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Material Compilado Escuela de Gobierno y Gestión Pública UNIDA

LIDERAZGO EN LA GESTIÓN PÚBLICA

Con los cambios de paradigma económico, la incertidumbre laboral y los constantes


cambios políticos y económicos, se hace necesaria una evolución de pensamiento en
las empresas del sector público, las cuales al fin y al cabo tienen como objetivo
fundamental, más allá de la producción económica, el servicio y la satisfacción de las
necesidades del cliente.

La función de los líderes y la formación de los mismos involucran a todos los elementos
de la organización, directivos, colaboradores y usuarios en un proceso que intenta
dejar atrás comportamientos adquiridos con el tiempo y que han hecho de las
organizaciones públicas estamentos ineficientes, ineficaces, con bajo o nulo
rendimiento económico y que no cumplen cabalmente la misión y visión para las cuales
han sido diseñadas, con empleados anquilosados, faltos de valores, ética y pertenencia
corporativa.

Se intentará, por lo tanto, demostrar la validez, aplicación y ventajas del modelo de


liderazgo dentro de cualquier organización del sector público, que conduce de forma
concomitante a una satisfacción personal y del usuario.

El papel de la gestión pública en las sociedades democráticas

La administración pública presta servicio a la sociedad, y es esta su verdadera razón de


ser; su tarea principal es velar por los derechos e intereses de los ciudadanos y los
diferentes grupos que la conforman; igualmente, busca el bienestar y equilibrio de
todos, aunados con los principios de legalidad, eficacia y eficiencia. Es así como la
organización debe orientar los procesos hacia la satisfacción, expectativas y
necesidades de los ciudadanos, tantos las presentes como las del futuro. “Dicho
enfoque de Administración con sensibilidad pública y orientada al ciudadano, implica
la consideración de éste como razón de ser de aquella, y mucho más que un cliente
repleto de derechos y árbitro de la calidad del servicio” (Gauss, 1939).

Según Gauss (1939) “una teoría de la administración pública debe implicar una teoría
política, y es que la administración pública es, por supuesto, una institución prestadora
de servicios al ciudadano y a la sociedad en su conjunto”.

Liderazgo en la gestión pública

En nuestro país, se tiene una gran confusión sobre la noción de liderazgo; seguimos
creyendo que son los líderes quienes deben dar solución a nuestros problemas. Las
organizaciones del Estado tienen una visión y una misión definidas, en algunas
ocasiones son los objetivos estratégicos o las metas mismas las que no están
totalmente claras, por lo que se dificulta entenderlas o cumplirlas. Lo cual no permite

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ejercer un liderazgo enfocado al logro de resultados propuestos. El líder de una


organización, a pesar de sus capacidades de trazarse metas propias y muy alineadas a
la organización no lo alcanza; y son realmente las autoridades de mayor nivel
jerárquico quienes deciden si es o no factible lo propuesto por el líder.

En la entidad pública, el líder tendrá la obligación de actuar de acuerdo con el marco


legal que lo rige, ya que debe tener claro que solo podrá hacer lo que está
explícitamente prescrito por la ley. Es así como el líder no es libre ni autónomo en la
toma de decisiones, implementación de innovación o incluso en la reestructuración o
modificación de estrategias ya establecidas. Por ende, la competitividad en las
organizaciones públicas no es bien vista, ya que en ocasiones desmotiva y frena los
esfuerzos de los líderes en la lucha por transcender y conseguir sus objetivos.

La autoridad a veces actúa como congelador de liderazgo. La capacidad de influencia


se basa en el poder del cargo, mas no en la legitimidad ni reconocimiento por parte de
los colaboradores o seguidores. El líder público puede volverse más reactivo y llegar a
olvidarse de la gestión que busca tanto en beneficio propio como el común, y ser
facilitador de los recursos que conlleven un alto desempeño del trabajo en equipo.

Al conferir autoridad política a través de la democracia, se delega a un líder de turno


que tendrá la tarea, de enfrentarse a grandesretos; es así como mientras más efectiva
sea su labor y mayor su capacidad para dirigir y gestionar el cambio requerido, mayores
serán la dependencia y expectativas que generará en lo ciudadanos.

Ese gran reto que el líder ha afrontado, según los resultados obtenidos, es
precisamente gestionar la transición hacia un modelo no dependiente, sino más
institucional y con mayor capacidad de generar líderes, con el mismo compromiso, que
les permita obtener resultados exitosos.

