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Trauma Complejo en Población Infanto Juvenil.

TEPT complejo

Relatora Ps. María Paz Palma Fernández.

1.- Contextualización del trauma complejo TEPT Complejo.

Durante la niñez, existen ciertos momentos que dejan recuerdos que perduran a lo
largo de la vida. A veces, nos confrontamos con situaciones desagradables que nos
generan nervios, ansiedad, angustia y/o malestar. Sin embargo, es posible que
estos sentimientos reaparezcan en momentos posteriores de la vida a través de
diferentes situaciones que atravesemos. Cuando nos ocurre esto, decimos que
tenemos un trauma complejo.
Los traumas complejos pueden afectar nuestros vínculos con otras personas, influir
en el rendimiento laboral o incidir en la rutina de vida. Se presentan ante nosotros
en momentos inesperados y nos ocasionan grandes dificultades.

Para comenzar con esta temática vamos a partir este recorrido desde lo mas
general a lo mas particular, viendo la diferencia entre trauma simple y trauma
complejo:

Trauma simple
Hablamos de un trauma simple cuando nos referimos a un hecho puntual que nos
ha producido una emoción desagradable que nos generó malestar en el momento
que ocurrió. Estas situaciones nos pueden suceder en diferentes momentos de la
vida y el impacto que producen es de gran importancia ya que las mismas
emociones que hemos sentido pueden reaparecer en el futuro. Podemos mencionar
dentro de los traumas simples a accidentes, lesiones físicas, robos, fallecimiento de
seres queridos, entre otros.
Trauma complejo
Cuando hablamos de traumas complejos nos referimos a una emoción unida a un
recuerdo que nos produjo angustia o miedo y que se ha repetido durante un período
prolongado de tiempo. Suceden mayormente en la infancia y los motivos pueden
ser diversos, como violencia familiar, abusos, maltratos, enfermedades propias y/o
de seres queridos, divorcios, robos, fallecimientos, accidentes, migración de un país
a otro, etc. Este tipo de situaciones nos produce mucho sufrimiento en el momento
que ocurren y son difíciles de sobrellevar. Los traumas están presentes a lo largo
de nuestras vidas y sus manifestaciones pueden producirse de diferentes formas.

Tipos de traumas
Existen tres grupos de traumas: los traumas de tipo 1, 2 y 3:
• Los traumas de tipo 1 son aquellas situaciones puntuales de la vida en las
que ocurrieron hechos que nos produjeron un gran impacto.
• Luego tenemos los traumas de tipo 2, los cuales son varias situaciones que
ocurren en poco tiempo y poseen una duración más extendida que los
traumas de tipo 1.
• Finalmente, los traumas de tipo 3 consisten en situaciones repetidas en la
infancia para la persona que tienen efectos a largo plazo. Los traumas de
tipo 3 tienen la característica de ser momentos con una gran carga de
sufrimiento para la persona que padece.

Es por eso, que al hablar sobre Trauma complejo, nos referimos al transtorno que
llega a sufrir una persona debido a la acumulación de traumatización crónica. Es un
trastorno que puede generarse cuando una persona se mantiene en contextos
traumatizantes durante un largo tiempo, cronificándose el daño y la sintomatología.
O bien cuando una persona sufre, en diversos momentos vitales, experiencias
traumáticas que devienen en trauma complejo por acumulación del daño. Se
pretende señalar que no todas las personas que han sufrido múltiples traumas
desarrollan un trauma complejo, pero el trauma complejo siempre conlleva
multitraumatización.

Por lo tanto, el trauma complejo y el estrés post traumático afectan a todas las áreas
de funcionamiento, estando en mayor o menor medida afectadas por la devastación
del trauma. El organismo sufre repercusiones a corto, medio y largo plazo en su
sistema neurobiológico: en el cuerpo, entendido en el sentido más amplio como
continente de una mente (memoria, conciencia, emociones, pensamiento,
sensaciones somáticas), una mente en la que ese cuerpo se representa y se
construye.

TEPT complejo o trauma complejo?


