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Expediente: 02360-2012-05-AL
Departamento: Pando
Por memorial presentado el 7 de diciembre de 2012, cursante a fs. 3 y vta., el accionante, expuso los
siguientes fundamentos:
En el proceso penal seguido en su contra por la presunta comisión del delito de incendio, se
encuentra detenido y habiéndosele impuesto medidas sustitutivas a la detención preventiva, entre
ellas una fianza de Bs50 000 00.- (Cincuenta mil 00/100 bolivianos), que considera de imposible
cumplimiento; y, con la finalidad de demostrar que no cuenta con posibilidades para cumplir la
misma, el “23 de noviembre” solicitó audiencia, que en dos ocasiones se suspendió debido a la falta
de notificación a la víctima y ausencia del secretario y del fiscal, sin lograr que hasta la presente
fecha se desarrolle dicho acto.
I.1.3. Petitorio
Efectuada la audiencia pública el 10 de diciembre de 2012, según acta cursante a fs. 7 y vta., se
produjeron los siguientes actuados:
I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción
René Lucas Zambrana Espinoza, Juez Primero de Instrucción en lo Penal, demandado, no asistió a la
audiencia y tampoco presentó informe escrito; empero, en audiencia su abogado -apoderado-,
expresó, que “La suspensión no fue consensuada, se suspendió por falta de secretario y no por
acuerdo de partes, ni tampoco es cierto que se señaló audiencia para el día martes” (sic).
I.2.3. Resolución
II. CONCLUSIONES
El accionante, alega encontrarse indebida e ilegalmente privado de libertad, dado que habiéndosele
impuesto una fianza económica de imposible cumplimiento, solicitó la modificación o sustitución por
una fianza personal; empero, las audiencias señaladas para considerar su petición, se suspendieron
por distintos motivos como la ausencia del Fiscal y víctima pese a su legal notificación y la falta de
Secretario en el Juzgado. Por consiguiente, corresponde analizar, en revisión si tales extremos son
evidentes y si constituyen actos lesivos a los derechos del accionante a efectos de conceder o
denegar la tutela reconocida por la acción de libertad.
Previo a establecer la naturaleza jurídica de esta acción, es importante hacer referencia al art. 8.II de
la CPE, que establece los valores sobre los cuales se sustenta el Estado Unitario Social de Derecho
Plurinacional Comunitario, entre los cuales tenemos a la libertad y a la dignidad, que de acuerdo al
art. 22 del mismo texto, son inviolables; es decir, que al estar insertos como valores sobre los cuales
se sustenta el Estado, impone la obligación no sólo de respetarlos sino de resguardarlos en sus
distintos ámbitos, excepto, claro está en los límites y según las formas legales establecidas en la
Constitución Política del Estado y las leyes respectivas.
Es así que tanto la dignidad como la libertad son reconocidos como derechos fundamentales
inherentes a cada persona, cuyo respeto y protección se impone al Estado, estableciéndose que
entre sus fines y funciones esenciales, está el garantizar el cumplimiento de los principios, valores,
derechos y deberes reconocidos y consagrados en la Norma Suprema. De ahí que en el art. 23.I de la
CPE, dispone que: “Toda persona tiene derecho a la libertad y seguridad personal. La libertad
personal sólo podrá ser restringida en los límites señalados por la ley, para asegurar el
descubrimiento de la verdad histórica en la actuación de las instancias jurisdiccionales”, si bien, el
texto constitucional garantiza el respeto del derecho a la libertad de manera amplia; empero, la
limita en situaciones y para fines específicos. Mandato, que se complementa en el parágrafo tercero
del mismo artículo, al establecer, que: “Nadie podrá ser detenido, aprehendido o privado de
libertad, salvo en los casos y según las formas establecidas por la ley”, que a su vez encuentra su
excepción en los casos de delito flagrante, que el parágrafo cuarto del citado artículo, dispone:
“Toda persona que sea encontrada en delito flagrante podrá ser aprehendida por cualquier persona,
aún sin mandamiento. El único objeto de la aprehensión será su conducción ante autoridad judicial
competente, quien deberá resolver su situación jurídica en el plazo máximo de veinticuatro horas”.
En razón a que dentro del ámbito de tutela de la presente garantía se encuentra el derecho a la vida,
definida por la SC 0687/2000-R de 14 de julio, como: “…el derecho de toda persona al ser y a la
existencia, siendo su característica esencial la base para el ejercicio de los demás derechos. Es decir,
la vida misma es el presupuesto indispensable para que haya titularidad de derechos y obligaciones.
