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NIC 36: ¿Para determinar pérdidas o para medir el desempeño de

una unidad de negocios?

Antes de referirnos de lleno a la NIC 36 del IASB (2018), para responder la


interrogante sugerida en este artículo, intentemos acercar cada vez más la realidad
de los negocios y la gestión de las empresas, a las Normas Internacionales de
Información Financiera. Entonces, iniciemos con un cuestionamiento habitual que
se da al inicio de un proceso de inversiones en la empresa: ¿cómo planifican crecer
las empresas?, y ¿qué partida de los estados financieros es el reflejo directo de
dicho crecimiento?, La partida en donde se refleja el efecto del crecimiento de un
negocio en el tiempo, es en los ingresos ordinarios (por ventas) dentro del Estado
de Resultados, y obviamente con la expectativa de que este ingreso mejore el
margen final de la empresa inversora.

Ahora bien, tomando el otro cuestionamiento, ¿cómo las empresas planifican


crecer?, y desde una mirada de negocios podemos responder que las empresas
planifican crecer de forma orgánica e inorgánica, vale decir, invirtiendo en activos
no corrientes que contribuyen a la generación de ingresos directos, tales como
Propiedades, planta y equipo, Intangibles, Propiedades de Inversión o Activos
Biológicos los que la empresa debe adquirir e iniciar sus operaciones, o adquiriendo
negocios ya operando con cierto nivel de madurez que aportan al nuevo propietario
de forma directa en los ingresos a nivel de sus estados financieros consolidados.

Los ítems antes señalados, tanto para un posible crecimiento orgánico o inorgánico,
son materias específicas tratadas en las NIC 16, 38, 40 y 41, y también en la NIIF 3
de Combinación de Negocios.

Luego de consensuar que los desembolsos de inversiones de este tipo de activos,


sirven para concretar los planes de crecimiento de las empresas, también es válido
y necesario, especialmente para quien es el inversor o el que aprueba la inversión,
como para el que financia la misma, evaluar si dicha inversión en función de su
costo de adquisición es apropiada para su nivel de riesgo y expectativa de
rentabilidad; ya que con esa respuesta clara, el inversionista y financista toman sus

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respectivas decisiones. Por consiguiente, para poder dar una respuesta adecuada
es importante contar con una “Evaluación de proyectos de la inversión” que además
se ejecute con claridad en cada una de sus etapas.

Aprobada la decisión de invertir y de su forma de financiamiento, se comienzan a


generar los desembolsos de capital, también conocidos en la nomenclatura
financiera, como CAPEX (Capital Expenditure), y según Sapag (2004) esta es la
etapa de inversión, antecedida por las etapas de “idea” y “preinversión” que incluye
el perfil, prefactibilidad y factibilidad del proyecto de inversión.

En este proceso de evaluación de proyectos antes de la ejecución de la inversión,


que es propio de la gestión gerencial, se definen ciertos “supuestos” para
proyectar los ingresos netos que generará dicha inversión, ya sea del activo
individual, grupos de activos o unidad de negocios, cualquiera sea la agrupación, y
de si éstos activos son capaces de generar ingresos de efectivo de forma separada
del resto de los activos de la entidad inversora; esto lo denomina la NIC 36 como
Unidad Generadoras de Efectivo (U.G.E.). Ahora bien, esta proyección de ingresos
netos, implica ingresos por ventas menos los costos directos de esas ventas y
además se transforman a una mirada de caja o efectivo, determinando al final de
cada periodo, el flujo de caja final que está considerado en la evaluación. Esta
proyección de flujos de caja final por cada año es determinada, y luego descontada
a una tasa de descuento que incluye la variable de financiamiento del proyecto,
determinándose el V.A.N. del proyecto y la T.I.R. del proyecto.

Para que el proyecto sea viable, sabemos que el VAN debe ser positivo, de esa
manera el proyecto tenga la aprobación por parte de un inversionista, y además éste
(el inversionista) podría exigir a la inversión una cierta TIR para que sea incluida en
su portfolio de inversiones, y obviamente que como parte del análisis es relevante
configurar y confirmar la forma de financiamiento.

Todos estos elementos se pueden apreciar en detalle en Sapag (2004) como parte
del proceso de evaluación previa a la ejecución de la inversión, y estos mismos
componentes de flujos de caja descontados para obtener el VAN de la UGE a

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comparar con el valor libros de la misma anualmente están desarrollados en detalle
por Jara, Torres, Contreras (2009). Es relevante en cada caso comprender cuales
fueron y siguen siendo para dicho proyecto de inversión las variables de decisión y
el punto de equilibrio de la misma, que han requerido contar con la aprobación o
rechazo de la alta administración, ya sea, de un activo o grupo de estos o de una
unidad de negocios (UGE).

