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UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS


SOCIOLOGÍA

ASIGNATURA:
ANTROPOLOGÍA

DOCENTE:

JOSE ORLANDO PALLARES BARRIOS

TRABAJO:
ENSAYO LÉVI-STRAUSS

AUTORAS:
ESTEFANY VALENCIA CANTILLO

GLADYS POSADA PÉREZ

BARRANQUILLA, ATLÁNTICO

2022
UN ANÁLISIS CRÍTICO Y COMPARATIVO DEL RACISMO Y ETNOCENTRISMO,
BAJO LA PERSPECTIVA DE LÉVI-STRAUSS

POR: GLADYS POSADA, ESTEFANY VALENCIA

UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO

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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo pretende llevar a cabo un análisis crítico y comparativo de los ensayos
“Raza e historia” y “Raza y cultura”, del antropólogo belga Claude Lévi-Strauss (1908).

Como veremos a lo largo del trabajo, los dos textos que presenta Lévi-Strauss contribuyen, sin
duda, a deconstruir los mitos sobre los que se asientan la mayor parte de prejuicios raciales;
pero van mucho más allá, ya que al examinar conceptos tales como raza y cultura, el autor no
se limita a contribuir al debate ideológico en torno a lo erróneas que resultan las concepciones
racistas, sino que arroja nueva luz sobre una serie de problemas que han interesado al ser
humano desde la antigüedad más remota y de los que hoy en día se ocupa no sólo la
antropología sino también la filosofía, sociología y otras ramas del campo de las humanidades.

DESARROLLO

Claude Lévi-Strauss comienza el ensayo “Raza e historia” aseverando, “hablar de la


contribución de las razas humanas a la civilización mundial podría causar sorpresa en una serie
de capítulos destinados a luchar contra el prejuicio racista” (39). Como se evidencia desde estas
palabras iniciales, el antropólogo es plenamente consciente de las complejidades que conlleva
esta tarea, consistente en aportar su particular punto de vista en el marco de una serie de textos
cuyo objetivo principal era el de luchar contra el racismo. Asimismo, demuestra ser plenamente
consciente del hecho de que el texto que ha preparado para tal fin puede resultar polémico. No
resulta complicado comprender hasta qué punto resultaba difícil elaborar un documento de tal
naturaleza desde la perspectiva de la antropología contemporánea. Sin embargo, comprender
por qué pueda resultar polémico es más complicado. En su excelente introducción a Raza y
Cultura, Manuel Garrido aseveraba que, “no marcar diferencias entre individuos y grupos y no
dudar de la marcha del progreso son normas que, más o menos tácitamente, han gravitado como
un tabú cultural sobre buena parte del pensamiento del último medio siglo” (1974: 11). Como
se verá a lo largo de este trabajo, Lévi-Strauss pone en duda ambas concepciones.

El autor es plenamente consciente de que, a raíz de las ideas imperantes que Garrido resumía,
lo que se esperaba de un texto cuya finalidad consistía en luchar contra el racismo (que,
desafortunadamente, aún supone una lacra para el mundo actual) no era sino negar
enérgicamente que existan diferencias entre las diferentes razas, ya que todos los seres
humanos son exactamente iguales.

No es un hecho aislado que, el ser humano ha evidenciado, desde siempre, una tendencia a
considerarse a sí mismo y a su cultura como superior a la de aquellos individuos que son
diferentes, al mismo tiempo que siente desprecio hacia los que difieren de su forma de ser. En
este sentido, resulta pertinente señalar que el término que Sigmund Freud emplea para referirse
a lo que nos resulta siniestro y nos aterra es Unheimlich, que etimológicamente no significa
sino “lo que no es familiar”. Basta con remontarse a las etimologías de “bárbaro”, “salvaje” o
“primitivo” o analizar las narraciones de viajes de los colonos europeos en América o Asia para
darnos cuenta de este hecho.

El advenimiento del método empírico, y muy especialmente de las teorías de Charles Darwin
sobre la evolución natural, hizo que las clasificaciones taxonómicas iniciadas por Candolle para
estudiar la botánica en sus Leyes de Nomenclatura (1867) se llevaran al campo de los estudios
humanos, dando como resultado teorías como las de Joseph Arthur de Gobineau, Gustave Le
Bon o, posteriormente, Ernst Haeckel que exponían una concepción del mundo impregnada de
matices racistas.

Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XX, el racismo de estos autores ha sido
superado, hasta el punto de que, como el propio Lévi-Strauss señala, empieza a dudarse de la
conveniencia de emplear el término “raza” a la hora de estudiar al ser humano. Como evidencia
de este hecho, resulta interesante citar una encuesta llevada a cabo en 1985 el 16% de los
biólogos, 36% de psicólogos evolutivos, 41% de antropólogos físicos y 53% de antropólogos
culturales disentían de la proposición “hay razas biológicas en la especie homo sapiens”
(Lieberman et al, 1992).

Como vemos, a pesar de que, sin duda, sigan existiendo individuos y colectivos que se aferran
a teorías y concepciones desfasadas y superadas por los avances científicos modernos para
justificar la premacía de una determinada raza sobre las demás, no resulta sorprendente que
Lévi-Strauss entienda que su cometido a la hora de pelear contra el racismo no sea el afirmar
una vez más algo ya de sobra aceptado, que no existen diferencias entre los seres humanos por
cuestión de raza o características físicas. Sin embargo, limitarse a realizar dicha afirmación
imposibilitaría entender las diversas maneras en que los diferentes pueblos del mundo han
contribuido a la evolución humana de maneras diametralmente diferentes, pero no por ello
mejores o peores. Por esto, Lévi-Strauss concluye que, “no podemos pretender haber resuelto
el problema de la desigualdad de razas humanas negándolo, si no se examina tampoco el de la
desigualdad – o el de la diversidad- de culturas humanas que, de hecho, si no de derecho, está en
la conciencia pública estrechamente ligado a él” (1974, 42).

Lévi-Strauss, pues, apuesta por estudiar con detalle cómo las diferentes culturas del mundo han
evolucionado y hecho avanzar la especie humana, sin prestar atención a sus características
físicas. De esta manera, el texto presentado por el autor se separa de la crítica tradicional al
racismo mientras contribuye al mismo tiempo a luchar contra éste y contra el etnocentrismo,
que resulta igualmente pernicioso. Para llevar a cabo la tarea que se ha propuesto, el autor debe
comenzar por examinar la cuestión de la diversidad cultural. Pese a que Lévi-Strauss no ofrece
una definición de cultura en el texto, creemos que es interesante detenernos unos instantes en
este término, que ha suscitado un poco debate. Puesto que no constituye el objeto principal de
nuestro ensayo, nos limitaremos a señalar que la cultura es un rasgo distintivo de los seres
humanos (este hecho lo plantea por primera vez Rousseau en su Dictionarie) y ofrecer las
definiciones de cultura de alguno de los antropólogos más brillantes del siglo XX. Para Edward
Tylor, la cultura es “aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la
moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el
hombre” (1995, 29). La definición planteada por Ember y Ember siguen esta misma línea, pero
señalan que la cultura está relacionada con la sociedad, al definir cultura como “la serie de
comportamientos, creencias, actitudes, valores e ideales que son característicos de una sociedad
o población” (1997, 460-1). Una vez ofrecidas estas definiciones, encaminamos nuestros pasos
hacia el Diccionario de la Real Academia, en busca de una definición de cultura que no resulte
técnica ni exclusiva del campo de la antropología. Sorprendentemente, las definiciones de
Tylor, Ember y Ember y la RAE apenas difieren: “Conjunto de modos de vida y costumbres,
conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social,
etc”. Desde nuestro punto de vista, este hecho explica que Lévi-Strauss comience a enfrentarse
al problema de la diversidad de culturas sin detenerse antes a considerar qué significa cultura.

El autor opina que para estudiar las diferencias entre culturas se hace necesario comenzar por
elaborar un inventario de estas. Sin embargo, enseguida se da cuenta de que esta tarea resulta
extremadamente compleja, cuando no abiertamente imposible. En primer lugar, nos
encontramos ante culturas diferentes entre sí, pero yuxtapuestas (esto es, contemporáneas). En
segundo término, tenemos que contar con las culturas del pasado, de indudable importancia,
pero imposibles de conocer de primera mano o a través de la investigación histórica o
arqueológica, ya que antes de la aparición de la escritura no contamos con documentos
suficientes que nos permitan conocer una cultura en su totalidad.

