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COMPATIBILIDAD DEL LEY DE CONTRAVENCIONES POLICIALES DE

TUCUMÁN CON LOS ESTÁNDARES ESTABLECIDOS POR LOS TRATADOS


DE DERECHOS HUMANOS CONSTITUCIONALIZADOS.

ESPECIAL REFERENCIA AL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD POR


PARTE DE ORGANOS ADMINISTRATIVOS

Cruz Juan Fernando


Juárez Dante Rodrigo
Alani Francisco Ramiro
Lopez Luis Santiago
I.- Introducción

El presente trabajo tiene por objeto analizar la compatibilidad de la Ley de


Contravenciones Policiales de la Provincia de Tucumán con los estándares establecidos
por los tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional a partir de las
previsiones del art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional y muy especialmente la
posibilidad de control de convencionalidad por parte de órganos administrativos,
particularmente aquellos que tienen a su cargo el ejercicio de actividad jurisdiccional, con
particular referencia a las funciones asignadas al Jefe de Policía de la Provincia de
Tucumán en virtud de las previsiones de la Ley 5140, sus modificatorias y
complementarias.

Teniendo en cuenta nuestra propuesta, es posible distinguir una triple dimensión de


análisis. Por una parte, el análisis de los tipos contravencionales previstos en la normativa
provincial a la luz de los estándares que surgen de las convenciones de derechos humanos
y de los órganos que surgen de los mismos, entre los que se destaca el principio de
legalidad. La segunda dimensión desde la cual se puede valorar la compatibilidad de las
previsiones provinciales es aquella que regula el procedimiento contemplado a los efectos
de determinar la comisión de una contravención, de modo de verificar su compatibilidad
con las garantías que surgen del debido proceso (por ejemplo, derecho de defensa,
derecho a ser oído, a ofrecer y producir prueba, etc.). La última dimensión es la
verificación de la compatibilidad de la ejecución de la eventual sanción (particularmente
la de privación de la libertad) con los estándares que surgen de los tratados
internacionales.

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Así, a través del presente se abordará las principales observaciones que surgen del análisis
compatibilidad entre los tipos contravencionales previstos en la Ley provinciales y los
diferentes estándares internacionales y de otra parte, teniendo en cuenta los posibles
desvíos de aquellos cuáles son la posibles opciones del órgano administrativo – en el caso
bajo análisis el Jefe de Policía de la Provincia - a los efectos de instrumentar el control de
convencionalidad exigido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y aceptado
por la Corte Suprema de Justicia de la Nación a través de los diferentes precedentes de
ambos tribunales.

Como surge del párrafo precedente, el análisis propuesto se focalizará en las previsiones
de la Convención Americana de Derechos Humanos y de los estándares que estableció al
cabo del tiempo por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sin perjuicio de la
alusión tangencial a todos aquellos tratados que nuestro ordenamiento jurídico otorgó
jerarquía constitucional a partir de la reforma constitucional de 1994.

II.- Los tipos contravencionales y los estándares que surgen de los Tratados
Internacionales

La ley 5140 sancionada por la Provincia de Tucumán en uso de facultades propias tal
como fue reconocida por la Corte Suprema en el caso “Follis” 1 en el entendido que los
hechos y omisiones considerados por el legislador local no caigan en la órbita de la
legislación nacional punitoria y siempre que la facultad otorgada por ley no atente contra
la garantía de la defensa en juicio conforme lo considera el Tribunal en la causa “N, J
G”2.

Lo cierto es que la Ley 5140, producto de la deficiente técnica legislativa, contiene


descripciones conductuales de una amplitud tal que produce impactos directos en el
principio de legalidad, habilitando a la autoridad administrativa de una discrecionalidad
tal que no se condice con este tipo de normativa, propia del ejercicio de la potestad
punitiva del Estado.

A título de ejemplo pueden citarse las previsiones normativas contenidas en los arts. 5,
15 incs. 1, 4, 12, 16, 23, 24; 16 inc. 3; 17 inc. 14; 18; 19 inc. 1, 3, 4, 5, 12; 23, 55 inc. 5;
56 en los que claramente se observa transgresiones flagrantes al principio de reserva legal.

