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CAPÍTULO 5.

SALUTISMO Y ACTIVIDAD FÍSICA

Referencia: Devis, J. et al. (2000) Actividad física, deporte y salud. Inde. Barcelona.

1. Introducción
2. El culto al cuerpo
2.1. El cuerpo máquina
2.2. El cuerpo danone
3. Las relaciones simplistas entre la actividad física, la
condición física y la salud
4. Actividad física, salud y consumo
5. Recuerda que...

1. Introducción

La inquietud que se ha creado alrededor de los temas de salud en las sociedades


desarrolladas de finales del siglo XX ha llegado a tal punto que, en muchos casos, se ha
convertido en una preocupación contraproducente para la salud personal, social y
medioambiental. La diversidad de mensajes sobre la salud, mediatizada por los
intereses consumistas de las sociedades capitalistas, ha producido una serie de
obsesiones y distorsiones en el inconsciente colectivo de enorme repercusión social. Y
a todas ellas se les ha etiquetado con el anglicismo que encabeza el título de este
capítulo, el salutismo, es decir, el entramado de creencias, valores y prácticas sociales
que conforman una conciencia falsa o limitada sobre la salud.

En la imaginería colectiva actual sobre la salud existen dos distorsiones básicas.


La primera consiste en tomar a la salud como el valor más importante para las personas
o, si se prefiere, el primer objetivo de la vida humana. Y la segunda consiste en creer
que la salud se logra a través del esfuerzo individual, la disciplina y las conductas
diarias, ignorando otros factores sociales, culturales, económicos, políticos y
medioambientales que condicionan la vida de las personas. Pues bien, estas ideas
centrales del salutismo han calado de tal forma en las sociedades desarrolladas que han
originado una plétora de supuestos alrededor del cuerpo, la actividad física y la salud.
Estos tres elementos conforman un red invisible de interrelaciones de manera que al
abordar uno de ellos resulta inevitable mencionar los otros dos.

Figura 1. Elementos que se ven afectados por el salutismo

Actividad Física

Cuerpo Salud

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(Dibujo de página entera)

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En las páginas de este capítulo trataremos, precisamente, algunas de las
manifestaciones más importantes del salutismo que afectan a los tres elementos de la
figura 1 y que hemos agrupado en tres epígrafes. Uno relativo al culto al cuerpo, otro a
las relaciones simplistas entre actividad física, condición física y salud, y otro a la
actividad física saludable como objeto de consumo.

2. El culto al cuerpo

Hoy día la preocupación por el cuerpo ha cobrado una importancia inusitada, hasta
llegar al punto de hacer del cuerpo una especie de objeto de adoración o de culto.
Reverenciamos su eficacia y rendimos pleitesía a unos cánones de belleza estandarizados.
Somos capaces de uno y mil sacrificios con el fin de mejorar su funcionamiento y su
apariencia. Todo ello, que a menudo se vincula con la salud y la práctica física, se ve
reflejado en la actualidad en las dos concepciones hegemónicas sobre lo corporal: el cuerpo
máquina y el cuerpo danone.

2.1. El cuerpo máquina

¿Cuantas veces hemos oído la expresión eres un máquina? Cuando queremos


exaltar la capacidad de un/a deportista, decimos que es una máquina. Pero esta expresión
no la empleamos únicamente en relación con el deporte. También la utilizamos para
referirnos al cuerpo humano en general, cuando queremos destacar algún aspecto
relacionado con su funcionamiento. Así, para indicar que el aparato digestivo realiza
correctamente su tarea excretora, decimos eufemísticamente que funcionamos como un
reloj. Cuando nos duele alguna articulación, en ocasiones nos quejamos de que no estamos
suficientemente engrasados. Si tenemos hambre o sed, bastante a menudo demandamos un
poco de combustible. Muchas personas hemos sufrido alguna vez dolores musculares por
haber forzado la máquina en exceso, especialmente si estábamos oxidados después de un
largo periodo sin hacer actividad física.

Todas estas metáforas se basan en la concepción del cuerpo como una realidad
biológica, por lo que la salud se entiende como el correcto funcionamiento de los diferentes
sistemas orgánicos: el cardio-respiratorio, el metabólico, el endocrino, el nervioso o el
locomotor. Desde este punto de vista todos los cuerpos normales son similares porque
poseen los mismos componentes y funcionan de la misma manera. Parece sugerirse que el
cuerpo es una realidad única, con lo que pueden determinarse una serie de rasgos objetivos
y neutrales que prefiguran sus características deseables. El cuerpo máquina sería la
expresión máxima de ese cuerpo objetivo, en el que se valora fudamentalmente su eficacia
funcional; en el caso de la actividad física, su capacidad para producir movimiento.

