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Sistema Inmune
Uno de los principales desafíos que enfrenta cualquier organismo es la defensa contra posibles
agentes perjudiciales para la salud. El sistema inmune permite que, a pesar de vivir en un ambiente cargado
de agentes potencialmente patogénicos o perjudiciales, solamente suframos procesos infecciosos
clínicamente visibles en pocas ocasiones. Más aun, en las pocas ocasiones en las que tenemos estas
infecciones, por lo general la respuesta inmune permite que la misma se resuelva dentro de un par de días.
El sistema inmune no sólo tiene la importante tarea de defendernos frente a bacterias, virus y hongos
que vengan desde el exterior y puedan provocarnos una enfermedad. También es el encargado de evitar que
las células tumorales o neoplásicas que se generan constantemente en nuestro cuerpo proliferen dando lugar
a la formación de tumores. Por lo tanto, el sistema inmune tiene la enorme y difícil tarea de discriminar
entre qué células son propias, cuáles son ajenas y lo que es aún peor, cuál de nuestras células presentan
características particulares que las vuelven peligrosas para nuestra salud.
Ahora que entendimos la vital importancia que tiene este sistema, ¿vemos cómo funciona? Antes de
empezar, te recomiendo que mires el siguiente video en el que se resume el funcionamiento global del
sistema inmune.
Podríamos definir entonces al sistema inmune como el conjunto de mecanismos de defensa que
tenemos en nuestro cuerpo y que actúan de manera coordinada para protegernos. Estos mecanismos pueden
ser divididos en 3 (Figura 1):
● Barreras Inespecíficas
● Inmunidad Innata
● Inmunidad Adaptativa o Adquirida
Este sistema está integrado por órganos, células (componentes celulares) e incluso moléculas
(componentes humorales) que protegen al cuerpo contra organismos causantes de enfermedades y ciertas
toxinas. Los organismos causantes de enfermedades pueden ser muy diversos como bacterias, hongos,
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protozoos e incluso virus. Sin importar su clasificación taxonómica, estos agentes son normalmente
conocidos en su conjunto como patógenos.
Estos patógenos pueden ser transmitidos por el aire, la comida y la piel. Si bien su ingreso a nuestro
cuerpo se encuentra impedido por nuestra primera línea de defensa, la piel y las mucosas, en algunos casos
esta primera línea falla y ocurren las infecciones. En estos casos, el sistema inmune tiene la capacidad de
reconocer la presencia de estos patógenos y activarse para combatir la infección.
1. Barreras Inespecíficas
La primera línea de defensa esta constituida principalmente por la piel y los epitelios que recubren
los aparatos respiratorio, digestivo y genitourinario, cuya integridad impide de manera mecánica el ingreso
de los microorganismos. Además, incluye la presencia de secreciones mucosas en nuestras membranas y la
presencia de microbiota o flora comensal. Esta primera línea de defensa es inespecífica ya que no es capaz
de diferenciar frente a qué tipo de patógeno nos estamos enfrentando, simplemente funcionan como una
barrera física para impedir la colonización. Veamos con un poco más de detalle cómo está compuesto y
cómo funciona:
● Piel. Representa el órgano más extenso de todo nuestro cuerpo. La continuidad del epitelio
representa la barrera más eficaz frente a los agentes infecciosos. Sin embargo, la piel y las mucosas
no sólo funcionan como barrera física, sino que tiene un papel activo en la regulación de las bacterias
presentes y en la modulación del sistema inmune mediante la secreción de sustancias específicas.
● Secreciones mucosas. Las mucosidades producidas en ciertas cavidades del cuerpo atrapan y
remueven los microorganismos evitando que puedan unirse e infectar las células de nuestro cuerpo.
Además, estas secreciones contienen sustancias microbicidas que evitan el crecimiento de los
microorganismos. Más aun, las secreciones pueden contener inmunoglobulinas o anticuerpos
específicos que controlan y neutralizan la posible reinfección con patógenos particulares.
● Microbiota comensal. Son bacterias que normalmente se encuentran en la superficie de nuestro
organismo (especialmente en la piel y el tracto digestivo) y cuya presencia es beneficiosa e incluso
necesaria para nuestro correcto funcionamiento. La presencia de estas bacterias favorece nuestro
sistema inmune ya que en primer lugar compiten con los patógenos por los nutrientes y el espacio de
adhesión, limitando su proliferación. Además, muchas de ellas incluso producen sustancias
antimicrobianas que afectan la sobrevida y virulencia de los patógenos. Es importante destacar que la
clasificación de la microbiota entre patógena y comensal es dinámica y puede verse modificada
según las condiciones fisiológicas particulares del hospedador. Por ejemplo, en situaciones de
inmunocompromiso momentáneo o frente a lesiones cutáneas, algunas de las bacterias comensales
pueden ingresar al organismo y funcionar como patogénicas. Retomaremos este tema más adelante
cuando veamos inmunidad innata. Si te interesa este tema, te recomiendo que veas el siguiente video
donde explican un poco la gran importancia que tiene nuestra microbiota.
