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Teología Católica del “más allá” hace referencia al tratado sobre las
POSTRIMERÍAS DEL HOMBRE, es decir, la etapa o etapas finales y
culminantes de la existencia humana: MUERTE – JUICIO – INFIERNO –
GLORIA
También recibe el nombre de ESCATOLOGÍA (del griego eschaton que significa “lo
último”; y logos quiere decir “tratado”, “estudio”.
1. ¿Qué nos enseña el CREDO sobre “el más allá”? CEC: 988-1057
f. Básicamente se constata la fe en el hecho de que hay una vida más allá después de la
muerte, porque HAY, efectivamente, una esperanza real RESURRECCIÓN de nuestros
cuerpos, NO otros:
CEC 999 ¿Cómo? Cristo resucitó con su propio cuerpo: "Mirad mis manos y mis pies; soy yo
mismo" (Lc 24, 39); pero Él no volvió a una vida terrenal. Del mismo modo, en Él "todos resucitarán con
su propio cuerpo, del que ahora están revestidos" (Concilio de Letrán IV: DS 801), pero este cuerpo será
"transfigurado en cuerpo de gloria" (Flp 3, 21), en "cuerpo espiritual" (1 Co 15, 44):
«Pero dirá alguno: ¿cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida? ¡Necio! Lo que tú
siembras no revive si no muere. Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple
grano..., se siembra corrupción, resucita incorrupción [...]; los muertos resucitarán incorruptibles. En efecto,
es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de
inmortalidad (1 Cor 15,35-37. 42. 53).
g. Se nos enseña qué es la muerte (CEC 997; 1006); causas de la muerte (CEC 1008:
consecuencia del pecado) y el sentido de la muerte, transformada por Cristo (CEC 1009 -
1014).
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JUICIO PARTICULAR
CEC 1021 La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o
rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del
juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también
asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de
cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro
(cf. Lc. 16, 22 ) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc. 23, 43 ), así como otros textos
del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8-10 ; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del
alma (cf. Mt 16, 26 ) que puede ser diferente para unos y para otros.
c. Las obras buenas o malas son meritorias para alcanzar el Cielo o no (2 Cor. 5, 10 vs. sola
fides protestante Stg. 2, 17)).
CIELO
CEC 1023 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para
siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven "tal cual es" (1 Jn 3, 2), cara a
cara (cf. 1 Co 13, 12; Ap 22, 4):
«Definimos con la autoridad apostólica: que, según la disposición general de Dios, las almas de
todos los santos [...] y de todos los demás fieles muertos después de recibir el Bautismo de Cristo; en los que
no había nada que purificar cuando murieron [...]; o en caso de que tuvieran o tengan algo que purificar,
una vez que estén purificadas después de la muerte [...] aun antes de la reasunción de sus
cuerpos y del juicio final, después de la Ascensión al cielo del Salvador, Jesucristo Nuestro Señor,
estuvieron, están y estarán en el cielo, en el Reino de los cielos y paraíso celestial con
Cristo, admitidos en la compañía de los ángeles. Y después de la muerte y pasión de nuestro
Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con una visión intuitiva y cara a cara, sin mediación de
ninguna criatura» (Benedicto XII: Const. Benedictus Deus: DS 1000; cf. LG 49).
PURGATORIO
CEC 1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente
purificados , aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una
purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
a. Nada contaminado entrará en ella (la ciudad santa, la Jerusalén celestial) (Ap. 21, 27).
b. Esta purificación final de los ELEGIDOS es completamente distinta del castigo de los
condenados al infierno (CEC 1031).
e. Santos Padres
«Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo
que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el
Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase
podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (S.
GREGORIO MAGNO +604, Dialogi 4, 41, 3).
«Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de
su padre (cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un
cierto consuelo? [...] No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por
ellos» (S. JUAN CRISÓSTOMO + 407, In epistulam I ad Corinthios homilia 41, 5).
INFIERNO
CEC 1035 La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las
almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente
después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf. Símbolo
Atanasiano; Anatematismos contra Orígenes 543; Const. Dogmática Benedictus Deus 1336; Conc. de
Florencia; Concilio de Lyon; Concilio de Letrán 1215; Concilio de Trento 1563; Credo del Pueblo de
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Dios, 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente
puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.
