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“SON DE LOS DIABLOS”

SON DE LOS DIABLOS

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA DANZA:

El africano fue traído a las nuevas tierras colonizadas en América en condición de


esclavo y esto obedeció al incremento y expansión de la economía europea. En Perú se
asentó en la zona costera para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar y algodón,
ya que en las zonas altoandinas el clima fue una dificultad para su adaptación. En cuanto
a las características de la esclavitud estas tomaron tres líneas, la primera la producción o
trabajo en el campo, la segunda el servicio doméstico y la tercera el comercio y venta de
los esclavos.

Williams Thompkins en su libro “Las tradiciones musicales de los negros de la costa


del Perú” menciona los negros tenían danzas con tambores en las calles públicas durante
el siglo XVI pero que fueron “las cofradías consideradas como cantera de talento musical
para las procesiones festivas del estado y la iglesia”. luego menciona “Las danzas exóticas
de los negros e indios pudieron haberles dado a estas procesiones un color, pompa y gloria.
Es decir, inicialmente formaron parte de las actividades ligadas a la Iglesia. Este proceso
de convivencia permitió que durante los siguientes siglos esta convivencia permitiera que
aparecieran diferentes tipos de bailes muy populares.
1. ORIGEN
Las manifestaciones negras se originan en las fiestas del Hábeas Christi (155... a mediados
del s. XVI), con la finalidad de representar a través de los negros “el mal” Esta forma de
representar “el mal” a través de los negros, se dio anteriormente en España en las fiestas
del Hábeas Christi, quienes a subes tomaron un elemento de la cultura africana conocido
como el “Brujo” o el “Ganga”. Este personaje fue mezclado con elementos del diablo católico
y de ahí nació un nuevo personaje el cual utilizaron para estas fiestas del Hábeas Christi.

El Hábeas Christi, era la fiesta católica en contra de la duda de los protestantes. El son de
los diablos como danza forma parte de esta fiesta desde una fecha imprecisa pero lo que
sí queda claro es que, a fines del siglo XVIII, ya estaba implantado en el Perú.

Según Nicomedes Santa Cruz, en su libro “Socavón”, manifiesta que en el s. XIX, se


trasladó la aparición de los diablos a otras fechas como el carnaval o fiestas patronales de
cada pueblo.

Según Lalo Izquierdo:

Esta danza fue el resultado de la discriminación, dentro de la religión católica


El Corpus Christi (latín Cuerpo de Cristo) o solemnidad del cuerpo y la sangre de Cristo,
es una fiesta de la Iglesia Católica destinada a celebrar la Eucaristía. Su principal finalidad
es proclamar y aumentar la fe de la Iglesia Católica en Jesucristo presente en el Santísimo
Sacramento.

El Cabildo (compuesto por alcaldes o jueces municipales y por los concejales o regidores),
fue un organismo representativo de la comunidad que velaba por el buen funcionamiento
de una ciudad y tenía jurisdicción sobre el territorio de la misma.

Este Cabildo invitó a los africanos de diferentes etnias a representar detrás de la procesión
del Corpus Christi, las danzas de sus países.

Las diferentes etnias citadas desfilaban detrás de la procesión con las armas e
indumentarias de sus países, escudos, lanzas, flechas, etc. Se cubrían con pieles de
animales, plumas etc. y entre brincos: lanzaban cantos que para los europeos eran alaridos,
algunos disparaban armas de fuego que les fueron prohibidas.
Para la clase dominante este espectáculo era lascivo, pernicioso, y es cuando imponen a
los danzantes moderación en sus movimientos y cambio en su vestimenta (usar vestimenta
europea), la misma que pintó Pancho Fierro.
Con el correr del tiempo esta danza se repitió en las fiestas carnavalescas con otro tipo de
vestimenta y música evolucionada por los danzantes populares de diferentes zonas de la
costa y barrios de Lima.
En los relatos de viajeros encontramos testimonio de la presencia de población negra y de
su actividad musical al mismo tiempo que comprobamos dicha actitud frente a la cultura
con rasgos africanos, que ha permanecido durante la república, como podemos ver en un
relato de E. Carrera quien, ya en este siglo, se expresaba así de los carnavales limeños:
“El llamado “Son de los Diablos” fue otro número que provocaba revuelo en algunas calles.
Lo componían grupos de negros granadazos y pestíferos, horrorosamente disfrazados de
aquellos y casi siempre en bomba que, portando enormes quijadas de burro, al sonido de
flautas, tamboriles y otros instrumentos, músicos del más feo gusto, se detenían frente a
las casas a bailar y gritar hechos unos verdaderos escapados del infierno...” Ya en épocas
anteriores, se había hecho explícita la prohibición de formas musicales y bailes que eran
contrarias a las normas estéticas, morales o sociales de los sectores dominantes, como es
el caso del Panalivio u otros géneros musicales. Así también es notable la cantidad de
alusiones que se encuentran en documentos históricos sobre el carácter “indecente”,
“inmoral”, “obsceno”, “lascivo” de danzas que constantemente fueron prohibidas durante el
régimen colonial.
En esta expresión, rescatamos tres etapas diferentes en una sola danza…El Son de los
Diablos.