1
CS, Follis, Ricardo Omar, 20/02/2007, TR LALEY AR/JUR/7565/2007.
2
CS, N, J G, 05710/2010, LA LEY 01/11/2010, 11 - LLNOA2010 (noviembre), 934

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Una especial referencia merece el art. 5, el que fuera oportunamente cuestionado por la
Corte Suprema en el caso “N” considerando el tribunal que “…con independencia de la
cuestión de si la detención se ajustó, al menos, a las reglas de procedimiento
objetivamente definidas, la concreta privación de libertad impuesta al recurrente no
satisface las condiciones constitucionales mínimas para la legitimación de este tipo de
injerencias… En efecto, la ausencia de toda comunicación de la detención, tal como se
produjo en el sub lite, priva al justiciable de provocar el control acerca de la legalidad
de la medida y lesiona el derecho establecido por el art. 7, inc. 6°, Convención
Americana de Derechos Humanos, en cuanto reconoce a toda persona privada de
libertad el derecho a recurrir ante un juez o tribunal competente, a fin de que éste
decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto” 3.

Las descripciones contenidas en las disposiciones normativas consideradas impiden


conocer a los ciudadanos con precisión cuáles son las acciones sanciones por la normativa
en comentario. Asi, como lo sostiene Báez 4 corresponde preguntarse ¿qué tipo de gritos
son los que se encuentran imposibilitados de proferirse? ¿qué se entiende por decoro?
Etc. etc.

Teniendo en cuenta lo manifestado corresponde recordar que lo que el principio legalidad


implica no se puede sancionar sino por una conducta expresamente descripta por la ley
como antijurídica, ni imponer una sanción que no haya sido prevista por la ley. Tal como
lo recuera el aforismo latino se requiere lex certa, lex sripta y lex previa.

Del principio de legalidad se deriva el de reserva legal o de tipicidad, cual es el que en


particular transgrede -al efecto de nuestro comentario – la ley 5140. El mencionado
principio exige exige que la conducta antijurídica se encuentre suficientemente descripta
en la norma, sin desconocer que la precisión absoluta resulta poco factible, aunque
contener una descripción lo más completa posible de los elementos esenciales; de lo
contrario, la tipificación sería insuficiente.

De otra parte, se encuentra lo que posteriormente consideraremos a propósito del control


de convencionalidad, esto es que la conducta debe interpretarse con racionalidad. La
tipicidad impide la analogía o las interpretaciones extensivas. De ahí que el principio de

3
CS, N, J G, citada en la nota anterior.
4
Báez, Julio Sebastian, Ley de Contravenciones Policiales de Tucumán: análisis y crítica desde una óptica
constitucional, publicación inédita en Curso Derecho Contravencional. El derecho para los sumergidos
(2ª Edición), 2017.

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interdicción de la analogía deriva del principio de tipicidad, como derivado del de
legalidad.

Conforme lo manifiesta Nieto5 la primera manifestación de la legalidad fue el mandato


de tipificación en una norma previa. Con el transcurro del tiempo esta conquista comienza
a requerir nuevas exigencias, como la precisión normativa, como un paso adicional hacia
el recorte de facultades a que se estaba sometiendo a las autoridades sancionadoras,
evitando que puedan operar con demasiado margen personal en la aplicación de la norma
ya que cuanto más precisa es una ley, de menos margen disponen el intérprete y el
operador jurídico. A los requisitos mencionados se añade un elemento que no coincide
con lo anterior, a saber; la exigencia de que esta norma previa y cierta tenga el rango de
ley. Esta última exigencia es una garantía acumulada con la que se acelera el proceso de
neutralización de la Administración. Porque si con el mandato de tipificación se habían
recortado sentiblemente las facultades sancionatorias de las autoridades y funcionarios
individualmente considerados (por ejemplo, el jefe de policía), ahora se margina a la
Administración como institución.

En definitiva, siguiendo a Nieto6 los conceptos de legalidad y de tipicidad no se


identifican en su contenido. La legalidad se cumple con la previsión de las infracciones y
sanciones en la Ley, pero para la tipicidad se requiere algo más, que es la precisa
definición de la conducta que la ley considere pueda imponerse, siendo en definitiva el
medio de garantizar el principio constitucional de seguridad jurídica y de hacer realidad
junto a la exigencia de una ley previa, la de una lex certa.