A raíz de estos problemas, Lévi-Strauss sentencia que, “se impone una primera constatación:
la diversidad de culturas humanas es, de hecho, en el presente, de hecho y también de derecho
en el pasado, mucho más grande y más rica que todo lo que estamos destinados a conocer
jamás” (1974, 44).

Si, como el autor explicaba, las culturas humanas difieren de manera inevitable y natural en
todos los lugares del mundo y en cualquier período de la historia que estudiemos, se debería
aceptar que se trata de un fenómeno natural. Nada más lejos de la realidad, ya que, como Lévi-
Strauss expone, el etnocentrismo ha prevalecido en todo momento.

Algo muy importante y que sin lugar a duda debemos resaltar, es que Strauss se anima a
estudiar la especie humana en general, dejando sin lugar el factor de características físicas,
adentrándose así a uno de los rasgos más importantes de estos textos: luchar contra el
etnocentrismo, que cabe señalar que es un concepto propio de la antropología, definido por
Aguilera (2002) como la actitud de un grupo que consiste en considerar que se tiene un puesto
central respecto a los otros grupos o como bien lo definen Ember y Ember (1974), “actitud a
partir de la cual las costumbres e ideas de otras sociedades pueden ser evaluadas desde el
contexto de la cultura de uno mismo”

La definición de Ember y Ember puede ocultar sin querer el hecho de que el etnocentrismo
bastante peligroso, no olvidemos que nos condena a juzgar culturas diferentes a la nuestra
empujándonos a caer el uso de estereotipos, y es que, nadie quiere aceptar o reconocer que está
dentro una cultura llena de cosas negativas y tratando de demostrar a otros y peor aún, a sí
mismo, que la cultura propia es la mejor sin duda alguna, con lo que claramente Lévi-Strauss
estará de acuerdo con nosotras.

Lo anterior no quiere decir que Strauss no comprenda que el etnocentrismo se remonta al inicio
de la humanidad, de hecho, se llega a tildar como un patrón de conducta y de pensamiento
aprendido, por lo que desde el estructuralismo se propone estudiarse mediante la indagación
de las condiciones de virtud de las que se desarrollan diversos sistemas culturales y se indica
que ese conjunto de condiciones de las que se hablaban es de donde se adquiere el carácter de
objeto de una propia realidad que es sin duda independiente de todo sujeto, por lo que,
concuerdan con que es una necesidad dejar atrás los prejuicios creados por el etnocentrismo y
solo así se lograría obtener una visión más objetiva del hombre.

En el texto raza e historia, Strauss logra hacer una aproximación bastante interesante acerca del
etnocentrismo, colocando de manifiesto que este se pueden considerar inevitables en el marco
de relaciones culturales, consideramos que el autor no se deja llevar por la creencia de que hay
términos medios, él no interpreta esa realidad que tiende a hacer juicio de los sucesos como
buenos y malos, esto porque sabe y tiene claro que el etnocentrismo no solo se da cuando desde
el occidente se miran a los pueblos primitivos, sino que ocurre también al revés, da
demostración a esto cuando dice “en las grandes Antillas, algunos años después del
descubrimiento de América, mientras que los españoles enviaban comisiones de investigación
para averiguar si los indígenas poseían alma o no, estos se empleaban en sumergir a los
prisioneros blancos con el fin de comprobar por medio de una prolongada vigilancia, si sus
cadáveres estaban sujetos a la putrefacción o no” .

No podemos dejar pasar que el etnocentrismo directamente está asociado a la exclusión,


rechazo, cegarse a diferentes, ignorar derechos e identidades, etc., por lo que, si bien los
primeros encuentros de los indígenas con los españoles no fueron los mejores, estos lazos por
obvias razones no se iban a solucionar. Como si fuera poco, posteriormente esto nos conduciría
a mantener actitudes bastante cuestionables y, consideramos que creadores de fenómenos que
no hemos logrado erradicar como el racismo, clasismo social y obviamente, el racismo. Estas
mismas visiones las podemos responsabilizar del holocausto o sin irnos muy lejos, la expulsión
de los indígenas de sus tierras.

