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Tecnológico Nacional de México Campus

Acapulco

 GOMEZ LOZANO JOSSELY NECTALY

 ARQUITECTURA

 AR2

 HISTORIA DE LA ARQUITECTURA (AR2)

 DOCENTE. ESPERANZA ORTIZ MAYAGOITIA

 INVESTIGACIÓN SOBRE LOS PERIODOS DE LA


PREHISTORIA, LAS GLACIACIONES, EDADES, Y LA
EVOLUCIÓN DE LOS HOMÍNIDOS HASTA EL HOMOSAPIENS
¿Qué es la Prehistoria?
Tradicionalmente entendemos por prehistoria al período de tiempo que
va desde la aparición de los primeros homínidos en la Tierra, es decir,
las especies humanas antecesoras del Homo sapiens, hasta la
aparición de las primeras sociedades complejas de este último y,
sobre todo, a la invención de la escritura, evento que ocurrió en primer
lugar en el Oriente Próximo, alrededor del año 3300 a.C.

Sin embargo, desde un punto de vista académico, el concepto


de prehistoria ha sido muy discutido debido a sus imprecisiones: el ser
humano no apareció al mismo tiempo en todos los lugares, ni tampoco
descubrió la escritura a la vez, por lo que sus límites cronológicos son,
cuando menos, arbitrarios.

En todo caso, puede considerarse la prehistoria más como una


categoría de trabajo, para organizar todas aquellas sociedades
primitivas cuya existencia es previa a la Historia Antigua y que carecen
de las condiciones mínimas con que comprendemos la civilización
humana, que en líneas generales son:

 Socialización compleja y jerarquizada, con estructuras


administrativas y algún tipo de intercambio económico.
 Capacidad de modificación sustancial de su hábitat para hacerlo
más propicio.
 Aglomeración de la vida humana en ciudades y domesticación de
animales.

El fin de la prehistoria y el inicio de la Historia es, así, materia de


debate, ya que civilizaciones muy antiguas como los incas y mexicas
en América, o en África el Gran Zimbabue o el Imperio de Ghana, o los
Jemeres del sudeste asiático, solían ser considerados parte de la
prehistoria por no haber conocido la escritura, pero sus modos de vida
eminentemente urbana y sociedades complejas son más
característicos de la Historia antigua.
Períodos y etapas de la prehistoria

La prehistoria se comprende en diversos períodos, cuya inexactitud


cronológica obliga más bien a considerar como etapas progresivas en
la evolución de las capacidades humanas de manejar los materiales y
producir herramientas. Así, hablamos de dos grandes períodos:

 Edad de piedra. Es el período durante el cual el ser humano


manejó en su mayoría herramientas hechas de piedra y madera,
o materiales simples. Esta etapa a su vez comprende tres
períodos, que son:

o Paleolítico. Es el período más largo de la edad de piedra,


que inicia con la creación de las primeras herramientas de
piedra creadas por homínidos. En ella existían junto a
nuestra especie de seres humanos ya extintas, como
el Homo habilis o el Homo neardenthalensis, que eran
principalmente cazadores-recolectores. A finales de este
período el Homo sapiens se esparció por la Tierra, e inició
la domesticación de los primeros animales.

o Mesolítico. Corresponde más o menos con el fin de la


última Edad de Hielo, es decir, en ella se presenció el
calentamiento de la tierra hasta más o menos los
estándares actuales. La humanidad seguía siendo
esencialmente nómada, aunque hacia finales del período
aparecen los primeros asentamientos, y con ellos, los
primeros cementerios.

o Neolítico. Durante este período se produce una verdadera


revolución tecnológica, a partir de la invención de la
agricultura y la ganadería. El pastoreo, el cultivo y, por
ende, el intercambio, empiezan a surgir en el seno de las
comunidades que, mucho después, serán las primeras
poblaciones humanas.