Las proposiciones doctrinarias consideradas anteriormente se las explicita desde


diferentes dimensiones. En primer lugar, toda actuación administrativa debe fundarse en
ley material y este es el sentido que debe atribuirse al art. 19 de la CN, como garantía a
favor de las personas. Al propio tiempo el principio de legalidad opera como una
restricción al ejercicio del poder público y exige ley formal o ley formal material para
aquellas actuaciones que interfieran con la libertad jurídica de los particulares (por
ejemplo arts. 16, 17, 18, 19 y 28 de la CN).

5
Nieto Alejandro, Derecho Administrativo Sancionador, Tercera Edición Ampliada, España, 2002.

6
Ob. Cit, pag. 215

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Las vulneraciones al principio de legalidad y al de tipicidad, como derivado del mismo,
producen una afectación cierta del derecho de defensa en los casos sometidos a
consideración del Jefe de Policía. Es el supuesto señalado por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en la causa “N” cuando expresa que “…El procedimiento
contravencional establecido por la ley 5140 de la Provincia de Tucumán —modificada
por la ley 6619 y reglamentada por el decreto 3289/14— no satisface el estándar
constitucional mínimo, al permitir una detención y procedimiento ante la autoridad
policial sin intervención judicial ni notificación a terceros, y lesiona la inviolabilidad de
la defensa en juicio y el derecho a la libertad —art. 18 de la Constitución Nacional y art.
7 de la Convención Americana de Derechos Humanos—“.

Tal como lo sostiene Flores7 “la consagración del principio de legalidad material es lo
que separa la posibilidad que una conducta quede atrapada por el orden punitivo o se
halle exenta, y es lo que permite a los ciudadanos conocer con precisión cuales son las
acciones alcanzadas por la ley y cuáles las que se encuentra exentas de sus alcances,
pero en las normas contravencionales citadas no se presenta una adecuada descripción
de la conducta, sólo imprecisiones”.

El panorama normativo referido no fue compatibilizado con los principales estándares


internacionales, en el entendimiento que los estándares más elementales en materia de
derechos humanos fueron y son establecidos en resguardo de los derechos y garantías a
favor de los particulares y los mismos rigen tanto respecto de los procesos judiciales como
de aquellos procedimientos administrativos que producen sensibles afectaciones a
aquellos y claras vulneraciones a las previsiones de la Convención (art. 8).

III.- Control de Convencionalidad por la Administración

En el caso bajo análisis nos referimos al control de convencionalidad a desplegar por el


Jefe de Policía de la Provincia de Tucumán a propósito de la función jurisdiccional
otorgada por la Ley 5140, modificatorias y complementarias. Entendiendo por control de
convencionalidad el análisis de compatibilidad entre la mencionada norma provincial y
la Convención Americana de Derechos Humanos y la jurisprudencia que de la misma ha
efectuado la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

7
Flores, Miguel, Las Contravenciones Policiales contenidas en la Ley 5140 y sus Modificatorias y su
Impacto Negativo Frente al Derecho Internacional y Constitucional.

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La CIDH introdujo, en sentido estricto, el control de convencionalidad en el caso
“Almonacid Arellano y otros vs. Chile”8 al expresar que el Poder Judicial debe ejercer
una especie de control de convencionalidad ente las normas jurídicas internas que aplican
en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, para lo cual
se debe tener en cuenta no sólo el tratado sino también lo manifestado por la CIDH.
Posteriormente en el caso “Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros)
vs. Peru”9 torna imperativo el concepto – elimina la expresión una “…especie de…”- y
además refiere que el mismo debe realizarse de oficio.

Como una primera conclusión puede manifestarse que en esta primera etapa la CIDH
refiere a que el control de convencionalidad constituye una tarea propia e ineludible del
Poder Judicial, encontrando fundamento para ello en los arts. 1 y 2 de la Convención
Americana, en cuanto se determina como obligación general de los Estados la de respetar
el libre y pleno ejercicio de los derechos establecidos en el tratado de modo de lograr un
efecto útil de los instrumentos internacionales de modo que carezcan de vida jurídica,
contrariando el objeto y el fin del instrumento internacional, todo ello enmarcado en lo
dispuesto por el art. 27 de la Convención de Viena sobre derecho de los tratados (buena
fe y pacta sunt servanda).

