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Sistemas Doctrinales Relacionados al Delito

Introducción

En términos prácticos, la teoría del delito nos permite mediante un análisis científico de la
conducta humana determinar la existencia o no de un delito, la acreditación de los
elementos que la integran, así como aclarar todas las cuestiones referentes al hecho
punible que se investiga. La instauración en México del sistema penal acusatorio y oral,
hace imprescindible conocer los sistemas doctrinales que estudian al delito, en virtud de ser
la base teórica con la que el Ministerio Público (Fiscal) sustenta la acusación, ya que,
conforme a los principios de este nuevo sistema, le corresponde la carga de la prueba, o
bien para el adecuado ejercicio de la defensa técnica del imputado.

Es importante tener claro que esta teoría es independiente de la llamada teoría del caso, ya
que, procesalmente, ésta última permite al Ministerio Público (Fiscal) o abogado defensor
establecer una idea central del caso y estructurar una estrategia que articule los elementos
para acreditar la acusación ante el órgano jurisdiccional o permitan demostrar la inocencia
del imputado.

Por ejemplo…
La Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Perú condenó a Alberto Fujimori
(expresidente de Perú) por los graves delitos contra los derechos humanos. De esta manera,
tenemos: homicidio calificado, con el agravante de alevosía contra las 25 víctimas de
Barrios Altos y La Cantuta; lesiones graves contra cuatro víctimas de Barrios Altos, y
secuestro agravado, con trato cruel, en agravio del periodista Gustavo Gorriti y del
empresario Samuel Dyer, por lo que le ha impuesto el máximo de la pena prevista por la ley
penal: 25 años de pena privativa de la libertad. Basándose para ello, en la teoría del
dominio del hecho de Claus Roxin específicamente, sostuvo que Fujimori tuvo el dominio
por organización.
A lo largo de esta unidad usted estudiará los diferentes sistemas doctrinales que explican la
evolución de la teoría del delito, desde su surgimiento en Alemania, hace ya más de un siglo, hasta
la actualidad. Estudiará el causalismo, la acción social, el finalismo, el modelo lógico-matemático
en derecho penal, y el funcionalismo, siendo todas éstas, las que en conjunto, forman la teoría del
delito.

Los principales sistemas doctrinales


Se ha afirmado que “el delito es tan antiguo como la aparición del ser humano sobre la
tierra” (Hernández Islas, 2006: 33). Por ello, el derecho penal, prima facie es un sistema
normativo contra instintivo, prescribe conductas que deben seguir los seres humanos para
convivir en sociedad. En esta tesitura, todos los seres humanos obedecen a lo establecido en
la ley porque así fue convenido. Obligación que debe cumplirse aun en contra de su
voluntad, ya que de lo contrario se harían acreedores a una sanción, en virtud del carácter
coactivo del propio derecho.

Por ello, para que las relaciones sociales funcionen adecuadamente, cada sociedad
considerará ciertas conductas como delitos, los cuales pueden volver a determinarse en la
medida en que así lo requiera la sociedad conforme a su evolución, esto es, su contenido
puede variar en el tiempo y espacio. De acuerdo con este argumento, conforme al artículo
7 del Código Penal Federal, el delito "es el acto u omisión que sancionan las leyes
penales".

Debemos saber que a las teorías que estudian el delito se le denomina sistemas doctrinales.
En este sentido, como sostiene García Jiménez, “la teoría del delito se caracteriza por ser,
en principio, un conjunto de conceptos que se desarrollan en torno a la naturaleza,
conformación, existencia, inexistencia o formas de aparición del delito, como realidad
jurídica y social” (2003: 31).

No sólo eso, la definición de delito también dependerá del modelo conceptual que se
utilice, es decir, la definición del delito depende si éste es considerado como un ente
monolítico−modelo conceptual unitario o totalizador−, formado por un solo elemento, o
como una serie de elementos que conforman al delito (modelo conceptual analítico o
atomizador), lo que implica descomponerlo, fraccionarlo en partes, es decir, que pasó del
todo a fragmentos, que, en su conjunto, conforman al delito.

Sin embargo, para fines pedagógicos, lo mejor es estudiar al delito bajo los sistemas
doctrinales. Al respecto, es importante aclarar que todos los sistemas doctrinales que
estudiará en esta unidad coinciden en sostener que el delito está compuesto por más de un
elemento, es decir, utilizan el modelo conceptual analítico o atomizador.

