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El hombre no puede conocer la realidad de forma completa y en toda su profundidad por dos razones: a) por la
magnitud y profundidad de la realidad que supera sus posibilidades; y b) por sus propias limitaciones, es decir, por las
limitaciones de sus capacidades –de lo que puede ser capaz- al relacionarse con la realidad.
Consecuencia práctica: nadie puede tener un conocimiento completo y acabado. Por ende, toda persona puede y
debe avanzar y profundizar en el conocimiento. Avidez de incorporar aspecto de la realidad que el otro me
manifiesta.
El hombre conoce de modo parcial: de lo sensible (lo captado por los sentidos) se remonta a lo inteligible (mediante
un proceso de abstracción de lo sensible se llega a las esencias o lo que las cosas son –por ejemplo, ve un recipiente
de vidrio y capta la esencia de “vaso”-), y de unos aspectos de la realidad pasa a otros mediante razonamientos
(relación entre conceptos –por ejemplo, de la existencia del universo llega por razonamiento a la posibilidad de un
origen en un Ser Inteligente). Su conocimiento no abarca la realidad de una sola vez y de modo completo. Va
incorporando la verdad de modo progresivo no llegando a agotarla completamente.
Nuestras primeras impresiones o percepciones son fundamentalmente sensibles y poco profundas. Por ello las
opiniones que están basadas en estas primeras impresiones suelen ser desajustadas de la realidad.
Generalmente nuestras opiniones sobre cualquier cosa suelen tener escasa profundidad.
Sugerencias prácticas
• Necesidad de contrastar la información que obtengo con fuentes más confiables. Lo mismo con las opiniones que
recibo de otras personas.
• Buscar y pedir fundamento -luchar contra la "pereza mental"- que nos hace ir más allá de lo sensible porque nos
hace reflexionar. P.ej. los diarios suelen tener información basada principalmente en percepciones sensibles y que
resaltan la emoción.
• Hacer ejercicios que nos hagan reflexionar con profundidad. Distinguir hecho de interpretaciones: si puedo
determinar con claridad los hechos podré tener mejor posibilidad en cuanto a su contexto o interpretación.
Nuestras opiniones están normalmente influenciadas por las corrientes de pensamiento filosófico dominante: en la
actualidad hay un escepticismo –la verdad como algo independiente del sujeto no existe o no puede ser conocida-
dando lugar a un relativismo –la verdad es subjetiva o de cada uno, cada uno tiene su verdad-; que deriva en un
utilitarismo (se ve al otro como objeto de utilidad propia) –hedonismo (se busca todo aquello que se relaciona con el
placer propio). Las opiniones suelen tener un fundamento en este sentido: basadas en el tener y el placer.
No haría falta razonar si conociésemos perfectamente y de una sola vez toda la realidad. Pero la limitación de nuestro
conocimiento exige que la inteligencia razone (relacione conceptos a través del pensamiento), para llegar a unos
conocimientos (menos conocidos) a partir de otros (más conocidos).
Por ejemplo, mediante la inducción se pasa de casos particulares a conocimientos generales (de la repetida
experiencia de que los cuerpos caen hacia la tierra, inducimos que eso sucede en todos los cuerpos). Mediante la
deducción se pasa de conocimientos generales a casos individuales (si sabemos que todos los cuerpos caen,
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Licenciado en Ciencias de la Educación de la Universidad Católica Argentina, diplomado en Calidad Total y Reingeniería de la Educación de la
Universidad Católica de Honduras y postgraduado en Dirección Estratégica de Empresas de Servicios de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile.
Capacitador en empresas e instituciones como Banco Galicia, Arcor, Pepsi, Ediciones Errepar, Purina, Scania, Diario Los Andes y otras. Coautor
de la Metodología OTSE.
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deducimos que, si lanzamos al aire un cuerpo concreto, caerá a tierra). Observando repetición de hechos particulares
podemos llegar a la conclusión de un caso general aplicado a todos los casos, pero esto tiene sus limitaciones.