Ahora bien, en el proceso de determinación de los órganos estatales que podrían tener a
su cargo el control de convencionalidad se debían traspasar diferentes obstáculos hasta
llegar a la posibilidad del control de convencionalidad por parte de los órganos
administrativos estatales. Así, por ejemplo, en el caso “Cabrera García y Montiel Flores
c/ Mexico”10 se posibilitó el control de convencionalidad por parte de los tribunales
constitucionales extra poder, con la particularidad que en el mismo se hacer referencia a
que el referido control estaba a cargo de “todos los órganos del estado”, por lo que
quedaba por determinar qué se entendía con la mencionada expresión.

Así en el caso “Gelman vs. Uruguay”11 refiere a la posibilidad de que el control de


convencionalidad pueda se ejercido por los órganos públicos administrativos, aunque en

8
CIDH. Caso Amonacid Arellano y otros vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia 22/09/2006. Serie C N° 154, párrafo 124.
9
CIDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia 24/11/2006. Serie C N° 158, párrafo 128.
10
CIDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México. Sentencia 26/11/2010. Párrafo 225
11
CIDH. Caso Gelman vs. Uruguay. Fondo y Reparaciones. Sentencia 24/02/2011. Serie C N° 220, párrafo
239.

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el marco de sus competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. Para
concluir la precisión de lo que debía entenderse por “órganos públicos” parecería concluir
en el año 2013 con el caso conocido como “Gelman II”12 en donde la el tribunal
internacional asigna el mencionado control a todos los órganos estatales (autoridades
administrativas o judiciales) de modo que las decisiones judiciales o administrativas no
hagan ilusorio el cumplimiento total o parcial de sus obligaciones internacionales.

Queda por determinar el alcance, modalidad y demás requisitos que deben observar los
órganos púbicos estatales ajenos a la función judicial para el establecimiento del control
de convencionalidad, para lo cual entendemos que resulta necesario identificar los
diferentes tipos de control de convencionalidad a los efectos de poder precisar las
posibilidades de las que dispondría, en nuestro caso, el Jefe de Policía de la Provincia
para ejercer las funciones asignadas por la Ley 5140 (arts. 11, 13, 58) para llevar adelante
el mencionado control.

En tal sentido, se identifican dos tipos de control de convencionalidad: el represivo o


destructivo y el constructivo. El primero obliga a inaplicar las normas incompatibles con
la Convención y con la interpretación que de ella efectuó la CIDH. Este el caso de control
que el Tribunal evidencia en “Almonacid Arellano”13. El segundo, determina que el
órgano estatal debe interpretar el derecho interno de conformidad con la Convención y lo
considerado por el Tribunal Internacional al respecto. Lo que de alguna manera puede
extraerse de las pautas que surgen de “Radilla Pacheco c/ México”14, es decir, obligando
a interpretar el derecho interno o local de una manera armonizante o adaptativa al derecho
derivado de los tratados de derechos humanos (considerando 338)15, evitando al interprete
u operador local choques frontales con las normas de los tratados internacionales, para lo
cual se requiere que el órgano administrativo disponga de una particular estructura
organizativa y de una particulares características personales en la persona que ocupa el
órgano (perspicacia, olfato jurídico, imaginación y sentido común).

Teniendo en cuenta las consideraciones formuladas anteriormente corresponde precisar


el tipo de actividad que despliega el Jefe de Policía de la Provincia de Tucumán cuando

12
CIDH. Caso Gelman vs. Uruguay. Fondo y Reparaciones. Sentencia 20/03/2013.
13
Cfr. Moroni Romero, Lucas L., El Control Administrativo de Convencionalidad, Jurisprudencia
Argentina 2013- IV.
14
CIDH. Caso Radilla Pacheco vs. Mexico. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia 23/11/2009. Serie C N° 209, párrafo 128
15
Cfr, Moroni, ob cit. Nota 6

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ejerce las funciones que se derivan de la Ley 5140. Para lo cual resulta necesario recordar
que la distribución de funciones estructurales en los tres órganos constitucionales típicos
de todo estado (legislativo, ejecutivo y judicial) no implica desconocer la posibilidad que
los mismos desarrollen actividades jurídicas típicas de los otros dos órganos. Así, es
posible identificar actividad administrativa y judicial en el órgano legislativo (por
ejemplo, designación de personal y la desplegada con motivo del juicio político), a la vez
de encontrar actividad administrativa y legislativa en el órgano judicial (por ejemplo
nombramiento de personal y la emisión de reglamentos para la toda la actividad interna
del poder judicial), mientras que en el órgano administrativo podemos reconocer
actividad legislativa y judicial (por ejemplo, la desplegada por los entes reguladores de
los servicios públicos, el tribunal fiscal de la provincial, la desplegada por el jefe de
policía y normativa como la desplegada en la emisión de decretos reglamentarios de leyes,
etc.).

