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Anexo:

2- Fuentes Gobiernos de Carlos Menem

“Por los niños pobres que tienen hambre, por los niños ricos que tienen tristeza, por los
jóvenes, por los ancianos, con la bandera de Dios, que es la Fe, y la bandera del pueblo, que
es la bandera de la Patria, por Dios se los pido. Síganme, no los voy a defraudar. No los voy
a defraudar. No los voy a defraudar…” Carlos Menem, fragmento discurso de campaña.

* Asedio, “hiper”, “fin de la historia”


“P.- ¿Cómo es el contexto económico al momento de la asunción de Menem?
R.- Pésimo, para la enorme mayoría de la población y, por ende, para el país. La Argentina
se encontraba asediada de afuera y de dentro. Al contexto internacional de la implosión del
bloque soviético y el triunfalismo de los fundamentalistas de mercado, cuya consigna
emblemática se resumió en aquella afirmación sobre “el fin de la historia” que proponía que
se había acabado el conflicto social y no existía otro asignador de recursos que no fuera el
mercado, se agregaba un contexto interno de hiperinflación como nunca se había vivido hasta
ese momento en la historia argentina. Recordá que en 1989 la inflación anualizada alcanzó
más del 4.900%. A esto sumale la pérdida total de reservas, la fuga de divisas, el parate
económico, los saqueos…en fin, un verdadero “golpe de mercado” montado sobre la
debilidad política del gobierno saliente de Alfonsín.
P.- ¿Quiénes estaban activando esa crisis? ¿Qué buscaban?
R.- Detrás de la escena estaban jugando fuerte en el aceleramiento de este proceso los grandes
grupos económicos nacionales y transnacionales que habían sido los beneficiados por la
dictadura militar y la política económica de Martínez de Hoz, entre otros, Bunge & Born.
Buscaban quedarse con la mayor porción del mercado interno y externo que aun restaba en
manos de empresas del Estado y de otras empresas privadas no monopólicas, y de lograr la
desregulación del mercado; es decir, quitarle el papel de contralor al Estado en la regulación
de las normas de la economía. Y dentro de la desregulación, el objetivo principal era crear
una gran base de desocupados y disminuir estructuralmente el nivel salarial. (…) O sea, el
cierre definitivo del ‘plan’ que se había propuesto la dictadura militar. (…)”
Entrevista de Liliana Garulli a Alejandro Tozzola, enero de 2009. En Consolidación y
crisis de la democracia neoliberal, EUDEBA, 2011.

* “La privatización de los cuerpos”


¿Cuál fue el principal efecto de la privatización de ENTel sobre la fuerza de trabajo?
–En mi investigación analizo las transformaciones del campo jurídico que regulaba el ingreso
al mercado de trabajo, el crecimiento del desempleo y otras modificaciones que desde la
privatización produce la empresa para volver productivos a estos cuerpos que habían sido
juzgados como improductivos.
¿A través de qué mecanismos?
–Hubo un dispositivo discursivo que atribuía una identidad negativa a los ex ENTel: lentos,
perezosos, vagos. Así se imponían atributos de una identidad por construir vinculados a la
productividad, la empleabilidad. Los dispositivos discursivos intentaban enfrentar hasta el
paroxismo dos poblaciones, los ex ENTel y los nuevos. Cobró particular importancia el
Departamento de Recursos Humanos, que impuso la nueva identidad y los nuevos valores de
una cultura privada.
¿Como cuáles?
–Flexibilidad laboral, polivalencia, conocimiento de idiomas, informática. Siempre teniendo
como horizonte la maximización de las utilidades de la empresa. Mi objetivo era investigar
la micromecánica del poder desde el encuentro de los trabajadores en el ámbito del trabajo
para comprender las utilidades extraordinarias que realizaron estas dos empresas. Al
momento de la privatización, había más de 45 mil trabajadores en ENTel, la mitad
correspondía a Telefónica y la otra mitad a Telecom. Hoy hay poco más de 20 mil. Y la
cantidad actual de ex ENTel no supera el 20 por ciento.
¿Cuál fue la actitud de la empresa hacia los ex ENTel?
–Hasta el 1994/95, la empresa convocaba a retiros voluntarios. A partir de 1995, se
produjeron retiros voluntarios inducidos, donde la fuerza de trabajo fue ampliamente
presionada para dejar la empresa. Había un mecanismo de castigo a los rebeldes que resistían
la imposición de las nuevas condiciones de trabajo. La empresa expropió la figura del
trabajador, que pasó a ser un colaborador de la organización. Los mecanismos tendieron no
sólo a disolver el poder colectivo sino a docilizar al extremo la fuerza de trabajo para que
presentara la menor resistencia posible a los cambios. El objetivo fue domesticar. Los
trabajadores vivieron una permanente puesta en examen de sus cualidades y competencias.
Lo que se desvalorizaba eran las competencias adquiridas bajo la égida del Estado de
bienestar.
¿Cómo tipificaba la empresa a la fuerza de trabajo?
–Cuando comenzó la privatización, se pasó de la noción de usuario a cliente, de empleo de
por vida a empleabilidad y de compañero de trabajo a cliente-interno. A partir de la
liberalización del mercado de las telecomunicaciones, existió una nueva tipificación que tenía
que ver con el discurso religioso: el discurso de la fidelización. Hay cuatro grandes
caracterizaciones: el terrorista es el que conspira contra los intereses de la empresa; el
mercenario no está atado emocionalmente al proyecto de la empresa y va al mejor postor; el
rehén es el que está en la empresa porque no tiene otra inserción en el mercado de trabajo y
el apóstol es quien presenta la mayor satisfacción y motivación al interior de la organización.
¿Cuán efectivos fueron los mecanismos de la empresa hacia los trabajadores?
–En los sectores administrativos, la empresa adquirió una importante adhesión y logró
imponer la nueva identidad sin resistencias. Pero en los sectores operativos, donde existía un
saber obrero, no tuvo la misma efectividad y en algunos casos fracasó abiertamente.
Reportaje de Natalia Aruguete a Damián Pierbattisti (autor de “La privatización de los
cuerpos…”), Suplemento Cash, Página/12, 27 de noviembre de 2005.