Esta perspectiva objetivo-biologicista puede servir para explicar muy gráficamente


algunos aspectos relacionados con nuestra parte material, aunque olvida otros que son
fundamentales para comprender la complejidad del cuerpo en su globalidad. Por ejemplo,
aunque la idea del cuerpo-máquina deja clara muchas cararacterísticas del cuerpo en el que
vivimos, no aclara porqué no siempre vivimos nuestro cuerpo de la misma manera.
Muchas sensaciones, sentimientos, emociones y recuerdos dejan una huella somática, a

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veces más explícita que aquello que podemos comunicar con palabras. Cuando afirmamos
que nos sentimos mal o que no nos gustamos, hacemos referencia a un conjunto de
sensaciones, entre las que destaca qué sentimos hacia nuestro cuerpo, o dicho de otro
modo, cómo nos sentimos en él.

Cada máquina está programada para realizar una función determinada que resulta
inalterable ante cambios políticos, ideológicos o emocionales. Si los cuerpos fueran de
verdad máquinas, no les afectarían la sociedad y cultura en la que viven. Pero
inevitablemente les afectan. La razón es que el cuerpo ejerce de intermediario entre
nosotros y el mundo, sirviendo de elemento de representación social, que en cada cultura
adopta unos valores determinados. Por ejemplo, en el cuerpo se encarna nuestro sexo, edad
o raza, factores que en algunas culturas, como la nuestra, representan ventajas o
inconvenientes sociales. Pero además nuestro cuerpo también proporciona otro tipo de
información más sutil, que simboliza nuestra personalidad, estatus social o preferencias
culturales. Por ejemplo, si te tomas la molestia de vestirte con ropa rota, rodearte de
pesadas cadenas, lucir una cresta verde y perforarte diferentes partes de tu cuerpo para el
lucimiento de múltiples pendientes, seguramente con todo ello pretendas exteriorizar tus
ideas, y probablemente tiendas a simpatizar con personas que tengan una apariencia más o
menos parecida a la tuya. Hoy en día nuestra apariencia se ha convertido en una verdadera
seña de identidad, casi un uniforme que hay que lucir si queremos aceptarnos y ser
aceptados por los demás.

Las alusiones al cuerpo-máquina


son tan abundantes que no sorprenden las
habituales referencias a la salud como el
perfecto funcionamiento del cuerpo. De
hecho, resulta común concebir la
enfermedad como un fallo del cuerpo, lo
que inspira la imagen de un médico-
mecánico encargado de reparar o sustituir
el mecanismo dañado en el menor tiempo
posible y de la forma más eficaz, para
que pueda volver a rendir cuanto antes y
de forma óptima. Se sugiere también que
mediante nuestra conducta individual
somos responsables de la conservación y
mejora de nuestra propia máquina
corporal, con lo que el ejercicio adquiere
un valor meramente utilitario e
individualista.

En definitiva, la concepción del cuerpo-máquina sugiere que a las personas-


máquina no les afectan ni sus sentimientos, ni los de los demás, ni las condiciones que
rodean su tarea. Os imagináis que una máquina dijera un día: “Hoy no me encuentro con
ganas de trabajar”. Parece difícil porque las máquinas son sumisas y responden siempre a
los deseos de sus dueños o sus creadores, no tienen voluntad propia y sirven
exclusivamente a los objetivos para las que han sido diseñadas. Lo que ocurrió con ‘Hall’,
la computadora que se reveló contra los tripulantes de la nave espacial en la película 2001
una odisea en el espacio, pertenece todavía (afortunadamente) al terreno de la ciencia

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ficción. Así pues, la máquina representa, por una parte, la eficacia máxima y por otra, la
ausencia de voluntad propia.

Cuando se realizan actividades físicas desde una concepción del cuerpo-máquina se


es propenso a pensar en los efectos que posee sobre determinadas partes de nuestro
organismo, sin tener en cuenta la relación que se establece durante la práctica con los
demás o con el entorno. Un acento excesivo en variables meramente físicas y vinculadas al
rendimiento, puede provocar que perdamos de vista, precisamente, aquellos factores de la
salud que se relacionan más con el bienestar, como el placer o el autoconocimiento. La
mejora física no implica directamente una práctica más saludable. Pero disfrutar más sí.
Ser obediente y sumiso a las órdenes de profesores/as o entrenadores/as no garantiza una
mejor actividad física. Conocerte a ti mismo/a ayuda más. Esforzarse en duros, eternos y
solitarios entrenamientos tipo Rocky o Rambo probablemente contribuya a vencer en un
campeonato del mundo de boxeo o a aniquilar vietnamitas, pero ¿a estar más sano...?

