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la escuela
Introducción
Bienvenidos y bienvenidas a la clase número 2 del curso “La pedagogía del cuidado como marco para
el abordaje de los consumos problemáticos en la escuela”. En la clase anterior abordamos la noción
de consumos problemáticos, los fundamentos que hacen necesario su abordaje en la escuela y la
pedagogía del cuidado como marco general para trabajar estos temas en el ámbito educativo. En
esta oportunidad, vamos a trabajar sobre algunas cuestiones que consideramos son saberes
fundamentales: por un lado, inscribir a los consumos problemáticos dentro de la lógica del consumo,
por otro lado, reconocer las representaciones sociales y prejuicios relativos tanto a los objetos de
consumo como a las personas que consumen.
A partir de las escenas es posible reflexionar sobre el modo en que la lógica de consumo puede
condicionar sensaciones, comportamientos, acciones, intenciones, placeres, y padecimientos a
nuestra vida cotidiana. Para comenzar a comprender el concepto de lógica de consumo resulta
indispensable situarlo en relación con nuestras condiciones de época.
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Hablar de lógica de consumo requiere pensar con relación al momento histórico en el que vivimos,
en el que la obtención de bienes y servicios es un elemento central en la construcción de vínculos e
identidades, así como en la participación de la vida en común. En una sociedad de consumo, prácticas
cotidianas como alimentarse, vestirse, comunicarse, entretenerse –entre otras– se llevan adelante
de una manera particular, obedeciendo a ciertas reglas que regulan nuestras relaciones con los
demás y con el mundo. La lógica de consumo forma parte de las marcas de época que se imprimen
en los modos de ser y estar en el mundo, de actuar y de relacionarnos. Es decir, actualmente vivimos
en una sociedad que establece marcas en la subjetividad que, entre otras cosas, nos construye como
consumidores al mismo tiempo que como ciudadanos/as o como personas. Eso vale tanto para los/as
adultos/as como para niños, niñas y adolescentes.
Tal como se presenta en el fragmento del programa, entendemos por lógica de consumo al modo de
funcionar y actuar que propone la sociedad de consumo y que atraviesa a las personas y
comunidades, que incentiva a comprar constantemente. Esta lógica no solo alcanza al consumo de
objetos, servicios y tecnologías, sino que produce como características subjetivas la exaltación de lo
inmediato y del “aquí y ahora”, la necesidad de lo nuevo, la felicidad rápida, el ocultamiento frente
al malestar, la diversión y entretenimiento como un estímulo continuo, la lógica de la rivalidad y,
muchas veces, la búsqueda del éxito individual.
La sociedad de consumo no es un fenómeno que existió siempre, es un rasgo propio del siglo XX
vinculado con la industrialización, la urbanización y el desarrollo de los medios de comunicación
masiva. Se desarrolla en el mundo Occidental, sobre todo, a partir de la segunda revolución
industrial, con el auge del modelo de producción masiva, que supone a su vez la venta masiva,
para el cual el fordismo fue un emblema. En este contexto se estandarizan los productos, el
consumo se desprende de la tradición y comienza a depender de la publicidad. Después de la
Segunda Guerra Mundial el discurso publicitario introdujo la lógica del consumo en diversos
ámbitos de la vida, construyendo un sistema social de aspiraciones, instalando ideas de moda y
confort y potenciando una sensibilidad individual e individualizante, vinculada a la posesión de
objetos y productos. Este discurso continuó creciendo a nivel global en las últimas décadas
posicionando cada vez más al mercado como nuevo agente de socialización. La percepción sobre
el bienestar queda bajo esta lógica, relacionada a lo individual y el consumo se torna un modo
posible de autorrealización personal.
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Insistimos entonces en que trabajar sobre la noción de consumos problemáticos requiere pensarnos
en relación a la cultura del consumo en la que estamos insertos/as, sería imposible pensar los
consumos problemáticos por fuera de la lógica y de la cultura del consumo como condición de época.
La presencia de discursos que incitan a la experimentación de intensidades, la exploración de muchas
y variadas vivencias, la búsqueda de sensaciones fuertes son rasgos de la vida contemporánea que
inciden en los modos de ser y de vincularnos. En ocasiones, dichas búsquedas pueden darse a través
del consumo de sustancias psicoactivas, de productos, servicios o actividades. Es en relación con esto
que hoy en día las publicidades no ofrecen productos sino más bien vivencias y experiencias: ya no
se venden autos sino ‘la experiencia de conducir’, no se venden colchones sino ‘la experiencia del
descanso’. Del mismo modo, ciertos suplementos vitamínicos se venden para responder a los
mandatos de la productividad y rendimiento propios de la sociedad de consumo. Entonces, recurrir
a una sustancia que de manera individual e inmediata promete bienestar –evitar o aliviar un
sufrimiento, procurarse placer, etc.– no tiene que ver solamente con un hábito personal, sino que es
parte de las soluciones que ofrece la sociedad de consumo para tramitar emociones, prometiendo
una solución rápida y eficaz.
Dado que proponemos abordar los cuidados con las y los estudiantes, uno de los puntos de
reflexión obligado es sobre nuestras propias representaciones sobre los niños, niñas y
adolescentes.