 Edad de los metales. Como su nombre indica, se trata de un


período en el que el ser humano conquistó el saber de la
metalurgia y el manejo de los metales, construyendo así
herramientas más poderosas y versátiles. Las primeras
civilizaciones y culturas humanas corresponden a este período,
que se divide en:

o Edad de cobre. El cobre fue el primer metal en ser


empleado por la humanidad, primero crudo y luego
fundido, dando nacimiento a la metalurgia, para crear
herramientas más cortantes y versátiles.

o Edad de bronce. El conocimiento del cobre permite su


mezcla (aleación) con otros metales y así nace el bronce,
que marcará un hito en la humanidad en la fabricación de
armas, escudos, objetos ornamentales, etc. También el
vidrio se descubrirá en este período, lo cual da pie a las
primeras cerámicas ceremoniales, que se usaban sobre
todo para recibir las cenizas de los cuerpos cremados.

o Edad de hierro. Algunas de las principales civilizaciones


antiguas ya habían aparecido para la edad de hierro, y su
dominio de este metal exigió y propició nuevas técnicas y
nuevos métodos de manejo de los materiales, aunque la
popularización del hierro no ocurriría hasta ya entrado en
años el Imperio Romano.
¿Qué fue la Edad de Piedra?
La Edad de Piedra o la Etapa Lítica es la primera división temporal de
la prehistoria, es decir, es el lapso de tiempo que va desde el
momento en que los seres humanos comenzaron a emplear
instrumentos de piedra, hasta que utilizaron el bronce, dando inicio así
a la Edad de los metales.

Se definió convencionalmente su inicio en el año 2.600.000 a. C. y su


fin en el 4.000 a. C. De modo que la Edad de piedra es un período
realmente extenso.

El término “Edad de piedra” fue acuñado por el estudioso danés


Christian J. Thomsen, a fines del siglo XIX. Es parte del marco
conceptual que propuso para estudiar la prehistoria humana, conocido
como el Sistema de las Tres Edades, que serían la Edad de Piedra, la
Edad de Bronce y la Edad de Hierro, cada una sucediendo a la otra en
complejidad tecnológica y en desarrollo civilizatorio.

Este sistema ha sido largamente empleado, aunque no esté


desprovisto de críticas: se dice que está demasiado orientado hacia la
tecnología y concebido desde una perspectiva centrada en el pasado
de Europa, lo cual es poco útil a la hora de estudiar otras regiones.

Por ejemplo, hay evidencia de herramientas de piedra desarrolladas


hace 3.4 millones de años por los homínidos primitivos, o por primates
distintos a nuestra especie. Conviene recordar, entonces, que
hablamos de un marco conceptual simplificado.

Características de la Edad de Piedra


A pesar de lo que su nombre sugiere, las herramientas que los
humanos emplearon durante la Edad de Piedra no estaban hechas
exclusivamente de piedra, sino también de hueso, fibras, cueros,
madera y arcilla. Pero en el registro arqueológico, las herramientas de
piedra son las que mejor se conservaron, por eso son las más
abundantes.
Sin embargo, centrarse demasiado en dichas herramientas podría
hacernos perder de vista que la Edad de Piedra presenció un salto
cuántico en la historia tecnológica y civilizatoria de la humanidad,
durante el cual se dio inicio a la cultura (como evidencian las pinturas
rupestres y las primeras figurinas de Venus).

Otro cambio importante es que se abandonó el nomadismo en favor


de la vida agrícola, se domesticaron los primeros animales de granja.
Por otro lado, se descubrió la cerámica y el horneado de los cereales,
lo cual sentó las bases para el posterior descubrimiento de la
metalurgia.

Períodos de la Edad de Piedra


La Edad de Piedra se subdivide en tres períodos distintos, que son:

 Paleolítico. La primera parte de la edad de piedra se extiende


desde la creación de las primeras herramientas líticas, hasta el
fin de la Era Glacial o Era de Hielo, es decir, aproximadamente
desde los 2,5 millones de años hasta los 9,600 años a. C. Es el
período más largo de los tres, y se caracteriza por la aparición
de diversas industrias líticas, que constituyeron una verdadera
revolución tecnológica, permitiendo a los humanos primitivos
modificar diversos materiales para su resguardo, como el cuero
animal. También aparece en este período el primer arte rupestre
y los primeros ornamentos.
 Mesolítico. Esta etapa intermedia inicia al término de la Era de
hielo, alrededor del año 9.600 a. C., y culmina con la aparición
de la agricultura, en algún momento entre el año 7.000 y el 4.000
a. C., dependiendo de la región del planeta que consideremos.
Hay regiones que simplemente no tuvieron este período. El
mesolítico fue la última etapa de vida humana sustentada en la
caza y la recolección, a medida que el planeta se hacía más y
más cálido. Por ende, tuvieron lugar significativos cambios en el
nivel del mar y en la geografía.
 Neolítico. El último período de la Edad de Piedra inicia con la
aparición de la agricultura, en un límite temporal difuso que
oscila entre los años 9.000 y 4.000 a. C. Culmina con la
aparición del cobre como elemento tecnológico fundamental,
dando inicio así a la Edad de los Metales. Durante esta etapa
tuvo lugar una verdadera revolución civilizatoria, conocida como
la Revolución del Neolítico, en la cual el ser humano masificó la
agricultura, domesticó animales y abandonó para siempre la vida
errante, asentándose para cultivar el suelo. Semejante cambio
dio inicio a las primeras poblaciones, que luego se convirtieron
en las primeras ciudades.