=========================== Actividad
===========================
Lee el siguiente texto y contesta a las preguntas que se plantean al final del mismo

“Indurain no es una máquina”

Era en Bogotá, en junio o julio de 1995. No había sido capaz de lograrlo, pero pese a ello el
comentarista se deshacía en elogios. No había batido el récord del mundo de la hora, pero
llovían las justificaciones. Que si había mucha altitud, que si la comida era muy pesada,
que si el horario demasiado colombiano, el viento poco dócil, la superficie demasiado
gris... Hasta que por fin llegó la definitiva, la explicación total, la razón de todas las cosas:
“Y es que Indurain no es una máquina”. En ese momento me di cuenta de que realmente el
locutor había dado con la clave. Afirmar que Indurain no es una máquina era sinónimo de
“Indurain puede fallar”. De hecho, el comentarista prosiguió: “este fracaso da si cabe más
valor a las gestas del navarro. Y es que, aunque no lo parezca, él también sufre, padece
encima de la bicicleta como el que más. Conseguir sus éxitos le supone un essssfuerzo
terrrrrrrrrible. Es humano...” Parecía como si el fracaso de Indurain no hubiera sido tanto el
no recorrer 55 o 56 km... en una hora, sino el ser humano. Un humano había malogrado el
intento de plusmarca. Una máquina no hubiera fallado. Entrar a valorar el esfuerzo, el
sufrimiento, la voluntad, la angustia, el tormento, el martirio que suponía pasarse una hora
sobre un artefacto intentando superarse a sí mismo, personalizaba el fracaso, lo hacía
mortal. ¿A qué máquina le afecta el cansancio, la desilusión, el viento, el cemento o los
gritos del público? La voz parecía sugerir que si Indurain hubiera sido de verdad una
máquina, habría conseguido el récord. Y eso, al fin y al cabo, es lo que todos esperábamos
de él. De hecho, si lo hubiera batido, al día siguiente en los diarios hubieran florecido todo
tipo de referencias a la máquina-Indurain. Una máquina que entre sus virtudes tenía una
especialmente entrañable para muchas personas: era de fabricación nacional; Made in
Spain. ¿Qué país hay en el mundo capaz de fabricar máquinas como nuestra Indurain? Para
tranquilizarnos, el presidente de la Federación Española de Ciclismo que era entrevistado
por el inefable dijo: “que no se preocupen los españoles, Indurain nos seguirá dando
éxitos”. La derrota de Indurain, todavía fue más humana porque se enfrentaba consigo
mismo. Él contra su propio organismo. Para vencerlo debía llevarlo hasta sus límites, más
allá a ser posible. El locutor-comadrona trajo al mundo a un nuevo Indurain derrotado,
muy semejante a nosotros, que a partir de entonces conviviría a duras penas con el Indurain

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---------
- ¿Con qué términos se relaciona al hombre-máquina en el texto?
- ¿Crees que si Indurain hubiera conseguido el récord se hubiera dicho de él que era
una máquina? ¿Por qué?
- ¿Cuál crees que es la intención del autor al afirmar “el fracaso de Indurain es la
victoria de la máquina”?
- ¿Por qué crees que los deportistas son comparados habitualmente con máquinas?
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=

2.2. El cuerpo danone

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En diversos medios de
comunicación, especialmente en las
revistas de moda y en la prensa del
corazón, resulta frecuente encontrar
secciones que se titulan salud y
belleza. En ellas se suelen dar
consejos para mejorar la salud
sobre todo a través del cuidado de
la alimentación y la práctica de
ejercicio. Esos consejos, que en
ocasiones se centran en algunas
partes concretas de nuestra
anatomía como las caderas, el
pecho o el abdomen, vinculan la
apariencia externa con la salud.

Pero ¿quiere esto decir que


las personas más atractivas están
más sanas? ¿O que quienes lo sean
menos están menos sanas? ¿Qué
relación existe entre la apariencia y
la salud? Los medios de
comunicación nos inundan de
mensajes que tienden a identificar
un estado de salud con un
determinado tipo de belleza: la
delgadez en las mujeres y la
apariencia atlética en los hombres.
La mujer para ser bella debe
reducir sus caderas y su estómago y
el hombre ensanchar sus brazos y su torso. Y, tal vez, la imagen social más extendida por
los medios de comunicación sea la de los cuerpo-danone. Este eslogan publicitario, que ha
llegado a convertirse en paradigma de cuerpos sanos y bellos, asocia el consumo de un
producto alimenticio con las imágenes de cuerpos jóvenes, esbeltos en las mujeres y
atléticos en los hombres. Pero resulta muy importante darse cuenta de que esto es más un
recurso publicitario que una realidad científica.

