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Diferencias entre el eclecticismo y el integracionismo

Eclecticismo
El eclecticismo es el ejercicio de aplicar un conjunto de técnicas con el objetivo
de resolver un problema particular, sin tener como sustento un modelo que las
integre.
El eclecticismo se erige como una solución práctica y útil fundamentalmente
desde la vertiente profesionalista en psicología y psicoterapia, fundamentando
su constitución en un modelo que busca solucionar el problema de la
diversidad incorporando aspectos heterogéneos de diferentes sistemas
teóricos.
Este movimiento ateórico encuentra su fundamento en un conjunto
heterogéneo centrado en técnicas, a veces contradictorias, priorizando la
aplicación frente al/los corpus teóricos subyacentes.
Integracionismo
Un modelo integrativo implica que en efecto se utilizan una serie de técnicas,
pero la implementación de éstas se basa en una teoría y un método con una
lógica definida, derivada de un modelo específico de funcionamiento
psicológico.
El movimiento “integrista” surgirá en oposición al “eclecticismo” pragmático con
una nueva intención unificadora de la psicología, y que partiendo de teorías ya
constituidas se encuentren “abiertas a la asimilación sistemática de nociones
ajenas”.
El movimiento integrador surge como respuesta a dos características que este
encuentra en el panorama del campo de la psicología: la actitud pragmática y
ateórica del eclecticismo y la fragmentación de la psicología (esto es, su
“división” en sistemas y/o escuelas). Los integracionistas encuentran como un
problema para el estatus científico de la disciplina psicológica la “división” en
escuelas -su escolasticismo- o en sistemas teóricos no homologables,
señalando que este rasgo es característico de su “inmadurez” científica. A tal
respecto, quienes ven allí un problema, denuncian una fragmentación de la
psicología, como es el caso de Ardila quien afirma que la psicología de
nuestros días se encuentra en una crisis de desunión, como ha indicado Staats
(1983)” (Ardila, 2003, p.28). Es por ello que anuncia en el mismo texto la
“desaparición de las escuelas psicológicas” y sostiene la necesidad de
“postular un paradigma que sirva para unificar la psicología de hoy” (Ardila,
2003, p.29). Volveremos sobre este aspecto más adelante
ECLECTICISMO INTEGRACIONISMO
 Énfasis en la actividad técnica.  Énfasis en compaginar la actividad
técnica con la teórica.
 Poco interés en evaluar  Interés marcado en evaluar
empíricamente el proceso de empíricamente el proceso de
cambio. cambio.
 Aplicar lo que existe al momento.  Creación de algo nuevo más
integrado
 Tomar muchas técnicas y  Combinar muchas técnicas y
perspectivas. perspectivas.

APLICACIONES

La terapia integrativa ha sido expuesta como eficaz en un gran número de síndromes y


problemas emocionales. En esta sección ofreceremos algunos ejemplos de dichas aplicaciones.

1. Pacientes con trastorno limítrofe de personalidad (TLP)

Marsha Linehan et al. (Heard y Linehan, 1994; Linehan, 1993) han presentado consumo detalle
un programa integrativo para este difícil y retante trastorno de personalidad. Recordemos que
el paciente con TLP suele caracterizarse como altamente impulsivo, con cambios anímicos
rápidos, en donde reporta un gran vacío existencial y donde abundan frecuentes actos o
gestos suicidas y de automutilación (Gunderson, Zanarini y Kisiel, 1995). En la Tabla 4 el lector
puede apreciar cómo el grupo de Linehan utiliza diversas estrategias de diferentes escuelas en
el tratamiento del paciente limítrote. Linehan hace hincapié en lo siguiente: "Un aspecto
importante de nuestro modelo es que la adopción de estas estrategias debe estar apoyada de
manera empírica y ser guiada por una teoría que hemos llamado dialéctica y biosocial.
Nosotros no abogamos por la combinación de técnicas sin que haya antes una integración
teórica" (Koerner y Linehan, 1992, p. 440).

En este modelo se toman como base las premisas del aprendizaje social en el sentido de que
gran parte de las conductas desviadas o problemáticas son entendidas como deficiencias o
excesos conductuales. Esto lleva a Linehan a darle énfasis en su tratamiento a que el paciente
logre incrementar conductas adaptativas, que hasta el momento no había emitido por no
encontrarse en su repertorio de conductas. Por lotanto, Linehan apunta que estos pacientes
demuestran deficiencias en habilidades interpersonales, lo que a su vez trae como
consecuencia estilos de solución de problemas que suelen ser impulsivos, dañinos e
inefectivos.

Otra de las bases de este modelo integrativo toma sus raíces en aspectos biosociales. Linehan
entiende que la patología medular del TLP consiste de una labilidad emocional crónica. Esto es
importante ya que el control del coraje es una característica importante del TLP. Esta labilidad
y descontrol emotivo los vulnerabiliza a presentar una predisposición fisiológica que a su vez
se traduce en estar hipersensibles a estímulos emotivos (regaños, críticas), en responder de
manera exagerada a los mismos (rabietas, corajes intensos, automutilaciones) y en tardar
considerablemente en regresar a un estado base de funcionamiento óptimo.