Sugerencias prácticas:
• Cuidado con las expresiones que manifiestan poca actitud metafísica… como los “siempre”…
“nunca”…”todo”…”nada”; expresiones de absolutización que expresan un gran contenido emocional pero que
distorsionan la realidad.
• La inducción, para que pueda establecer una regla universal tiene que estar constatada por una cantidad
importante de casos particulares y que reflejen un amplio espectro de la realidad, además debe estar abalado por
peritaje comprobado de interpretación de las fuentes. Por ejemplo, un método muy utilizado en la actualidad -por
considerar a la verdad como una creación subjetiva- es el de fundamentar afirmaciones universales basadas en
estadísticas. Toda inducción científica tiene sus límites que deben ser enunciados para encuadrar sus conclusiones
dentro de esos límites: p. ej. OTSE o cualquier fundamento basado en estadísticas: divorcios, eutanasia, abortos,
pobreza, desnutrición.
También se debe verificar la razonabilidad que hay entre lo inducido y lo deducido…por ejemplo la legalización de lo
prohibido como la droga, la prostitución, etc. Esto lo veremos con más detalle cuando analicemos el principio de
razonabilidad.
Aristóteles (filósofo del siglo IV AC) afirmaba que nada hay en nuestra inteligencia que antes no haya pasado por los
sentidos. Nuestro conocimiento necesita de la participación de los sentidos, ya que depende de la materia de las
cosas. Nos es imposible conocer algo si antes no ha pasado de alguna manera por los sentidos (p.ej. un ciego de
nacimiento no podrá hacerse una idea o concepto de un color)
Descartes (filósofo del siglo XVII) afirmó que, para proceder con rigor, el filósofo debería poner en duda todo
conocimiento y empezar desde cero, demostrando todo desde el principio con una certeza semejante a la de las
demostraciones matemáticas. Descartes extiende su duda, por ejemplo, a la existencia misma de las cosas que caen
bajo nuestros sentidos. Pero con ello cierra el camino a la verdad, ya que nuestro conocimiento comienza
necesariamente por los sentidos. Que a veces nos engañemos en el conocimiento sensible exige solamente que se
examinen las posibles fuentes de error, y no es lógico ni posible dudar del valor mismo de ese conocimiento en
general.
Por influencia de este pensamiento “cartesiano” de buscar la certeza “absoluta” del conocimiento, más nuestro afán
de buscar la verdad, es que tenemos la tendencia a buscar una claridad absoluta sobre todo conocimiento hasta
creer que la poseemos. Cuando creemos que tenemos esa claridad…por ejemplo algo que dijo una fuente confiable o
algo que nos “cierra”, esa misma “certeza” nos suele limitar para avanzar en la profundidad de esa verdad o aceptar
puntos de vista diferentes. En las discusiones generalmente pretendemos que se clarifique la verdad al máximo
posible, nos parece que si no hemos obtenido esa claridad “final” sobre el tema que estamos discutiendo no estamos
tranquilos; nos cuesta aceptar dos cosas importantes: a) nuestras propias limitaciones “actitudinales” productos de
una deficiente “educación” y b) las limitaciones propias de nuestros conocimientos, conceptos y razonamientos. Esto
nos hace tener una actitud de “cerrazón” que no nos permite avanzar en la profundización de la verdad. Por ejemplo:
la dificultad que tenemos para encontrar puntos “positivos” a incorporar en opiniones diametralmente opuestas a las
que tenemos…ateísmo, homosexualidad, pobreza, matrimonio, sexo-género, etc.
Sugerencias practicas:
• Anteponer la escucha a la "idea". Tener una actitud de incorporar del otro algo que nos completa, nos complemente
o nos corrige, antes de que la "idea" que tenemos sobre el otro nos anule o limite esta posibilidad
que nunca la podremos alcanzar, más bien tener una actitud de "avance", de "conquista", de " acercamiento" a la
verdad, con verdades aspectuales o en cierta manera "parciales" que deben ser completadas, corregidas o base para
nuevas verdades.
