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MUERTE DE DIOS O MUERTE DEL HOMBRE

José Maria Quesada Fox


Diplomado Filosofía
Universidad Autónoma de Querétaro
CONAM4: Los Desencantos del Mundo Contemporáneo
Agosto 30, 2013

En la actualidad Dios ha muerto en diferentes ámbitos sociales, culturales y de la


política. Dios “ha muerto” y dejado de tener un papel relevante en la cultura
moderna, pese al antecedente cristiano de nuestra sociedad. Ya no solamente
importa su presencia, sino que también se desea borrar, cualquier metafísica que
hable de trascendencia o valores. El hombre debe de ser libre para crear su propia
verdad y valores. Para tomar sus propias decisiones de cómo vivir o morir, de
cómo relacionarse en pareja y sexo, de cómo hacer negocios y ganar dinero y
poder que le generen prestigio y éxito, etc. Se busca romper con todo lo que no le
deje ser auténtico, lo que esté instituido y lo que tenga carácter permanente. Esta
forma de pensar tiene su antecedente en Frederick Nietzsche, famoso por su
pregón de la “muerte de Dios” que se lee en el número 125 de “la Gaya Ciencia”.
Aforismo en el que además se afirma que Dios ha sido asesinado por el hombre
siendo esto un “acto grandioso todavía no comprendido”; el fin de la metafísica.
El presente trabajo pretende explicar el pensamiento de Nietzsche en este ámbito
que le hizo pretender substituir la metafísica y moral occidentales por un supuesto
nihilismo desde el cual la voluntad de poder substituyera al ser, creando sus
propios valores. Para la lectura e interpretación del citado pasaje y tema, me he
basado en las interpretaciones de Martín Heidegger y de Guilles Deluze. Se
pretende clarificar la posibilidad que a partir de “la nada” o vacío se puede
construir algo si la nada puede atraer a algo.

Muerte de Dios

1
¿Cómo es que Dios ha muerto? Nietzsche plantea en “la Gaya Ciencia” que
“hemos asesinado a Dios”. 1 En el aforismo 125 titulado “el loco”, este aparece con
un farol a plena luz del día entre la multitud gritando que buscaba a Dios sin cesar.
Los que lo oían se reían de él, preguntándole que si se le había perdido, o
escondido, o que si se había embarcado e emigrado. “¿Qué donde está Dios? Os
lo voy a decir. Le hemos muerto; vosotros y yo.” 2 ¿Cómo ha podido ser que nos
bebamos el mar y su horizonte, que hayamos desencadenado la tierra de su sol y
perdido el orden y dirección? Como consecuencia, el hombre va a errar en la
nada, en la noche y en el vacío. Un Dios que queda muerto y unos hombres
asesinos desconsolados. Lo más sagrado y poderoso que poseía el mundo se ha
desangrado y ha manchado con su sangre a quienes han perpetuado tal
homicidio. Este crimen a la vez, se puede volver grandioso y hacer nacer una
historia más grande que todas las historias anteriores; sin embargo, el loco
concluye que ese tiempo todavía no ha llegado, pues el enorme suceso todavía
está en camino y no ha llegado al oído de los hombres. Acto glorioso que está
lejano a ellos, aunque ellos lo hayan cometido, y las iglesias no sean ya más que
tumbas y panteones de Dios.3

Dios no muere ni desaparece por sí mismo, es asesinado por los hombres.


¿Quiénes y por qué? Heidegger no lo atribuye al hombre europeo moderno quién
“desencadenó la tierra de su sol”, al giro copernicano, o moderna comprensión de
la naturaleza. Lo atribuye más bien al rechazo de todo horizonte metafísico de su
haber4. El sol, como símil de Platón abarca con su luz el terreno en lo que aparece
lo ente según su aspecto según sus caras, las ideas.5 El horizonte significa el
mundo suprasensible en cuanto verdaderamente ente y el mar engloba la
totalidad. Todo horizonte ha sido borrado, la tierra ha sido desconectada del sol y
el mar a sido bebido. Como consecuencia de haber matado a Dios, el hombre se
ha subvertido en su Yo del ego cogito y convertido a todo ente en objeto. El