¿Qué es la Edad de los metales?

Cuando se habla de la Edad de los Metales, comúnmente se


incluye tanto a la Edad de Bronce como a la Edad de Hierro, en un
único lapso histórico. Se caracteriza lógicamente por el inicio del
manejo de los metales y de la metalurgia por parte de la
humanidad.

Esto marca el final de la llamada Edad de Piedra, al término del


período Neolítico. De modo que la Edad de los Metales se extiende
entre el año 6.000 a.C. y el año 1.000 a. C., aproximadamente,
marcando así el fin de la prehistoria.

Como ocurre con otras clasificaciones de la prehistoria, debemos


notar que este margen de tiempo está establecido en términos
convencionales, como una simplificación de trabajo, y no es una
verdad científica, ya que los procesos civilizatorios se dieron de
manera muy distinta dependiendo de la región geográfica a la que
hagamos referencia.

Por eso a menudo se piensa la Edad de los Metales como una


clasificación de la prehistoria europea y asiática, puesto que hubo
civilizaciones que apenas conocieron la metalurgia, como fueron las
nativas originarias americanas.

¿Cómo inicia la Edad de los Metales?


La Edad de los Metales comienza en una época difusa. Las primeras
evidencias de fundición del cobre están datadas alrededor del año
5.000 a. C. y son los primeros registros de la consciencia del manejo
del metal. Esto ocurrió en Europa en los Balcanes, a mediados del V
milenio a. C., y se extendió a lo largo del continente durante los
siguientes siglos.

En ese entonces ya la mayoría de la humanidad llevaba una existencia


sedentaria, sustentada en la agricultura, y desde el Neolítico se
empleaban metales martillados en la cotidianidad, de manera que es
realmente la fundición de los mismos la que caracteriza a esta nueva
etapa civilizatoria.

Características de la Edad de los Metales


En teoría, la Edad de los Metales se rige por la lógica del
descubrimiento de nuevos y mejores minerales, que se sustituyen los
unos a los otros a medida que la humanidad aprende a forjar mejores
herramientas con ellos: armas, escudos, armaduras, utensilios de toda
índole, etc. Así, el cobre es el primero en ser empleado, luego el
bronce y finalmente el hierro.

Sin embargo, la Edad de los Metales no fue únicamente un período de


descubrimiento de la siderurgia, sino que abarcó enormes
descubrimientos civilizatorios y culturales. Entre ellos, en algunas
regiones ya se utilizaba la escritura, de modo que en esas regiones es
complicado aplicar esta distinción entre la Edad de los Metales y la
entrada propiamente a la Historia antigua.

Por ejemplo, en la Mesopotamia y Egipto, se desarrollaron las


primeras formas de escritura al mismo tiempo que el bronce era
ampliamente utilizado. Sin embargo, nunca se produjo la sustitución
por el hierro, ya que dicho elemento era escaso en la región. En
cambio, en el África subsahariana se pasó directamente al manejo del
hierro sin conocer primero el cobre y el bronce.

Por ende, lo que usualmente entendemos por la Edad de los Metales


es diferente para cada región particular, en lugar de constituir un
criterio universal en la historia de la humanidad.