Por último, podemos sostener, como afirma Urosa Ramírez (2006: 321), que la teoría
moderna del delito inicia con el sistema doctrinal del causalismo, cuyo principal expositor
es Franz von Liszt, y es a partir de este momento, cuando se empieza a hablar de
dogmática jurídica. En este sentido, para Franz von Liszt, la dogmática penal es el estudio
de los dogmas, estimando con tal carácter a la norma jurídico penal, enfocándolo en las
normas del Código Penal Alemán de 1871 (García Jiménez, 2003: 32).

El causalismo
Como mencionamos, el principal expositor de este sistema doctrinal es Franz von Liszt,
quien utiliza el método natural para definir al delito y, consecuentemente, los elementos
que lo integran.

El método natural consiste en sostener que para que exista un delito es necesario que se
configure una relación de causalidad, es decir, una relación de causa-efecto. Donde la causa
es el acto o acción humana, y el efecto el resultado que se produce en el mundo material,
específicamente, éste es el daño producido en la esfera jurídica del sujeto pasivo (víctima y
ofendido del delito).
Este daño en la esfera jurídica del sujeto pasivo puede ser en su patrimonio, vida,
personalidad, libertad, en general, en sus bienes jurídicos tutelado por el Código Penal y
por las leyes generales y federales que establezcan un capítulo de delitos. De esta forma, si
la acción del sujeto activo del delito no produce un daño en los bienes jurídicos protegidos
de la víctima u ofendido no hay delito.

Dicho de otro modo, este sistema doctrinal se encuentra caracterizado por concebir a la
acción de una manera simple y clara, lo cual tiene términos totalmente naturalísticos, como
es el caso de una acción compuesta por un movimiento corporal (acción en sentido estricto)
y la consecuencia, modificación del mundo exterior (resultado), unidos por la relación de
causalidad (nexo causal) (Plascencia, 2004: 54).

De esta forma, como sostiene Alberto Orellana Wiarco (1998: 9-10), la explicación
naturalística del acto o acción humana se basa en las relaciones de procesos causales. La
acción nace de un movimiento corporal, un proceso que va a producir un cambio en el
mundo exterior, es decir, un efecto, y entre una u otro se da una relación.

Ahora bien, cuando ese movimiento corporal (acto o acción humana) produce un daño en el
bien jurídico tutelado del sujeto pasivo, se configura el segundo elemento del delito: la
tipicidad.

Al respecto, es importante no confundir la tipicidad con el tipo penal, ya que como


recordará, son dos conceptos diferentes:
Otro de los elementos del delito en este sistema doctrinal es la antijuridicidad, considerada
como la inobservancia a una norma jurídica, que establece el tipo penal, derivada de un
deber jurídico de obrar (acción) o no obrar (omisión). De esta forma, la antijuridicidad tiene
el objetivo de proteger los bienes jurídicos tutelados por la Ley, que pueden ser: el
patrimonio, la vida, la libertad, la seguridad nacional, entre otros.

En términos prácticos, la antijuridicidad determina cuando una conducta es ilícita, en


cuanto significa prohibir un comportamiento lesivo o dañino para la sociedad.

Por ejemplo…
El artículo 302 del Código Penal Federal prevé el tipo penal de homicidio, conforme al
cual está prohibido privar de la vida a otro, pues el bien jurídico tutelado es la vida. En este
sentido, la antijuridicidad es la transgresión al deber jurídico de no privar de la vida a otra
persona, ya que dicha conducta está prohibida.

Asimismo, otro de los elementos del delito para el causalismo es la imputabilidad, que se
refiere a la capacidad del sujeto activo del delito de ser responsable por la comisión de un
hecho delictivo por reunir las condiciones psíquicas y legales.

Las condiciones psíquicas se refieren a que el sujeto activo del delito esté en pleno uso de
sus facultades mentales, es decir, que no tenga capacidades diferentes que le impidan
comprender las consecuencias legales de cometer un delito; y las condiciones legales, se
refieren a que sólo se someterán a un proceso penal las personas que tienen la mayoría de
edad. Lo anterior, no significa que una persona disminuida cognitivamente, o en su caso,
una menor de edad, no se someta a un procedimiento penal, sino que será juzgada conforme
a procedimientos especiales previamente establecidos.

