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Toxicología

en el Agro

Riesgos
Especiales en
Laboratorio y
Agro

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Toxicología en el agro: Procesos
fisiopatológicos de origen tóxico en el agro.
Toxicología de los disolventes. Toxicología
de los metales. Toxicología de productos
químicos: órgano clorado, fosforado,
carbamatos y piretroides. Plaguicidas y otros
químicos de uso agrícola. Evaluación de la
toxicidad. Control biológico de la exposición
-
Los procesos de toxicidad rural pueden afectar al organismo por más de un
mecanismo con determinada selectividad a ciertos órganos. El proceso
fisiopatológico puede expresarse de formas distintas según el tejido afectado y
causar una disminución o aumento del tamaño de las células afectadas. También
puede ocurrir un reemplazo de estas células, aunque depende del órgano afectado
ya que no es posible en células nerviosas y fibras miocárdicas.

La siguiente lista presenta algunos procesos fisiopatológicos:

• Irritación, causticación.

• Alteraciones de la permeabilidad capilar.

• Alteraciones de la respiración celular.

• Alteraciones hemáticas, dérmicas, hepáticas, renales, en la función


cardíaca, gonadales, oculares.

• Las más comunes son dolor de cabeza, mareos, dolor en los ojos.

Toxicología de los metales


Son muchos los metales usados en distintos productos de síntesis. Cada uno de ellos
presenta un uso particular y efectos tóxicos de los más diversos.

La Organización Internacional del Trabajo realizó una lista con 68 metales, la cual
se puede consultar en la Enciclopedia de la OIT, disponible en el siguiente enlace:
http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/TextosOnline/Enci
clopediaOIT/tomo2/63.pdf

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Toxicología de productos químicos: órgano clorado,
fosforado, carbamatos y piretroides
La producción agrícola es la que más utiliza estos compuestos de síntesis química.
Siendo el 85 % de la producción mundial.

El 10 % es empleado en el marco de la salud pública, para hacer frente a distintos


cuadros como la malaria, la enfermedad de Chagas, dengue, sika, chikungunya,
para controlar roedores, etcétera.

También estos químicos pueden ser empleados para la potabilización del agua y
combatir el cultivo de drogas ilícitas.

La producción agropecuaria expone al medio ambiente a una fuente muy diversa y


abundante de plaguicidas. Se estima que un 47 % de las aplicaciones se depositan
en suelos y aguas fuera del predio productivo o son arrastrados por el aire (efecto
deriva). Lo recién dicho está muy sujeto a las condiciones climáticas como
precipitaciones, dirección e intensidad del viento, tipo de suelo (textura y contenido
de materia orgánica) y de corrientes de agua en la región. A su vez, también influyen
los aspectos intrínsecos de los distintos productos, como la sustancia química
empleada junto a sus coadyuvantes, su formulado (líquido, polvo, gel, gas, etc.),
modos de aplicación (aérea, terrestre, etc.). Los formulados que resultan ser más
nocivos son: en polvo, aerosoles o humo. Por último, las aplicaciones aéreas
presentan un gran porcentaje de deriva si no se realizan de forma correcta.

El esparcimiento de estas sustancias es favorecido también por la fotodegradación,


la volatilización, la lixiviación y el riego indiscriminado con dichas sustancias.

El nivel de exposición y las intoxicaciones agudas están asociados al contacto


sostenido y cercano con estas sustancias. Si bien el contacto no es permanente,
pero el nivel de exposición y su frecuencia son suficientes para desarrollar
sintomatología.

La población urbana, a través de los alimentos de origen vegetal o animal, también


está expuesta a estos compuestos de síntesis. Por ende, no hay sector de la
población que pueda escapar a la exposición referida y a sus potenciales efectos
nocivos para la salud.

La susceptibilidad de las personas se encuentra definida por su género, peso, edad,


etcétera. Otro punto importante es el contenido de proteínas en la dieta. En
laboratorio, se ensayó con animales, a los que se les suministraron dietas
hipoproteicas. Los resultados demostraron que las DL50 (dosis ante la cual la mitad
de individuos de la muestra muere) presentan una reducción de entre 4 y 2,100
veces para algunas sustancias. Esto significa que se necesita la misma cantidad de
sustancia dividida desde 4 hasta 2100 veces para matar a la mitad de la población

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tomada como muestra. Estos pueden ser extrapolados al ser humano. Existe un
gran número de personas que viven en países subdesarrollados, donde es frecuente
emplear plaguicidas y encontrar las carencias nutricionales mencionadas.