Etapas de la Edad de los Metales


Las etapas de la Edad de los Metales se distinguen entre sí por el
elemento metálico predominante, aunque como vimos ya algunas
regiones eran abundantes en unos y carecían de otros. Estas etapas
son:

 Edad de Cobre o Calcolítico. El cobre fue uno de los primeros


metales conocidos por la humanidad, empleado en su estado
nativo, moldeado mediante el martillado y el batido en frío, hasta
que posteriormente se descubrió la posibilidad de fundirlo.
Posteriormente, gracias al descubrimiento de la cerámica, se
procedió a fundirlo y alearlo con otros elementos, como arsénico
y luego con estaño, esto último muy importante porque dio
origen al bronce. En este período, de límites difusos entre el fin
del Neolítico (alrededor del 6.500 a. C.) y el inicio de la Edad de
bronce (alrededor del 3.000 a. C.).
 Edad de Bronce. Gracias al descubrimiento de la aleación del
cobre, surgió uno de los metales más ampliamente empleados y
más versátilmente en esa época: el bronce, cuya importancia en
la confección de herramientas, armas, vasijas, platos, utensilios
y ornamentos fue inmensa. En este período, además, se dan los
primeros sistemas de protoescritura o de ideogramas,
dependiendo de la región del planeta. Sus límites, establecidos
aproximadamente, marcan el inicio alrededor del 3.000 a. C.
(aunque ya en Oriente Próximo se le empleaba de hacía casi mil
años) y su fin al iniciar la Edad de hierro, más o menos en el
1.500 a. C.
 Edad de Hierro. La sustitución del bronce, un metal
relativamente blando, por la dureza del hierro le dio la ventaja en
muchas situaciones a las civilizaciones que se desarrollaron en
geografías donde abundaba este material. De hecho, la del
hierro es la forma más sofisticada de metalurgia de la
Prehistoria, e hicieron de él un material codiciado y exquisito en
la época, desplazando al bronce como mineral únicamente
decorativo. Este período inicia con el término de la Edad de
bronce en 1.500 a. C. aproximadamente, y tiene fin en distintos
momentos dependiendo de la región y de la civilización, con el
ingreso a la Historia propiamente dicha tras la invención de la
escritura, cosa que ocurrió en Europa alrededor del 550 a. C.

La glaciación
Una glaciación es un periodo de larga duración en el que baja la
temperatura global y da como resultado una expansión del hielo
continental de los casquetes polares y los glaciares. Las glaciaciones
se subdividen en periodos glaciales, siendo el Würm el último hasta
nuestros días.

De acuerdo a la definición dada por la glaciología, el término


glaciación se refiere a un periodo con casquetes glaciares tanto en el
hemisferio norte como en el sur. Según esta definición, aún nos
encontramos en una glaciación porque todavía hay casquetes polares
en Groenlandia y la Antártida.

Más coloquialmente, cuando se habla de los últimos millones de años,


se utiliza «glaciación» para referirse a periodos más fríos con extensos
casquetes glaciares en Norteamérica y Eurasia: según esta definición,
la glaciación más reciente acabó hace 12 000 años. Este artículo
usará el término glaciación en el primer sentido, el glaciológico; el
término glaciales por los periodos más fríos de las glaciaciones; e
interglaciales para los periodos más cálidos.

Historia
La idea de que en el pasado los glaciares fueron más extensos era
saber popular en algunas regiones alpinas de Europa: Imbrie y Imbrie
(1979) recogen el testimonio de un leñador que explicó a Jean de
Charpentier la antigua extensión del glaciar suizo del Grimselpass. La
teoría no fue postulada por una única persona. En 1821, un ingeniero
suizo, Ignaz Venetz, presentó un artículo en el que sugería la
presencia de rasgos de paisaje glaciar a distancias considerables de
los glaciares existentes en los Alpes; esto era indicativo de que los
glaciares fueron mayores en el pasado y que ocuparon posiciones
valle abajo. Entre 1825 y 1833, Charpentier reunió pruebas para
apoyar esta idea. En 1836, Charpentier y Venetz convencieron a Louis
Agassiz de su teoría, y Agassiz la publicó en su libro Étude sur les
glaciers ("Estudio sobre los glaciares"). Según Macdougall,
Charpentier y Venetz rechazaron las ideas de Agassiz, quien había
ampliado el trabajo de éstos, afirmando que la mayoría de los
continentes habían estado cubiertos de hielo en tiempos remotos.
Agassiz presentó como prueba de la teoría glaciar un ejemplo clásico
del uniformitarismo. Es decir, puesto que las estructuras observadas
no podían ser explicadas de un modo ajeno a la actividad glaciar, los
investigadores reconstruyeron la extensión de los glaciares en el
pasado, ahora desaparecidos, en función de la presencia de
características propias de zonas sometidas a la acción de los glaciares
fuera de la situación actual de estos.