El CIE-11 incorporó el 'TEPT complejo' como un trastorno con entidad diagnóstica
propia, reconociendo así la especificidad clínica del 'trauma complejo'.

El concepto de ‘trauma complejo’ designa una experiencia de exposición a


múltiples estresores traumáticos a lo largo del tiempo, en la que los traumas
son de naturaleza interpersonal y tienen efectos perjudiciales para la identidad, la
personalidad, las relaciones interpersonales y la regulación emocional de la
persona.

Las personas con ‘trauma complejo’ presentarían desregulación afectiva,


somática y disociativa, así como severos impedimentos psicosociales. Su
sintomatología incluye los signos habituales del ‘trastorno de estrés
postraumático‘-recuerdos traumáticos intrusivos recurrentes, evitación de
estímulos que recuerdan al trauma, entumecimiento emocional y aumento de
la alerta/reactividad– pero sus manifestaciones clínicas se presentan con una
mayor gravedad y van más allá de las de este síndrome.

En 1991, la psiquiatra Leonore Terr propuso distinguir 2 tipos de trastorno de estrés


postraumático en la infancia:

• el subtipo 1 estaría causado por un trauma repentino único, siendo


reconocido como un cuadro de estrés post traumático simple, en donde un
evento traumático o herida emocional en particular, deja recuerdos
traumáticos intrusivos recurrentes, evitación de estímulos que recuerdan al
trauma, entumecimiento emocional y aumento de la alerta/reactividad.

• y el subtipo 2 sería efecto de traumas múltiples y crónicos como el abuso


sexual o físico. El subtipo 2 sería más grave y llevaría a síntomas
de negación y entumecimiento, disociación y rabia, así como
una tristeza considerable, adhiriéndose a todas las áreas de vida del
afectado (Terr, 1991).

En 1992 la psiquiatra Judith Herman introdujo los conceptos de ‘trauma complejo’


y ‘trastorno de estrés postraumático complejo’ en dos publicaciones: su libro Trauma
And Recovery y su artículo Complex PTSD: A syndrome in survivors of prolonged
and repeated trauma (Brenninkmeyer, 2017; Herman, 1992; Herman, 2004).

El llamado ‘trastorno de estrés postraumático complejo’ -TEPTC o TEPT complejo-


constituiría una categoría diagnóstica que tiene elementos en común, pero es
distinta del trastorno de estrés postraumático, el trastorno límite de la personalidad,
el trastorno de identidad disociativo -antes llamado trastorno de personalidad
múltiple- y los trastornos de somatización.

Herman (2004) sostiene que todos estos diagnósticos han sido históricamente
aplicados a personas que han sido víctimas de trauma complejo, y que estas
etiquetas ocultan el origen de sus padecimientos. Además, esta autora asevera que
el concepto tradicional de ‘trastorno de estrés postraumático’, que apareció por
primera vez en el DSM-III, de 1980, está demasiado vinculado a la sintomatología
de los excombatientes de la guerra de Vietnam. Sin embargo, existen casos de
trauma prolongado ‘mucho más cerca de casa’, como los padecidos por niñas y
niños maltratados o abusados sexualmente de forma crónica por sus padres,
madres y otros familiares.

Síntomas del trauma complejo

Cuando alguien está expuesto a un trauma complejo, suelen existir consecuencias


que se verán luego de un tiempo en la persona. Si bien depende del modo de
reacción de cada ser humano frente a situaciones difíciles, podemos mencionar
algunas características generales que aparecen en las personas que han sufrido
traumas complejos. Los dividiremos en tres grandes grupos: síntomas
psicosomáticos, síntomas cognitivos y síntomas emocionales.
• Síntomas psicosomáticos: son aquellas sensaciones que suceden en el
cuerpo. Entre ellas se destaca el insomnio, problemas digestivos, dolores de
cabeza, problemas en la piel, pesadillas, no poder retener la orina, entre
otros.
• Síntomas cognitivos: son aquellos pensamientos que aparecen luego del
trauma complejo. Aquí podemos mencionar ciertas dificultades en la
concentración y la atención, poca tolerancia a la frustración, baja
autoestima, ideas negativas sobre la persona misma y sobre el mundo,
problemas de aprendizaje escolar, entre otros.
• Síntomas conductuales: son aquellas conductas que aparecen luego del
trauma complejo. En este grupo podemos destacar agresividad, adicciones,
tartamudez, conductas riesgosas, impulsividad, llanto constante, entre otros.
2.- Dimensiones psicobiológicas afectadas por Trauma Complejo./

El cuerpo.

