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Licenciatura en: Administración de Empresas

Nombre de la Materia: Sociología

Nombre del Alumno: Wisllars Ayala Fernanda María

Nombre del producto: Investigación

Unidad N°2 Nombre de la Unidad: El desarrollo social e histórico

Nombre del Docente: L.C.P. Martínez Santiago María Verónica

Fecha 18/11/2023

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ÍNDICE

Introducción ..…………………………………………………2
La prehistoria ..…………………………………………………3
La comunidad primitiva ...…………………………………………………5
El esclavismo: la edad antigua …………………………………………………. 6
El feudalismo: la edad media …………………………………………………..7
El capitalismo: la edad moderna ……………………………………………….… 8
La época contemporánea
…………………………………………………..10
Pasado y presente de México
…………………………………………………..11
Conclusión ……………….………………………………….13
Referencias bibliográficas ……………………………………………………
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Introducción.

La historia de la humanidad empieza con el hombre, y es hombre desde el momento que


fabricó el primer instrumento de trabajo, por esta razón se considera como el primer hecho
histórico, estos primeros instrumentos de trabajo eran elaborados de piedra (edad de la piedra),
con la técnica del tallado, por lo cual se le llama período lítico o Paleolítico (piedra antigua o
tallada), además utilizaron otros materiales: madera, hueso, marfil, y cuerno. Así evoluciono la
tecnología de la producción.
El pueblo es el hacedor de la historia, con sus actividades cotidianas que en última instancia
son económicas, a diario trabajan, con creatividad, esfuerzo para mantener o contribuir con sus
familias; siglos tras siglos de historia producto de su trabajo han generado diversos restos
materiales, que se han convertido en fuentes de la historia, que son estudiados por la ciencia
de la arqueología; su composición antroposomática, las mezclas de sangre humana, su lengua,
idioma, dialectos, costumbres, los espacios geográficos modificados por el grado de desarrollo
de sus fuerzas productivas, todo estos se convierten en las más diversas fuentes de la historia,
que son estudiadas por diversas ciencias, para reconstruir el modelo de sociedad, encontrando
sus leyes de funcionamiento y sus leyes de trasformación social.

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La prehistoria.
Tradicionalmente entendemos por prehistoria al período de tiempo que va desde la aparición
de los primeros homínidos en la Tierra, es decir, las especies humanas antecesoras del Homo
sapiens, hasta la aparición de las primeras sociedades complejas de este último y, sobre todo,
a la invención de la escritura, evento que ocurrió en primer lugar en el Oriente Próximo,
alrededor del año 3300 a.C.
Sin embargo, desde un punto de vista académico, el concepto de prehistoria ha sido muy
discutido debido a sus imprecisiones: el ser humano no apareció al mismo tiempo en todos los
lugares, ni tampoco descubrió la escritura a la vez, por lo que sus límites cronológicos son,
cuando menos, arbitrarios.
La prehistoria se comprende en diversos períodos, cuya inexactitud cronológica obliga más
bien a considerar como etapas progresivas en la evolución de las capacidades humanas de
manejar los materiales y producir herramientas. Así, hablamos de dos grandes períodos:
 Edad de piedra. Es el período durante el cual el ser humano manejó en su mayoría
herramientas hechas de piedra y madera, o materiales simples. Esta etapa a su vez
comprende tres períodos, que son:
 Paleolítico. Es el período más largo de la edad de piedra, que inicia con la creación de
las primeras herramientas de piedra creadas por homínidos. En ella existían junto a
nuestras especies de seres humanos ya extintas, como el Homo habilis o el Homo
neardenthalensis, que eran principalmente cazadores-recolectores. A finales de este
período el Homo sapiens se esparció por la Tierra, e inició la domesticación de los
primeros animales.
 Mesolítico. La humanidad seguía siendo esencialmente nómada, aunque hacia finales
del período aparecen los primeros asentamientos, y con ellos, los primeros cementerios.
 Neolítico. Durante este período se produce una verdadera revolución tecnológica, a
partir de la invención de la agricultura y la ganadería. El pastoreo, el cultivo y, por ende,
el intercambio, empiezan a surgir en el seno de las comunidades que, mucho después,
serán las primeras poblaciones humanas.
 Edad de los metales. Como su nombre indica, se trata de un período en el que el ser
humano conquistó el saber de la metalurgia y el manejo de los metales, construyendo
así herramientas más poderosas y versátiles. Las primeras civilizaciones y culturas
humanas corresponden a este período, que se divide en:

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a) Edad de cobre. El cobre fue el primer metal en ser empleado por la humanidad, primero
crudo y luego fundido, dando nacimiento a la metalurgia, para crear herramientas más
cortantes y versátiles.
b) Edad de bronce. El conocimiento del cobre permite su mezcla (aleación) con otros
metales y así nace el bronce, que marcará un hito en la humanidad en la fabricación de
armas, escudos, objetos ornamentales, etc. También el vidrio se descubrirá en este
período, lo cual da pie a las primeras cerámicas ceremoniales, que se usaban sobre
todo para recibir las cenizas de los cuerpos cremados.
c) Edad de hierro. Algunas de las principales civilizaciones antiguas ya habían aparecido
para la edad de hierro, y su dominio de este metal exigió y propició nuevas técnicas y
nuevos métodos de manejo de los materiales, aunque la popularización del hierro no
ocurriría hasta ya entrado en años el Imperio Romano.

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La comunidad primitiva.
Esta etapa ha sido dividida en 2 grandes periodos:
Paleolítico (La edad de piedra)
Durante esta etapa se produjo el descubrimiento del fuego, que permitió la cocción de
alimentos, protegerse contra el frio y extenderse a otras zonas; así como defenderse de los
depredadores.
Neolítico (La nueva edad de piedra)
En este periodo comenzaron a labrarse los metales lo que posibilitó un aumento en los medios
de producción. Esto generó un aumento de la población, que se instalaba en pequeñas áreas.
Paleolítico (Edad de la piedra): Corresponde a sociedades en las que el estado es inexistente;
se dedicaban a la recolección y a la caza; no existía la división de clases; y su ideología se
centraba en la supervivencia y la adoración de las fuerzas naturales.
Las comunidades del paleolítico aprendieron con la experiencia el uso de la piedra para
defenderse y para cazar, por lo cual comenzaron a producir instrumentos rudimentarios de
piedra. Con esta actividad, dio inicio el trabajo, es decir, la actividad social que representa la
condición básica y fundamental de la vida humana como fuente de toda riqueza.
Estas sociedades vivían en pequeños grupos de incipiente organización social que los obligaba
a trabajar en común y a repartirse los bienes colectiva y equitativamente. Sus miembros
producían y empleaban juntos sus rudimentarios instrumentos de producción, lo cual posibilitó
la acumulación de conocimientos. Por ejemplo, con la piedra pulimentada se construyeron otros
utensilios más elaborados, apareciendo así las herramientas, como la invención del arco y la
flecha.
Neolítico (nueva edad de piedra): Esta etapa comprende el surgimiento de sociedades pre-
estatales más complejas, en las que se produjo la domesticación de animales y el cultivo de las
plantas, lo que permitió el sedentarismo; surgió una sociedad dividida en explotados y
explotadores; y las ideas religiosas evolucionaron. Apareció aquí la primera división del trabajo
entre las tribus pastoras y las tribus agricultoras. Las primeras fueron formando un excedente
de ganado, productos lácteos, pieles, etc. En las segundas se generó el comercio ya que las
tribus pastoras requerían productos agrícolas. Junto a la ganadería y la agricultura fueron
surgiendo otros oficios como el de herrero, tejedor, armero, alfarero, etc. El trabajo en común y
la propiedad comunal desaparecieron para privilegiarse el trabajo individual y una incipiente
propiedad privada. En un principio el comercio estaba a cargo de los jefes de la tribu como
representantes de la colectividad, pero al desarrollarse la división social del trabajo, los jefes se
apropiaron del trabajo de los otros, así como de los instrumentos de producción.