Es interesante que Strauss referencie a Charles Darwin (por consiguiente, claramente tocará el
tema del falso evolucionismo), quien propone la teoría de la evolución biológica y describe
dicha evolución como “descendencia modificable” por lo que se entiende que las especies
cambian a medida que pase el tiempo y tienen la capacidad de esta forma de crear otras especies
siguiendo la línea de tener lazos con un mismo ancestro. De aquí que, Lévi-Strauss nos muestra
su postura al respecto, le interesa estudiar el progreso, el cual no identifica como continuo y
tampoco necesario, sino que al contrario es mutante. Vemos esto como una forma de Strauss
decir que no es mala idea hacer uso de los hallazgos de Darwin puesto que son constituidos
más desde lo ético.
El sentido de este texto no es satanizar al etnocentrismo, de hecho, no es la intención de Strauss,
quien en ambos textos resalta las positividades de la existencia de este, partiendo de que este
puede fomentar ciertos valores, se logra valora la propia cultura y con ello, sus logros. Podemos
deducir entonces que estas se tornan negativas cuando se comparan culturas, para este ejercicio
(que es bastante práctico), las divide en tres: las contemporáneas que están en lugares distantes,
las que se han manifestado en el mismo espacio, pero son anteriores y las que han existido en
un tiempo y lugar diferentes del observador. Entonces, al comparar, por ejemplo, el primer
grupo con el tercero que, aunque tengan similitudes en aspecto como podrían ser los
instrumentos usados para la caza, no van a poder instruirnos sobre la lengua, creencias, sus
instituciones o, de hecho, sus creencias religiosas.

Un punto muy interesante a tratar es que, en el libro “raza y cultura” Strauss sigue
profundizando sobre lo que consideramos una problemática, el etnocentrismo, y nos dice que
“periódicamente cada cultura se afirma como la única verdadera y digna de ser vivida; ignora
las otras; las niega incluso como cultura”, Strauss no excluye ninguna cultura, de hecho, a este
punto consideramos que el etnocentrismo sería de las pocas culturas (porque es eso como lo
podríamos llamar) que distintas poblaciones tienen en común, incluye desde el occidente,
pueblos primitivos o los llamados bárbaros, lo que percibimos es que claramente el autor pasa
de valerse del estructuralismo para explicar el fenómeno que viene estudiando para explicarlo
esta vez desde la genética de poblaciones, lo que le sirve para negar las ideas que indican que
los pueblos que son más alejados y distintos a nosotros los consideremos más homogéneos (o
en su defecto, que son sociedades en las que todos los individuos comparten una misma etnia
racial, lengua y creencias muy comunes), por lo que es entendible que Strauss use a Neel de
referente y termine por decir que poblaciones “atrasadas” están más al servicio de la evolución
de civilizaciones occidentales y afirma que “los pueblos llamados primitivos parecen gozar de
una inmunidad notable con respecto a sus propias enfermedades endémicas. Este fenómeno se
explica por la gran intimidad del pequeño con el cuerpo de su madre y con el medio ambiente.
Esta exposición precoz a toda clase de gérmenes patógenos aseguraría una transición más fácil
de la inmunidad pasiva-adquirida de la madre durante la gestación a la inmunidad activa, es
decir, desarrollada por cada individuo después del nacimiento”.
CONCLUSIÓN

Es muy notable el respeto que Strauss le tiene a la antropología, es admirable como hace uso
del método científico sin necesidad de desmeritar otro y esto de hecho le sirve para ser sensato
y coherente a la hora de exponer su tesis, que sabemos que consta de temáticas bastante
sensibles de abordar, Lèvi- Strauss lo sabe, se nota, es por eso que toma hechos completamente
objetivos cuando quiere sustentar sus ideas mientras va batallando al mismo tiempo con el
racismo, lo que nos llevó claramente a ver su lucha contra el etnocentrismo, cosa que, a nuestro
parecer se desencadenan juntas. No olvidemos que de aquí puede estar naciendo la negación al
derecho a la igualdad y que lo que podemos considerar como diferencia en estas (pese a que
están bastante ligadas) es que el etnocentrismo da la opción de otras sociedades renunciar a
desligarse de posiciones inferiores. Sin embargo, es notable en los textos “raza e historia” y
“raza y cultura” que el etnocentrismo puede ser causante de reproducir el racismo basado desde
su presentación y su obvio resentimiento.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Lévi-Strauss, C. Raza y cultura. Madrid, Cátedra, 1974.

Ember, C, y. M. Ember. Antropología Cultural. Madrid, Prentice May, 1997.

Lieberman, H. et al. "Race in Biology and Anthropology: A Study of College Texts and
Professors", Journal of Research in Science Teaching, 1992, 29: 301-321.

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