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Un mundo feliz

Aldous Huxley.

Sebastián Quintero

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21/11/2022
Sección I

Constantemente retumban en nuestra sociedad diversos términos que, juntos y


concretados en oraciones, apuntan a críticas de índole variadas, pero generalmente
focalizadas a aspectos comunes. Palabras como individualismo, posmodernidad,
neoliberalismo, globalización, etc., se han popularizado gracias al acceso a la información y
al bombardeo masivo que se presenta en los medios no sólo de noticias y de divulgación
científica y social, sino en las redes sociales y plataformas de comunicación masiva. La
cantidad de ideas que se encuentran condensadas en el repertorio de una fracción del
posible vocabulario expuesto son el producto de la construcción intelectual, analítica y
académica de las sociedades modernas por incontables autores, cuya difusión se ha
facilitado gracias a la vastedad de conexiones comunicativas presentes en la
contemporaneidad. Ahora bien, la cantidad irregular y preocupante de utilización que se le
entrega a estos medios está vinculada no sólo a la propagación de información; Echeburúa
y de Corral (2010) exponen que, en algunas circunstancias, el internet y los recursos
tecnológicos están más allá del propósito más obvio, un recurso, sino que pueden ser
empleados como una forma de obtener algo en concreto, pudiendo, de esta forma, generar
una adicción.

Pero ¿por qué sucede esto? Bueno, el origen de las adicciones es variado y, por
tanto, definir a ciencia cierta dónde se halla su raíz, sería, además de incierto, una
generalización errónea. Sin embargo, lo que sí se puede delimitar, es su naturaleza.
PortalClinic (2019) apunta que, por lo general, las condiciones en las que se fundamenta
una adicción, están relacionadas con la adquisición de gratificación, producidos en los
circuitos de recompensa. Es decir, la naturaleza de la adicción es la obtención de placer. El
despliegue de dopamina es tal que hace contemplar al hombre su propia condición de
existir, de ser. A esto mismo comenta Ayn Rand (1964) que el ser humano, bajo los efectos
de placer, se encuentra con la sensación última, aquella que le da la potestad y competencia
para seguir viviendo, para enfrentar a la realidad, aquella que le dice que tiene el control de
su existencia, de su vida, de su proceder. Es decir, a los ojos de Rand, la experiencia que
vive el hombre bajo los efectos del placer obtenido, es una que le dota de combustible, de
energía suficiente, por lo que es pertinente pensar que, en efecto, placer y dolor, son
contrarios. El dolor es negativo, es el sentimiento de vulnerabilidad, ergo, se pretende
evadir a toda costa. Huxley toma estos elementos en gran consideración, y produce la
sociedad altamente controlada, donde prevalece el placer y se minimiza el dolor, en un
mundo feliz.

La felicidad y el placer son conceptos comúnmente utilizados y, a menudo,


confundidos por la vaguedad de la definición que se tiene de cada uno. Mientras que la
felicidad ha sido un tema de constante debate y contemplación filosófico a lo largo del
tiempo, incluso dentro de múltiples áreas como el psicoanálisis y la psicología, el placer ya
es un poco más definido, sin embargo, esto no le arrebata su condición problemática y de
definición dispersa. Claro, existen formas concretas de referirse al placer en torno a los
procesos químicos que se desarrollan en el interior del ser humano, pero es la reacción del
individuo frente a esto lo que la caracteriza. Justamente, así, es como se observa en la obra.