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El esclavismo: la edad antigua
La esclavitud existió en muchas sociedades del pasado, como el antiguo Egipto, Mesopotamia,
la Europa feudal o los imperios inca y azteca. En general, los esclavos eran prisioneros de
guerra o personas que, por tener deudas, fueron sometidas a relaciones de dependencia
personal por un amo o una institución. Podían ser empleados en tareas agrícolas, domésticas,
constructivas, militares o incluso destinados al sacrificio.
En estas sociedades la esclavitud no era una institución importante ni estaba muy extendida.
Sin embargo, adquirió mayor protagonismo tanto en Grecia y Roma durante la Edad Antigua
como en las relaciones entre Europa, África y América en la Edad Moderna.
El término “esclavismo” se emplea generalmente para nombrar a la modalidad de producción
basada en mano de obra esclava que existió en Grecia y Roma durante la antigüedad, llamada
en ocasiones “modo de producción esclavista”. A diferencia de otras formas de esclavitud, en
estas sociedades los esclavos conformaban la base productiva de la economía.
En la Grecia clásica, especialmente en Atenas, los esclavos eran comprados o capturados en
guerras y debían dedicarse a labores domésticas, agrícolas o artesanales al servicio de un
amo, es decir, un ciudadano libre a quien pertenecían como su propiedad. El amo tenía a su
cargo la manutención de los esclavos, pero estos eran la mano de obra que producía. Todo el
sistema dependía de la obtención y reproducción de los esclavos que constituían un tercio de la
sociedad.
En la antigua Roma también las tareas domésticas y artesanales dependían del trabajo de los
esclavos, así como el trabajo en el campo, en las minas y en la construcción de obras públicas.
Además, algunos eran forzados a participar en espectáculos públicos como gladiadores
Los esclavos podían pertenecer a un individuo o al Estado y, en algunos casos, podían obtener
la libertad mediante un pago o por disposición de su amo. Una famosa rebelión de esclavos
contra la República romana tuvo lugar en el sur de Italia entre los años 73 y 71 a. C. dirigida por
el gladiador Espartaco.
En el camino muchos morían por las condiciones inhumanas del traslado, encadenados y
hacinados en compartimientos estrechos en el fondo del barco. De los que llegaban, algunos
morían por las duras condiciones laborales en las plantaciones. Esto motivaba la constante
reposición de contingentes de esclavos, por lo que millones de africanos fueron víctimas de la
captura, el comercio y la explotación esclavista entre los siglos XVI y XIX.

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El feudalismo: la edad media.
El feudalismo fue el sistema político imperante en Europa Occidental en la Edad Media.
Se basa en la descentralización del poder: en la cúspide del poder se encontraba el
emperador o el rey y en la base los campesinos, que estaban superditados a los nobles,
que ocupaban la posición intermedia en la sociedad y ejercían el poder con autonomía e
independencia.
Tras una época de continuas guerras y en un clima de inseguridad e inestabilidad, al
hombre libre no le quedó más opción que supeditarse al noble que dominara las tierras
en la que vivía y establecer así una relación de vasallaje. El vasallo recibía una pequeña
porción de tierra para cultivar y autoabastecerse y debía pagar unas rentas al señor que
poseía esas tierras. El señor, a cambio, le ofrecía protección militar. Esta relación
recíproca era de un gran provecho para el señor, que además de posicionarse
superiormente al vasallo, también ejercía una coacción socialmente aceptada.
La vida de los campesinos en la Edad Media era muy dura. La población se basaba en la
agricultura y más del 90% era cultivo de cereales. Era una agricultura muy poco
avanzada y dirigida al abastecimiento más inmediato: la nobleza era propietaria de la
tierra y era muy adversa a las novedades, por lo que las nuevas técnicas agrícolas y el
cultivo de nuevos alimentos tardó mucho en realizarse, alrededor de finales del siglo XI.
Se introdujo la rotación trienal: la superficie para cultivar se dividió en tres y se iban
rotando los cultivos. Un año trigo, el siguiente otro cereal y el tercero se dejaba a la
parcela descansar. Al alternar cultivos la tierra no se sobreexplotaba y producía más y
mejores cosechas.
Los siervos trabajaban para mantener al clero y a la nobleza ya que en la sociedad feudal
les correspondía el estamento más bajo. Pese a que eran la grandísima mayoría de la
población en la Edad Media, les correspondía mantener a los demás estamentos –clero y
nobleza- ya que socialmente eran considerados superiores. Hasta que no hubo una
mejora de la agricultura en toda Europa no pudo cambiar la situación: en el siglo XII las
aldeas se multiplicaron, la población aumentó y también lo hizo la producción. Surgieron
las primeras grandes agrupaciones de población: el origen de las ciudades.
La mayoría de las ciudades romanas pasaron a ser centros de administración eclesiástica
y estaban dentro del señorío territorial del señor feudal. Tenían muy poca población, pero
a partir del siglo XII se produjo un gran cambio: una mayor población vino tras el avance
agrícola, que también trajo desarrollo económico. Las viejas ciudades romanas o antiguos