1
(Nietzsche, 2000, La Gaya Ciencia: pág. 268)
2
Op. Cit: pág. 268
3
Ibid. Ver el pasaje completo XXV El Loco del libro 3 de La Gaya Ciencia.
4
(Heidegger, 1995, pág. 194)
5
(Platón, 2008, pág. 408)

2
horizonte ya no luce por sí mismo, se convierte en las instauraciones de valor de
la voluntad de poder.6 Por lo tanto “matar a Dios” significa la eliminación por parte
del hombre del mundo suprasensible. Al hacer objeto al mundo y a las cosas,
busca su dominio a través de la voluntad de poder, como sentido de la
instauración de valores.

Como consecuencia de la muerte o asesinato de Dios sobreviene el nihilismo, que


significa el no-ser, o valor de nada. La vida toma un valor de nada cuando se le
niega o se le desprecia. Se vuelve irreal o ficticia, apariencia que pierde su valor.
La idea de otro mundo, de algún modo suprasensible, con todas sus formas: Dios,
la esencia, el bien, lo verdadero, valores superiores a la vida, no son más que el
elemento constitutivo de cualquier ficción. No se trata de detener la voluntad, sino
hacer de la nada la misma voluntad. En este primer sentido, nihilismo significa
pues, valor de la nada, un “nihil” que significa la negación como cualidad de la
voluntad de poder. El nihilismo en un segundo sentido: en vez de una voluntad,
significa una reacción contra el mundo suprasensible, negándole toda validez. Lo
que ha sido signo distintivo de la verdadera esencia de las cosas, se convierten en
signo del no-ser, de la nada.7 De esta forma el nihilista niega a Dios, el bien, lo
verdadero y a todas las formas de lo suprasensible. La filosofía pierde su carácter
tanto metafísico, como gnoseológico, su práctica se vuelve discurso elaborado y el
afán de pretender verdad, una falacia. Nada es verdad, nada está bien, Dios ha
muerto. La nada como voluntad pasa a ser la negación de cualquier voluntad. Se
trata de una vida despreciada que se desliza en un mundo sin valores, desprovisto
de sentido y de finalidad. Si en el primer momento de este nihilismo se
consideraba a la esencia de las cosas simplemente como una apariencia, en este
segundo momento, la esencia es negada, pero permanece la apariencia. En el
primer momento, se considera la voluntad de negar, como voluntad de poder. En
el segundo momento, se considera un nihilismo reactivo. 8 La voluntad de la nada
es hacer triunfar las fuerzas reactivas, convirtiendo la vida universal en irreal y la

6
(Heidegger, 1995, pág. 194)
7
Cr. Id. <<La Razón de la Filosofía>>, 6 citado por: (Deleuze, 2012, pág. 208)
8
(Deleuze, 2012, pág. 209)

3
vida particular en una reacción. En su empresa de negar la vida, la voluntad de la
nada tolera y necesita de la vida reactiva. La tolera como un estado de la vida
cercano a cero y la necesita como un medio para negarse o contradecirse. Las
fuerzas reactivas tienen un conductor, quieren triunfar solas; no quieren deber su
triunfo a nadie y desconfían de la voluntad de poder, que se puede volver contra
ellas y destruirlas. La vida reactiva rompe su alianza con la voluntad negativa,
quiere reinar sola. ¿Hasta dónde llegará esta reacción? Es mejor apagarse
pasivamente. El nihilismo reactivo se vuelve pues nihilismo pasivo; es mejor
apagarse pasivamente que ser conducida desde fuera. En este tercer sentido, el
nihilismo se vuelve pasivo.