Cuando un ser humano se enfrenta a una situación traumática, su organismo


produce una cascada de cambios fisiológicos que preparan a la víctima para poner
en marcha las acciones defensivas programadas por el cuerpo. Se producen
alteraciones en las pulsaciones cardiacas, respiración, tono muscular, circulación,
digestión y estado de alerta, junto con la liberación de neuroquímicos relacionados
con el estrés, como son adrenalina y cortisol.

LeDoux (2015, p.97) afirma que “las amenazas no solo cambian la fisiología del
cuerpo, sino también la fisiología del cerebro, activando su nivel de alerta y
vigilancia, e incrementando la sensibilidad a los estímulos amenazantes relevantes.
La activación cerebral inducida por el miedo es controlada por otras salidas de la
amígdala central, en este caso las salidas de las neuronas que liberan norepinefrina,
serotonina, dopamina, acetylcolina, orexina y otros neuromoduladores a través del
cerebro. La activación incrementa la atención y la vigilancia hacia la amenaza u
otros estímulos ambientales”. Haber sufrido situaciones traumáticas, persistentes
en el tiempo, puede forzar a la víctima a sustituir las tácticas de supervivencia por
una forma de adaptación a la situación traumática. Esto conlleva que se condicionen
y cronifiquen las reacciones anteriormente descritas. El sello de estas experiencias
queda encarnado en las células y tejidos de la víctima.

Cuando el trauma complejo se encarna, el sentido de cuerpo propio y de uno mismo


corporalizado se perturba, daña y/o desaparece. Esto es especialmente agudo
cuando la persona es expuesta a trauma interpersonal severo. Nos referimos a
torturas, violaciones continuadas, violencia física, incesto, abusos sexuales.
También en casos de maltrato psicológico donde el cuerpo es motivo permanente
de miradas denigratorias, ofensas, desprecios, comparación humillante con los
modelos sociales restrictivos hegemónicos. El cuerpo puede ser un generador de
trauma complejo encarnado también en casos de enfermedad grave donde el
cuerpo está muy comprometido y es una fuente permanente de dolor o malestar
intenso. En los casos anteriormente mencionados, las víctimas aprenden que
el cuerpo no es seguro. A veces sienten que no les pertenece, que puede ser
profanado, contaminado, que genera dolor, angustia, miedo, vergüenza, asco, que
es impotente para defenderse, que es el depositario de los impulsos agresivos y
dañinos del otro. Todo esto genera un gran repertorio de sintomatología somática
que puede no estar asociada conscientemente a las experiencias traumáticas.
Estas personas llegan a rechazar su cuerpo, dañarlo activamente (Cutting, self
injury o risuka), desapegarse de él, abandonarlo. Generalmente padecen
desregulación fisiológica. La noción de uno mismo está encarnada. Esto quiere decir
que nuestras experiencias conscientes están orientadas en relación con nuestros
cuerpos, y en cómo nos situamos en el espacio-tiempo subjetivo y relacional.
Nuestros cuerpos nos proveen de la experiencia e información con la que nos
constituimos como seres humanos. Tenemos un sentido de pertenencia y propiedad
con nuestro cuerpo. Nuestra mente está donde está nuestro cuerpo. Nuestros
cuerpos somos nosotros mismos y los sentimos como propios.

La memoria.