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burgos volvieron a poblarse y apareció la ciudad medieval. En el siglo XIII algunas
ciudades como París y Florencia alcanzaron los 100 000 habitantes.

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El capitalismo: la edad moderna
En el siglo XVI se produjo el Big Bang de la economía actual, momento en que se creó un
nuevo esquema económico que ha perdurado hasta la actualidad. Se trata de una época
de gran interés, puesto que, de la misma manera que los físicos buscan una mejor
comprensión mediante el estudio de lo ocurrido en las primeras fracciones de segundo de
la historia del universo, el análisis económico de los sucesos de ese siglo nos puede
ayudar a conocer más a fondo las características internas del sistema capitalista.
Los conceptos de "capitalismo" o "empresa multinacional", a pesar de definirse y alcanzar
notoriedad en el siglo XIX, surgieron, en realidad, cinco o seis siglos atrás. Sabemos que,
en el siglo XIII, en varias ciudades del norte de Italia, se utilizaban con un significado
similar al actual y que en base a ello se desarrolló el principal sistema económico de
Europa, teniendo en cuenta que Europa era entonces el eje de la economía mundial.
El sistema capitalista comenzó a extenderse en el ámbito del comercio, seguido de la
creación de la banca, adentrándose posteriormente en la producción de productos y la
adquisición de materias primas, siendo la agricultura el último paso de esta expansión.
Asimismo, cabe mencionar que inicialmente fue un fenómeno de naturaleza urbana, es
decir, que se dio en las ciudades, y que posteriormente se extendió fuera de ellas de
manera progresiva. Esto se debe, en parte, a ciertas actividades que se ejercían mejor
fuera de las ciudades, tales como las ferrerías, puesto que las ciudades carecían de agua
y minerales suficientes para la obtención del hierro.
Entre las principales características de este sistema económico resaltaba su
desvinculación de toda moral o religión, concediéndoles el protagonismo a los
empresarios y los trabajadores. El Estado emitía leyes que protegían los intereses
individuales de las empresas, por encima de los intereses colectivos de los
ayuntamientos o gremios. Esto no quiere decir que el Estado organizara la economía,
sino que simplemente garantizaba unas condiciones jurídicas mínimas a las operaciones
mercantiles.
En este nuevo sistema, la unidad productiva básica era la empresa y su principal objetivo
la obtención de beneficio, a diferencia del sistema feudal donde la unidad productiva
básica era la familia, cuyo propósito no era el beneficio sino el autoconsumo. Quizá esta
sea la razón por la que en los comienzos del sistema capitalista la mayoría de las
empresas estuvieran formadas por familias.