La única manera de transformar las burocracias es emprender una ardua tarea con
cada uno de los integrantes, para cambiar sus hábitos y maneras de pensar. Motivando
a las personas que eran antes parte del problema, y sientan la necesidad y obligación
de pertenecer a la solución. El verdadero liderazgo es el que permite movilizar a cada
ciudadano y cada funcionario público, para que asuman su parte de responsabilidad y
sean consecuentes con su manera de actuar.

“De este modo y a pesar de la inflexibilidad propia del sector público, se han ejecutado
importantes reformas, procurando así que las empresas públicas dejen de estar al
servicio de la burocracia, para que estén al servicio del ciudadano y cumplan con los
fines esenciales del Estado” (www.eltiempo. com.co, 6 de marzo de 2008). Igualmente,
añade que es necesario

“Destacar los elementos centrales de una gestión pública efectiva, la cual requiere de
líderes seriamente comprometidos con ejercer su mandato, que no es otro diferente

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del de aprovechar su liderazgo para tomar decisiones de fondo que generen mayor
prosperidad colectiva, garantizando un proceso de transformación y evolución que
perdure después de su retiro. Para fortuna de los colombianos ya tenemos muy buenos
ejemplos a nivel nacional y local que ojalá sirvan de guía y faro para la nueva
generación de alcaldes, gobernadores y aspirantes a la Presidencia” (Portafolio.co, 6
de marzo de 2008).

El líder en la administración pública Es necesario resaltar que para el líder no son


suficientes los conocimientos en áreas tecnológicas y administrativas, ni la capacidad
para tomar de decisiones, sino que es realmente importante tener una gran capacidad
de liderazgo, es decir, manejo y direccionamiento de grupos de personas, ya que su
gran labor siempre va enfocada hacia el trabajo en equipo. De ahí dependen su
eficiencia y resultados positivos.

Es claro entonces que para el líder que no posea capacidades de creación y transmisión
de conocimientos a sus colaboradores, poca capacidad de decisión y de
direccionamiento de recurso humano, su labor será realmente difícil, y no se logran los
objetivos propuestos por la organización.

Modelo más común de líder en la gestión pública, hoy Los autores en la materia han
establecido estos seis modelos:

LÍDER COERCITIVO: Su labor es lograr que sus colaboradores o seguidores actúen de


acuerdo con sus propias normas y no con las establecidas por la organización, ya que
de una u otra manera puede evadir sanciones que le puedan ser impuestas.

Estos líderes establecen metas y reglas arbitrarias, opacando la participación de sus


colaboradores; así mismo, tienen dominio y control total de la información, que
utilizan para su conveniencia, evitando ser castigados; este tipo de liderazgo
normalmente suele ser usado por líderes que se encuentran bajo presión o pierden la
capacidad de liderar grupos humanos.

LÍDER ORIENTATIVO: El líder orientativo es mucho más efectivo, ya que es un visionario


y gran motivador, pues sus colaboradores tienen claro que su trabajo es realmente
importante para la organización, lo cual permite un mejor trabajo en equipo y, sobre
todo, la lucha para conseguir los objetivos propuestos, dado que el líder orientador
tiene la capacidad para definir estándares que permiten eficazmente llevar a cabo su
visión corporativa.

LÍDER AFILIATIVO: El líder afiliativo crea armonía y fomenta buenas relaciones con las
personas, posee la capacidad de atender sus necesidades con soluciones oportunas,
también se caracteriza por su constante realimentación positiva con sus
colaboradores; se esfuerza constantemente para que sus seguidores se sientan felices
en las labores que realizan y, sobre todo, que prime una relación armoniosa con todos

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los compañeros de trabajo. También tiene claro que establecer lazos de comunicación
con los seguidores, permite resultados óptimos y positivos, así como una fuerte lealtad
de los mismos.

LÍDER PARTICIPATIVO: El líder participativo crea consenso a través de la participación


de sus colaboradores, es decir, consulta con sus subalternos las ideas, acciones,
decisiones o propuestas que lidera. También se le conoce como democrático, ya que
brinda la oportunidad a los seguidores de expresar y participar activamente, para que
sus ideas sean útiles y productivas en las decisiones de la organización. La
comunicación es bidireccional entre el líder y sus colaboradores, lo que permite
incrementar la capacidad de autocontrol, motivándolos a actuar con mayor
responsabilidad. Es un líder que apoya a sus colaboradores.

