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TEPT complejo
Durante la niñez, existen ciertos momentos que dejan recuerdos que perduran a lo
largo de la vida. A veces, nos confrontamos con situaciones desagradables que nos
generan nervios, ansiedad, angustia y/o malestar. Sin embargo, es posible que
estos sentimientos reaparezcan en momentos posteriores de la vida a través de
diferentes situaciones que atravesemos. Cuando nos ocurre esto, decimos que
tenemos un trauma complejo.
Los traumas complejos pueden afectar nuestros vínculos con otras personas, influir
en el rendimiento laboral o incidir en la rutina de vida. Se presentan ante nosotros
en momentos inesperados y nos ocasionan grandes dificultades.
Para comenzar con esta temática vamos a partir este recorrido desde lo mas
general a lo mas particular, viendo la diferencia entre trauma simple y trauma
complejo:
Trauma simple
Hablamos de un trauma simple cuando nos referimos a un hecho puntual que nos
ha producido una emoción desagradable que nos generó malestar en el momento
que ocurrió. Estas situaciones nos pueden suceder en diferentes momentos de la
vida y el impacto que producen es de gran importancia ya que las mismas
emociones que hemos sentido pueden reaparecer en el futuro. Podemos mencionar
dentro de los traumas simples a accidentes, lesiones físicas, robos, fallecimiento de
seres queridos, entre otros.
Trauma complejo
Cuando hablamos de traumas complejos nos referimos a una emoción unida a un
recuerdo que nos produjo angustia o miedo y que se ha repetido durante un período
prolongado de tiempo. Suceden mayormente en la infancia y los motivos pueden
ser diversos, como violencia familiar, abusos, maltratos, enfermedades propias y/o
de seres queridos, divorcios, robos, fallecimientos, accidentes, migración de un país
a otro, etc. Este tipo de situaciones nos produce mucho sufrimiento en el momento
que ocurren y son difíciles de sobrellevar. Los traumas están presentes a lo largo
de nuestras vidas y sus manifestaciones pueden producirse de diferentes formas.
Tipos de traumas
Existen tres grupos de traumas: los traumas de tipo 1, 2 y 3:
• Los traumas de tipo 1 son aquellas situaciones puntuales de la vida en las
que ocurrieron hechos que nos produjeron un gran impacto.
• Luego tenemos los traumas de tipo 2, los cuales son varias situaciones que
ocurren en poco tiempo y poseen una duración más extendida que los
traumas de tipo 1.
• Finalmente, los traumas de tipo 3 consisten en situaciones repetidas en la
infancia para la persona que tienen efectos a largo plazo. Los traumas de
tipo 3 tienen la característica de ser momentos con una gran carga de
sufrimiento para la persona que padece.
Es por eso, que al hablar sobre Trauma complejo, nos referimos al transtorno que
llega a sufrir una persona debido a la acumulación de traumatización crónica. Es un
trastorno que puede generarse cuando una persona se mantiene en contextos
traumatizantes durante un largo tiempo, cronificándose el daño y la sintomatología.
O bien cuando una persona sufre, en diversos momentos vitales, experiencias
traumáticas que devienen en trauma complejo por acumulación del daño. Se
pretende señalar que no todas las personas que han sufrido múltiples traumas
desarrollan un trauma complejo, pero el trauma complejo siempre conlleva
multitraumatización.
Por lo tanto, el trauma complejo y el estrés post traumático afectan a todas las áreas
de funcionamiento, estando en mayor o menor medida afectadas por la devastación
del trauma. El organismo sufre repercusiones a corto, medio y largo plazo en su
sistema neurobiológico: en el cuerpo, entendido en el sentido más amplio como
continente de una mente (memoria, conciencia, emociones, pensamiento,
sensaciones somáticas), una mente en la que ese cuerpo se representa y se
construye.
