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Castoriadis y el Político.
No hay un solo dialogo de Platón que no esté claramente situado con anterioridad a la muerte de Sócrates o en el
momento de ésta. Todos los personajes de Platón son, por lo tanto, hombres del siglo V. Platón juega
perversamente con la ambigüedad de la téchne, como si la política perteneciera a la órbita de un saber técnico. Pero
todo consiste en saber, precisamente, si el rey puede dirigir la ciudad sin destruir sus fundamentos.
Para Castoriadis, filósofo y teórico de lo político, la sociedad debe tender hacia un modo de autocreación explicita,
una autocreación renovada sin cesar por lo que él llama “la institución imaginaria de la sociedad”. Para Platón,
creador, después de los milesios y los eleatas, de la filosofía, sólo la “gente regia” puede definirse como
“autodirectiva”. A juicio de Castoriadis, la aportación inmortal de los atenienses al pensamiento político es la
incorporación de la historicidad. Para Platón, todo el esfuerzo de lo político apunta a bloquear el proceso histórico.
En cuanto a lo imaginario, Platón lo utiliza en abundancia, ya se trate de la simple imagen, como las numerosas
comparaciones tomadas del vocabulario de los oficios, del paradigma, como el del tejido, o de los mitos, como el
que desempeña un papel central en el Político y que Castoriadis analiza con pertinencia. Pero ni el mito, ni la
imagen, ni el paradigma nos dan acceso a las “realidades incorpóreas que son las más bellas y las más grandes”.
Para esas realidades, “las más preciosas”, no existen “imágenes creadas que puedan dar a los hombres una
intuición clara de ellas”.
Platón juega con lo mismo que denuncia. Por ejemplo, cuando utiliza el paradigma del tejido para hacer del rey un
tejedor que casa el coraje y la suavidad, así como su modelo reúne la urdimbre y la trama para fabricar una tela. El
hecho de tomar el paradigma del tejido dista de ser un azar. Castoriadis lo advirtió con mucha claridad, y trabajos
posteriores a su seminario lo desarrollaron con mayor detalle: el tejido proporciona al pensamiento griego, mítico y
político, uno de sus instrumentos más valiosos de análisis.
Castoriadis, procedente de Atenas, fue bienvenido en París para ser en ella un “maestro de verdad”, maestro de una
verdad que no quería sofocar sino promover la libertad.
El pensamiento vivo puesto a trabajar.
“El seminario de 1985-1986 se dedicó en primer lugar a poner de relieve las diferencias y oposiciones entre el
imaginario político griego y el imaginario político moderno. A la participación directa en el poder y el autogobierno, a
la ausencia de Estado, de “ideología”, de fundamento extrasocial de la institución y de ilusiones constitucionales en
las ciudades democráticas griegas se oponen, en los tiempos modernos, el imaginario de la “representación”, la
omnipresencia y omnipotencia de un Estado burocrático que está al margen del juego político, el ocultamiento tras
un velo del poder gubernamental como tal, la ideología. Pero, por otra parte, a la limitación de la actividad política
antigua se opone la supresión de los límites de la acción política moderna: extensión de la soberanía formal al
conjunto de la población, universalidad de derecho de la comunidad política, cuestionamiento, de derecho, de todas
las instituciones. Para terminar, se opone la duplicidad instituida de los tiempos modernos (que se origina en el
monoteísmo, por un lado, y en la romanidad imperial, por otro). En segundo plano, los griegos tienen la idea del ser
como caos/cosmos y la aceptación de la mortalidad, mientras que los modernos tienen la del sujeto (Dios y sus
sucesivos sucedáneos, hasta culminar en el individuo sustancial) y la ilusión de la inmortalidad.
Platón constituye el pasaje entre los dos mundos. Su ontología unitaria y su identificación del ser y el bien,
radicalmente ajenas al imaginario griego, serán centrales para el pensamiento y la practica modernos. La diferencia
misma entre Sócrates y Platón es su símbolo: Sócrates se queda en la ciudad, Platón se retira de ella; Sócrates fue
soldado, dio hijos a la ciudad, ejerció una magistratura, mientras que no se conoce nada parecido de Platón. Al
mismo tiempo, Platón crea por segunda vez la filosofía.
Clase del 19 de febrero de 1986.
Platón desempeño un papel muy considerable en lo que podemos llamar la destrucción del mundo griego. En efecto,
transformó a los ojos de la historia lo que habría podido ser una destrucción de hecho en una destrucción
aparentemente de derecho.
Por un lado, Platón llevó esto a cabo de un modo positivo, por decirlo de algún modo: al poner en primer plano la
idea de que puede y debe haber una episteme de la política, un saber seguro y cierto que permita orientarse en el
dominio político; que esta episteme de la política se apoya finalmente en un saber trascendente; y que incluso se
apoya sobre la trascendencia misma.
Por último, es Platón quien invierte por completo la concepción griega de la justicia como cuestión constantemente
abierta en la ciudad: ¿quién debe dar qué y quién debe tener qué?, lo cual plantea permanentemente el problema de
la distribución entre los ciudadanos y al mismo tiempo abre así el camino a una interrogación. Para Platón, la justicia
es el hecho de que el conjunto de la ciudad – ésa es la concepción de la Republica y de las Leyes – esté bien
dividida, bien articulada, y que en ese conjunto cada uno tenga su lugar y no trate de tener otro.