Existen una gran cantidad de sustancias elaboradas con fines productivos. A


grandes rasgos se mencionan cuatro grupos, por ser estos los más demandados a
nivel internacional.

Organoclorados

El grupo de los organoclorados son los compuestos más empleados. Sus moléculas
pertenecen a los hidrocarburos clorados y tienen una gran estabilidad física y
química, por lo que presentan una gran persistencia en suelos y agua. Su
biodegradación es lenta: pueden durar, en promedio, cinco años, aunque, en
algunos casos como el DDT (dicloro difenil tricloroetano), puede llegar a treinta.

Estos productos poseen una alta lipofilicidad (se disuelven en grasas). Suelen
almacenarse en mayor medida en los tejidos subcutáneos, la leche materna y la
sangre. Algunos ejemplos son el DDT, aldrín, dieldrín y endrín, endosulfán y lindano.

El ingreso a través de la piel por parte de los organoclorados cambia en función del
tipo de sustancia de que se trate. Por ejemplo, el DDT es poco absorbido. En
contraposición, endrín, aldrín, dieldrín y heptacloro atraviesan la piel más
fácilmente y en menor tiempo. No es descabellado hallar en la piel restos de
compuestos como el clordano, incluso mucho tiempo después de haber sido
aplicado. Una vez incorporados, viajan por medio de los compuestos grasos de la
piel y la sangre; en cambio, los de naturaleza hidrosoluble se trasladan por medio
del material proteico intracelular.

Organofosforados

Estos son compuestos que proceden de lo ácido fosfórico, fosfónico y fosfortoico.

Se desdoblan más fácilmente que los organoclorados. Su desintegración se produce


por oxidación e hidrólisis y genera productos hidrosolubles. Es de esperar que sean
menos persistentes y que se acumulen menos en el organismo humano. Son
ejemplos el paratión, malatión, diazinón, clorpirifos y diclorvos.

Las intoxicaciones pueden generar tres cuadros: intoxicación aguda, síndrome


intermedio y neurotoxicidad tardía.

El primero se caracteriza por la manifestación del cíndrome Colinérgico, gracias a la


sobreestimulación de receptores de acetilcolina. Como con secuencia, podemos

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ver cambios en el estado de conciencia, debilidad muscular y abundante actividad
secretora. Estos síntomas pueden aparecer a pocos minutos o a doce horas después
del contacto, de acuerdo a las características de cada persona y a la cantidad de
tóxico ingresada al organismo. Los niños expresan más fácilmente estos efectos que
los adultos.

El síndrome intermedio se visualiza después de los efectos agudos (24 a 48 horas


posteriores) como debilidad de los músculos en las extremidades, cuello, lengua y
faringe. Se compromete la respiración y disminuyen los reflejos miotendinosos.
Sucede en aquellos casos con inhibición prolongada de acetilcolinesterasa.

La neurotoxicidad tardía está asociada a aquellos compuestos que tienen flúor. Sus
síntomas pueden aparecer en un período de una a cuatro semanas luego del
episodio de intoxicación. Se caracteriza por un debilitamiento muscular en las
extremidades, hipotrofia muscular, calambres, etcétera. La persona afectada se
puede recuperar total o parcialmente dentro de los seis a doce meses con mucha
rehabilitación.

Carbamatos (C)

Los carbamatos proceden del ácido carbámico (NH2COOH). Pueden ser usados
como insecticidas, fungicidas y herbicidas, de acuerdo de la sustancia de la que
deriven. Este grupo presenta cierta inestabilidad, su presencia en el ambiente es
corta y poseen cierta selectividad. Su eliminación es por orina y heces. Algunos
ejemplos son: lannate, carbarilo y carbyl.

Los síntomas se basan en la estimulación colinérgica excesiva. Los


envenenamientos suelen ser más cortos porque son metabolizados con más
velocidad. Es más difícil su detección, debido a que los niveles de colinesterasa
sanguínea pueden engañar.

Los primeros síntomas de toxicidad están asociados a la disminución de la actividad


del sistema nervioso central: coma, convulsiones, hipotonía, efectos nicotínicos,
hipertensión y disminución de la cardiorespiración. La disnea, los broncoespasmos
y la broncorrea con un eventual edema pulmonar son otras señales serias. Los niños
son más vulnerables que los adultos a presentar estos síntomas. Ellos pueden
presentar signos muscarínicos clásicos, aunque su ausencia no significa que no se
encuentren envenenados con sustancias carbámicas. Los primeros síntomas de
envenenamiento son malestar, debilidad muscular, mareo y transpiración. El dolor
de cabeza, salivación, náusea, vómito, dolor abdominal y diarrea se pueden
apreciar en estos casos. La miosis con visión borrosa, incoordinación, espasmos
musculares y lenguaje lento también son síntomas que pueden aparecen.

