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Glosario

¿Qué entendemos por memoria?

Sofía Orozco M
Maria Angélica Choperena
Estevenson Taborda

Memoria:

En su introducción del libro “Lo que hablamos cuando hablamos de memoria,” José María
Ruiz Vargas destaca que la memoria es un fenómeno de notable complejidad. Esto se debe a que
no se limita únicamente a la capacidad de retener información, sino que representa un proceso
neurocognitivo que nos habilita para la adquisición, retención y aplicación de un amplio conjunto
de conocimientos y destrezas (Ruiz Vargas, 2008, pág. 54) Por otro lado, en el texto “La
Memoria: Concepto de Funcionamiento y Anomalías” publicado en 2013, Germán A. Padín
afirma que la memoria es un proceso psicológico que tiene la responsabilidad de almacenar,
codificar y recuperar eventos, conceptos y procedimientos para permitirnos adaptarnos a las
variadas demandas de la vida cotidiana. Esto nos distingue a cada uno de nosotros, ya que no
experimentamos las mismas vivencias, no las almacenamos de la misma manera y desarrollamos
habilidades distintas en los diversos procedimientos y destrezas que un ser humano puede
alcanzar (Padín, 2013, pág. 178)

Memoria declarativa:

La memoria declarativa, concebida por Squire en “Declarative and Non-Declarative


Memory,” y posteriormente retomada por José María en su libro “Lo que hablamos cuando
hablamos de memoria,” se compone de dos sistemas fundamentales: la memoria episódica y la
memoria semántica. La memoria episódica abarca la capacidad de recordar experiencias
personales vividas, funcionando como una especie de memoria autobiográfica que permite
recuperar deliberada y conscientemente momentos específicos del pasado. Por otro lado, la
memoria semántica, originalmente establecida por Tulving en “Organization of Memory” en
1972 y retomada por José María, se refiere al conocimiento sobre hechos y conceptos desligado
de las circunstancias temporales y espaciales de su adquisición. Es, en esencia, el conocimiento
general que los individuos poseen sobre el mundo en un sentido más amplio (José María, 2008,
pág. 61).

Memoria no declarativa:

La memoria no declarativa, abordada en el libro “Lo que hablamos cuando hablamos de


memoria” por José María, se relaciona con situaciones en las que los investigadores tratan el
trauma psicológico en pacientes al expresar que “el cuerpo recuerda” . En estos casos, algunos
estímulos traumáticos evocan respuestas somatosensoriales en el cuerpo, como el aumento de la
frecuencia cardíaca, sudoración y náuseas. Esta forma de memoria se llama “no declarativa”
porque no se puede expresar verbalmente. A menudo causa un intenso malestar físico y
psicológico. Aunque los episodios de experiencias somatosensoriales y el malestar también son
expresiones de memoria, se manifiestan de manera explícita como recuerdos y no de forma
implícita. Por otro lado, la memoria procedimental o no-declarativo se relaciona con un
conjunto de reglas y habilidades que nos permiten interactuar eficazmente con el entorno, y este
conocimiento se expresa a través de acciones, como conducir un automóvil o jugar al tenis. Esta
diferencia entre ambos tipos de conocimiento (declarativo y no declarativo) se alinea con la
distinción tradicional entre “saber qué” y “saber cómo”, respectivamente.

Memoria como sistema:

Es crucial destacar la diferencia entre la memoria como sistema y la memoria como


representación. La memoria como sistema se refiere a la capacidad funcional de registrar,
organizar, consolidar y recuperar información en el cerebro. Es una perspectiva que considera a la
memoria como una facultad en sí misma, encargada de gestionar datos de diversa índole. Por otro
lado, la memoria como representación se enfoca en el contenido de la memoria, es decir, en las
representaciones mentales de la información almacenada. Esta distinción es fundamental para
comprender la naturaleza compleja de la memoria, porque la memoria como sistema funciona en
pro a un proceso individual, y la memoria como representación busca el proceso de recuperación
de la información.