LÍDER IMITATIVO: El líder imitativo fija estándares de excelencia exigentes y autonomía


de su equipo; este liderazgo no siempre genera buenos resultados, porque en
ocasiones es causante de destrucción de clima laboral, debido a que las exigencias del
líder son tan altas que el equipo de trabajo se siente acosado y abrumado por el
mismo; por ende, se recomienda que su uso se haga de manera moderada. Tiene la
capacidad de identificar de manera rápida personas con bajos niveles de desempeño,
a las cuales les exige más, razón por la cual, si no dan resultados positivos en el tiempo
esperado, rápidamente son reemplazadas por personas con más capacidades y
actitudes.

LÍDER CAPACITADOR: Su principal labor es ayudar a sus colaboradores a descubrir y


afianzar sus puntos fuertes, orientándolos a que tengan objetivos y metas claras para
el futuro. Este líder es muy bueno para delegar, dado que brinda la oportunidad a los
colabores de enfrentarse a tareas retadoras, a pesar de que los resultados no se den
de manera rápida, es decir, tiene la gran capacidad de tolerar resultados poco positivos
a corto plazo, pero brinda oportunidad de conocimientos y aprendizajes para el futuro.

Estos perfiles fueron diseñados en el libro El liderazgo que da resultados”, de Daniel


Goleman, el autor de La inteligencia emocional. Lo que se puede deducir es que los
líderes de mayor nivel jerárquico, tienden a tener el tipo de liderazgo coercitivo y son
eminentemente autoritarios para con sus subordinados.

Lo contrario ocurre con los líderes que se encuentran en segundas líneas de mando,
en vista de que se caracterizan por ser orientativos, aflictivos y capacitadores.

Distinción entre servidor y funcionario público

Dentro del Estado encontramos, por decirlo de alguna forma, dos niveles jerárquicos
en la administración; por un lado, el empleado público que cumple funciones
operativas, empíricas o profesionales, cumple y ejecuta una labor dentro de cualquier
organismo o institución de gobierno y cuyo objetivo es satisfacer necesidades y

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requerimientos de la sociedad. Por otro lado, el funcionario público clasifica dentro de


un nivel jerárquico superior, ya que tiene a su haber el ejercicio de la toma de
decisiones; por su nivel de responsabilidad e investidura se hace necesario un acto de
posesión, que deje de manifi esto su responsabilidad con el gobierno y con la sociedad,
ya que cualesquiera que sean las decisiones administrativas que tome, estas traerán
consecuencias positivas o negativas para el Estado. Adicionalmente, ya que el
funcionario público toma decisiones, debe cumplir con una alta formación académica,
y tener experiencia en el sector público o en el sector privado.

Estas dos categorías, es decir, el empleado y el funcionario público, son regidas y


reguladas en sus funciones y en su actuar por el derecho público, que la diferencia del
sector privado, y garantiza su idoneidad y transparencia en desempeño de sus
funciones.

En conclusión, tanto los servidores públicos como los funcionarios públicos, cada uno
desde su nivel se complementan en su accionar, buscando la satisfacción de las
necesidades de los ciudadanos y el buen desempeño de los diferentes aparatos de
gobierno.

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El Modelo Socio psicológico en la Administración Pública (SPAP) se conforma con los


atributos psicológicos, sociológicos y administrativos que permiten un liderazgo
integral para el funcionario líder.

La dimensión ética del liderazgo en la gestión pública

Podemos hablar de la existencia de dos esferas en la administración pública: el


estamento político y el profesional o de la administración, que deben funcionar como
dos engranajes perfectamente sincronizados.

El correcto funcionamiento y sostenibilidad de una administración democrática al


servicio de los ciudadanos exigen la independencia, profesionalización y credibilidad.

Se hace necesaria la diferenciación entre política, administración y sus ámbitos de


actuación, lo que implica la existencia de dos tipos de dos tipos de liderazgo:

• Los líderes políticos.

• Los líderes profesionales de la administración.

Los líderes o directivos públicos (tanto políticos como administrativos) lo son en razón
de su capacidad técnica, así como por su especial conocimiento e implicación en el
servicio público y la búsqueda del bienestar social, por sus valores y concepción ética
del cargo público, responsabilidad, honestidad, integridad, compromiso ético, y deben
integrar en su gestión aspectos tales como calidad del servicio, ética en su
comportamiento y en sus relación con todos los agentes (las personas, los ciudadanos/
clientes, responsables políticos, grupos políticos, proveedores, aliados, otras
organizaciones, etc.), respeto a la legalidad y los derechos humanos, búsqueda
continua del bienestar social y la defensa de los más necesitados, concienciación por
la defensa del medio ambiente, la prevención de los riesgos laborales, etc.

