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Introducción Tanto el espacio intracelular como el extracelular está formado por una solución acuosa que contiene en su
interior iones, azucares, aminoácidos, etc. La presencia de los iones a concentraciones estrechas les permite fungir con sus
funciones dentro de la comunicación y actividad celular, mientras que el numero de moles por cada kg de disolvente (Agua)
gobierna los movimientos de agua entre el compartimiento intra y extracelular por lo que la osmolaridad; y por ende los
iones y otros osmolitos, están finamente controlados.
Guía de estudio
El agua constituye aproximadamente el 60% del peso del cuerpo de los hombres y el 55%
del de las mujeres; la diferencia se debe al mayor contenido de grasa corporal de las M.
Alrededor del 66% de esa agua se encuentra en el (LIC) y el 33% en el (LEC); el plasma es
sólo el 8% del agua corporal. El organismo no transporta activamente el agua: en general,
ésta fluye libremente por el LIC y el LEC, y son los contenidos osmóticos de esos
compartimentos los que determinan su distribución. Salvo en los riñones, las
concentraciones osmóticas (u osmolalidades) de estos compartimentos siempre son
equivalentes: son isotónicas.
Como ocurre con el agua, por lo general la entrada y la salida de sodio están equilibradas. La ingesta normal de sodio en
el mundo occidental es de 100-200 mmol/24 h, pero la pérdida obligatoria, por vía de los riñones, la piel y el intestino, es
ser perjudicial: hay pruebas de que es uno de los factores que contribuyen a la hipertensión. Es importante darse cuenta
de que el recambio sódico interno es enorme. Se segrega dentro del intestino a la velocidad aproximada de 1.000
mmol/24 h, y los riñones lo filtran a razón de 25.000 mmol/24 h, de los que la gran mayoría vuelve a ingresar por
absorción en el intestino y los tubulos renales, respectivamente. Cuando se produce un fallo incluso parcial de esta
reabsorción, se deteriora la homeostasis sódica.
El potasio tiene una tendencia constante a difundirse por su gradiente de concentración desde el LIC hacia el LEC, y se le
opone la acción de la Na\IC-ATPasa (la bomba del sodio), que lo transporta hacia el interior de las C. Los dos factores que
afectan en mayor medida a la excreción de potasio son la velocidad de filtración glomerular CVFG) y la concentración
plasmática de potasio. Una pequeña cantidad C~ 5 mmol/día] se excreta por vía intestinal. Otro factor que también está
implicado muchas veces en la hiperpotasemia y en la hipopotasemia es la redistribución de potasio. Casi todo el potasio
corporal C98% se encuentra en el interior de las células. Si, por ejemplo, se producen lesiones tisulares extensas, el
contenido de las C, potasio incluido, escapa hacia el compartimento extracelular, lo que origina aumentos
potencialmente peligrosos de la concentración sérica de potasio
Sodio y volumen del líquido extracelular El volumen del LEC depende directamente del
contenido total de sodio en el organismo, ya que la entrada y la salida de agua están reguladas para mantener constante
la osmolalidad del LEC, y por consiguiente la concentración de sodio, porque éste está prácticamente confinado en el
LEC. El equilibrio sódico se mantiene gracias a la regulación de su excreción por los riñones.
La excreción de sodio depende del filtrado glomerular, definido por el índice de filtrado glomerular (IFG) parece ser
solamente un factor limitante de la excreción de sodio cuando la velocidad del filtrado es excesivamente baja, lo que
ocurre por ejemplo en la neuropatía crónica avanzada, caracterizada principalmente por la clínica asociada a la retención
de sodio. En condiciones normales, alrededor del 70% del sodio filtrado se reabsorbe activamente en los TCP, con una
reabsorción adicional por las asas de Henle. La reabsorción del sodio disminuye en los TCP si aumenta el volumen de
sangre (puesto que esto se asocia a un descenso de la presión oncótica de la sangre capilar peritubular) y si disminuye la
actividad simpática (como tiende a suceder también cuando aumenta el volumen de la sangre). Sin embargo, aunque la
mayor parte de la reabsorción del sodio se produce en la nefrona proximal y menos del 5% del sodio filtrado alcanza los
túbulos contorneados, son éstos y los conductos colectores los que constituyen el sitio principal de control preciso de la
excreción de sodio.