Es un derecho inalienable de la persona que obliga al Estado en dos sentidos: su respeto y su
protección…"; razonamiento, que si bien se hizo en función al anterior texto constitucional y no
resultando contrario a la actual Constitución Política del Estado, se adopta en la presente
Resolución, por resultar coherente con las disposiciones contenidas en los arts. 13.I y 15.I del texto
constitucional, respecto a que: “Toda persona tiene derecho a la vida y a la integridad física,
psicológica y sexual. Nadie será torturado, ni sufrirá tratos crueles, inhumanos, degradantes o
humillantes…”, y cuya garantía de cumplimiento impone al Estado, al establecer, que: “Los derechos
reconocidos por esta Constitución son inviolables, universales, interdependientes, indivisibles y
progresivos. El Estado tiene el deber de promoverlos, protegerlos y respetarlos”.
Bajo esas consideraciones y siendo la vida y la libertad, bienes jurídicos de tal naturaleza y base para
el ejercicio de otros derechos, la Constitución Política del Estado, instituye el mecanismo idóneo,
oportuno y efectivo para su resguardo y vigencia, a través de la acción de libertad. Así el art. 125 de
la Norma Suprema, dispone: “Toda persona que considere que su vida está en peligro, que es
ilegalmente perseguida, o que es indebidamente procesada o privada de libertad personal, podrá
interponer Acción de Libertad y acudir, de manera oral o escrita, por sí o por cualquiera a su nombre
y sin ninguna formalidad procesal, ante cualquier juez o tribunal competente en materia penal, y
solicitará que se guarde tutela a su vida, cese la persecución indebida, se restablezcan las
formalidades legales o se restituya su derecho a la libertad”; siendo en consecuencia, la acción de
defensa eficiente y directa para proteger los derechos a la vida y a la libertad -física o de
locomoción-, dado que tiene por finalidad, restablecer el derecho a la libertad, las formalidades
legales y ante todo resguardar la vida cuando se encontrare en peligro. El art. 126 del mismo texto,
resalta sus características de sumariedad, inmediatez, informalismo, generalidad e inmediación.
De manera coherente con el texto constitucional, el art. 46 del Código Procesal Constitucional
(CPCo), prescribe que el objeto de la presente acción, es: “…garantizar, proteger o tutelar los
derechos a la vida, integridad física, libertad personal y libertad de circulación, de toda persona que
crea estar indebida o ilegalmente perseguida, detenida, procesada, presa o que considere que su
vida o integridad física está en peligro”.
A efectos de ingresar al procedimiento a seguir ante una solicitud de modificación de una medida
cautelar, cabe recordar que si bien la Constitución Política del Estado garantiza el ejercicio del
derecho fundamental a la libertad -física o de locomoción-; empero, el mismo encuentra su límite en
los casos fijados por la ley, con la finalidad de asegurar el descubrimiento de la verdad histórica en la
actuación de las instancias jurisdiccionales. En ese sentido, la norma procesal penal, faculta, cuando
concurran los requisitos contenidos en el art. 233, 234 y 235, a imponer la detención preventiva o en
su caso, medidas sustitutivas, cuya finalidad y alcance de acuerdo al art. 221 del citado cuerpo legal,
será únicamente para asegurar la averiguación de la verdad, el desarrollo del proceso y la aplicación
de la ley.
Ahora bien, es importante distinguir que las medidas sustitutivas de acuerdo a su configuración en la
norma adjetiva penal, son autónomas e independientes, lo que significa que no dependen unas de
otras y su aplicación responde al principio de proporcionalidad. Los presupuestos para su
procedencia, están definidos por el art. 240 del Código de Procedimiento Penal (CPP), al establecer
que ante la improcedencia de la aplicación de la medida cautelar de última ratio y aún exista peligro
de fuga u obstaculización del procedimiento, será aplicable alguna de las medidas descritas a
continuación:
“1. La detención domiciliaria, en su propio domicilio o en el de otra persona sin vigilancia alguna o
con la que el tribunal disponga. Si el imputado no puede proveer á sus necesidades económicas o a
las de su familia o si se encuentra en situación de indigencia, el juez podrá autorizar que se ausente
durante la jornada laboral;
3. Prohibición de salir del país de la localidad en la cual reside o del ámbito territorial que fije el juez
o tribunal, sin su autorización, ordenando el arraigo a las autoridades competentes;
6. Fianza juratoria, personal o económica. La fianza económica podrá ser prestada por el imputado o
por otra persona mediante depósito de dinero, valores, constitución de prenda o hipoteca.