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Piretroides

Son obtenidos de la flor del crisantemo. Su polvo contiene del 1 al 3 % del principio
activo. Las principales piretrinas son las cinerinas I y II, las jasmolinas I y II, y las
piretrinas I y II (son las que tienen mayor efecto).

Poseen una cierta selectividad: su toxicidad es baja en organismos para los cuales
no están diseñados. Sus moléculas son neuroactivas, la piel los absorbe muy poco
y son metabolizados muy rápido sin dejar restos en el ambiente.

Los piretroides son piretrinas sintéticas que químicamente se dividen en dos


grupos: a) sin grupo alfacyano (permetrín y resmetrín); y b) con grupo alfacyano
(fenvalerato, diametrín y cypermetrín). Se metabolizan por hidrólisis, oxidación y
conjugación. Es muy rara su acumulación en los tejidos. Además, son rápidamente
degradados en el ambiente. Se absorben masivamente por el suelo y se eliminan
fácilmente con el agua.

Plaguicidas y otros químicos de uso agrícola


Los plaguicidas son sustancias de síntesis química o natural, empleadas con el fin
de controlar los diferentes seres vivos que reducen los rendimientos de los cultivos
(no se incluyen los que persiguen fines veterinarios).

Algunos autores los clasifican en minerales y orgánicos, y discriminan los


organofosforados, organoclorados, carbamatos, etcétera.

Otros los clasifican según su uso y distinguen entre: insecticidas, herbicidas,


fungicidas, etcétera.

Podemos usar los siguientes criterios:

• La forma en que ingresa al organismo blanco: podemos discriminar


insecticidas de contacto, ingestión, inhalación (fumigantes) y sistémicos
(estos son absorbidos por los tejidos de los cultivos para dar una savia
tóxica).

• Bajo el mismo criterio tenemos los herbicidas de contacto. Sólo matan las
partes vegetales que fueron asperjadas. Son de translocación interna,
tomados por el sistema radical o superficial para distribuirse por toda la
planta. Los herbicidas residuales que, entregados al suelo, duran un tiempo
considerable antes de entrar en contacto con la maleza. Este último es
pensado para cuando germina la semilla.

• Según el rango afectado: para un gran número de especies, se llaman de


amplio espectro o herbicidas totales. Si el rango es más reducido, se habla
de selectivos o específicos.

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• Según su tratamiento: pueden ser preventivos (profiláctico), curativos
(terapéutico), local (tópico) y general (sistemático).

El momento de aplicación clasifica a los herbicidas en presiembra y de


preemergencia o postemergencia.

Mecanismos de acción de los plaguicidas

Insecticidas

La mayoría de los insecticidas organoclorados y piretroides ejercen su acción sobre


el sistema nervioso: desordenan el transporte de iones de sodio y potasio y alteran
los potenciales de membranas.

Los insecticidas organofosforados y carbamatos realizan la inhibición de la


acetilcolinesterasa y generan la acumulación de acetilcolina en insectos, ácaro o
nematodos.

Los insecticidas inhibidores de formación de quitina o reguladores de crecimiento


interrumpen la formación de quitina cuando el insecto realiza la muda. La cutícula
no puede resistir la presión de turgencia, por lo que se producen lesiones que
causan la muerte. Si bien los adultos no son afectados, sus posturas no eclosionan
o bien originan larvas afectadas.

La mayoría de los insecticidas de origen vegetal son tóxicos para el sistema


nervioso. Las piretrinas inhiben la conducción de sodio y potasio en las fibras
nerviosas. Los nicotinoides (como la nicotina) actúan como sustituyentes de la
acetilcolina, o sea que el nervio aceptor es incapaz de distinguir entre la nicotina (o
análogos) y la acetilcolina. Los rotenoides inhiben la oxidación del nicotinamida
adenina dinucleótido (NAD) (nicotinamida adenina dinucleótido).

Un gran número de insecticidas organoclorados, organofosforados y carbamatos


ejercen, además, otras acciones tóxicas secundarias y actúan sobre enzimas
oxidasas, fosforilasas, deshidrogenasas, etcétera.

Herbicidas
Como primera medida, es importante poder diferenciar los efectos fisiológicos en
los vegetales por acción de los herbicidas, de aquellos causados por desequilibrios
no asociados a ellos.