Los directivos públicos deben tener un concepto ético de su cargo, evaluar, ser
conscientes de la trascendencia y ser responsables de posibles impactos o
repercusiones de la actividad de la organización y de sus propios actos y decisiones,
sobre todo, en las personas que tengan a cargo o que se pueden ver involucradas e
interesadas.

Asimismo, deben transmitir y promover en el personal un espíritu de servicio público


a la sociedad y la orientación al ciudadano como valor fundamental de su trabajo y
razón de ser de la organización.

En segundo lugar, deberán hacer especial hincapié en la búsqueda del bienestar de las
personas que integran la organización, desempeñando un papel de impulsores de los
valores éticos, sin olvidar el papel y responsabilidad social de la organización. De esta
forma, deberá existir coherencia entre lo que se hace y lo que se dice por parte de la

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dirección, que deberá someterse a control y rendir cuentas a la sociedad por sus
actuaciones.

Resulta también fundamental la adopción, desarrollo e impulso, por parte de los


directivos, de unos valores éticos consensuados, junto con los principios de actuación
de la administración pública, en los que se fundamenten la cultura de la organización
y la piedra angular de la misión, visión y estrategia de la misma.

El nivel directivo de la organización debe ser el motor de la cultura de la excelencia,


según su ámbito competencial, y debe buscar de forma continua dicha excelencia en
su forma de gestión, estableciendo una cultura de calidad, siendo los principales
difusores y formadores de la misma. Asimismo, deben transmitir al personal de la
organización su compromiso con el proyecto de calidad y este debe ser percibido por
las personas a las que debe involucrar en el proceso de búsqueda de la excelencia.

Por otra parte, deberán priorizarse los intereses de la organización y sus personas
frente a los particulares, y exigir al resto de directivos y miembros de la organización,
unos valores y principios éticos en su comportamiento y relaciones con los ciudadanos,
sociedad y resto de agentes clave. Además, se promoverán y asegurarán la
responsabilidad y la transparencia interna y externa en la gestión pública, y la buena
reputación de la organización pública, sometiéndose a los controles correspondientes,
tanto en el ámbito político como administrativo.

No debemos olvidar la gran importancia del desarrollo de una democracia


participativa, creando los espacios de participación necesarios, buscando el referendo
y consenso continuo de los diferentes agentes clave (en especial, la diversidad de
colectivos, y en su caso, representantes de los mismos) y a la hora tanto de diseñarlas
políticas, planes, programas, etc., como de implementarlos de forma adaptativa,
recogiendo la pluralidad de sensibilidades e intereses reflejo de la riqueza de la
sociedad democrática, e incluso asumiendo la crítica (realimentación). La atención
prestada a las inquietudes de la sociedad se hará extensiva tanto a los directivos
políticos como a los de la administración.

Otro aspecto fundamental en el liderazgo público, es el desarrollo de una cultura de


mejora continua basada en la búsqueda de la innovación y el estímulo del cambio,
orientado a la adaptación en todo momento a las necesidades de la sociedad y a los
escenarios de evolución y oportunidades que aquélla plantea. Para esto es clave el
aprovechamiento del capital intelectual y la óptima gestión de las diferentes fuentes
de conocimiento.

Respecto al establecimiento de las relaciones con el personal, deberán primar la


transparencia y la accesibilidad, la definición y comunicación de forma clara de los
objetivos individuales en el marco de los objetivos globales de la organización,

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exigiendo responsabilidades en relación con los resultados alcanzados en función de


dichos objetivos, comprometiendo de tal forma a todos los colaboradores.

También se deberán perseguir el bienestar del personal, su realización profesional y


personal dentro de la organización, compatible con los propios objetivos de la
organización, la promoción y desarrollo de los valores y principios de la organización
en el servicio público, motivando y dando el adecuado reconocimiento (o en su caso
sanción) a individuos o equipos(motivación). Deberá, asimismo, promoverse la lealtad
institucional, ejemplo de lo cual serán el uso eficaz y eficiente y la economía de los
recursos públicos.

Pero la responsabilidad directiva no se centra exclusivamente en el ámbito de las


funciones asignadas a la organización pública; se deberá también promover la
participación, con la contribución de ésta a la consecución del progreso de la sociedad
(papel social de la organización) y al desarrollo de la cultura.