Así, focalizándonos en el órgano ejecutivo, teniendo en cuenta las pautas para el ejercicio
del control de constitucionalidad establecidos por la CIDH, muy especialmente a partir
de “Gelman”, puede concluirse que el mismo presenta una importancia creciente
innegable.

Por una parte, cuando el órgano ejecutivo (jefe de policía de la provincia) emite normas
(por ejemplo, edictos policiales, reglamentos que regirán la vida interna de la institución)
en ejercicio de la Ley 3656 (Ley Orgánica de la Policía de Tucumán) rigen a su respecto
las reglas del control de convencionalidad constructivo, debiendo conformarse a la
Convención, presentándose análogas características a las que debe respetar los órganos
legislativos en la emisión de normas en sentido formal.

De otra parte, cuando el órgano ejecutivo despliega actividad administrativa, aplicando


normas emitidas por el órgano legisferante o bien por los órganos superiores de la
Administración (por ejemplo, Ministeriales o bien las propias de la Gobernación)
podemos identificar el control de convencionalidad constructivo y también el represivo.
En relación al primero, la doctrina señala que los referidos órganos deben aplicar la
normativa en consonancia con la Convención y la jurisprudencia de la CIDH, según la
doctrina de la “interpretación conforme”, es decir, se debe optar por la interpretación que

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concilie con las reglas y estándares que surge de la convención, de modo de lograr un
adecuado empalme entre las normas internacionales y el derecho interno.16

A este respecto, el control de convencionalidad a cargo del jefe de policía de la Provincia


podría plasmarse en la determinación, para cada caso concreto, del contenido de la
decisión, cuando el legislador utiliza conceptos jurídicos indeterminados o bien otorga
discrecionalidad al mencionado órgano.

Ahora bien, cuando el control constructivo no resulta posible por el órgano


administrativo se presenta el dilema de la modalidad que resulta posible el control de
convencionalidad represivo. En efecto, se identifica la posibilidad de inaplicar la norma
o bien de declarar su inconvencionalidad.

Respecto de la posibilidad de inaplicar o desaplicar comienzan a evidenciarse las


diferentes objeciones que formula la doctrina17 . Tratando de despejar situaciones, cabe
citar el caso que el órgano administrativo en cuestión fuera el que haya emitido la norma,
supuesto en el cual el mismo órgano podría dejarla sin efecto. Ahora bien, si fuera un
órgano subordinado (por ejemplo, en virtud de la reglamentación delegada en el art. 10
de la Ley 5140), en principio no estaría posibilitado de inaplicar la norma en cuestión 18.

En relación al supuesto más extremo de control de convencionalidad destructivo, cual es


la declaración de inconvencionalidad de una norma del derecho interno, resulta necesario
tener en cuenta lo manifestado por la Corte Suprema de Justicia en el caso “Ingenio y

16
Cfr. Hernández Valle, Ruben, Nuevas fronteras del control de convencionalidad: el reciclaje del
derecho nacional y los controles legisferante y administrativo de convencionalidad, La Constitución bajo
tensión, Instituto de Estudios Constitucionales del Estado de Quetaro, México, 2016, pag. 412.
17
Monti, Laura, La Administración pública frente a la ley inconstitucional e inconvencional. Reflexiones e
interrogantes, RDA 2023-148, 13.
18
A este respecto, resulta de mucho interés (¿paradójico?) resaltar el proceder de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, actuando en ejercicio de actividad administrativa, es decir, por fuera de un caso
judicial. Así, al emitir la Acordada Nº 4/84 –“Tribunal de Ética Forense. Inaplicabilidad de la Ley 22.192 y
Derogación de la Acordada 13/80”(64)–, expresa que “…ninguna duda cabe de que la facultad conferida
por el art. 24 de la ley 22.192 excede notoriamente el marco de las atribuciones jurisdiccionales que la
Constitución otorga a este Superior Tribunal y a las cuales debe ceñirse estrictamente en su accionar” y
“Que consecuentemente, no encontrándose allí contemplada tal atribución, mal puede ser ejercida sin
violentar la letra y el espíritu de nuestra Ley Fundamental”, por lo que resuelve “Declarar inaplicable el
art. 24 de la ley 22.192”. Lo propio puede decirse, por ejemplo, de la Acordada Nº 25/13, por cuyo art. II
se resuelve “Declarar la inaplicabilidad del artículo 6º de la ley 26.857, en cuanto instituye a la Oficina
Anticorrupción del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos como Autoridad de Aplicación, y en
consecuencia, establecer como autoridad responsable de la aplicación del régimen de recepción,
custodia, registro y archivo de las declaraciones juradas de los magistrados y funcionarios de este Tribunal,
a la Secretaría General y de Administración de la Corte Suprema de Justicia de la Nación”.