En el mismo orden y de manera general, cabe señalar que la modificación de una medida cautelar,
inexcusablemente deberá desarrollarse en audiencia pública, previa observancia de las formalidades
legales y los principios procesales de contradicción, oralidad e inmediación; dado que sólo así, el
órgano jurisdiccional tendrá contacto directo con los elementos de convicción, para que sobre lo
visto y oído en audiencia, previa compulsa determine o asuma una decisión sobre la aplicación,
modificación o rechazo de una medida cautelar; y a su vez, las partes del proceso asuman defensa
en un marco de igualdad de oportunidades.
La fianza económica se fijará teniendo en cuenta la situación patrimonial del imputado, en ningún
caso se fijará una fianza económica de imposible cumplimiento.
El imputado y el fiador podrán sustituir la fianza por otra equivalente, previa autorización del juez o
tribunal”; disposición legal, suficientemente clara al establecer la específica finalidad de esta medida
cautelar, cuya imposición responde a posibilitar la libertad del imputado o acusado, condicionado al
cumplimiento de la prestación de la fianza, a fijarse en función a las posibilidades de quien la solicita.
Al respecto, la SC 0161/2010-R de 17 de mayo, afirmó: “En ese sentido, sobre el supuesto monto
elevado de la fianza, cabe manifestar que efectivamente la fianza económica al ser de carácter
instrumental, tal cual dispone el art. 241 del CPP, tiene como exclusiva finalidad asegurar que el
imputado cumplirá con las obligaciones que se le impongan, así como las órdenes del juez y tribunal,
a cuyo efecto deberá tomar en cuenta la situación patrimonial del imputado y en ningún caso se
fijará una fianza de imposible cumplimiento; es decir, que debe ser fijada bajo esos parámetros de
tal manera que no sea negatorio el acceso al beneficio o medida sustitutiva a la libertad; no
obstante, también es evidente que esta situación patrimonial o realidad, no puede ser presumida,
sino que el interesado debe actuar con la mayor diligencia y responsabilidad en causa propia, debe
respaldar y probar su petición, para ello está impelido a presentar pruebas que sustenten su
solicitud, para que el juzgador o tribunal compulse las mismas dentro de los marcos de objetividad y
razonabilidad. Situación que no se dio en el presente caso”. Bajo ese razonamiento, de considerarse,
que la medida cautelar de fianza económica, en el monto fijado por el órgano jurisdiccional, es de
imposible cumplimiento y se pretende la imposición de otra medida cautelar que la sustituya,
deberá seguirse el procedimiento respectivo. Es decir, al solicitar la misma, deberá adjuntarse la
documentación que demuestre la imposibilidad en hacer efectiva la fianza o justifique la necesidad
de su modificación, sea por razones económicas -estado de pobreza- u otras; así mismo, y
considerando que se encuentra vinculada con la libertad, dado que es sustitutiva a la detención
preventiva, el procedimiento para su modificación, deberá realizarse bajo el principio de celeridad,
señalando audiencia dentro de los tres días siguientes a la formulación de la petición, incluidos en
dicho trámite las notificaciones a las partes, según estableció la SCP 0110/2012 de 27 de abril. En ese
sentido, la dilación en la pronta resolución de la modificación de la medida cautelar de la fianza
económica y siempre que de su cumplimiento dependa la obtención de la libertad, deberá realizarse
con la mayor prontitud posible, conforme se indicó, lo contrario implicaría lesión al derecho a la
libertad.
III.3. En la modificación de una medida cautelar debe imprimirse el principio de celeridad procesal
La potestad de impartir justicia se rige esencialmente por el principio de celeridad procesal, como
aquel que posibilita el acceso a la justicia o tutela judicial efectiva, tendiente a que los actos
procesales se realicen de manera pronta, oportuna y eficaz, sin ningún tipo de demora que implique
lesión a derechos fundamentales y garantías constitucionales. En ese sentido, el acatamiento u
observancia en que los actos procesales se realicen dentro de los plazos fijados por la ley o
establecidos por vía jurisprudencia constitucional, implica otorgar certeza en la tramitación de las
causas y a la obtención de respuesta pronta y oportuna a la petición.