Por último, los directivos públicos deberán realizar ellos mismos y someterse a
evaluación, control y toma de medidas correctivas oportunas, para mejorar la
efectividad de su liderazgo político y la dirección pública dentro de la organización.

Ferrer y Clemenza (2004) afirman “que surge el imperativo ético como una manera de
afrontar el problema, de formar líderes públicos centrados en valores, capaces de
fomentar una acción administrativa enfocada en relaciones de cooperación y basadas
en la credibilidad; orientando políticas públicas hacia la satisfacción de los intereses,
necesidades y expectativas del ciudadano, como valor emergente que garantice la
construcción de consensos entre los actores involucrados”.

Más adelante, los citados autores (2004) señalan que “Existen dos razones valiosas por
las cuales la calidad ética de las acciones institucionales tiene importancia en la vida
ciudadana. En primer lugar, la postura ética de un individuo se ve afectada por la
postura de sus grupos de referencia. En segundo lugar, los valores éticos
institucionales influyen en modo considerable en su capacidad de desempeñarse de
manera congruente.

La raíz de la cuestión es, como ciertas responsabilidades individuales, que deriva de la


pertenencia de un individuo a cierta comunidad, y esas responsabilidades no existirían
si tal individuo no perteneciera a ella.”

El líder ético se traza objetivos alcanzables, pero que a su vez son desafiantes y que,
ante todo, tiene la capacidad para comunicarlos, adquiriendo compromiso con la
misión, visión y vocación del servicio, buscando así el bienestar y beneficio comunes.

Igualmente, el líder debe asumir y luchar por los valores como ciudadano y como
servidor público, brindando especial atención a su forma de actuar, pues debe ser

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totalmente coherente con lo que dice, es decir, sus actuaciones deben ser bajo
principios éticos y morales, en vista de que estos son unas de las principales
características de los líderes en las organizaciones, permitiendo generar confianza y
credibilidad en sus colaboradores, lo cual conlleva actuar con transparencia y
compromiso en la gestión pública.

La formación del líder ético público debe estar centrada en una educación para dirigir
y merecer seguidores; así mismo, tener un conjunto de energías interrelacionadas,
claves para definir roles como son el social, de educador, de comunicador, de
consejero y de negociador.

Características de líder para la gestión pública

• Definir un marco de referencia completo sobre la función pública, que


afiance conocimientos y potencie competencias directivas específicas, desde
diferentes perspectivas: responsabilidad hacia la dirección, servicio a la
organización, alineamiento con la estrategia pública.

• Aprender, a partir de casos reales, a analizar la toma de decisiones


prudentes en las organizaciones públicas.

• Profundizar en la nueva misión del directivo público: orientación hacia


el cambio, variación en los patrones de la función y establecimiento de
prácticas que aporten valor añadido a la organización.

• Profundizar en los verdaderos objetivos de la administración pública


para, posteriormente, conocer cómo se pueden comunicar con eficacia.

• Analizar con los participantes las diferentes herramientas de medición,


para que puedan valorar con rigor los resultados de su servicio a la sociedad y
a los ciudadanos.

Conclusiones

Se debe entender y aceptar la aplicabilidad del modelo de liderazgo no solo en las


organizaciones de carácter privado, sino también en las empresas de carácter público;
estudiar las ventajas y beneficios que este modelo trae al funcionamiento
administrativo y la consecución de metas y objetivos corporativos dentro de una
misión y visión que involucran tanto a directivos y colaboradores como a los usuarios.

De igual forma el liderazgo en la gestión pública permite la formación de nuevos


líderes, la modificación de pensamientos y comportamientos de los empleados
detenidos en el tiempo, fortaleciendo de igual forma su sentido de pertenencia y

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sensación de confort dentro de un ambiente laboral agradable, fundamentado en la


comunicación, la ética y el desarrollo de valores.

Por último, la aplicación del modelo de liderazgo en el sector público les permite a las
diferentes empresas y organizaciones del sector alcanzar altos niveles de
competitividad y sostenibilidad dentro de un ambiente económico cambiante,
satisfaciendo de manera oportuna y acertada las necesidades y requerimiento de los
usuarios, y desarrollando un alto sentido de pertenencia e identidad corporativa en
todos sus empleados y colaboradores en los distintos niveles de la organización.

Fuente: Especialización en Gerencia de las Organizaciones con Énfasis en Liderazgo y


Servicio, por Yeli Andrea Daza Herrera. Liderazgo en la Gestión Pública.

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