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Refinería Tabacal SA”19 en donde se manifestó que”… cualesquiera sean las facultades
que corresponde reconocer al poder administrador para dejar sin efecto actos contrarios
a las leyes , no cabe – sin embargo – admitir que sea de su resorte el declarar la
inconstitucionalidad de estas … Ello así, porque aceptar semejante tesis importaría
desconocer que el Poder Judicial es, en última instancia, el único habilitado para juzgar
la validez de las normas dictadas por el órgano legislativo, y admitir, en consecuencia, la
posibilidad de que el poder pueda residir y concentrarse en una sola sede”. Esta regla
aplicable a la Administracion Pública Nacional también fue trasladada a las
administraciones públicas provinciales a través de las causas “Giffoni” 20 y “Bruno”21

A pesar de la importancia de los precedentes de la Corte Suprema de Justicia


consideramos que los mismos deben ser revisados en función de la propia lógica temporal
con la que comenzó el sistema de control de constitucionalidad, expandible por analogía
al control de convencionalidad.

En efecto, como manifiesta Caminos “… lo real y cierto que es que el texto fundamental
de la Nación previo a la reforma Constitucional de 1994 no establecía en parte alguna
de su articulado, la posibilidad de que el Poder Judicial declarase la
inconstitucionalidad de una norma. Y en la actualidad, la única referencia explícita al
control jurisdiccional de constitucionalidad se encuentra en el primer párrafo del art. 43
del Texto Magno, referido a la acción de amparo.

Por lo tanto, una lectura exageradamente respetuosa de la explícita distribución de


funciones entre los órganos del Poder debería concluir: 1) desde su establecimiento hasta
1994, la Corte estaba vedada de efectuar control constitucional alguno; 2) desde 1994 a
la actualidad, el control de constitucionalidad (no así el de convencionalidad) debe
ceñirse exclusivamente a los casos que se vehiculizan a través de una acción de
amparo”22.

Ahora bien, ¿Quién se atrevería a sostener tal postura?

19
Fallos 269:243
20
Fallos 303:1039
21
Fallos 311:460 en donde expresó que “Es regla constitucional, tan imperativa para las provincias como
para la Nación (art. 5 de la Constitución Nacional), que la facultad de declarar inconstitucionales las leyes,
y de anular actos en su consecuencia, es potestad exclusiva de los tribunales de justicia…”
22
Caminos, Cristian H., La Administración y su deber de efectuar el control de constitucionalidad y
convencionalidad, El Derecho – Revista de Derecho Administrativo, febrero 2022 – Número ½.

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No hace falta ir más allá de la letra de la constitución para verificar que en Argentina el
control de constitucionalidad no es exclusivamente judicial, sino que también se
encuentra a cargo de los otros poderes del Estado, aunque con características, efectos y
alcances diferentes a los del control jurisdiccional.

Para concluir, es necesario manifestar que la actividad que despliega el Jefe de Policía de
la Provincia se corresponde con aquella calificada por la doctrina y jurisprudencia como
jurisdiccional, la que, como atribución realizada por el legislador, en principio, cumpliría
con los requisitos establecidos por la Corte Suprema desde “Fernandez Arias” sobre todo
teniendo en cuenta al origen legal de la atribución y a la suficiencia del control judicial.