En resumen: cuando estamos sanos, la secreción de aldosterona disminuye como respuesta a un aumento del volumen
del LEC sin que cambie el volumen de vasopresina (p. ej., por infusión de solución salina isotónica), lo que produce una
natriuresis. Cuando hay hiponatremia, un aumento de la secreción de aldosterona causa la retención del sodio: la
retención del agua libre sólo se ve estimulada cuando la hiponatremia es grave. En general, los mecanismos de control
del volumen del LEC responden con menos rapidez y son menos precisos que los de la osmolalidad. A menos que la
hipovolemia sea grave, el mantenimiento de la osmolalidad es la prioridad. Además de las alteraciones de la excreción de
sodio, también incluyen cambios en el tono de los músculos lisos de las arteriolas y, por lo tanto, en la resistencia
vascular periférica y en la presión arterial.
3. Explique la importancia del equilibrio de Gibbs Donnan en la composición de los líquidos corporales
Equilibrio de Gibbs-Donnan. Es el equilibrio que se produce entre los iones que pueden atravesar la membrana y los
que no son capaces de hacerlo, las composiciones en el equilibrio se ven determinadas tantos
por las concentraciones de los iones, como por sus cargas. En un sistema constituido por dos
soluciones separadas por una membrana, una de las cuales tiene elementos iónicos no difusibles
mientras que existen iones difusibles en ambos lados de la membrana, la distribución de los
iones difusibles deberá cumplir los siguientes requerimientos:
a) En cada una de las dos soluciones el número de aniones es igual al número de cationes.
b) En la solución que contiene iones no difusibles Pr" la concentración de iones del mismo
signo Cl" es menor y la concentración de iones de carga contraria Na+ será mayor que en la
solución opuesta.
c) La presión osmótica de la solución que contiene los iones no difusibles es ligeramente
mayor que la de la otra solución.
El exceso de agua y de sodio suele ser consecuencia de un fallo en la excreción normal o de un consumo excesivo. Este
último suele ser iatrógeno. Como ocurre con los síndromes de pérdida, es útil tener en cuenta por separado las causas
y las consecuencias de la hiperhidratación sola y de la hipematremia con retención isotónica de agua, si bien en la
práctica siempre hay cierto solapamiento.
El exceso de agua y de sodio suele ser consecuencia de un fallo en la excreción normal o de un consumo excesivo. Este
último suele ser iatrógeno. Como ocurre con los síndromes de pérdida, es útil tener en cuenta por separado las causas y
las consecuencias de la hiperhidratación sola y de la hipenatremia con retención isotónica de agua, si bien en la práctica
siempre hay cierto solapamiento.
Disminución de sodio En muchas ocasiones, la hiponatremia se debe únicamente a una ingestión oral insuficiente,
pero en otras es responsabilidad de una aportación parenteral inadecuada. Lo más frecuente es que sea consecuencia de
una pérdida excesiva. El organismo puede perder sodio de forma isotónica (p. ej., por el plasma) o hipotónica (p. ej., por
el sudor o diluido en la orina). En cualquier caso, se producirá
una disminución del volumen del LEC , que será menor si la
deshidratación es hipotónica que si es isotónica, ya que parte de
la pérdida se compartirá con el LIC. La sintomatología clínica de
la disminución de sodio es principalmente resultado de una
disminución del volumen del LEC. Las respuestas normales a la
hipovolemia son un aumento de la secreción de aldosterona,
que e stimula la reabsorción de sodio por los riñones en los TCD,
y un descenso del volumen de orina como consecuencia de una
reducción del IFG. El aumento significativo de la secreción de
vasopresina, que estimula la producción de una orina muy
concentrada, sólo se produce con una disminución acentuada
del volumen del LEC. El descenso del IFG puede causar uremia
prerrenal.
