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Según la faceta positiva, la Sagrada Escritura presenta la : usti- § 17. LAS CAUSAS DE LA JUSTIFICACIÓN
ficación como regeneración por Dios, es decir, como generación
de una nueva vida sobrenatural en aquel que hasta ahora ha sido El concilio de Trento (Dz 799) determina las siguientes causas
pecador (Ioh 3, 5; Tit 3, 5 s), como nueva creación (2 Cor 5, 17; de la justificación:
Gal 6, 15), como renovación interna (Eph 4, 23 s), como santifi- 1. La causa final (causa finolis) es la gloria de Dios y de Cristo
cación (1 Cor 6, 11), como traslado del estado de muerte al estado (c. f. primaria) y la vida eterna de los hombres (c. f. secundaria).
de vida (I Ioh 3, 14), del estado de tinieblas al estado de luz (Col 1, 2. La causa eficiente (causa efficiens), más en concreto: la
13; Eph 5, 8), como asociación permanente del hombre con Dios causa eficiente principal (c. e. principalis) es el Dios misericordioso.
(Ioh 14, 23; 15, 5), como participación de la divina naturaleza 3. La causa meritoria (causa meritoria) es Jesucristo, que, en su
(2 Petr 1, 4: «divinae consortes naturae»). Cuando San Pablo afirma calidad de mediador entre Dios y los hombres, dio satisfacción por
que Cristo se hizo nuestra justicia (1 Cor 1, 30; cf. Rom 5, 18), nosotros y nos mereció la gracia de la justificación.
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4. La causa instrumental (causa instrumentalis) de la primera
§ 18. L A PREPARACIÓN PARA LA JUSTIFICACIÓN
justificación es el sacramento del bautismo. Y añade la definición
del concilio: «quod est sacramentum fidei, sine qua nulli unquam
contigit iustificatio». Con ello nos propone la fe como condición I . Posibilidad y necesidad de la preparación
necesaria (causa dispositiva) para la justificación (de los adultos). El pecador, con la ayuda de la gracia actual, puede y debe dispo-
5. La causa formal (causa formalis) es la justicia de Dios, no nerse para recibir la gracia de la justificación (de fe).
aquella por la cual Dios es justo, sino aquella otra por la cual nos
hace justos a nosotros («iustitia Dei, non qua ipse iustus est, sed Los reformadores negaron que fuera posiole y necesario prepa-
qua nos iustos facit»), es decir, la gracia santificante; cf. Dz 820. rarse para la justificación, pues partían del supuesto de que la vo-
Según doctrina del concilio de Trento, la gracia santificante luntad del hombre es incapaz de cualquier bien, ya que la natu-
es la única causa formal de la justificación (única formalis causa). raleza humana se halla totalmente corrompida por el pecado de
Ello quiere decir que la infusión de la gracia santificante opera la Adán. Frente a esta doctrina, declaró el concilio de Trento: «Si quis
remisión de los pecados y la santificación interna. De esta manera, dixerit... nulla ex parte necesse esse, eum (se. impium) suae volun-
el concilio rechaza la doctrina defendida por algunos reformadores tatis motu praeparari atque disponi», a. s.; Dz 819; cf. Dz 797 ss,
(Calvino, Martín Butzer) y también por algunos teólogos católicos 814, 817.
(Girolamo Seripando, Gasparo Contarini, Albert Pighius, Johann El concilio (Dz 797) cita como prueba a Zach 1, 3: «Convertios
Gropper), según la cual existiría una doble justicia: la remisión a mí y yo me convertiré a vosotros», y Thren 5, 21: «Conviértenos
de los pecados tendría lugar por la justicia de Cristo, imputada a a ti, oh Señor, y nos convertiremos». El primer lugar citado acen-
nosotros; y la positiva justificación por medio de una justicia inhe- túa la libertad del movimiento de nuestra voluntad hacia Dios,
rente al alma. el segundo pone de relieve la necesidad de la gracia preveniente
Según nos enseña la Sagrada Escritura, la gracia y el pecado se de Dios; cf. las numerosas exhortaciones, que dirige la Escritura
hallan en oposición contraria como la luz y las tinieblas, como la del Antiguo y del Nuevo Testamento, para que el pueblo haga pe-
vida y la muerte. Por eso, la comunicación de la gracia opera nece- nitencia y se convierta.