Los mecanismos de acción de los herbicidas pueden ser los siguientes:

• Alterar la respiración celular como los derivados fenólicos.

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• Boquear la fotosíntesis como los aminotiazol y triazinas.

• Alterar la síntesis de proteínas, aminoácidos y ácido nucleicos,


fenoxiderivados y glifosato.

• Alterar la división celular como los fenoxiderivados y carbamatos.

Fungicidas

También aquí, diferentes familias químicas pueden tener similares mecanismos de


acción sobre los hongos.

Entre los mecanismos más conocidos podemos encontrar:

• Interferencia en la respiración: tal es el


caso de los alquilditiocarbamatos.

• interferencia con el crecimiento y desarrollo del hongo (inhibición de la


división celular): bencimidazoles, procimidone, iprodione, vinclozolin, etc.

• Inhibición de la biosíntesis del ergolesterol: morfolinas, formamidas,


pirimidinas, triazoles, etc.

• Acción sobre la biosíntesis de ácidos nucleicos: inhiben polimerasa en


síntesis de ARN. Acilalaninas: metalaxil, belanaxil.

También existen aquellos que poseen una acción no específica, por lo que
presentan multisitios de acción. Tal es el caso de los:

• Etilenbisditiocarbamatos: presentan las acciones de permeabilidad


celular, inhibición de enzimas tiólicas, no fosforilación oxidativa.

• Fftalamidas: inhibición de enzim as tiólicas y de enzimas respiratorias en


ciclo de Krebs.

Otros, a pesar de su amplio uso, poseen una acción poco conocida:

• Azufre: compite con el oxígeno como aceptor de electrones en la cadena


respiratoria.

• Fosetil aluminio: estimula la producción de sustancias de defensa en el


huésped por acción del ácido fosforoso.

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Otros biocidas

• Rodenticidas: la mayoría de ellos evitan la coagulación, bloquean la


vitamina k1 y no permiten la síntesis de protrombina.

• Helicidas: modifican el metabolismo del agua en los caracoles y babosas,


como el acetaldehido.

• Nematicidas: tienen mecanismos de acción comparables a los de los


insecticidas.

Evaluación de la toxicidad
Poder evaluar la toxicidad y disponer de respuestas según las dosis de un agente
determinado sería lo ideal. La realidad muestra que las medidas necesarias, en la
práctica, son tan complejas a causa de la multiplicidad de factores que intervienen:
los distintos productos utilizados, su uso indiscriminado, las muchas fuentes de
exposición existentes y que las exposiciones varían en intensidad y duración. Para
empeorar aun más la situación, normalmente, no se cuenta con datos certeros
sobre dichas exposiciones. Muchos estudios han tratado de utilizar una
combinación de herramientas como la historia de exposición, la evaluación de
expertos y la monitorización ambiental y biológica con el fin de poder lograr cierta
precisión.

Control biológico de la exposición


El empleo de marcadores biológicos en esta clase de exposiciones no ha sido
abundante. Teóricamente, esta técnica es la más precisa para estimar dosis en
organismos. Se lleva a cabo a través de la medición de la concentración específica
del agroquímico en sospecha y sus metabolitos. (Esta medición) se realiza en
distintos tejidos: adiposo, hepático, renal, sangre o fluidos corporales. No es muy
común que se mida en músculos, piel o pelo. Lo más habitual es realizar muestras
desde sangre y orina siguiendo matrices biológicas regidas por protocolos.

Las fortalezas de esta técnica radican en su precisión para medir la concentración


del agente químico y en que permite conocer parámetros como dosis administrada,
dosis absorbida y dosis activa en el organismo, a través de parches dérmicos.

Hoy en día, se han alcanzado buenos resultados al medir exposiciones en fuentes


de trabajo y se han desarrollado métodos aplicables para distintas clases de
exposiciones.

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Referencias

Ascar, G. I. (2009). Manual Integral de Normas de Higiene y Bioseguridad. Córdoba:


Universidad Católica de Córdoba.

Asociación agraria de jóvenes agricultores. (s. f.). Manual para la acogida de


nuevos trabajadores. Junta de Castilla y León [versión PDF]. Recuperado de:
http://www.asajacyl.com/extras/prevencion/manual_asaja_castellano.pdf

Superintendencia de Riesgos de Trabajo. (2004). Prevención de accidentes y


enfermedades en el sector rural. Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad
Social. Recuperado de:
http://biblioteca.srt.gob.ar/Publicaciones/2004/Manual_riesgos_rurales.pdf

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