La concentración plasmática de sodio proporciona una indicación sobre las cantidades relativas de agua y de sodio que
se han perdido: el sodio plasmático será normal si el líquido perdido es isotónico con respecto al LEC y estará aumentado
si es hipotónico. En una disminución grave de sodio, el aumento de la vasopresina secundaria a la hipovolemia resultante
puede provocar retención de líquido; en ese caso, el volumen plasmático se mantiene a expensas de la osmolalidad y se
produce hiponatremia. Así pues, en un paciente con disminución sódica, la concentración de sodio en el plasma puede
ser baja, normal o alta. El tratamiento de la disminución de sodio exige que se trate la causa subyacente y, de ser
necesario, se restituya el volumen intravascular con la administración de líquido isotónico (solución salina normal
[cloruro sódico al 0,9%] o coloidal [sucedáneos del plasma o la albúmina]) por infusión intravenosa. Generalmente eso
puede hacerse con rapidez, pero si hubiera una deficiencia de agua libre asociada, la
corrección del problema debe ser más cauta.
Se cree que la repleción arterial provoca una disminución de la actividad simpática y de la secreción de angiotensina II,
con el consiguiente aumento de la perfusión renal y del IFG, junto con el incremento de la secreción de PNA. El resultado
neto es un aumento de la aportación de sodio a la nefrona distal que, junto con el PNA, contrarresta la acción retentiva
del sodio de la aldosterona. En los estados edematosos, el relativo infrallenado arterial conduce a un descenso del IFG,
mayor reabsorción de sodio por los túbulos proximales y menor aportación de sodio a la nefrona distal. Aun cuando
existe un aumento de la secreción de PNA, su capacidad de causar natriuresis se ve limitada por la disminución de la
entrega de sodio. El tratamiento del exceso de sodio debe dirigirse a la causa, siempre que sea posible. Además, se
utilizan diuréticos para facilitar la excreción del sodio y se debe controlar su ingesta. Si la función renal no es buena,
puede que se necesite diálisis, lo cual también es conveniente en ocasiones en caso de sobrecarga sódica aguda asociada
al uso de líquidos hipertónicos.
6 De los estados anteriores mencione las respuestas compensadoras del cuerpo. ¿Qué relación tienen
estos mecanismos con la iatrogénica mielinolisis pontina central?
El cuerpo tiene mecanismos compensatorios para hacer frente a los desequilibrios de agua y sodio y mantener el
equilibrio adecuado en el organismo. (se mencionan un poco antes).
• Pérdida de agua y sodio: Activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona: Ante una disminución en los
volúmenes de agua y sodio, el cuerpo activa este sistema hormonal para conservar el sodio y agua en el organismo. La
aldosterona, una hormona producida por las glándulas suprarrenales, promueve la reabsorción de sodio en los riñones y
la excreción de potasio, lo que ayuda a conservar el sodio y agua en el cuerpo. Estimulación de la sed: La deshidratación
provoca una sensación de sed que impulsa a la persona a beber líquidos y reponer el agua perdida.
• Exceso de agua y sodio: Secreción de hormona antidiurética (ADH): Cuando hay un exceso de agua en el organismo, la
hipófisis posterior libera ADH, también conocida como vasopresina. Esta hormona disminuye la excreción de agua por los
riñones, reduciendo así la eliminación de agua del cuerpo y ayudando a conservarla. Inhibición de la sed: Cuando el
cuerpo tiene un exceso de agua, la sensación de sed disminuye y se reduce la ingesta de líquidos. (control nervioso).
Aumento de la excreción de agua: Para eliminar el exceso de agua, los riñones aumentan la producción de orina y
excretan más agua.