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En cuanto al ámbito social, desde mediados del siglo XV hasta finales del siglo XVI la
población europea aumentó considerablemente, y si a esto le añadimos las malas
cosechas que se dieron en aquella época, el efecto fue una considerable acentuación de
la pobreza, así como el azote de la hambruna en el pueblo llano.
El capitalismo financiero surgió en el siglo XX cuando los banqueros e inversionistas
adquirieron gran importancia e influencia en la toma de decisiones económicas, políticas
y sociales a nivel global.
Se basa en el poder de inversión de los bancos, las instituciones financieras, las
empresas y las grandes corporaciones que buscan optimizar sus ganancias económicas.
También se ha consolidado, en gran medida, por los procesos de globalización que
buscan ampliar las actividades y conexiones comerciales internacionales.
En esta etapa surgieron monopolios, es decir, cuando un fabricante, empresa o corporación
tiene el poder y el dominio de toda la cadena de producción y distribución de un bien o servicio
en el mercado.
Muchas empresas pasaron a dominar el mercado a través de asociaciones que desean
controlar los mercados a través del monopolio comercial y financiero. Por ejemplo:
 Fideicomisos o trusts: es la unión de varias empresas que producen un mismo bien o
servicio, por ejemplo, la Northern Trust Corporation, una compañía de servicios
financieros.
 Sociedades gestoras o holdings: conforman una sociedad comercial que integra y
administra diversas compañías para buscar una mejor rentabilidad, por ejemplo, Inditex,
que reúne marcas del área textil.
 Cárteles: son los acuerdos a los que llegan diferentes empresas a fin de controlar la
competencia y mejorar sus beneficios económicos en conjunto, por ejemplo, la OPEP
(Organización de Países Exportadores de Petróleo).
Basado en el fomento de la globalización, algunos estudios defienden la teoría de que el
capitalismo está en una cuarta fase denominada capitalismo informacional o tecnológico.
Este capitalismo ha progresado a lo largo del siglo XXI y se caracteriza por el amplio desarrollo
de las tecnologías destinadas a la sociedad de la información, la difusión del conocimiento, y la
ampliación de servicios tecnológicos en sistemas de pagos y flujo del capital.

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La época contemporánea
La Edad Contemporánea es el período histórico que abarca desde el inicio de la Revolución
francesa en 1789 hasta la actualidad. Durante la Edad Contemporánea se dieron las
revoluciones industriales que transformaron las formas de producción, las relaciones de trabajo
y el modo de vida de gran parte de la población. Desde fines del siglo XVIII, se produjeron
revoluciones liberales que buscaron implementar regímenes políticos acordes al nuevo sistema
económico capitalista que, a su vez, se consolidó a nivel mundial. En este marco, resaltan las
revoluciones de las décadas de 1820 y 1830, los movimientos independentistas americanos y
la llamada “Primavera de los pueblos” de 1848.
Desde principios del siglo XIX, las sociedades americanas coloniales lucharon por su
independencia, que lograron en casi todo el continente. Las nuevas naciones latinoamericanas
se consolidaron como estados independientes a través de guerras, periodos de inestabilidad
política y regímenes autoritarios.
En Asia, las nuevas relaciones económicas e ideas liberales impulsaron diferentes
movimientos. Japón modernizó su sistema productivo durante la Era Meiji y logró consolidarse
como una potencia mundial. En 1857 comenzó la Rebelión de la India y en 1871 los Jóvenes
Turcos dieron su primer golpe al sultanato del Imperio otomano.
En China se vivieron numerosos conflictos como la Rebelión Taiping (1850-1864), los
levantamientos de Yihétuán (1898-1901) y la Revolución Xinhai (1911) que finalmente
acabaron con el milenario imperio y lo sustituyeron por la República de China.
El auge del imperialismo occidental llevó a las potencias europeas a la búsqueda de más
territorios y más recursos útiles a sus propios procesos de industrialización. Durante el siglo
XIX, los imperios coloniales pasaron de impulsar viajes de exploración en el territorio africano a
conquistar y consolidar su poder de manera territorial. Para finales de siglo, solo quedaban
cuatro naciones africanas independientes: Liberia, el Imperio etíope, Orange y Transvaal.
Las democracias se alzaron como formas políticas predominantes y las masas se convirtieron
en el eje de las políticas de los Estados nacionales y los organismos internacionales. El respeto
de los derechos humanos se consagró como un reclamo a nivel mundial a partir del cual se
conformaron entidades de diferente índole; movimientos, instituciones, organismos, etc.
Los movimientos feministas lograron visualizar las condiciones de desigualdad e injusticia que
las mujeres sufren en las diferentes sociedades del mundo.
En las últimas décadas, el desarrollo tecnológico, digital y virtual marcó un cambio drástico en
el mundo globalizado. Los medios de comunicación masiva, internet y la telefonía móvil
transformaron la política, la economía, la sociedad y la cultura a nivel mundial.