* “Ramal que cierra, pueblo que muere”


“Ramal que para, ramal que cierra, dijo el presidente Carlos Menem en noviembre de 1989.
Y así fue. Sólo en el ramal del Ferrocarril Belgrano quedaron sin recibir el tren aguatero 43
estaciones. ‘Pueblo sin tren, pueblo que muere respondieron las llanuras, ciudades y el litoral
de la Argentina, con protestas de distinta intensidad. Y así fue.
Con las primeras clausuras decretadas por el Gobierno en 1990, numerosos pueblos y
ciudades del país quedaron aislados. Los pobladores más viejos se quedaron a sobrevivir, con
mucho entusiasmo y ninguna esperanza. Los más jóvenes se fueron. Las ciudades quedaron
sin futuro. Esto ocurrió con La Banda en Santiago del Estero, Laguna Paiva y San Cristóbal
en Santa Fe o Navarro y Las Marianas en Buenos Aires, para citar sólo algunas. Con la
desaparición del tren sanitario también se perdió el servicio que prestaba en las campañas
contra el mal de Chagas, los planes de vacunación y la lucha contra la langosta.
Mientras existió el servicio ferroviario, el tren cumplía la misión social de llevar agua potable
a aquellas ciudades que no la tenían. También así se combatían las sequías. ‘Si han cerrado
el camino de metal, el acarreo acuoso se detuvo, los pozos se secan o se pudren las cisternas,
y éstas son tapadas por yuyales que al secarse transitan el camino de los vientos como
representantes de la muerte. Los pueblos se vacían uno a uno", cuenta el experimentado
dirigente ferroviario Juan Carlos Cena en su libro autobiográfico (…) El guardapalabras.
Memoria de un ferroviario (…)”
Héctor Pavón, Clarín Digital, 25 de mayo de 1997

* Convertibilidad y transformismo político


“Se trata de un momento histórico para los sectores dominantes porque concretan avances
impensables poco tiempo antes, logrando remover los escollos estructurales que impedían la
consolidación del patrón de acumulación que habían puesto en marcha a partir de la dictadura
militar. Si bien la superación de los factores estructurales se desencadena a partir de las
contradicciones secundarias dentro del establishment económico, su resolución final trajo
aparejada la transferencia a su órbita directa de acumulación de los activos sociales
acumulados por varias generaciones de argentinos y un dramático replanteo de la relación
entre el capital y el trabajo, que se expresará en los más diversos órdenes de la vida social,
coronando de esta manera la ‘revancha clasista’ que se puso en marcha con la dictadura
militar basada en la obtención de cuasi rentas de privilegio.
Sin embargo, es insoslayable destacar que este avance de los sectores dominantes fue posible
porque se consolida un sistema político basado en el transformismo argentino como sistema
de dominación.
(…) La consolidación del transformismo modela un sistema político que gira exclusivamente
dentro de la órbita de los sectores dominantes, abandonando su identidad histórica y
adquiriendo un formato y una dinámica empresaria de corte vertical donde los operadores
político tienen un papel decisivo”.
Eduardo M. Basualdo. Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina: Notas
sobre el transformismo argentino durante la valorización financiera 1976-2001, UNQUI
Ediciones, 2002

* Operadores “Se inicia así en el sistema político y en el resto de la sociedad civil la etapa
de ‘absorción gradual, pero continua’ de los intelectuales orgánicos del resto de los sectores
sociales. Es decir, de la decapitación de los sectores subalternos como forma de inmovilizar
a los sectores populares. (…) En el sistema político comienza a crecer la trascendencia de los
denominados ‘operadores políticos’ que se caracterizan por su pragmatismo y una supuesta
falta de ideología, que en realidad esconde su ruptura con las concepciones y la historia de
los grupos sociales a los cuales supuestamente representan, subordinándose al poder
establecido.” Eduardo M. Basualdo, Íbid.