El cumplimiento del citado principio procesal, se hace indispensable, cuando se trate de solicitudes
vinculadas con la libertad, que ante la inexistencia de un plazo para su tramitación, a través de la SC
0078/2010-R de 3 de mayo, se establecieron tres casos específicos a considerarse como actos
dilatorios en el trámite de cesación a la detención preventiva, fijándose el plazo de tres a cinco días
para la realización de la audiencia para su consideración y resolución. Lapso de tiempo que la SCP
0110/2012 de 27 de abril, modificó a tres días, al sostener: “…la frase 'plazo razonable', tratándose
de señalamientos de día y hora de audiencia para considerar este beneficio, debe ser conceptuada
como un término brevísimo, de tres días hábiles como máximo, pues el imputado se encuentra
privado de su libertad. En este entendido, el plazo razonable para la realización de la audiencia de
análisis, consideración y resolución del beneficio de la cesación de la detención preventiva, será el
término máximo antes señalado, incluidas las notificaciones pertinentes, lo contrario constituye
vulneración del derecho a la libertad, en el entendido en que los jueces no pueden obrar contra los
derechos fundamentales de las personas privadas de libertad (art. 73 y ss de la CPE), bajo el
argumento de existencia de “sobrecarga procesal” para justificar una negligencia e incumplimiento
de un deber de servicio a la sociedad.
Por otra parte, ante la inexistencia de un plazo específico determinado por ley para que el juez
señale día y hora de audiencia para considerar la cesación de la detención preventiva, es necesario
establecer que el memorial de solicitud, debe ser providenciado indefectiblemente dentro de las
veinticuatro horas de su presentación, conforme dispone el art. 132 inc. 1) del CPP, al tratarse de
una providencia de mero trámite. En este entendido, habrá lesión del derecho a la libertad cuando
existe demora o dilación indebida al no emitirse el decreto pertinente de señalamiento de este
actuado procesal dentro del referido plazo, bajo sanción disciplinaria a imponerse al juzgador en
caso de incumplimiento” (las negrillas son nuestras). Razonamiento, aplicable al trámite para la
modificación de una medida cautelar, cuando la obtención de la libertad dependa del cumplimiento
de una medida sustitutiva, como sería la modificación de la fianza económica por una personal, en el
entendido, que es deber primordial del Estado, respetar y proteger la libertad de las personas,
considerando que su restricción obedece a un fin específico y porque la potestad de impartir justicia
se sustenta en el principio de celeridad procesal.
III.4. El caso concreto
En el proceso penal seguido por el Ministerio Público contra el accionante por la presunta comisión
del delito de incendio, se le impuso la medida cautelar personal de detención preventiva y
habiéndose modificado la misma por medidas sustitutivas, entre ellas una fianza económica de Bs50
000 00.-, que considera de imposible cumplimiento, dado que según manifiesta en memorial de
acción de libertad y reiterado en audiencia por sus abogados, no cuenta con los suficientes recursos
económicos para hacerla efectiva, motivo por el cual, el 23 de noviembre de 2012, solicitó su
modificación por una fianza personal. Empero, pese a haberse señalado audiencia en dos
oportunidades, ninguna se desarrolló debido a que la autoridad demandada las suspendió por
inconcurrencia, en una primera oportunidad del fiscal y víctima y en la segunda, por ausencia del
Secretario del Juzgado y del fiscal, esta última que según refiere el Tribunal de garantías no consta
en acta.
Bajo ese contexto, si bien el Juez Primero de Instrucción en lo Penal, fijó audiencia para considerar la
solicitud de Jorge Luis Paruma Pacamia, el 23 de noviembre de 2012, dicho acto procesal, no debió
suspenderse bajo ningún argumento, más aún si todas las partes fueron legalmente notificadas para
asistir. En este punto, cabe aclarar, que la finalidad del señalamiento de la audiencia y su
consiguiente instalación, no es más que hacer efectivos los principios procesales de contradicción,
oralidad e inmediación, a efectos que las partes puedan presentar la documentación relativa a su
pretensión -en este caso, la imposibilidad de cumplimiento de la fianza económica-, se puedan
oponer y el órgano jurisdiccional, compulse todos los elementos presentados y debatidos en
audiencia, para finalmente asumir una posición respecto de la modificación de la medida cautelar.
En el presente caso, la suspensión injustificada del indicado acto procesal, constituye lesión al
derecho a la libertad del accionante, dado que al negarle la oportunidad de demostrar su estado de
pobreza o imposibilidad de cumplir con la fianza económica impuesta, impidió que de manera
pronta obtenga un pronunciamiento sobre su solicitud, vinculando a su derecho a la libertad,
considerando que el mismo se encuentra con detención preventiva.