Folklore impuesto y artificial

Desde que llegaron los esclavos africanos al Perú, los españoles trataron de destruir sus
tradiciones culturales “salvajes” e imponerles nuevas tradiciones. Crearon para ellos un
folklore artificial.

Durante toda la colonia, los negros tuvieron que aceptar este folklore impuesto que era su
único medio de diversión. Para que su trabajo sea más productivo, era necesario
permitirles festejar de vez en cuando. A estos intereses de los propietarios de esclavos,
se añadían los intereses de la Iglesia, que utilizó el folklore para “cristianizar” a los negros:
creó fiestas de santos negros, fiestas de cofradías negras, etc. Aprovechaba el gusto de
los africanos por las procesiones, las ceremonias públicas, la música, etc., utilizándolos
para el culto católico.

Este folklore impuesto a los negros cumplía, pues, una función de control racial. Esta
función era particularmente visible en la representación dramática de la lucha entre Moros
y cristianos, que se escenificaba mucho todavía en el siglo pasado e incluso al principio de
este siglo. Esta representación folklórica era de origen español y celebraba la victoria de
los españoles sobre los moros invasores. Los conquistadores la trajeron al Perú y la hicieron
representar por sus esclavos negros. L idea era doble: afirmar la superioridad del blanco
sobre el negro y afirmar la superioridad del cristiano sobre el pagano. Así los trabajadores
negros eran implícitamente invitados a respetar a sus patrones y a cristianizarse.

Mojiganga

Para el Perú costeño esta palabra se halla íntimamente ligada a la costumbre que desde el
siglo XVI se originó en España de obligar a que los esclavos negro y mulatos acompañaran
las procesiones religiosas, de cuyo cortejo hacía un siglo que formaban parte cantores,
bailarines y comediantes.

Eso explica que cuando se verificó la conquista del Perú y con ello la inmigración forzada
de afronegros, éstos desempeñarán un papel activo en nuestras procesiones. Según
informa Guillermo Lohman en su primer tomo sobre el arte dramático en Lima, ya en 1560
y 1562 se celebró con danzas e invenciones el Hábeas Christi limeño, y desde 1563 las
actividades de esa clase terminaban con una representación escénica. Dice este erudito
autor que la música y el baile parece que eran indispensable acompañamiento, y registra
nombres, de músicos, cantantes y acróbatas, dando también un dato muy interesante en
relación con este artículo: que las cofradías de negros, mulatos e indios estaban obligadas
a presentar sus danzas típicas, en estas celebraciones.

Este preámbulo viene al caso para que el lector explique el estrecho enlace que creemos
hallar en el Perú, entre las procesiones, los negros costeños y la voz “mojiganga”. Este
tema lo hemos desarrollado, en extensión, en el ensayo que en párrafos subsiguientes
mencionamos. Ahora nos limitamos a dar precisas y breves informaciones que beneficiarán
al lector.