Esta historia también se puede contar de otra forma: Dios se ha muerto de piedad,
“Dios se cansa de su propia piedad tan grande”, o también se tenía que morir por
curioso e indiscreto ya que el “hombre no soporta que siga viviendo ningún solo
testigo”. Para Nietzsche tener piedad significa tener tolerancia por los estados de
la vida cercanos a cero. Es amor a la vida, pero a la vida débil, enferma y reactiva.
Experimenta piedad el que odia todo lo que es activo en la vida, el que se sirve de
la vida para negar y despreciar a la misma vida y oponerse a ella. La piedad
designa este complejo de la voluntad de la nada y de las fuerzas reactivas, es la
práctica del nihilismo que persuade hacia la nada. Es retórica que entra en el
dominio de la idiosincrasia religiosa y moral y que puede ocultar con palabras
sublimes la enemistad de la vida. Así pues, el hombre reactivo mejor le da muerte
a Dios porque ya no soporta su piedad, es decir, que Dios se inmiscuya en sus
asuntos o sea testigo de los mismos. Prefiere ponerse en el lugar de Dios, aunque
no con valores superiores, sino con una vida reactiva que “tiene bastante con ella
misma y pretende secretar sus propios valores”,9 resentimiento que lo hace ateo.
Es mejor no tener ningún valor, que valores superiores. Mejor no tener voluntad,
mejor la nada, como voluntad de la nada. Así explicada la historia, nos conduce a
la misma conclusión: el nihilismo negativo viene substituido por el nihilismo
reactivo y este desemboca en el nihilismo pasivo. De Dios, al asesino de Dios y
del asesino de Dios, al último hombre. El hombre reactivo ocupa el lugar de Dios,
9
(Deleuze, 2012, pág. 211)

4
“la adaptación, la evolución, el progreso, la felicidad para todos, el bien de la
comunidad. El Hombre-Dios, el hombre moral, el hombre verídico, el hombre
social”.10 Estos son los nuevos valores que la sociedad nos propone en lugar de
Dios. Los últimos hombres dicen parpadeantes “hemos inventado la felicidad” 11 El
lugar vacío por Dios pide ser ocupado por otra cosa, que no es más que la simple
vida que se aprovechaba de la voluntad de la nada, para conseguir su victoria.
Vida que triunfa sobre los templos y ocupa el lugar de Dios, y que no reconoce
más valores que los suyos y que no querrá ser animada por una voluntad que la
sobrepase. Seguirá siendo siempre la misma vida, despreciada y reducida a su
forma reactiva. Los valores pueden cambiarse, negarse o hasta desaparecer, pero
no desaparecerá esta perspectiva nihilista, que preside esta historia desde su
principio hasta el fin y de la cual derivan tanto todos estos valores, como la
ausencia de los mismos. Por eso Nietzsche no piensa al nihilismo como un
acontecimiento de la historia, sino más bien como el motor de la historia del
hombre, o de la historia universal.12 Nihilismo negativo, reactivo y pasivo se
vuelven en Nietzsche una sola historia jalonada por el judaísmo, el cristianismo, la
reforma, el librepensamiento, la ideología democrática, socialista, etc. Hasta el
último hombre. Así pues, parece que el nihilismo ya no es nada, negación o
reacción, más bien parece pasividad. ¡El hombre ha muerto también!

Que viene después del nihilismo

Si como dice Heidegger la palabra “Dios” pensada esencialmente representa el


mundo suprasensible de las ideas, es decir, a la metafísica y este Dios ha muerto,
es necesario pues, superar a la metafísica y crear una nueva moral. ¿De dónde
vendrá esta? Si esta nueva moral surgiera del propio hombre quién la construye
en ausencia de Dios, quiere decir que el hombre asume el papel de Dios con su
propia voluntad de poder y en un eterno retorno. Si el nihilismo completo es la
transvaloración de todos los valores anteriores, no será una inversión o modo
nuevo de valorar y no podrá tampoco ser el mundo suprasensible ya sin vida,

10
(Deleuze, 2012, pág. 212)
11
(Nietzsche, Así Hablaba Zaratustra, 2000, pág. 493)
12
(Deleuze, 2012, pág. 213)