Las experiencias vitales se almacenan en la memoria. Existen diferentes clases de


memoria. LeDoux (2015) habla de la memoria declarativa o explícita. Y dentro de
ella están la memoria episódica (que tiene que ver con el qué, dónde y cuándo: yo
sé), y la memoria semántica (que tiene que ver con la representación individual de
la integración del qué, dónde y cuándo de una experiencia: yo recuerdo), estas son
memorias conscientes, y se recobran y verbalizan posteriormente de forma
consciente. La memoria implícita, sin embargo, no requiere conciencia para ser
almacenada ni para activarse, se expresa como comportamiento, sensaciones
somáticas, emociones. LeDoux (2015) afirma que la mayor parte de nuestras
memorias son implícitas. El trauma complejo tiene que ver con la memoria,
especialmente con la memoria implícita. Las personas que lo sufren narran
recuerdos intrusivos, en muchos casos inexplicables para ellos/as. Tienen
comportamientos que les resultan, en ocasiones, muy raros, principalmente cuando
estímulos o situaciones les evocan, conscientemente o no conscientemente, hechos
traumáticos. Por ejemplo, ciertos olores, colores, palabras, o visitar determinados
lugares les generan malestar, produciéndose activación o desactivación emocional.

Las emociones.

Las emociones y en especial la regulación emocional están muy afectadas en el


trauma complejo. Para entender mejor lo que significa la regulación emocional
tomaremos la cita Howe (2005, p. 14): “Por regulación emocional entenderemos la
capacidad para reconocer, modular o controlar la intensidad y la expresión de
sentimientos e impulsos, especialmente los más intensos, de una manera
adaptativa. Las emociones nos sirven para valorar situaciones como beneficiosas o
peligrosas y también nos proveen de motivación para desarrollar acciones”. En el
estudio de las emociones hay múltiples modelos.

Las emociones serían estados neurológicos de excitación que se pueden


experimentar de forma consciente o no consciente y que están influidos por
aspectos cognitivos, intenciones, creencias, memoria, estados corporales, contexto
relacional y social, etc. Por ejemplo, Frewen y Lanius4 (2015, pos 4204) señalan “el
mismo estado fisiológico afectivo de alta excitación negativa, puede ser
experimentado como miedo en el contexto de vulnerabilidad percibida, o enfado en
el contexto de dominación percibida”. Lo que observamos en los pacientes con
trauma complejo es una dificultad ante el manejo del estrés psicobiológico. En
muchos casos, la respuesta ante una situación estresante, tanto interna como
externa, es la hiperactivación y/o la hipoactivación.

La hiperactivación, en muchos casos, tiene que ver con la evitación del daño
mediante conductas de lucha o huída. La hipoactivación tendría que ver con
conductas de evitación del daño mediante sometimiento. Tenemos que tener en
cuenta que ambas respuestas pueden quedar cronificadas, aunque la persona no
sea consciente de esa cronificación. Los/las pacientes nos dicen que sienten muy
intensamente ciertas emociones, o que por el contrario, es como si no sintieran
nada. En algunos casos pasan de un estado al otro sin solución de continuidad. La
percepción e interpretación, por el sujeto, de estos estados, es la dimensión
subjetiva de la emoción. Las emociones tienen también una dimensión social, que
tiene una valencia (placentero - displacentero), y una intensidad de excitación
(activación – desactivación).

La dimensión social de la emoción es definida como “el grado en el que la


significación emocional de un estímulo se integra dentro del contexto del
procesamiento de la información social o de la cognición social”. Señalan que las
emociones sociales requieren de una evaluación, por parte del propio sujeto, del
significado de los pensamientos, sentimientos o acciones de otra persona. Pueden
ser positivas (admiración, gratitud, amor, compasión, orgullo), o negativas (ira,
desprecio, celos, culpa, vergüenza y pena). La capacidad que tengamos de
reconocer, contextualizar y regular psicobiológicamente las emociones tiene mucho
que ver con la percepción subjetiva que tenemos de nosotros mismos, y por lo tanto
con la consciencia.

La Consciencia.