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Pasado y presente de México
En nuestros días, hay quienes no aprecian el valor de la democracia y los esfuerzos que en
México se hicieron para instaurarla. Parecen ignorar la distancia que hay entre el régimen
anterior a la transición democrática y el nuevo orden político que resultó de ella. Es cierto que
esta democracia es todavía inmadura, que no ha superado las lacerantes desigualdades
sociales y ha sido incapaz de contener a la delincuencia, pero creer que esos males se
remediarán debilitando a las instituciones democráticas es un gran error.
La transición democrática mexicana tuvo como eje una serie de reformas electorales que, a
partir de 1977, abrieron cauces institucionales a la pluralidad política, permitieron la
representación de las minorías y, gradualmente, garantizaron elecciones libres, limpias y
equitativas. Para apreciar el valor de esas reformas conviene comparar la vida política anterior
a esa serie de reformas y la que se implantó a finales del siglo XX.
Por un largo periodo, un solo partido, el PRI, detentó el Poder Ejecutivo federal, la totalidad de
los escaños del Senado y una mayoría abrumadora de la Cámara de Diputados; ocupaba
también la totalidad de los gobiernos estatales y la inmensa mayoría de los ayuntamientos,
además de dominar los congresos locales. El Poder Legislativo estaba de hecho subordinado
al Ejecutivo, con funciones más de refrendo que de contrapeso, de ahí que lo más común fuese
que la mayoría legislativa aprobara las iniciativas del Ejecutivo sin cambiarles ni una coma. Los
órganos superiores del Poder Judicial (tanto de la Federación como de los estados) debían su
designación al Poder Ejecutivo correspondiente. Las elecciones eran organizadas, arbitradas y
calificadas por el gobierno y los representantes del partido oficial, de ahí que casi siempre
tenían un resultado predeterminado. Las pocas veces que surgía una oposición competitiva
tenía como desenlace más probable un fraude y un conflicto.
Ese régimen autoritario de antaño —aun cuando tenía un amplio respaldo popular— se fue
agotando a medida que la sociedad mexicana se modernizaba y su natural pluralidad política
reclamaba cauces para expresarse. Las elecciones de 1988 —competidas, conflictivas y de
muy dudosa legitimidad— hicieron patente que el sistema electoral no podía seguir igual sin
poner en riesgo la estabilidad política. Como respuesta, el gobierno y una parte de la oposición
pactaron un cambio estructural del sistema de elecciones, transfiriendo su organización de la
Secretaría de Gobernación a un organismo especializado y con autonomía técnica: el Instituto
Federal Electoral. Con el nacimiento del IFE y tres reformas electorales más (1993, 1994 y
1996) se desterró el control de las elecciones por el gobierno y la posibilidad de fraude
electoral. La reforma de 1996 le dio al IFE autonomía plena y creó condiciones de competencia
mucho más equitativas. Los frutos de esos cambios institucionales no tardaron: en 1997 el PRI