* Clase media, corrupción, movilidad.


La política como escalera
“La corrupción masiva y endémica también es el resultado de la concentración de la
propiedad. La ruta tradicional hacia la movilidad social para la clase media se daba, por
ejemplo, a través de la apertura de un negocio, el incremento de la producción y las ventas,
que le permitía acumular riqueza en forma gradual. Con la privatización y la concentración
de la propiedad de la tierra, las finanzas y la industria, el ‘costo de ingreso’ para involucrarse
en negocios excede de lejos la capacidad económica de cualquier persona de clase media en
América Latina. Imposibilitados de ascender socialmente a través de la competencia en el
mercado, los individuos de clase media con ambición de ascenso social, ingresan a la política
y transforman su cargo político en un mecanismo para servir al capital extranjero a cambio
de comisiones económicas (coimas, acciones bursátiles, etc.). Ya que los canales de ascenso
social están cerrados, el cargo político se transforma en la única arena donde la clase media
puede competir, obtener una oficina y subir la escalera económica a través de mecanismos
ilegales. (…)
En este sentido, la corrupción política es el principal vehículo de la movilidad social en la
era de la monopolización imperial del mercado. No es simplemente una transgresión de la
moral por parte de individuos imperfectos, sino una condición estructural endémica del
modelo neoliberal. (…)”
James Petras. “El menemismo: el contexto internacional de la década del 90”. En
Herramienta. Revista de Debate y Crítica marxista, Nº 12, marzo de 2000.

* Urbanizaciones, estilos de vida, inseguridad.


El contexto privatizador de la década impacta fuertemente en los estilos de vida. Las
urbanizaciones privadas, los barrios cerrados, los countries, los clubes de campo, aparecen
no sólo como respuesta a la desorganización caótica de “la ciudad”, la inseguridad y el miedo,
sino como expresión de aspiraciones de status y distinción social. En algunos casos, este
encapsulamiento trae consecuencias: nuevos modelos de socialización dentro de las familias,
desconexión con el mundo exterior y exacerbación de los contrastes con ese “afuera”
concebido como peligroso y hostil.

Nosotros y los “otros”


a) “[…] Acá vivimos una realidad que es muy especial e incluso yo le decía a mi mujer: qué
suerte que los chicos todos los días van a colegio, tienen que salir y pasar por delante de la
villa, para que no se crean que esto es la Argentina, porque chicos chiquitos que se crían
acá dentro creen que la Argentina es esto (…)”

b) “Miriam: [refiriéndose a los hijos] – No saben lo que es una calle, un semáforo, un


colectivo, viven en una burbuja, ellos van caminando por acá y es el coche el que tiene que
parar y no ellos porque pasa un coche.
E.- Y si lo pensás a futuro, ¿qué es lo que va a pasar con ellos?
M.- No, yo no me mudo de acá, ni loca. (…)

c) “Mi nena no sabe lo que es un colectivo, cuando va al subte se siente que va de paseo
como si fuese el paseo más grande que hay, cuando van al centro están a los bocinazos,
suben a un ascensor y es raro entonces también. (…) Si yo tengo que elegir prefiero hacerlas
crecer fuertes en este ambiente, darles valores bien arraigados porque para lo malo siempre
hay tiempo (…)”
d) “(…) Yo jugaba con el hijo del verdulero, del herrero, del mecánico, y digamos que el
perfil de un barrio sea mucho más homogéneo y eso hace que nuestros hijos estén
acostumbrados a ver siempre gente del mismo perfil social […]. Falta potrero, (…) no hay
más potrero, ni subir a un árbol ni cazar pajaritos. Acá no se hacen más esas actividades.
Acá es ver quién tiene la bicicleta más grande, quién tiene el nintendo con más juegos, quien
tiene…”

e) P.- ¿Qué hay del otro lado del paredón?