5
(Dios ha muerto) sino que se requerirá de un nuevo principio rector desde el cual
se generen o se sustenten los nuevos valores. De este modo, el nihilismo se
convierte en “ideal de vida pletórica”.13 Así para Nietzsche el nihilismo se convierte
en la historia de la instauración de valores, la desvalorización de los mismos, la
inversión, o la nueva instauración de estos. Las metas supremas, los fundamentos
y principios de lo ente, los ideales y lo suprasensible, Dios y los dioses, todo esto
es comprendido de antemano como valor. La metafísica de Nietzsche no es otra
cosa, más de lo que él piensa con la palabra “valor”. 14 Este se convierte en el
substituto positivo de lo metafísico. ¿Qué significa pues “valor” en este sentido
metafísico? Nietzsche lo definirá como “el punto de vista de las condiciones de
conservación y de aumento por lo que se refiere las formaciones complejas de
duración relativa de la vida dentro del devenir”.15 Al convertirse en un punto de
vista, el valor debe de mirar o enfocarse-a-algo, contar con algo que le permita a
su vez “valorar” o medir a algo. El valor es valor, en la medida que algo vale.
Conservación y aumento, son los rasgos fundamentales de la vida, que
permanecen mutuamente dentro de sí. A la vida le toca crecer, aumento y a la
conservación de la misma, le toca querer crecer. Así toda conservación de la vida,
se encuentra al servicio del aumento de la vida, es decir a ser más. Pues el
simplemente conservar la vida sin pretender aumentarla, es pura decadencia. Es
decir, los valores son instaurados desde un querer-se, o como un sí a la vida,
como voluntad de poder. Así, la voluntad de poder se convierte en el principio
instaurador y rector de cualquier valor, dentro del devenir la vida. Lo vivo se
configura en centros de la voluntad, que traerá como consecuencia formaciones
de poder. Estas se expresarán en el arte, la religión, la ciencia, la sociedad. La
voluntad de poder es el fundamento de la instauración de valores y de la
posibilidad de una valoración. Por lo tanto, “los valores y su transformación se
encuentran en relación con el aumento de poder del que plantea los valores.” Así
se concluye que los valores no son otra cosa que las condiciones de la voluntad

13
Voluntad de Poder aforismo 14, citado por Heidegger (1995, pág. 169)
14
(Heidegger, 1995, pág. 169)
15
Voluntad de Poder aforismo 715, citado por Heidegger (1995, pág. 170)

6
de poder, puestas por sí misma. Y voluntad de poder no es más que la condición
de conservación y aumento de la vida misma, un simple vitalismo.

En términos metafísicos, ¿pudiéramos aceptar la proposición de la misma


voluntad de poder como condición o entidad última constitutiva de la realidad, del
ente, el ser y el devenir? Esta proposición tiene el atractivo de reconocer la
voluntad individual como libre y rectora del ser; el ser puede ser constituido o
develado desde el “dasein”, y en su realidad ontica, descubrimos la realidad
ontológica del ser. En primera instancia, pudiera parecer que Heidegger leyera
esta proposición y la aceptara. Sin embargo, él mismo nos dice que en Nietzsche
el ser se ha convertido en valor que permanece y aumenta la condición del ser. Y
si el ser de lo ente recibe el sello de valor, se borraría “todo camino hacia la
experiencia del propio ser”.16 En otras palabras, el ser desaparece o queda
encubierto. Dios, lo ente del ente, ha sido rebajado a la calidad de valor supremo.
¿Qué es o más bien dicho que son los valores? Si aceptáramos esta proposición
de valor como condición última del ser, la proposición siguiente sería investigar la
“seidad” u ontología de los valores.

Max Scheler en su Ética17 nos señala que los valores son separables de las cosas.
Los objetos reales nos son dados como cosas que son valiosas y útiles. Y los
valores no solamente aparecen cimentados sobre las cosas, sino que ellos
mismos se hallan penetrados eternamente de valor. La unidad de un valor sirve
como guía a la complejidad de todas las otras cualidades que se reúnen en el
bien, como lo pueden ser los colores, las formas, etc. Por lo tanto, las cosas son
cosas en sí y a la vez tienen uno u otro valor. Y un bien, puede tener valor y puede
ser valorado conforme a una jerarquía de valores, que son reconocidos en ellas,
mediante el sentimiento como facultad para reconocerlos. Por lo tanto, los valores
no son creados por la voluntad de poder, sino más bien son reconocidos o
valorados. De aquí pues, que no podamos darle al valor la cualidad ontológica de
ser creador, sino más bien, de ser real y reconocible, como intencionalidad. La