Herman (2004) sostiene que todos estos diagnósticos han sido históricamente
aplicados a personas que han sido víctimas de trauma complejo, y que estas
etiquetas ocultan el origen de sus padecimientos. Además, esta autora asevera que
el concepto tradicional de ‘trastorno de estrés postraumático’, que apareció por
primera vez en el DSM-III, de 1980, está demasiado vinculado a la sintomatología
de los excombatientes de la guerra de Vietnam. Sin embargo, existen casos de
trauma prolongado ‘mucho más cerca de casa’, como los padecidos por niñas y
niños maltratados o abusados sexualmente de forma crónica por sus padres,
madres y otros familiares.
El cuerpo.
LeDoux (2015, p.97) afirma que “las amenazas no solo cambian la fisiología del
cuerpo, sino también la fisiología del cerebro, activando su nivel de alerta y
vigilancia, e incrementando la sensibilidad a los estímulos amenazantes relevantes.
La activación cerebral inducida por el miedo es controlada por otras salidas de la
amígdala central, en este caso las salidas de las neuronas que liberan norepinefrina,
serotonina, dopamina, acetylcolina, orexina y otros neuromoduladores a través del
cerebro. La activación incrementa la atención y la vigilancia hacia la amenaza u
otros estímulos ambientales”. Haber sufrido situaciones traumáticas, persistentes
en el tiempo, puede forzar a la víctima a sustituir las tácticas de supervivencia por
una forma de adaptación a la situación traumática. Esto conlleva que se condicionen
y cronifiquen las reacciones anteriormente descritas. El sello de estas experiencias
queda encarnado en las células y tejidos de la víctima.
La memoria.
Las emociones.
La hiperactivación, en muchos casos, tiene que ver con la evitación del daño
mediante conductas de lucha o huída. La hipoactivación tendría que ver con
conductas de evitación del daño mediante sometimiento. Tenemos que tener en
cuenta que ambas respuestas pueden quedar cronificadas, aunque la persona no
sea consciente de esa cronificación. Los/las pacientes nos dicen que sienten muy
intensamente ciertas emociones, o que por el contrario, es como si no sintieran
nada. En algunos casos pasan de un estado al otro sin solución de continuidad. La
percepción e interpretación, por el sujeto, de estos estados, es la dimensión
subjetiva de la emoción. Las emociones tienen también una dimensión social, que
tiene una valencia (placentero - displacentero), y una intensidad de excitación
(activación – desactivación).
La Consciencia.
Una situación traumática no tiene por qué ser codificada como tal, pero aunque en
principio no haya consciencia de ello, y no quede registrada así, siempre provoca
un cambio psicobiológico, genera emociones. Puede ser un hecho que no ha
causado aparentemente dolor, que no ha provocado daño directo al cuerpo, sin
embargo, se convierte en traumático por la significación que la persona le da
posteriormente a esos hechos, que crea dudas, que confunde, que genera
emociones que no se comprenden. Un ejemplo de esta situación serían los abusos
sexuales con seducción, en los que puede haber gran excitación fisiológica y
aparente narcisización y “cariño” hacia la víctima, por parte de quien los perpetró.
Si son muy tempranos, además, la victima los puede codificar como “lo normal”. No
hay daño físico aparente. Sin embargo, cuando la víctima toma conciencia se
convierte en una experiencia arrasadora. Las personas traumatizadas muestran una
gran cantidad de estados mentales disruptivos, en ocasiones desadaptativos, de los
que no son conscientes. Por ejemplo, una persona que fue retenida en contra de su
voluntad y obligada a realizar actos ilícitos, cuando entraba en un bar, de forma
automática, siempre buscaba mesas cerca de una pared y movía la mesa y las sillas
para estar con la espalda pegada a la pared. No había registro consciente de que
lo hacía. A medida que los pacientes toman conciencia de la magnitud del daño que
les produjo la traumatización, y van conectándose con sus reacciones fisiológicas,
la memoria traumática y las emociones que generaron y generan, suelen sentirse
abrumados.
