esta fase, es fundamental considerar que el registro está dirigido a un “Otro”, a una
“Audiencia”, que podrá ser el/la docente, el/la referente de prácticas, o el cuerpo académico en
su conjunto. Es decir, el registro debe dar cuenta del proceso de construcción y aprendizaje, que
va de la etapa del “cuaderno personal de campo”, pasa por “la organización de las ideas”, hasta
llegar a la “elaboración” y presentación del registro.
Integrando los distintos momentos del proceso de escritura, a los fines didácticos, podemos
considerar, los siguientes requisitos, como formales y necesarios para la elaboración de un
registro:
Ya hemos visto la importancia del registro como herramienta instrumental, y de la escritura como
método y técnica de conocimiento. Ahora bien, si hay algo que surge de la lectura exhaustiva de
los registros de lxs estudiantes, es que pueden constituir y construir relatos de entendimiento, de
aproximación y comprensión de las relaciones sociales.
Este detalle sutil, este pequeño indicio, en tiempos de posverdad, en tiempos de relatos salvajes y
vacios de contenido, es a mi modo de ver, un gran hallazgo. Este hallazgo se produce a partir de la
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disposición y el compromiso de lxs estudiantes en su proceso de aprendizaje; donde podemos
identificar con claridad, las tensiones que lxs acompañan en esta búsqueda por mirar en
profundidad, escuchar integralmente y articular el pensamiento. Pensar por escrito: Una práctica,
una experiencia muchas veces novedosa, ardua, creativa y desafiante, en un proceso de
formación continua.
“Toda vez que un alumno elabora un trabajo para la universidad, cada palabra que escribe
representa un encuentro, probablemente una lucha, entre sus múltiples experiencias pasadas y los
requerimientos del nuevo contexto (Aitchison, Ivanic y Weldon, 1994. En Carlino,2012: 21)”
Siguiendo esta la idea/ imagen, que nos representa a la palabra como encuentro y lucha,
propongo al registro como espacio de transformación, de resistencia, de poder… tanto en el plano
personal, profesional y colectivo.
Bibliografía consultada:
Carballeda, A. (2002) Los nuevos escenarios y la intervención del Trabajo Social. En: Nuevos
escenarios y práctica profesional. Una mirada crítica desde el Trabajo Social. Buenos Aires.
Editorial: Espacio.
Castro, S. (2011) “El registro en la intervención: una reflexión epistemológica”. En: Trabajo Social.
Producciones docentes. Nº 1. Disponible en internet:
http://trabajosocial.sociales.uba.ar/contenidos/home.htm