=============================== Actividad =========================


Busca en los medios de comunicación (prensa, radio, televisión) anuncios de productos
relacionados con el cuerpo (su apariencia, cuidado, salud o el rendimiento deportivo). Para
reflexionar sobre la idea de cuerpo que muestran estos anuncios, te proponemos que
discutas con tus compañeros y compañeras las siguientes preguntas:
- ¿Qué se vende?
- ¿A qué público crees que va dirigido el anuncio (edad, sexo, nivel sociocultural)?
- ¿Qué palabras aparecen con mayor frecuencia? ¿Qué imágenes aparecen para vender los
productos?
- ¿Qué características físicas tienen los cuerpos de las personas que aparecen?
- ¿En qué diferencian las actitudes corporales de los hombres y de las mujeres?
- ¿En qué consideras que su utilización está relacionada con la salud?

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=

Sin embago, estas asociaciones acaban asentándose en el inconsciente y


asumiéndose como normales entre nosotros. Si además, estos mensajes se combinan con
otras ideas o creencias similares de rechazo al cuerpo gordo y a la grasa corporal, su
eficacia se ve reforzada. Pensemos que en la actualidad está extraordinariamente difundida
la idea de que estar gordo o gorda es malo. La grasa corporal parece haberse convertido en
una de las enemigas más feroces de nuestra salud. Se difunde la idea de que su
acumulación es la causa de las enfermedades más terribles de nuestro tiempo. Pero esto
sólo ocurre (o puede ocurrir) cuando se llega a un cierto grado muy elevado de gordura y
obesidad. Desde un punto de vista científico no se puede justificar que la acumulación de
grasa, a no ser que alcance límites patológicos, sea negativo para nuestra salud. En
realidad, el actual culto a la apariencia utiliza la grasa y la salud como excusas para
justificar prácticas destinadas únicamente a modelar nuestro aspecto externo, y que
contribuyen a extender la idea de que ser atractivo es un requisito indispensable para
aceptarse a sí mismo y ser aceptado por los demás.

¿Sabías que...? La gordura: una apariencia políticamente incorrecta

La gordura solía ser un signo de bienestar cuando la sociedad pasaba hambre, que debió ser
durante una época muy duradera. Hoy la gordura es un signo de pobreza y falta de
disciplina. Lo gordo es obsceno, trasgresivo y carnal. Lo gordo es cómico. No se adapta a
la norma, es anormal y autocomplaciente. Peor, la gordura es política: fabrican el fracaso
de las personas a partir de la grosera gordura. Y no sólo en lo obeso, sino en lo que no se
aproxima a lo flaco. Somos bombardeados por imágenes de modelos anoréxicas. También
se sabe que el mito de la delgadez erosiona la autoestima del personal, sobre todo del
femenino, haciéndoles odiar sus propios cuerpos: la ideología de la dieta es la ideología de
la vigilancia, la autocensura del cuerpo frágil, esquelético y estéril.
Fuente: Salvador, J. L. (1997) Flaqueza del espíritu, gordura del cuerpo. Revista de Educación
Física, 65, p. 38.

Ante semejante presión, no es extraño que todos/as queramos tener un cuerpo


Danone y que éste sea considerado como una prueba del éxito personal. Pero la excesiva
preocupación por la apariencia está produciendo efectos devastadores, tan graves como los
de la obesidad. Nos referimos a ciertas enfermedades culturales relacionadas con los
transtornos alimentarios y la distorsión de la percepción de la imagen corporal, como la
anorexia y la bulimia nerviosa, unas enfermedades que afectan principalmente a los
jóvenes y adolescentes, precisamente el sector de población más sensible a toda la
problemática sobre la apariencia externa.