La conciencia es significada como algo personal y privado en cada una de nuestras


mentes, pero también como algo físico, comprendiendo que los estados y procesos
mentales son productos físicos del cerebro. La conciencia es subjetiva, y lo que le
hace tan personal es que la experimentamos psicobiológicamente y la
interpretamos a través nuestras memorias. Las experiencias físicas, emocionales y
cognitivas también son coloreadas por la memoria. El estado mental de conciencia
significará estar al tanto de que se está produciendo algún estado psicobiológico, y
saber de qué trata ese estado. Sin embargo, no somos conscientes de la mayoría
de nuestros estados mentales.

Una situación traumática no tiene por qué ser codificada como tal, pero aunque en
principio no haya consciencia de ello, y no quede registrada así, siempre provoca
un cambio psicobiológico, genera emociones. Puede ser un hecho que no ha
causado aparentemente dolor, que no ha provocado daño directo al cuerpo, sin
embargo, se convierte en traumático por la significación que la persona le da
posteriormente a esos hechos, que crea dudas, que confunde, que genera
emociones que no se comprenden. Un ejemplo de esta situación serían los abusos
sexuales con seducción, en los que puede haber gran excitación fisiológica y
aparente narcisización y “cariño” hacia la víctima, por parte de quien los perpetró.
Si son muy tempranos, además, la victima los puede codificar como “lo normal”. No
hay daño físico aparente. Sin embargo, cuando la víctima toma conciencia se
convierte en una experiencia arrasadora. Las personas traumatizadas muestran una
gran cantidad de estados mentales disruptivos, en ocasiones desadaptativos, de los
que no son conscientes. Por ejemplo, una persona que fue retenida en contra de su
voluntad y obligada a realizar actos ilícitos, cuando entraba en un bar, de forma
automática, siempre buscaba mesas cerca de una pared y movía la mesa y las sillas
para estar con la espalda pegada a la pared. No había registro consciente de que
lo hacía. A medida que los pacientes toman conciencia de la magnitud del daño que
les produjo la traumatización, y van conectándose con sus reacciones fisiológicas,
la memoria traumática y las emociones que generaron y generan, suelen sentirse
abrumados.

Es imprescindible explicarles que el trauma no se puede deshacer, no se pueden


borrar de la conciencia esas experiencias, pero un trabajo adecuado que conlleve
validarlo, entenderlo, elaborarlo e integrarlo psicobiológicamente, puede lograr que
ya no provoque esos altísimos niveles de sufrimiento. Esto suele despertar
esperanza en las víctimas.
3.- Conocer la expresión sintomática del Trauma Complejo - TEPT C.
Criterios diagnósticos del trauma complejo

Para poder diagnosticar trauma complejo, se suele recurrir al CIE-10 el cual tiene
información acerca de Trastorno traumático del desarrollo. Este trastorno se
presenta cuando se han dado uno o varios traumas durante mucho tiempo en la
vida de una persona.

• Recordar que el CIE-10 incluye y diferencia al transtorno de trauma complejo como una
patología que comparte criterios con TEPT C, pero es visualizado como un apartado único.
Criterios diagnósticos para trastorno de estrés postraumático según DSM-V
(Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales).
• Recordar que el DSM V, no reconoce al trastorno de forma única al trauma complejo, lo
adhiere a los criterios del TEPT.

En base a lo anteriormente señalado y expuesto ante los criterios de los manuales


psiquiátricos (CIE 10 y DSM V), es factible realizar un diagnóstico en base a la
observación del paciente centrándonos en las conductas, lenguaje, compañía y
entorno, además de la observación física correspondiente a la llegada a los
servicios de urgencia.

A la llegada de un paciente al servicio de urgencia es importante y crucial


observar, y constatar los siguientes aspectos que pueden develar el tipo de apego
y vinculo de su familia nuclear, pertenencia y preocupación de un otro hacia el
NNA, contención y por sobre todo, el respeto a los derechos fundamentales del
niño/a.

Derechos de infancia.

