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En una cultura tan competitiva como la nuestra, muchas personas actúan movidas por una

motivación extrínseca. Es decir, quieren ostentar sus logros como si fueran medallas colgadas en
el pecho para alcanzar la aprobación o la admiración de los demás. Sin embargo, lo que diferencia
a las personas con fuerza interior es que estas no pretenden impresionar a nadie, se mueven para
lograr sus sueños, por una motivación intrínseca que, dicho sea de paso, es el motor impulsor
más poderoso del comportamiento.

Estas personas, ya sea cuando se levantan o antes de acostarse, suelen dedicarle unos
minutos a la gratitud. Hacen un inventario de las principales razones por las cuales se sientan
agradecidas. Este pequeño ejercicio les permite reencontrar la tranquilidad interior y les da la
fuerza que necesitan para enfrentar los proyectos que tendrán al día siguiente

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