La mielinosis pontina central (también conocida como mielinolisis pontina central o síndrome de desmielinización
osmótica) es una condición neurológica poco común que se caracteriza por la desmielinización de las C nerviosas en la
región de la protuberancia del tronco encefálico. Esta afección puede estar relacionada con cambios rápidos en los
niveles de sodio y otros electrolitos en el cuerpo, en especial cuando se corrige rápidamente una hiponatremia (baja
concentración de sodio en sangre). La relación de los mecanismos compensatorios con la mielinosis pontina central
radica en la forma en que el cuerpo responde y se adapta a los desequilibrios de agua y sodio. En situaciones de
hiponatremia, como la pérdida excesiva de agua y sodio o el consumo excesivo de agua, el cuerpo activa respuestas
compensatorias para retener sodio y conservar agua. Esto incluye la activación del sistema renina-angiotensina-
aldosterona y la estimulación de la sed, como se mencionó anteriormente.
Sin embargo, cuando se corrige rápidamente una hiponatremia, como puede ocurrir en un entorno clínico, los niveles de
sodio pueden aumentar bruscamente en un corto período de tiempo. Esto puede ser problemático, ya que el cerebro se
ha adaptado a la baja concentración de sodio y ha realizado cambios en la forma en que funciona para mantener el
equilibrio. El cambio rápido en los niveles de sodio puede provocar una respuesta desequilibrada en las células del
sistema nervioso central, lo que resulta en la desmielinización y daño en la región de la protuberancia del tronco
encefálico, dando lugar a la mielinosis pontina central. Es importante destacar que la iatrogenia se refiere a un trastorno
o daño causado como resultado de una intervención médica. En el caso de la mielinosis pontina central, puede ocurrir
como una complicación iatrogénica cuando se realiza una corrección rápida y brusca de la hiponatremia sin tener en
cuenta la adaptación y los cambios que el cerebro ha realizado en respuesta a la baja concentración de sodio.
Para prevenir la mielinosis pontina central iatrogénica, es esencial un manejo cuidadoso y gradual de los desequilibrios
de sodio, evitando correcciones demasiado rápidas. Los profesionales médicos deben evaluar la gravedad y la duración
de la hiponatremia, así como otras condiciones subyacentes, antes de determinar la estrategia de corrección adecuada.
Se pueden utilizar diversos enfoques, como el reemplazo gradual de sodio y la monitorización continua, para evitar
cambios bruscos en los niveles de sodio y minimizar el riesgo de mielinosis pontina central.
(En la hiponatremia dilucional crónica, si se corrige demasiado rápido la concentración de sodio, se corre el riesgo de
provocar una mielinólisis central pontina, síndrome cerebral que se caracteriza por tetraplejía espástica, parálisis
seudobulbar y alteraciones cognitivas. La hipoxemia o la presencia de una hepatopatía crónica suelen aumentar dicho
riesgo. El pronóstico de esta enfermedad es malo. Es posible calcular la velocidad aproximada de infusión de la solución
salina hipertónica necesaria para alcanzar un aumento determinado de la concentración de sodio, pero esto nunca debe
utilizarse como sustituto de una estrecha vigilancia médica y analítica).
Determinación del sodio La concentración de sodio solía medirse por medio de la espectrofotometría de absorción
atómica, que determina la cantidad de átomos de sodio en un volumen definido de solución. Ahora suele medirse con
electrodos selectivos de iones, que determinan la actividad del sodio, es decir, la cantidad de átomos que actúan como
iones verdaderos en un volumen definido de agua. En la mayoría de los casos las dos técnicas arrojan resultados que, a
efectos médicos, son los mismos. Sin embargo, como la actividad es una medida del sodio en la fracción acuosa del
plasma (normalmente el 93% del volumen), es posible que aparezcan discrepancias significativas entre la actividad y la
concentración si el contenido fraccionario de agua del plasma ha disminuido, como sucede en la hiperlipidemia o en la
hiperproteinemia graves.
La concentración de sodio medida por espectrofotometría de absorción atómica en mmol/1 de plasma será más baja
que la concentración que se infiere a partir de la actividad. Esto se debe a que, si bien la concentración de sodio en el
agua del plasma permanece igual, hay menos agua y por consiguiente menos sodio en un volumen determinado de
plasma. Los analizadores que usan electrodos, para los que se diluye el plasma antes de la medición, también dan un
resultado falsamente bajo. Este efecto, que se conoce como seudohiponatremia, sólo se aprecia cuando hay
hiperlipidemia grave (cuando el plasma es turbio a simple vista) y cuando las proteínas totales aumentan mucho debido
a la paraproteinemia. Si hubiera sospechas de esto, habría que medir la osmolalidad del plasma: se trata de una
osmolalidad regulada por el hipotálamo por medio de la secreción de vasopresina. En un paciente con
seudohiponatremia la osmolalidad del plasma será normal.