Tipos de apego proporcionados por los cuidadores en la infancia


de los NNA.
El apego es la relación más íntima que se crea entre los padres o cuidadores del
niño desde que nace. Influye en las relaciones del niño con su entorno. El niño con
apego seguro tendrá unas relaciones de confianza a largo plazo. Se relacionará con
sus iguales de forma saludable en la edad adulta.

¿Qué es el apego entre los padres y NNA?

El “apego” es el vínculo afectivo que se crea desde el inicio de la vida entre el hijo
y su madre y/o padre, o su cuidador. Es la relación afectiva más importante que
creamos las personas y permite que el bebé se sienta seguro y protegido. Es estable
y suele durar la mayor parte de la vida de una persona.

¿Por qué es tan importante?

El apego es clave en el desarrollo psicológico de un niño y en la formación de su


personalidad porque:

• Es una necesidad del ser humano, tan importante como el comer o el


respirar.

• La calidad del apego influye en su comportamiento y en su desarrollo


futuro.

• Le da seguridad, autoestima, confianza, autonomía, efectividad para


enfrentarse al mundo que le rodea.

¿Cómo se forma?

El apego se crea cada vez que los padres responden a las necesidades del bebé.
No se forma en minutos u horas sino en el día a día de la relación, desde el
nacimiento hasta la adultez.

El apego se basa en:

• La construcción mental que permite establecer la relación.

• La unión afectiva
• El sistema de conductas focalizado en mantener el contacto privilegiado.

En base a todo lo anteriormente expuesto en este punto, existen algunos criterios


diagnósticos que sirven para detectar la presencia de vivencias ligadas al trauma
complejo, en donde se pueden constatar vulneraciones de derechos de niños/as
como también identificar qué tipo de apego recibió en su infancia, basados en los
siguientes indicadores que describiremos:

• Dificultades en la regulación de las emociones


• Pérdida de recuerdos transitorios
• Dolores corporales
• Sentimientos de culpa y vergüenza
• Dificultad para confiar en las personas
• Evitación de relaciones sociales
• Pérdida de creencias de vida

Es importante centrar la visualización en los detalles a la llegada de un NNA a


nuestro quehacer profesional, recordemos que estos niños/as están expuestos a un
control totalitario que puede durar desde meses a años, y que generalmente incluye
abuso físico y/o sexual, y vulneraciones en sus derechos, de la que deriva la
sintomatología consistente en ‘alteraciones’ en las siguientes áreas:

1. Regulación de los afectos –disforia permanente o impulsos suicidas o


autolesiones, ira explosiva o inhibición, sexualidad compulsiva o
excesivamente inhibida o una alternación entre ellas–.

2. Consciencia –amnesia de los sucesos traumáticos, episodios disociativos,


revivir experiencias en forma de síntomas intrusivos propios del TEPT o
preocupaciones–.

3. Autopercepción –sensación de indefensión, vergüenza o culpa, o de


estigma y de ser distinto a los demás–.

4. Percepciones del perpetrador –preocupación por el perpetrador o por


vengarse de él, o idealización o gratitud paradójica o aceptación del sistema
de valores y racionalizaciones del perpetrador, etcétera–.

5. Relaciones con los otros –aislamiento y distanciamiento y/o búsqueda


constante de un rescatador, y/o fracasos constantes en la autoprotección–.

6. Sistema de significado –sensación de indefensión, desesperación, etc.−.

(Brenninkmeyer, 2017; Herman, 2004)

El trauma complejo y su relación con el maltrato en la infancia.

Las personas que padecerían ‘trauma complejo’ generalmente tienen una historia
de victimización en la infancia por parte de sus cuidadores primarios. Por
tanto, sus patrones de vinculación afectiva están distorsionados. No tuvieron un
“apego seguro” (Ainsworth et al., 1978) con personas que desempeñaran el rol de
cuidadores en la niñez, por lo que no habrían podido desarrollar la capacidad de
auto-regulación emocional en situaciones de estrés que desarrollan los niños y
niñas que han tenido una figura de apego seguro. Así, el ‘trauma complejo’ en la
niñez impediría el desarrollo de habilidades básicas de la personalidad (Gold, 2008;
Herman, 2004).

