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PRÁCTICA 1- María Selfa Cánoves

El ser humano vive para solucionar problemas. Su existencia se rige en base a los diferentes
obstáculos que la comunidad de su momento determina como necesarios de remediar. Así, en
la sociedad occidental de hoy en día, donde todas las disciplinas académicas se desarrollan a
velocidades de vértigo y donde nuestra vida se vuelva cada vez un poco más fácil, un problema
ignorado hasta ahora ha tomado el relevo de protagonizar el sentido de las vidas de una
comunidad que se enfrenta a una existencia cada vez más cómoda, sin vocación, sin gracia y sin
contratiempos.

El problema en cuestión es la insaciable búsqueda del cuerpo sano mediante el control de los
hábitos de vida, es decir, a lo que a pie de calle se conoce como una vida “healthy”. De esta
manera, con el fin de dejar atrás el cuerpo no deseado o no normativo, las personas se someten
a restricciones alimenticias y rutinas de ejercicio. Y aunque este propósito parezca abogar por el
bienestar fisiológico y mental de los individuos, su verdadera motivación no podría alejarse más.
Para verdaderamente entender la situación hay que establecer qué es el concepto de cuerpo
“healthy” y la diferencia con el cuerpo sano.

El cuerpo “healthy” no es un concepto real, sino que es una visión utópica de ser humano que
alaba y enaltece ciertos atributos, la cual se gesta y desarrolla a partir de los valores y creencias
de la sociedad, y que ha sido interiorizada por los individuos gracias al proceso de la
socialización. Esta sociedad viene estructurada dentro de lo que llamamos estructura, la cual,
en las comunidades occidentales, es definida por el sistema biomédico, o dicho de otra manera,
los ladrillos, que serían el sistema biomédico, forman el edificio que representa la sociedad, el
cual es construido por la estructura. De esta manera, es el sistema biomédico el que establece
los cánones irreales que determinan lo que es un cuerpo “healthy”, y lo tacha de normal y
deseado, marginando y demonizando todos los cuerpos que se salgan de estos estándares. Estas
ideas vienen reforzadas por la biopolítica, en donde se toman medidas que fortalece el concepto
dual de cuerpo bueno (“healthy”) y el malo (no normativo), siendo una de estas la aplicación
Yuka, donde traslada esta dualidad a los alimentos, tachándolos de buenos (te ayudan a ser
“healthy”) y malos (te ayudan a tener cuerpos no normativos), transfiriendo al individuo la
totalidad de la responsabilidad de resolver este problema que, recordemos, ha creado su
comunidad.

En ultima estancia, aunque el deseo por el cuerpo “healthy” parezca, en cierta media, opresor y
tiránico, la realidad es muy distinta. Ya que esto no es mas que la agencia de los individuos en
su máxima expresión. Esto se debe a que, dentro de esta sociedad, existe una marcada
desigualdad debido a la descodificación de ciertos atributos por parte del sistema biomédico.
De esta manera, dentro de la categoría apariencia, este sistema le dota al cuerpo “healthy” la
posición de poder, y al “no normativo” la posición subyugada. Por ello, el deseo de los individuos
por llegar a este cuerpo deseado no es más que la lucha de estas personas en contra de la
discriminación recibida, o en otras palabras, dentro del edificio anteriormente mencionado, este
deseo representaría la intención de las personas de no quedarse en el primer piso de la finca,
sino subir y conseguir las mismas vistas que otras personas, que por nacer así, injustamente han
recibido de forma gratuita.

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