Nuestra primera línea de defensa suele ser bastante efectiva para evitar el ingreso de patógenos a
nuestro cuerpo. Sin embargo, en ocasiones la integridad de la piel y las mucosas puede verse afectada por
alguna herida y los patógenos aprovechan la oportunidad para ingresar a nuestro organismo. Cuando eso
ocurre, nuestro sistema inmune es capaz de reconocerlo mediante Receptores de Reconocimiento de
Patógenos (PRR). Este tipo de receptores reconoce estructuras conservadas por grandes grupos de
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La activación del sistema inmune siempre se encuentra acompañada de una respuesta inflamatoria,
caracterizada por:
● Vasodilatación. Es decir, los vasos sanguíneos se dilatan permitiendo que haya un mayor caudal de
sangre hacia los tejidos inflamados. Este proceso ocurre como consecuencia de muchos de los
factores solubles liberados por los leucocitos presentes en el sitio de infección y que están
reaccionando frente al daño.
● Aumento en la permeabilidad de los capilares. La histamina y otros compuestos liberados por los
leucocitos relajan las uniones de las células endoteliales permitiendo que el plasma sanguíneo salga
de los vasos e ingrese en los tejidos. La acumulación de fluidos en los tejidos es lo que normalmente
se conoce como edema.
Aunque la respuesta inflamatoria normalmente empieza como una respuesta local, en algunos casos
si la infección es muy importante, se pueden liberar mediadores que aumentaran la temperatura corporal,
generando como resultado un estado febril. Este aumento de la temperatura corporal favorece la fagocitosis
de los microorganismos e interfiere con el crecimiento y la replicación de los mismos.
Más allá de la primera respuesta fisiológica inespecífica, frente al ingreso de un patógeno se activa el
sistema inmune innato. Este sistema está compuesto principalmente por componentes humorales como es
el complemento y las citoquinas, y componentes celulares como los fagocitos profesionales (neutrófilos y
macrófagos), células dendríticas y células citotóxicas naturales (conocidas normalmente como Natural
Killer o Células NK). Si bien normalmente se dice que este sistema es “inespecífico”, esta afirmación es
completamente errónea. El sistema inmune innato es especifico ya que es capaz de reconocer qué tipo de
patógeno ingreso a nuestro cuerpo.
Como ustedes saben, la sangre de los vertebrados está compuesta por una parte líquida denomina
plasma y células en suspensión. Estas células incluyen eritrocitos o glóbulos rojos, leucocitos o glóbulos
blancos y plaquetas. El plasma sanguíneo es una solución compuesta principalmente de agua pero que
también tiene sales, nutrientes, desechos, hormonas y gran cantidad de proteínas (7%) (Figura 2). Algunas
de esas proteínas conforman el sistema inmune humoral (la palabra humoral proviene del viejo término
“humor” referido a los líquidos que conformaban al organismo).
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Veamos primero cuales son los componentes humorales de la respuesta inmune innata que actuarán:
Veamos ahora los componentes celulares de la inmunidad innata un poco más en detalle:
● Neutrófilos. Esta población celular son fagocitos profesionales, justamente porque su función
principal de estas células es fagocitar todos los microorganismos que ingresen en nuestro cuerpo.
Esta población celular es particularmente importante en la respuesta inmune innata frente a hongos y
bacterias extracelulares, es decir que crecen y se reproducen fuera de las células de nuestro cuerpo.
Si miramos al microscopio, veremos que los neutrófilos tienen gran cantidad de gránulos específicos
con sustancias microbicidas. Si quieren, les dejo un pequeño videito de un neutrófilo persiguiendo y
fagocitando bacterias!
● Eosinófilos. Si bien son morfológicamente similares a los neutrófilos, la funcionalidad de los
mismos es muy diferente. Estas células están principalmente involucradas en la respuesta inmune
frente a parásitos.
● Basófilos. También son morfológicamente parecidos a los eosinófilos y neutrófilos, pero en este caso
sus gránulos contienen principalmente histamina y heparina. La histamina es una sustancia que dilata
los vasos sanguíneos permitiendo que llegue más cantidad de sangre al sitio de infección. La
heparina por su parte, funciona como anticoagulante permitiendo que la sangre sea más fluida. Dada
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la gran cantidad de mediadores inflamatorios que tienen almacenados en sus gránulos, sobre todo la
presencia de histamina, la desregulación de estas células está asociada a la aparición de procesos
alérgicos. Es decir, la presencia de alergia es una consecuencia patológica de la activación
descontrolada de los basófilos
Como veremos más adeltante, los componentes humorales y celulares de la respuesta inmune estan
coordinados entre sí y su accion se ve facilitada por el desarrollo de la inflamación (Figura 5)
Figura 5. Esquema representativo de lo que ocurre durante el ingreso de una bacteria extracelular.