Con Platón, y por primera vez, tenemos lo que se llamará espíritu partisano en filosofía, sostenido por esta retórica y
esta puesta en escena. Antes de Platón, e incluso después, los filósofos exponen sus opiniones. A partir de Platón,
discuten las ideas sus adversarios. Platón es el primero y quizás el último filosofo que transforma esa discusión en
un verdadero combate. Platón quiere verdaderamente polarizar a los lectores, requerirlos a elegir entre ellos y
nosotros, entre los malos y los buenos. Los malos, los que se engañan y quieren engañar al mundo; y nosotros que
estamos en la verdad y el bien, en la justicia.
Pero no se limita a eso, a estos ataques contra ellos y a esas refutaciones. Es asimismo el primero que utilizará el
arma que Paul Ricoeur llama la sospecha y que, en efecto, cobró tanta importancia en los tiempos modernos con
Marx, Nietzsche y Freud. No: lo que usted dice es falso y voy a probárselo, sino: ¿por qué dice lo que dice? Y el “por
qué” no se refiere a las razones lógicas sino a las razones subjetivas. “usted es un sofista” quiere decir: usted es un
mercader de falsificaciones, y su posición ontológica y social de sofista es la que le hace decir lo que dice. La
refutación lógica se completa mediante la asignación, por decirlo de alguna manera, ontológica, social y política:
usted dice lo que dice porque es un enemigo del proletariado (Marx); usted dice lo que dice porque su neurosis le
lleva a decirlo (Freud); usted dice lo que dice porque la verdad es un veneno para los débiles y usted no puede
soportarla (Nietzsche).
En Platón: usted dice lo que dice porque vive del comercio de la mentira. El ser del sofista es un ser que se apoya
en el no-ser, puesto que hay no-ser y existe la posibilidad de hacer pasar el no-ser por el ser y el ser por el no-ser –
lo que conducirá a la célebre revisión ontológica del Sofista y el asesinato del padre, Parménides -, y puesto que,
por lo tanto, se pueden mezclar entre sí el ser y el no-ser: lo cual quiere decir, en cierto modo, que el ser no es y el
no-ser es. Y dado que hay ese lazo ontológico, ustedes, los sofistas, pueden existir.
Por lo demás, desde ese punto de vista podemos distinguir entre dos grupos de diálogos en Platón. Por un lado, los
diálogos esencialmente escénicos y polémicos, destinados a la refutación de uno o dos sofistas: el Eutidemo, el
Menéxeno, el Gorgias, con la sucesión Polo, Calicles y Gorgias. Estos diálogos se desarrollan frente a unos
asistentes, un público, que es algo así como un coro que impide al sofista insistir en sus sofismas, valiéndose de
una especie de desaprobación muda. Y por el otro tenemos los diálogos de verdadera investigación, los diálogos
zetéticos, para los cuales no es necesario el público, que de hecho está completamente ausente. Así ocurre con el
Parménides: en él se dicen cosas enormes y muy profundas, pero no hay público alguno. Están entre gente de
buena fe: Sócrates joven, Parménides, y no hay ninguna necesidad de un coro, de un juez silencioso y reprobador.
Platón es el creador de la interpretación de las posiciones y no sólo de la refutación. Retoma constantemente su
investigación. Platón es quien intenta por primera vez fijar las aporías y tal vez los caminos de salida de éstas que
rodean, a nuestro juicio, la cuestión del conocimiento y la verdad; también los límites de la racionalidad en el mundo.
Él es el primero en acometer ese problema que aun hoy es una dificultad para legos en filosofía y lógica: por un
lado, la relación de lo universal y lo singular, esto es, en qué medida podemos decir que hay un perro, una sociedad,
un Dios, un idioma francés y un número uno. En qué sentido todo esto es uno y cuál es la relación de esta Forma,
Idea o eidos del uno, por otro lado, con las realidades concretas que sólo podemos pensar – diremos que en cuanto
modernos, en cuanto poskantianos – con la ayuda o, más exactamente, mediante esa categoría del uno. ¿Podemos
pensar mediante esta categoría del uno sólo porque, como dice Kant, ésa es la estructura de nuestra mente? ¿Por
qué no podemos pensar de otra manera, cosa que, presuntamente, podríamos demostrar?
El político de Platón.
Para hablar de este diálogo tenemos en cuenta seis puntos:
1) Primer punto: dos palabras sobre la fecha y la situación histórica del político en la obra de Platón, y luego
sobre su problemática general.
2) Segundo punto: la estructura como tal del político y su extrañeza, ese entrelazamiento de las definiciones,
los incidentes y las digresiones.
3) Tercer punto: las dos definiciones.
4) Cuarto punto: los ocho incidentes.
5) Quinto punto: las tres digresiones.
6) En sexto lugar, el problema de la composición: ¿hay o no una estructura oculta detrás de lo que parece un
edificio muy barroco, con dos torres principales, tres torres anexas y ocho construcciones secundarios?