Hasta este punto, no nos hemos referido en nada a los criterios de registro contable
de la compra de una Propiedad, planta y equipo, Intangibles, Propiedad de
Inversión, Activos Biológicos o compra de una entidad o negocio por medio de la
toma de control, materia vinculada con la Combinación de Negocios. Sin embargo,
de este proceso de evaluación y aprobación financiera de un proyecto, surgen varios
datos relevantes, tales como:

- Periodo estimado de uso de los activos, vida útil, ya que pueden existir
reposiciones intermedias ya proyectadas.
- Eventual valor residual del proyecto o del activo al término de la vida útil
económica.
- Total de desembolsos de caja inicial que forman parte del proyecto,
independiente de si estos son gastos o activables.
- Fuente de financiamiento de la inversión y criterios de capitalización de los
intereses.
- Y principalmente supuestos de “éxito” del proyecto de inversión recientemente
aprobado, vale decir, cuales son los supuestos de crecimiento en las ventas, ya
sea por precio o por volumen, supuestos de margen sobre las ventas, supuesto
de caja final, etc.

En otras palabras, antes de pensar ni siquiera en registrar en la contabilidad un


activo, ya tenemos bastante información, que indica cuales son las variables que
hacen que el proyecto de inversión tenga y mantenga un VAN positivo en el tiempo,
y por lo tanto, para efectos de gestión interna, lo más conveniente es “monitorear”
el desempeño de estas variables, ya que su cumplimiento serían indicios o

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supuestos de éxito y su no cumplimiento serían indicios de “deterioro”, exigencia
requerida por la NIC 36 en su párrafo 9.

Cuando un proyecto es aprobado y éste ha sido evaluado de manera correcta,


entonces tenemos los supuestos que permiten conseguir lo esperado y aprobado,
y de este proceso también podríamos obtener lo supuestos que nos dejan en el
punto de equilibrio y también los que nos dejan debajo del (riesgo de pérdida de
valor de la inversión), este último en el cual estaríamos en franco deterioro (ver
figura 1). En ella los niveles debajo del nivel aprobado (Q4), ya representan deterioro
porque el activo no rinde lo esperado al momento de aprobar la inversión; los niveles
entre el punto de equilibrio Q2 y el Q4 representan un deterioro como menor
rendimiento del activo, pero que no daña el valor del activo o de la inversión, sin
embargo, los rendimientos por debajo del punto de equilibrio (Q2) son indicativos
de que no se estaría recuperando el valor invertido en los activos.

Figura 1 – Relación de las Ventas, Costos y Punto de Equilibrio con la detección de deterioro

Fuente: Elaboración propia

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En consecuencia, la preocupación permanente del inversionista, debiese ser
monitorear (antes de cualquier cumplimiento contable), que la unidad de negocios
o activos está teniendo un desempeño adecuado, en función de lo esperado y
aprobado por la administración respecto de dicho proyecto de inversión.

Entonces, ahora veamos el efecto de estas decisiones de gestión en los estados


financieros del inversionista por medio de las diferentes exigencias de las NIIF.
Cuando se ha adquirido un activo en forma individual o varios activos agrupados
como una UGE, vale decir, crecimiento orgánico, entonces dependiendo el tipo de
activo tendremos una norma contable que le afecta.

NIC 16  Propiedades, planta y equipo.

NIC 38  Intangibles.

NIC 40  Propiedades de Inversión.

NIC 41  Activos Biológicos

Y en este escenario, el reconocimiento y medición inicial de estos activos es


bastante directo y se refleja por el costo de adquisición en cada caso, que debiese
ser similar al CAPEX evaluado al inicio del proyecto a excepción de los desembolsos
que sean gastos, y por eso que le denominamos que contablemente quedan
reconocidos al “costo”. Luego, si estos activos son llevados al costo como opción o
necesidad de medición posterior, se debe definir una vida útil del activo, la que debe
ser consistente con el uso y reposición estimada del activo en la evaluación del
proyecto. Y además, dependiendo del tipo de activo, también es factible tener una
idea clara del valor residual del mismo.