Un mundo feliz es una utopía en la que los individuos han alcanzado, de cierta
manera, la erradicación de los problemas íntimos individuales, lo que les permitió obviar al
sujeto como persona y pensarlo de otra forma; no existe la tristeza ni el dolor, se maximiza
la felicidad por métodos químicas y sintéticos lo que hace a las personas más productivas
en una sociedad de desarrollo masivo y constante. Sí, todo luce maravilloso y pulcro, sin
embargo, no se permite la existencia de relaciones y vínculos fuertes entre personas cuya
desenvoltura sea el amor, la vida es engendrada por métodos clínicos y genéticos muy
distintos y avanzados a los actuales (se producen en una botella). Todo el entorno
construido a lo largo de la narración es un apunte directo a un mundo profundamente
infeliz, donde las barreras de lo individual y lo colectivo son inexistentes, a un mundo
dependiente de los químicos proveídos por el estado para erradicar la tristeza y estancado
en parámetros sociales que no conciben cambio alguno, al contrario, se promueve la
segregación poblacional estipulando un tipo de sociedad por características específicas:
nivel de inteligencia y lugar de nacimiento, etc. Es una muestra de la profunda
deshumanización producto de una sociedad que contempla lo mecánico y conformista
como mantras, pero a su vez, es una observación a diversas vidas que no se rigen por estos.
Es el reemplazo del tacto y técnica humana por las posibilidades de la tecnología y la
máxima que esta puede cargar a la sociedad.
Al no haber posibilidad de construirse como humano, se recurre al soma como
sustancia que otorga felicidad, se reemplaza al sexo por creación humana en tubos, se
reemplaza la democracia por un sistema unificado y totalitario, regida por el director. Es
obvio, estamos al frente de una dictadura, pero no cualquier modelo autoritario, sino en
frente de la dictadura del placer. En un mundo altamente sistematizado, interconectado y
con acceso a la gratificación instantánea, en un mundo donde el dolor y la tristeza fueron
erradicados y las normas están estipuladas de una manera estricta y las únicas maneras
permitidas para vivir son la producción y la obtención de una supuesta felicidad, el humano
se puede perder, porque no se construye adecuadamente. La persecución desesperada del
placer es el mundo que justamente hoy se contempla.

Aldous Huxley expone y advierte de los alcances y peligros latentes de una


sociedad que, para la contemporaneidad del autor, se estaban construyendo. Huxley
observaba una población cuyo comportamiento era la desesperada y descontrolada
necesidad de satisfacción, mostrando, sobre todo, una clara aversión a cualquier forma de
sufrimiento y dolor. Por estos motivos, redacta un mundo feliz. En su obra no sólo
contempla y alerta sobre esto, sino que, además, critica. La totalidad del relato es una clara
preocupación a que el mundo cayera en manos de una desgarradora ceguera en la que los
humanos cedieran voluntariamente a trabajos pesados e inhumanos, sólo para conseguir
soma, el sistema de dopaje presto. Sin embargo, el soma no es más que una fracción de la
realidad, o, más bien, una metáfora que contiene a todos los tipos de somas que hoy existen.
Las tecnologías y todas las garantías para escapar de la realidad existentes y que se
comercian era uno de los miedos de Huxley, es decir: ya no es solamente la pastilla, ahora
son los medios de comunicación, los videojuegos, las redes sociales, la interconexión. Ya
no es el trabajo por soma, ahora es trabajo por consumo. (Rodríguez, 2012)

Sección II

Byung Chul-Han en su obra la sociedad del cansancio (2010) hace explícita una
idea semejante a la que propone Huxley, con la única diferencia de que ya no hay un poder
claro y conciso que someta a la sociedad, sino que ahora existen opciones que, en efecto,
fungen como poderes, pero que no se perciben como tal, sino que el hombre mismo toma la
decisión de servirlos. Chul-Han entonces propone al humano como un ser cansado y
agobiado, siendo la víctima y el detonante de su propia explotación, una explotación
laboral. Explotación en la que se busca adquirir recursos económicos e intercambiarlo por
bienes y servicios con la convicción de alcanzar una mejor calidad de vida. A causa de esto,
el filósofo surcoreano dice que el hombre está absolutamente cansado, y se debe a la
saturación individual, a las jornadas intensas de trabajo, al esfuerzo ridículo que él mismo,
el hombre, se impone. Y esto por diversas razones, presión social, sentimiento constante de
inferioridad, necesidad de descargas de dopamina, etc. Aquí ya se logra perfilar la cercanía
existente entre el pensamiento de ambas lecturas: el hombre cede a un poder que lo
desgasta y lo erradica, pero los poderes a los que obedece son distintos, sin perder la
conexión. Para Han, tal y como se mencionó anteriormente, ya no es el dictador externo, no
es el estado, el tercero, ahora es el mismo hombre que se persigue para conseguir y
adquirir, motivado por la dialéctica del poder, del yo puedo.