Memoria social:

José María Ruiz Vargas sugiere en su ensayo “¿De qué hablamos cuando hablamos de
“memoria histórica”? Reflexiones desde la psicología cognitiva” que la memoria social es lo
que un grupo o sociedad recuerda e interpreta sobre acontecimientos pasados, y que se mantienen
en el tiempo a través de distintas generaciones; coincidiendo con la perspectiva sociológica de
Max Weber: “la memoria social se entiende como las múltiples narrativas sobre el pasado que
son traídas al presente por distintos grupos portadores”. Tanto la “memoria social” como la
“memoria “colectiva”, según Emile Durkheim, están relacionadas con la formación de la
“memoria individual”, o, en otras palabras, en la dependencia de la “memoria individual” en
relación con la "memoria social" y a “memoria colectiva”.

Memoria colectiva:

Maurice Halbwachs se refiere a la “memoria colectiva” como los recuerdos y memorias


que atesora y destaca la sociedad en su conjunto. Es importante destacar que, aunque esta y la
“memoria social” pueden ser tomadas como sinónimos, como lo sugirió Ruiz Vargas, Roberto
Manero Brito, profesor, investigador y doctor en Ciencias de la Educación, y Marcela Ariadna
Soto Martínez, doctora en Ciencias Sociales, en su artículo “Memoria colectiva y procesos
sociales” advierten lo siguiente: La memoria colectiva se refiere a cómo los grupos sociales
recuerdan, olvidan o se reapropian del conocimiento del pasado social. La memoria social se
puede concebir como la influencia que ciertos factores sociales tienen en la memoria individual,
o memoria en la sociedad”, señalando la diversidad entre estos dos términos.
Memoria histórica:

José María Ruiz Vargas expone, de manera clara, que cuando hablamos de “memoria
histórica” nos referimos a los recuerdos o a las historias relacionadas con guerras civiles o
conflictos armados, y que de una u otra manera, directa o indirectamente, afectan, y siguen
afectando, a los ciudadanos o habitantes de un país. Es “memoria histórica” cuando los hechos
ocurrieron hace relativamente poco, hasta hace algunas décadas, y cuando aún podemos ver el
resultado de los estragos y la damnificación; el daño ahora no es físico, sino emocional y
sentimental, pues involucra, entre otras cosas, desapariciones y muertes injustas, y quienes las
sientes son quienes buscan y lloran a quienes perdieron; si no cumple con lo anterior, sería, por
otro lado, “memoria de la historia”.

La “memoria histórica” busca justicia, humanización y dignificación, reparación de los daños,


y que quienes sufrieron y quienes se vieron perjudicados, sean tomados en cuenta y que sus
historias no sean olvidadas. La “memoria histórica” compete a la educación porque a través de
esta se busca estudiar, analizar, sensibilizar y entender los fenómenos sociales y culturales a
través del tiempo y de la guerra. Por supuesto, también se enfoca en la lucha contra la
revictimización y el respeto por los Derechos Humanos de los vulnerados.

En un documento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos podemos encontrar una


muy interesante y contundente definición de lo que es y lo que busca la "memoria histórica”: “La
memoria histórica es el cúmulo de experiencias de un pueblo. Es el esfuerzo consciente de
algunos grupos humanos por encontrarse con su pasado para conocer, explicar y valorar
sucesos que conformaron la propia historia”.

Memoria de la historia:

La “memoria de la historia” denota la aptitud para recordar y conservar los sucesos y hechos
del pasado, en particular aquellos que han tenido relevancia para una sociedad, grupo o nación,
es decir, la “memoria semántica” de la historia. Esta perspectiva implica tener un entendimiento
de la historia fuera de un contexto personal o situado. En otras palabras, es la base sobre la cual
se construye la “memoria histórica,” que es la comprensión más profunda y personal de la
historia.