No es extraño que Luis Jiménez de Asúa (1958: 326) sostenga que el concepto clásico de la
imputabilidad se basa en la existencia del libre albedrío y de responsabilidad moral.
En esta teoría, una vez que se sabe que el sujeto activo del delito reúne las condiciones
necesarias (psíquicas y legales) para responsabilizarse por la comisión de un hecho
delictivo, lo siguiente será saber en qué grado se cometió el delito, si fue con dolo o con
culpa, éste es precisamente, el último elemento del delito, la culpabilidad.

De acuerdo con esta teoría, la culpabilidad se basa en un aspecto psicológico, donde será
necesario determinar si la conducta delictiva se realizó con intención (dolo), o sin intención
(culpa). En términos concretos, la culpabilidad es el nexo psicológico entre la conducta y el
resultado, siendo sus especies el dolo y la culpa (Urosa, 2006: 327).

El jurista Ignacio Villalobos (1990: 283) define magistralmente la culpabilidad en sus


dimensiones de dolo y culpa, al sostener que la culpabilidad genéricamente consiste en el
desprecio del sujeto por el orden jurídico, además de por los mandatos y prohibiciones que
tienden a constituirlo y conservarlo, desprecio que se manifiesta por franca oposición en el
dolo o, indirectamente, por indolencia y desatención nacidas del desinterés o subestimación
del mal ajeno frente a los propios deseos, en la culpa.

La acción social
Este sistema doctrinal introduce la dimensión fáctica del derecho para el estudio del delito.
Utilizando, básicamente, dos conceptos jurídicos fundamentales: sentido social y dañosidad
social.

Los teóricos más representativos de esta postura son Eberhard Schmidt, Werner Maihofer,
Hans-Heinrich Jescheck y Niese (Polaino, 2013: 283). En este sistema doctrinal se estudia,
en específico, el concepto social de la acción.

Su principal expositor es Eberhard Schmidt, quien sostiene que la acción no interesa tanto
como fenómeno fisiológico (naturalista), sino más bien, la acción interesa como
fenómeno social, cuya relevancia se constata socialmente (Cfr. Polaino, 2013: 283).

De acuerdo con el jurista Miguel Polaino Navarrete (2013: 283-284), los postulados
científicos esenciales de este sistema doctrinal son:
Asimismo, en la tesis del jurista Polaino Navarrete (2013: 285), este sistema doctrinal
puede dividirse en dos corrientes:

En resumen, la acción será una conducta humana socialmente relevante dominada por
la voluntad o que se puede dominar por la voluntad.

El finalismo
De acuerdo con el jurista Raúl Plascencia Villanueva (2004: 40), el finalismo concibe a la
acción como el ejercicio final de la actividad humana, constituida por la fase interna y
externa.

De acuerdo con el jurista Raúl Plascencia Villanueva (2004: 41), las aportaciones de este
sistema doctrinal son:

La coexistencia de la antijuridicidad tuvo que separarse del dolo, una vez entendido éste
como pura realización de la voluntad, y convertirse en factor central del concepto de
culpabilidad.

Se distinguieron los supuestos de error de tipo y error de prohibición. Para esta doctrina, el
error de tipo, que excluye el dolo, y con él, la punibilidad, porque sin éste no se realiza el
tipo. En este error existen tres supuestos. Primero, la ilicitud de la conducta porque el sujeto
desconoce que existe una ley que lo prohíbe; segundo, se presenta cuando el sujeto
desconoce el alcance de la ley; y, tercero, cuando el sujeto actúa porque piensa que está
justificada su conducta. Por otra parte, el error de prohibición, que elimina la conciencia de
la antijuridicidad.

La participación (inducción y complicidad) sólo se presenta en un hecho principal doloso,


puesto que sin el dolo falta el tipo del hecho principal.
La teoría finalista difiere del causalismo al rechazar que la acción sea sólo la manifestación
de la voluntad por medio del movimiento corporal o la ausencia de ese movimiento, que
produce un resultado (García Jiménez, 2003: 160), pues, como sostiene Hans Welzel:
“Toda acción u omisión penalmente relevante es una unidad constituida por momentos
objetivos y subjetivos (del hecho y la voluntad). Su realización recorre diferentes etapas,
preparación, tentativa y consumación” (1993: 37). Para entender mejor este sistema
doctrinal, tenemos que citar textualmente a Welzel.

En términos más simples, Francisco Muñoz Conde define a la acción como “todo
comportamiento dependiente de la voluntad humana. Sólo el voluntario puede ser
penalmente relevante y la voluntad implica siempre una finalidad. No se concibe un acto de
la voluntad, es siempre algo que se quiere alcanzar, es decir, un fin. De ahí que la acción
humana regida por la voluntad sea siempre una acción final, una acción dirigida a la
consecución de un fin” (1991: 238).