¿Sabías que...? Anorexia, bulimia y ejercicio físico

La anorexia y la bulimia son trastornos del comportamiento alimentario. El primero se


caracteriza por la pérdida significativa de peso corporal, habitualmente fruto de la decisión
voluntaria de adelgazar. Se reduce drásticamente o se suprime el consumo de alimentos, y

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frecuentemente mediante vómitos autoinducidos, uso de laxantes y diuréticos o ejercicio
físico desmesurado. Los estudios consideran que, en muchos casos, el ejercicio físico no es
un añadido a la restricción calórica sino que forma parte integral de la patogénesis y
mantenimiento del trastorno, de ahí que algunos autores recojan un tipo de anorexia por
ejercicio. El segundo trastorno, el de la bulimia, se caracteriza por la presencia de periodos
de ingesta alimentaria superior a lo normal que se acompañan de prácticas destinadas a
compensar sus efectos sobre la silueta corporal. Las restricciones alimentarias, el vómito
autoinducido, el uso de laxantes, diureticos y el ejercicio físico desmesurado se encuentran
entre esas prácticas compensatorias. Tanto la anorexia como la bulimia son enfermedades
culturales de las sociedades desarrolladas o en vías de desarrollo que han generado el
rechazo a las personas gordas y la obsesión por adelgazar. En estas sociedades, la pubertad
y la adolescencia son periodos individuales de riesgo debido a los cambios corporales que
se producen (afecta más a las chicas que a los chicos en una proporción de 10 a 1). Las
consecuencias de estas dos enfermedades son muy peligrosas. La malnutrición altera el
funcionamiento hormonal y puede producir trastornos afectivos graves y ansiedad
obsesivo-compulsiva. La evolución de la anorexia indica que después de 5 años de su
diagnóstico, una cuarta parte de estas personas siguen siendo anoréxicas, y la tasa de
mortalidad se sitúa entre el 8 y el 10%. Después de 12 años la curación es sumamente
difícil o imposible. La bulimia parece tener mejor evolución porque después de un año las
dos terceras partes de las personas diagnosticadas dejan de serlo. Muy pocos bulímicos
evolucionan hacia la anorexia y la mortalidad de estos enfermos es inferior a la de los
anoréxicos.
Fuente: a partir de Toro, J. (1996) El cuerpo como delito. Anorexia, bulimia, cultura y sociedad.
Ariel. Barcelona.

Estos trastornos tienen su origen en la insatisfacción y la ansiedad que produce la


imposibilidad de alcanzar un determinado modelo de belleza, basado en una figura esbelta
o musculosa. Además, esta insatisfacción parece estar socialmente diferenciada en función
del por género, ya que el culto a la delgadez se asocia principalmente con las mujeres y
el mesomorfismo principalmente con los hombres. Pero, ¿a qué se deben esas diferencias
entre hombres y mujeres? ¿Por qué la apariencia corporal de los hombres se asocia con la
fortaleza, la actividad y la protección mientras que la apariencia de las mujeres se asocia
con la fragilidad, la pasividad y la desprotección? ¿Puede ser una nueva y sutil forma de
discriminación? Como nos recuerda el doctor Luis Rojas Marco detrás de todo esto existe
una imparable fuga de mujeres en su lucha por alcanzar una posición de igualdad social,
política y económica respecto del hombre. Pensemos que, como se ha dicho,
probablemente la dieta sea el sedante sociopolítico más poderoso en la historia de la mujer.

Por otra parte, el deseo de mantener la apariencia esbelta o musculosa obliga en


ocasiones a terribles sacrificios, como pasar hambre, tomar fármacos o... hacer ejercicio.
En efecto, algunas (muchas) personas entienden la práctica de actividad física únicamente
como una tortura necesaria para conservar su silueta. Imagínate que inventaran un remedio
sin efectos secundarios que consiguiera lo mismo que la práctica física sobre la silueta;
¿crees que la gente seguiría haciendo ejercicio? ¿Lo harías tú? Cuando la apariencia toma
el papel protagonista, la salud se convierte en una simple excusa, de la que incluso en
ocasiones se puede, consciente o inconscientemente, prescindir. La actividad física se
considera como una práctica que no tiene porque ser placentera ni vinculada al bienestar,
siempre que cumpla su función moldeadora de la figura.

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3. Las relaciones simplistas entre la actividad física, la condición física y la
salud

Actualmente las relaciones entre la actividad física y la salud están repletas de


supuestos y muchos de ellos sostienen la problemática triple igualdad siguiente: ‘actividad
física = condición física = salud’. La creencia de que la actividad física, a través de la
condición física o el fitness, lleva a la salud y que la condición física es una prueba de salud
está muy extendida. Lo cierto es que, hasta finales de la década de los 80, gran parte de la
investigación y las estrategias de promoción seguían las relaciones lineales de la triple
igualdad y tomaban a la condición física como elemento central (ver figura 2).