El factor 2 es el que toma en cuenta los aniones principales (cloruro y bicarbonato); hay otras fórmulas que incluyen
potasio y un multiplicador ligeramente más pequeño para tomar en consideración el hecho de que algunos aniones y
cationes actúan como pares de iones combinados y no como iones individuales. Numéricamente, la osmolalidad medida
(unidades: mmol/kg de agua) y la calculada (mmol/l de solución) son muy similares. Se producen discrepancias
significativas (un intervalo osmolar) cuando en el plasma hay sustancias minoritarias osmóticamente activas (como suele
ocurrir en las intoxicaciones) y cuando disminuye la fracción de agua en el plasma, como por ejemplo en la
hiperlipidemia o la hiperproteinemia graves.
Determinación de los aniones (bicarbonato y cloruro) A la modificación de la concentración de sodio en el plasma debe
corresponder un cambio en la concentración de aniones. Los principales aniones del LEC son el cloruro y el bicarbonato.
Este último (estrictamente hablando es el dióxido de carbono total, pero éste está formado fundamentalmente por iones
de bicarbonato) se mide con frecuencia porque refleja la capacidad amortiguadora extracelular (nótese que la
determinación se debe realizar en una muestra fresca para obtener un resultado exacto debido a la pérdida de dióxido
de carbono hacia la atmósfera si se deja reposar la muestra durante algún tiempo), pero la concentración de cloruro en
el plasma con frecuencia no agrega nada a la información que se obtiene del conocimiento de la concentración sódica
sola, por lo que son pocos los laboratorios del Reino Unido que la determinan habitualmente. De todos modos, en
ocasiones ayuda al diagnóstico de pacientes con acidosis no respiratorias o estados inexplicados de hipocloremia.
HOMEOSTASIS DEL POTASIO El consumo de potasio alimentario se sitúa sobre los 75-150 mmol diarios, y cuando
los valores superan este intervalo es porque se consume gran cantidad de frutas y verduras. El equilibrio del potasio
extracelular se controla principalmente en los riñones y, en menor medida, en el aparato digestivo. En los riñones, el
potasio filtrado se reabsorbe casi por completo por los túbulos proximales. En el segmento más distal de los túbulos
contorneados distales tiene lugar una cierta secreción activa de potasio, pero la excreción de este elemento es
fundamentalmente un proceso pasivo. La reabsorción activa de sodio genera una diferencia de potencial transmembrana
neutralizado por el movimiento de los iones de potasio e hidrógeno desde las células tubulares renales hacia el lumen. Es
por esto que la excreción de potasio en la orina depende de varios factores:
El potasio se secreta en la nefrona distal a cambio del ion de sodio o el ion de hidrógeno: a mayor producción de Na+,
mayor secreción de potasio. La aldosterona estimula la eliminación de K+ indirectamente, al aumentar la reabsorción
activa de sodio por los TCD y los CC, y directamente al aumentar la secreción activa de K+ por el segmento distal de los
TCD. La secreción de aldosterona a partir de la corteza suprarrenal se ve indirectamente estimulada por la activación del
sistema renina-angiotensina-aldosterona como respuesta a la hipovolemia, y directamente por la hiperpotasemia.
Puesto que los dos iones, el de hidrógeno y el de potasio, pueden neutralizar la diferencia de potencial transmembrana
generado por la reabsorción activa del sodio, existe una relación estrecha entre la homeostasis de los iones de potasio y
de hidrógeno.
