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1. ORIGEN
Las manifestaciones negras se originan en las fiestas del Hábeas Christi (155... a
mediados del s. XVI), con la finalidad de representar a través de los negros “el mal”
Esta forma de epresentar “el mal” a través de los negros, se dio anteriormente en
España en las fiestas del Hábeas Christi, quienes a subes tomaron un elemento de
la cultura africana conocido como el “Brujo” o el “Ganga”. Este personaje fue
mezclado con elementos del diablo católico y de ahí nació un nuevo personaje el
cual utilizaron para estas fiestas del Hábeas Christi.
Desde que llegaron los esclavos africanos al Perú, los españoles trataron de destruir
sus tradiciones culturales “salvajes” e imponerles nuevas tradiciones. Crearon para
ellos un folklore artificial.
Durante toda la colonia, los negros tuvieron que aceptar este folklore impuesto que
era su único medio de diversión. Para que su trabajo sea más productivo, era
necesario permitirles festejar de vez en cuando. A estos intereses de los
propietarios de esclavos, se añadían los intereses de la Iglesia, que utilizó el
folklore para “cristianizar” a los negros : creó fiestas de santos negros, fiestas de
cofradías negras, etc. Aprovechaba el gusto de los africanos por las procesiones, las
ceremonias públicas, la música, etc, utilizándolos para el culto católico.
Este folklore impuesto a los negros cumplía, pues, una función de control racial.
Esta función era particularmente visible en la representación dramática de la lucha
entre Moros y Cristianos, que se escenificaba mucho todavía en el siglo pasado e
incluso al principio de este siglo. Esta representación folklórica era de origen
español y celebraba la victoria de los españoles sobre los Moros invasores. Los
conquistadores la trajeron al Perú y la hicieron representar por sus esclavos negros.
L idea era doble: afirmar la superioridad del blanco sobre el negro y afirmar la
superioridad del cristiano sobre el pagano. Así los trabajadores negros eran
implícitamente invitados a respetar a su patrones y a cristianizarse.
Mojiganga
Para el Perú costeño esta palabra se halla íntimamente ligada a la costumbre que
desde el siglo XVI se originó en España de obligar a que los esclavos negro y
mulatos acompañaran las procesiones religiosas, de cuyo cortejo hacía un siglo que
formaban parte cantores, bailarines y comediantes.
Eso explica que cuando se verificó la conquista del Perú y con ello la inmigración
forzada de afronegros, éstos desempeñarán papel activo en nuestras procesiones.
Según informa Guillermo Lohman en su primer tomo sobre el arte dramático en
Lima, ya en 1560 y 1562 se celebró con danzas e invenciones el Hábeas Christi
limeño, y desde 1563 las actividades de esa clase terminaban con una
representación escénica. Dice este erudito autor que la música y el baile parece que
eran indispensable acompañamiento, y registra nombres, de músicos, cantantes y
acróbatas, dando también un dato muy interesante en relación con este artículo:
que las cofradías de negros, mulatos e indios estaban obligadas a presentar sus
danzas típicas, en estas celebraciones.
Este preámbulo viene al caso para que el lector explique el estrecho enlace que
creemos hallar en el Perú, entre las procesiones, los negros costeños y la voz
“mojiganga”. Este tema lo hemos desarrollado, en extensión, en el ensayo que en
párrafos subsiguientes mencionamos. Ahora nos limitamos a dar precisas y breves
informaciones que beneficiarán al lector.
En los finales del siglo XVII, al describir Caviedes a un limeño que fungía de médico
lo apostrofó diciéndole: “A ti, quincucho de médico y licenciado galápago,
mojiganga de la física, tuerto en derecho de párroco...”.
Algo después, por el año 1817, el Alcalde del Cabildo de Lima comunicó a los curas
de las parroquias que en las presiones de Cuasimodo y Hábeas quedaban
prohibidas las tarascas, diablos, gigantes, papahuevos y “otras mojigangas”
(Palma, Tradiciones, 905). Estas se presentaban también en las corridas de toros,
pues el mismo tradicionista dice (p. 889), describiendo una corrida de 1815, que
Mañuco el Parlampám se presentó “vestido de monigote en la mojiganga...,
desempeñándose con tanto gracejo que conquistó no poca pulachería”. En sus
Escenas de carnaval, por otra parte, al abrir Abelardo Gamarra la Escena VII, en
1879, explica: “(Doña Pancha regresando a la sala hecha una mojiganga”) (El
Tunante, 133). Y, por último, Blume y Elguera, en su “Letania”, expresan:
Etimología
El son de los diablos no tiene conexión con los lenguajes afronegros; pero si está
emparentado con su gente en cuanto a la herencia coreográfica que la República
recibió.
2. AREAS DE DIFUSIÓN
Cocharcas (principalmente)
Carmen Alto
Los Naranjos
El Chirimoyo
Pampa de Lara
Cinco Esquinas
Santoyo
Manzanilla
Barbones
Maravillas
La Confianza
En menor grado pudo haberse dado en los distritos del Rímac y La Victoria
3. DESCRIPCIÓN DE LA DANZA
Aparecen por las calles de Lima cuadrillas de negros conformadas por 11 bailarines
(desde el más alto y corpulento hasta el más pequeño)
1 Diablo Mayor
2 Capataces
8 Peones o Diablos
4. INSTRUMENTOS MUSICALES:
Básicamente intervenían:
2 Quijadas o Carachachas
1 Cajita
1 Guitarra (en ocasiones El Arpa)
5.VESTUARIO:
▪ El Diablo Mayor :
a) Zurriago o látigo
b) Pantalones con flecos
c) Rabo de cola de caballo teñidas de rojo
d) Máscara grande
e) Tiara (sombrero alargado) con plumas de colores en la punta
f) Blusa ceñida de mangas cortas color amarillo oro
g) Capa roja adornada con cascabeles
h) Alpargatas de soga adornadas con espuelas.
▪ Los Diablos:
6. LETRA DE LA CANCION
BIBLIOGRAFIA
Bocanegra, Elsa B. Historia del Son de los Diablos, Música y danzas de la costa.
Compilación de Separatas, 1959
Jiménez Borja, Arturo Danzas de Lima. S./e., 1939.
Castro Nue, Juan En la Senda del Folklore, las viejas danzas de Diablos. 1980
Herrera Asín, Mario “El Son de los Diablos.” En: Boletín del Movimiento de Teatro
Independiente del Perú. S./e., (1992)
Santa Cruz, Nicomedes Cumanana, Antología Afroperuana. Philips Peruana,
1965.