Otra base importante de este modelo es que integra la idea de lo crucial del desarrollo
evolutivo de la persona. Hoy sabemos que las personas con diagnóstico deTLD usualmente
tienen un historial extenso de abuso sexual, físico y negligencia en la niñez. Linehan apunta
que estos ambientes tienden a generar y exacerbar vulnerabilidades emotivas y dificultades en
lograr modular las emociones. En un ambiente en donde la experiencia interna no se valida, los
padres tienden aminimizar o pasar por alto el sufrimiento interno del niño. Al contrario, se le
envían mensajes de que no sientan lo que están sintiendo, lo que trae como consecuencia que
la persona no aprende a modular sus sentimientos y sus emociones. Al no aprender esta
importante tarea, el niño va aprendiendo que sólo escalando la expresión emocional de sus
necesidades se le atiende.

Partiendo de dichas premisas es que Linehan integra las estrategias enumeradas en la Tabla 4.
Por lo tanto, el enfoque de Linehan puede ser ubicado dentro de la vertiente integracionista
teórica del MI, ya que se nutre de diversos discursos teóricos y niveles de análisis.
Adicionalmente, integra los recursos y técnicas más apoyados en el nivel empírico de manera
secuencial. Los datos empíricos que han presentado Linehan y colaboradores sobre la eficacia
de esta modalidad terapéutica son impresionantes (Linehan et al ., 1991, 1993).

2. Trastornos disociativos

La disociación como constructo psicológico ha regresado con toda fuerza al vocabulario diario
del psicólogo y del psiquiatra. Repelido del discurso psicológico por el énfasis en procesos
puramente observables durante las décadas del 1920 al 1970,hoy día hay un interés saludable
en dichos procesos (Véase los excelentes volúmenes de Lynn y Rhue, 1994; Klein y Doane,
1994; Spiegel, 1994; Crabtree,1993).

La disociación puede ser definida como un proceso por el cual la persona experimenta
alteraciones en su memoria, identidad y consciencia, las cuales a su vez propician una
desintegración de diversas subestructuras que componen lo que experiencialmente llamamos
"la consciencia". Estas alteraciones se convierten en reacciones psicopatológicas cuando
interfieren activamente con el funcionamiento adecuado de una persona y comienzan a traer
complicaciones o sufrimiento en su vida.

Braun (1986) y Fine (1993) han propuesto modelos integrativos de psicoterapia para pacientes
con el trastorno disociativo más severo que nos podamos encontrar. Nos referimos al
Trastorno de Identidad Disociada (TID) (antes llamado Trastorno de Personalidad Múltiple). En
el mismo, el/la paciente llega a tal grado de disociación que su yo ejecutivo no logra
monitorear algunos subsistemas de conciencia que se han desligado del control central (cfr.
Hilgard, 1977 para un recuento de cómo la conciencia está compuesta de diversos subsistemas
o módulos que usualmente funcionan interactivamente). El resultado final es que la persona
comienza a ser recipiente de la manifestación de diversos estados de conciencia
fragmentados, cada uno con una autoimagen, deseos y necesidades idiosincráticos.

El modelo integrativo tiene perfecto sentido en casos como estos ya que es usual que el
paciente con un TID sufra de alteraciones profundas en los niveles afectivo, conductual,
cognoscitivo e intrapsíquico. En una psicoterapia integrativa, el psicoterapeuta casi se ve
obligado a trabajar con estos aspectos de una manera secuencial. En el nivel intrapsíquico el
terapeuta usualmente le dedica espacio a la exploración de las circunstancias históricas y los
mecanismos defensivos que dieron paso y lugar al fraccionamiento. En el nivel afectivo, es muy
recomendado que el paciente se apropie de memorias de corte emotivo (por ser altamente
traumáticas) y que canalice las mismas para que logre un procesamiento emotivo adecuado.
En el nivel cognoscitivo, debido al trauma y al abuso, tanto el paciente como sus
personalidades alternas han formado mapas o esquemas mentales muy distorsionados, los
cuales subyacen a su interacción con el mundo interpersonal.

Las terapias cognoscitivas son muy oportunas en esta labor ya que logran el propósito de
desactivar pensamientos automáticos e incluso visiones de mundo que sólo responden a
circunstancias extremas de abuso, pero que no son útiles en el diario vivir de la persona. En el
nivel conductual, el/la cliente con un TID casi siempre es una persona tímida, y con pocas
habilidades sociales. El marco conductual puede aportar mucho en este proceso
psicoterapéutico ya que permite la utilización de estrategias específicas para que la persona
sea más afirmativa, asertiva y efectiva con su medio interpersonal.

Por lo tanto, el clínico integracionista puede impactar de una manera sistemática y amplia toda
la gama de complejidades que nos presenta el cliente con un trastorno disociativo. Consonante
con los modelos biopsicosociales y de multiniveles, el clínico va auscultando cada una de
dichas facetas y ofreciéndole al cliente las estrategias más efectivas para cada área en
particular.

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