En la época de Agassiz, lo que se estudiaba eran los periodos


glaciales de los últimos centenares de miles de años, durante la
glaciación actual. Todavía no se sospechaba la existencia de antiguas
edades glaciales. No obstante, a principios del siglo XX se estableció
que la orografía terrestre mostraba características solo explicables por
la sucesión de varios eventos glaciales; de hecho, se dividió el periodo
glacial cuaternario para Europa y Norteamérica en cuatro elementos,
basados fundamentalmente en los depósitos glaciales (en orden de
aparición, Nebrasquiense, Kansaniense, Illinoiense y Wisconsiense).
Estas divisiones tradicionales fueron sustituidas a finales de siglo
cuando los sondeos de sedimentos del fondo marino revelaron ser un
registro mucho más completo sobre el clima del periodo glacial
cuaternario.

Efectos de las glaciaciones


Hay tres tipos principales de efectos de las glaciaciones que han sido
empleadas como pruebas de su pasada existencia: geológicos,
químicos y paleontológicos.

 Geología. Las pruebas geológicas se encuentran en varias


formas, como las rocas erosionadas (ya por arranque, en fases
iniciales, ya por abrasión y generación de estrías glaciares, ya
por pulverización y formación de harina de roca), valles glaciares,
aristas glaciares y horst, rocas aborregadas, morrenas glaciares,
drumlins, depósito de tills o bloques erráticos, factura de llanuras
aluviales, trenes de valle, lagos en las llanuras y fiordos en las
costas. Es decir, las condiciones del clima propio como de una
época glacial provocan la aparición de las fisonomías antes
descritas en la orografía. Las glaciaciones sucesivas tienden a
distorsionar y eliminar las pruebas geológicas, haciendo que sean
difíciles de interpretar.
 Química. Las pruebas químicas consisten principalmente en
variaciones en la proporción de isótopos en rocas sedimentarias,
núcleos sedimentarios oceánicos y, para los periodos glaciales
más recientes, núcleos de hielo (comúnmente situados en las
llamadas nieves perpetuas). Puesto que el agua con isótopos
más pesados tiene una temperatura de evaporación más alta, su
cantidad se reduce cuando las condiciones son más frías; esto
permitió la elaboración de un registro térmico. Aun así, estas
pruebas pueden estar adulteradas por otros factores que
cambian la proporción de isótopos. Por ejemplo, una extinción en
masa incrementa la proporción de isótopos ligeros en los
sedimentos y en el hielo porque los procesos biológicos tienden a
preferir estos últimos; por lo tanto, una reducción en los procesos
biológicos libera más isótopos ligeros, que pueden depositarse a
los sedimentos.
 Paleontología. Las pruebas paleontológicas se basan en los
cambios en la distribución geográfica de los fósiles; durante un
periodo de glaciación, los organismos adaptados al frío migran
hacia latitudes más bajas, y los organismos que prefieren un
clima más cálido se extinguen o viven en zonas más ecuatoriales.
Esto da lugar a la aparición de refugios glaciales y movimientos
biogeográficos de retorno. También es difícil interpretar estos
indicios porque precisan de: secuencias de sedimentos que
representen un largo período, diferentes latitudes y que se
puedan correlacionar fácilmente; organismos primitivos presentes
durante amplios periodos con caracteres lo suficientemente
homogéneos como para poder atribuirlos a un mismo taxón, y de
los cuales se conozca el clima ideal (es decir, que puedan
emplearse como marcadores); y descubrimientos de fósiles
adecuados, cosa que depende mucho del azar.

Pese a las dificultades, los análisis de núcleos de hielo y de


sedimentos oceánicos muestran claramente la alternancia de períodos
glaciales e interglaciares durante los últimos millones de años.
También confirman la relación entre las glaciaciones y fenómenos de
la corteza continental, como, por ejemplo, las morrenas glaciales, los
drumlins y los bloques erráticos. Por esto se suelen aceptar los
fenómenos de la corteza continental como prueba válida de edades
glaciales anteriores cuando se encuentran en capas creadas mucho
antes que el abanico de tiempo que permiten estudiar los núcleos de
hielo y los sedimentos marinos.