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2. Relación entre fe y razón
El papel de la fe: la fe puede ser “racional” o “revelada”. Se basa en la aceptación de una información que proviene
de otra persona que no podemos constatar en el momento de recibirla o de ninguna manera. Nos solemos manejar
mucho con esta fe, de hecho, no podríamos vivir sin ella. La mayoría de la información que recibimos no podemos o
no estamos en condiciones de constatarla al momento de recibirla o quizás nunca.
La persona, por el valor que tiene en sí misma, es objeto de fe en la trasmisión de la información ya que, como veremos
más adelante, la verdad proviene del ser y toda persona refleja el ser en su máxima expresión: ser físico-espiritual.
En sí misma expresa verdad y merece ser creída en sí misma y en lo que afirma que es reflejo de su ser. No obstante,
como la verdad exige colaboración entre todos, normalmente es conveniente buscar el aporte de otros que nos ayude
a una mayor constatación de la información o consistencia con la realidad. Por ejemplo, un viaje, una compra de
cierta
importancia, una noticia que nos afecta…etc. Esto no es “falta de fe en la persona” sino tener una actitud metafísica
que me dice que la realidad es muy compleja y que necesita de la conjunción de varias fuentes y cierta constatación
por fuentes más confiables…que siempre hay más que uno.
En cuanto a la Fe “revelada” no ingresa en el campo de la metafísica por cuanto se basa en una información que
proviene de Dios mismo, que supera toda realidad, ya que la trasciende, de hecho es el creador de toda realidad. Y
por ende no puede engañarse o engañarnos. Pero en este caso es conveniente constatar la información que proviene
de Dios con fuentes más confiables, que han sido nombradas y habilitadas por el mismo Dios como en el caso del
Magisterio de la Iglesia, pero esto también está dentro del terreno de la Fe revelada. Dicha Fe supera y complementa
adecuadamente la Fe proveniente de la razón por cuanto es información dada directamente por Dios mismo.
Sugerencias prácticas
• Debemos aprender a argumentar (relacionar conceptos para ir profundizando en la verdad) partiendo de principios
de razón y de principios de Fe. Unos provienen de lo que el hombre puede descubrir por el ejercicio de su
razonamiento; otros provienen de lo que el hombre puede descubrir de lo que Dios le revela. Parten de principios
diferentes y con luces diferentes, aunque no contradictorias sino complementarias.
• En la actualidad debemos identificar la información que proviene de ambos principios por lo que uno debe
relacionarse con ellos a través de la metafísica y del estudio de la verdad revelada. Lo ideal sería la Teología que une
a la verdad revelada con la razón. No obstante, por lo menos, debemos tratar de identificar primero los principios de
razón para diferenciarlos de los de la fe y poder argumentar sin transpolar o confundir.
Prácticamente todos los temas pueden ser abordados desde los principios de la razón, salvo aquellos que tocan algo
que comprobadamente ha sido revelado por Dios. El argumento de autoridad es el más sencillo de afirmar, pero es
el más débil en el plano de la razón que se guía por la consistencia con la realidad. El argumento de razón tiene peso
en la medida de su solidez o consistencia al constatarlo con la realidad de las cosas –que generalmente es difícil- y
poco común. Es mucho más fácil afirmar algo porque alguien lo dijo que es como normalmente se nos trasmiten los
conocimientos.
La búsqueda de la verdad es una tarea compleja cuando, como sucede en la filosofía, se investigan los problemas a
fondo. Por eso, es una característica de los pensadores más profundos haber estudiado y discutido los puntos de
vista aportados por otros anteriores, y ello es una garantía de mayor aproximación a la verdad. Decimos que a la
verdad se llega por información confiable o de personas (fuentes) que tienen información que tiene coherencia o
consistencia comprobada con la realidad. (imaginación y realidad)
Santo Tomás de Aquino ofrece un destacado ejemplo de amor a la verdad, venga de quien venga; por eso examina
todo tipo de opiniones y procura aprovecharlas lo más posible. Dice Santo Tomás que la verdad, quienquiera que la
diga, procede el Espíritu Santo, que infunde la luz natural y mueve a la inteligencia y a la expresión de la verdad.