En los finales del siglo XVII, al describir Caviedes a un limeño que fungía de médico lo
apostrofó diciéndole: “A ti, quincucho de médico y licenciado galápago, mojiganga de la
física, tuerto en derecho de párroco...”.
Algo después, por el año 1817, el alcalde del Cabildo de Lima comunicó a los curas de las
parroquias que en las presiones de Cuasimodo y Hábeas quedaban prohibidas las tarascas,
diablos, gigantes, papahuevos y “otras mojigangas” (Palma, Tradiciones, 905). Estas se
presentaban también en las corridas de toros, pues el mismo tradicionista dice (p. 889),
describiendo una corrida de 1815, que Mañuco el Parlampám se presentó “vestido de
monigote en la mojiganga..., desempeñándose con tanto gracejo que conquistó no poca
pulachería”. En sus Escenas de carnaval, por otra parte, al abrir Abelardo Gamarra la
Escena VII, en 1879, explica: “(Doña Pancha regresando a la sala hecha una mojiganga”)
(El Tunante, 133). Y, por último, Blume y Elguera, en su “Letanía”, expresan:
“¡Buena está la mojiganga! ¿La bendita Compañía? (se refieren a la de Jesús)

Hombre, ¡qué ganga! ¿qué ganga?” (Pág. 195).

Las citas precedentes permiten percatarse que en cuanto a la literatura fue continuo el
empleo entre nosotros del término, “mojiganga”, no sólo a partir de los finales del siglo XVII
según se documenta en líneas precedentes. Esto no empero, nos ocupamos del mismo
porque creemos que existe la posibilidad de que se trate de un posible afronegrismo creado
en España a fines del siglo XVI, lo que convendría analizar.

Etimología

El Son de los diablos no tiene conexión con los lenguajes afronegros; pero si está
emparentado con su gente en cuanto a la herencia coreográfica que la República recibió.

La denominación es castellana, y Corominas documenta en uso la voz “son” desde


mediados del siglo XIII, en que ya se utilizaba extensamente en el área rural española. La
adición calificativa de los diablos pudo formarse en América donde estos estarían de moda
desde el s. XVI, ya que antes no habían figurado mucho. Creemos que esa denominación,
en su conjunto, se aplicó a un desprendimiento de la mojiganga ya morena que nos vino de
España, en la cual aparecían mucho los diablos (en realidad eran gangas o sea hechiceros)
que los negros introdujeron en las procesiones del culto católico los cuales se añadieron a
los diablos europeos que aparecían ya en los autos procesionales peninsulares.

2. ÁREAS DE DIFUSIÓN

El son de los diablos se desarrolló en el departamento de Lima, en los Barrios Altos.


Algunas calles que recorrieron fueron:

· Cocharcas (principalmente)
· Carmen Alto
· Los Naranjos
· El Chirimoyo
· Pampa de Lara
· Cinco Esquinas
· Santoyo
· Manzanilla
· Barbones
· Maravillas
· La Confianza

En menor grado pudo haberse dado en los distritos del Rímac y La Victoria

* Manifestaciones acerca de las fechas en que se bailó el son de los diablos:


Nicomedes Santa Cruz, “Se bailó hasta 1920”
José Durand, “Se bailó hasta 1930”
Pedro Joya (diablo mayor, entrevistado por el movimiento negro Francisco Congo), “Se
bailó hasta 1950”
Diablos Mayores más conocidos:
Ño bisté o Churrasco
El Moreno Barbadillo
Chumbeque (Pedro Joya)
Don Pancho

3. DESCRIPCIÓN DE LA DANZA

Aparecen por las calles de Lima cuadrillas de negros conformadas por 11 bailarines (desde
el más alto y corpulento hasta el más pequeño)

· 1 diablo Mayor
· 2 capataces
· 8 peones o Diablos

El número de bailarines puede variar, así como el desplazamiento y figuras coreográficas.


Hasta en los años veinte del siglo XX fue posible ver el Son de los Diablos.

4. INSTRUMENTOS MUSICALES:

Básicamente intervienen:

· 2 quijadas o Carachachas
· 1 cajita
· 1 guitarra (en ocasiones El Arpa)

Se observan en algunas acuarelas de Pancho Fierro y a través de otros datos que


mencionan la inclusión de tambores de parche, parecidos a los tambores “Batà”.
5.VESTUARIO:

Existe información variada acerca del vestuario, no obstante, podemos señalar lo


siguiente:

▪ El Diablo Mayor:

a) Zurriago o látigo
b) Pantalones con flecos
c) Rabo de cola de caballo teñidas de rojo
d) Máscara grande
e) Tiara (sombrero alargado) con plumas de colores en la punta
f) Blusa ceñida de mangas cortas color amarillo oro
g) Capa roja adornada con cascabeles
h) Alpargatas de soga adornadas con espuelas.

Bibliografía

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