Figura 2. Paradigma centrado en la condición física

ACTIVIDAD CONDICIÓN
SALUD
FÍSICA FÍSICA

Fuente: Bouchard, C., Shephard, R.J., Stephens, T., Sutton, J.R., McPherson, B.D. (1990): Exercise,
Fitness and Health. A Consensus of Current Knowledge. Human Kinetics. Champaign.

Sin embargo, actualmente la literatura especializada concede más importancia a la


actividad física que a la condición física al referirse a la salud. Así lo indica también el
nuevo paradigma de investigación que está representado en la figura 3. Como puede
observarse, la condición física pasa de ser un elemento secundario en esta figura, mientras
que la actividad física gana una doble influencia en la salud, una directamente y otra
indirectamente mediante la condición física. Lo que resulta destacable es que la actividad
física puede influir en la salud haya o no haya mejora en la condición física, y que la
actividad física está al alcance de todos porque todos pueden hacer algún tipo de actividad,
mientras que la mejora de la condición física no siempre se consigue porque, entre otras
cosas, depende en gran medida de factores genéticos.

Además, la condición física es un producto o un nivel de forma física que se mide


mediante unos tests, mientras que la actividad física es un proceso y, desde el punto de
vista de la salud, es más importante el proceso que el resultado o la comparación con otras
personas. Si debido a una práctica física frecuente hay mejoras en la condición física,
bienvenida sea, pero siempre entendida la mejora como una consecuencia de lo
verdaderamente importante, la actividad física, y no la búsqueda de mayores niveles de
condición física (sobre este concepto ver el capítulo 2).

Figura 3. Paradigma orientado a la actividad física

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CONDICIÓN
FÍSICA

ACTIVIDAD
SALUD
FÍSICA

OTROS:
- Herencia
- Estilo de vida
- Ambiente
- Atributos personales

Fuente: Bouchard, C., Shephard, R.J., Stephens, T., Sutton, J.R., McPherson, B.D. (1990): Exercise,
Fitness and Health. A Consensus of Current Knowledge. Human Kinetics. Champaign.

Por otra parte, debemos señalar que tanto la realización de actividad física como los
altos niveles de condición física no están automáticamente relacionados con la salud.
Aunque la investigación encuentra relaciones entre estos dos elementos y la salud,
debemos hacer algunas precisiones. En primer lugar que los mayores beneficios saludables
se obtienen cuando se pasa del sedentarismo a niveles moderados de condición física o
actividad, y los beneficios disminuyen cuando se pasa de niveles moderados a altos niveles
de condición física o actividad. Pensemos, además, que cualquier actividad no es
necesariamente saludable, sino que depende de la intensidad, las características personales,
la frecuencia, la seguridad, la satisfacción, la relación social y el respeto al medio
ambiente, entre otros aspectos tratados en capítulos anteriores. De forma similar debemos
abordar el tema de la condición física, ya que existe la idea de que cuanta más condición
física es mejor. Pero esto no es cierto porque existen muchas personas con buena condición
física que están enfermas, tienen alguna lesión o son propensas a ellas. Muchos deportistas
de alto nivel estarían en esta situación, así como los que practican obsesivamente actividad
física hasta el punto de crear dependencia o adicción y producir problemes psicológicos,
familiares y sociales

4. Actividad física, salud y consumo

En las sociedades occidentales desarrolladas todos los productos se consumen. Esta


afirmación, si bien resulta evidente para los bienes materiales (coches, muebles, libros,
etc.), no lo parece tanto para otros que no toman forma de objeto sino de servicio. Este
puede ser el caso de la actividad física y la salud. ¿Existe el mercado de la actividad física
y la salud? ¿Podemos considerar la salud como un producto de consumo? ¿Quién se
beneficia de la actividad física relacionada con la salud?

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¿Sabías que...? Consumo, consumidor, consumismo y educación para el
consumo