Las personas están dispuestas a sacrificarse por la obtención de placer. Pero ese
sacrificio puede tener formas diferentes. Para acceder a la gratificación hay quienes ceden
su vida al trabajo y se desviven hasta el agotamiento por llegar hasta el siguiente cheque,
porque es en ese momento en el que podrán darse gusto. Por lo tanto, es muy probable que,
de ser posible, las personas renunciasen a otros bienes personales —la libertad de
expresión, pensamiento, divergencia— si con ello tuviesen acceso a una forma de
gratificación similar. Es decir que las personas, para obtener placer, que en la
contemporaneidad es visto como consumo, están dispuestas a abandonar su formación
humana, ética, espiritual e individual, para conseguir dinero y, de esta forma, conseguir
consumir, acción que los dirige al placer.

Las personas, dispuestas a obtener gratificación, están a la orden de sacrificios


importantes de partes de ellos mismos, como, por ejemplo, su humanidad, su tranquilidad,
su estabilidad mental, su integridad y su salud emocional y física, cansándose, perder su
individualidad ante las dinámicas sociales, haciéndose esclavos de un sistema que los
mantiene anclados con placer a forma de remuneración.

Todo lo planteado en torno a la premisa de un mundo feliz, a sus consideraciones y


advertencias, nos ha llevado a pensar y plantear la existencia de una sociedad de consumo,
en una sociedad cuyo sustento y dinámica es el capital y la economía. Pues bien, muchos no
están de acuerdo. A menudo se ha comentado que el modelo propuesto y observado no es
necesariamente el detonante de un fallo social que lleva a un quiebre social, sino más bien
de negligencias políticas y estatales que no han podido acomodarse al movimiento
económico global, sino que se mantienen al margen del proteccionismo y acciones
deliberadamente corruptas e innecesarias. Se comenta que una sociedad de consumo es
insostenible e imposible ya que la forma en cómo se desarrolla el mercado global es muy
distinta a lo que se plantean en escenarios como la caída económica y la regularización y
estatización de la moneda. (Economic Pills, 2019)

Sección III

Un mundo feliz es una de las muchas cumbres literarias que advierten de un


malestar común, de una sociedad sumergida en el descontrol de sí misma, obedeciendo a
diversas formas de control y de organización que, aunque relativamente distintas a las
presentadas, mantienen mucha relación. Nos da la apertura, entonces, a poder hacer un
análisis pertinente, más allá de la obra misma, a la realidad, justamente como lo planteó
Huxley en un principio. El análisis hecho tuvo su origen y fundamento en las dinámicas
sociales y económicas que mueven la contemporaneidad.
Sección IV

Referencias bibliográficas.

Chul-Han, B. (2012) La sociedad del cansancio. Madrid, España: Herder.

Echeburúa, E., & de Corral, P. (2010). Adicción a las nuevas tecnologías y a las
redes sociales en jóvenes: un nuevo reto. Adicciones, 22(2),91-95 ISSN: 0214-4840.
Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=289122889001

Economic Pills (2019) La falsa paradoja del ahorro y la sociedad de consumo.


Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=evDJeJundtg&t=1s

PortalClinic (2019) Causa de los Trastornos Adictivos. Recuperado de:


https://www.clinicbarcelona.org/asistencia/enfermedades/adicciones/causas-y-factores-de-
riesgo

Rand, A. (1964) The Virtue of Selfishness. Hudson, NYC. USA: Penguin Group.

Rodríguez Díaz, S., (2012). CONSUMISMO Y SOCIEDAD: UNA VISIÓN


CRÍTICA DEL HOMO CONSUMENS. Nómadas. Critical Journal of Social and Juridical
Sciences, 34(2), ISSN: 1578-6730. Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?
id=18126057019

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