16
(Heidegger, 1995, pág. 192)
17
(Scheler, 2001, págs. 68-69)

7
pregunta ¿Cómo podemos asumir algo desde la nada? no cabe en Nietzsche.
Parece ser que el nihilismo no significa “no ser” sino más bien, lugar, un valor de
nada, (Deleuze) una voluntad de nada, o como conservación y aumento de la vida
en un propio devenir. (Heidegger) La cualidad medible, -valor- trata de convertirse
en cualidad creadora. Los valores no se crean ni se convienen, estos existen-en
sí, no como cosas o vivencias o esencias, sino como valores y que somos
capaces de reconocerlos en las cosas, independientemente de que estos son
definibles en sí (Scheler). Los valores son cualidades independientes de los
bienes; las cosas son valiosas. Esta independencia con relación a lo empírico es
total, de ahí que los valores sean cualidades a priori. 18 No solo se refiere a los
objetos, sino también a nuestras reacciones frente a los bienes y los valores. Un
asesinato seguirá siendo malo independientemente se juzgue o no a quien lo
cometió, y el bien seguirá siendo bueno aunque no sea referido a alguna situación
concreta. Como cualidades independientes, los valores no varían con las cosas.
¿No es esto trascendencia? Como reacción o percibir sentimental de algo, es
decir como hechos psíquicos, estos tienen intencionalidad, apuntan a algo que no
es la vivencia. Cuando se piensa, se piensa-en-algo, cuando se decide, se decide
algo y cuando se aprecia, se aprecia algo. Es decir, que el objeto se nos da como
irreductible a la vivencia. Este hecho fenomenológico en el percibir sentimental de
un valor, está dado este mismo valor con distinción de su sentir y por consiguiente
la desaparición del percibir sentimental no suprime el ser del valor.19 ¿No es esto
también trascendental? Indudablemente no podemos negar el carácter metafísico
de los valores situado más allá de la voluntad de poder.

Es valorable en Nietzsche la intención de desenmascarar cualquier imposición o


tergiversación de valores, que o bien, no responden a la realidad, o bien pretenden
limitar o coartar la voluntad de poder vista esta como la posibilidad de querer y
generar. No está mal quitar de enfrente todo aquello que es aparente y buscar la
esencia de las cosas en sí mismas. Sin embargo, el querer y poder tiene que ser
trascendente. Es decir, se quiere-algo, se puede-algo y al final hemos de ver que

18
(Frondizi, 2004, pág. 119)
19
(Scheler, 2001, pág. 100)

8
hay “algo” y hay “alguien” hacia donde se dirige nuestra voluntad. Nietzsche nos
ayuda a quitar el telón falso del mundo, pero a nosotros nos toca seguir viendo las
cosas-en-sí.

9
Bibliografía

Deleuze, G. (2012). Nietzsche y la filosofía. Barcelona: Anagrama.

Heidegger, M. (1995). La frase de Nietzsche Dios ha Muerto. En Caminos del


Bosque (pág. 279). Madrid: Alianza Editorial.

Nietzsche, F. (2000). Así Hablaba Zaratustra. En F. Nietzsche, Obras Inmortales


Tomo 2 (págs. 487-751). Barcelona: Edicomunicación S.A.

Nietzsche, F. (2000). El anticristo. En F. Nietzsche, Obras Inmortales l (págs. 409-


479). Barcelona: Edicomunicación S.A.

Nietzsche, F. (2000). Humano Demasiado Humano II. En N. Friedrich, Obras


Inmortales 4 (págs. 1741-1854). Barcelona: Edicomunicación S.A.

Nietzsche, F. (2000). La Gaya Ciencia. En F. Nietzsche, & F. Nietzsche, Obras


Inmortales Tomo 1 (pág. 248). Barcelona : Edicomunicaciones S.A.

Platón. (2008). La República. Madrid: Alianza Editorial.

Scheler, M. (2001). Etica. Madrid: Caparrós Editores.

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