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Abad Suger. Liber de rebus in administratione sui gestis. 1149.

Yarza Luaces,J., Fuentes de la historia del Arte I. Madrid, Historia 16. 1997, pp. 86-87.

[…] Luminoso es este noble trabajo; pero, siendo noblemente luminoso, el trabajo
iluminará las mentes, a fin de que puedan viajar, a través de las luces verdaderas hacia la
verdadera Luz, donde Cristo es la verdadera puerta. […] A menudo contemplamos,
movidos por nuestro amor a la madre Iglesia, estos diferentes ornamentos, nuevos y
viejos, y vemos la maravillosa cruz de San Eloy, junto a otras más pequeñas y el
incomparable ornamento comúnmente llamado “crista” colocados sobre el altar de oro, y
digo entonces suspirando profundamente con mi corazón: “Cada piedra fue tu protección,
sardónice, topacio, jaspe, crisolita y ónice, y berilo, zafiro y carbunclo y esmeralda”. Es
evidente, para los que conocen las propiedades de las piedras preciosas, ante su total
asombro, que no solo ninguna está ausente entre éstas, con la sola excepción del
carbunclo, sino que por el contrario abundan copiosamente. De aquí que, cuando al
margen del amor por la belleza de la casa de Dios, el encanto de las piedras multicolores
me distrae de preocupaciones externas y una meditación apropiada me induce a
reflexionar, trasladándome de lo que es material a lo inmaterial, sobre la diversidad de
virtudes sagradas, creo encontrarme en cierta manera en alguna extraña región del
universo, que no existe en absoluto, ni en la faz de la tierra, ni en la pureza del cielo; y,
por la gracia de Dios, puedo ser transportado de este mundo inferior a ese superior de un
modo anagógico […]

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