Ahora bien, el sistema doctrinal finalista también considera a la “tipicidad” como elemento
del delito. De esta forma, una acción se convierte en delito si infringe el ordenamiento de la
comunidad en algún modo normado por los tipo penales, es decir, tiene que infringir de un
modo determinado el orden de la comunidad, por ello, la acción ejecutada deber ser típica y
antijurídica para que, posteriormente, pueda ser reprochada al autor como persona
responsable (García Jiménez, 2003: 174).

El modelo lógico en derecho penal


El modelo lógico del derecho penal representa para la teoría del delito lo que la teoría pura
para la teoría general del derecho, es decir, un modelo conceptual que delimita los
elementos fácticos (hechos) y los normativos, tanto en la teoría del delito como en la de la
pena.

De acuerdo con este sistema doctrinal, el delito se considera como un hecho y, por lo
mismo, pertenece al mundo fáctico. Por su parte, el tipo penal es una descripción general y
abstracta, pertenece al mundo normativo. Nótese que no se habla de que el tipo penal sea
una descripción normativa de la conducta delictiva, pues sería mezclar lo fáctico con lo
normativo.

Aunado a lo anterior, resulta importante señalar que en este sistema doctrinal se


utilizan principios lógicos, pues éstos permiten delimitar conceptualmente los elementos
del delito. De esta forma, se puede hablar de cinco niveles, denominados de lenguaje. Dada
su importancia, precisaremos cada uno de ellos:

1° nivel Es el nivel prejurídico. Se ubican las acciones y omisiones antisociales


prejurídicas relevantes para el legislador. Son las acciones y omisiones que constituyen las
fuentes reales que legitiman la elaboración de las normas penales generales y abstractas.

2° nivel
Es el nivel normativo general y abstracto. Se sitúan las normas penales generales y
abstractas creadas por el legislador, integradas con un tipo penal y una punibilidad, si se
trata de sujetos imputables o de un tipo y una descripción legal de medidas de seguridad, si
se trata de inimputables.

3° nivel

Es el nivel fáctico particular y concreto con un significado jurídico penal. Se destina a


los delitos, que son acciones y omisiones antisociales, pero con relevancia jurídico-penal en
razón de que ya están descritas, prohibidas y contaminadas penalmente en una norma penal,
general y abstracta.

4° nivel

Es el nivel normativo particular y concreto. Se encuentran las puniciones, que surgen en


la instancia judicial. Forman parte de las normas penales individuales y concretas emitidas
por el juez a través de la sentencia penal.

5° nivel

Es el nivel fáctico particular y concreto. Se encuentran las penas, entendidas como


ejecución de las normas penales particulares y concretas.

En conclusión, el modelo lógico nos permite estudiar al delito desde la perspectiva de la


lógica formal, cuya finalidad es establecer criterios objetivos, debidamente delimitados, que
le brinden al juzgador y a las partes, dentro del proceso penal, certeza, seguridad y
legalidad jurídicas.

El funcionalismo de Claus Roxin y de Günther Jakobs


El funcionalismo moderado reconoce los elementos del delito propuestos por el finalismo
(tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad), pero con orientación político-criminal puesto que,
los presupuestos de la punibilidad deben orientarse por los fines del derecho penal, por lo
que estas categorías jurídicas no son sino instrumentos de una valoración político-criminal.

Sustituye la categoría lógica de la causalidad por un conjunto de reglas orientado


a valoraciones jurídicas, pues, la imputación de un resultado, depende de la realización de
un peligro dentro del fin de protección de la norma. La culpabilidad se limita con la
necesidad de prevención y juntas originan el nuevo concepto de responsabilidad, que es la
base de la imposición de la pena.

Por otro lado, el funcionalismo sociológico considera al derecho como garante de la


identidad normativa, la constitución y la sociedad, cuyo objeto es resolver los problemas
del sistema social. Al igual que el funcionalismo moderado, reconoce como punto de
partida al finalismo; sin embargo, en éste ya no están presentes las tendencias de política
criminal, pues las categorías que integran al delito tienen como fin sólo estabilizar al
sistema.

Es decir, el fin de la pena es la prevención general. Aporta la imputación personal,


sustentada en la prevención general como fin de la pena.

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