En una acidosis se segregarán iones de hidrógeno con preferencia sobre los iones de potasio; en la alcalosis habrá
menos iones de hidrógeno que excretar, pero sí se producirá un aumento de la excreción de potasio. Así pues, hay una
tendencia a la hiperpotasemia en la acidosis y a la hipopotasemia en la alcalosis. La excepción a esta tendencia es la
acidosis de los túbulos renales causada por un defecto en la excreción de los iones de H. En esta enfermedad, debido a la
disminución de la excreción de los iones de hidrógeno, la de potasio tiene que aumentar para equilibrar la reabsorción
del sodio. Consecuencia de esto es la poco habitual combinación de hipopotasemia con acidosis. Además, la secreción
activa de iones de hidrógeno en la nefrona distal, necesaria para acidificar la orina, queda equilibrada por un movimiento
recíproco del potasio.
Los riñones sanos son menos eficientes a la hora de conservar el potasio que el sodio: incluso si no se ha consumido
potasio, la excreción urinaria sigue siendo de 10-20 mmol/24 h. Puesto que también la piel y el intestino pierden por
obligación aproximadamente 15-20 mmol/24 h, si el consumo cae muy por debajo de los 40 mmol/24 h los riñones no
pueden compensarlo. Aun cuando la ingesta diaria promedio contenga más potasio que el mencionado, puede haber
pérdida de potasio incluso en una alimentación normal si aumentan las pérdidas del organismo. El potasio se segrega en
el jugo gástrico (5-10 mmol/1) y gran parte de éste, junto con el potasio alimentario, se reabsorbe en el intestino
delgado. En el colon y el recto se segrega potasio a cambio de sodio, proceso controlado en parte por la aldosterona.
Normalmente, las heces contienen algo de potasio, pero es posible que las personas con fístulas o con diarrea crónica
(hasta 30 mmol/1), o px que pierden secreciones gástricas debido a vómitos persistentes o aspiración nasogástrica
pierdan cantidades mayores. El movimiento del potasio entre los compartimentos intracelulares y extracelulares es
capaz de afectar profundamente a la concentración de potasio en el plasma.
La insulina estimula la captación del potasio por las células. Los iones del K+ entran pasivamente a las c desde el LEC a
cambio del Na+, que expulsa activamente la bomba del sodio-potasio ATPasa fijada a las membranas y que consume
energía. Si la actividad de esta bomba del sodio se altera o si se produce algún daño en las membranas celulares, puede
presentarse una hiperpotasemia. La captación de potasio por las células es estimulada por la insulina y los
betaadrenérgicos; los alfaadrenérgicos inhiben esta captación. Los desplazamientos transcelulares de los iones de
hidrógeno causan desplazamientos recíprocos del potasio, y viceversa. En la acidosis generalizada, la amortiguación
intracelular de los iones de hidrógeno causa el desplazamiento del potasio al LEC. En la alcalosis hay un movimiento de
los iones de hidrógeno desde el LIC hacia el LEC y un desplazamiento neto de los iones del potasio en la dirección
opuesta, lo que tiende a producir hipopotasemia. De manera similar, la pérdida de potasio provoca una alcalosis
generalizada.
PÉRDIDA DE POTASIO E HIPOPOTASEMIA Cuando la salida es mayor que la entrada se produce una pérdida de
K+. Salvo en los pacientes que ayunan, muy rara vez el poco consumo es la única causa de la pérdida de potasio. Sin
embargo, una mayor pérdida de K+ ya sea por el intestino o (más a menudo) por los riñones, es algo que sucede con
frecuencia. Si la excreción de K+ por los riñones es transportadoras de iones.
❖ Características clínicas La hipopotasemia puede ser asintomática incluso si es grave. Causa la hiperpolarización de las
membranas plasmáticas, lo cual disminuye su excitabilidad. Cuando hay síntomas, éstos son principalmente trastornos
del funcionamiento neuromuscular, los problemas más habituales son la debilidad muscular,
el estreñimiento y el íleo paralítico.