La SE habla de “gehenna”, “fuego que nunca se apaga” (Mt. 5, 22.29; 13, 42; 25,
41; Mc. 9, 43-48)
Dios NO PREDESTINA A NADIE AL INFIERNO. Rom. 8, 29-30 Dios
predestina a la gloria, NUNCA a la condenación.1 Dios quiere que todos los hombres se
salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim. 2, 4).
JUICIO FINAL
CEC 1038 La resurrección de TODOS los muertos, “de los justos y los pecadores” (Hch. 24, 15)
PRECEDERÁ el JUICIO FINAL. Esta será “la hora en que todos los que estén en los sepulcros
oirán su voz. . . y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para
la condenación” (Jn. 5, 28-29). Entonces, Cristo vendrá “en su gloria acompañado de todos sus ángeles . . .
Serán congregadas ante Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros como el pastor separa
las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda. . . E irán éstos a un
castigo eterno, y los justos a una vida eterna” (Mt. 25, 33-46).
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De modo análogo la Iglesia no canoniza a nadie al infierno, sino al Cielo.
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REFLEXIÓN TEOLÓGICA
1. Principios filosóficos:
La condición natural del hombre es vivir en estado completo, alma y cuerpo, con su
alma vivificando su cuerpo. Dicho de otra manera, la condición natural del alma es
también vivir unida a su cuerpo. ¿El alma separada del cuerpo está en un estado
antinatural consiguientemente?
No. Está en un estado menos natural. La autonomía que le proporciona ser una
substancia espiritual nos permite afirmar esto.
Siguiendo a Sto. Tomás (S. Th., I q. 89), el alma separada es en algunos sentidos
más perfecta, en otros, menos que cuando está unida a su cuerpo. Más perfecta:
estado similar al de los espíritus puros, lo que significa: más libre en cierto modo,
en cuanto que la pesadez del cuerpo no le impide la pureza de entender. Menos: su
capacidad de intelección se ve mermada, precisamente al carecer de cuerpo, pues,
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Por eso San Anselmo definió sabiamente el quehacer teológico auténtico como Fides quaerens intellectum. San
Agustín decía lo mismo, aunque de otra manera: Credo ut intellegam. Pero continuaba su razonamiento
diciendo: Intellego ut magis credam = Entiendo para creer más. Expresando así la perfecta armonía e
interrelación entre fe y razón, teniendo la FE siempre la prelación.
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SE: Sap. 1, 13 “Dios no hizo la muerte”; 2, 23 “Porque Dios creó al hombre incorruptible .
. . , mas por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo”.
Rom. 5, 12 “Como por un solo hombre entró el pecado y por el pecado la muerte y así la
muerte alcanzó a todos los hombres. . .”.
SE: Lc. 23, 43 “HOY estarás conmigo en el paraíso”. Lc. 16, 19-21 Parábola del rico
Epulón y Lázaro.
a. Las almas de los que mueren en gracia y nada tienen ya que purgar por sus
culpas VAN AL CIELO y VEN A DIOS CARA A CARA, siendo con esta VISIÓN
enteramente felices.
SE: 1 Cor. 13, 9-12; Jn. 17, 3 “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero y a tu enviado Jesucristo”. 1 Jn. 3, 2; Mt. 5, 8
SE: Sab. 5, 15 “Los justos viven para siempre y su recompensa está en el Señor”; Mt. 25, 46
“Los justos irán a la vida eterna”; Jn. 10, 22; 2 Cor. 4, 17
SE: Mt. 16, 27 “(el Hijo del hombre) dará a cada uno según sus obras”; 1 Cor. 15, 41-42
“Uno es el esplendor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere
de otra en el resplandor. Así también en la resurrección de los muertos. . .”; 2 Cor. 9, 6 “El
que escaso siembra, escaso cosecha. . . (se refiere a la limosna, el principio general es
válido); Ap. 22, 12
a. Las ALMAS de los que MUEREN EN GRACIA, sin que se les haya perdonado
aún toda la pena debida por sus pecados, TIENEN QUE EXPIARLA antes de ir al
Cielo CON LAS PENAS DEL PURGATORIO.
b. Los SUFRAGIOS de los fieles que aún viven, APROVECHAN a las almas del
PURGATORIO para librarse de las penas que padecen.
SE: 2 Mac. 12, 38-46 “. . . Obra santa y piadosa es orar por los muertos. . . para que sean
absueltos de sus pecados”.
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e. Las penas del infierno son desiguales según el número y gravedad de los pecados
(doctrina católica).