Evolución humana

La evolución humana u hominización es el proceso de evolución


biológica de la especie humana desde sus ancestros hasta la
actualidad. El estudio de dicho proceso requiere de un análisis
interdisciplinario en el que se complementen conocimientos desde
ciencias como la genética, la antropología física, la paleontología, la
estratigrafía, la geocronología, la arqueología y la lingüística.

El término humano, en el contexto de su evolución, se refiere a los


individuos del género Homo. Sin embargo, los estudios de la evolución
humana incluyen otros homininos, como Ardipithecus,
Australopithecus, etc. De esta manera, el estudio específico de la
evolución humana es el estudio del linaje, o clado, que incorpora a
todas las especies más cercanas al humano moderno que al
chimpancé, el pariente vivo más próximo. Las evidencias moleculares
y paleontológicas han permitido estimar que el ancestro común entre
Homo sapiens y Pan troglodytes, vivió en África hace entre cinco y
siete millones de años. A partir de esta divergencia, dentro del linaje
hominino continuaron emergiendo nuevas especies, todas ellas
extintas actualmente a excepción de Homo sapiens.
Al analizar el genoma humano actual se ha descubierto que en su
proceso evolutivo hay varios hechos que destacar. Así, se observa por
ejemplo que el Homo sapiens comparte casi el 99 % de los genes con
el chimpancé y con el bonobo. Para mayor precisión, el genoma de
cualquier individuo de nuestra especie tiene una diferencia de solo el
1,24 % respecto al genoma de Pan troglodytes (chimpancés) y de 1,62
% respecto al genoma de los gorilas.
Introgresión e hibridación

Partiendo del análisis genético de la evolución humana, se postula que


dentro de su genealogía se habría producido introgresión en varias
ocasiones. Ejemplo de ello es el cromosoma Y actual más antiguo
(cromosoma-Y A00), que se remontaría hasta el Homo sapiens
arcaicos (hace unos 340 000 años aprox.).
También destaca el descubrimiento de la existencia de hibridación con
otras especies homínidas más antiguas, tales como el Homo
neanderthalensis (de un 1 % a un 4 % de genes neandertales por
persona, principalmente en Europa), y con el homínido de Denisova (la
población local que vive actualmente en Papúa Nueva Guinea, en el
Sudeste Asiático, le debe al menos el 3 % de su genoma por persona
a los homínidos de Denisova). Sin embargo, destaca que al analizar
el porcentaje total de ADN del Homo neanderthalensis dentro de la
población humana actual no africana, este porcentaje aumenta
significativamente a un 20 %; estando este genoma neandertal
relacionado con genes que produjeron una "heterosis" a adaptaciones
ambientales (como fenotipos de la piel), pero también implicado en
enfermedades como la diabetes tipo 2, la enfermedad de Crohn, el
lupus y la cirrosis biliar.

Retrovirus endógenos humanos


Igualmente destaca que los retrovirus endógenos humanos (HERV)
(Secuencia de ADN derivado de virus pertenecientes al grupo de los
retrovirus) comprenden una parte significativa del genoma humano.
Con aproximadamente 98 000 fragmentos y elementos ERV, estos
componen casi el 8 % del genoma actual del ser humano, los cuales
ha adquirido el ser humano en diferentes periodos temporales de su
evolución.
Pre-australopitecinos
Los primeros posibles homínidos bípedos (homininos) son
Sahelanthropus tchadiensis (con una antigüedad de 7 millones de
años y encontrado en el Chad, pero que genera dudas acerca de su
adscripción a nuestra línea evolutiva), Orrorin tugenensis (con unos 6
millones de años y hallado en África Oriental) y Ardipithecus (entre
5,5-4,5 millones de años y encontrado en la misma región). Los fósiles
de estos homínidos son escasos y fragmentarios y no hay acuerdo
general sobre si eran totalmente bípedos. No obstante, tras el
descubrimiento del esqueleto casi completo de un individuo de
Ardipithecus ramidus apodado Ardi, se han podido resolver algunas
dudas al respecto; así, la forma de la parte superior de la pelvis indica
que era bípedo y que caminaba con la espalda recta, pero la forma del
pie, con el dedo gordo dirigido hacia adentro (como en las manos) en
vez de ser paralelo a los demás, indica que debía caminar
apoyándose sobre la parte externa de los pies y que no podía recorrer
grandes distancias.