Un exceso de potasio puede producir hiperpotasemia, pero también puede producirla una
redistribución del potasio del compartimento intracelular al extracelular. En ocasiones este
mecanismo origina hiperpotasemia incluso en un paciente con hipopotasemia (p. ej., en la
cetoacidosis diabética). Igual que en la hipopotasemia, en la hiperpotasemia suele intervenir
más de una causa. Muchas veces existe falsa hiperpotasemia, producida por la fuga de potasio
de las células plasmáticas in vitro. Si se descubre que hay una hiperpotasemia inesperada es
necesario explorar la posibilidad de que sea falsa repitiendo la determinación en una muestra
nueva. Es posible que haya falsa hiperpotasemia incluso en ausencia de hemolisis franca.
❖ Tratamiento Se administra por vía intravenosa una solución al 10% de gluconato de calcio (10 ml a lo largo de un
minuto y repetida tantas veces como sea necesaria) que proporciona cierto grado de protección inmediata al miocardio
al antagonizar el efecto de la hiperpotasemia sobre la excitabilidad miocárdica. La glucosa y la insulina intravenosas, por
ejemplo 500 ml de glucosa al 20% con 20 unidades de insulina soluble administradas a lo largo de 30 minutos, favorecen
la captación intracelular del potasio. El salbutamol, que activa la bomba Na+,K+-ATPasa, ejerce un efecto similar. Si se
emplea insulina, durante las 6 horas siguientes se deberá vigilar la glucosa de la sangre debido al riesgo de hipoglucemia.
En un px acidósico se puede controlar temporalmente la hiperpotasemia con una infusión de bicarbonato (solución al
1,26%, no al 8,4%, que puede causar una hipervolemia del LEC por causa de la alta concentración del sodio) En la lesión
renal aguda y en otras circunstancias en que no es posible controlar la hiperpotasemia se necesitará diálisis o una
hemofiltración. En la nefropatía crónica, para prevenir una hiperpotasemia peligrosa suele ser eficaz restringir la
ingestión de potasio y administrar oralmente resinas de intercambio iónico el tiempo que sea necesario hasta que se
precise diálisis por otros motivos. Es importante controlar mediante ECG a los pacientes con hiperpotasemia. Las
alteraciones de la concentración de potasio en el plasma se reflejan en los cambios de las ondas electrocardiográficas
más rápidamente de lo que sería posible por medio de una determinación analítica
La pseudohiponatremia puede ocurrir debido a la presencia de sustancias que afectan la medición de sodio en los
métodos de laboratorio utilizados. En algunos casos, esto puede deberse a una hiperlipidemia (aumento de los lípidos en
la sangre) o una hiperproteinemia (aumento de las proteínas en la sangre), que afectan la osmolaridad del plasma y
pueden alterar la medición del sodio. Estas sustancias pueden causar una falsa disminución en los niveles de sodio,
cuando en realidad la concentración real de sodio en el organismo es normal.
Otro pseudo trastorno electrolítico relacionado es la pseudohipernatremia. En este caso, se observa un aumento
aparente de los niveles de sodio en los resultados de laboratorio, pero la concentración real de sodio en el organismo es
normal. Esto puede ocurrir cuando hay una alteración en la distribución del agua y los electrolitos en la muestra de
sangre, generalmente debido a una hiperlipidemia o una hiperproteinemia.
Es importante destacar que estos pseudo trastornos electrolíticos no siempre son clínicamente significativos ni requieren
intervención médica. Por lo general, se reconocen mediante la evaluación de los síntomas clínicos del paciente, la
revisión de los antecedentes médicos y la correlación con otros resultados de laboratorio. Si se sospecha la presencia de
un pseudo trastorno electrolítico, se pueden realizar pruebas adicionales para confirmar o descartar el desequilibrio real
de los electrolitos.
Los pseudo trastornos electrolíticos, como la pseudohiponatremia y la pseudohipernatremia, son alteraciones en los
resultados de laboratorio que no reflejan necesariamente un desequilibrio real en los electrolitos del organismo. Estos
pseudo trastornos pueden ser causados por factores técnicos o fisiológicos, como la presencia de sustancias que afectan
las mediciones de laboratorio. Es importante tener en cuenta estos pseudo trastornos para evitar diagnósticos erróneos
y garantizar una adecuada interpretación de los resultados de laboratorio.