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Si la verdad en forma parcial puede tenerla cualquier persona y ninguna persona la puede tener en forma completa
¿Cómo es posible que se pueda conocer una verdad absoluta?
Hay que distinguir entre la posibilidad de una verdad absoluta, sin la cual no podríamos hablar de una verdad parcial,
y la posibilidad del hombre de captarla de forma completa.
Si no hubiera una verdad absoluta que no dependiera del hombre, no podríamos hablar de una verdad parcial o
aspectual (es decir, un aspecto de la verdad absoluta). El hombre no estaría seguro de nada, y por tanto todo sería
subjetivo, con el consecuente imperio de su voluntad que terminaría en un mero juego de poderes para poder
establecer pautas de subsistencia.
En nuestra época, uno de los mayores peligros es el relativismo que no reconoce el valor de verdad definitivo a ningún
conocimiento humano. A veces, se llega a esa postura argumentando que incluso las doctrinas que se han considerado
más ciertas en la historia, finalmente se han revelado erróneas o parciales. Se comete así un grave error de negar
toda certeza bajo el pretexto de que en todos los filósofos o doctrinas ha habido errores, y se adopta una postura
pretendidamente objetiva que en vano busca un fundamento para seguir hablando de la objetividad y de la verdad.
Es decir, se pretende fundamentar como “verdadero” el que no haya algo como una verdad objetiva: claramente es
una contradicción.
Se debe distinguir una actitud relativista de una actitud metafísica: la actitud relativista es inmanentista,
consideramos la verdad de alguna manera relativa a nosotros como principio, como fuente; somos relativistas
cuando es nuestra opinión la que creemos superior porque procede de nuestro convencimiento, cuando nos creernos
jueces de los demás o nos sentimos superiores; somos relativistas cuando juzgamos la verdad de las cosas por nuestro
convencimiento o por querer tener una certeza absoluta de algo; en síntesis, cuando el criterio de verdad lo
relacionamos principalmente con nosotros o con nuestro parecer. La actitud metafísica consiste en considerar la
verdad como superior y trascendente a nosotros. Como algo que nos supera y por tanto debemos buscar e ir
incorporando con la ayuda de los demás, y en especial de Dios, fuente de toda verdad: de hecho, Él es la verdad.
Tenemos actitud metafísica cuando vemos al otro como un colaborador de la verdad y nos consideramos también
colaboradores de la verdad. Cuando estamos convencidos que la verdad en el fondo es una y profunda y llena de
sentido todo, que en última instancia se explica por ella, pero que nosotros por nuestras propias fuerzas sólo podemos
ir descubriéndola de a poco y aspectualmente, siempre con ayuda externa: primeramente, de Dios y también de los
demás, de todos los demás, en especial de aquellas personas o Instituciones que respaldan su vida con un Proyecto
consistente que perdura en el tiempo.
Sugerencias prácticas:
• Debemos ser "benevolentes" y abiertos a que cualquier persona nos pueda aportar algo, aunque sea una "partícula
de verdad".
Nuevamente recomendamos anteponer la escucha a la idea. La posibilidad de que el Otro/otro nos ayude en nuestro
acercamiento a la verdad que la imagen, conceptos o juicios que tengo sobre el Otro/otro.
• Conocer los principios metafísicos básicos (racionalidad, principalidad del fin, esencialidad, causalidad) nos
ayudarán a poder incorporar lo que de verdad nos trasmite el otro y también la posibilidad de complementar o buscar
avanzar en la verdad con nuestra contribución.