Australopitecinos
Los primeros homínidos de los que se tiene la seguridad de que fueron
completamente bípedos son los miembros del género
Australopithecus, de los que se han conservado esqueletos muy
completos (como el de la famosa Lucy).

Este tipo de homininos prosperó en las sabanas arboladas del este de


África entre 4 y 2,5 millones de años atrás con notable éxito ecológico,
como lo demuestra la radiación que experimentó, con al menos cinco
especies diferentes esparcidas desde Etiopía y el Chad hasta
Sudáfrica.
Su desaparición se ha atribuido a la crisis climática que se inició hace
unos 2,8 millones de años y que condujo a una desertificación de la
sabana con la consiguiente expansión de los ecosistemas abiertos,
esteparios. Como resultado de esta presión evolutiva, algunos
Australopithecus se especializaron en la explotación de productos
vegetales duros y de escaso valor nutritivo, desarrollando un
impresionante aparato masticador, originando al Paranthropus; otros
Australopithecus se hicieron paulatinamente más carnívoros,
originando a los primeros Homo.

Primeros Homo
No se sabe con certeza de qué especie proceden los primeros
miembros del género Homo; se han propuesto Australopithecus
africanus, A. afarensis y A. garhi, pero no hay un acuerdo general.
También se ha sugerido que Kenyanthropus platyops pudo ser el
antepasado de los primeros Homo.

Clásicamente se consideran como pertenecientes al género Homo los


homínidos capaces de elaborar herramientas de piedra. No obstante,
esta visión ha sido puesta en duda; por ejemplo, se ha sugerido que
Australopithecus ghari fue capaz de fabricar herramientas hace 2,5
millones de años. Las primeras herramientas eran muy simples y se
encuadran en la industria lítica conocida como Olduvayense o Modo 1.
Las más antiguas proceden de la región de Afar (Etiopía) y su
antigüedad se estima en unos 2,6 millones de años, pero no existen
fósiles de homínidos asociados a ellas.

De esta fase se han descrito dos especies, Homo rudolfensis y Homo


habilis, que habitaron África Oriental entre 2,5 y 1,8 millones de años
atrás, que a veces se reúnen en una sola. El volumen craneal de estas
especies oscila entre 650 y 800 cm³.
Poblamiento de Eurasia
Esta es sin duda la etapa más confusa y compleja de la evolución
humana. El sucesor cronológico de los citados Homo rudolfensis y
Homo habilis es Homo ergaster, cuyos fósiles más antiguos datan de
hace aproximadamente 1,8 millones de años, y su volumen craneal
oscila entre 850 y 880 cm³. Morfológicamente es muy similar a Homo
erectus y en ocasiones se alude a él como «Homo erectus africano».
Se supone que fue el primero de nuestros antepasados en abandonar
África; se han hallado fósiles asimilables a H. ergaster (o tal vez a
Homo habilis) en Dmanisi (Georgia), datados en 1,8 millones de años
de antigüedad y que se han denominado Homo georgicus que
prueban la temprana salida de África de nuestros antepasados
remotos.

Nuevos orígenes en África


La fase final de la evolución de la especie humana está presidida por
tres especies humanas inteligentes, que durante un largo período
convivieron y compitieron por los mismos recursos. Se trata del
Hombre de Neanderthal (Homo neanderthalensis), la especie del
homínido de Denisova y el hombre moderno (Homo sapiens). Son en
realidad historias paralelas que, en un momento determinado, se
cruzan.

El Hombre de Neanderthal surgió y evolucionó en Europa y Oriente


Medio hace unos 230 000 años, presentando claras adaptaciones al
clima frío de la época (complexión baja y fuerte, nariz ancha).

Homo sapiens
Los parientes vivos más cercanos a nuestra especie son los grandes
simios: el gorila, el chimpancé, el bonobo y el orangután. Los fósiles
más antiguos de Homo sapiens tienen una antigüedad de casi
doscientos mil años42 y proceden del sur de Etiopía (formación Kibish
del río Omo), considerada como la cuna de la humanidad (véase
Hombres de Kibish). A estos restos fósiles siguen en antigüedad los
de Homo sapiens idaltu, con unos ciento sesenta mil años.

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