Bessel van der Kolk (2005) propuso el concepto de ‘trastorno traumático del
desarrollo’ para referirse específicamente a los efectos particulares del ‘trauma
complejo’ en niños.

Comorbilidad de Trastornos Trauma complejo/ TEPTC con enfermedades mentales.

Entre todos los estudios epidemiológicos realizados destaca la elevada


comorbilidad del TEPT con otros trastornos mentales. Así, en los hombres los
trastornos psiquiátricos asociados más frecuentes son: abuso o dependencia de
alcohol, otras adicciones, trastornos depresivos, de ansiedad, y trastorno de
personalidad antisocial, mientras que en las mujeres sobresalen la depresión
mayor, el trastorno de ansiedad generalizada y la distimia (Brady, Killeen, Brewston
y Lucerni, 2000). Hasta que los pacientes establecen un vínculo terapéutico de
calidad, son habitualmente diagnosticados y reciben tratamiento solamente para los
trastornos mentales secundarios, se cronifican, se complican y hacen resistentes a
los tratamientos que se les aplican de forma sintomática y parcial.

Cuadro de comorbilidad en Trauma complejo o TSPTC.


*El TEPT complejo y el trastorno límite de la personalidad: Los estudios sugieren
que más del 75% de las personas con trastorno límite de la personalidad -TLP- han
experimentado abuso físico, sexual o emocional en la infancia (Wagner et al., 2007).
Algunos estudios han informado que del 30% al 70% de pacientes con TLP fueron
víctimas de incesto (Goodwin, Cheeves y Connell, 1988; Herman y Van der Kolk,
1987; Saltman y Solomon, 1982).

Los síntomas de TLP que se vinculan al trauma complejo son; esfuerzos frenéticos
para evitar el abandono, sentido inestable del self, relaciones interpersonales
inestables e intensas, e impulsividad.

El trauma complejo y el riesgo de revictimización


Según sostienen autores como Herman (2004), las personas con una historia de
‘trauma complejo’ tendrían mayor riesgo de volver a ser víctimas de maltrato
físico o sexual en sus vidas. Herman propone que el concepto de ‘trastorno de
estrés postraumático complejo’ reemplace a los conceptos clásicos de ‘personalidad
masoquista’ y ‘compulsión a la repetición’, puesto que estos últimos culpabilizarían
a las víctimas.

Dificultades diagnósticas
El mayor problema de los pacientes que padecen un TEPT es la dificultad de su
diagnóstico precoz y tratamiento eficaz debido a varios factores:

1º. La inespecificidad y el solapamiento de los síntomas de este padecimiento con


los de otros trastornos mentales. El TEPTC suele manifestarse por síntomas de
ansiedad y los pacientes pueden cumplir los criterios diagnósticos del trastorno de
angustia, e incluso un tercer o cuarto trastorno, de los que los pacientes si son
diagnosticados y tratados de forma ineficaz, al precisar otros tratamientos más
específicos en el TEPT. Con frecuencia se alían las resistencias de los pacientes
para referir sus experiencias traumáticas, inherentes al TEPT, con las limitaciones
de un enfoque clínico demasiado focalizado en el diagnóstico y tratamiento de los
síntomas, alejado de consideraciones etiológicas, siempre complejas y más difíciles
de evaluar.

2º. Por sus propias características el paciente evita de forma persistente los
estímulos relacionados con la experiencia traumática y la oculta al ser explorado,
aunque consulte por los síntomas que más le perturban, hasta que logra establecer
una relación de suficiente confianza y seguridad con el terapeuta. Abrir su “caja de
Pandora” traumática le resulta muy aversivo y está lleno de temores, como: ”aquello
ya pasó y agua pasada no mueve molino”, “aquello ya no tiene remedio”, “va a ser
peor el remedio que la enfermedad”, y un largo etc. de creencias erróneas y
racionalizaciones mórbidas que dificultan al paciente colaborar de forma adecuada
para poder realizar el correcto diagnóstico de su caso clínico. Cuando se decide a
referir su “pesadilla vital” se le reactiva una intensa ansiedad, que le hace dudar,
titubear, se confunde con facilidad, etc. lo que incrementa las dudas del profesional
sobre la veracidad del relato, cuando se trata de alteraciones cognitivas y expresivas
evaluables y objetivables con técnicas psicofisiológicas, psicométricas y de
neuroimagen.