Ahora bien, si se tomase la opción de revaluar o llevar dicho activo a valor razonable,
según sea el caso y siguiendo los lineamientos de la NIIF 131, por medio de uno de
los tres enfoques de determinación del valor razonable, que sería el enfoque del
ingreso que se basa en los flujos de caja descontados, por lo que dicho proceso de

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NIIF 13 aprobada por el IASB el 2011 denominada “Valor Razonable”, viene a generar un documento único
para los procesos de determinación de valor razonable de activos y pasivos bajo NIIF.

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valorización y/o procedimiento mencionado en la NIIF 13 no sería algo excepcional
de cara al proceso de “monitoreo” anual requerido por la NIC 36, ya que la
decisión inicial de inversión se basaba en el mismo método y/o modelo.

Por consiguiente, hasta antes de aplicar la norma de deterioro (NIC 36), se


evidencia que tenemos o debiéramos tener variada información no sólo contable,
sino que además financiera y de gestión del proyecto de inversión de cada activo
en el que se haya decidido invertir.

Si el activo adquirido no fuese un activo sino que hubiese sido un “negocio”, de


acuerdo a lo señalado en la NIIF 3, entonces al momento de tomar el control del
negocio será necesario conocer el costo de adquisición de la inversión y NIIF 3 exige
que dicho costo sea asignado a los activos netos (activos menos pasivos)
identificables adquiridos en el negocio más los activos intangibles no identificables,
conocido como plusvalía.

En una Combinación de Negocios, el negocio adquirido debe ser valorizado en


función de la asignación antes señalada, con lo cual la plusvalía representará los
flujos futuros del negocio que no pueden ser identificables al momento de la compra,
y dado esta situación con mayor razón el rendimiento o desempeño futuro de la
UGE debe ser evaluado o testeado periódicamente.

Con todos estos antecedentes previos, está clarísimo que ningún inversionista ni
financista, invierte y financia la compra de un activo o grupos de activos para perder
dinero, y por lo tanto, lo mínimo que debe hacer más allá de que lo requiera la NIC
36, es “monitorear” que se están cumpliendo los supuestos y rendimientos bases
con los cuales se aprobó dicho proyecto de inversión.

Si esos supuestos bases no se cumplen, ya sea por cambio en las condiciones de


mercado no previstas en la evaluación (fuentes externas) o por deficiencias en la
planificación, evaluación o explotación del activo (fuentes internas), entonces se
levantan las luces de alerta para la alta dirección, en relación a evaluar un potencial
“deterioro” por obtener rendimientos menores a los esperados en una inversión, y
dado esa luz de alerta que serán “indicios” de deterioro, NIC 36 requiere determinar

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el valor recuperable del activo para evaluar si el valor libro registrado presenta o no
un deterioro que deba ser reconocido en los estados financieros del inversionista.
Por lo tanto, NIC 36 se sustenta bajo la hipótesis que las inversiones de largo plazo
han tenido por parte del inversionista al menos un proceso de evaluación que
permite conocer de antemano los indicadores o supuestos de éxito, deterioro o
fracaso, como el punto de equilibrio de la inversión, y en ese escenario los tres
pasos implícitos de la NIC 36 (ver figura 2) son parte del monitoreo habitual que la
gerencia debe hacer de sus inversiones de largo plazo, independiente de si ésta (el
deterioro) se materializa en el activo invertido o no.

Figura 2 – Tres pasos al deterioro de la NIC 36

Fuente: Elaboración propia

Por lo tanto, NIC 36 no es una norma que se haya generado para registrar pérdidas
como fin último, sino que es una norma que declara desde su formulación que
“consolidó todos los requerimientos sobre la forma de evaluar la recuperabilidad de
un activo”, y por lo tanto, la alta dirección del inversionista debe utilizar esta norma
como una exigencia financiero contable de las NIIF que le ayuda a complementar el
monitoreo del desempeño de sus inversiones y proyectos, en función del VAN y el
TIR declarado al momento de aprobar la inversión versus la realidad anual que se
ha ido evidenciando.

Bibliografía:

- Sapag Chain, N. (2001). Evaluación de proyectos de inversión en la empresa.

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- Jara, L. A., Torres, L., & Contreras, H. (2009). Modelación de NIC 36 en sociedades
anónimas abiertas con baja presencia bursátil. Revista Internacional Legis de Contabilidad
y Auditoría, 37, 11-44.
- IASB, (2018). Norma Internacional de Contabilidad 36, Deterioro del Valor de los Activos

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