Consumir quiere decir gastar, usar algo. En ese sentido siempre estamos consumiendo;
desde cosas tan fundamentales como el agua para aliviar la sed a otras tan accesorias como
el último disco de moda. Sin embargo, en las sociedades capitalistas desarrolladas, el
término consumo ha adoptado una acepción más referida a la compra que al gasto. Un
consumidor es una persona que adquiere productos elaborados por otros, normalmente
previo pago de una determinada cantidad de dinero. Dicho de otro modo, consumidor se ha
convertido en sinónimo de comprador. En este cambio ha jugado un papel decisivo el
desarrollo del marketing un conjunto de técnicas de venta, dirigidas a indentificar
diferentes tipos de consumidores y estimular sus deseos de compra. La evolución y
refinamiento de estás técnicas ha configurado una oferta cada vez mayor y más sofisticada,
ante la cual el consumidor se encuentra en condiciones de desigualdad. El productor está
en una posición privilegiada respecto a la del consumidor ya que posee mayor cantidad de
recursos económicos, políticos y sociales. Nos encontramos ante un mercado poco
transparente porque aporta poca información al consumidor para que éste pueda elegir con
libertad y que fomenta el consumismo irreflexivo. Muchas veces, casi siempre de forma
inconsciente, consumimos por consumir (compramos por comprar), sin pararnos a pensar
por qué lo hacemos. El consumismo cuando se produce compulsivamente, es decir, de
forma incontrolada, puede convertirse incluso en una enfermedad cultural. Además, el
márketing se dirige solo a las personas que pueden comprar; en la publicidad no existe el
consumidor pobre. Por todo ello existe un movimiento educativo que pretende despertar
una actitud crítica y consciente del consumidor. Se trataría de favorecer, como pide el
Consejo de Europa, el debate sobre aspectos relacionados con el consumo, de forma que
puedan efectuar una elección lúcida entre los bienes y servicios, conscientes de sus
derechos y responsabilidades.
Fuente: Antonio, L y otros. Dossier de consum i escola. Generalitat Valenciana. Conselleria de
Educació i Ciència. Valencia.

Probablemente como consecuencia de la creciente preocupación por las


enfermedades hipocinéticas (hipo: falta; cinética: movimiento), el estilo de vida saludable
y la mejora del rendimiento físico, ha nacido un floreciente mercado de bebidas deportivas,
suplementos alimenticios, trajes especiales para adelgazar, aparatos de gimnasia diversos,
libros sobre ejercicio sano, y un largo etcétera. Algunos artilugios destinados a la imposible
tarea de hacer el máximo ejercicio con el mínimo esfuerzo añaden, además de los
beneficios que reporta su utilización para la salud, otras ventajas prácticas como que
ocupan poco espacio, carecen de problemas de montaje, todo el mundo puede usarlos, y
son más baratos que ir a un gimnasio (se sobreentiende que la gente va a un gimnasio para
utilizar artilugios semejantes). A menudo, para anunciarlos aparecen personas
presuntamente expertas, que nos dan consejos sobre qué tipo de ejercicio resulta saludable
que, curiosamente, coincide con el uso del producto en cuestión. Esto ocurre, por ejemplo,
con los famosos aparatos para reducir la cintura, que algunos médicos y profesionales de la
actividad física y el fitness recomiendan con frases como: ‘reducirá su cintura en dos
semanas... casi sin esfuerzo’ ‘se sentirá mejor, más bella, más sana’. Sin entrar a valorar si
se consiguen los efectos que se anuncian o si estos son saludables, cabe preguntarse quién

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se beneficia directamente de la creencia de que la salud se adquiere con la utilización de
determinados productos.

¿Sabías que...? El negocio del adelgazamiento

Una importante proporción de los mensajes promotores del adelgazamiento no son sólo
reflejo de los valores estéticos dominantes referidos al cuerpo, sino que afloran a la luz
pública porque así lo han decidido agentes muy interesados por el tema. Se trata de
publicidad directa o indirecta al servicio de potentísimos grupos empresariales dedicados a
la elaboración de productos o servicios destinados específicamente a conseguir
disminuciones de peso o supuestas remodelaciones de la silueta corporal. Un dato puede
ilustrar significativamente esta situación. A lo largo de la década de los 80, los americanos
gastaron en programas para adelgazar, libros de regímenes y consejos para perder peso,

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etc. unos 30.000 millones de dólares. Los fabricantes de alimentos que alimentan poco
(lights), dietas anticelulíticas (recuerden la inexistencia de la celulitis), cremas para la piel
(para adelgazar, claro) más o menos mágicas, pastillas y pociones adelgazantes, etc., se
cuentan a cientos o miles, aunque unas pocas multinacionales se repartan, como es
habitual, las porciones más suculentas del mercado. ¡Ellas sí que comen! (perdone el lector
el desahogo). Pero estos fabricantes no están solos. Junto a ellos, aportan su importante
granito de arena los proveedores de servicios múltiples que fuerzan a correr, sudar,
pedalear, abrigarse hasta el ahogo, sumergirse, sufrir masajes y otros tocamientos, y mil
agotadoras manipulaciones más. Añádanse muchos nutricionistas doblados en estetas
corporales, cirujanos más o menos plásticos, endocrinólogos insensatos o excesivamente
dispuestos a satisfacer las peticiones de la clientela y simples vividores del cuento, y se
tendrá un panorama complejísimo, entre agobiante y descorazonador, cuyos intereses han
de conducirles forzosamente a promover el adelgazamiento más universal posible. Y
cuanto más mejor. Y cuantos más, mejor.
Fuente: Toro, J. (1996): El cuerpo como delito. Anorexia, bulimia, cultura y sociedad. Ariel.
Barcelona.