3º. A menudo el profesional sanitario no explora adecuadamente la posible


existencia de experiencias traumáticas entre los antecedentes personales en la
entrevista clínica con el paciente, por sus propias limitaciones de formación y de
habilidades profesionales, que constituyen factores de riesgo para considerar
“casos difíciles y sin solución” a este tipo de pacientes, para llevar a cabo diferentes
conductas *Iatrógenas con ellos y para sufrir él mismo procesos de “burnout”,
desmotivación e insatisfacción profesional.

(*La iatrogenia es un daño no deseado ni buscado en la salud, causado o provocado, como efecto secundario
inevitable, por un acto médico legítimo y avalado, destinado a curar o mejorar una patología determinada. Deriva
de la palabra Yatrogenesis que tiene por significado literal “provocado por el medico sanador”)

4º. El profesional orienta la entrevista a la exploración de los síntomas, más que a


la exploración de su repercusión funcional y a las vivencias del paciente, y a
construir una relación empática con la persona enferma y principal responsable de
su propia salud, según el modelo de la medicina personalizada orientada al cuidado
de la salud y no sólo al control de los síntomas, enfermedades crónicas, sobre todo
por una escasa adherencia terapéutica. La satisfacción del enfermo con la relación
que mantiene con su médico es uno de los principales factores determinantes de la
adherencia al tratamiento que se le indica (Mingote, Moreno, Rodríguez, Gálvez y
Ruiz, 2009).

5º. Insuficiente desarrollo de la Psiquiatría Infanto-juvenil, que dificulta el diagnóstico


y el tratamiento en niños que sufren experiencias traumáticas, así como del
reconocimiento de la perspectiva de género y de la gravedad de la violencia contra
la mujer

5.- Orientación en el manejo de NNA con trauma complejo.


Como ya hemos mencionado, los traumas complejos suelen estar relacionados con
eventos anteriores de la vida. Es importante que podamos conocer los criterios para
superar estos traumas.
Desde el punto del quehacer desde urgencia y visualización física del NNA, es
crucial que el profesional sepa cuales son los procedimientos de urgencia en torno
a la salud mental, como así también judicial, para que de esta forma al visualizar
una vulneración de derechos como también características e indicadores de trauma
complejo o TEPTC tengan la posibilidad de ser atendidos oportunamente.
Para que puedan recibir:
• Terapia: la terapia nos ayuda a solucionar problemas que nos producen
malestar o angustia en la vida. Un profesional nos guiará hacia el mejor
modo de trabajar los traumas complejos y entender el significado que tienen.
Entre las terapias más indicadas para abordar estos traumas, se encuentra
la terapia centrada en emociones, terapia cognitivo-conductual, terapia
psicodinámica, terapia grupal, EMDR, terapia familiar sistémica,
psicoterapia sensoriomotriz, entre otros.
• Hacer meditación: la meditación tiene grandes efectos positivos sobre
nosotros. Esta herramienta nos brindará tranquilidad interior y ayudará a
calmar los pensamientos que provengan de aquellos momentos dolorosos.
Aquí encontrarás los efectos de la meditación en el cuerpo y la mente.
• Registro de pensamientos: esta técnica nos permite saber cuales son los
pensamientos que se nos presentan en distintas situaciones cotidianas de
la vida que tengan su origen en los traumas complejos. Puedes tomar una
hoja e ir anotando cada día durante algunas semanas una emoción que has
sentido frente a una situación determinada. Al lado, anota el pensamiento
que has tenido. Finalmente, observa si esta emoción se repite durante varios
días. Esto te permitirá identificar esos pensamientos y poder reemplazarlos
por otros.

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