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Sabemos que las infancias y las juventudes se han ido transformando en cada tiempo histórico. Se
viven procesos dinámicos y cambiantes según las condiciones sociales de cada época, de cada
generación y lugar. También la clase social, género, cultura, religión, comunidad o grupos de
pertenencia, configuran nuestras percepciones de la realidad. El concepto de representaciones
sociales nos permite resaltar que aquello que percibimos y configuramos subjetivamente son
lecturas, modos de ver el mundo que las personas construimos según el tiempo y el espacio social
que habitamos, que inciden en nuestros modos de pensar a otras personas y a nosotros mismos
y en las decisiones y actitudes que tomamos en nuestros vínculos. De allí la importancia de
problematizar nuestras propias representaciones y analizarlas críticamente.
Las y los invitamos a ver el siguiente material audiovisual del grupo Les Luthiers que
nos permite –mediante el humor– reconocer algunos sentidos o representaciones
sociales que suelen asignárseles a los/las niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
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Los jóvenes de hoy en día (R.I.P. al rap) · Les Luthiers
¿Qué expresa la canción sobre la mirada adulta a las adolescencias y juventudes? ¿Qué aspectos de
los/las NNyA no se muestran en estos discursos? ¿Qué de lo que expresa la canción contribuye a la
construcción de sus identidades y prácticas? Aparecen ideas sobre las formas de ser y actuar y esta
idea de que todo tiempo pasado fue mejor porque “la juventud está perdida”. Estas ideas, aunque
pueden sonar antiguas y erróneas, tienen aún hoy vigencia en algunos ámbitos sociales, por ejemplo,
es muy habitual encontrarla en titulares de periódicos y en otros medios de comunicación. ¿Qué
ideas, representaciones sobre NNYA circulan en las instituciones en las cuáles ustedes se forman para
ser docentes? ¿Y en las instituciones en las cuales desarrollan sus prácticas docentes?
La reflexión acerca de cómo sienten que son vistas y vistos adolescentes y jóvenes, de qué manera
las y los afecta esa mirada adultocéntrica y cómo se expresa o no en sus entornos permite trabajar
sobre cómo se ven y quisieran verse reconocidas y reconocidos, y sobre los vínculos
intergeneracionales. La inclusión de esta perspectiva, tanto desde propuestas específicas como
desde una perspectiva transversal a cualquier propuesta de enseñanza y aprendizaje, forma parte de
la construcción de un ámbito de cuidados en la escuela porque apunta a fortalecer la comunicación
y los diálogos intergeneracionales.
Focalizaremos, ahora, en las representaciones sobre las sustancias de consumo y sobre las personas
que las consumen.
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Consideremos las siguientes preguntas:
Si tuvieran que imaginar a una persona que atraviesa una situación de consumo
problemático: ¿Cómo la imaginan? ¿Le atribuyen alguna característica particular?
Piensen en qué características de edad, género, clase social, situación educativa,
por ejemplo, le atribuyen a esa persona ¿qué imagen se les viene rápidamente a
la cabeza?
Las representaciones incluyen los preconceptos y estereotipos que dan lugar a discursos
estigmatizantes que escuchamos a diario no solo en las escuelas, sino también en los medios de
comunicación. Es por eso por lo que revisar nuestros prejuicios, que en muchas ocasiones promueven
la estigmatización y exclusión de las personas con problemáticas de consumos, debe ser una práctica
fundamental y cotidiana para la construcción de una pedagogía del cuidado.
Una percepción muy frecuente es la de atribuirle a las drogas capacidades particulares, se le asignan
ciertos “poderes”, o competencias (“la droga te atrapa”, “la droga te lleva”). Se construye así un
fetichismo de la sustancia explicando sus efectos como algo externo y ajenos a la sociedad. Otro
estereotipo que existe y tiene vigencia en este campo remite a la imagen de la persona que consume.
De acuerdo con las representaciones sociales generalizadas el consumidor (independientemente de
la dosis, la frecuencia, y la circunstancia de uso) es visto como un adicto, y este se lo identifica a su
vez con una persona que descuida su propia salud. Por último, es posible recuperar el sentido común
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que asocia el consumo de drogas a una expresión de oposición a la sociedad. Desde esta mirada se
vincula al consumo de sustancias casi necesariamente con la rebeldía, con la voluntad de
manifestarse en contra de las normas sociales. Desde estas percepciones se extrapola el rol que tuvo
el consumo de drogas en occidente durante la década de 1960 y se lo transpola para la actualidad.
En las imágenes que figuran a continuación podemos observar construcciones discursivas desde
algunas de las representaciones que mencionamos anteriormente:
Llegamos al final de esta segunda clase habiendo trabajado la importancia de inscribir los consumos
problemáticos en el marco de la sociedad de consumo. A su vez, trabajamos sobre la importancia de
problematizar las representaciones sociales instaladas tanto sobre NNyA así como de los objetos y
las personas que consumen. En la tercera y última clase vamos a ofrecer un acercamiento a diversos
materiales educativos que ofrecen propuestas para trabajar estos temas en el aula, así como
orientaciones para intervenir cuando un estudiante atraviesa una situación de consumo
problemático.
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¡Hasta la próxima clase!
Créditos
Autores: Programa Prevención y Cuidados en el Ámbito Educativo
abordar consumos problemáticos en la escuela? La pedagogía del cuidado como marco para el
abordaje de los consumos problemáticos en la escuela. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la
Nación.