sariamente la remisión de los pecados; cf. 2 Cor 6, 14: «¿Qué con-
Las costumbres que en la Iglesia primitiva se seguían con respecto a
sorcio hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué comunidad entre los catecúmenos y penitentes tenían por fin lograr una preparación muy
la luz y las tinieblas?»; Col 2, 13: «Ya vosotros, que estabais muer- intensa para recibir la gracia de la justificación. SAN AGUSTÍN enseña:
tos por vuestros delitos... os vivificó con Él [con Cristo]»; cf. 1 loh «Quien te creó sin ti, no te justifica sin ti. Quiero decir que Dios te creó
3, 14; S.th. 1 n 113, 6 ad 2. sin que tú lo supieras, pero no te justifica si no prestas el consentimiento
de tu voluntad» (Serrho 169, 11, 13); cf. S.th. 1 n 113, 3.
Bibliografía: ST. EHSES, Johann Groppers Rechtfertigungslehre auf
dem Konzil zu Trient, RQ 20 (1906) 175-188. F. HÜNERMANN, Die Recht-
fertigungslehre des Kardinals Gasparo Contarini, ThQ 102 (1921) 1-22.
H. JEDIN, Girolamo Seripando. Sein Leben und Denken im Geisteskampf 2. La fe y la justificación
des 16. Jh., Wú 1937. El mismo, Kardinal Contarini ais Kontreverstheologe,
Mr 1949. W. LIPGENS, Kardinal Johannes Gropper (1503-1559), Mr 1951. Sin la fe no es posible la justificación de un adulto (de fe).
P. PAS, La doctrine de la double justice au Concile de Trente, E T h L 50
(1954) 5-53-
Según doctrina del concilio de Trento, la fe «es el comienzo de
la salvación del hombre, el fundamento y raíz de toda justificación»:
«per fidem iustificari dicimur, quia fides est humanae salutis ini-
tium, fundamentum et radix omnis iustificationis»; Dz 801; cf.
Dz 799: «sine qua (se. fide) nulli unquam contigit iustificatio»; de
igual tenor es Dz 1793.
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Por lo que respecta al objeto de la fe justificante, no basta la cibir el bautismo y de comenzar nueva vida. El concilio va descri
llamada fe fiducial, antes bien se necesita la fe teológica o dogmá- biendo el curso psicológico que ordinariamente sigue el procesa
tica (fe confesional), que consiste en admitir como verdadera la de la justificación, sin definir con ello que necesariamente han d*
doctrina revelada por la autoridad de Dios que la revela. El triden- darse todos y cada uno de los actos indicados en esta serie o qu*
tino declara: «Si quis dixerit, fidem iustificantem nihil aliud esse no pudieran darse también otros. Así como la fe no puede falta/
quam fiduciam divinae misericordiae...» a. s.; Dz 822; cf. Dz 798: nunca por ser el comienzo de la salvación, de la misma manera n^
«credentes vera esse, quae divinitus revelata et promissa sunt»; Dz puede faltar tampoco el arrepentimiento por los pecados cometí
1789 (definición de fe). dos, pues no es posible el perdón de los pecados sin una interru
Según testimonio de la Escritura, la fe, y por cierto la fe dogmá- aversión de los mismos; Dz 798; cf. Dz 897. *
tica, es la condición indispensable para alcanzar la salvación eterna; La Sagrada Escritura exige, además de la fe, otros actos di^
Me 16, 16: «Predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere positivos; v.g., el temor de Dios (Eccli 1, 27; Prov 14, 27), la esp^
y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere, se conde- ranza (Eccli 2, 9), el amor a Dios (Le 7, 47; 1 Ioh 3,14), el arreper^
nará»; Ioh 20, 31: «Estas cosas fueron escritas para que creáis que timiento y la penitencia (Ez 18,30; 33,11; Mt 4,17; Act 2,38; 3,19y
Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida
en su nombre»; Hebr 11, 6: «Sin la fe es imposible agradar a Dios. Pablo y Santiago. Cuando San Pablo enseña que somos justificad^
por la fe sin las obras de la ley (Rom 3, 28: «Pues tenemos la convicción