En tal sentido, entendiendo la complejidad que importa la posibilidad de la inaplicabilidad


o de la declaración de inconstitucionalidad por parte de un órgano administrativo, no
podemos desconocer la trascendencia de las atribuciones conferidas al mencionado
órgano desarrollando materialmente actividad judicial, custodio de la libertad y el
patrimonio de las personas. Por ello, partiendo del cumplimiento de los parámetros
establecidos por la CIDH en la causa “Gelman” (competencias y procedimientos) debería
ejercer el control de convencionalidad declarando inconvencional la norma 23.

Lo considerado anteriormente reconocería fundamento en la operatividad de los derechos


y garantías consagrados en los textos convencionales, más cuando, conforme a nuestra
carta magna provincial se prevé en su art. 24 que “Los derechos y garantías
constitucionales consagrados por los Pactos y Tratados Internacionales sobre Derechos
Humanos, incorporados como ley de la Nación, son de carácter operativo …Toda ley,
decreto u orden que, so pretexto de reglamentación, desvirtúe el ejercicio de las
libertades y derechos reconocidos, o prive a los ciudadanos de las garantías aseguradas,
serán inconstitucionales y no podrán ser aplicadas por los jueces …” .

Lo considerado anteriormente nos puede establecer una pauta de lo que resulta posible,
sin desconocer que en aquellos casos se trataba de control de constitucionalidad, aunque
tampoco olvidando que nos referimos a un sistema integrado e inescindible entre el
régimen internacional (derechos humanos) y el sistema constitucional incorporado por la
constitución de 1994.

23
Gutiérrez Colantuono, Pablo Á., La dimensión dinámica y abierta de los DD.HH., la Constitución
Nacional y las administraciones públicas; Sup. Adm.2018 (febrero), 1 - LA LEY2018-A, 928.

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Bibliografía

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aproximación dogmática, Segunda Edición, Legis, Colombia, 2009.
2. Nieto Alejandro, Derecho Administrativo Sancionador, Tercera Edición
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3. Cassagne, Juan Carlos, El principio de Legalidad y el Control Judicial de la
Discrecionalidad Administrativa, Marcial Pons, España 2009.
4. Flores, Miguel, Las Contravenciones Policiales contenidas en la Ley 5140 y
sus Modificatorias y su Impacto Negativo Frente al Derecho Internacional y
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5. Alianak, Raquel, Límites Convencionales a la Actividad Adminsitrativa.
Algunas incidencias Concretas, El Derecho – Revista de Derecho
Administrativo, Octubre 2023 – Número 10.
6. Corral, Maria Emilia, El Control de Convencionalidad en la Administración
Pública, El Derecho – Constitucional, junio 2022 – Número 6.
7. Caminos, Cristian H., La Administración y su deber de efectuar el control de
constitucionalidad y convencionalidad, El Derecho – Revista de Derecho
Administrativo, febrero 2022 – Número ½.
8. Moroni Romero, Lucas L., El Control Administrativo de Convencionalidad,
Jurisprudencia Argentina 2013- IV.
9. Hernández Valle, Ruben, Nuevas fronteras del control de convencionalidad:
el reciclaje del derecho nacional y los controles legisferante y administrativo
de convencionalidad, La Constitución bajo tensión, Instituto de Estudios
Constitucionales del Estado de Quetaro, México, 2016.
10. Mitre Guerra, Eduardo, La potestad sancionadora del Estado y la doctrina de
la convencionalidad en sede administrativa, Dimensionres del Estado
Constitucional y el Control de Convecionalidad, Vidaurri Aréchiga, Manuel y
Cuarezma Terán, Sergio, Centro de Estudios Constitucionales SCJN –
Suprema Corte de Justicia de la Nación, Mexico, 2018.
11. Monti, Laura, La Administración pública frente a la ley inconstitucional e
inconvencional. Reflexiones e interrogantes, RDA 2023-148, 13.
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12. Gutiérrez Colantuono, Pablo Á., La dimensión dinámica y abierta de los
DD.HH., la Constitución Nacional y las administraciones públicas; Sup.
Adm.2018 (febrero), 1 - LA LEY2018-A, 928.
13. Báez, Julio Sebastian, Ley de Contravenciones Policiales de Tucumán:
análisis y crítica desde una óptica constitucional, publicación inédita en Curso
Derecho Contravencional. El derecho para los sumergidos (2ª Edición), 2017.

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