Para poder diagnosticar trauma complejo, se suele recurrir al CIE-10 el cual tiene
información acerca de Trastorno traumático del desarrollo. Este trastorno se
presenta cuando se han dado uno o varios traumas durante mucho tiempo en la
vida de una persona.
• Recordar que el CIE-10 incluye y diferencia al transtorno de trauma complejo como una
patología que comparte criterios con TEPT C, pero es visualizado como un apartado único.
Criterios diagnósticos para trastorno de estrés postraumático según DSM-V
(Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales).
• Recordar que el DSM V, no reconoce al trastorno de forma única al trauma complejo, lo
adhiere a los criterios del TEPT.
Derechos de infancia.
El “apego” es el vínculo afectivo que se crea desde el inicio de la vida entre el hijo
y su madre y/o padre, o su cuidador. Es la relación afectiva más importante que
creamos las personas y permite que el bebé se sienta seguro y protegido. Es estable
y suele durar la mayor parte de la vida de una persona.
¿Cómo se forma?
El apego se crea cada vez que los padres responden a las necesidades del bebé.
No se forma en minutos u horas sino en el día a día de la relación, desde el
nacimiento hasta la adultez.
• La unión afectiva
• El sistema de conductas focalizado en mantener el contacto privilegiado.
Las personas que padecerían ‘trauma complejo’ generalmente tienen una historia
de victimización en la infancia por parte de sus cuidadores primarios. Por
tanto, sus patrones de vinculación afectiva están distorsionados. No tuvieron un
“apego seguro” (Ainsworth et al., 1978) con personas que desempeñaran el rol de
cuidadores en la niñez, por lo que no habrían podido desarrollar la capacidad de
auto-regulación emocional en situaciones de estrés que desarrollan los niños y
niñas que han tenido una figura de apego seguro. Así, el ‘trauma complejo’ en la
niñez impediría el desarrollo de habilidades básicas de la personalidad (Gold, 2008;
Herman, 2004).
Bessel van der Kolk (2005) propuso el concepto de ‘trastorno traumático del
desarrollo’ para referirse específicamente a los efectos particulares del ‘trauma
complejo’ en niños.
Los síntomas de TLP que se vinculan al trauma complejo son; esfuerzos frenéticos
para evitar el abandono, sentido inestable del self, relaciones interpersonales
inestables e intensas, e impulsividad.
Dificultades diagnósticas
El mayor problema de los pacientes que padecen un TEPT es la dificultad de su
diagnóstico precoz y tratamiento eficaz debido a varios factores:
2º. Por sus propias características el paciente evita de forma persistente los
estímulos relacionados con la experiencia traumática y la oculta al ser explorado,
aunque consulte por los síntomas que más le perturban, hasta que logra establecer
una relación de suficiente confianza y seguridad con el terapeuta. Abrir su “caja de
Pandora” traumática le resulta muy aversivo y está lleno de temores, como: ”aquello
ya pasó y agua pasada no mueve molino”, “aquello ya no tiene remedio”, “va a ser
peor el remedio que la enfermedad”, y un largo etc. de creencias erróneas y
racionalizaciones mórbidas que dificultan al paciente colaborar de forma adecuada
para poder realizar el correcto diagnóstico de su caso clínico. Cuando se decide a
referir su “pesadilla vital” se le reactiva una intensa ansiedad, que le hace dudar,
titubear, se confunde con facilidad, etc. lo que incrementa las dudas del profesional
sobre la veracidad del relato, cuando se trata de alteraciones cognitivas y expresivas
evaluables y objetivables con técnicas psicofisiológicas, psicométricas y de
neuroimagen.
(*La iatrogenia es un daño no deseado ni buscado en la salud, causado o provocado, como efecto secundario
inevitable, por un acto médico legítimo y avalado, destinado a curar o mejorar una patología determinada. Deriva
de la palabra Yatrogenesis que tiene por significado literal “provocado por el medico sanador”)