Que es preciso que quien se acerque a Dios crea que existe y que de que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley»; cf. Gal 2, ifiv\
es remunerador de los que le buscan»; cf. Me 1, 15; Ioh 3, 14 ss; entiende por fe la fe viva que obra por la caridad (Gal 5, 6), y por o b r ^
8, 24; 11, 26; Rom 10, 8 ss. las de la ley mosaica (v.g., la circuncisión), y por justificación la purific^
ción y santificación interna del pecador no-cristiano gracias a la recepciá ^
Los textos de la Escritura citados por los adversarios, y que acentúan de la fe cristiana. Cuando Santiago, en aparente contradicción, enseña qiA
intensamente el elemento de la confianza (Rom 4, 3 ss; Mt 9, 2; Le 17, 19; somos justificados por las obras y no solamente por la fe (Iac 2, 24: «Vo^
7, 50; Hebr 11, 1), no excluyen la fe dogmática; pues la confianza en la otros veis que el hombre es justificado por las obras y no solamente p^A
misericordia divina es consecuencia necesaria de la fe en la verdad de la fe»), entiende por fe la fe muerta (Iac 2, 17; cf. Mt 7, 21), por obras k ^
la revelación divina. obras buenas que brotan de la fe cristiana, y por justificación el que \
Una prueba verdaderamente patrística de la necesidad de la fe dog- cristiano sea declarado justo ante el tribunal de Dios. San Pablo se dirigí
mática para la justificación es la instrucción que se daba a los catecúmenos a cristianos judaizantes, que hacían alarde de las obras de la ley; de a|%
en las verdades de la fe cristiana y la recitación de la confesión de fe antes que acentúe el valor de la fe. Santiago se dirige a cristianos tibios; <v{
de recibir el bautismo. TERTULIANO designa al bautismo como sello de la ahí que acentúe el valor de las buenas obras. Pero ambos están de acuerda
fe confesada antes de su recepción («obsignatio fidei, signaculum fidei»; en pedir una fe viva- y activa. ^
De paenit. 6; De spect. 24). SAN AGUSTÍN dice: «El comienzo de la buena Los santos padres, en armonía con las costumbres relativas a los cau
vida, a la cual se le debe también la vida eterna, es la fe recta» (Sermo^, 1,1). eumenos, enseñan que la fe sola no basta para la justificación. SAN AGU>\
TÍN dice: «Sin la caridad puede ciertamente existir la fe, pero en na<¿N
aprovecha» (De Trin. xv 18, 32); cf. S.th. 1 11 113, 5). \
3. Necesidad de otros actos dispositivos además de la fe
Bibliografía: E. STAKEMEIER, Glaube und Rechtfertigung, Fr 193,
A la fe hay que añadir, además, otros actos dispositivos (de fe). J.-M. VOSTÉ, Studia Paulina, R 2 i94i, 93-109: De iustificatione per fidetK
B. BARTMANN, St. Paulus und St. Jacobus über die Rechtfertigung, Fr 189?,
Según la doctrina de los reformadores, la fe (entendida como fe E. TOBAC, Le probléme de le justification dans saint Paul et dans sai^
fiducial) es la única causa de la justificación (doctrina de la «sola Jacques, RHE 22 (1926) 797-805. A. LANDGRAF, Die Vorbereitung auf <xt
fides»). En contra de ella, el concilio de Trento declaró que, ade- Rechtfertigung und die Eingiessung der heiligmachenden Gnade in der Frük%
más de la fe, se requieren otros actos dispositivos (Dz 819). Como scholasttk, Schol 6 (1931) 42-62, 222-247, 354"3 8 o, 481-504. El mismX
Glaube und Werk in der Frühscholastik, Greg 17 {1936) 515-561. J^\
tales se citan el temor de la justicia divina, la confianza en la mise- MITZKA, Die Lehre des hl. Bonaventura von der Vorbereitung auf d-^ >
ricordia de Dios por los méritos de Cristo, el comienzo del amor heiligmachende Gnade, ZkTh 50 (1926) 27-72, 220-252. P. BI,ÁSE;R, Rech^
x
de Dios, el odio y aborrecimiento al pecado y el propósito de re- fertigungs glaube bei Luther, Mr 1953.
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