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La solución de este conflicto no debió ser nada fácil. Supone mucha oración, mu-
cho diálogo y muchos malos ratos. Este incidente nos indica hasta qué punto en
aquel matrimonio hubo situaciones difíciles casi desde el primer momento.
Un pueblo, además, que tenía mala fama: ¿De Nazaret puede haber cosa buena?.
(Jn 1,46).
Cuando llevaron al niño al templo por primera vez, un hombre de Dios inspirado
por el cielo, le dijo a la madre cosas terribles: el niño estaba destinado a ser "señal
de contradicción" y un motivo de conflictos (Lc 2,35), y ella misma se vería tras-
pasada por un sufrimiento mortal (Lc 2,34-35).
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: “Este está puesto para caída y ele-
vación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, ¡y a ti misma una
espada te atravesará el alma!, a fin de que queden al descubierto las intenciones
de muchos corazones”.
Recordemos también el extraño episodio del niño cuando se quedó en el templo sin decir na-
da a sus padres (Lc 2,41-51). El Evangelio de Lucas señala expresamente que ni María ni
José comprendieron lo que el joven Jesús hizo y dijo en aquella ocasión (Lc 2,48 y 51). Lo
cual quiere decir que, también desde este punto de vista, en aquella familia hubo problemas,
porque había cosas que resultaban preocupantes y que los padres no entendían.
Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de
los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupe-
factos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos,
y su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustia-
dos, te andábamos buscando”. El les dijo: “Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais
que yo debía estar en la casa de mi Padre?” Pero ellos no comprendieron la respuesta
que les dio.
En resumen: una familia con problemas. Y por cierto, de todas clases: problemas matrimo-
niales, problemas políticos, problemas entre los padres y el hijo. Una familia perseguida
políticamente, desterrada, exiliada, arrinconada en un pueblo perdido, arrastrando sombrías
amenazas, y viviendo situaciones que no resultaban fáciles de entender. En definitiva, una
familia con problemas graves. Sin duda, como los problemas de tantas otras familias.
Desde el punto de vista de la fe, nosotros sabemos que en aquella familia estuvo presente
lo mejor que puede haber en una casa: el favor de Dios, su gracia y su palabra. Allí estuvo
presente JESUS. Pero esto nos viene a indicar que la presencia cercana y palpable de Jesús
no excluye los problemas, la incomprensión y hasta los conflictos. Más aún, precisamente
la presencia de Jesús fue la causa de las dificultades y las tensiones que se produjeron en
aquel hogar.
Por consiguiente, la familia ideal no es la familia donde no hay problemas, sino la familia
que escucha el Evangelio, que lo acoge y lo vive, aun a costa de tener que soportar situa-
ciones problemáticas. En eso seguramente reside la enseñanza más importante que tiene
para los creyentes la familia de Jesús.
PARA DIALOGAR
¿Nos habíamos imaginado así a la Sagrada Familia?
¿Creemos que los problemas y las dificultades son algo ajeno a una familia cristiana?
¿Qué podemos aprender de esta visión de la familia?