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perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y en 2000 perdió la Presidencia de la República.
Desde entonces, las elecciones han sido limpias y la alternancia en el poder se convirtió en la
regla. Ha habido inconformidades con los resultados de algunas elecciones, pero pruebas de
fraude, ninguna.
Desde hace un cuarto de siglo, el poder político de todos los niveles se ha distribuido entre
diversas y muy cambiantes fuerzas políticas. Las cámaras legislativas han sido muy plurales y,
la mayor parte de las veces, sin mayoría absoluta de ningún partido. Los presidentes y
gobernadores han tenido que negociar con el Poder Legislativo leyes y presupuestos. La
mayoría de los gobiernos estatales y municipales han cambiado repetidamente de colores
partidarios. Desde 1994, el Poder Judicial goza de una independencia digna de una república
democrática. Las elecciones son el medio aceptado por todos para competir por el poder y,
salvo muy contadas excepciones, han sido fuente de legitimidad y estabilidad, no de conflictos.
Algunas funciones públicas especializadas se han depositado en órganos constitucionales
autónomos (electorales, de regulación monetaria, de acceso a la información, de competencia
económica, de estadística, etcétera) que garantizan imparcialidad e independencia de las
decisiones.
Así de grandes son los contrastes entre el antiguo régimen y el orden democrático construido
en México a lo largo de varias décadas. La distribución del poder público entre una pluralidad
de órganos institucionales y fuerzas políticas que se complementan, equilibran y vigilan
mutuamente, sin duda hace más complejo el ejercicio de gobierno. Pero esa es, precisamente,
la característica esencial de la democracia. El poder político se distribuye entre muchos porque
la sociedad contiene una diversidad de intereses, ideas, creencias, diagnósticos, propuestas y
humores que hacen imposible e indeseable condensarlos en una sola opción política. Ningún
órgano de gobierno, ningún partido y ningún individuo puede atribuirse la representación de
todo el pueblo. Quien pretenda volver al pasado de un solo color político se equivoca
rotundamente y reniega de su compromiso democrático.

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CONCLUSIÓN.

A lo largo del documento se pudo apreciar los muy marcados avances en la historia de la
sociedad, abarcaremos desde la prehistoria hasta la época moderna o la época actual en la
que vivimos.
La historia de la humanidad se inició 100.000 años antes de lo que se creía y en un lugar
inesperado, el norte de África. Allí han aparecido los restos de Homo sapiens más antiguos
conocidos. Son de hace 300.000 años. Y desde ese entonces el humano ha tratado de
desarrollarse en las condiciones que lo rodean.
Se explica un poco acerca del desarrollo de las comunidades en las diferentes épocas de la
historia.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
Equipo editorial, Etecé. (2022, 2 febrero). Prehistoria - concepto, períodos y etapas, la historia.
Concepto. https://concepto.de/prehistoria-2/#ixzz8JMrlYvmU

Comunidad primitiva. (2021, 23 junio). Portal Académico del CCH.


https://portalacademico.cch.unam.mx/historiauniversal1/sociedades-prefeudales/comunidad-
primitiva#:~:text=La%20comunidad%20primitiva%20remite%20a,fuerzas%20productivas%20primitivas
%2C%20sin%20desarrollar.

Gayubas, A. (2023, 15 marzo). Esclavismo: origen, abolición, ejemplos y características. Enciclopedia


Humanidades. https://humanidades.com/esclavismo/

Feudalismo como eje central de la edad media. (s. f.). https://www.uv.es/uvweb/master-historia-


formacion-mundo-occidental/es/blog/feudalismo-eje-central-edad-media-1285960141137/
GasetaRecerca.html?id=1285963664607

Fundazioa, E. (s. f.). Elkano Fundazioa – Elkano, Euskadi around the world again. Elkano Fundazioa.
https://elkanofundazioa.eus/blog/el-nacimiento-del-capitalismo/

Kiss, T. (2023, 26 septiembre). Edad contemporánea: resumen, etapas y características. Enciclopedia


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https://www.excelsior.com.mx/opinion/opinion-del-experto-nacional/mexico-pasado-y-presente/
1446426

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