Memoria emocional:

Un grupo de investigadores, en un estudio hecho para Universidad Nacional de La Plata y


publicado en su Revista de Psicología, definen la memoria emocional como aquella información
que se encuentra en nuestro sistema de modo duradero debido al acompañamiento de emociones,
ya sea en su adquisición, consolidación o recuperación. Asímismo, Maria Celeste Airaldi, en su
estudio “Implicancias de a memoria emocional en psicoterapia cognitiva” se apoya en LeDoux
para hablar acerca de la “memoria emocional”: “Se entiende por memoria emocional al “recuerdo
implícito condicionado” que se desprende de una emoción”.

Memoria implícita:

Utilizamos la “memoria implícita" para recordar información de manera inconsciente y


completar actividades cotidianas. Ignacio Morgado Bernal, en “Psicología del aprendizaje y la
memoria”, la define como los recuerdos básicamente inconscientes en que se basan nuestros
hábitos perceptivos y motores.

Memoria a corto plazo:

La memoria a corto plazo se define como el mecanismo de memoria que nos permite retener
una cantidad limitada de información durante un limitado tiempo. La memoria a corto plazo
retiene temporalmente la información procesada, puede ser olvidada o después pasar a la
memoria a largo plazo.

Memoria a largo plazo:

Esta memoria es la que nos permite almacenar información sin límites de tiempo ni capacidad.
Como se dijo antes, los datos de la memoria a corto plazo pueden pasar a la memoria a largo
plazo mediante la repetición o la asociación emocional.

Memoria prospectiva:

La “memoria prospectiva” es utilizada cuando necesitamos anticiparnos al futuro para obtener


información sobre algo que ocurrirá. Por ejemplo, qué día tenemos visita con el dentista.

Memoria retrospectiva:

La “memoria retrospectiva” es la que empleamos cuando nos retrotraemos al pasado para


recordar algo que ya sucedió, por ejemplo, a qué restaurante fuimos el fin de semana pasado.

Memoria sepultada:

La noción de memoria sepultada alude a la idea de que determinados eventos, traumas o


aspectos históricos han sido reprimidos o relegados al olvido en la conciencia colectiva de una
sociedad o cultura. Según Edward W. Said, “Las heridas del pasado pueden ser tan profundas
que la memoria de ellas se vuelve insoportable, y la sociedad elige enterrarla en lugar de
confrontarla.” La memoria sepultada puede ser un lastre significativo que obstaculiza el progreso
y la curación, pero, tal como lo expresó Elie Wiesel, “solo enfrentándola podemos liberarnos de
su poder.”

Memoria personal:

La memoria personal hace referencia a la capacidad de un individuo para recordar eventos,


experiencias y detalles de su propia vida. Se considera esencial para la construcción de la
identidad individual y la elaboración de la narrativa de vida de una persona. Antonio Damasio
señala que “La memoria personal es la fuente de nuestra identidad. Somos quienes somos debido
a lo que recordamos y cómo lo recordamos.” Además, como lo expresó Rebecca McNutt, “La
memoria personal es el diario de nuestras vidas, y cada día escribimos una página más en ese
libro en blanco.”

Memoria herida:

La memoria herida se refiere a la recordación de eventos traumáticos o dolorosos que han


dejado una profunda huella en la conciencia de un individuo o una comunidad. Frecuentemente,
estos recuerdos pueden ser difíciles de superar y pueden tener efectos duraderos en la salud
mental y emocional de las personas. La memoria herida también puede transmitirse a través de
generaciones, afectando la memoria colectiva de una comunidad o grupo de personas. Como lo
expresó Primo Levi, “La memoria herida es como una cicatriz en el tejido de la historia, una
marca indeleble que nos recuerda los horrores que la humanidad ha soportado. No debemos
olvidar, pero debemos aprender a vivir con esa memoria.”

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