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Suicidios debido a la pandemia del covid-19

Andrea Hernández Guerrero 3ªB

Lo que nunca debió haber ocurrido, ocurrió: según datos del informe
“Impacto de la pandemia en niñas y niños”, dado a conocer el pasado 19 de
agosto por la Secretaría de Gobernación del gobierno mexicano, en 2020,
el número de suicidios de niños y adolescentes de ambos sexos en el país
alcanzó la cifra récord de mil 150, lo que representó un crecimiento de 12%
con respecto a 2019.

Los suicidios de niños de 10 a 14 años, detalla este informe, aumentaron


37%; y los de adolescentes mujeres de 15 a 19 años, 12%. Asimismo, entre
2018 y 2020, el pensamiento suicida en adolescentes aumentó de 5.1% a
6.9%; y su conducta suicida, de 3.9% a 6%

Desde la declaración de la pandemia en marzo de 2020, la OMS viene


advirtiendo respecto de los efectos que se están evidenciando en la salud
mental de la personas como consecuencia de la misma. Estas advertencias
incluyen también la proyección de los efectos mencionados en el largo
plazo, entre los cuales se puede inferir un aumento de los padecimientos
psicosociales en general, y de los casos de suicidio, en particular. Por ello,
la respuesta sanitaria en términos de salud mental es considerada por este
organismo como una prioridad que los Estados deben asumir.

Los diversos estudios que se vienen realizando en todo el mundo coinciden


en mostrar un aumento de los niveles de angustia, así como de cuadros
vinculados a ansiedad y depresión, especialmente en trabajadores y
trabajadoras de la salud, así como un agudizamiento de las violencias, el
consumo problemático de alcohol y otras sustancias.

Todo ello, sumado a las vivencias de pérdida (de seres queridos, pero
también de la cotidianeidad y de situaciones estables pre pandemia) son
importantes factores que suelen incrementar el riesgo de que una persona
inicie o incremente significativamente su vulnerabilidad psíquica. la
pandemia ha amplificado los factores de riesgo asociados al suicidio, como
la pérdida de empleo o económica, los traumas o abusos, los trastornos
mentales y las barreras de acceso a la atención de salud. Un año después
del inicio de la pandemia, alrededor del 50% de las personas que
participaron en una encuesta del Foro Económico Mundial en Chile, Brasil,
Perú y Canadá declararon que su salud mental había empeorado.

“El suicidio es un
problema de salud
pública urgente y su
prevención debe ser
una prioridad
nacional”, aseveró
Renato Oliveira e
Souza, jefe de la
Unidad de Salud
Mental de la OPS.
“Necesitamos de una acción de toda la sociedad para poner fin a estas
muertes, y requerimos del compromiso de los gobiernos para invertir y
crear una estrategia nacional integral que mejore la prevención y la
atención del suicidio”, subrayó.

De acuerdo con las Estadísticas Sanitarias Mundiales 2019 de la OMS,


97.339 personas murieron por suicidio en las Américas en 2019 y se estima
que los intentos de suicidio pueden haber sido 20 veces esa cifra. Los
hombres representaron alrededor del 77% de todas las defunciones por esta
causa y, aunque se han hecho progresos en intervenciones basadas a la
evidencia en la prevención del suicidio, muchos países siguen teniendo
tasas crecientes.

¿Qué podemos hacer?

Entre las principales medidas probadas de prevención del suicidio se


encuentran limitar el acceso a los medios para suicidarse (como los
plaguicidas y las armas de fuego), la identificación temprana, evaluación,
gestión y seguimiento de las personas afectadas por pensamientos y
comportamientos suicidas, fomentar las habilidades socioemocionales de
los adolescentes, y educar a los medios de comunicación para que informen
de forma responsable sobre el suicidio.

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