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ACTITUD
CIENTÍFICA
Versión 1.0 2020
ÍNDICE
3 La importancia de la “interpretación”
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ARTIGAS, M. en Diálogo entre Ciencia y Fe afirma: “Sostengo, desde hace años,
un realismo científico según el cual en la ciencia experimental podemos alcanzar
conocimientos verdaderos, con una verdad que es siempre contextual y, por tanto,
parcial, pero, que es, al mismo tiempo, auténtica verdad. La verdad científica es
siempre «contextual» porque debe interpretarse dentro del contexto conceptual que
utilizamos en cada teoría. Por ser contextual, esa verdad es también «parcial», y no
agota todo lo que puede decirse acerca del objeto que se estudia. Pero, al mismo
tiempo, puede ser una verdad «auténtica» en el sentido clásico de correspondencia
con la realidad”.
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AQUINO, T. en Suma Teológica sostiene: “la verdad se define como la adecuación
entre el entendimiento y el objeto. De ahí que conocer tal adecuación sea conocer
la verdad. Esto no lo conocen de ninguna manera los sentidos; pues aunque la vista
tenga la imagen de lo visible, sin embargo, no conoce la adecuación existente entre
lo visto y lo que aprehende de él. No obstante, el entendimiento puede conocer la
adecuación existente entre él y lo conocido; pero no la aprehende por conocer de
algo aquello que es, sino cuando juzga que hay adecuación entre la realidad y la
forma que de tal realidad aprehende”.
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ARISTÓTELES en Tratado sobre el alma a firma: “En la mayoría de los casos se
puede observar cómo el alma no hace ni padece nada sin el cuerpo, por ejemplo,
encolerizarse, envalentonarse, apetecer, sentir en general. No obstante, el inteligir
parece algo particularmente exclusivo de ella; pero ni esto siquiera podrá tener
lugar sin el cuerpo” y Tomás de Aquino lo cita así en su Suma Teológica: “dice el
Filósofo en III De Anima: El alma no entiende nada sin imágenes”.
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3. La importancia de la “interpretación
4
YEPES, R. en Entender el mundo de hoy.
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AQUINO, T. en Suma Teológica sostiene: “El orden que se da entre las potencias
del alma proviene por parte de la misma alma, la cual, a pesar de ser
esencialmente una, está capacitada para realizar actos diversos en un determinado
orden”.
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VILLAMIL-PINEDA, M. afirma en Fenomenología de la mirada: “lejos de concebir la
presencia del otro como una amenaza que pone en peligro la subjetividad propia,
rompemos con el “sentirnos amenazados”, y reconocemos al otro como el ser que
misteriosamente enriquece nuestro mundo”.
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YEPES, R. en Entender el mundo de hoy.
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8
MILLÁN-PUELLES, A. sostiene en Las dimensiones morales del interés por la
verdad: “La primera de las virtudes que predisponen para el libre ejercicio del
interés por conocer la verdad es la humildad, es decir, lo contrario de la soberbia.
(...) Soberbio es el que se cree autosuficiente. El que dice: comprendo que hay
gente más inteligente que yo, pero a mí no me interesa conocer más de lo que ya
sé; para lo que yo quiero, bastante tengo con lo que sé”.
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JUAN PABLO II en Fides et ratio sostiene: “debe tenerse en cuenta la desconfianza
en la razón que manifiesta gran parte de la filosofía contemporánea, abandonando
ampliamente la búsqueda metafísica sobre las preguntas últimas del hombre, para
concentrar su atención en los problemas particulares y regionales, a veces incluso
puramente formales”.
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YEPES, R. en Entender el mundo de hoy ilumina de esta manera: “Aprender es
seguir viendo la realidad como es, compleja, y no encajar cada experiencia nueva
en un esquema cerrado y preconcebido. La juventud intelectual consiste en no
perder nuestra capacidad de aprender. La vejez llega cuando no asimilamos lo
nuevo y lo reducimos a alguna experiencia anterior que ya en su día tuvimos”.