Por otro lado, el tipo de células que se activarán en una respuesta inmune innata difiere dependiendo
del tipo de patógeno que ingresó (Figura 6). En paralelo a la contención de la infección por parte del sistema
inmune innato, siempre se activarán células dendríticas encargadas de transmitir esta información al sistema
inmune adaptativo.
Figura 6. Células de la respuesta inmune innata que se activan frente al ingreso de diferentes patógenos.
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Como ya dijimos, la función principal del sistema inmune innato es identificar la presencia de
patógenos e intentar contener la infección. Sin embargo, muchas veces los esfuerzos de las células del
sistema inmune innato no son suficientes para erradicar al patógeno en cuestión y necesitan de la ayuda del
sistema inmune adaptativo. Como vimos anteriormente (Figura 1), el sistema inmune adaptativo también
está compuesto por una parte humoral (anticuerpos y citoquinas) y una parte celular (linfocitos B y T)
A diferencia del sistema inmune innato que presenta PRRs, el sistema inmune adaptativo presenta
receptores específicos B o T, capaces de reconocer antígenos. Definiremos entonces como Antígeno a
cualquier macromolécula que pueda ser reconocido por un receptor antigénico presente en un linfocito T
(TCR) o por un receptor antigénico de un linfocito B (BCR). A su vez, se llama epítopo o determinante
antigénico a la pequeña porción de dicha macromolécula o antígeno a la que se unen los anticuerpos (Figura
7). De esta manera, la respuesta inmune adaptativa o adquirida está dirigida justamente contra estos
antígenos patógeno-específicos.
Figura 7. Estructura general de un antígeno (macromolécula completa capaz de ser reconocida por un BCR o TCR) con
la diferenciación de los epítopes que presenta.
Los componentes celulares de la inmunidad adaptativa son todos provenientes del linaje linfoide
y pueden clasificarse inicialmente el T o B, dependiendo del tipo de receptor que presenten.
● Linfocitos T. Presentan un receptor antigénico T llamado TCR. Estas células pueden, a su vez, ser de
dos tipos:
o Los Linfocitos T citotóxicos se dirigen hacia el sitio de infección y se encargan de inducir la
apoptosis de células infectadas por los patógenos invasores o las células tumorales
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Veamos ahora los componentes humorales de la inmunidad adaptativa un poco más en detalle:
● Citoquinas. En este caso son producidas por los linfocitos Thelper (Th) y favorecen una respuesta
del sistema inmune innato más vigorosa que la inicial. De esta manera, el sistema inmune adaptativo
reactiva el sistema inmune innato ya “agotado” para intentar erradicar por completo la infección
● Anticuerpos. Los anticuerpos o inmunoglobulinas son un tipo de proteína particular cuya función
principal es unirse a los antígenos. Cuando esto ocurre, se genera un complejo inmune que permite
la neutralización de estos antígenos y favorece la eliminación del patógeno por parte del sistema
inmune innato (Figura 8).
Figura 8. Formación de complejos inmunes por la unión de antígenos y anticuerpos. Consecuencias biológicas de la
formación de complejos inmunes.
Ambos sistemas inmunes (innato y adaptativo) están íntimamente relacionados uno con otro y
funcionan como un “todo”. En este caso, el sistema innato será el primero en actuar y tratar de contener la
infección a la vez que activará el sistema inmune adaptativo. Más aun, la posibilidad de “decodificar” qué
tipo de infección estamos sufriendo permite que el sistema innato “modele” el tipo de respuesta adaptativa
que necesitamos. Una vez activada, la respuesta inmune adaptativa reactivará los mecanismos de la
respuesta inmune innata para intentar erradicar por completo la infección (Figura 9).
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Como podemos ver, las células del sistema inmune actúan en diversos lugares, dependiendo de
dónde ocurre la infección. Sin embargo, el sistema inmune no sólo está compuesto por las células y los
componentes humorales que vimos hasta ahora, sino que también esta formado por órganos específicos.
Figura 10. Origen y localización de las diferentes células que conforman el sistema inmune.
Por otro lado, recordaremos que además del sistema cardiovascular, los mamíferos tenemos un
sistema circulatorio “accesorio” al sistema sanguíneo denominado sistema linfático.