Además, cuando se aborda el problema de la salud y la actividad física tampoco


estaría de más tratarlo con un cierto respeto a los miles de millones de personas para los
que la cuestión no está en cómo hacer para evitar la obesidad, sino en cómo conseguir algo
que llevarse a la boca. Una excesiva tendencia al etnocentrismo puede inducirnos a reducir
el alcance de la famosa frase “la salud es cosa de todos” a las personas que podemos
abarcar con una mirada, cuando sus graves problemas no tienen ni punto de comparación
con el drama que sufren otras que quedan fuera de nuestro campo de visión.

En este sentido, el mercado de la actividad física y la salud no sólo refleja las


desigualdades entre países pobres y ricos, sino que en ocasiones contribuye a agravarlas.
Muchas de las empresas de equipamientos y material deportivo, cuyos usuarios se
concentran en su mayoría en países ricos e industrializados, fabrican sus productos en
regiones del tercer mundo, donde la mano de obra resulta más barata. De esa manera,
gracias a duras condiciones de trabajo, que incluyen a menudo la explotación de mano de
obra infantil, se aseguran pingües beneficios. Es habitual que dichas empresas utilicen la
imagen de famosos/as deportistas para promocionar sus productos. O que alaben las
ventajas para la salud que garantiza su utilización. Seguramente para la salud del que lo
compra, no del que lo fabrica.

5. Recuerda que...

El salutismo... es el sistema de creencias, valores y prácticas sociales que


conforman una conciencia falsa o limitada sobre la salud. Determinados mensajes sobre
la salud, muy arraigados en nuestra sociedad, nos inducen a pensar que la salud es un valor
absoluto que se logra a través del esfuerzo personal, sin tener en cuenta otros factores
sociales, económicos, políticos y medioambientales. Quizá por ello muchas personas
busquen, actualmente, vivir para estar sano en lugar de estar sano para vivir.

El culto al cuerpo... es el endiosamiento que las sociedades desarrolladas han


realizado del funcionamiento y la apariencia corporal. Dos imágenes explican muy bien la

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materialización del culto al cuerpo en la actualidad. La primera es la del cuerpo máquina,
que reduce la preocupación por el cuerpo a sus capacidades funcionales, expresadas en la
mejora del rendimiento físico. La segunda, la de los cuerpos danone, vincula la salud a un
determinado estereotipo estético, musculoso y fuerte en los hombres y delgado y frágil en
las mujeres. Pero del mismo modo que veíamos que la salud no puede únicamente
objetivarse como estado físico, tampoco podemos reducir la idea del cuerpo sano a un
determinado rendimiento o apariencia. Además, la actual idolatría al cuerpo, que incluye la
satanización de la grasa corporal, está provocando nuevas enfermedades culturales como la
anorexia y la bulimia nerviosa.

Las relaciones simplistas entre la actividad física y la salud... equiparan la


actividad física con la condición física y esta última con la salud. Con ello se otorga un
papel meramente utilitario a la actividad física y la condición física se convierte en el
concepto clave para la promoción y la mejora de la salud, muy vinculado al aumento del
rendimiento físico. Sin embargo, se desprecia el proceso de la práctica física con sus
mútliples conexiones con la salud, tanto de tipo orgánico como preventivas o de bienestar.

El consumismo de la actividad física saludable... está íntimamente ligado al culto


al cuerpo. Estamos rodeados de mensajes que nos inducen a pensar que nunca estamos lo
suficientemente sanos ni somos lo suficientemente bellos. Dos factores abonan la
proliferación de los más diversos productos dedicados al cuidado corporal: por un lado el
continuo aumento en la incidencia de enfermedades hipocinéticas debida a estilos de vida
sedentarios, y por otro, el creciente deseo de tener una apariencia inalcanzable. La salud
asociada a la adquisición de un cuerpo ideal se convierte así en un producto de consumo
eterno: podemos pasar toda nuestra vida gastando en él. El continuo bombardeo de cuerpos
sanos, bellos y que rinden a la perfección modela nuestros deseos hasta el punto de realizar
cualquier tipo de sacrificio para obtener un cuerpo que nos venden.

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