R.- Depende la zona, hay dos zonas de villa, acá en lo que sería la salida de Polvorines un
barrio textil, o ex barrio textil, es humilde, pero bien, gente que trabaja a humilde, pero
estamos rodeados por villas, zonas muy carenciadas, de aquel lado hay un tal barrio Lucero
que es muy carenciado (…)”

f) “G.- (…) En Luján, por ejemplo, se hacen barrios en el medio del campo, se cierra un
pedazo de campo y alrededor ¿qué queda?, campo…
M.- Sí, pero dentro de veinte años va a tener un barrio periférico. Andá a Highland, primero
era nada y después tuvieron problemas de periferia, porque se genera un barrio alrededor
que trabaja y que le da servicios al barrio de adentro (…)
E.- ¿Vos a qué te referís cuando hablás de problemas de periferia?
M.- Y de… robo… sobre todo, el problema es de seguridad. Nosotros fuimos al Lago [otro
barrio privado] a ver un terreno y nos dijeron que una buena característica del Lago es que
tenía doble cerco perimetral con guardias que rondan con perros. Yo decía ‘¡qué feo!’
[risas]. Me hizo acordar a la época medieval. Es horrible…”
En Maristella Svampa. Los que ganaron. La vida en los countries y en los barrios
privados. Biblos, 2001.

* …Paredón y después
a) “Soldati es un barrio olvidado y discriminado. Para la policía es zona roja por la
peligrosidad, por eso la salita de salud no está abierta las 24 horas y tampoco tenemos
ambulancia, ambas cosas son muy necesarias. La salita no podría abrir a la noche si no es
con seguridad porque seguro que se robarían los medicamentos, además a la policía no le
gusta ingresar al Complejo [Habitacional Soldati], solamente entra el grupo GEO. El barrio
está como está por culpa del Estado que se retiró, los gobiernos nacionales, los dirigentes
ambiciosos y corruptos del barrio y la gente que no hace nada…” Testimonio de Martín,
ex residente del Complejo Soldati. En María Florencia Girola. “La ciudad dentro de la
ciudad: consideraciones sobre el avance de los procesos de relegación urbana en la
ciudad de Buenos Aires”, Voces Recobradas, Revista de Historia Oral, año 9, Nº 22.

b) “(…) para la gente Soldati no existe, es el Fuerte Apache de la Capital Federal, somos
los olvidados (…) el Complejo tiene muy mala fama, son todos unos negros villeros, ésa es
la visión que se tiene desde el afuera, más desde que se pobló de bolivianos y peruanos…”
Testimonio de Liliana, residente del Complejo. Íbid.

c) “(…) cuando decía a dónde vivía, cuando iba a la escuela, yo no decía villa, decía barrio
INTA. (…) Sentir que porque vivimos en una villa no somos menos que otros. Eso, lo difícil
es hacérselo entender a los chicos. Porque primero te discriminan y luego te
autodiscriminás… Te lo marcan tanto que te lo creés”
Testimonio habitante Villa 19 INTA. En Lidia González y Daniel Paredes. “Las ‘villas
miseria’ de Buenos Aires: la construcción del espacio barrial”, Voces Recobradas,
Revista de Historia Oral, Año 5, Nº 14

* Escraches
A casi veinte años del golpe, otros jóvenes, hijos de aquellos desaparecidos, se organizan en
una agrupación heredera de la lucha de Madres y Abuelas. Hijos por la Identidad, la Justicia
contra el Olvido y el Silencio instalan como forma de repudio el “escrache”, una estrategia
interpelativa para forzar la condena social, para lograr el juicio y el castigo. En tanto
producción anónima y colectiva que se apropia del espacio público, está emparentada, de
alguna manera, con el “siluetazo” de las “Madres”, aquella proliferación de siluetas
recortadas para hacer presentes las ausencias. Los escraches de H.I.J.O.S. ponen en acto,
“mandan al frente”, exponen a los genocidas, los señalan ante sus vecinos.
Denuncian públicamente con un lenguaje que revela, que saca a la luz la identidad del que se
esconde en el anonimato, amparado por la política oficial de olvido y por la vacancia de la
justicia. Porque “allí donde no hay justicia, hay escrache”, dicen los HIJOS que suman,
además, nuevas generaciones de artistas y colectivos de arte callejero.
La estética del escrache supone logística y organización: elaboración de máscaras, disfraces,
muñecos gigantes, banderas, pancartas, volantes con la foto del torturador, murgas,
batucadas, escenificaciones, verdaderas creaciones de sentido que involucran al pueblo –
vecinos, transeúntes ocasionales, televidentes- como testigos de la condena pública. Los
escraches multiplican los “lugares de memoria”.
Liliana Garulli, op. Cit.

Consignas cantadas (HIJOS):


“No subas la escalera,
no tomes el ascensor,
que al lado de tu casa
vive un torturador”

¡Alerta vecino!,
por las calles de su barrio
camina un asesino”

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